miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 48: Mach Schau!


Las chicas no podían estar más nerviosas. Y es que, pese a que tanto ella como Gwen ya estaban acostumbradas a que las reconocieran y a que las trataran como a las novias de dos Beatles, aquello era una cosa completamente distinta a lo que habían vivido hasta el momento. Cientos de chicas, gritando los nombres de los chicos con todas sus fuerzas, con pancartas y carteles, se agolpaban en el aeropuerto para despedirles antes de que iniciaran la gira de ese verano, cosa que a Mary la incomodaba mucho. ¿O es que todas aquellas chicas iban a recibir con los brazos abiertos a las novias de los chicos a los que tanto idolatraban?

No obstante, la que más nerviosa parecía de las tres era Penny. Aún no habían tratado demasiado a la nueva novia de Paul, ni siquiera les había dado tiempo a eso. Christine era la que más la conocía y ella, en esos momentos, no estaba allí junto a ellas: bastante trabajo tenía corriendo detrás de Brian desde primera hora de la mañana y tomando notas de todo.

-Parece que estén todas locas, ¿no?-dijo Mary acercándose a Penny para romper el incómodo silencio que se había hecho entre las tres.

-¿Es que no lo están?-preguntó Penny con ironía esbozando una sonrisa.

-A mí me asustan, la verdad…-intervino Gwen.-¿Creéis que va a ser así durante toda la gira?

-Y peor también…-contestó Mary.-Éstas están acostumbradas a verles aquí en Londres, imagínate cuando lleguemos a países donde no van casi nunca…

-No me lo quiero ni imaginar…-masculló Penny de mala gana mientras apoyaba su cabeza entre sus manos y miraba por la ventana el mogollón de fans histéricas.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y las tres chicas se volvieron hacia allí para ver quien era. Mary no pudo evitar soltar un bufido de fastidio cuando vio que era la secretaria que les había presentado Brian Epstein esa misma mañana y que les iba a acompañar en la gira y no ninguno de los chicos.

-Me han dicho que os vayáis preparando, chicas.-dijo la mujer.-Dentro de poco subimos al avión.

-¿Y tenemos que pasar por ahí en medio?-preguntó Penny señalando hacia las fans que había al lado de la pista sin poder evitar poner cara de asco.

-Claro.-contestó la secretaria mirándola contrariada.-¿Por dónde ibais a pasar si no? Eso sí, vosotras iréis delante, con todos nosotros, y los chicos irán los últimos los cuatro juntos. Ya sabéis… Por el tema de saludar a las fans antes de que se cierren las puertas del avión y todo eso…

Las tres chicas asintieron casi a la vez.

-Tranquilas, está todo controlado.-dijo la secretaria esbozando una sonrisa tranquilizadora antes de salir de allí de nuevo.

Cuando se cerró la puerta de nuevo, Mary miró hacia la pista del aeropuerto; incluso el cordón policial que había allí estaba teniendo dificultades para mantener a las fan en su sitio. La chica no pudo evitar soltar una sonrisilla entre amarga y resignada y soltar un bufido.

-Bueno, chicas… -dijo mirando a Gwen y a Penny.- Empieza el espectáculo...

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Era su primer día de trabajo y a Christine ya le había tocado sacar las uñas ante unos cuantos periodistas que se habían querido pasar de listos con los chicos. Al principio, seguramente porque sabían que era la hermana de Paul y por su edad, nadie la había tomado en serio, pero después de soltarle cuatro frescas a un viejo que se había querido colar delante de su hermano para preguntarle acerca de su nueva novia, las cosas habían cambiado e incluso el propio Brian, que al principio también la observaba muy de cerca y revisaba todas las notas que tomaba, parecía estar encantado con su trabajo.

No obstante, lo peor de todo aquello no era otra cosa que estar con John delante de cientos de periodistas ávidos de primicias y hacer como si no pasara nada entre ellos dos. Un auténtico suplicio, sobre todo cuando comprobaba que él la miraba más de la cuenta y que ella a veces no podía controlar sus sonrisas al ver lo que decía o hacía.

-Cuando lleguemos a Munich debes ir tú antes al salón donde se celebrará la rueda de prensa. Neil o Mal te acompañarán.-parloteaba Brian a su lado.-Controla que los periodistas estén en su sitio, comprueba que todos tengan sus acreditaciones y deja claro que sobre el tema de las novias y demás vida privada sólo dejaremos formular cuatro preguntas. Lo demás, disco y conciertos, ¿entendido?

-Mmmm… Entendido.-masculló la chica mientras garabateaba las instrucciones.

-Y controla tus sonrisitas cuando John conteste cosas, ¿vale?

La chica levantó la vista de su cuaderno y miró a Brian fijamente.

-¿Qué?

-Lo que oyes, Christine.-contestó él tajante.-He visto cómo os comportáis y se nota a la legua que tenéis algo… Por ahora estás haciendo bien tu trabajo, no lo eches todo a perder con tus reacciones… Controlaos, ¿de acuerdo?

Chris notó como enrojecía y agachó la cabeza.

-Descuida.-contestó finalmente.

-Muy bien.-dijo Brian.-Y ahora, prepárate. Nos vamos.

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-¿Esto va a ser así en todos los aeropuertos?-preguntó Gwen cuando consiguieron por fin entrar en el avión.

-Pues más o menos.-contestó Christine riendo a la vez que entraba justo detrás de ella antes de que el rugido de las fans aumentara tanto hasta casi volverse ensordecedor.

Las chicas giraron la vista para comprobar que la causa de aquel aumento de gritos e histeria se debía a que los chicos ya estaban en la escalerilla del avión saludando a la multitud.

-Todas locas.-masculló Penny entre dientes.

Los gritos no cesaron ni muchísimo menos cuando los chicos entraron por fin al avión y se cerraron las puertas. Inmediatamente, antes ni siquiera de que ellas tuviesen ni siquiera tiempo a acercarse a ellos, Brian se plantó en medio del pasillo del avión y tomó la palabra.

-Vamos a ver, disculpen.-dijo, más que nada dirigiéndose a los periodistas que iban a viajar con ellos de Londres a Munich.-Los chicos se sentarán en los asientos finales y mi secretaria, la jefa de prensa del grupo, el resto del equipo y yo nos sentaremos delante de ellos. El resto pueden tomar los asientos que deseen.

-Te ha nombrado, jefa de prensa…-susurró John por detrás de Christine haciendo que la chica diera un ligero salto.

-Lennon…-le riñó ella. Estaban rodeados de periodistas y él se había acercado más de la cuenta hacia su oreja para decir aquello.

El chico soltó una risita despreocupada y se dirigió hacia la parte trasera del avión para sentarse, no sin antes rozarle la mano en un gesto que a los ojos de cualquiera hubiera parecido algo casual y sin intención alguna, pero que Christine supo interpretar a la perfección. La chica lo miró y suspiró disimuladamente. Deberían hablar con Brian seriamente: a aquel paso la gira no iba a acabar sin que todo el mundo se enterara de que John y ella estaban juntos.

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La llegada al hotel había sido igual de agobiante que la partida de Londres. Fans por todos los sitios, gritos, histeria… Hacía tan sólo un par de años todo aquello le había llegado a gustar, no obstante, en esos momentos estaba más que harto de todas aquellas cosas. Y es que aquella locura había dejado de ser divertida casi desde el primer momento.

Lo único bueno de todo aquello es que estaban en Alemania, donde habían pasado tantas cosas, que pronto estarían en su Hamburgo y que, pese a tener que disimular como dos idiotas, Christine estaba allí con él.

John entró en su habitación y dejó caer su bolsa de mano en el suelo sin el menor miramiento.

-¿Christie?-preguntó convencido de que la chica ya estaba allí.

