Chris y John escucharon el ruido de la puerta de casa al cerrarse
y no pudieron reprimir dar un pequeño salto en el sofá.
-¡John, vístete, rápido!-susurró Chris con nerviosismo
lanzándole su ropa.
John soltó una risita.
-Joder, pequeña… Paul no va a entrar aquí sabiendo que
estamos nosotros.-dijo divertido.-Además, si entra da igual. Tu hermano me ha
visto un montón de veces en pelotas, así que no hay de qué preocuparse.
-No me hagas pensar en las situaciones en las que Paul te ha
visto desnudo, mamarracho.-contestó la chica mirándolo duramente y haciendo que
John soltara una carcajada. Le encantaba picarla insinuándole la cantidad de
“fiestas” que se habían pegado con fans y groupies desde sus años en Hamburgo y
Chris lo sabía. A veces tenía la sensación de que disfrutaba poniéndola celosa.-Y
además, puede que a ti te dé igual que mi hermano nos pille, pero a mí no.
Vístete o te dejo a pan y agua un mes.
-¡Peque…!-protestó John.-No seas…
-Ni peque ni leches, Lennon.-le cortó ella.-Que te vistas he
dicho.
-El ejército se ha perdido contigo a un buen sargento…
-Déjate estar de tonterías…Además, ¿no se supone que dentro
de media hora tienes que ir a recoger a Julian?
-¡Mierda, Jules!-exclamó John dándose un golpe en la cabeza
y levantándose, ahora sí, del sofá rápidamente.-Me olvidaba de que hoy era
viernes.
-Y la cabeza no se te olvida porque la llevas pegada al
cuello.-rió Chris divertida mientras veía como John se vestía apresurado.
-¿Me acompañas?-le preguntó él mientras se ponía el jersey.
-¿Adónde?
-¿Adónde va a ser? A por Julian.
Chris se lo quedó mirando con una sonrisa antes de
contestar.
-¿A casa de Cynthia? No, mejor os veo luego…
John lanzó un suspiro y se acercó hacia ella.
-No seas ridícula… Cyn sabe perfectamente que tú y yo estamos
juntos y que Julian va a estar contigo casi todo el fin de semana.-dijo.-No veo
cuál es el problema.
-Ni yo tampoco veo qué necesidad tenemos todos de pasar una
situación incómoda si me presento allí contigo.-le cortó ella sin perder la
sonrisa.-De verdad, ve tú.
-¿No te había dicho nunca que eres una cabezota?-sonrió
John.
-Creo que en la última media hora todavía no me lo habías
dicho…
-Ya…-murmuró él acercando su cara peligrosamente hacia la
suya.-¿Y no te había dicho nunca que eres la tía que más me pone en el mundo?
-John…
Pero a Chris no le dio tiempo a decir lo que iba a decir
porque John le plantó un suave beso en los labios que le supo a gloria.
-Quizás Julian pueda esperar un poco…-susurró el chico
separándose unos milímetros de su boca.
Aquellas palabras hicieron que la chica se apartara de él
casi bruscamente. No le gustaba todo aquello. No le gustaba que John insinuara
que prefería estar con ella que ir a por su hijo, al que no veía desde el
domingo. No le gustaba porque cada vez que John decía o hacía algo de eso
pensaba en que quizás Cynthia tenía razón cuando le había dicho, meses antes,
que iba a alejar a John del niño. Y Chris no quería aquello ni muchísimo menos.
Primero porque se había encariñado con aquel chiquillo que ahora empezaba a
conocer bien y, segundo y pensando ya más en ella, porque aquello le hacía
sentirse asquerosamente culpable por todo, aunque supiera, pese a que le
doliese, que John jamás había sido un padre ejemplar.
-Ve a por tu hijo, John.-dijo seriamente.
Él se la quedó mirando extrañado, pero no dijo nada.
-¿Prefieres que vaya yo a tu casa o venís aquí?-preguntó
ella intentando recuperar la sonrisa como si nada hubiera pasado.
-Mejor venimos aquí. Igual a Julian también le apetece ver a
Paul.-contestó John.-Y después ya vamos a mi casa, ¿te parece?
-Perfecto. Nos vemos en un rato.
John se despidió de ella con otro breve beso y salió de allí
mientras Christine lo miraba detenidamente, pensando en un montón de cosas.
