martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 28: Motos, gripes y locas

Un silencio sepulcral se hizo en la habitación cuando Mike pronunció aquellas palabras. Christine miró a su hermano intentando evitar perder el control mientras por su mente pasaban las peores ideas.

-¿Qué?-preguntó la chica finalmente.

-Que Paul ha tenido un accidente con la moto hace un rato.-confirmó Michael.-Pero tranquila…

-¿Cómo que tranquila?-le cortó ella histérica.-¡¿Me estás diciendo que Paul ha tenido un accidente y me dices que me tranquilice?!

-¿Pero está bien?-preguntó John de repente con hilo de voz.

-Si me dejáis hablar, os lo diré, joder.-les replicó Mike impaciente.-Sí, Paul está bien. Sólo ha sido una caída tonta. Ya sabéis cómo va de rápido… Está en casa. Eso sí, le duele todo y está todo magullado.

Chris y John soltaron un suspiro de alivio casi al unísono.

-Creí que deberías saberlo, eso es todo.-continuó Mike.

Chrstine miró a su hermano y entonces entendió por qué había ido hasta allí. Sí, la excusa de la caída de Paul le había venido de maravilla, incluso tuvo la sensación de que el chico hasta se medio alegraba de que hubiera pasado aquello por haberle dado la oportunidad de ir hasta allí y dárselas de buen hermano como si nada hubiera pasado. Sin poder evitarlo, notó como volvía a ponerse furiosa con él. Sabía que aquello estaba mal, pero en aquellos momentos odiaba a Mike con todas sus fuerzas.

-¿Se supone que debo darte las gracias por avisar, buen samaritano?-le espetó finalmente mirándolo con cara de asco.-Pues gracias. Dile a Paul que me pasaré mañana cuando ni papá ni tú estéis dando por culo en casa. Y lárgate.

-Pero…¿a ti qué coño te pasa?-le preguntó Mike sorprendido, aunque también a la defensiva.-¿Estás loca o qué?

-Oye, oye, oye…-intervino John de repente poniéndose entre los dos.-No le hables así, ¿vale, chulo?

-Quítate de en medio, Lennon. Por si no lo sabes, es mi hermana, joder.

-Creo que eso no te ha importado mucho antes, ¿no? Me refiero a cuando la has jodido…-dijo John acercándose a él de manera amenazante.-Ya la has oído. Lárgate si no quieres que te eche de aquí patadas, Flashman.

Los dos chicos quedaron cara a cara mirándose con las respiraciones agitadas. Christine, entendiendo qué era lo que podía a pasar a continuación, se acercó a ellos.

-Vete, Mike.-dijo la chica con fingida serenidad mientras le ponía la mano en el brazo a John, acercándolo hacia ella.-Lárgate de aquí.

-No sé cómo decirte que lo siento, ¿vale?-exclamó el chico mirándola de manera suplicante.-¡No tenía ni puta idea de que las cosas pudieran acabar así!

-Eso deberías haberlo pensado antes.-le respondió ella intentando con todas sus fuerzas reprimir las lágrimas-Adiós.

El chico se quedó mirándolos durante unos segundos y después, sin decir nada, se dio la vuelta y salió de la habitación con paso decidido, dando un fuerte portazo tras de sí.

-¡Mierda, mierda, mierda!-exclamó entonces Christine abrazándose a John desesperadamente y empezando a llorar de pura rabia.-¿Qué más puede salir mal, eh? ¿Qué más?


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Alice se despertó muy pronto teniendo en cuenta que estaba de vacaciones y que no tenía nada importante que hacer. No obstante, y no sabía muy bien por qué, se había despertado sobresaltada, con una extraña sensación en la boca del estómago que le impedía continuar durmiendo. Quizás sería la noticia que Paul le había dado el día antes o quizás el simple hecho de verlo a él tan chafado. De todos modos, daba igual el motivo. El caso era que lo mejor sería levantarse y afrontar el nuevo día que se le presentaba por delante.

Después de darse un baño rápido y vestirse, la chica bajó a la cocina y empezó a desayunar sola. Su padre estaba en el trabajo a aquellas horas y su madre seguramente habría salido a comprar, tal y como solía hacer todas las mañanas. Terminó de desayunar al cabo de un rato y decidió salir a la calle para estirar las piernas. Por lo menos se despejaría y se entretendría un rato.

Salió de su casa, no sin antes comprobar que las cortinas de la habitación de Paul continuaban echadas. Estaría durmiendo. Seguro que la noche anterior se había acostado a las tantas después de la cena con su primo.

Estuvo paseando sin rumbo fijo por Heswall durante más de una hora y volvió hacia su casa cuando el frío de aquella mañana nublada se le hizo demasiado insoportable. Quizás, con la hora que era, Paul ya se habría levantado y podría aprovechar y charlar un rato con él. No obstante, cuando llegó delante de la casa de Paul, comprobó de nuevo con fastidio que las cortinas de su habitación seguían echadas.

Iba a emprender el camino hacia su casa resignada cuando, de repente, la puerta de casa de los McCartney se abrió y salió Mike. Alice lo miró detenidamente antes de saludarle, no sin sentir cierta repulsión hacia él. Tenía un aspecto terrible, como si no hubiera podido dormir en toda la noche.

-Hola.-la saludó él cuando la vio.

-Buenos días.-le respondió la chica.

-Me alegro de verte, Alice. Verás… Iba ahora a buscarte a casa.

-¿Qué pasa, Mike?-se extrañó ella.

-Es que Paul ayer tuvo una caída con la moto… Tranquila, tranquila…-dijo el chico cuando vio la cara que puso.-No es nada, está bien. Ni siquiera fue al hospital… Pero bueno, está hecho una piltrafa. Se metió una buena, pero tuvo suerte y no se hizo nada...

-Oh, mierda…-masculló la chica.-¿Está arriba?

-Sí, estaba despierto ya, pero continúa en la cama.-le respondió Mike.-Sube si quieres a verlo. Además, creo que será mejor así… Mi padre ha salido un rato y yo tengo que irme. Así no se queda solo.

Alice asintió, se despidió de Mike y entró en la casa. Subió los peldaños de las escaleras casi de dos en dos ante la mirada impávida de Monster y entró en la habitación de Paul casi como una exhalación. Allí, en efecto, estaba él, tumbado en la cama con la cara como si acabara de salir de una monumental paliza, pero aparentemente bien.

-¡Alice!-exclamó él nada más la vio.

La chica se acercó hacia él rápidamente y se apresuró a darle un beso que apenas le rozó los labios.

-Auch…-se quejó Paul cuando ella lo besó.-Joder, como me escuece.

Alice sonrió y lo miró.

-Tienes el labio partido.-dijo.-¿Cómo estás?

-Hecho un Cristo y sin diente… Pero por lo demás bien, ahora que tú estás aquí.-contestó él con una sonrisa.

-Hubieras podido matarte…-suspiró Alice.-Tú y esa moto… Algún día podría pasarte algo serio.

-Ey, no te pongas melodramática, mi niña…-masculló Paul acariciándole el pelo.-No ha sido nada.

-Prométeme que tendrás más cuidado cuando conduzcas, Paul.-dijo la chica mirándolo a los ojos intentando reprimir un sollozo por el nervio que tenía acumulado desde que Mike le había dado la noticia.

-Prometido, boba. Palabra. A partir de ahora me adelantarán hasta las abuelitas con andador.


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Mel bajó del metro en la parada que le habían indicado. Aborrecía aquel tipo de transporte, pero en realidad no le quedaba demasiado dinero y tampoco le apetecía desperdiciarlo en un taxi. Además, estaba segura de que aquello sería por poco tiempo: dentro de nada podría tener incluso hasta un chófer privado si se lo proponía.

Salió a la calle y sonrió. Le encantaba Londres, nada que ver con Liverpool, aquella sucia ciudad portuaria del norte en la que había tenido, según ella, la mala suerte de nacer. Caminó un par de manzanas con paso decidido, regocijándose cuando algún hombre le dedicaba alguna mirada furtiva. No era para menos, se había puesto su modelito más despampanante aunque supiera que con quien iba a entrevistarse aquello no le impresionara lo más mínimo. Aun así y al contrario que la mayoría de chicas a las que conocía, el ir vestida así, lejos de provocarle incomodidad, le confería una inmensa sensación de seguridad en sí misma. Era, por así decirlo, su ropa de la suerte.

Llegó a la puerta de las oficinas de NEMS Enterprises al cabo de unos minutos y, después de respirar profundamente, entró adentro.

-Buenos días.-saludó a la secretaria, una mujer de unos cuarenta y tantos años con cara de pocos amigos que estaba sentada detrás del mostrador.-Soy Melanie Donat. El señor Epstein me está esperando.

-Está bien.-contestó la mujer sin ni siquiera mirarla, cosa que enfureció a Mel.-Siéntese ahí un momento y espere a que la llame.

Mel obedeció de mala gana y se sentó en una de las sillas que había allí pegadas contra la pared y esperó impaciente a que la secretaria descolgara un teléfono e intercambiara unas palabras inaudibles con alguien.

-Cinco minutos.-le dijo cuando colgó.-El señor Epstein está acabando de hacer unas gestiones.

Mel asintió y continuó allí sentada, mirando indignada como pasaban, no cinco, sino quince minutos en el reloj que colgaba de la pared. Simplemente le parecía indignante que se la hiciera esperar tanto cuando ya tenía la cita concertada desde semanas antes.

-¡Hola, Mel!

La voz de Brian la sonsacó de repente de sus pensamientos. El hombre estaba apoyado en el marco de la puerta de su despacho mirándola con una sonrisa.

-Hola Brian. Pensé que te habías olvidado de mí…-contestó ella no sin cierto tono de reproche en su voz.

El hombre soltó una risita aguda.

-No, no… Nada más lejos de la realidad…-se apresuró a contestar.-Además, tú eres difícil de olvidar… Lo que pasa es que esto de ser manager de quiénes tú sabes trae muchos quebraderos de cabeza. Mira, sin ir más lejos, ahora mismo estaba concertando citas con la prensa, por eso he tardado tanto… Por cierto, pasa.

La chica se levantó y le siguió hacia el interior de su despacho. Brian cerró la puerta tras de ella y, después de invitarla a sentarse, él hizo lo mismo.

-Veamos… No vamos a andarnos con rodeos. Los dos sabemos porqué estás aquí.-dijo él nada más sentarse en su sillón mientras se servía un whisky para él y otro para ella.-He escuchado tu maqueta varias veces.

Melanie tragó saliva y agarró el vaso que le tendía Brian.

-¿Y qué te parece?-preguntó finalmente mirando con impaciencia como él le daba un trago a su whisky.

-Bien, me parece bien.-respondió él al cabo de unos instantes.-Quizás es un poco típico, pero he de reconocer que tienes potencial como vocalista. Es una lástima que no sepas tocar ningún instrumento, ni siquiera la guitarra, pero bueno, creo que al tratarte de una mujer eso no importa tanto…

-¿Eso significa que vas a representarme?-quiso saber Mel con los ojos muy abiertos. Apenas cabía en sí de la emoción.

-Sí. Te representaré.-confirmó él con una sonrisa.-Cuando pase Año Nuevo firmaremos el contrato si te parece y me pondré enseguida a buscar algún sello discográfico para ti.

-¡Oh, Brian! ¡Eso es excelente!-exclamó ella más feliz que nunca.-¡Sería mi sueño hecho realidad!

-Espera y no corras tanto... No todos son como ellos.-le cortó él mirando hacia una foto que tenía colgada en la pared en la que aparecía él junto con The Beatles.-Sólo unos pocos llegan a lo más alto. Y cuesta mucho más de lo que parece, te lo aseguro.

-Tranquilo, Brian.-masculló ella mirando la foto, fijándose especialmente en una de las personas que aparecían allí.-Yo jamás me rindo hasta que no consigo lo que quiero. Jamás.

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-Creo que deberías quedarte aquí…-dijo Chris mirando a John a los ojos. Acababan de aparcar unos metros más arriba de la casa y la chica parecía casi al borde de la histeria.

John le dedicó una sonrisa tranquilizadora y le dio un dulce beso.

-¿Bromeas?-dijo al fin casi en un susurro.-Sabes a la perfección que tu padre no está en casa. Ni tampoco Mike. ¿Por qué iba a quedarme aquí?

-Eso no lo sabemos, John. Imagínate que sí que está mi padre y…

-Pequeña… Has llamado tres veces antes de salir del hotel y las tres veces se ha puesto Alice confirmándote que no había nadie en casa.-contestó John impaciente, aunque debía admitir que la situación le divertía un poco.

-¿Pero y si ha vuelto antes? O si entra mientras estamos allí…-le cortó ella nerviosa.

-Si lo llego a saber te meto marihuana en el desayuno, por lo menos estarías más tranquila…- rió John empezando a salir del coche.-¿Vamos o qué?

-Hablo en serio, John.-dijo Chris saliendo también del coche y sin dejar de mirarlo, preocupada.-Quédate.

John lanzó un suspiro y se acercó a ella.

-Yo también hablo en serio.-le susurró finalmente rodeándole los hombros con el brazo.-Paul es mi mejor amigo y quiero verle también. Además, que no pienso dejarte sola para nada. Venga, vamos a ver a tu hermano.

John volvió a dedicarle una sonrisa mientras la conducía hacia la casa así abrazados, notando a la perfección como la chica se ponía cada vez más y más tensa conforme se acercaban. La verdad es que debía ser una situación tan extraña como dolorosa para Chris. Y es que, hasta hacía menos de veinticuatro horas, aquella había sido SU casa.

Entraron en silencio en el jardín, John abrazándola más fuerte aún como intentando darle ánimos, y Chris abrió la puerta de la casa: aún conservaba su juego de llaves. Nada más abrir, Monster apareció dando saltos de alegría alrededor de la chica. John la miró mientras lo acariciaba y observó como una lágrima se le escapaba. El chico lanzó un suspiro. Eran muchas las cosas que ella tendría que dejar atrás por él y se sentía mal por ello.

-Subamos, pequeña.-dijo al fin suavemente rescatándola de aquel golpe emocional.

La chica asintió y los dos subieron a la habitación de Paul sin decir una palabra con el perrito pegado a ellos.

-¡Paul!-exclamó Chris asomándose por la puerta de la habitación.

Allí estaban Paul y Alice, sentada frente a la cama en la silla del escritorio.

-¡Enana!-sonrió Paul, aunque con una voz bastante más débil que la de ella. Y después, mirando a John, dijo:-Habéis venido…

-¿Cómo no íbamos a venir?-preguntó John devolviéndole la sonrisa.-¿Si no para qué crees que tu hermana ha llamado tres veces aquí preguntando quién había en casa? ¡Y me cago en la puta, Macca, tienes un aspecto terrible!

Paul soltó una risita entre dientes.

-¿Qué tal estás?-preguntó Chris sentándose en la cama de su hermano.

-Bien, bien. Como una rosa.

-Vamos, Paul… Hace cinco minutos no parabas de quejarte…-rió Alice.

-Bueno, siempre ha sido como una niña quejica.-le siguió la broma Chris mirando a Paul.-¿Te duele?

-Ya te he dicho que no, pesada.

-¿Y el diente?-preguntó Chris mirándole la boca.

-Joder… ¿tanto se me nota?-masculló Paul.

-No, qué va… Simplemente es que sabía que te has quedado sin piño de delante.-rió Christine.-Pero tranquilo, si no te ríes no se te nota.

-Oh, Christie… No está bien que le mientas a un convaleciente…-bromeó John acercándose también hacia ellos.- Lo siento, Paul, la verdad es que tu bonita sonrisa de galán se ha jodido. Siento comunicarte que de ser el guapo del grupo, vas a pasar a ser el que nos desgracie todas las putas fotos que nos hagan a partir de ahora…

-Da gracias a que me duele todo, porque si no el que se quedaba sin dientes ahora mismo eras tú de la leche que te metía.-rió Paul siguiéndole la broma.

-Va, venga, no te quejes tanto…-le contestó John sacando una bolsita del bolsillo de su pantalón tejano.-Has perdido un diente, pero ha venido el Ratoncito Pérez…

-¡Qué cabrón, Lennon!-rió Paul mirando la bolsita de marihuana que le acababa de lanzar su amigo encima de la cama ante la mirada severa de Alice.