No hubo respuesta. John frunció el ceño. Ellos habían pasado un buen rato afuera saludando a las fans y las chicas habían tenido tiempo más que suficiente para subir a las habitaciones.

-¿Pequeña?-insistió.

Pero de nuevo nadie contestó. Fue entonces cuando John reparó en algo: allí no había absolutamente nada, ni una maleta, ni una chaqueta encima de las sillas, nada. No había ni rastro de su chica. Entonces lo entendió todo: el idiota de Brian no les había puesto en la misma habitación.

Hecho una furia porque su manager había roto el pacto que tenían los dos, John salió de la habitación cerrando tras de sí con un fuerte portazo. Mal, que en aquellos momentos pasaba por allí, se lo quedó mirando de manera inquisitiva.

-¿Dónde coño está el jodido Eppie?-le preguntó enfadado.

-Acaba de bajar ahora a hablar con el director del hotel.-le contestó Mal confundido por las maneras de John.

-¿Y sabes dónde está mi chica?-volvió a preguntar remarcando las dos últimas palabras.

Mal esbozó una sonrisilla cuando entendió de qué iba todo aquello.

-Creo que está en la habitación 208.-respondió.-Comparte habitación con Susan.

-Comparte habitación conmigo, que te quede claro.-le cortó John haciendo que Mal volviera a esbozar una sonrisa ante su determinación.-¿Y quién mierdas es Susan?

-La secretaria de Brian…

-Pues la secretaria de Brian se va a quedar sin compañera de habitación…-dijo John empezando a caminar decidido hacia la 208.

John no tardó en plantarse delante de la habitación que le había indicado Mal, que quedaba justamente en la otra punta del pasillo. Aquello todavía lo cabreó más: no contento con ponerlos en habitaciones separadas, Brian los había puesto lo más lejos posible el uno del otro. Llamó a la puerta con los nudillos y esperó impaciente a que le abrieran.

-Señor Lennon…-dijo la tal Susan cuando lo vio allí plantado.

John no pudo evitar esbozar una mueca de fastidio cuando vio que la que había abierto no era Chris. No obstante, nada más oír que Susan había pronunciado su nombre, su novia se asomó por detrás de la secretaria luciendo una enorme sonrisa.

-¡Johnny!-exclamó.

Sólo con verla, John olvidó momentáneamente su enfado y sonrió también ante la mirada confusa de Susan.

-Pasa.-le invitó Chris.

John pasó por el lado de la secretaria, que se había quedado inmóvil como una estatua de sal, y se dirigió hacia Chris. Antes de que ella ni siquiera pudiese decir nada, John le plantó un intenso beso en los labios al cual la chica respondió con ganas. Sabía que la tal Susan estaría alucinando con aquello, pero le daba absolutamente igual y, al parecer, a su chica también.

-Mandaré que recojan tus cosas, pequeña.-le dijo cuando se separó de ella.-Te vienes a mi habitación.

-Pero…

-No hay peros que valgan.-le cortó él.-Ya lo apañaré yo con Brian más tarde.

Chris se mantuvo en silencio durante unos instantes, mirando hacia el frente. John supo enseguida que estaba mirando a Susan y también se volvió hacia ella, esbozando una sonrisa. La secretaria estaba mirándolos incrédula, sin dar crédito a lo que sus ojos acababan de ver.

-¿Te importa, Susan?-preguntó la chica finalmente.

-Por supuesto que no…-contestó la mujer con un hilillo de voz.

-Gracias.-dijo Chris sonriendo.-Ya te lo explicaré todo en otro momento, ¿vale?

-No creo que haya nada que explicar…-dijo Susan mirando ahora de manera descarada las manos entrelazadas de Chris y John.

Los dos soltaron una risita al unísono antes de dirigirse de nuevo hacia la puerta de la habitación.

-Recuerda que en media hora debes bajar a controlar lo de la rueda de prensa…-le dijo Susan a Christine cuando pasaron por su lado.

-Tranquila, allí estaré.

-Un placer conocerte, Susan.-dijo John a su vez con un tonillo burlón en su voz.-Estoy seguro de que estarás muy a gusto trabajando con nosotros…

Y dicho esto, los dos salieron de la habitación entre risas. Vale, ya tenían el primer problema de la gira solucionado, al menos los dos dormirían juntos.

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Christine miró nerviosa su reloj. Los chicos ya llevaban más de cinco minutos de retraso y los periodistas que esperaban en el salón de actos del hotel ya empezaban a impacientarse.

-Es raro que se retrasen.-le dijo Peter Brown a su lado casi en un susurro.-Brian siempre es rematadamente puntual en todo esto y los chicos también.

La chica levantó la mirada y miró al socio de Brian angustiada. Jamás había estado en una gira con ellos, pero sabía que Peter tenía toda la razón del mundo. Brian era muy meticuloso con todo aquello y su obsesión máxima era causar una buena opinión a la prensa, no hacerla esperar con retrasos injustificados.

-No creo que tarden.-dijo la chica esbozando una sonrisa que en realidad trataba de disimular la tensión que sentía en aquellos momentos; sabía que si se retrasaban más de la cuenta, el más de centenar de periodistas que había allí se encararían con ella para exigirle explicaciones como jefa de prensa que era, y, sinceramente, no se sentía todavía preparada para ello.

-Eso espero.-masculló Peter mirando de nuevo hacia los periodistas.

Christine hizo lo mismo y comprobó exasperada que muchos ya estaban empezando a cuchichear entre ellos. Debía hacer algo si no quería que el ambiente se calentara más de la cuenta antes de que ellos llegaran. Un periodista enfadado podía ser muy mordaz en sus preguntas y podía hacerles mucho daño.

-¡Señores!-dijo de repente.

Todos los que estaban allí callaron en seco y se quedaron mirándola fijamente. Chris se arrepintió inmediatamente de hacer lo que había hecho: no tenía ni idea de qué puñetas iba a decirles… Aun así, no le quedaba otra, debería improvisar si no quería quedar mal delante de aquel montón de gente.

-Supongo que…-empezó a decir la chica intentando pensar lo más rápido que podía.-Supongo que a algunos de ustedes igual les interesa recibir en las redacciones de sus periódicos las notas de prensa de toda la gira de The Beatles que voy a estar redactando durante todo el verano. Como nueva jefa de prensa, y para facilitarnos a todos un poco las cosas, creo que sería conveniente que me informaran de quiénes de ustedes quieren recibirlas para que así yo pueda mandárselas directamente nada más las redacte sin necesidad siquiera de que me las soliciten antes...

El asentimiento generalizado y los murmullos de aprobación ante su improvisada propuesta hicieron que Christine se relajara un poco. Por lo menos con aquello había podido ganar al menos unos cinco minutos más.

-Los interesados pueden ir pasándome sus tarjetas para…

Justo en ese momento, la puerta del salón de actos se abrió y entró un Mal Evans con cara de pocos amigos que se puso en dos grandes zancadas al lado de Chris.

-Ya están a punto, cuando quieras.-le dijo al oído.

La chica asintió y volvió a mirar hacia los periodistas con una de sus mejores sonrisas de niña buena.

-Pásenme las tarjetas cuando acabe todo, señores.-dijo la chica.-Porque ahora será mejor que les deje hacer su trabajo. Recuerden el límite de cuatro preguntas y respeten los turnos a la hora de hablar.

Y nada más decir estas palabras, entraron los chicos seguidos por Brian a la vez que la chica se hacía a un lado junto con Mal, Peter y Neil. Lo primero en que se fijó ella fue en las sonrisas forzadas de todos. Vale, alguien que no los conociera posiblemente ni lo hubiera notado, pero ella los conocía demasiado bien como para saber que algo había ocurrido para que estuvieran así y para que se hubiera producido aquel retraso.

-¿Qué ha pasado?-le preguntó Chris a Mal disimuladamente.