John quería a Julian, de eso estaba segura, pero le molestaba que muchas veces
se comportase como si el niño le estorbara, como si él tuviera la culpa de
muchos de sus problemas. Vale, quizás si Cynthia no se hubiera quedado
embarazada de él las cosas no serían como eran. Quizás hubiera roto con ella
poco después de conseguir fama y quizás se hubiera liado con la primera modelo
de tres al cuarto que se hubiera cruzado en su camino. O quizás se hubiera
quedado con Patricia Inder, de la que Chris sabía muchísimo más de lo que John
pensaba. Y quién sabe… Igual, si las cosas hubieran sido así, John y ella no
estarían juntos en aquellos momentos y su vida sería mucho más tranquila e
infinitamente más… triste.
************************************
-Paul... Paul… ¡PAUL!
El chico se giró sobresaltado cuando escuchó el grito que su
hermana le acababa de dar.
-¿A qué vienen esos gritos?-preguntó poniendo cara de pocos
amigos.
-A que estabas en la luna, a eso vienen.-contestó la chica
secamente.-¿Qué puñetas te pasa?
-Estaba a mis cosas…-dijo Paul sinceramente. La verdad era
que sí, que estaba a sus cosas. Y esas cosas incluían lo que acababa de pasar
con Penny.
-Ya, a tus cosas…
-¿Y tú qué?-le cortó Paul apresuradamente antes de que a
ella le diera tiempo a preguntar nada más.-¿Ya has acabado con John?
-Vete a la mierda.-espetó la chica.-¿A qué viene eso?
-Curiosidad…-dijo el chico sonriendo pícaramente.
-A veces eres asqueroso, gusano…-masculló ella sentándose a
su lado delante de la mesa de la cocina.-Venía a preguntarte si te vas ahora a
algún sitio…
-¿Yo? A no ser que a John y a ti os dé otra vez por hacer
cosas en mi salón, no.
-Paul…-bufó ella.
Paul la miró divertido. Le hacía gracia cuando se ponía en
plan “para ya”.
-Que era broma, enana.-rió él revolviéndole el pelo.-¿Por
qué lo decías?
-Porque… ¡ay, mi pelo, déjame estar!-exclamó ella molesta a
la vez que Paul estallaba en una inmensa risotada.-¡Joder, qué pesado!
-Hay que ver lo pronto que te enfadas… Total, tú siempre
parece que lleves el pelo revuelto.-bromeó Paul mientras su hermana le dedicaba
una mirada asesina.-Bueno… ¿qué querías?
-Acabar con mi hermano mayor y tirarle a las profundidades
del Támesis, eso quiero.-dijo la chica intentando en vano fingir que estaba
seria antes de que los dos empezaran a reírse como dos niños pequeños. Hacía
mucho que no estaban así los dos y la verdad era que Paul lo había echado
tremendamente de menos. Cuando los dos por fin recobraron el aliento, Chris lo
miró divertida y añadió:-En realidad es una tontería…
-Pues vaya novedad… Tú diciendo tonterías…-le cortó Paul
sacándole la lengua.
-Calla, gusano.-rió la chica.-Es que John va a venir aquí
con Julian y…
-Pues seguro que no me voy.-se apresuró a decir Paul nada
más oyó que el niño iba a ir allí.-La semana pasada me hizo prometerle que John
y yo nos marcaríamos un partidillo de fútbol con él y…
-No te hizo prometerle nada, mentiroso. Se lo prometiste tú
solito, que lo estabas deseando más que él.-contestó Chris aguantándose la
risa.-Y hoy no se puede jugar, Paul. Está lloviendo.
-En el pasillo de casa no llueve.
-En el pasillo de casa no se juega al fútbol, que podéis
romper algo.
-Enana, pareces una vieja amargada.-le cortó Paul
divertido.-Es mi casa y si me da la gana jugar al fútbol dentro y cargarme
todos los jarrones, pues lo hago.
La chica soltó una risita.
-Pues ale, rómpelo todo, animal.
-No lo dudes…
Chris volvió a reír mientras se levantaba de la silla y se
servía un vaso de agua.
-Por cierto…-masculló la chica cuando le dio el primer trago
a su vaso.-Penny se ha ido a casa, ¿no?
Paul sintió como el corazón le daba un vuelco cuando escuchó
a su hermana pronunciar el nombre de Penny. No hacía ni una hora que acababan
de acostarse juntos y aún no había asimilado del todo lo que había hecho.