-Pero no te la fumes de golpe, que nos conocemos, vicioso.-bromeó John.

-Bien… Gracias por el regalo.-contestó Paul metiéndose la bolsa debajo de la almohada.-Supongo que cuando me duela algo esto me vendrá muy bien…

-Sí, sí…-rió Chris.-Cuando le duela algo, dice…

-Bueno, quizás tu novio tenga razón y también me lo fume por vicio…-dijo ignorando el gesto de fastidio de su novia. Y, después, cambiando repentinamente el tono de su voz y miándo a su hermana, dijo:-Oye… Por cierto… ¿y tú cómo estás?

-Bien.-contestó Chris bajando la mirada.-Supongo que bien.

Cuando escuchó aquella última frase, John, temiendo que Chris se desmoronara de nuevo, se sentó a su lado, en el borde de la cama de Paul, y le paso la mano suavemente por el pelo.

-Menudo día de mierda tuvimos ayer, ¿no?-continuó ella dejándose acariciar por John.-Y ya por postres, sólo faltaba lo de tu accidente…

-Pero todo va a salir bien, ya lo verás…-le dijo Paul con una sonrisa.

-Eso espero…

Y entonces, de nuevo, unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. John se precipitó a abrazarla y a hundirle la cabeza en su pecho.

-Oh, Christie… No te vayas a poner a llorar ahora…-dijo Paul mirándolos.

John le lanzó una mirada significativa a su amigo.

-Déjala, Paul… Anda sensible la chica…-dijo con una sonrisilla mirando hacia ella.-No me la quiero ni imaginar cuando esté en sus días…

Christine, pese a estar llorando, no pudo evitar lanzar una risita.

-Idiota…-masculló entre dientes.

-Pero te hago reír.-continuó él sin perder la sonrisa.-Anda, tonta, para ya. A ver si venimos a ver al accidentado y en lugar de darle tú ánimos a él, te los tiene que dar él a ti…

La chica se separó de él y volvió a su posición original.

-Ale, ya está. Ya se me pasó la tontería.-sentenció después de respirar profundamente mientras se secaba las lágrimas con la mano.

-Paul dice que os vais a ir a Londres…-intervino Alice mirando a Chris.

-Sí, nos vamos ya directamente después de la visita…-contestó ella.

Aquellas palabras de Christine hicieron que John reaccionara de repente. Llevaban allí ya bastante rato, más que los diez minutos acordados, y Mike o, muchísimo peor, Jim, podrían regresar a casa en cualquier momento.

-De hecho creo que deberíamos irnos ya…-dijo él después de confirmar sus sospechas al mirar su reloj de pulsera.

Paul y Chris asintieron, conscientes de que las cosas podían ponerse feas si su padre llegaba y veía a John y a su hija allí juntos.

-Te quiero un montón gusano…-dijo Chris abrazándose a Paul.

-Nos veremos pronto, Macca.-le dijo John con una sonrisa.-Recupérate.

-Eso tenlo por seguro.-le contestó Paul.-Largaos, cabroncetes. Y cuidaos.


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George y Gwen salieron de casa de Paul. Se habían enterado esa misma tarde de lo de la caída y habían ido a ver cómo estaba. Por lo menos, se alegraron bastante al comprobar que, tal y como les habían dicho Mary y Ringo, Paul estaba bien

-¿Te apetece dar un paseo?-preguntó Gwen nada más salieron a la calle.

-¿Un paseo? ¿Con el frío que hace? Gwen…

-Va, George, venga, demos ese paseo…-insistió Gwen tironeando su mano y, después, medio en serio medio en broma, añadió:-El cielo está despejado y se pueden ver todas las estrellas… ¿No te parece que es súper romántico?

-¡Oh, Gweny! ¡Nos vamos a congelar! Y te aseguro que no habrá romanticismo que valga cuando los dos pillemos una gripe y nos pongamos a sonarnos los mocos uno al lado del otro…-rió George sin poder ocultar que las reacciones de su chica le hacían mucha gracia:-Mira, te acompaño a casa, cenamos y vemos una peli. Te aseguro que eso puede ser incluso más romántico como un paseo por la noche a ocho grados bajo cero.

-¡Sí, claro! ¡Tú le que quieres es ir a jugar a las cartas con mi hermano, como si no te conociera!-exclamó Gwen divertida.

-Es que juega bien… Y… bueno, se lo prometí…

-No le prometiste nada, se lo propusiste tú, que no es igual.-le cortó Gwen sin poder evitar soltar una carcajada.-¡Encima de ser el chico menos romántico del mundo eres un mentiroso!

-¡Oye, bribona! ¿A quién llamas tú “poco romántico”?-preguntó George agarrándola por la cintura haciendo que la chica soltara otra risa.

-¡Vaya par que estáis hechos!

George y Gwen se giraron hacia Alice, que en aquellos momentos salía de su casa con una cara de agotamiento terrible.

-Hola, Alice.-saludó Gwen.-¿Cómo estás?

-He tenido días mejores.-respondió con una sonrisa amarga.

-Bueno, tranquila…-dijo George.-Paul está bien. Sólo son cuatro golpes y ya está.

-George tiene razón, Alice. Fíjate. Ahora mismo estaba ya levantado viendo la tele en el salón de casa…

-Sí, si lo sé…-masculló Alice.-Pero el susto no me lo quita nadie… Y encima…

-¿Encima qué?-quiso saber Gwen.

-Gweny…-susurró George a causa del ataque de curiosidad de su chica. No obstante, debía de reconocer que aquello, aunque pareciera mentira, era una de las cosas que más le gustaban de ella.

Alice pareció no molestarse en absoluto por aquella intervención de la chica y lanzó un suspiro antes de hablar.

-Bueno, entrad y veréis lo que le ha comprado mi padre a un amigo hoy mismo…

Gwen y George se miraron intrigados y siguieron a Alice, que se fue directa hasta el garaje.

-Bien…-dijo la chica abriendo la puerta y señalando hacia una de las paredes después de encender la luz.-Aquí está…

-¡Una moto!-exclamó Gwen acercándose para verla mejor.

-Que oportuno, ¿no creéis?-dijo Alice entre dientes acercándose también hacia el vehículo.-Encima es para mí… Para que vaya a la universidad más rápida y tranquila, dicen…

-¿Tú montas en moto?-quiso saber George.

-Sí, me enseñó mi padre hace unos cuantos años… Y la verdad es que me gustaban hasta hoy…

-Oh, Alice… ¡No seas así!-le dijo Gwen.- Lo de Paul fue por exceso de velocidad, él mismo lo dice… Si vas con cuidado no pasa nada. Mi padre también va en moto a todos lados y está encantado.

-Además, aunque yo sea de coches más que de motos, he de reconocer que para las ciudades es lo mejor que hay.-intervino George.-Así que disfruta de tu regalo.

-Eso sí, con cuidado…-sonrió Gwen poniéndose al lado de George de nuevo.-Bueno, Alice… Nosotros nos vamos yendo, que hoy George cena en mi casa y queremos dar un paseo nocturno antes.

-Pero…-masculló George sin poder evitar poner una sonrisa. Pese a que siempre se quería salir con la suya, Gwen era tremendamente tierna.-Está bien, vayamos a pillar esa gripe juntos… La pareja que estornuda unida jamás será vencida…

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Elsie se levantó apresurada a responder al teléfono.

-¿Sí?-preguntó la mujer cuando descolgó el auricular.-Ah, sí… Ritchie… Sí, aquí está… Ahora se pone…

Ringo se levantó del sofá con fastidio. No sabía quién podía llamar a esas horas para fastidiarle la película que estaba viendo.

-¿Quién es?-murmuró entre dientes cuando se acercó a su madre.

Elsie tapó el micrófono del teléfono con la mano y le dedicó una mirada de reproche que a Ringo le dejó perplejo.

-Es una chica.-respondió finalmente la mujer.-Y no es Mary…

El chico entrecerró los ojos extrañado ante lo que le estaba diciendo su madre.

-Bueno… Pásamelo a ver…

Elsie le pasó el auricular del teléfono con cara de pocos amigos y antes de que él empezara a hablar volvió a sentarse en el sofá.

-¿Sí?-preguntó Ringo intrigado por saber quién sería.

-¡Ritchie! ¡Soy Mel! ¡Qué alegría volver a escucharte!

-Oh, Mel… hola.-masculló él sin poder evitar poner una mueca de asco ante la mirada inquisitiva de su madre.

-Verás, Ritchie…Llamo para darte una buena noticia, ¿sabes?

-¿Ah, sí?

-¡Sí! ¿Te acuerdas de las maquetas que os enseñé a ti y a John hace ya tiempo?

-¿Te refieres a las maquetas que John calificó como “mierda”?-preguntó él intentando ser todo lo grosero que pudo. La verdad es que se quería quitar a Mel de encima cuanto antes.

-Oh, John… Siempre tan bromista él, ¿no crees?-respondió ella con una risita tonta.

-Lo justo.-masculló Ringo entre dientes.

-Pues nada… Decidí hacérselas llegar a Brian, vuestro Brian… ¡Y las ha escuchado y dice que es genial, que le encantó! ¿Y sabes qué? ¡Que me quiere representar!

-¿Q…q…qué?

-¡Pues que seremos casi casi compañeros de trabajo! ¿No es fantástico?

Ringo, alucinado como estaba con la noticia, decidió cortar pronto a Melanie con un escueto “sí, es genial. Adiós” y colgó el teléfono. No, si al final iba a tener que darle la razón a John y admitir que Brian no tenía ni puta idea de música, que sólo entendía de números y de negocios…

-¿Quién era, Ritchie?-le preguntó Elsie cuando el chico se volvió a sentar a su lado.

-Nadie, mamá… Una loca.-contestó él encogiéndose de hombros.

-Ritchie, Ritchie…-suspiró Elsie.-Más vale que te andes con cuidado con las locas… Más vale.


Holaaa! Bien, aquí estoy yo de nuevo, fastidiando al personal con un nuevo capi, jajaja. Como veis le he cambiado el look al blog este... Sé que no se ha quedado la gran cosa, pero bueno, reconoced que una inútil de photoshop (léase yo) se hizo su header solita y retocó las fotos (aún no sé como, no me pregunteis porque no tengo ni puta idea) que aparecen al lado. Sobre todo la de Paul que tenía unos colorachos que parecía que te hubieras colocado de LSD antes de mirarla y la de John, que estaba medio deformada (parecía la vaca burra, pobrecito mío, con lo guapo que sale y lo buenorro que está) y se notaba la textura del papel de la foto. Así que nada, felicitad a una que hasta el Paint de Windows le parece demasiado sofisticado! XD
Habeis visto? Volvió Mel! Buhhhh! Esta chica siempre aparece jodiendo a todo el mundo....Qué hago con ella? Se admiten sugerencias! jajajaja.
Espero que os vaya genial y que disfrureis a tope de lo que queda de semanita... Besotes guapas! I love you so much! :)

martes, 24 de enero de 2012

Capítulo 27: El peor de los días

Paul subió los peldaños de las escaleras de dos en dos con la respiración agitada y el corazón latiéndole a mil por hora. Todavía no había asumido lo que acababa de ocurrir hacía escasos momentos en el vestíbulo de casa, así como tampoco había adquirido plena consciencia de lo que significaban las palabras que su padre le acababa de escupir en la cara a su hermana.

La puerta de la habitación de Christine estaba cerrada, de hecho, él mismo acababa de escuchar el portazo que había dado hacía escasos segundos. Sin pensárselo dos veces, la abrió sin pedir permiso y se quedó plantado en la puerta viendo como la chica lanzaba furiosa un montón de ropa encima de la cama con los ojos anegados en lágrimas.

-Christie…-murmuró.

Su hermana se volvió hacia él a la vez que entraba en la habitación y cerraba la puerta tras de sí.

-¿Pero qué haces?-preguntó él mirando hacia el montón de ropa que había encima de la cama.

Chris se quedó mirándolo inquisitiva.

-¿Qué? ¿No lo has oído? ¡Me echa!-dijo la chica intentando reprimir un sollozo.

Paul se acercó a ella y la abrazó.

-Joder… enana… Tranquila… Eso lo ha dicho porque…

-No, Paul, no te engañes.-le cortó ella.-Me ha echado y punto.

-Pero seguro que atiende a razones… Ya sabes como es papá, tiene el pronto y luego…

-Luego se mantiene en su cabezonería.-contestó Chris.-No, Paul. Además, mientras esté aquí no me va a dejar verle. Me está haciendo elegir entre John o él.

Paul lanzó un suspiro y, agarrándola por los hombros, la separó unos centímetros de él.

-Y tú has elegido a John.-sentenció finalmente mirándola a los ojos.

La chica se soltó de él con suavidad y asintió.

-Quiero muchísimo a papá, Paul, créeme.-aclaró.-Pero también tengo muy claro con quién quiero estar. No hago esto por cabezonería o por haceros la puñeta, simplemente es que lo que siento por John es demasiado fuerte como para no luchar por ello.

-Lo sé.-respondió Paul con sinceridad.

Chris no contestó y se sentó en el borde de su cama. Paul hizo lo mismo, a su lado, en silencio y observando como su hermana pequeña fijaba la vista en la ventana.

-Lo que más me duele es lo de Mike.-dijo la chica al cabo de unos segundos rompiendo el silencio.

-Mike no lo ha dicho queriendo, Chris.-intentó justificar Paul aunque sin estar demasiado convencido de ello.-Estaba furioso y no controlaba lo que decía.

La chica soltó una risita amarga.

-Te encanta hacer de abogado del diablo, ¿verdad?-preguntó finalmente poniéndose en pie.-No intentes justificarle, por supuesto que sabía lo que decía y las consecuencias que tendría, no es tan tonto.

-Pero…

-Pero nada.-le cortó ella.-¿Puedes levantarte de ahí? He de recoger mis cosas.

-¿Hablas en serio?-preguntó Paul en un último intento por evitar lo que era inevitable.

-Por supuesto que hablo en serio, Paul.-contestó Chris tremendamente serena.

Paul la miró fijamente. La desesperación que había mostrado su hermana hacía unos minutos había desaparecido dando lugar a una inmensa determinación que incluso llegó a asustarle. Jamás la había visto tan convencida de lo que iba a hacer.

Dando un suspiro, se levantó de la cama y observó impávido como su hermana sacaba una maleta del armario.

-Supongo que sobra preguntarte adónde vas a ir…-murmuró Paul cuando ella empezó a meter su ropa en la maleta.

-Supones bien.

-Bien… Te acompañaré a su hotel, porque si viene él hasta aquí, se armará.

Christine terminó de poner la ropa en la maleta y los dos hermanos bajaron escaleras abajo con el corazón en el puño. Paul sólo pensaba en que si él se sentía así de mal por ir a acompañar a su hermana, lo que sentiría la chica al tener que salir de casa con la maleta debajo del brazo después de lo que había pasado debía ser una de las peores sensaciones del mundo.

Cuando llegaron a la altura del comedor, Christine se quedó parada mirando hacia adentro. Jim estaba sentado en su sillón con la cabeza entre las manos y Mike, de espaldas a ellos, estaba tan inmóvil como una estatua de sal. Estuvo así unos segundos, sin que ni su padre ni su otro hermano se percataran de su presencia y, después, soltando un casi imperceptible suspiro, hizo ademán de alejarse de allí. Fue entonces cuando Jim levantó la cabeza y las miradas de padre e hija se cruzaron. Ninguno de los dos dijo nada hasta que Chris, altiva, levantó su cabeza y reanudó su camino hacia la puerta, seguida por un más que sorprendido Paul, que estaba empezando a asumir que su familia se había roto de nuevo desde la muerte de su madre ocho años antes.

**********************

-No voy a dejarte sola, te lo prometo.-fue lo primero que dijo John cuando Paul le explicó lo que acababa de suceder.

Chris levantó la cabeza, separándose un poco de su pecho, al que se había mantenido pegada desde que había entrado y se había puesto a llorar como una tonta. Se había puesto tremendamente serio, nunca antes en toda su vida lo había visto así.