-Nos hemos quedado encerrados en el ascensor.-le contestó él.

-¿Qué?-se extrañó ella.

-Lo que oyes…-respondió Mal lanzando un breve suspiro.-Me he asustado y todo.

-Pensé que los tipos grandes como tú no se asustaban de nada…-masculló Chris divertida intentando rebajar la tensión.

Mal no pudo evitar soltar una risa que resonó brevemente por la sala haciendo que Brian, que se había puesto al lado de Peter Brown, le soltara una mirada asesina antes de dirigirse hacia ellos.

-Mal… Contrólate.-le riñó y, después, mirando a Christine, añadió:-Peter me ha contado lo que has hecho… Gracias por hacernos ganar un poco de tiempo, bien hecho.

La chica le dedicó una sonrisilla a modo de respuesta.

-Y también he hablado con él…-continuó Brian mirando a John, que estaba en esos momentos contestando a una pregunta boba sobre su divorcio.

-¿Ah, sí?

-Más bien él ha gritado y yo he aguantado el chaparrón, como siempre…-masculló Brian.

-No se lo tengas en cuenta, ya sabes como es…-le disculpó ella.

-No os había puesto juntos porque no quería que eso afectara en vuestro trabajo, ni el de uno ni el del otro, ¿me entiendes?

-¿Y qué tiene que ver eso?

-Pues que cuando estáis juntos vivís en otra galaxia. Os he observado, Christine…

-Tanto él como yo conocemos bien nuestras obligaciones, Brian.-le replicó ella enfadada.

-Mira, os voy a dar una oportunidad, sólo una.-le dijo Brian.-Al más mínimo despiste de cualquiera de los dos, os separo.

-Deberías dejar de tratarnos como a niños pequeños del colegio…

-Sólo una oportunidad, Christine. Sólo una.-le cortó Brian ignorando el comentario que acababa de hacer la chica.-Y por cierto, pon orden. La pregunta que están haciendo es la quinta sobre su vida privada.

La chica lanzó un suspiro de resignación antes de mirar al periodista que acababa de formular la pregunta.

-No más preguntas sobre ese tema.-dijo con determinación antes de que Paul tuviera tiempo a abrir la boca para contestar.-Céntrense ahora en gira y disco.

El periodista le dedicó una mirada asesina y se volvió a sentar, dejando paso al siguiente que, ahora sí, formuló una pregunta relacionada con la gira.

-¿Contento?-le preguntó a Brian con cierto tono sarcástico mientras volvía a apoyar su espalda contra la pared.

-Más de lo que pensaba en un primer momento.-le dijo Brian.-Más de lo que pensaba…

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-¡Ha sido una mierda!-dijo George enfadado mientras entraban en la fiesta que tenían preparada en el hotel para esa noche.-¡Una mierda!

-Oh, venga… Tampoco ha sido para tanto, Hari.-le dijo John encogiéndose de hombros.

-¿Qué no ha sido para tanto?-exclamó más que preguntó George.-El sonido era una mierda, no nos acordábamos del principio de “I’m Down”…

-Y has presentado “Yesterday” como si fuera del Beatles for Sale.-intervino Paul dedicándole una mirada reprobatoria a George.

-¡Pues por eso ha sido una mierda de concierto!- contestó George exasperado.

-Bah, chicos… Haced como John y yo…-dijo Ringo de repente esbozando una sonrisilla que dejaba en evidencia el colocón que llevaba encima.-Un par de porros hacen que te olvides de cualquier concierto de mierda…

-Bien pensado.-dijo Penny que estaba al lado de Paul.-Creo que a éste le hará falta un poco de hierba para que deje de lado el enfado que lleva encima… Dentro de un rato nos escapamos, ¿vale?

Paul esbozó una sonrisilla traviesa a la vez que agarraba a su novia por la cintura y la atraía hacia sí antes de darle un beso.

-¿Y por qué no nos escapamos ahora?-preguntó él guiñándole un ojo

-No es mala idea…-contestó ella a la vez que le agarraba de la mano y volvían a salir del salón.

-Pues éstos preferirán porros, pero yo ahora prefiero un par de whiskys…-masculló George mirando como Paul y Penny desaparecían de nuevo por la puerta.-¿Me acompañas a la barra, Gwen?

-Vale.-dijo la chica risueña.

-¿Y tú y yo qué hacemos ahora?-le preguntó Ringo a John cuando los dos se quedaron solos.

-Creo que deberíamos subir de nuevo a las habitaciones y rescatar a nuestras chicas del gran monstruo de la marihuana….-contestó John con una risita tonta.

-Si han dicho que iban a bajar ahora…

-¿Con el colocón que llevan encima? No creo ni que puedan dar dos pasos sin caerse…-rió John.

-¿Y no se supone que nosotros debemos estar en esta fiesta que han hecho para nosotros?-preguntó Ringo divertido.

-A tomar por culo la fiesta, Richard. Además, está George por ahí, ¿no? Ya tienen a un Beatle…-le respondió John con una sonrisa traviesa.-Subámonos arriba y montémonos nuestra fiesta particular.

-Espera. Pediré que nos suban unas cuantas botellas de ron, de whisky y de cola.-dijo Ringo.

-¡Ese es mi Ringo!

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Pese a que George estuviera con cara de perro en la barra mientras bebía, bebía y bebía sin parar y que los demás habían desaparecido sin dejar rastro, Gwen no podía negar que se lo estaba pasando bastante bien en aquella fiesta. Había conocido a unos cuantos artistas destacados de Alemania que habían sido invitados y la verdad era que la conversación que acababa de tomar con ellos, aparte de interesante, era muy divertida. Es más, tenía la sensación de que estaba aprendiendo más hablando con aquellos pintores borrachos y evidentemente drogados que en todo el curso en el instituto.

Estaba tan sumamente metida en la conversación que cuando se dio cuenta de que el pobre George se había quedado solo desde hacía un buen rato, su novio ya no estaba sentado en la barra. La chica miró angustiada por toda la estancia temiendo que se hubiera enfadado con ella y que se hubiera ido de nuevo a su habitación sin decirle nada. Y entonces, justo cuando estaba empezando a impacientarse de verdad, lo vio allí, sentado en uno de los sofás que había en una de las esquinas del gran salón, con aspecto desaliñado, un vaso vacío en la mano y una sonrisa bobalicona que evidenciaba la borrachera que llevaba encima.

Gwen no pudo evitar una sonrisa cuando lo vio así. Lo cierto era que, pese a que no le gustaba verle borracho, lucía un aspecto bastante gracioso. Se despidió de los artistas con los que había estado hablando durante un buen rato y se dirigió hacia donde estaba George, dispuesta a compensarle por el rato que lo había dejado solo. No obstante, cuando ya estaba a tan sólo unos pasos de él, alguien se le adelantó: una chica alta y rubia y bastante apañada, a la que pronto recordó como a una modelo francesa que les habían presentado a George y a ella al principio de la fiesta, se acercó hacia él con una sonrisa y le dio un nuevo vaso de whisky lleno, que George agarró con una sonrisa.

Gwen se quedó paralizada, sin saber muy bien qué hacer. Aquello no le gustaba nada, absolutamente nada.

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George sólo fue capaz de balbucear un “gracias” con una sonrisa bobalicona cuando Chalotte Martin le dio el vaso de whisky.

-Creo que te harán falta por lo menos dos más para que nos lo podamos pasar bien del todo tú y yo…-escuchó que decía.

George se quedó mirándola de arriba a abajo, intentando asimilar las palabras que Charlotte acababa de pronunciar. Pese a que estuviera rematadamente borracho, sabía que aquella modelo se le estaba insinuando de manera descarada.

-Ya lo estoy pasando lo suficientemente bien.-le contestó cortante.