-¿Qué pasa, Paul?-preguntó Chris mirándolo inquisitiva, como
si hubiera adivinado que algo raro había sucedido.
-Nada.-se apresuró a contestar Paul.-Sí, se ha ido ya a
casa.
-¿Y tú adónde has ido?
-¿Qué?
-Nada, que de dónde venías. Te hemos escuchado entrar en
casa hace un rato, justo antes de que John se fuera…-aclaró la chica sentándose
de nuevo en la silla.
Paul dudó durante unos segundos. ¿Mentir o contarle la
verdad?
-He ido a acompañar a Penny a casa con el coche.-dijo al fin
optando por ser sincero.-Llovía demasiado para que se fuera a pie…
-Ya. Está cayendo una que da miedo.-dijo ella despreocupada.
Paul la miró. La conocía demasiado bien como para saber que
Christine simplemente estaba haciéndose la tonta pero que en realidad sabía que
algo raro pasaba con él. El chico suplicó para sus adentros que no dedujera
nada de lo que había pasado. Y es que, pese a que no había hecho nada malo,
tampoco le apetecía que Chris descubriese el pastel tan pronto.
De repente, el ruido de la puerta al abrirse sobresaltó a
los dos hermanos y unas risas infantiles irrumpieron de repente dentro de la
casa. Paul y Chris se dedicaron una sonrisa nada más oyeron aquello.
-Parece que ya han llegado.-dijo Paul poniéndose en pie.
-Parece que sí.-sonrió Christine haciendo también lo
mismo.-Ha llegado el terremoto.
***********************************************
-¡Señorita Hall!
Mary se giró hacia el portero, que la miraba con expresión
amable.
-Me acaban de traer otro paquete para usted.-se explicó el
hombre blandiendo una caja ante ella.
La chica miró aquella caja con preocupación. Era estúpido
dudar sobre su contenido.
-¿Quién ha traído eso?-preguntó seriamente.
El portero se la quedó mirando sin saber muy bien qué hacer,
sorprendido por la reacción de la chica.
-Un chiquillo de no más de diez años, como las otras
veces...-contestó el hombre.-Pero nunca es el mismo.
Mary se quedó unos instantes, cara al portero con la mirada
aún fija en la caja.
-Charles… le agradecería que no volviera a recoger ningún
paquete de ese tipo.-dijo finalmente con un hilillo de voz.
-¿Ocurre algo, señorita Hall?-se interesó el portero evidentemente
preocupado por ella.
-No…-respondió la chica.-Pero no acepte más paquetes como
ése, ¿de acuerdo?
-Entendido, como quiera.
-Gracias, Charles.-dijo ella esbozando una media
sonrisa.-Ahora he de irme, tengo prisa.
-Adiós.
Mary le dedicó una última sonrisa al portero antes de salir
de allí, pensativa, preocupada y asustada a la vez. Contando aquello, era la
cuarta vez que le enviaban aquella caja con flores muertas y una nota. Sabía
que la cosa no tenía por qué tener más importancia, seguramente se trataría de
alguna fanática de The Beatles y que no era consciente de lo que estaba
haciendo, pero aun así no podía evitar sentirse extremadamente angustiada. ¿Y
si la remitente de aquello estaba más loca de lo que parecía? ¿Y si aquella
“amenaza” iba realmente en serio?
La chica movió levemente la cabeza, como si con aquel gesto
pudiera apartarse todos aquellos pensamientos de la mente. Sí, seguro que era
una fan sin peores intenciones que hacerle pasar un mal rato. Una pobre chica
obsesionada con Ringo, nada más.
**************************************************
Gwen estaba sentada en una de las mesas del fondo de la
cafetería. Era una mesa bastante apartada, lejos de miradas indiscretas y a la
que te tenías que acercar expresamente para ver quién estaba en ella. Un sitio
privilegiado, además, porque aparte se podían controlar desde ella el resto de
mesas del local. No era casualidad que Gwen se hubiera sentado en ese sitio, siempre
lo hacía cuando iba allí con las otras chicas. Y es que, desde que Mary era ya
una figura “pública” no era raro que la reconocieran de cuando en cuando y por
ese motivo siempre era mejor tomar aquel tipo de medidas si querían pasar un
rato tranquilas al margen de las miradas o los cuchicheos de los que estaban a
su alrededor.
-¿Vas a tomar algo?
La voz del camarero sorprendió a Gwen, que estaba perdida en
sus propios pensamientos.