-John…-murmuró ella.

-Nos vamos mañana mismo, a Londres. Ya veremos donde nos metemos, pero nos apañaremos.-dijo él contundente mientras conducía a Chris hacia el sofá de la suite.-Anda, siéntate un rato.

La chica obedeció sin rechistar. La verdad es que no le quedaban fuerzas para contradecir en nada. Lo único que era capaz de entender bien en aquellos momentos es que tenía los ojos hinchadísimos por las lágrimas y que le dolía tanto la cabeza que tenía la sensación que de un rato a otro iba a estallarle. Eso y que la presencia de John la tranquilizaba aunque sólo fuera un poco.

-No creo que sea la mejor idea, John.-intervino Paul de repente, con un tono de voz tan grave que sorprendió a Christine.

-¿Qué?-preguntó John incrédulo, plantado delante de Paul.-He dicho que no voy a dejarla sola. Estaré con ella pase lo que pase.

Paul lanzó un suspiro exasperado.

-Creo que lo mejor que podríamos hacer sería sentarnos todos y hablarlo tranquilamente, John.-contestó Paul mientras agarraba una de las lujosas sillas de la habitación y la acercaba hacia donde estaban ellos.

John se quedó dubitativo unos segundos hasta que Chris le lanzó una mirada suplicante. Lo cierto es que lo último que le apetecía a la chica era volver a presenciar otra pelea, y mucho menos entre John y Paul.

-Bien. Hablemos.-dijo John finalmente sentándose al lado de Christine y abrazándola fuertemente. Ella simplemente se dejó hacer, dócil. Se sentía bien así.-¿Por qué coño no te parece que sea una buena idea?

-¿De veras hace falta que lo explique?-preguntó Paul mirándolos a los dos.-Estás en pleno divorcio y ya sabes qué pasaría si toda esta mierda saliera a la luz antes de que lo estés totalmente.

-Eso a lo que tú llamas mierda, McCartney, es el amor más grande de toda mi vida.-le espetó John aunque con el tono de voz bajo.-Y si crees que me importa lo que digan un puñado de gilipollas ultraconservadores y unas cuantas fans locas, estás muy equivocado.

-Antes de soltarme tu gran arenga, escúchame.-le cortó Paul con la misma determinación que había usado John segundos antes con sus palabras.-Creo que la solución más viable no es que os vayáis a vivir juntos por ahora, más adelante si queréis sí, no seré yo el que diga nada… Pero ahora nos haría a todos más daño que bien, incluida a mi hermana. Yo también quiero protegerla, John. Y no quiero que todo el jodido país la trate como algo que no es.

John se mantuvo en silencio, meditando aquellas palabras mientras acariciaba el pelo de Chris, que también miraba a Paul fijamente, asumiendo por primera vez a la perfección que casi nadie sería capaz de entender lo suyo con John.

-¿Y cuál es tu propuesta, si puede saberse?-preguntó John secamente al cabo de unos segundos.

-La más sencilla de todas.-contestó Paul.-Que Chris se venga a vivir conmigo.

Chris se quedó mirando fijamente a su hermano. Aquello, de tan sencillo como era, era simplemente la mejor idea había escuchado hasta el momento.

-No sé…-protestó John casi en un gruñido.-Todo esto ha pasado por mi culpa y no voy a dejarla que…

-Pero John…-dijo Chris de repente acercándose a él nuevamente.-Tú no tienes la culpa de nada.

-Sí que la tengo, Christie.-le respondió rotundamente.-Yo te quiero. Y todo esto es una putada, lo sé, pero también es la oportunidad perfecta para que por fin estemos juntos del todo.

-Venga, John, piénsalo bien. Si Chris vive en Cavendish Avenue podríais estar juntos “casi” del todo.-le interrumpió Paul.-Tú siempre estás por mi casa, incluso muchos días te quedas a pasar la noche allí. Nadie sospecharía de tus visitas y las cosas serían mucho más sencillas para todos.

John lanzó un suspiro al escuchar esas palabras. Chris lo miró. Era obvio que jamás iba a darse por vencido aunque Paul tuviera toda la razón del mundo.

-Creo que Paul tiene razón.-dijo por fin acariciándole el pelo.-No quiero suponerte un problema, John. Si por mi culpa todos los medios y la opinión pública se te echan encima me sentiría mucho peor de lo que estoy ahora…

-Pero tú… Tú jamás serás un problema para mí, pequeña. A mí no me importa todo eso y…

-A mí sí me importa.-dijo ella dándole un suave beso en la mejilla.-No te lo merecerías.

John se quedó mirándola fijamente y Chris esbozó una tímida sonrisa tranquilizadora.

-Está bien, lo pensaré.-contestó John finalmente.-Lo hablaremos bien esta noche.

-Sí, será lo mejor.-le respondió ella volviéndose a apoyar sobre su pecho.

-Bien…-masculló Paul mientras se ponía de pie.-Pues yo no tengo mucho más que hacer aquí. Chicos, creo que será mejor que me marche.

John y Chris se pusieron en pie también y acompañaron a Paul a la puerta de la suite.

-Paulie… -masculló Chris antes de que su hermano abriera la puerta.-Gracias.

Paul esbozó una sonrisa antes de darle un beso en la mejilla a su hermana.

-Qué no haría yo por mi enana…-contestó y, después, volviéndose hacia John, añadió:-Johnny, colega, cuídamela.

-Descuida.-le respondió John dándole una palmadita en el hombro.

-Idos de momento a mi casa, de todas formas no tenéis dónde meteros los dos sin levantar sospechas.-dijo Paul empezando a abrir la puerta.-Y cuando yo regrese dentro de unos días ya me contáis lo que hayáis decidido… De todas formas, que Chris se quede a vivir allí hasta que lo tuyo esté claro me parece la idea menos mala, pensadlo bien.

-Vale, Paul.-dijo John.- Eres un gran tipo.

Paul se despidió de ellos con un gesto con la mano y John cerró la puerta de nuevo. Después, se giró hacia Christine, la miró y la abrazó fuerte.

-Todo saldrá bien, pequeña, ya lo verás…


**************************


Alice vio llegar el coche de Paul casi por casualidad mientras ayudaba a su madre a preparar la cena. Le extrañó bastante, pues él mismo le había asegurado horas antes cuando se habían despedido que no iba a salir para nada aquella tarde.

-Si quieres, vete.-le dijo su madre de repente cuando vio que estaba mirando por la ventana absorta, como si nada más en el mundo importara en aquellos momentos.

La chica se volvió hacia la mujer y sonrió. Su madre siempre parecía estar al tanto de todo, no sabía cómo se las apañaba, pero así era.

-Gracias, mamá.-dijo ya empezando a salir de la cocina.

Como un rayo, se pudo la chaqueta rápidamente y salió. Miró hacia la casa de al lado. No le costó divisar a Paul, que en aquellos momentos estaba cerrando la puerta del garaje con semblante serio. Alice le dirigió una mirada de preocupación. No se explicaba qué podía haber pasado para que horas antes estuviera tan alegre y en esos momentos tan taciturno.

-¡Paul!-le llamó al fin acercándose hacia él.

El chico reconoció su voz en el acto y se volvió hacia ella esbozando una sonrisa que a Alice se le antojó bastante amarga.

-Hola, preciosa.-saludó casi en un susurro saludándola con la mano.

Casi en una carrera a causa del frío viento de diciembre, Alice llegó a la altura de Paul.

-¿Qué te pasa?-preguntó después de darle un breve beso en los labios.-Estás muy serio…

Paul se quedó mirándola durante unos segundos y después soltó un suspiro de resignación.

-¿Qué?-insistió ella impaciente al ver que no contestaba.

-Pues que…-empezó a decir él, aunque de repente se detuvo.-¿Qué hora es?

-Cerca de las seis y media.-contestó Alice empezando a perder los nervios de verdad.-¿Pero se puede saber qué te pasa?

-Vente conmigo a dar un paseo y te lo explico.

-¿Un paseo? ¿Estás loco? ¡Hace un frío para morirse!

-Venga, Alice, por favor…-insistió Paul.-Es aún bastante pronto, paseemos, te lo cuento y además…

-¿Además qué?

-Que me haces un favor… No tengo ganas de entrar otra vez en casa después de lo que ha pasado…

La chica se lo quedó mirando inquisitivamente pero no dijo nada. La verdad es que parecía que algo muy gordo sucedía con Paul y lo veía demasiado preocupado como para insistirle más. Lo mejor, al fin y al cabo, sería hacerle caso y dar ese paseo para que se lo contara tranquilamente.

Los dos salieron de la casa y empezaron a caminar acera arriba. Paul la acercó hacia él rodeándole los hombros con el brazo, pero todo aquello sin decir ni una palabra. Al cabo de unos minutos llegaron al parque y se adentraron en él con paso decidido.

-Paul…-masculló Alice intrigada.

El chico se limitó a acariciarle el cabello con una sonrisa y se sentó en uno de los bancos del parque, casi vacío a aquellas horas y con aquel frío húmedo que se calaba dentro de los huesos.

-Verás… Ha habido una movida muy gorda en mi casa esta tarde…-empezó a decir Paul cuando Alice se sentó a su lado. Tenía la mirada fija en el suelo.-Mike se ha enterado de lo de mi hermana y John.

-¿Qué?-exclamó Alice no temiéndose nada bueno.

-Pues eso, como lo oyes. Al parecer les ha visto o algo, qué se yo…-continuó Paul mirándola ahora a los ojos.-Lo peor es que en esos momentos ha llegado mi padre y también se ha enterado. Mike lo ha soltado delante de él…

-Oh, mierda…

- Se ha armado una buena, jamás había visto a mi padre así de cabreado…

-Pobre Chris...

-Y tanto que pobre… La ha echado de casa.-contestó Paul en un murmullo.

Alice abrió los ojos como platos. Apenas podía creer lo que estaba escuchando. Jamás hubiera creído que el pacífico de Jim McCartney, que parecía no perder nunca la calma, fuera capaz de enfadarse de aquella manera, hasta el punto de llegar a echar a su hija de casa.

-¿Qué estás diciendo? ¿Echado?

-Sí.-confirmó él lanzando un suspiro.-Ya no está. Se ha largado de casa. Vengo ahora de acompañarla a…

-Al hotel donde está John, supongo.-le cortó Alice.

Paul esbozó una media sonrisa antes de contestar.

-Efectivamente, al hotel de John.

-¿Y qué va a hacer ahora?-quiso saber Alice.

-Yo qué sé… Parece bastante decidida a irse a Londres… John quería llevársela de aquí mañana mismo y largarse a vivir los dos juntos a algún lugar, pero yo le he propuesto que se venga conmigo…

-Has hecho bien… Parece lo más sensato…-dijo Alice sin apartarle la mirada.-John aún está en una situación complicada y Christine se metería en problemas si todo saliera a la luz.

-Pero no me fío.-le cortó Paul.-Aunque Chris está bastante convencida, él no y… No sé… ¡Menuda mierda!

-Tranquilo, Paul… Tu hermana es bastante sensata en todo este tema. No querrá meteros en líos.

-Sí, por lo menos eso quiero pensar…-dijo Paul poniéndose en pie de nuevo.-En fin, no sé, todo se andará… Creo que será mejor que vuelvas a casa, te estarán esperando y no quiero tener también a tu familia enfadada, con la mía ya es más que suficiente.

Alice sonrió, se puso también de pie y ambos reemprendieron el camino de regreso a casa.

-Bien, muñeca, nos vemos mañana, ¿vale?-dijo Paul después de darle un intenso beso en los labios.

-Por supuesto que sí.-sonrió la chica.-Ahora cena tranquilo y descansa. Mañana será otro día…

-Sí, bueno…-rió Paul.-No creo que las cosas puedan ir peor. De todas maneras, para cenar tranquilo precisamente, creo que no me voy a quedar en casa.

-¿Quieres venir a mi casa?-le invitó la chica al ver la cara con que su novio estaba mirando hacia la puerta de su jardín.

-No, no quiero molestar.-contestó él abrazándola fuerte.-Además, le debo una cena a mi primo, así que creo que me iré con él. Por lo menos, eso me despejará.

-Como quieras, Paul. Cuídate, ¿vale?

-Por supuesto, guapa. Hasta mañana.

*********************************

-¡Has hecho trampa!-gritó George de repente quitando un pequeño trocito de papel de debajo de su coche de juguete.-¡Me has trucado el coche! ¡lAsí ganas tú siempre al Scalextric, cabronazo!

Ringo soltó una inmensa risotada a la vez que esquivaba el cochecito que le acababa de lanzar George.

-¡Oye, parad!-exclamó Mary también riendo.-Parecéis niños…

-Para niño tu novio, Mary, que encima es un maldito tramposo.-contestó George lanzándole otro coche a Ringo.

-George… Anda, no te pongas agresivo…-le dijo Gwen entre risas mientras lo abrazaba por la espalda y le daba un beso en la mejilla.

-¿Ves? Hasta tu chica lo ve…La violencia no es buena, Hari…-rió Ringo.

-Y las trampas menos.-le cortó George mirándolo con los ojos entrecerrados.

-No si te ayudan a ganar… Son cosas de mayores, cuando crezcas lo entenderás.

-Vete a la mierda, Rich.

Las dos chicas no pudieron contenerse la risa al ver a George así de enfadado con Ringo, cosa que pareció molestar al chico más aún.

-¿Vosotras también?-preguntó mirándolas.

-También.-le contestó Gwen divertida.-Te pones muy gracioso cuando te enfadas.

-Oh, Gwen…-empezó a decir George, pero justo en ese mismo instante, el teléfono del apartamento de Ringo interrumpió sus palabras.

-¿Sí?-preguntó Ringo cuando descolgó, todavía entre risas.-¡John! ¡Te estamos esperando, cabrón! Ya sabemos que la puntualidad no es tu punto fuerte pero ya te vale. Ya he empezado a ganar a Hari sin ti.

-Idiota…-masculló George mirando a su amigo.

Ringo pareció ignorarlo y continuó hablando con John.

-Bueno… ¿Cuándo…? ¿Qué? ¿Cómo que no vienes? ¡¿Pero qué coño me estás contando?!-la cara de Ringo conforme iba avanzando la conversación iba cambiando por momentos.-Joder… Mierda, John… ¿Y ahora qué pensáis hacer? Ya… Entiendo… Oye, ya sabes que para lo que quieras puedes contar conmigo, ¿vale?... Sí, está bien… Tranquilo, de aquí no saldrá… De acuerdo, John. Nos vemos. Adiós.

Ringo colgó el teléfono y vio como Mary, Gwen y George lo miraban confundidos.

-¿Qué pasa Rich?-preguntó Mary mirándole a los ojos.

-John no viene, está con Chris.-contestó Ringo con voz grave.-Al parecer Jim se ha enterado de lo suyo y la ha echado de casa.

-¡¿Qué?!-exclamaron los tres al unísono.

-Pues eso, que la ha echado.-aclaró Ringo.-Se van mañana mismo a Londres, a casa de Paul.

-Joder…-masculló George.-Se veía venir, pero… La han cagado.

-Y tanto…-continuó Mary lanzando un suspiro y dejándose caer pesadamente sobre el sofá.-Pobres… No me gustaría estar ahora en el lugar de ninguno de los dos.

******************************

Paul ni siquiera entró en casa para decir que no iba a quedarse a cenar. Simplemente entró en el garaje, agarró la moto, la puso en marcha y se puso de camino hacia la casa de su primo, a una media hora de allí.

Sí, hacía un frío terrible y estaban empezando a caer algunos copos de nieve que se le hacían bastante molestos a la hora de conducir. No obstante, le apetecía ir con la moto. Para él era una especie de terapia. La velocidad y el viento golpeándole en su cara le ayudaban a poner en orden sus ideas y a verlo todo desde otra perspectiva menos mala. Y ese día lo necesitaba, lo necesitaba más que nunca. ¿Por qué tenía que ser todo tan jodidamente complicado?