Charlotte le dedicó una mirada confundida. Era evidente que no estaba acostumbrada a que ningún hombre le diera ese tipo de respuestas cuando ella se les insinuaba. No obstante, la chica recuperó pronto su sonrisa insinuante y se acercó unos pasos más hacia él.

-Creo que no me has entendido bien…-dijo casi en un susurro.

-Yo creo que sí. Además… ya estoy demasiado borracho como para estar aquí…-dijo George poniéndose en pie torpemente a causa del alcohol.-Creo que iré a buscar a mi novia para ir a pasármelo bien del todo con ella…

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Gwen había estado lo suficientemente cerca de ellos como para escuchar toda la conversación entera. A decir verdad, jamás hubiera pensado que George fuera capaz de rechazar nunca a una chica así por… ella. Aquello la hizo sentir enormemente feliz.

-¡Gwen!-la llamó George con una sonrisa cuando la vio.

La chica se apresuró a acercarse hacia donde estaba él y, sin que el chico pudiera decir nada más, se abalanzó para darle un beso furioso, dulce y apasionado a la vez. Sabía que la modelo estaba a pocos pasos y que los estaría viendo seguro, así que aún tuvo más alicientes para hacer de aquel beso algo aún más exagerado de lo que era en realidad.

-Vaya…-murmuró el chico cuando se separaron.-¿Te apetece que nos larguemos de aquí?

-Lo estoy deseando.-le dijo ella esbozando una sonrisilla pícara.

Y acto seguido, Gwen agarró a George por la cintura y salieron de allí sin más. Eso sí, antes de perderse de vista definitivamente, Gwen se volvió hacia la tal Charlotte Martin y le dedicó una sonrisilla maliciosa acompañada por una mirada triunfal.

“Lo siento, bonita.”, pensó para sus adentros. “Esta vez he ganado yo la partida por goleada”.

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La llegada a Essen había sido exactamente igual que la llegada a Munich. Apenas llevaban unos pocos días fuera de casa y Penny ya se estaba arrepintiendo con todas sus fuerzas de haber aceptado la propuesta de Paul de ir con ellos de gira. Lo peor que llevaba Penny eran las multitudes de fans gritonas e histéricas que se agolpaban por todos los lugares donde los chicos iban. Vale, de por sí ya le caían bastante mal desde su experiencia en Nueva York en el 64, pero desde que estaba saliendo con Paul, las cosas habían empeorado. Era obvio que no había esperado nunca que la recibieran con los brazos abiertos; sabía la obsesión por Paul que tenían muchas de ellas y no era tan ignorante como para creer que a ella la iban a querer igual que a él. No obstante, lo que no se esperaba para nada era aquel odio visceral que muchas de ellas le manifestaban. Y es que, aunque no se lo habían manifestado aún de una manera clara y abierta, las miradas que le dedicaban eran suficiente como para que Penny pudiera entender la realidad.

Así estaba, absorta en sus pensamientos mientras sacaba uno de sus vestidos de la maleta para que no se arrugara, cuando alguien llamó a la puerta de la habitación. Penny miró hacia la puerta intrigada. Paul no podía ser, en esos momentos  estaría de nuevo a la rueda de prensa que tenían.

-Penny, ¿estás ahí?-dijeron al otro lado de la puerta.-Somos Gwen y Mary.

La chica esbozó una sonrisa cuando las escuchó y fue inmediatamente a abrir la puerta.

-Hola.-las saludó.

-Hola.-respondieron ellas casi al unísono.

-Habíamos pensado en salir a comer por ahí e ir un rato de compras por la ciudad cuando Chris suba de la rueda de prensa.-le dijo Mary.-Brian nos ha dado permiso para darnos una vuelta por ahí.

-Mal nos acompañará.-añadió Gwen.-Y así por lo menos no nos aburrimos tanto aquí encerradas mientras los chicos ensañan y hacen pruebas de sonido para el concierto de esta noche.

-Perfecto, me apunto.-respondió Penny casi en el acto; la verdad es que le vendría tremendamente bien distraerse un poco con las chicas.

-Vale, arréglate.-le dijo Mary risueña.-Chris no tardará en subir, así que nos iremos pronto.

Penny se despidió de las chicas después de quedar en verse de nuevo en media hora en el la habitación que compartían George y Gwen y cerró la puerta de nuevo. Al menos, la gira también estaba teniendo su lado positivo: le estaba permitiendo conocer bien a aquellas chicas que jamás había creído que le hubieran podido caer tan bien.

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-Te queda de puta madre.-le dijo Christine sonriendo cuando salió del probador.

-¿En serio?-dijo Penny mirándose el vestido que se acababa de probar en el espejo con escepticismo.-No sé… No me veo yo mucho con esto…

-¡Bah, chorradas!-le insistió su amiga.-Estás guapísima con eso.

-Ya sabes que yo no suelo vestir de esta manera…

Chris sonrió cuando la oyó decir aquello, pero es que era completamente cierto. Penny se sentía incomodísima vestida de aquel modo, sabía que su amiga también, pero no les quedaba otra que comprarse por lo menos un par de vestidos como el que se acababa de probar por si les tocaba ir a alguna fiesta formal con los chicos durante la gira. En realidad, aquel había sido el objetivo prioritario de Brian al dejarlas salir de compras: debían comprarse todas un par de modelitos de esos por si acaso.

Y como siempre, les había pillado el toro. Se habían entretenido más de la cuenta durante la comida y, después, se habían dedicado a ir a tiendas de ropa más en su línea para arrasar con ellas. Para colmo, Christine y ella habían descubierto una tienda enorme de libros y discos de la que Gwen y Mary con la ayuda de Mal prácticamente las habían tenido que sacar a rastras de allí después de que Chris se comprara media docena de libros y que ella hiciera lo mismo con un montón de discos. Y allí estaban ahora, comprándose lo que más les costaba a la desesperada, con prisas por llegar al hotel a la hora justa de cambiarse y salir pitando para el concierto. De hecho, iban tan aceleradas que hasta se habían tenido que partir en dos grupos: Mary y Gwen estaban en la tienda de al lado, donde Gwen había visto un vestido del que se había enamorado, y ellas dos estaban allí, registrando como dos locas toda la tienda ante las miradas reprobatorias de las dos dependientas. Mal, por su parte, había decidido quedarse al margen de aquella locura colectiva y las estaba esperando en el coche, aparcado justo delante de las dos tiendas.

-Venga, va, ¿te lo quedas o no?-insistió Chris nuevamente mirando su reloj con nerviosismo.

-No le meta prisa, señorita…-le dijo la dependienta con un tono pedante en su voz.-La elección de un vestido requiere de tiempo y…

-Me lo quedo, sí.-le cortó Penny esbozando una sonrisilla malévola cuando vio la cara de escándalo que ponía la estirada aquella.-Éste y el otro negro que me he probado antes.

-Pero…

-Que me los quedo.-contestó Penny divertida.-Ahora te toca, Chris. Tu turno.

-¿Y no podría bajar con jeans a una de esas fiestas?-se quejó la chica mientras miraba con cara de pánico todo aquel montón de vestidos de gala que había colgados en la tienda.

-Ni lo sueñes, Christine.-le dijo Penny ya desde dentro del probador mientras empezaba a quitarse el vestido.-Si yo me he comprado dos de estas mierdas, tú también lo harás.

-Está bien…

-No seas niña y pruébate ese azul que te ha gustado. ¡Ya!

-A sus órdenes, mi general.

Penny se vistió rápidamente y salió del probador justo a tiempo para ver de nuevo la mirada asesina que les estaban lanzando las dos dependientas. Sonrió. Seguramente eso de que acabara de calificar como “mierda” a dos de sus vestidos más caros no les había hecho demasiada gracia.

No obstante, aquello no le preocupó en absoluto y se dirigió a pagar mientras Christine se metía dentro del probador con unos cuantos vestidos que habían escogido en su registro intensivo por la tienda instantes antes.