-Esperaré hasta que venga mi amiga, si no es problema.
-Como prefieras.-dijo el hombre dirigiéndole una sonrisa
antes de irse.
La chica miró impaciente el reloj y soltó un bufido. Mary
llevaba más de veinte minutos de retraso. Sólo esperaba que no le hubiera
pasado nada. Para sus adentros, decidió esperar cinco minutos más antes de
pedir un teléfono y llamar a su casa para ver qué le pasaba. Justo cuando
estaba a punto de cumplirse aquel plazo, Gwen vio con alegría como Mary entraba
en la cafetería y se dirigía hacia la mesa apresurada.
-Hola.-saludó sentándose a su lado.-Siento el retraso, de
verdad.
Gwen la miró detenidamente. Parecía preocupada por algo,
aunque no sabía por qué.
-¿Estás bien?
Mary se la quedó mirando con los ojos muy abiertos y esbozó
una sonrisa que a Gwen se le antojó bastante falsa.
-Pues claro que estoy bien.-contestó finalmente.-¿Por qué lo
preguntas?
-Te veía preocupada…
-No, qué va… Sólo es que vengo apresurada por el retraso y…
La chica interrumpió su frase cuando vio acercarse al
camarero. Las dos pidieron un par de tés y esperaron a que el camarero les
sirviera mientras hablaban de cosas banales.
-¿Y Chris no viene hoy?-preguntó Gwen.
-No, qué va. Es viernes. Estará con John y Julian.-respondió
Mary.
-No sé si yo podría con eso…-masculló Gwen mirando hacia el
infinito.-Imagínate. Con un niño y…
-Julian no es su hijo, Gwen.
-Lo sé, pero es hijo de John. Imagínate un novio con un
hijo… Y más ellos, que ya los conocemos…-rió ella.-¿Te los imaginas cuidando
del pobre niño?
-¡No seas bruta, Gwen!-le cortó Mary sin apenas poder
aguantarse la risa.
-¿Qué? ¡Imagínatelos! ¡Seguro que ya le están enseñando
palabrotas con tan sólo tres años!
-Mientras sólo sean palabrotas…-dijo Mary antes de empezar a
reírse junto con Gwen hasta que paró casi en seco.
-¿Qué pasa?-preguntó Gwen al ver la extraña reacción de
Mary.
-Es que… el té…-masculló Mary intentando disimular.
Pero de poco le sirvieron las falsas excusas sin terminar de
su amiga porque justo en ese momento, Gwen entendió a la perfección por qué
motivo Mary había parado de reír de repente.
-No creo que esa chiquilla con cara de… mira, ni lo digo…
dure con George mucho tiempo.-oyó que decía una chica desde una mesa cercana.
-Seguro que está con ella por lástima.-decía otra.-Le habrá
puesto los cuernos más veces…
-No me extraña, alguien como George Harrison no puede estar
con ella…
Si le había quedado alguna duda hasta ese momento de que
esas chicas se estaban refiriendo a ella, todo quedó confirmado cuando escuchó
que decían el nombre completo de George. Aquello le cayó como un jarro de agua
fría encima. Vale, sólo eran fans celosas y sabía de antemano que no iba a
despertar demasiadas simpatías entre las chicas, pero oír como se la trataba
con tal desprecio le afectó muchísimo más de lo que había creído.
-Gwen…
La chica miró a Mary con los ojos llorosos. No sabía ni qué
decir ni qué hacer en aquellos momentos.
-Ni caso, sólo están rabiosas porque tú estás con él y ellas
no.-continuó Mary en tono tranquilizador.
-Pero… me odian. Y dicen que George estará con otras y…
-Tonterías. George te quiere, ¿o no?
Gwen la miró antes de contestar y asintió lentamente.
-Pues pasa de esas estúpidas, ¿entendido?
-¿Tú también has pasado por todo esto?-quiso saber Gwen.
Mary lanzó un suspiro y le clavó la mirada.
-Hay cosas mucho peores que esto, Gwen.-dijo finalmente
seriamente.
-¿Cosas peores cómo qué?
-Vamos a ver…-dijo la chica al cabo de unos segundos casi en
un murmurllo.-Cuando he llegado me has preguntado qué me pasaba, ¿no? Te lo
cuento, pero ni una palabra de esto a nadie y muchísimo menos a Rich, ¿vale?
-Claro que sí…-respondió Gwen mirándola con intriga.-No diré
nada a nadie. Te escucho.