Y entonces, cuando ya llevaba más o menos la mitad del camino hecho, lo notó. La moto iba demasiado ligera, apenas notaba el asfalto. Miró hacia la carretera. Hielo. Había unas inmensas placas de hielo en la carretera y él iba demasiado rápido, como siempre…

******************************

Abrió los ojos lentamente. Lo primero que notó fue aquel sabor metálico en la boca. Después notó el frío. Y a continuación, el dolor, un dolor intenso por todo el cuerpo. Fue entonces cuando, al escuchar todavía el ruido del motor de la moto en marcha, lo entendió todo. Había perdido el control de su moto y había tenido un accidente.

Con mucho cuidado y aguantando el dolor estoicamente, intentó mover las piernas y los brazos. No, afortunadamente parecía que no tenía nada roto, al menos no nada importante. Se incorporó levemente y al levantar la cabeza notó como la sangre se le agolpaba en la boca. Giró la cabeza hacia un lado y escupió. Notó como algo, un diente quizás, salía de su boca y maldijo para sus adentros la hora en la que se le ocurrió ir en moto a casa de su primo, maldiciendo, también, aquella mierda de día en la que parecía que todo iba a salir mal.

Esperó unos segundos más así, intentando que se le pasara un poco el mareo y mirando la moto, en el suelo y aún en marcha, con la rueda de atrás girando todavía como una loca. Después, haciendo un gran esfuerzo se puso de pie y empezó a caminar, cojeando, hacia una cabina de teléfono cercana que se podía divisar desde donde él estaba. Afortunadamente, se la había pegado dentro de la población todavía y no en medio de la carretera, donde no hubiera podido apañárselas él solo y habría tenido que recurrir a alguien, con el consiguiente escándalo que aquello hubiera conllevado. Paul McCartney accidentado por exceso de velocidad…

Se acercó al teléfono, lo descolgó y marcó el número de su casa.

-¿Christine?-preguntó la voz de su padre al otro lado del teléfono. De no ser porque le dolía tanto la boca, Paul hubiera esbozado una sonrisa de lo más amarga.

-No, papá, soy Paul…-masculló como pudo.

-¿Paul? ¿Qué te pasa?-exclamó más que preguntó su padre cuando le escuchó.

-Estoy bien, ¿vale?-dijo.-Pero necesito que vengáis Mike o tú a por mí. He perdido el control de la moto y me he caído.

************************************

Mike miró de nuevo hacia dentro de la habitación de Paul. El médico de la familia, un hombre de confianza al que conocía desde que era un niño, aún estaba allí, reconociéndolo, aunque ya había confirmado que lo único que tenía eran heridas, rasguños y magulladuras superficiales a causa de la caída, nada grave. Lo de más gravedad, había bromeado el doctor, era que a Paul se le había partido uno de los dientes de delante y no podría lucir su famosa sonrisa como antes.

Mike lanzó un suspiro exasperado. Se sentía culpable por todo. Porque por su culpa su hermana se había ido de casa, porque sabía también que si no hubiera ocurrido  eso,  Paul jamás habría tenido aquel accidente tonto que había podido salirle muy caro.

Y entonces, casi sin pensarlo, bajó las escaleras como un rayo y salió de la casa.

***********************************

John estaba aún despierto. Chris dormía a su lado, por fin. Le dolía mucho verla así y, aunque ella intentara hacerse la fuerte después del numerito inicial de echarse encima de él y llorar desesperadamente, sabía que continuaba igual de chafada. Se volvió hacia ella y la abrazó con cuidado, intentando no despertarla. Justo cuando acabó de acomodarse, el teléfono de la habitación sonó de repente.

-¡Joder!-masculló John mientras se apresuraba a descolgar el auricular.-¿Sí?

-¿Quién es?-preguntó Christine con un hilillo de voz removiéndose a su lado.

John sintió como la rabia se apoderaba de él. Joder, la habían despertado.

-Señor Le… digo, Winston…-dijo el recepcionista al otro lado de la línea.

-¡¿Cómo que señor Winston?! ¡¿Cree que estas son horas de molestar?!-gritó él enfadado.

Chris se incorporó en la cama y lo abrazó.

-Tranquilízate…-susurró la chica.-¿Qué pasa?

John la miró y esbozó una sonrisa a la vez que le acariciaba suavemente el pelo.

-Bien, dígame qué coño es lo que quiere.-le dijo al recepcionista al fin con malos modos.

-Verá…-dudó el hombre.-Hay un chico aquí que insiste en ver a la señorita que está con usted.

-¿Qué?- exclamó John.

-Dice que es importante. Responde al nombre de Mike.

John sintió como la sangre le hervía en sus venas. ¿Cómo podía aquel cabrón tener la cara dura de presentarse allí después de lo que había hecho?

-Dígale que se vaya a tomar por culo.-le espetó John.-Que ni su hermana ni yo queremos saber nada de él, ¿de acuerdo?

-¿Mi hermano?-preguntó Chris levantándose casi de repente.-¿Mike está aquí?

John asintió con la cabeza.

-Dile que suba.-dijo la chica con determinación.

Él se la quedó mirando sorprendido.

-Que suba.-insistió Chris.

-Espere un momento, por favor.-dijo John al recepcionista y, después, tapando el auricular con la mano y dirigiéndose hacia la chica, preguntó:-¿Pero es que te has vuelto loca?

-Puede.-contestó ella.-Pero quiero verle. Creo que lo mejor será que aclare las cosas con él.

-¿Estás segura?-dudó él.

-Completamente.

John lanzó un suspiró y destapó el auricular del teléfono de nuevo.

-¿Oiga?

-Sí, Señor Winston.

-Dígale que suba.

John colgó el teléfono y miró de nuevo a la chica, que ya había saltado de la cama y se estaba poniendo la bata. Él también se levantó y se puso a su lado. Christine lo miró detenidamente.

-Contrólate, ¿vale?-le dijo en tono suplicante cuando vio el gesto desafiante que tenía él.

John lanzó un suspiro exasperado y justo en ese momento, llamaron a la puerta. Iba a abrir Chris pero él, sin saber por qué, se le adelantó con dos grandes zancadas dejándola a ella allí plantada mirándole con cara de pocos amigos. No obstante, eso a John no le importó en aquellos momentos y abrió la puerta de la habitación con un gesto brusco. No pudo reprimir una mueca de asco cuando vio a Michael allí plantado delante de él.

-Que sepas que no te parto la cara aquí mismo porque está tu hermana delante.-dijo por todo saludo mientras se hacía a un lado.-Maldito cerdo… Pasa.

Mike pasó sin decir una palabra y miró a su hermana. John se situó instintivamente entre los dos.

-Christie…-masculló el chico.

-¿Cómo has sabido que estábamos aquí?-preguntó Christine apartando a John suavemente de en medio.

Mike soltó una risita amarga.

-Joder, no hay que ser ningún adivino. Este es el hotel más caro de la ciudad y sé que éste usa su segundo nombre para registrarse…-masculló mirando a John con desprecio.

John apretó la mandíbula fuertemente, intentando reprimirse, a la vez que le dedicaba una mirada de odio. Sabía que si no era capaz de controlarse, aquello no iba a gustar en absoluto a Christine.

-Siento lo de antes, Chris.-continuó Mike ignorando a John.-De verdad. Aunque crea que estás loca y continúe opinando lo mismo, no quería que esto acabara como ha acabado.

La chica no contestó.

-Pero… En realidad, he venido para decirte otra cosa…

-No va a volver.-contestó John apresuradamente anticipándose a la posible petición del chico.

-No es nada de eso.-masculló Mike.-Chris… Es Paul… Ha tenido un accidente con la moto.



Bueno chicas, ¿qué hay? Yo ya estoy aquí de nuevo, con retraso, pero bueno. Y llegó, como siempre, la hora de las excusas... Y ya que estoy aprovecho la excusa para hacer propaganda subversiva, jajaja. Bien, he andado esta semana bastante mareada por motivos de movilizaciones laborales. Vale, los que seais from Spain sabréis de qué hablo ya que los valencianos estamos ocupando todos los informativos de la tele, de la radio y la prensa escrita. Bueno, resumiendo, la administración recorta en educación y en sanidad públicas cuando se está tirando el dinero en gilipolleces varias. Y ya es mucho, aparte de motivaciones personales mías ), debe saberse que los colegios y los institutos del País Valenciano estamos en situación límite, que hay institutos a los que les han cortado la luz porque el gobierno valenciano no paga a las compañías eléctricas , que hay otros muchos sin calefacción (en el insti de mi pueblo, por ejemplo, los chavales están dando clase con mantas, bufandas, abrigos y guantes) y ya está bien, hombre. Así que he estado de manifestaciones, sábado una y este jueves otra, y de asamblea en asamblea enterándome de todas las medidas que podemos tomar... Así que tiempo para escribir más bien poco... :S

Bueno, espero que os haya gustado el capi pese a la espera. Ya sabéis que os quiero mucho, mucho, mucho, y que gracias a vosotras es por lo que estoy continuando con esta locura de historia, jejeje.

Besotes, guapas!

sábado, 14 de enero de 2012

Capítulo 26: Al descubierto

Habían pasado las semanas y ya estaban casi en vísperas de Navidad. Estaba sola en casa, leyendo un libro, aunque su padre no tardaría en llegar. Mike se había ido con su grupo a Edimburgo por unas semanas y Paul estaba en Londres, aunque las visitas desde que se había marchado en octubre no habían cesado. Ni las de él, ni las de George, ni las de Ringo ni tampoco las de John, aunque no habían sido tan frecuentes como habían prometido. Y es que, primero la grabación y después la promoción de su nuevo trabajo, Rubber Soul, les había absorbido mucho más tiempo del que ninguno de ellos hubiera deseado.

Lo suyo con John continuaba igual de clandestino, pese a que al principio hubiera creído que era imposible continuar manteniendo el secreto. Justo dos días después de la partida de los chicos, David había aparecido de nuevo en clase aún magullado, y, después de apartarla de los demás, le dijo que iba a ponerle una denuncia a John sin importarle que lo suyo saliera a la luz para nada. Todavía recordaba la horrible sensación de que todo se iba a la mierda que tuvo en aquellos momentos. No obstante, sacando su faceta de niña buena y sin saber muy bien cómo, había conseguido convencer a su compañero de clase de que no dijera nada mediante la promesa de que John iba a disculparse y de que no volvería a pasar jamás.

Pero ni él quiso disculparse, con lo cual ella no tuvo más remedio que falsificar una nota de arrepentimiento haciéndose pasar por John, ni las cosas fueron tan fáciles como había pensado que serían. Y es que, a la más mínima ocasión, David hacía algún comentario casual que dejaba entrever que la tenía en sus manos, que o se mantenía a ralla o podía pregonar su secreto a los cuatro vientos. Christine había empezado a tenerle un asco tremendo a aquel chico. Lo odiaba con todas sus fuerzas, y si no hubiera estado Mary allí, hasta habría dejado de asistir a clase sólo por no verlo.

Obviamente, aquello sólo lo sabían ella y las chicas. Ellos, y mucho menos John, no sabían absolutamente nada. Chris sabía a la perfección que si se enteraba acabaría cometiendo alguna tontería y lo último que quería era que John acabase metido en un problema gordo. Sabía que ya estaban iniciados los trámites para el divorcio con Cyn, aunque los dos continuaban viviendo en Kenwood para mantener las apariencias a instancias de Brian, y que aquella situación era sólo cuestión de tiempo. Sólo tenía que conseguir aguantar a David un poco más y aquella información de la que disponía no tendría ningún valor cuando ni a John ni a ella les importara sacar lo suyo a la luz.

La chica cerró el libro que estaba leyendo con fuerza. No se estaba enterando de nada, perdida conforme estaba en aquellos pensamientos. Se levantó del sillón y puso la radio. La música la relajaría un poco. Pilló casi acabándose una canción ya pasada de los Rolling y justo cuando ajustó la sintonía para evitar interferencias molestas, empezó a sonar…

There are places I remember all my life…

Chris no pudo evitar esbozar una sonrisa soñadora y nostálgica a la vez cuando escuchó su voz, junto con los otros, a través de las ondas, como hablándole desde la distancia. Su canción. De él para ella. Y entonces lo olvidó todo por unos instantes. Ni David, ni divorcios, ni nada. Sólo importaba que en menos de una semana lo volvería a ver y volverían a estar juntos, de nuevo.


**************************************

Mary estaba en el frío pasillo de la universidad, esperando a que su profesor de Historia Contemporánea le diera permiso para pasar. Lo cierto es que estaba muy asustada y bastante confundida con todo aquello. Aquella mañana aquel hombre serio y reacio de por sí, le había devuelto el trabajo que les había mandado semanas antes con cara de pocos amigos. Mary examinó aquel trabajo una y otra vez, pero ni siquiera había una anotación al margen, absolutamente nada que le pudiera indicar qué había hecho mal para que Perkins, que así se llamaba el profesor, le hubiera dedicado aquella mirada severa. Por no estar no estaba ni la calificación del trabajo, que todo el mundo tenía marcada en rojo en la portada. Y después, lo peor. Mientras estaba recogiendo sus cosas de la mesa y comentándole justamente a Chris todo aquello, Perkins se acercó a ella con paso decidido y se quedó mirándola antes de hablar.

-Señorita Hall, quiero verla en persona. Hemos de hablar sobre su trabajo.-le había dicho con la misma expresión de semienfado.-¿Esta tarde le viene bien pasarse a las cinco por mi despacho?

Mary solamente había podido balbucear un sí indeciso antes de que Perkins saliera por la puerta del aula. Y allí estaba ahora, esperando a que la llamara, nerviosa como nunca en su vida pese a que Chris insistiera en que no sería nada malo. Pero aun así, ella no las tenía todas consigo. Es más, esperaba que la acusara de algo: de que el trabajo era demasiado malo como para haberlo presentado o cualquier otra cosa, incluso de plagio, aunque no se hubiera copiado nada de nadie. Pero… ¿Y si todo lo que había expresado ya lo había dicho otro anteriormente? ¿Podría creerla Perkins cuando le dijera que desconocía que alguien compartía sus teorías?

-Hall, puede pasar.

La voz áspera del profesor Perkins la pilló por sorpresa. Intentando reprimir su cara de susto, la chica esbozó una tímida sonrisa, respiró profundamente y se puso en pie. Había llegado la hora de la verdad.

Entraron los dos en el despacho, un diminuto habitáculo cuadrado con montones de libros amontonados por todos lados que a Mary le pareció la guarida de un verdadero ratón de biblioteca.

-Siéntese, señorita.-le indicó el profesor mientras él hacía lo propio.

Mary se sentó en la incómoda silla que había frente al escritorio de Perkins y observó, con el corazón latiéndole a mil, como el hombre ponía sobre la mesa su trabajo.

-Bien, Hall, veamos…-empezó a decir Perkins.-He estado leyendo esto…

Mary tragó saliva y volvió a inspirar. Estaría preparada ante el chaparrón que se le avecinaba.

-La verdad es que me ha sorprendido muchísimo, señorita.-continuó.-Es un trabajo excelente, el mejor que he leído en años.

Mary sintió como la sangre se le helaba en las venas por la sorpresa. Jamás había esperado aquello.

-¿Qué?-balbuceó finalmente con voz débil.

-Pues que esto es brillante, Hall. Su manera de describir una cosa tan típica como las causas de la Revolución Francesa es espectacular. Le da un enfoque nuevo, nunca visto, realmente interesante…

-Gracias…

-No me dé las gracias, el trabajo es suyo.-le cortó él.-Y por eso precisamente quería verla… Escúcheme, Hall... ¿ha oído hablar alguna vez de las becas que concede la Royal Historical Society de Londres a los estudiantes de Historia del Reino Unido?

-Pues… En realidad algo he oído, pero no sé muy bien en qué consisten ni qué hay que hacer para pedirlas…-contestó ella aún sin salir de su asombro.

-En primer lugar, no hay que hacer nada para pedirlas. Los profesores proponen a sus alumnos para ellas, siempre y cuando el alumno esté conforme, claro.-aclaró Perkins mirándola a los ojos.-Y después, en el caso de que se la concedan, el alumno en cuestión pasa como alumno becario a trabajar de manera remunerada y a investigar allí. Eso sí, compaginado debidamente con sus estudios en Londres, donde la Universidad asume automáticamente la matrícula del alumno. Es una de las becas de mayor prestigio que hay en todo el país.