-Ha hecho una buena elección…-dijo la mujer que la atendía mientras empezaba a meterlos dentro de las fundas para vestidos que tenían.-De hecho parece que se los hayan hecho a medida.

Penny asintió de mala gana justo antes de que su amiga saliera del probador con el vestido azul que se había probado. Le quedaba muy bien, así que decidieron casi en el acto que se lo iba a quedar, aunque Christine insistiera en que parecía una de las niñas pijas a las que ella solía pegar en el colegio. El segundo vestido que debía comprarse les costó más de escoger aunque el proceso fue infinitamente más divertido. Y es que, después de probarse el resto de los vestidos que habían seleccionado y de que no le gustara ninguno, Chris se había dejado asesorar de mala gana por la dependienta, que le trajo un par de vestidos con los que la chica parecía una princesita recién salida de un cuento para niños. Ni Penny ni ella pudieron aguantar las risas pese a que las dos mujeres estuvieran delante y, finalmente, hartas seguramente de que aquellas dos se burlaran en su cara, le sacaron a Chris un vestido bastante más en su línea, color crema y sin grandes estridencias, que finalmente se quedó.

Pagaron rápidamente dejándose a las dos empleadas con la boca abierta cuando vieron la cantidad de dinero que tenían las dos chicas encima y salieron de allí sin más, apresuradas porque a aquel paso no iban a llegar a tiempo al hotel.

-Mira, Gwen y Mary ya están dentro del coche.-le dijo Chris cuando salieron.

Penny miró hacia allí. Efectivamente, allí estaban las dos chicas charlando animadamente con Mal.

-Parece que ellas se han dado más prisa que…

-¡Eres tú!

Las dos chicas se volvieron hacia el lugar desde donde se había escuchado aquella voz; un grupito de chicas de no más de dieciséis años las miraban con cara de pocos amigos, mejor dicho la miraban, porque a Chris parecían estar ignorándola por completo.

-¿Me decís a mí?-preguntó Penny extrañada.

-Sí, a ti.-contestó una chica pelirroja, que era la que parecía llevar la voz cantante.-Eres la novia de Paul.

Penny soltó un bufido, molesta. Perfecto, ahora iba a tener que enfrentarse a un grupito de fans histéricas de Paul. No obstante, no estaba dispuesta a perder ni un segundo más con aquellas chicas y, lejos de contestar, la chica se volvió de nuevo y empezó a caminar en dirección al coche seguida por Chris.

-¡Te estoy hablando, puta!

-¿QUÉ?-preguntaron casi al unísono Chris y Penny girándose de nuevo hacia el grupito de chicas.

-Pues que te estoy hablando, PUTA.-insistió la pelirroja poniéndose en pie.-¿Qué coño haces en su gira, eh?

-Oye, chiquilla de mierda…-empezó a decir Christine en tono desafiante.

-Pues quizás esté en esta gira porque él me ha invitado, ¿no crees?-le cortó Penny con sarcasmo intentando evitar que Christine se enzarzara en una lucha dialéctica a base de insultos. Además, se habían metido con ella, su amiga no tenía por qué meterse en líos.

-Y encima es graciosilla… ¿Eso te ha visto Paul? ¿Tu gracia?-le espetó la pelirroja con odio.

-Vete a la mierda, cría asquerosa.-le contestó Penny antes de abrir la puerta del coche a la vez que le dejaba paso a Christine para que entrara en el vehículo.

Y justo cuando parecía que el grupo de chiquillas no iba a decir nada más, Penny sintió un fuerte impacto en su cabeza.

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-Matarlas me hubierais tenido que dejar…-masculló Chris mirando como Neil limpiaba con un algodón empapado en alcohol la herida que le había provocado la pedrada de las fans.

-No ha sido nada, chicas…-intentó tranquilizarlas Penny, aunque ella estaba mucho más alterada que sus amigas.-Sólo ha sido una chiquillada, una pedrada nada más.

-No le quites importancia.-le cortó Mary.-Te han tirado una piedra con toda la mala leche del mundo.

-Mary tiene razón, Penny.-dijo Gwen.-Esto no es como para tomárselo a broma.

-¿Y qué queréis qué haga? ¿Qué monte un drama de esto?-preguntó Penny exasperada.

-No es preciso montar ningún drama.-intervino Mal mientras le tendía un nuevo trozo de algodón limpio con alcohol a Neil.-Pero nos has dado un buen susto… Y que den gracias a que se han metido por esa maldita calle peatonal y no las he podido pillar, que si no… Merecían un buen escarmiento y pasar por lo menos una noche durmiendo en el calabozo.

Penny lanzó un suspiro exasperada. Sabía que todos tenían razón, pero quería aguantar delante de ellos pese a que lo único que tuviera fueran unas inmensas ganas de echarse a llorar allí mismo.

De repente, el ruido de la puerta al abrirse hizo que todos los allí presentes se dieran la vuelta para ver quién era.

-¡Vaya! ¡Cuánta gente en mi habitación!-dijo Paul risueño a modo de saludo mientras entraba en la habitación. No obstante, pronto borró su sonrisa de la cara cuando vio los algodones y el cuello de la camisa de Penny ensangrentados.-¡¿Qué ha pasado?!

-No es nada, Paul.-le respondió ella cuando vio la cara de pánico que había puesto el chico.

-¿Cómo que no es nada? ¡Estás sangrando!

Paul se abalanzó sobre ella y le quitó el algodón a Neil de las manos.

-¿Cómo te has hecho esta brecha en la cabeza?-preguntó él escandalizado mirándole la herida.

Penny levantó la cabeza y se quedó mirándolo. Se hubiera abrazado a él y se hubiera puesto a llorar allí mismo si no hubiera estado rodeada de gente conforme lo estaba.

-Creo que iré a ver a John.-dijo de repente Chris levantándose de su silla a la vez que le dedicaba una mirada significativa a su hermano.-No lo he visto en todo el día y quiero estar con él un rato antes del concierto.

-Y nosotras también nos vamos, ¿no, Mary?-añadió Gwen haciendo lo mismo que su amiga.

En cuestión de pocos segundos, la habitación se vació por completo, incluidos Neil y Mal, que se fueron de allí tan discretamente como las chicas.

-¿Qué te ha pasado?-preguntó Paul suavemente dedicándole a Mary una mirada de preocupación.

-Unas fans…

-¿Unas fans te han hecho esto?-preguntó él escandalizado-¿Cómo?

-Me han tirado una pedrada.-contestó Penny con un hilillo de voz.

-Malditas hijas de puta…-masculló Paul enfadado.-¿Y tú estás bien?

Penny asintió débilmente con la cabeza.

-Es sólo una pedrada, no es nada…Ni siquiera me duele mucho, lo que pasa es que la sangre escandaliza mucho…

-Insisto, Penny… ¿Estás bien?

La chica lo miró. Sabía a lo que se estaba refiriendo Paul con aquella pregunta; no a si estaba bien sólo físicamente, sino también anímicamente.

-No, Paul, no estoy bien…-dijo al fin negando con la cabeza lentamente antes de desmoronarse por completo y empezar a llorar.

-Ey, ey, ey…No llores…-la intentó consolar Paul mientras la abrazaba fuertemente.-Te juro que no dejaré que te pase nada más con esas locas, te lo juro…

-Tú no puedes hacer nada por evitarlo, Paul.-sollozó ella.

-Claro que puedo…-le dijo él mientras le acariciaba el pelo, con cuidado de no tocar la herida.-Mira, por lo pronto le diré a mi hermana que redacte una carta a los medios de comunicación en mi nombre diciendo que hacerte algo a ti es como si me lo hicieran a mí directamente. Quiero que esas hijas de puta se sientan como la mierda que son cuando lean eso, ¿de acuerdo?