******************************************
John entró en su habitación. Estaba agotado. No había parado
en todo el día entre el estudio y Julian y ahora, por fin, tocaba algo de
relax.
-¿Ya se ha dormido?-preguntó Chris cuando lo vio aparecer
levantando la vista del libro que estaba leyendo.
-Sí, por fin. Me ha costado bastante, la verdad...-sonrió él
metiéndose a su lado en la cama antes de darle un dulce beso.- He estado a
punto de venir aquí a por ti.
-¿Y eso?
-¿Y eso?-rió John.-Ya me contarás la versión adulterada que
le contaste de Hansel y Gretel la semana pasada… Me ha hecho contarle el cuento
y ha estado todo el rato diciéndome que así no era, que tú se lo contaste de
otra manera.
Chris soltó una risita divertida.
-Bueno… No me acordaba exactamente de cómo era y… ya sabes,
ante la falta de conocimientos, imaginación.-contestó ella finalmente.
-Pues espero que te acuerdes porque creo que le gustó más tu
versión que la original…
-Es que se la adapté a sus gustos…
John se la quedó mirando detenidamente. La quería,
muchísimo, pero había algo en toda aquella situación que le hacía sentir
tremendamente mal…
-Johnny… ¿qué pasa?-preguntó ella cuando lo vio ponerse
serio.
-Es que… Nada.
-John…
Él la miró de nuevo durante unos instantes antes de
contestar.
-Mira… Tú tienes diecinueve años.
-Sí, y tú veinticinco… ¿y?-dijo Christine mirándolo con el
ceño fruncido.
-Que eres muy jovencita.
-Y tú un viejo, ¿no te digo? Anda, John, di lo que tengas
que decir.-insistió la chica empezando a impacientarse.
-Pequeña… Odio tener que verte así, como estás ahora.-dijo
él al fin con sinceridad.
-¿Y me puedes explicar cómo estoy ahora?-preguntó ella
contrariada.
-Yo con diecinueve y un viernes por la noche estaba
pasándomelo en grande borracho perdido, no cuidando niños de tres años…
-¡John!
-¿Qué? ¡Es cierto! Te estás perdiendo un montón de cosas y
es por mi culpa…
-Mira, John, escúchame bien porque no te voy a voy a repetir
esto.-le cortó la chica bruscamente.-Vale, tengo diecinueve años, pero no
quiero estar de fiesta borracha perdida yo sola. Quiero estar contigo y
disfruto con Julian.
-Lo dices porque…-empezó a decir él sin acabarse de creer
todo aquello.
-Porque es cierto.-terminó ella la frase.
Él la miró de nuevo. Sabía que estaba siendo totalmente
sincera con él, pero aun así no podía dejar de sentirse mal por ver que
Christine tuviera que cargar con una responsabilidad como ésa tan pronto. Vale,
lo sabía, la responsabilidad que tenía alguien en su posición no era tanta como
la de otros en su misma situación. Ellos podían viajar, salir o hacer
prácticamente lo que les diera la gana sin preocuparse por Julian, para el que
siempre podrían contratar una niñera.
-Me encantan los niños, lo sabes.-continúo Chris cuando vio
que él no iba a decir nada.-Me lo paso genial con ellos y Julian no es menos.
Le quiero mucho y para mí esto no es ninguna carga, créeme.
John sonrió a la vez que empezaba a relajarse. Lo único que
temía era que Christine no pudiera ser feliz a su lado, que él y todo lo que le
rodeaba pudieran llegar a suponerle más una pesada carga que otra cosa. No
obstante, el tono con el que acababa de pronunciar aquello y la manera en que
lo estaba mirando, le hicieron ver que quizás todos esos temores suyos no eran
más que paranoias.
-Te quiero, preciosa. Te quiero.-susurró él agarrándola de
la barbilla.-A veces pienso que no te merezco.
-Y yo a ti John. Te quiero muchísimo.
****************************************
Penny había estado intentando evitar a Chris desde hacía
días, más concretamente desde que había pasado lo de Paul el viernes anterior.
Pero cinco días después, Penny no pudo esconderse más de ella, menos cuando se
presentó en su casa sin avisar todavía con los libros de la universidad debajo
del brazo y había entrado en su apartamento como un huracán.
-Sé que no te tragas a John, pero eso no es excusa para que
me evites.-le había dicho nada más le había abierto la puerta.-Por cierto, hola.