-Entiendo…

-Hall, quería pedirle su permiso para proponerla como aspirante a una de estas becas. Presentaría este trabajo suyo para la junta evaluadora, por eso no lo he ensuciado, ni siquiera para ponerle su Matrícula de Honor. Eso sí, ha de darme una respuesta ya pues mañana es el último día para presentar a los candidatos.

Mary se lo quedó mirando nuevamente atónita. ¡Ella que pensaba que la iban a acusar de plagio o a tirarle su trabajo por el suelo!

-Señor Perkins…-masculló finalmente con la boca seca.-Por supuesto que le doy mi permiso.

-Me alegra saber eso. Tiene usted mucho potencial y sería una lástima que no lo aprovechara.

-Gracias, señor Perkins.-dijo la chica.-Si no desea nada más…

-No, claro que no, simplemente quería comentarle esto… La mantendré informada de todo, Hall. Puede irse si quiere.

La chica se despidió del profesor con una sonrisa y salió del despacho todavía en una nube, feliz como pocas veces lo había estado antes en su vida. Su madre iba a ponerse realmente contenta cuando supiera eso.

******************************

-¡No me jodas! ¡Eso es increíble!-exclamó Chris cuando Mary contó la noticia.

La chica acababa de entrar en el Ye Cracke, que se había convertido en su principal punto de reunión últimamente, y les había contado la noticia a las chicas, que habían estado allí esperándola impacientes.

-¡Y tú que pensabas que te iban a dar una mala noticia!-exclamó Gwen.

-Espero que lo consigas.-sonrió Alice.

-¿Estás de broma, cuñada?-rió Chris.-SEGURO que lo consigue.

-Ya lo sé, Chris...-le respondió Alice divertida.-Y no me llames “cuñada”, podría oírte alguien.

-¿Y qué problema hay si me oyen?-preguntó ella con una sonrisa inocente.

Mary y Gwen soltaron una carcajada. Siempre era la misma historia: a Alice todavía la asustaba mucho que lo suyo con Paul se hiciera público y Christine disfrutaba picándola llamándola la mayor parte de las veces “cuñada”.


-Pero, Mary… Una cosa…-dijo Gwen de repente, pensando.-Eso supone que si te la conceden te irías a vivir a Londres al menos durante algunos meses…

La chica asintió. La verdad es que aunque sabía lo de Londres, no se había parado a pensar lo que aquello implicaba hasta esos momentos. Dejar Liverpool, a las chicas, su casa, algo que sería más duro para ella de lo que pensaba… Pero por otra parte, lo de Londres, aparte de la beca y de la ciudad en sí, le ofrecía otro gran atractivo: Ringo.

-Pero Londres está ahí mismo…-dijo Chris alegre.-Y es una ciudad genial.


-Bueno, eso dicen…-murmuró Gwen cabizbaja.

-¿Qué te pasa, Gwen?-se extrañó Mary cuando la vio así, aunque en realidad ya podía imaginarse por dónde iban los tiros.

-Pues que… No sé, todos acabaréis marchándoos a Londres… Primero George, bueno, aunque en eso estamos todas igual… Ahora tú…

-¡Ey! ¿Pero qué dices?-intentó animarla ella.-Primero, aún no me han dado la beca y segundo, aunque me vaya, volveré a Liverpool de cuando en cuando… Como ellos hacen.

-Sí, bueno…-respondió Gwen.-Pero… no veo a George desde hace casi tres semanas, desde los conciertos de Liverpool y Manchester… Y supongo que vosotras estáis igual. Reconoced que no estamos tan cerca de Londres.

-Pero tampoco es que esté en la China, Gwen…-le cortó Alice.

-Además, que lo de ellos es distinto.-añadió Chris.-No vienen más por motivos de agenda, no porque quede lejos…

Gwen asintió dando por zanjada la conversación, aunque no demasiado convencida con lo que le acababan de decir. Mary le lanzó una mirada suspicaz. La verdad es que, tanto ella como Alice y Christine estaban más o menos con los mismos ánimos derrotistas que Gwen, aunque se empeñaran en disimularlo. Entonces, por fin, entendió perfectamente las palabras que su madre le había dicho un par de meses antes sobre las relaciones a distancia y deseó, aún con más fuerzas, que le concedieran esa beca. En aquellos momentos, era la única manera viable de irse a Londres y de estar cerca de Ringo.

*********************************

John estaba sentado en el sofá de Kenwood, mirando de cuando en cuando el reloj mientras leía el periódico. Todo aquello se le estaba haciendo completamente insoportable. La casa, el continuar viviendo con Cyn aparentando de puertas para afuera que no pasaba nada, las fans que se agolpaban en la entrada… Hacía mucho que no consideraba a Kenwood su hogar, en realidad, jamás lo había considerado como tal. Simplemente era una mansión bonita, con montones de terrenos, donde él iba a dormir (a veces) y amontonaba todos los chismes y objetos de colecciones raras que se le antojaran. Nada más.

-Pronto te mandaré a la mierda, maldito cabrón.-masculló John mirando a la armadura que tenía plantada cerca de él, uno de sus antojos inútiles que había comprado cuando se mudaron allí y que había bautizado como Sydney.-Espero no volver a verte en mi vida.

Lejos de sentirse ridículo por estar hablándole a un montón de metal plantado, John se sintió extrañamente bien, como si el pronunciar aquellas palabras le hubiera quitado un peso de encima.

Sólo quedaban diez minutos. Diez malditos minutos que se le harían interminables y podría llamarla y hablar con ella. Encima, ese día ni siquiera tendría que subir y encerrarse pues Cyn había salido a cenar. Una de sus “galas sociales”. Sólo el servicio, escaso ya a esas horas, y Julian, que se había dormido ya plácidamente en su habitación, estaban en casa. Era paradójico. Él allí con Jules, aunque estuviera dormido, y Cyn de fiesta… Nunca en su vida había visto una situación similar.

Volvió a mirar su reloj una vez más y sonrió como un bobo cuando vio que ya era la hora. Sin pensárselo dos veces, alargó la mano y descolgó el teléfono que había al lado del sofá donde estaba sentado.

-¿Sí?-contestó Chris al otro lado.

-Hola preciosa…

-Hola idiota.-bromeó ella divertida.-¿Qué haces?

-Nada… Pajearme pensando en la última vez que estuvimos juntos…-rió él. Sabía que aquello la ponía de los nervios.

-A veces me dan ganas de estamparte contra una pared.-contestó ella picada.

John soltó una risita.

-Bah, en serio. Estaba pensando en ti, pero no haciéndome pajas… Aunque pensándolo bien quizás ahora cuando cuelgue…

-¡John!

-Boba…-rió él.-Por eso me gustas tanto… ¿Qué tal las cosas?

-Bien, aunque algo aburrida sin mi teddy boy con flequillo… Mira, no estás aquí y estoy como…

-¿Sola? ¿Triste?

-No, más bien estoy tranquila.-rió Christine.

John soltó una sonora carcajada.

-Vale, vale, ¿ha sido esa tu venganza por lo de las pajas? ¡Me rindo!

-No ha sido venganza, era cierto.-contestó ella divertida.

-Sólo me quieres por mi culo.

-Por supuesto que sí. ¿Acaso pensabas que te quería por otra cosa? Iluso…

-Te odio, pequeña víbora.-respondió John resuelto entre risas.- Dime… ¿ya pilláis vacaciones en esa mierda de universidad?

-Dos días y seré libre.-contestó ella.

-Y en cinco me tienes ahí.-le cortó él poniéndose ahora repentinamente dulce.- Creo que la Nochebuena y la Navidad con Mimi se me harán insoportablemente largas… Quiero verte. No, corrijo, necesito verte.

-Y yo estoy esperando el día 26 como una loca…-contestó ella en el mismo tono de voz.-Vas a quedarte en el mismo hotel, ¿no?

-Sí, la reserva está hecha... Oye, pequeña, me gustaría pedirte algo…

-¿Qué?-preguntó la chica intrigada.

John suspiró antes de hablar.

-Verás, te parecerá una tontería, pero me gustaría que te quedaras algún día a pasar la noche entera conmigo… Vamos, que te quedes después también a dormir allí, a mi lado. Me da rabia tenerte y que después te tengas que ir a casa a toda prisa…

-A mí también me encantaría despertarme a tu lado…-contestó ella.-Veré qué me invento para pasarme una noche fuera…

John sonrió satisfecho ante aquello. Era perfecto.

Continuaron charlando diciéndose, unas veces en serio, unas veces en broma, un montón de cosas, incluido lo de Mary y su beca. En total, estuvieron más de una hora colgados al teléfono, una hora que, como todos los días, se les hacía demasiado corta. Se despidió de ella con un sincero “te quiero” cuando Chris le dijo que el coche de su padre acababa de entrar en el garaje y colgó resignado. Si por él fuera, hubiera estado por lo menos una hora más hablando con ella… Bueno no, si por él fuera, Chris no estaría en Liverpool sino con él, en algún piso del centro los dos juntos, solos.

************************

Volver a verse había sido sencillamente fantástico para Alice. Había acudido a su casa el día del regreso para esperarle allí junto con Jim, Chris y Mike, que había regresado justo el día anterior de Escocia. Todavía le resultaba muy extraño que tanto Jim como Mike la consideraran ya como la “novia oficial” de Paul. Y sí, así era. Era ya totalmente oficial, aunque aún no hubiera salido en los medios, y sus familias, tanto de un lado como de otro, estaban completamente enteradas. Pese a su sorpresa, sus padres, aunque sabía que el asunto no les hacía mucha gracia, ni se habían opuesto ni habían mostrado ninguna objeción a su relación, cosa que a Alice le causaba una intensa sensación de tranquilidad ante todo lo que estaba pasando.

Y allí estaban ahora los dos, juntos, paseando por Heswall tranquilamente mientras charlaban.

-¡Eres Paul!-gritó de repente una adolescente de unos doce o trece años cuando los vio.

Efectivamente Paul iba sin disfrazar, pese a que aquello, justo hacía una hora, les hubiera costado una pequeña discusión. Alice todavía estaba muy indecisa  sobre la reacción de la gente cuando supiera que estaban juntos, pero aquello a él no parecía importarle lo más mínimo. “No me importa lo que digan los demás, no voy a esconderme toda la vida cuando salgo contigo”, le había dicho. Y así, haciendo gala de una cabezonería absoluta, Paul se había salido con la suya e incluso había acabado convenciéndola con sus artes de seductor nato.

-¡Fírmame un autógrafo, por favor!-exclamó la chiquilla cuando llegó hasta donde estaban ellos sin poder ocultar su incipiente histeria.

Paul le dedicó una sonrisa mientras la chiquilla sacaba un trozo de papel medio escrito y arrugado del bolsillo de su abrigo y se lo tendía.

-Sólo tengo este papel…-masculló a modo de disculpa la chica cuando vio que Paul se quedaba mirando aquello de manera divertida.

-No pasa nada.-le contestó él agarrando el papel mientras rebuscaba en su chaqueta.-Oh, no… No tengo ningún bolígrafo.

-Pues yo tampoco…-contestó la chiquilla sin poder ocultar su decepción.

-¿Tienes un boli o una pluma tú, cariño?

Alice sintió como el corazón dejaba de latirle cuando oyó que Paul la acababa de llamar “cariño” delante de una fan. Se quedó mirándolo sorprendida durante unas milésimas de segundo mientras notaba la mirada gélida y acusatoria de la chiquilla posada sobre ella.

-Creo que debo de tener alguno por el bolso…-contestó finalmente con voz débil.

Sin duda, si las miradas matasen, Alice hubiera caído fulminada al instante por aquella chiquilla de apariencia en principio dulce y con cara de niña. No obstante, hizo acopio de todas sus fuerzas e, ignorándola por completo, le tendió un bolígrafo a Paul.

-Toma.

-Gracias, guapa.-le contestó Paul dirigiéndole una mirada de lo más tierna. Después, volviéndose hacia la chica que aún estaba allí plantada mirando la escena con cara de sorpresa y odio a la vez, preguntó:-¿Cómo te llamas?

-Demi.

Paul garabateó unas palabras en el papel, firmó y se lo devolvió a la chica de nuevo.

-Muchas gracias, Paul.-contestó ella mirándolo embelesada.-Eres mi favorito y te quiero muchísimo, de verdad.

Paul soltó una risita y después de despedirse de ella agarró la mano de Alice fuertemente y sin ningún disimulo y reemprendieron su paseo mientras la chica sentía todavía como la tal Demi le dirigía la peor mirada de desprecio que le había dirigido nadie en toda su vida.

****************************

-¡Pero eso es la mejor noticia que me podías dar!-exclamó Ringo sosteniendo a Mary en alto.

Mary soltó una carcajada por la impresión. Le acababa de decir lo de la posible beca y que Perkins le había comentado que tenía bastante posibilidades de que se la concedieran y Ringo no había tenido otra reacción que agarrarla por la cintura y levantarla como si fuera una pluma.

-¿Cómo no me lo habías dicho antes?-preguntó el chico después de darle un beso.

-Quería decírtelo cuando supiera que tenía posibilidades de que me la dieran…

Ringo la dejó otra vez en el suelo y le dedicó una inmensa sonrisa.

-Chica lista.-rió él.-Estoy seguro de que lo conseguirás y entonces... te vendrás a Londres, conmigo.

-No cantes victoria todavía.-dijo Mary dándole una caricia en la mejilla.-Aún no me la han dado, así que…

-¿Y cuándo vas a saber eso?

-Supongo que a mediados de enero… Y en el caso de que la concedan, es hacer los exámenes del primer cuatrimestre aquí, los de febrero, y después te incorporas inmediatamente en Londres.

-O sea que…-empezó a decir Ringo sonriente.-A partir de mediados de febrero Sunny Heights no estará tan vacía…

Mary se puso seria de repente cuando entendió lo que Ringo estaba insinuando.

-Rich… ¿me estás diciendo que…?

-No querrás alquilarte un piso estando yo allí, ¿verdad?

-Pero… Llevamos nada saliendo e irse a vivir juntos…

-Crees que es demasiado precipitado, ¿no?-dijo él poniendo una sonrisa de resignación.

-Pues, no sé Rich, puede que un poco…-dijo Mary contrariada.-Pero no te enfades. Yo te quiero mucho y…

-Lo sé, princesa.-sonrió Ringo dándole un breve beso en los labios.-A veces olvido que tienes dieciocho años y que todavía es demasiado pronto para todas estas cosas… Pero hagamos una cosa… Si te vinieras podrías quedarte en Montagu Square. El piso que tengo allí es una pasada, está cerquita de Oxford Street y…

-¿Cerca de Oxford Street? Con la cantidad de tiendas que hay allí… ¿pretendes que me arruine?-rió Mary.

-No será para tanto…-rió Ringo también.-¿Qué me dices?

-Todavía no me la han dado, así que si me conceden esa beca, ya hablaremos.-contestó ella suavemente aún indecisa y confundida por todo aquello que Ringo le estaba ofreciendo.

-Está bien.-contestó él.- Pero tenlo en cuenta, ¿vale?

-Vale.

Y dicho esto, Mary le plantó uno de los besos más dulces que jamás le había dado. No quería que pensara que el declinar sus ofertas significaba que no quería estar con él y, aunque sabía que Ringo no pensaba eso ni muchísimo menos, ésa era su manera de demostrarle en aquellos momentos que él era la persona que más quería en el mundo.

*****************************

Christine abrió los ojos lentamente. Al principio no sabía ni dónde estaba, pero el contacto de John a su lado se lo recordó enseguida. Acababa de pasar la noche con él, la noche más maravillosa de toda su vida. Se acomodó lentamente a su lado y lo miró. Dormía plácidamente como un niño. Su pecho desnudo subía y bajaba lenta y pausadamente. De repente, casi como si hubiera sabido que ella se había despertado, John entreabrió los ojos.

-Buenos días, dormilón.-saludó ella mientras le daba un beso en la mejilla.

-Pequeña…-masculló él en un susurro. Estaba más dormido que despierto todavía y a ella le resultaba bastante gracioso verlo así.-Buenos días.

John se volvió lentamente hacia ella a la vez que abría totalmente los ojos.