Penny levantó la cabeza de su pecho y lo miró todavía con los ojos llorosos.

-No llores más, mi vida.-le insistió Paul esbozando una tierna sonrisa.-Ahora ya estoy aquí, ¿no?

La chica sonrió. Ni pensar que aquel chico al que había considerado un imbécil durante tanto tiempo era ahora capaz de tranquilizarla tantísimo…

-Deberías empezar a cambiarte para el concierto, ¿no crees?-dijo ella cambiando radicalmente de tema mientras se secaba las lágrimas con la palma de la mano.-O si no Brian te matará.

-Como quieras, muñeca.-sonrió Paul.-Como quieras…

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Todos dormían en el tren, todos excepto él, que estaba emocionado con el simple hecho de volver a Hamburgo. El haber salido a toda prisa después del concierto hacia allí no había supuesto ningún problema para John. Y es que, de todos los sitios en los que iban a estar durante ese verano, el que más le atraía era precisamente ése. El volver a encontrarse con viejos conocidos, el sentirse como en aquellos viejos tiempos en los que todo se simplificaba a tocar rock durante horas y horas, sin más complicaciones que las que ellos mismos se pudieran ocasionar…

Miró a su alrededor. Enfrente de él, Paul dormía con Penny descansando sobre su hombro. Pese a que la chica no le cayera nada bien, debía de reconocer que lo que Paul sentía por ella era algo muy fuerte. Él mismo lo había podido comprobar esa misma tarde: desde que Paul se había enterado de lo de la pedrada, no se había separado de ella para nada, sólo en el momento del concierto y ya.

Con cuidado por no despertar a los demás, John se puso en pie, dispuesto a salir a fumar un poco y pensar en todo mientras el aire frío de la noche le daba en la cara. Pasó casi de puntillas por delante de Mal, que dormía como un tronco a su lado, y empezó a caminar por el pasillo del tren. Entonces la vio. Allí, mirando absorta el paisaje nocturno a traves de la ventanilla, un par de asientos más adelante de lo que ellos estaban, estaba Chris. John sonrió.

-Pensé que estarías durmiendo, pequeña.-susurró.

Chris se volvió hacia él con una sonrisa.

-Y yo pensé que el que estaría dormido serías tú.-respondió ella.

John negó con la cabeza a la vez que le enseñaba la cajetilla de tabaco.

-¿Te vienes?

La chica asintió y se puso de pie con cuidado de no despertar a Susan. Nada más  llegó adónde él estaba, John la agarró de la mano y le dio un breve beso en los labios.

-Es una mierda no poder compartir asiento contigo en los viajes… Me muero de envidia cuando veo que los demás sí que lo pueden hacer y nosotros no…-le susurró al oído.

Chris esbozó una sonrisa.

-Lo sé… Pero en los hoteles sí que podemos estar juntos, ¿no?

-No es suficiente para mí.

-No seas bobo…-le respondió ella dándole un toque cariñoso en la nariz.-¿Salimos fuera a fumar o qué?

John asintió con una sonrisa y la guió de la mano hacia el final del vagón. Pese a que algunos periodistas y algunos policías viajaban en aquel tren de lujo con ellos, nadie pareció reparar en aquel pequeño detalle ya que la mayoría o estaban dormidos o estaban inmersos en sus propios pensamientos, ajenos a todo. Una bocanada de aire frío les golpeó en la cara nada más abrieron la puerta del vagón. Instintivamente, antes incluso de cerrar la puerta de nuevo, John le echó su chaqueta por encima de los hombros a Chris, que iba simplemente con un suéter fino.

-¡Vaya!-rió ella.-¡Menudo caballero que estás hecho!

John soltó una risita y se abrazó a ella.

-Un caballero no pone a las señoritas como tú a cuatro patas, ¿no?-bromeó.

Christine se puso roja como un tomate a la vez que él soltaba una enorme risotada.

-¡Imbécil!-dijo ella a la vez que le daba un golpe en el pecho.

John la calló con otro intenso beso en los labios. Cuando se separaron, la chica lucía una inmensa sonrisa.

-¿Por qué siempre que haces algo bonito insistes después en cargarte todo el romanticismo?-rió ella sacándole la cajetilla de tabaco del bolsillo de su camisa y pillando un par de cigarrillos.

-Porque me gusta verte picada.-contestó él con una sonrisilla mientras ella le daba fuego al cigarrillo que le acababa de poner en la boca.-Y porque me hace gracia ver como todavía soy capaz de sacarte los colores…

Por toda respuesta, la chica negó con la cabeza divertida antes de apoyarse contra la barandilla. John hizo lo mismo.

-Tú nunca has estado en Hamburgo, ¿verdad?-dijo él al cabo de unos segundos.

Christine dio una calada a su cigarrillo antes de contestar.

-No, nunca.-contestó ella mirándolo fijamente.-A ti te encanta esa ciudad, ¿no?

-Sí…-contestó él fijando la vista en el horizonte.-He vivido un montón de cosas allí, ¿sabes?

-Me lo imagino.

-Fue una época buena…-continuó él.-Y conservo a muchos amigos de allí…

-Astrid vendrá al hotel mañana a primera hora de la mañana…-dijo Chris apoyando su cabeza contra el brazo del chico.

John le dedicó una caricia en la mejilla con la otra mano.

-Te caerá bien.-contestó él.

-No la conozco aún, pero tengo la sensación de que sí que lo hará…

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John miró a Astrid con nerviosismo. Aquel fajo de sobres que le acababa de poner delante le había removido el estómago. Como leyendo sus pensamientos, Chris le pasó la mano por el pelo de manera tranquilizadora a la vez que los demás guardaban un silencio sepulcral mientras clavaban su mirada en él.

-Stu hubiera querido que las tuvieses tú.-dijo Astrid cuando comprobó que efectivamente John no iba a decir nada.

-Gracias.-dijo él de manera escueta.-Pero no hacía falta.

Todos, incluidos Astrid se lo quedaron mirando perplejos. Era evidente que nadie esperaba aquella frialdad por su parte ante un gesto tan bonito como el que Astrid había tenido. El darle toda la correspondencia que Stu había mantenido con él en vida era un gran detalle. ¿Qué clase de amigo no iba a querer conservar aquel recuerdo de una de las personas a las que más había querido en el mundo? Pues al parecer, él era de la clase de amigos que hubiera preferido no tener nada de todo aquello.

-Quédatelas, John.-insistió Astrid acercándole el fajo de cartas sobre la mesa.-Tú y Stu erais buenos amigos…

-Por supuesto que lo éramos.-le replicó John molesto.-Pero no las quiero. ¿Para qué quiero yo las cartas que le envié a Stuart? ¡Esto es una tontería!

Y dicho esto, se levantó de allí furioso y salió de la habitación dando un fuerte portazo a sabiendas de que se los había dejado a todos alucinados.

-¡John!

El chico se volvió hacia Christine, que había salido casi inmediatamente detrás de él, y le dedicó una mirada dura e inexpresiva. La chica, no obstante, le mantuvo la mirada, desafiante, como hacía siempre.

-¿Qué?-preguntó él al fin en un tono glacial.

-¿Por qué has hecho eso?-quiso saber ella.

John lanzó un suspiro exasperado a la vez que soltaba una risita nerviosa.

-¡Porque no quiero esas putas cartas, Christie! ¿Hace falta que te lo diga en chino?-le contestó al fin de malas maneras.

Por unos instantes, la chica se quedó mirándolo con odio, tanto que John pensó que estaba a punto de explotar ella también e iban a iniciar una de sus monumentales peleas. No obstante, de repente, Chris relajó su expresión y se acercó hacia John con el semblante preocupado.

-A mí puedes decirme qué es lo que te pasa…-murmuró ella abrazándose a él y apoyando la cabeza contra su pecho.