Al principio, Penny había estado a punto de explicarle que
no la estaba evitando por John, pero después se lo pensó mejor. Quizás, si
Chris pensaba que era por culpa de John, no sospecharía nada más y no llegaría
a saber nunca lo que había pasado entre Paul y ella.
Después de darle un montón de excusas baratas, no le quedó
más remedio que callar y aceptar que Christine la arrastrara a la calle para
tomar una cerveza y charlar un rato.
-Acompáñame a casa a dejar esto.-dijo Chris enseñándole los
libros que llevaba debajo del brazo.-Y después nos vamos a tomarnos esa
cerveza.
-¿Y por qué no vas tú y después pasas a por mí?
-Porque sé que si hago eso cuando vuelva vas a tener alguna
excusa preparada para no venir conmigo, así que lo siento mucho, me
acompañas.-contestó la chica esbozando una sonrisilla burlona.-Tranquila, no
creo que esté John.
Penny soltó un bufido. No era John quien le preocupaba, pero
no le quedaba otra que ir con ella si no quería que Christine empezara a
hacerle preguntas incómodas sobre por qué no quería ir.
-Está bien, vamos.
Subieron las dos al coche, un Mini que Penny supuso
enseguida de quién era, y, en poco menos de diez minutos, llegaron a la puerta
de la casa de Paul.
-Hola, cacho locas.-masculló Chris entre dientes desde
dentro del coche mientras les dedicaba una sonrisilla falsa a las apple scruffs
de la puerta, que la saludaban como si acabaran de ver a una vieja conocida.
Entraron en el patio delantero de la casa y las dos salieron
del coche. Penny no pudo reprimir poner cara rara mientras Christine abría la
puerta: la última vez que había pisado esa casa había acabado acostándose con
Paul momentos después. Nada más abrir la puerta, un claro ruido de voces salió
desde el interior.
-¿No me habías dicho que no habría nadie?-preguntó Penny
algo molesta por aquello. Si había gente allí, aquello sólo podía significar
que esa gente estaba con Paul.
-Yo no he dicho eso, te he dicho que creía que John no
estaría.-contestó Christine.
Penny siguió a su amiga de mala gana hacia, precisamente, el
salón, desde donde se escuchaban las voces.
-¡Mirad quién ha venido!-exclamó una chica nada más entró
Christine en el salón mientras que Penny se quedaban discretamente fuera del
comedor. Desde donde estaba, podía ver quiénes había allí, pero no ser vista si
nadie se fijaba lo suficiente.
-¡Mary! ¡Joder!-dijo Chris al ver a los cuatro chicos allí
junto con otras dos chicas.-¿Pero qué hacéis aquí? ¿Reunión?
-Conspiramos contra ti, enana.-dijo Paul.
-Pero nos has pillado.-continuó John esbozando una sonrisa.-Tu
hermano nos ha invitado a tomar algo.
-Y como eso no es algo muy habitual en el tacaño de Paul,
pues nos hemos apuntado todos enseguida.-bromeó George haciendo que los demás
soltaran una risa.
-Bueno, supongo que no habrá inconveniente en que el TACAÑO
de mi hermano invite también a una cerveza a mi acompañante.-dijo Chris
haciendo que todos, ahora sí, se fijaran en Penny, que quería morirse de la
vergüenza en aquel preciso instante:-Por cierto, a los que no la conozcáis,
ésta es Penny.
Penny esbozó una sonrisa y articuló un escueto “encantada” a
la vez que Chris le presentaba a Mary, a Ringo, a Gwen y a George. No obstante,
y pese a que intentaba disimular todo lo que le era posible, no estaba
atendiendo en absoluto a las presentaciones. No, su mirada, sin quererlo, se
desvió hacia Paul y sintió como el corazón le daba un brinco al ver que él
también la estaba mirando sin vergüenza ninguna.
Penny apartó rápidamente la mirada rezando para sus adentros
para que nadie se hubiera dado cuenta de aquel gesto que sólo había durado unos
pocos segundos pero que había sido asquerosamente significativo. Sí,
definitivamente, aquella iba a ser una de las situaciones más incómodas que iba
a pasar en toda su vida.
Hola gente! Qué hay? Aquí de nuevo yo con otro capi! Espero que os haya gustado y ya sabeis, lo de siempre, que muchas thanks por leer y, sobre todo, muchas thanks a las que os molestáis en comentar.
Un súperbeso! Os quiero, guap@s! :)