-Hacía años que no dormía tan bien…-sonrió él.-¡Oye! ¿Qué haces con mi pijama puesto?

Christine soltó una inmensa carcajada. No se había visto pero seguramente ofrecería un aspecto casi tan cómico como el de John medio dormido. Ni siquiera se acordaba de que se lo había puesto de madrugada mientras él ya estaba profundamente dormido.

-Olvidé traerme el mío y soy muy friolera en la cama…-contestó la chica divertida.-Así que te lo robé.

-Pequeña ladrona…-rió John.-Y si tenías frío… ¿Por qué no me has avisado y te hubiera dado otro tipo de calor?

Chris soltó una risita a la vez que John se abalanzaba sobre ella.

-Ahora devuélveme lo que es mío.-dijo el chico colocándose encima de ella.-Mi pijama. Quítatelo ya.

-No, es calentito.-rió ella revolviéndole el pelo.

-Más calentito es el dueño…-dijo John con una sonrisilla pícara antes de plantarle un beso.-Quiero mi pijama, ladronzuela.

-Te aguantas, Lennon.

-¿Que me aguante?-dijo él fingiendo indignarse-¿Pues sabes lo que te digo? Que si no te quitas tú ese maldito pijama… ¡Te lo quito yo!

La chica volvió a soltar una risita antes de que John le volviera a dar un beso apasionado. Y entonces, otra vez, perdió el control del todo y se dejó llevar dispuesta a que los dos volvieran a ser de nuevo una misma persona.

******************************

Mike estaba poniendo en orden sus libros en las estanterías de su habitación cuando de repente un Ferrari azul aparcó unos pocos metros más abajo de la entrada de su casa. Estando desde la planta de abajo jamás hubiera podido contemplar esa escena, pero desde su habitación en la segunda planta podía verlo perfectamente.

Aunque el coche le sonaba muchísimo, al principio no hizo ningún caso, ni al coche ni a ninguno de sus dos ocupantes pero, de repente, algo llamó su atención… Aquel abrigo… Fijó la vista de nuevo entrecerrando los ojos para ver mejor y la reconoció. Su hermana estaba allí besándose sin ningún reparo con un chico que desde allí no era capaz de reconocer. Mike esbozó una sonrisa a la vez que cierta indignación le recorría el cuerpo al entender que seguramente su hermana no había pasado la noche en Allerton con su amiga Rose sino con aquel chico. Estuvo mirando deliberadamente unos instantes más hasta que se separaron y entonces Mike sintió como una oleada de odio y de rabia le invadía cuando reconoció, sin que hubiera ningún sitio para la duda, a John.

Chris bajó del coche en ese mismo instante y Lennon arrancó el coche y desapareció calle abajo. Fue entonces cuando Mike bajó las escaleras completamente fuera de sí justo en el momento en el que su hermana entraba en la casa.

-¡Hostia puta, Christine!-gritó nada más la vio.-¡¿Pero de qué coño vas?!

-¿Perdona?-preguntó la chica mirándolo extrañada.

-¡No te hagas la tonta, joder!-continuó él a gritos.-¡Te acabo de ver!

La chica empalideció de repente.

-Mike… Puedo explicarte…

-¡No quiero que me expliques nada! ¡Estás completamente loca!

-¿Pero qué son esos gritos?

La pregunta de Paul hizo que Mike se girase indignado hacia su hermano mayor, que acababa de bajar las escaleras con cara de sorpresa.

-¡Tu hermana, Paul! ¿A qué no sabes con quién la acabo de ver besándose en el coche?

Paul cambió su expresión enseguida y empalideció, como segundos antes había hecho su hermana. Mike se quedó mirándolo, analizándolo detenidamente durante unos segundos. Lo conocía demasiado bien.

-¿Paul?-preguntó indignado bajando el tono de voz.-No me jodas… Tú… Tú… ¡Lo sabías!

-Vamos a tranquilizarnos todos un poco, Mike.-le respondió Paul con serenidad.

-¿Qué me tranquilice? ¡Tú eres peor que ella!

-¡Michael! Escucha… A mí mismo tampoco me emociona la idea de que Chris y John… Pero, joder, hemos de entender que…

-¡No hay nada que entender!-exclamó Mike volviéndose de nuevo hacia su hermana, que seguía allí plantada, blanca como la pared.-¿Tú sabes que John está casado? ¡Casado y con un hijo!

Christine cambió su expresión de repente y lo miró desafiante.

-Claro que lo sé.-contestó casi gritando.-Pero tú no entiendes una mierda, Mike. Nos queremos y punto.

Mike soltó una carcajada indignada.

-¿Qué pasa, hermanita? ¿Te has pasado con los porros?-preguntó Mike con todo el sarcasmo del que fue capaz de usar esos momentos.- ¿Tan idiota eres como para creerte que ese tío te quiere de verdad?

-¡Por supuesto que me quiere!-exclamó ella.-¡Y yo a él!

-No te hacía tan jodidamente crédula…-le dijo Mike acercándose a su hermana hasta quedar a escasos centímetros de ella.-¿Quieres que te diga qué significado tienen los “te quiero” de Lennon? ¿Quieres?

-Sorpréndeme.-le contestó ella desafiante.

-Significan “quiero follar contigo”, nada más.-le espetó Mike con toda la dureza del mundo.

Chris se mantuvo unos segundos en silencio, respirando agitadamente sin moverse ni un milímetro de su sitio.

-Pues… ¿sabes, Mike?-dijo finalmente silbando las palabras.-Folla de maravilla.

Mike no fue capaz de controlarse en esos momentos y simplemente le soltó un sonoro bofetón a su hermana, que se quedó mirándolo incrédula aunque sin soltar ni una lágrima.

-¡Mierda, Mike!-gritó Paul empujándolo hacia atrás.-¡Déjala en paz!

-¡Sí, eso! ¡Sal a defenderla aunque no tenga razón! ¡Cómo has hecho toda tu puta vida!

-¡No le hables así a Paul, esto no va con él!-intervino Christine a gritos.

-¡Tú ni siquiera te atrevas a hablar!

Y justo en el momento en el que Chris se disponía replicarle, la puerta de casa se abrió de nuevo y entró Jim.

-¿Pero qué pasa?-preguntó el hombre con cara de pocos amigos al ver a sus tres hijos mirándose con odio.-Se os oye gritar desde la calle.

Mike soltó una carcajada indignada. Todavía podía sentir la rabia en su cuerpo, la indignación e incluso el odio por Lennon.

-Mejor le preguntas a tu hija.-contestó Mike con sarcasmo.-O quizás a Paul.

Jim se volvió hacia Christine, que en aquellos momentos estaba dirigiéndole a Mike una mirada asesina.

-¿Hija?

Chris no contestó.

-No pasa nada, papá.-dijo Paul intentando calmar los ánimos.-Estábamos discutiendo por una tontería, así que…

-¡¿Una tontería?!-gritó Mike nuevamente.-¿Consideras tontería que Christine esté liada con John Lennon?

Un silencio sepulcral se hizo en la casa. Fue justo en ese momento cuando Mike, hasta ese momento fuera de sí, se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Miró a su hermana a los ojos dedicándole, en un vano intento por dar vuelta atrás, una mirada suplicante. Chris, con los ojos humedecidos, le apartó la mirada con un desprecio que hizo que Mike sintiera como se rompía por dentro.

-¿Es verdad lo que dice tu hermano?-preguntó Jim secamente dirigiéndose a su hija.

Chris se giró y le sostuvo la mirada unos instantes. Mike y Paul permanecían parados mirando la escena incrédulos.

-Sí.-contestó la chica finalmente con determinación.

-¿Qué?-preguntó su padre obviamente intentando contenerse.

-Lo que oyes, papá. Estoy con John.

-¡Por el amor de Dios, Christine!-gritó su padre dando un fuerte golpe en la pared.-¡Eres la amante de Lennon! ¡Mi hija! ¡Mi propia hija convertida en una… puta!

-Papá, por favor…-intervino Paul.-Sabes que John está en pleno divorcio, así que…

-¡Tú ni siquiera me hables, Paul! ¡Le has ofrecido a tu hermana a ese maldito hijo de perra! ¡A tu propia hermana!

-¡Nadie me ha ofrecido a nadie, papá!-le cortó Chris.-¡Y sí, soy la amante de John! ¡Y me da igual, lo quiero! ¡Y si eso me convierte en una puta pues soy una puta!

Jim se quedó mirándola duramente.

-Me avergüenzo de ti.-dijo finalmente.-No sé que es lo que hice mal contigo. Si tu madre te viera ahora… No vas a volver a verle. Y como ese cabrón ose poner un pie en mi casa, lo mato.

-No puedes ordenarme eso.-le replicó Chris con odio.-No puedes impedir que le vea.

-Y tanto que puedo…-masculló el hombre.-Mientras vivas bajo mi techo no vas a ver a ese desgraciado.

-Pienso verle de todas las maneras, por mucho que digas.-le espetó la chica.

-¿Es eso lo que quieres? ¿Es eso?-preguntó su padre dedicándole una mirada glacial.-Pues muy bien. Si eso es lo que quieres, lárgate ahora mismo de mi casa.

Paul y Mike sintieron como la tierra se les escapaba de los pies mientras Christine, limpiándose una lágrima de la mejilla con rabia, le dedicaba una última mirada de odio a su padre y otra a Mike y corría escaleras arriba sin decir ni una palabra.

-Mierda.-murmuró Paul antes de salir corriendo detrás de la chica dejándose a Mike y a su padre solos.

-Papá…-mumuró Mike.

-Tranquilo, Michael. Has hecho bien en decírmelo…

Y entonces, Jim McCartney hizo algo que Mike sólo le había visto hacer una vez en toda su vida: ponerse a llorar como un niño.




Hola! Cómo estáis? Yo bien y aquí de nuevo después de una semana un poco extraña marcada por la vuelta al trabajo. Qué os pareció el capi? Se masca la tragedia! XD En fin, que nada, como siempre, un abrazo muy grande y tranquilas porque a las que me habéis exigido el perfume de D&G en persona que os prometí el otro día, que sepais que lo tenéis en marcha. Hablé con los dueños de las perfumerías donde vivís y quedamos en que simplemente paseis por allí a recogerlo, pagais lo que os diga el dependiente, y os lo dan... :P
Besos a todas y gracias por comentar! Muaks!

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 25: Tormenta y despedida

Era ya la última clase de la mañana y en el aula sólo podía escucharse el rasgar de los bolígrafos de los alumnos sobre el papel. Escribían todos a un ritmo frenético. Y es que estaban a sólo un par de semanas de los primeros exámenes parciales de la carrera, por eso estaban todos completamente concentrados.

Sólo tres personas en aquella inmensa aula repleta de gente, parecían estar en otras cosas. Sí, escribían, pero a un ritmo mucho más pausado que los demás, pillando sólo algunas ideas sueltas que dejaba hacer el profesor de cuando en cuando y sin poner demasiada atención en lo que estaban haciendo. Mary y Chris eran dos de esas personas. Tanto una como otra estaban pensando en la inminente despedida que se produciría dentro de pocos días. El tercero era David, sentado un par de filas más arriba y que, en lugar de escribir, se estaba dedicando a observar detenidamente a Christine, cosa de la que la chica no era ajena y hacía que se sintiera muy incómoda.

Desde la desafortunada cita que tuvieron hacía un par de semanas y que acabó como acabó, apenas se habían vuelto a hablar. Por un lado, las frecuentes faltas de la chica desde que estaba con John, habían hecho que se vieran más bien poco. Por otro lado, estaba lo incómoda que ella se sentía con el chico después de todo lo que había pasado, con lo cual intentaba evitarlo lo más posible, limitándose sólo a saludarle y a intercambiar con él escuetas frases cuando no tenía más remedio. No obstante, David parecía no querer cesar en su empeño por acercarse un poco más a ella y frecuentemente buscaba excusas para hablarle, cosa que a Chris no le hacía ni pizca de gracia. Gracias a Mary, que estaba enterada de todo y que muchas veces se metía por medio para quitarle a David de encima, la situación era un poco más llevadera.

La clase terminó al cabo de Christine se le hizo eterno. Estaba recogiendo sus cosas de la mesa mientras charlaba con Mary cuando David se acercó a ellas con paso decidido.

-Buenos días, chicas.-saludó él sonriente.-Hoy no nos habíamos ni saludado…

-Buenos días…-le contestó Mary poniendo una sonrisilla de incomodidad.

-Pues yo no sé que tienen de buenos…-masculló Christine entre dientes, sin poder evitar la brusquedad de la contestación. Le fastidiaba, y mucho, la insistencia de Dave.

El chico soltó una risita. Obviamente se había tomado a broma el comentario aunque ella lo hubiera dicho completamente en serio.

-Sí, bien…Las clases estas arruinan el día a cualquiera…-contestó él.-Pero bueno, me preguntaba si mañana sábado teníais algo que hacer por la noche.

-Millones de cosas importantes.-le cortó Chris sarcástica.

-La verdad es que sí, lo siento Dave…-se apresuró a decir Mary en tono afable mientras le dedicaba una mirada asesina a su amiga por usar aquellas maneras.-Verás, tenemos una cena de despedida y no podemos faltar.

-¿De despedida?-se extrañó el chico.

-Sí, de despedida. Adiós con el corazón, bye bye, au revoir y todas esas cosas, ya sabes…

-Chris…-le replicó Mary.-Perdónala, Dave, es que está de mal humor porque su hermano vuelve a Londres el lunes.
-Aaaah… Lo siento, pues.-dijo David dirigiéndose a ella.-Pero bueno, tampoco es tan grave, ¿no? Quiero decir, que un hermano… No sé… Si estás un tiempo sin verlo tampoco pasa nada… Y tú ya debes estar bastante acostumbrada a todo eso, creo yo…

-Ya…-murmuró Christine con cara de asco mal contenida.

-Bueno, Dave, nos tenemos que marchar, ¿vale?-cortó Mary antes de que su amiga le soltara alguna grosería más al chico.-Hablamos otro rato.

Las dos chicas salieron del aula en silencio, dejándose al chico allí plantado mientras las miraba como un pasmarote.

-¿Pero qué coño te pasa?- le preguntó Mary a Chris cuando salieron del edificio.-Sólo te falta morder…

-¿En serio quieres que te explique lo que me pasa?-le respondió Chris un poco molesta. Sabía que Mary tenía razón, pero aún así no lo podía evitar.

-Rich también se va, no sé si lo sabes...-le replicó Mary.-Así que no eres la única que está de mal humor.

Christine lanzó un suspiro exasperado. Estaban ya saliendo del campus universitario.

-Sí, igual será…-dijo finalmente.-Rich va a venir a verte cuando le dé la gana, igual que hará mi hermano con Alice o George con Gwen… Pero John no puede hacer eso, ¿sabes?

-¿Cómo que no puede?-se extrañó Mary.-Mimi vive aquí, puede decir que va a visitarla y…

-Mimi se muda la semana que viene.-le cortó Chris tajante.

Mary se quedó mirándola extrañada. Obviamente no tenía ni idea de eso.

-Ha vendido Mendips y se va de Liverpool.-continuó ella.-A Sandbanks, en el sur de Inglaterra. John le compró la casa en primavera… Así que ya me dirás ahora qué excusa se busca para venir aquí…

Su amiga calló durante unos instantes, meditando la respuesta que debía darle después de enterarse de aquello.

-Mira, aunque no esté Mimi aquí continúan viviendo sus hermanas… Y tiene más familia, ¿no?-dijo-Además, de todas formas, tampoco crea que deba buscarse ninguna excusa… Si Cynthia ya sabe lo del divorcio…

-Eso mismo dice él.-respondió Chris poniendo una sonrisa amarga.-Pero no sé si quiero que venga…

Mary le dedicó una mirada confusa y Christine se apresuró a aclarar sus palabras:

-Verás, quiero verle, estar con él… Si paso un día sin verle o escuchar sus payasadas y no soy yo… Pero imagínate si la prensa se llegara a enterar de esto antes de que se divorcie… Y ya sabes que Liverpool es como un maldito pueblo: aquí todo se sabe más pronto que tarde…

-Sabes que John va a pasar de esas preocupaciones tuyas y va a hacer lo que le dé la gana, ¿no?-le cortó Mary sonriendo.