Aquel simple gesto, hizo que John recordara, de repente, que con ella no podía estar a la defensiva.

-No me pasa nada, de verdad.-mintió separándose de la chica.

Chris lo miró de nuevo, preocupada, y fue cuando John se desarmó por completo. Lo único que fue capaz de hacer en aquellos momentos fue apoyar su espalda contra la pared del pasillo del hotel y dejarse caer pesadamente sobre el suelo a la vez que escondía su cabeza entre sus manos. Lo que más le apetecía hacer en aquellos momentos era llorar y gritar, pero como siempre, no podía. Era como si los sollozos desaparecieran antes de estallar, como si de repente se hubiera quedado sin voz para gritarle al mundo lo jodidamente injusto que era.

-Siempre te va a doler, John.-dijo de repente Christine mientras se sentaba a su lado con voz suave.-Siempre. No porque quieras hacer como si no hubiera pasado nada va a desaparecer eso que sientes, ¿sabes? No puede desaparecer porque Stuart existió en realidad y fue importante para ti. Y el hecho de que muriera no significa que no haya existido nunca como a veces pretendes hacerte creer a ti mismo…

-Yo no pretendo hacer eso, Chris…-murmuró John levantando la vista y mirándola suplicante.

-¿Ah, no?-preguntó ella.-Pues entonces entra ahí adentro, acepta esas cartas y aprende a vivir con ello.

John calló durante unos segundos. Sabía que Chris tenía razón, pero el problema era que él no se sentía preparado para afrontar la realidad y admitir que la mayoría de personas a las que él había querido lo habían dejado de manera repentina, sin previo aviso. Primero su tío George, después su madre y después Stu… ¿Y quién iba a ser el siguiente? ¿Paul? ¿Christine? Era como si el mundo conspirase contra él para que jamás pudiera llegar a ser feliz.

-Entra ahí adentro, Johnny…-sonrió Chris acariciándole la mejilla.-Y sé valiente. Sé que puedes…

El chico le dedicó una media sonrisa antes de que ella le diera un corto pero dulce beso. Después, sin más, la chica se levantó de su lado y empezó a caminar hacia la habitación de Paul de nuevo, donde estaban todos los demás.

-Te espero adentro, John.-dijo antes de abrir la puerta.

John asintió levemente con la cabeza mientras ella entraba en la habitación. Y entonces, cuando Christine cerró nuevamente tras ella, se puso en pie: sí, su novia tenía razón. Sólo cuando fuera capaz de asumir del todo la pérdida de los que había querido sin necesidad de odiarles por haberle dejado solo, sería feliz.

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Si para John aquello había sido un día de emociones intensas, para Chris también lo había sido. No sólo de emociones, sino también de trabajo. Y es que, desde después de que Astrid se fuera, Brian no la había dejado prácticamente ni respirar en todo el día. De hecho, a lo único que había tenido tiempo cuando Astrid se había ido, era a ir de nuevo con John a su habitación y darle un beso y un abrazo, satisfecha porque al final le había hecho caso y había entrado allí de nuevo, civilizadamente, y había aceptado las cartas de Stu. Y después había sonado inmediatamente el teléfono, con Brian al otro lado llamándola urgentemente para que bajara a redactar unas notas de prensa del concierto del día antes en Essen.


No había parado en todo el día hasta que dieron por fin el concierto. Por eso, cuando los chicos les propusieron salir con ellos por el barrio de St. Pauli, el barrio con más mala fama de todo Hamburgo pero donde habían pasado tantos buenos momentos, Christine no pudo evitar poner una mueca de fastidio. Lo único que le apetecía hacer en esos momentos era acostarse y dormir como un tronco hasta que los despertasen nuevamente para emprender el viaje más largo que ella había hecho en toda su vida: el viaje a Japón.

No obstante, cuando vio la ilusión con la que John se lo había pedido, Chris fue incapaz de negarse. Era importante para él, lo sabía, y no le apetecía hacerle aquel desplante. Así que lo único que hizo fue pillarle una anfetamina a John, arreglarse de manera rápida, y ponerse en marcha con los demás, incluidos Neil y Mal, que iban a acompañarles aquella noche.

-Así que este es el famoso Star Club…-masculló Chris cuando entraron en el local.

-¡Sí!-exclamó John emocionado.-¿A qué es una pasada? ¡Y lo han cerrado sólo para nosotros!

Christine y las demás chicas miraron aquel local con escepticismo. No era una pasada tal y como decía John, pero comparado con los antros de los que acababan de salir, aquello parecía un local digno de la aristocracia.

Antes ni siquiera de que pudieran decir nada, John y los demás chicos desaparecieron prácticamente de su lado para dirigirse como locos a la barra, a saludar a sus viejos amigos que aún trabajaban allí.

-Vaya…-dijo Penny mirándolos.-Tendremos que ir nosotras también para que nos presenten y nos pongan unas copas por lo menos, ¿no?

-Eso por supuesto, estoy seca.-respondió Mary empezando a caminar hacia la barra.

-¡No sabía yo de tu faceta alcohólica, Hall!-bromeó Gwen dirigiéndose también hacia donde estaban los chicos.

Chris sonrió y se acercó hacia donde estaban los demás junto con Penny, a quien Paul agarró por la cintura nada más pasaron por su lado. La chica, haciendo caso omiso a las insistencias de su hermano para que se quedara con él y con Penny a tomarse unos chupitos, se dirigió hacia donde estaba John, que en aquellos momentos estaba charlando animadamente con una chica rubia y bastante gruesa. Chris los miró. Aparentemente, John estaba normal, pero la chica lo miraba con una devoción fuera de lo habitual. No, no era la manera en la que lo miraba cualquier fan, por muy incondicional que fuera, era algo más que aunque ella aún no podía distinguir, no le gustó en absoluto.

-¡Peque!-la saludó John cuando vio que se acercaba.-Ven aquí, te presentaré a Betty.

¿Betty? A Chris aquel nombre le sonaba mucho, demasiado, aunque no podía adivinar muy bien de qué…

-Hola.-la saludó la chica.-Soy Chris.

-¿A qué tengo una novia guapa, Bettina?

Y entonces, cuando John pronunció su nombre completo, Chris supo inmediatamente de qué le sonaba aquel nombre y por qué aquella chica miraba a John como lo miraba. Aquella era, ni más ni menos, que la famosa Bettina Derlien, una de sus amantes, la más duradera, de su época en Hamburgo. Además, recordaba a la perfección una de las conversaciones de Paul con Mike que habia oído una noche por casualidad en la que Paul le había contado entre risas a su hermano menor cómo “cuando el Star Club se quedaba casi vacío a altas horas de la madrugada, la zorra de Bettina se la chupaba a John detrás de la barra no una, no, muchas veces”.

El reconocer a una de las amantes de John le hizo sentir unos celos tremendos, tantos, que de buena gana se hubiera marchado de allí enfadada con él porque a la primera a quien había ido a saludar era, precisamente, a ella.  No obstante, Chris se controló y esbozó una sonrisilla falsa a la vez que agarraba a su chico por la cintura y se pegaba a él como una lapa, como si con aquello quisiera demostrarle a la tal Bettina que John estaba más que ocupado con ella.

-Y cariñosa, por lo que veo…-dijo Betty dedicándole una mirada que Chris reconoció enseguida como de odio.

-Mucho...-rió John ajeno a las miradas asesinas que se estaban lanzando las dos chicas.-¿Y a qué no sabes de quién es hermana?

-No…

-Del feo de Paul.-bromeó John.

-¿Eres hermana de Paul?-preguntó Bettina mirándola con los ojos muy abiertos.-No os parecéis en nada…

-En el apellido…-contestó ella con sarcasmo.

John soltó una risita divertida, aunque Betty permaneció impasible.

-¡Chris!-la llamó Penny entre risas desde el otro lado de la barra.-¡Ven un momento y verás el idiota de tu hermano lo que acaba de hacer!

Christine le dedicó una mirada significativa a su amiga, como si con ello pudiera decirle que no pensaba dejar solo a John con Bettina ni loca, aunque Penny, que ya iba algo pasada de copas, pareció no captar nada.

-¡Vamos, ven!-le insistió su amiga divertida.

-Ve, pequeña…-le susurró John a su lado.-No creo que nadie me rapte…

Chris se volvió hacia John y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. Después, se giró de nuevo en dirección a Penny gritó:

-¡Bah, seguro que ha hecho una idiotez, como siempre!-contestó entre risas.-¡Después voy!

-¡Después no me voy a volver a beber un tanque de cerveza con vodka de un solo trago, hermanita!-le gritó Paul.

-Este hermano mío es tonto…-sonrió ella pegándose aún un poco más a John de manera disimulada.

-No creo que te den un Nobel por haber descubierto eso…-rió John.-Anda, Bettina, ponnos algo para beber, que tenemos sed.

-¿Lo que solíais tomar?-preguntó.

-Sí, casi no me acuerdo del sabor que tenía la bomba esa.-bromeó él.

-¿Y para ti, Chris?-le preguntó de mala gana.

-Un ron con cola, gracias.-contestó ella dirigiéndole de nuevo una sonrisilla falsa.

Bettina se dirigió hacia las estanterías de las botellas y empezó a servirles sus bebidas, para John una mezcolana con bebidas con muy alta graduación que a Chris la dejó alucinada y para ella su ron. De repente, cuando aún Bettina ni siquiera había tenido tiempo a acabar de preparar las bebidas, empezaron a sonar las primeras notas de “Stand By Me” y Christine sonrió con malicia para sus adentros: que justo en aquel momento empezara a sonar precisamente aquella canción le iba a venir de perlas…

-¡Johnny!-le dijo lo suficientemente fuerte como para que Bettina los pudiera escuchar desde donde estaba.-¿Te acuerdas de la canción?

-Claro que sí, pequeña, claro que sí…-contestó él con una sonrisa.-Podríamos incluso decir que es la nuestra, ¿no?

Chris sonrió antes de plantarle un intenso beso.

-¿Bailamos?-le preguntó él.

-Claro.

Y dicho esto, los dos se alejaron de allí muy, muy juntos mientras Chris empezaba, ahora sí, a relajarse con la situación. John estaba exactamente donde ella quería que estuviese y por muchas Bettinas que se le plantaran delante, estaba segura de que, al menos por el momento, no podía pasar nada raro siempre y cuando ella estuviera cerca de él.

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John observó con una sonrisa como Christine salía del baño con el pijama puesto.

-Sin maquillar aún me gustas más que con maquillaje…

-Y a mí me gustas más sin gafas porque así me encuentras siempre guapa.-rió ella metiéndose a su lado en la cama.

John rió con la broma y le dio un beso en la mejilla.

-Has estado muy cariñosa esta noche, ¿no crees?-dijo con toda la intención del mundo.

-¿Y eso tiene algo de malo?-preguntó ella esbozando una de sus sonrisillas inocentes.

John sonrió. A cualquiera le hubiera engañado aquella carita de no haber roto nunca un plato, pero él ya empezaba a conocerla demasiado bien como para saber que escondía algo.

-No tiene nada de malo, todo lo contrario, diría yo…-contestó él.-Pero me ha sorprendido, simplemente. Digamos que has estado demasiado cariñosa… No parecías tú.

-John…-masculló ella con fastidio.-No hay quien te entienda. Si estoy cariñosa mal hecho; si no lo estoy, peor…

-No te estoy diciendo que esté mal, ya te he dicho que hasta me gusta…-le respondió él con calma.-Pero me preguntaba cuál era la causa de tanto amor repentino…

-Yo te quiero siempre, John Lennon.-le replicó Christine molesta.-¿O no?

-No te enfades, leona, que no te he dicho nada…-rió John abalanzándose sobre ella para darle un beso.

-Sé quién era esa Bettina del Star Club.-dijo de repente ella cuando él separó sus labios de los suyos.

John habría soltado una risotada al haber descubierto la causa de lo posesiva que se había mostrado ella esa noche de no haber visto el gesto de preocupación con el que la chica acababa de decir eso.

-¿Sí?-se limitó a preguntar esbozando una sonrisa.

-Sí.-contestó ella.-Era tu amante y te la chupaba detrás de la barra un montón de veces.

-¿Cómo…?-empezó a preguntar John sorprendido porque ella supiera aquello.

-¿Qué cómo lo sé? Escuché como una vez Paul se lo contaba a Mike hace años…-respondió Chris.

-Recuérdame que mañana mate a tu hermano por bocazas…-dijo John.-Christie… No estarás celosa, ¿no?

-No, por supuesto que no, estoy de lo más contenta por ver que mi novio se hubiera pasado toda la santa noche con su exzorra de no haber estado yo allí.-contestó la chica con sarcasmo.

John la miró boquiabierto. Normalmente, solía ocurrir al revés: el celoso era él y no ella. No obstante, el verla así enfurruñada a su lado en la cama, le hizo bastante gracia.

-Buena palabra, la de exzorra.-rió finalmente intentando relajar la tensión.-Deberías pedir que la incluyan en el diccionario.

-John… Hablo en serio…

-Y yo.

-Idiota…-masculló ella girándose y dándole la espalda.

John no se dio por vencido y la abrazó por detrás a la vez que le daba un beso en la mejilla.

-Pensé que después de una noche tan cariñosa, ahora continuarías igual…-bromeó a sabiendas de que en cualquier momento Chris lo podía mandar a la mierda.

No obstante, ella continuó en silencio durante unos segundos, inmóvil.

-John…-dijo al fin rompiendo el silencio.-Esa Betty… ¿Te gusta todavía?

John no pudo evitar soltar una risita.

-Por supuesto que no.-le dijo él.-Me gustas tú, sólo tú.

La chica se giró de nuevo hacia él con una sonrisilla en los labios.

-Te quiero a ti, pequeña.-susurró John esbozando una sonrisa antes de recibir un intenso beso.

Chris se separó de él antes de lo que él hubiera deseado.

-¿Seguro que no te gusta nada?-preguntó ella medio en serio medio en broma.

John rió de nuevo.

-Bueno… He de reconocer que daba las mejores mamadas que jamás me han dado, pero no, no me gusta nada.-rió John a la vez que Chris le soltaba una sonora colleja que le dejó amargo.-¡Eso ha dolido, bestia!

-Y más que te va a doler si sigues así de imbécil.-le replicó ella divertida.-¿Con que esa Bettina da, según tú, las mejores mamadas?

-Por supuesto que sí.-rió John ganándose otra colleja.

-Pues eso…-dijo de repente ella mirándolo con una sonrisilla pícara.-Eso habrá que verlo…

-¿Cómo que habrá que verlo?-preguntó John extrañado.

-Pues que igual hay alguien mejor que ella y no lo sabes…-sonrió ella.-Todavía.

-Joder, Christie…-rió John excitado con la simple insinuación que su chica le acababa de hacer.-Tú jamás dejarás de sorprenderme…




Buenas y sucias noches! (porque con el final que esto tiene no es de otra manera, no? jajaja). Bueno, hasta aquí este capi que se os habrá hecho súper largo porque es que es el más largo que he escrito hasta el momento... Nada más ni nada menos que lo que me hubieran ocupado dos capítulos normales me ha ocupado... Pero en fin, espero que no se os haya hecho demasiado pesado y que os haya gustado! :)
Bueno, guapas, voy a ver quién gana las semifinales de la Eurocopa, si España o Portugal, en la tanda de penaltis... Besitos!