-Sí, lo sé.-contestó Chris con la mirada perdida.-De hecho ayer me lo dijo así, con esas mismas palabras… Supongo que es una de las cosas por las que me quedé colgada de él… John es así. Pero no deja de preocuparme el tema: él, el grupo… Todo se iría a la mierda por mi culpa y no quiero que pase eso.

-No seas tonta, Christine McCartney. Todo saldrá bien, ya lo verás.-sonrió Mary.-Anda, ven y dame un abrazo, monstruo.

Christine soltó una risita entre dientes con la broma y se dejó abrazar por su amiga. La verdad era que en aquellos momentos le hacía mucha falta.

***************

Mary se despidió de Christine unos cuantos metros más abajo y se adentró, como siempre, en la callejuela donde Ringo la solía esperar después de clase. La verdad es que se le haría muy raro, a partir del lunes, volver a ir a la parada del autobús que iba hacia su barrio en lugar de allí. No le costó divisar para nada el coche del chico, aparcado detrás de una furgoneta comercial de color blanco que lo ocultaba parcialmente. Él estaba afuera, con una gorra echada hacia delante que cubría su cara casi al completo, apoyado sobre la puerta del copiloto mirando al suelo con aire pensativo.

-Hola, Rich.-lo saludó ella cuando se acercó.

El chico levantó la cabeza y la miró, dedicándole una tierna sonrisa.

-Hola.-respondió acercándose para besarla.

Ella le devolvió el beso, pero de una manera bastante más fría que lo habitual. Lo cierto es que aún estaba algo disgustada por el hecho de que él no le hubiera dicho antes que se iban ya y, eso, unido al hecho de que estaba bastante chafada por tener que despedirse de él tan pronto durante un tiempo indefinido, hacía que se comportara de ese modo tan distante.

-¿Aún estamos con esas?-le preguntó Ringo cuando se separaron. No lo había dicho bruscamente ni enfadado, simplemente estaba tremendamente serio.-No sé cómo decirte que lo siento… Sé que debería habértelo dicho, pero…

Mary soltó un suspiro. Claro que sabía que lo sentía y por supuesto que se lo perdonaba.

-Tranquilo, Rich.-le contestó ella sonriendo de manera tranquilizadora.-No es por eso…

-¿Y?

-Supongo que todos estamos un poco mal por el hecho de que os tengáis que ir tan pronto…-respondió Mary mirándolo a los ojos.-Todavía no me hago a la idea…

-Yo tampoco…-murmuró él bajando la vista.

Mary sonrió y le dio un beso breve y dulce en los labios, como intentando redimirse por su frialdad de hacía unos instantes.

-¿Me llevas a casa, Starkey?-bromeó después de eso.

Ringo soltó una risita entre dientes.

-Pues mira, no.-contestó resuelto.-A casa no te llevo. Hoy te invito yo a almorzar, ¿te parece?

-Pero…

-Pero nada. Además, tu madre nunca come en casa los viernes.-le dijo el chico abriéndole la puerta del coche.-Así que te vienes conmigo.

****************

-¡Papá, espera!-gritó Chris cuando vio a su padre entrando en casa.-¡No cierres la puerta!

El hombre miró en su dirección y esperó a que su hija llegara hasta la casa en una carrera.

-No hacía falta que te pusieras a correr, hija…-dijo divertido mientras, ahora sí, cerraba la puerta que daba acceso al jardín tras ella.-¿Qué tal han ido hoy las clases?

-Aburridas, como siempre.-bromeó la chica después de darle un beso en la mejilla.

-¿Aburridas?-se extrañó el hombre.-¿No te gusta la carrera?

Chris soltó una risita.

-La carrera me encanta, pero no por eso las clases dejan de ser un aburrimiento…-contestó ella.

-No tienes remedio…

-Lo sé.

-Sólo espero que no suspendas en los exámenes.-refunfuñó su padre mientras abría la puerta de casa.-Exámenes que sé que tienes a la vuelta de la esquina… Unos exámenes por los que no veo yo que estés estudiando mucho.

-Bah, papá, no seas agorero…-dijo ella divertida.-Son parciales, no hay mucho temario. Además, ¿cuándo te he suspendido yo algo?

-La universidad no es el instituto…

-Papá…

Justo en esos momentos, cuando iban a cerrar la puerta de casa, escucharon como alguien les llamaba desde afuera. A Chris le dio un vuelco el estómago. Sería capaz de reconocer aquella voz entre un millón.

-¡Vaya, hola!-dijo Jim con una sonrisa mirando hacia la puerta del jardín. Después, volviéndose hacia su hija, añadió:-Anda, Christie... Ve y ábrele a John.

Chris asintió y se dirigió hacia donde estaba él, que no le quitaba ojo de encima y sonreía descaradamente. La chica en aquellos momentos no sabía ni qué pensar ni qué sentir. Verle siempre era una alegría para ella, pero estaba su padre delante y si Jim notaba algo raro estaba acabada.

-¿Qué haces aquí?-susurró empezando a abrirle la puerta.

John le guiñó un ojo de manera casi imperceptible y Chris, de manera instintiva, miró hacia la puerta de casa, donde permanecía su padre. Afortunadamente, en esos no momentos, el hombre se estaba encendiendo un cigarrillo y no estaba mirando hacia ellos.

-Te quiero.-susurró John cuando pasó por su lado. Lo había dicho tan bajo que hasta a ella le había costado entenderlo.

Chris se quedó allí plantada viendo como John se dirigía hacia su padre con una sonrisa. Todavía no se explicaba cómo podía ser tan caradura. A ella el corazón le latía a mil por hora y él estaba allí tan tranquilo.

-¿Qué hay, Jim?-saludó él cuando llegó a la altura de su padre.

-Bien, bien…-contestó.-Aquí estaba, combatiendo con mi hija, para variar…

John soltó una pequeña carcajada y se volvió Christine, que en aquellos momentos ya había llegado a donde estaban ellos.

-¿A ver a mi hijo, John?

-Sí.-respondió él girándose de nuevo hacia Jim.-De hecho me envía Brian. Al parecer ha estado llamando toda la mañana para decirle los detalles del viaje del lunes y no contesta…

-¿No?-se extrañó el hombre.

-Dice que comunica. Igual está el teléfono mal colgado o algo…

-Puede…-dijo Jim.-Bueno, entremos y hablas con él.

John esperó a que padre e hija entraran delante de él y se puso detrás de la chica, demasiado pegado a ella. Sólo faltaba que la abrazara por detrás.

-¡Paul!-exclamó su padre cuando entraron en la casa. Christine aprovechó aquel despiste del hombre para volverse y darle un manotazo a John en el pecho, haciendo que el chico se alejara un paso de ella con una sonrisa pícara en los labios.

-Qué raro… No contesta…-masculló Jim entrando en el salón.- ¡Paul!

Christine sintió como de nuevo el corazón le daba un vuelco, no por nada agradable como antes, sino porque por su mente pasaron un montón de cosas extrañas, y ninguna buena, cuando escuchó a su padre exclamar el nombre de su hermano. Le dirigió una mirada rápida y angustiada a John, que también se había puesto tremendamente serio de repente, antes de asomarse los dos casi a la vez en el salón.

Y entonces ni John ni ella pudieron evitar soltar una carcajada casi al unísono cuando vieron la escena que estaba teniendo lugar en allí dentro. Sí, efectivamente Paul estaba allí, pero ni estaba mal precisamente ni tampoco estaba solo. Al parecer, Jim, que aún permanecía plantado donde ellos, ahora con una sonrisa burlona en la cara, aunque igual de sorprendido que hacía unos segundos, acababa de pillar a Paul y a Alice en una de sus sesiones intensivas de besos como lo había hecho ella días antes. La diferencia es que aquella vez, ellos sí que se habían enterado de que habían sido pillados. Paul parecía bastante tranquilo, con cara de no haber roto nunca un plato, como siempre hacía cuando lo pillaban haciendo algo. Pero Alice… La cara de Alice era todo un poema y la pobre no sabía dónde esconderse. Era obvio que se habían olvidado de la hora que era y por eso los habían pillado.

-Bueno… Yo mejor me subo a mi habitación…-dijo Jim divertido dándose la vuelta.-Voy a ponerme cómodo… Aquí os quedáis, chicos… y chicas.

El hombre desapareció de allí sin más y se perdió escaleras arriba enseguida. John y Chris entraron los dos como un huracán en el salón y se quedaron mirando a la pareja divertidos.

-¿Qué?-ladró Paul enfurruñado.

-Menuda pillada, Macca.-rió John.

-Hola Alice.-saludó Christine intentando contenerse la risa.

-Hola…-masculló la chica roja como un tomate.-Joder… qué vergüenza... ¿Qué va a pensar tu padre?

-Tranquila, se lo ha tomado a risa…-contestó Chris divertida.

-Esto puede que se lo haya tomado a risa, pero si baja y os vea a vosotros dos agarrados de la mano no creo que le haga tanta gracia…-refunfuñó Paul.

Hasta que su hermano no dijo aquello, Christine no fue consciente de que John y ella tenían las manos entrelazadas. Había sido algo inconsciente, simplemente se habían agarrado de la mano cuando habían entrado en el comedor para hacerles la broma a Paul y a Alice. Inmediatamente, ella se soltó de John, asustada por lo que habría podido pasar si hubieran hecho eso sin darse cuenta delante de su padre.

-¿Qué haces aquí, John?-preguntó Paul mirándolo fijamente poniendo una sonrisa sarcástica.-¿Acaso vienes a que mi hermana te presente como nuevo miembro de la familia?

-Todo se andará, Paul, todo se andará…-rió John que en absoluto pareció molestarse por el comentario.-Pero por ahora no he venido para presentarme como tu cuñado oficial…

-Qué feo queda eso de llamarte cuñado…

-Más feo eres tú y mira…-bromeó John sacándose un papelito doblado del bolsillo de la chaqueta.-Toma, aquí tienes las instrucciones de Brian para la mierda del lunes este…

Paul se puso serio de repente, como lo habían hecho todos los que estaban allí cuando John nombró el lunes.

-Horarios y demás gilipolleces suyas…-continuó John tendiéndole el papel.-Ahí está todo…

-Vale.-dijo Paul guardándoselo en el bolsillo de la camisa sin ni siquiera mirarlo.

Un incómodo silencio se hizo de repente entre los cuatro. Era obvio que todos estaban con la cabeza en puesta en la despedida.

-Bien…-dijo Alice de repente.-Yo creo que lo mejor será que me vaya a casa…

-Y yo también me tendré que ir yendo…-masculló John fijando su mirada en Christine.

La chica lo miró. Sus ojitos empequeñecidos detrás del grueso cristal de sus gafas mostraban una tristeza y una seriedad que pocas veces le había visto y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Estuvo a punto de besarlo allí mismo, pero en el último momento se contuvo. Y menos mal que no lo hizo porque justo en aquel mismo instante, Jim McCartney apareció de nuevo en el salón. Fue entonces cuando Chris adquirió plenamente consciencia de que su asunto con John era lo más parecido a jugar con fuego que podía hacer. Y tenía la sensación de que tarde o temprano acabaría quemándose.

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Parecía mentira que fueran los mismos que estuvieron en el cumpleaños de Gwen hacía unos días que los que estaban ahora reunidos en el piso de Ringo. Sí, los ocho otra vez, pero con algunas diferencias. La primera es que ahora estaban todos emparejados y nadie hacía ningún esfuerzo por disimular ante los demás, ni siquiera Chris, bastante reacia a las muestras de afecto en público, le estaba poniendo problemas cuando le daba alguna caricia en el pelo o le robaba algún que otro beso. La segunda diferencia es que estaban todos bastante más serios que la vez anterior. La cena olía a despedida, y hasta el miope de John Lennon lo podía ver con claridad meridiana.

Estuvieron allí tranquilos, comiendo, bebiendo y fumando. Dejándose, también, a Alice y sobre todo a Gwen, pasmadas cuando John sacó de su bolsillo la marihuana y empezó a liar porros para fumárselos allí mismo. El chico sonrió divertido. Si reaccionaban así ante la marihuana, no se imaginaba lo que podría pasar cuando descubrieran su descubrimiento más reciente: sus viajes con LSD.

-¿Quién se anima a echarse unas risas?-preguntó mirándolos a todos.

Paul y Ringo asintieron casi al instante.

-Yo paso esta vez.-contestó George lanzándole una mirada furtiva a Gwen. Estaba claro que no quería colocarse por ella.

-Yo como mucho comparto.-respondió Chris a su lado.

John le dedicó una sonrisa. Le encantaba cuando se ponía en plan “voy a saltarme todas las normas”.

-Compartimos tú y yo, pequeña… ¿Mary? ¿Te apuntas?
La chica se lo quedó mirando. Primero a él, después a Ringo.

-Jamás he probado…-dijo finalmente.

-Alguna vez ha de ser la primera…-rió John pasándole un porro ya liado a Ringo.-Compártelo con tu chica, Rich. ¿Alice, Gwen?

Las dos chicas dudaron por unos instantes.

-Yo creo que no…-contestó Gwen al cabo de unos segundos.-Ni siquiera fumo…

-Y yo… No sé. Creo que como mucho le robaré unas caladas a Paul…-contestó Alice sonriente.

-Y como si me lo quieres robar entero…-le dijo Paul encendiéndose su porro.

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Habían bajado las escaleras del edificio al cabo de un buen rato. No era aún muy tarde pero, sobre todo ellos, iban ya bastante pasados, además de colocados. Estaban todos arremolinados en el portal discutiendo sobre a qué sitio iban a ir cuando John agarró a Christine por la cintura y la apartó varios pasos de los demás.

-¿Qué pasa, Johnny?-rió ella mientras él le besuqueaba el cuello.

-Pues que no hace falta que tú des tu opinión en todo eso…

-¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

-Pues porque tengo mejores planes para ti y para mí, pequeña… Fiesta privada, si lo quieres llamar así…

Chris se volvió y lo miró con una sonrisa traviesa.

-¿Y por qué debería ir a esa fiesta privada en lugar de con los otros, Lennon?

-Mmm… No sé…-susurró él antes de darle un intenso beso.-¿Por esto?

-Creo que me has convencido con tus argumentos…-respondió ella para justo después devolverle el beso.

-¡Pero por favor, qué asco!-gritó de repente Paul por detrás de ellos.-¿Podéis dejar de comeros la boca delante de mí, por favor?

Todos los que estaban allí estallaron en una inmensa carcajada, excepto Paul, claro, mientras ellos dos se separaban también con aspecto de estar divirtiéndose como nunca.

-Anda que…-rió George cuando John los miró.-¡Iros a un hotel!

-¿Y adónde crees que vamos?-respondió John con una risita.

-¡¿Qué?! ¿A un hotel? ¿Los dos?-preguntó Paul airado.

-Anda, Paul…-susurró Alice agarrándolo de la mano intentando contenerse la risa ante la reacción desmesurada del chico.

-Sí, eso he dicho.

Paul se limitó a soltar una serie de gruñidos ininteligibles mientras los demás no podían dejar de escapar risas por lo bajo.

-¿Nos vamos o qué, guapa?-le preguntó John a Christine tironeando de su mano.

-Pues claro.-contestó ella risueña y, después, dirigiéndose a los demás, añadió:-Adiós, chicos. Nos vemos mañana. Hermanito, no me esperes levantado…

-Largaros de aquí y que os aproveche.-masculló Paul enfurruñado todavía mientras los demás estallaban de nuevo en otra carcajada.

John y Chris salieron de allí casi en el acto, riendo, sin preocuparse por lo que podía suceder si alguien reconocía a un John Lennon sin disfrazar agarrado de la mano de otra chica que no era su esposa. Ni tan siquiera ella pensó en aquello. Seguramente serían los efectos del porro que se habían fumado, pero en aquellos momentos no les importaba absolutamente nada ni nadie.

**************************


Gwen estaba sentada en el sofá de uno de los reservados del Blue Angel, uno de los clubs más VIP de Liverpool al que iba por primera vez aquella noche en compañía de los chicos. La música estaba bien, su grupito estaba apartado del resto de la gente evitando así miradas indiscretas y le encantaba la compañía pero, sin embargo, no lo estaba pasando nada bien. No tenía ganas de fiestas, simple y llanamente.

-Hola cariño.-dijo George acercándose a ella. Llevaba un par de vasos en la mano.- Te traigo esto.

Gwen agarró el vaso con una sonrisilla y George se dejó caer a su lado en el sofá.

-¿Qué es?-preguntó olisqueando el contenido del vaso.

-Whiskey con cola.-contestó él.-  Espero haber acertado…

Gwen no contestó. No bebía y no podía saber si aquello que le traía George estaba bueno o no. Dio un breve sorbo al vaso y no pudo evitar poner una mueca de asco. Aquello estaba asqueroso.

-Veo que no he acertado…-rió George cuando vio la cara que puso.

-No, si está bueno…-mintió Gwen. Le sabía mal hacerle aquel desplante.

-Por la cara que has puesto diría que no…-contestó él con una sonrisa mientras le arrebataba el vaso de la mano.

-Es que… No estoy acostumbrada a todo esto…-masculló ella.

George se acercó a ella y empezó a juguetear con un mechón de su pelo.

-Es todo cuestión de acostumbrarse, como todo…-murmuró.-Oye, Gwen… ¿puedo preguntarte algo?

-¿Qué?

-¿Qué te pasa esta noche?

La pregunta de George la había pillado por sorpresa y no sabía muy bien qué responderle. Lo cierto es que ni ella misma lo sabía muy bien. La chica fijó la vista en los demás: sonaba una canción lenta y tanto Ringo y Mary como Paul y Alice estaban bailando juntos. Parecían todos tan felices…

-Te vas, eso es lo que me pasa…-contestó al cabo de unos segundos todavía con la mirada perdida.

George le puso la mano en la barbilla y le volvió la cara hacia él, obligándola a mirarlo.

-No me voy para siempre…-contestó con una sonrisa tranquilizadora.-Mira, hagamos una cosa… No sé mi agenda aún… Pero seguro que tenemos por lo menos un día o dos libres cada semana hasta que salgamos de gira, así que te prometo que vendré a Liverpool cada uno de esos días para estar contigo.

Gwen abrió los ojos como platos aún sin poder creerse la promesa que le acababa de hacer George.

-¿En serio?-preguntó la chica.-Pero… ¡ni siquiera vas a poder descansar ni un día!

-No te preocupes por eso, boba.-rió George.-Y te llamaré todos los días, eso seguro.

Gwen sonrió y no pudo reprimir sus ganas de darle un dulce beso al chico. Después de aquella promesa, su marcha el lunes no era una cosa tan trágica como había pensado.

*********************

Christine y John salieron del ascensor en silencio. Él la estaba abrazando fuerte, como si quisiera mantenerse aún unido a ella como lo habían estado físicamente hacía un rato. La chica jamás había estado tan a gusto. Estar así, caminando apoyando levemente su cabeza contra el pecho de John mientras él la rodeaba con el brazo le daba una seguridad y una tranquilidad que pocas veces había sentido en su vida. Simplemente tenía la sensación de que estando así con él nada malo podía sucederle.

Sin soltarse, se dirigieron hacia el mostrador de la recepción. El recepcionista, un hombre serio de unos cincuenta años les dedicó una mirada severa. Pese a que estaban inscritos con un nombre falso, era más que evidente que había reconocido a John. No obstante, que él les reconociera no preocupaba a Christine en absoluto. Sabía que si decía algo se jugaba su puesto de trabajo, estaba bajo una especie de secreto profesional, así que su aventura estaba a salvo.

-Señor y señora Winston…-murmuró el hombre mientras recogía la llave de la suite que le acababa de dar John.-Espero que, aunque breve, su estancia aquí haya sido de su agrado.

-No lo dude.-contestó John con una risita que avergonzó a Chris.

John le pagó lo que le debía, la habitación por una noche y una botella de champagne que él se había empeñado en pedir al servicio de habitaciones, por un precio que a Christine le pareció completamente desorbitado. Después se despidieron del recepcionista y salieron a la calle, ahora sí, rompiendo el abrazo de hacía unos momentos.

-Está a punto de amanecer…-murmuró Christine.

-Y hace un frío que pela…-dijo John mientras abría el coche.

Chris iba a meterse en el coche cuando lo vio. David, su compañero de clase, el pesado, el soso, el muermo, el idiota, bajaba en aquellos momentos por la calle, justo en la dirección en que ellos estaban.

-Mierda…-fue lo único que fue capaz de mascullar antes de que Dave los viera a los dos.

-¡Chris!-gritó David cuando la reconoció. Sólo estaba a escasos metros de ella.-¿Qué haces?

La chica puso una mueca de fastidio a la vez que John se giraba lentamente hacia él, entrecerrando los ojos para verlo mejor pese a que llevaba puestas las lentes de contacto. David iba claramente muy borracho y llegó hasta donde estaban ellos casi balanceándose.

-¿Quién es…?-preguntó con voz pastosa mirando a John.-¿Éste? ¿El idiota éste es con quien vas?

-Déjanos en paz, David.-le dijo Christine de malos modos apartándose un paso de él para evitar que le pusiera las manos encima como evidentemente quería hacer.

-Lárgate de aquí, tonto del culo.-masculló John mirándolo desafiante.

-Tú no me vas a decir que me largue…-le contestó David.-Oye, Christine… Joder… Jamás pensaba que estarías con el tío este… Si te dijo de todo el otro día… Y encima está casado… Hay que ser muy…

-Te he dicho que te largues, imbécil.-le cortó John acercándose hacia él.

David hizo un gesto de desprecio con la mano y continuó mirando a la chica. Sin que ella pudiera esperarlo, su compañero de clase le puso su mano en la cara y se la acarició, mirándola de manera penetrante. Ni siquiera le dio tiempo a apartarse, sólo a ver la mirada furibunda de John y de entender, en cuestión de milésimas de segundo, que David acababa de cometer el mayor error de toda su vida.

-¡No te atrevas a tocar a mi chica, maldito hijo de puta!-gritó John a la vez que lo agarraba por la espalda y lo apartaba violentamente de ella.

Chris se quedó paralizada, sin saber qué hacer, mientras John tiraba al suelo a David con un fuerte empujón y lo arrinconaba contra su coche a patadas furiosas.

-¡Joder, John!-gritó la chica cuando por fin reaccionó abalanzándose sobre él. Estaba completamente fuera de sí y sabía que si no lo impedía no iba a parar.-¡Para, mierda! ¡Lo vas a matar!

John paró de repente cuando sintió la mano de ella agarrándole del brazo y se quedó mirando a su víctima con la respiración agitada. Después, con un movimiento brusco se agachó y agarró al chico de las solapas, levantándolo de nuevo.

-Lárgate de aquí, maldito cabrón.-silbó John a escasos centímetros de su cara antes de soltarle con la misma furia con la que lo había agarrado.

David echó a correr, cojeando como pudo.

-¡Voy a denunciarte, bastardo!-le gritó volviéndose hacia ellos cuando estuvo lo suficientemente lejos.-¡No creas que por ser quien eres te vas a librar!

-¡Mira como tiemblo, marica de mierda!-le respondió John furioso.-¡John  Winston Lennon! ¡Ese es mi nombre completo, colega, para que vayas y sepas bien a quién tienes que denunciar!

-John… por favor…-susurró Chris a su lado. Todavía tenía la mano sobre su brazo.

John se volvió hacia ella. Ya no tenía aquel brillo furioso en sus ojos, si no que la miraba con dulzura. No obstante, Christine ya no podía devolverle la misma mirada. No en aquellos momentos.

-¿Estás bien?-preguntó él.

-Yo sí.-respondió la chica secamente.-Llévame a casa.

Él se quedó mirándola extrañado y no dijo nada. Los dos se metieron en el coche y se pusieron en marcha dirección a Heswall en silencio.

-¿Qué coño te pasa?-preguntó John bruscamente al cabo de cinco minutos mirándola de reojo.

Christine soltó un suspiro. Sabia que John había tenido cientos de peleas de ese tipo, pero jamás había imaginado que tal violencia pudiera salir de él. No obstante, ella no le tenía miedo para nada. Es más, sentía que era él el que le tenía miedo a ella en aquellos momentos.

-Casi lo matas. Te has pasado.-contestó mirándole.

-¿Qué me he pasado?-preguntó indignado.-¡No voy a permitir que nadie te ponga un dedo encima ni que te diga nada malo!

-Ya te dije que no quiero que me defiendas. No iba a hacerme nada.

-¿Cómo que no te defienda? Eres mi chica.

Christine le clavó la mirada, de una manera tan severa que hizo que John parara el coche en el arcén de la carretera.

-¿Qué?-le preguntó él, a la defensiva.

-Pues que quiero que esto te quede muy claro, John.-contestó Christine seria.-No soy de tu propiedad, ni tuya ni de nadie, ¿me entiendes? Lo de ser TU chica será en el sentido de que yo te quiero y tú me quieres. Pero no voy a ser TU chica como si de ser TU perrita se tratara, ¿vale?

John se quedó mirándola confundido aunque Chris no le apartó la mirada. Estaba hablando totalmente en serio. Por una vez, iba a hacerle caso a Paul y “a no convertirse en la nueva Cynthia”. Iba a pararle los pies a John costase lo que costase por más que eso le doliera incluso a ella misma. Y es que no estaba dispuesta a convertirse en un trofeo más de su colección ni a acatar todo lo que él dijera o hiciera sin más. Ella no era así y no iba a cambiar su manera de ser por mucho que lo amara.

-¿Pero qué me estás contando?-dijo él al fin.

-Lo que oyes, John. ¿O quieres que te lo vuelva a repetir?-le preguntó ella en un tono de voz que le sonó bastante desafiante.

-No creo que haga falta.-respondió él secamente.-Pero pensé que sabrías apreciar lo que acabo…

-Quizás eso te lo aprecien los matones de la mafia, no yo.-le cortó ella.-Me gusta y amo al John que está conmigo, no a ese neandertal que he visto hace un rato casi matando al primer mamarracho que se nos cruza.

John apartó la mirada y la fijó al frente, sin contestar, meditando lo que ella le acaba de decir.

-Lo siento.-dijo al fin sinceramente.

Chris lo miró sorprendida. Jamás hubiera esperado esa respuesta de John.

-La he cagado.-añadió.-Supongo que soy un maldito energúmeno. No te merezco, joder.

La chica no podía salir de su asombro. Incluso le parecía que estaba a punto de echarse a llorar allí mismo. No se explicaba cómo una persona podía tener tantas contradicciones juntas.

-John…-murmuró ella pasándole la mano por el pelo.-No digas eso.

-Es cierto, Christie.

-No lo es. Al menos no lo es en parte. Sí, la has cagado, pero no eres ningún energúmeno aunque te hayas comportado como tal. Yo sé que no lo eres…

John soltó una risita amarga.

-¿Vamos a casa?-preguntó ella cuando vio que las cosas estaban más calmadas.

-Vamos.

******************************

Ya había llegado el temido lunes y el jardín de la casa de los McCartney estaba a rebosar de gente, tal y como lo había estado hacía una semana. La diferencia era que esta vez no estaban todos tan contentos, ni siquiera los chicos, que habitualmente estaban siempre ilusionados cuando se tenían que meter a grabar algún nuevo trabajo.

Alice estaba allí plantada, junto con Gwen y Mary, esperando a que ellos acabaran de cargar los trastos en la furgoneta que Mal Evans había traído hasta allí. Chris se acababa de meter en casa, junto con Mike, para acabar ayudarle a sacar unas cosas que Paul se había dejado olvidadas. Cerca de ellas estaba Brian, hablando con Jim McCartney y dirigiéndoles, de cuando en cuando, miradas bastante significativas a las chicas que hacían que todas ellas se sintieran bastante incómodas. Era obvio que sabía por qué estaban allí, como también lo era que mucha gracia no le hacían.

-¿Todavía no ha llegado?

La pregunta de Chris por detrás las pilló a todas por sorpresa. La hacían aún dentro de casa.

-No.-le respondió Alice mirándola. Todas sabían a la perfección por quién estaba preguntando Christine.

La chica soltó un bufido de fastidio y miró su reloj.

-Tranquila, mujer.-intentó tranquilizarla Mary.-No tardará… Ya sabes que los aeropuertos siempre son un poco…

John había ido a acompañar a la que en breve sería su exmujer y a su hijo al aeropuerto. Ellos dos volverían, junto con Lilian Powell, la madre de Cyn, en avión a Londres, mientras que John lo haría junto con los chicos en coche, mucho más discreto que los aviones.

Justo en aquel preciso momento, un taxi paró delante de la casa y John bajó de él con su sempiterna gorra.

-Lo siento.-le escucharon decir a los chicos.-He pasado también a despedirme de Mimi y de mis hermanas.

Después, dedicó una sonrisa hacia donde estaban las chicas y empezó a descargar cosas del maletero del taxi para empezar a cargarlas en la furgoneta. Alice miró de reojo a Christine, que sonreía también de una manera muy poco disimulada. Casi de manera automática, se giró hacia donde estaban Jim, Brian y Mike. Afortunadamente su padre y su hermano parecían no haberse dado cuenta de aquel gesto y charlaban entre ellos. Sin embargo, Brian, estaba clavando la mirada en su amiga sin que ella ni siquiera se diera cuenta.

-Chris…disimula un poco…-le susurró.-Sólo falta que te tires encima de él para besarlo y Brian te está asesinando con la mirada.

Su amiga se dio cuenta enseguida de lo que estaba haciendo y cambió inmediatamente su gesto.

-Gracias.-le contestó.

Los chicos acabaron de cargar en cuestión de pocos segundos las cosas de John y se dirigieron hacia donde estaban todos. Ahora sí, había llegado el momento de despedirse.

Paul fue el primero que se acercó. Se despidió de su padre y de sus hermanos con un abrazo prometiéndoles verse pronto y después se acercó a Alice con una sonrisa de oreja a oreja. Y casi sin que la chica se diera cuenta, Paul ya estaba dándole un beso dulce y tremendamente largo.

-Nos veremos dentro de poco, te lo prometo.-le dijo finalmente.

Alice le dedicó la mejor de sus sonrisas.

-Eso espero.

Paul le volvió a dar un beso mucho más breve.

-Hasta pronto, pues.

-Hasta pronto.

La chica miró a su alrededor antes de que Paul se metiera en el coche. Todos estaban casi igual. Mary y Ringo y George y Gwen, haciéndose promesas de que se verían en menos de los que se esperaban y que las llamarían. Sólo a su lado, John y Chris se mantenían a una distancia más que prudencial aunque no podían evitar dedicarse miradas furtivas de cuando en cuando.

-Bien, Jim, un placer como siempre.-dijo John dirigiéndose hacia el padre de la chica, que en aquellos momentos estaba al lado de su hija y de Mike.-Mike, nos veremos pronto.

-Buen viaje.

-Por supuesto que nos veremos pronto…

-Y Chris…-empezó a decir John mirándola.- Nos vemos.

-Claro.-contestó ella con una sonrisa forzada.-Pronto.

John le dedicó una sonrisa y se acercó hasta donde estaban las demás chicas para despedirse de ellas y después, subió al coche junto con los demás.

Alice volvió a dirigir la mirada hacia la ventana de detrás, donde podía ver a Paul y los dos se miraron por última vez antes de que el coche arrancara y se perdiera detrás de la furgoneta de Mal calle abajo.

Ahora, sólo quedaba esperar.




Bien, se acabó lo que se daba. Un capi largo este, verdad? Pero bueno, había que ponerlo todo... Las despedidas nunca me gustaron, pero había que ponerlo, no? jeje. En fin, qué tal los reyes? Cargados? Yo por mi parte sí, pensé que me iban a traer carbón porque muy buena no he sido, pero parece ser que me han tomado ya por imposible y han algo han dejado. En fin, mi regalito de reyes particular para todas vosotras es esto... A falta de poder enviaros un perfume de Dolce & Gabana o alguna cosa pija de esas, pues os tendréis que conformar con esto, jejeje.

Súper besos y a pasarlo genial!