martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 77: Triste y Misterioso Viaje


Tan sólo hacía un par de días que el rodaje de la nueva película había empezado, un rodaje que, a ojos de George, estaba siendo tan extraño como la peli en sí. La verdad era que aquella era la primera vez que se embarcaban en un proyecto en medio de un ambiente tan viciado entre ellos. La causa de aquello estaba muy clara: la tensión entre Paul y John, una tensión que volvía casi irrespirable el aire cuando ellos dos estaban demasiado cerca. Lo peor de todo era que George tenía la sensación de que aquella tensión probablemente se alargaría mucho más en el tiempo que lo que cualquiera de ellos hubiera deseado.

En realidad, tampoco había habido un enfrentamiento claro entre ellos dos, aunque George estaba seguro, por más que nadie hubiera comentado nada al respecto, de que ese choque, quién sabía si incluso físico, se había producido entre ellos ya incluso desde antes de empezar el rodaje, quizá nada más se había producido la ruptura entre John y Chris. Lo que verdaderamente había entre Paul y John en aquellos momentos era hostilidad, tensión. Apenas se hablaban y, cuando lo hacían, las frases que se lanzaban iban cargadas de segundas intenciones, unas frases que a Ringo y a él, que estaban en medio de aquel fuego cruzado, les hacían sentir tremendamente incómodos.

-¡Perfecto! ¡Esto sigue siendo igual o más mierda que ayer!

Las voces de Ringo al acercarse a él hicieron que George levantara la cabeza y le dedicara una mirada interrogante aunque, por desgracia, mucho se temía que ya sabía de lo que estaba hablando su amigo.

-Sorpréndeme... ¿qué ha pasado esta vez?

-¿En serio quieres que te lo cuente?-pregunto Ringo sentándose a su lado, nervioso.-Esos dos imbéciles siguen igual entre ellos. Intenta coordinar una escena entre los dos... ¡Es imposible!

-Me imagino...

-Esta película es una mierda.-masculló Ringo entre dientes.-Y la situación que tenemos entre nosotros es más mierda aún. Ojalá estuviera en casa, con Mary, en mi oasis particular y sin estar metido en medio de todo este circo...

George asintió con la cabeza y se quedó en silencio durante unos segundos, pensando en lo que su amigo acababa de decir.

-Tienes razón.-dijo finalmente.-Hemos tenido cientos de piques y de roces entre nosotros, pero jamás pensé que llegaríamos a esta situación... Ya no es sólo cuestión de rivalidad entre esos dos, es que no se pueden ni ver.

George hizo una pausa, intentando poner en orden todas las ideas que tenía en la cabeza. Ringo, por su parte, entendió a la perfección que aún no había acabado de hablar y se abstuvo de interrumpirle.

-¿Sabes? Ayer me sorprendí a mí mismo odiando para mis adentros a Christine.

-¿Cómo?

La pregunta de Ringo sonó casi más como una exclamación que como una interrogación. George se limitó a encogerse de hombros. No se sentía nada orgulloso de su confesión, pero era cierto.

-Gwen reaccionó igual que tú cuando se lo comenté anoche.-continuó.-Pero no puedo evitarlo, Rich... Si no hubiera sido por ella, ahora no tendríamos esta situación. John no estaría con la chica de turno y eso no nos afectaría en absoluto a los demás. Pero Christine es la hermana de Paul y eso complica las cosas. Esa ruptura se ha convertido en un asunto personal entre ellos dos.

-No te voy a negar que el hecho de que Chris y Paul sean hermanos complica las cosas.-admitió Ringo.-Pero las cosas son así. John se enamoró de ella y ella de él, ¿qué podíamos hacer al respecto?

-Ojalá nunca hubiera pasado nada de eso. Todo sería infinitamente más fácil.

-A lo mejor lo sería.- contestó Ringo.-Pero piensa que algo así nos hubiera podido pasar a cualquiera. Imagínate por un momento... ¿si Gwen hubiera sido hermana de cualquiera de nosotros habrías dejado de enamorarte de ella por ese motivo? ¿Aunque supieras que si pasara algo entre vosotros dos en un futuro eso pondría en apuros la relación con un amigo tuyo?

-Visto así... No, creo que no. Las cosas hubieran sido igual.-suspiró al fin.-Pero jamás habría puesto mi amistad en peligro por un capricho.

-Venga, George.-le interrumpió Ringo.-Sabes que lo de John con Chris no ha sido ningún capricho. La quería... Bueno, mejor dicho, la quiere.

-Lo siento.-se apresuró a contestar George arrepentido de lo que había dicho. Sabía que no tenía ninguna razón. Es más, lo había dicho por pura rabia.-Tienes razón. Jamás he visto a John tan enamorado de alguien. Joder, Rich... ¿por qué tiene que ser todo tan jodidamente complicado?

Ringo soltó una risita amarga.

-Y yo qué sé, Hari...-contestó al fin.-Quizá deberíamos hablar con ellos para que dejen de hacer el gilipollas.

-Eso de que dejen de hacer el gilipollas ya es más difícil, creo que es algo inherente a su persona...-rió George intentando de ese modo quitarle hierro al asunto.-Pero sí, tienes razón. Deberíamos hablar con ellos.

-Creo que será lo mejor. Deberían entender que esto no nos lleva a nada bueno...-contestó Ringo.-Y ahora, Hari...-añadió poniéndose en pie de un salto.-¿Qué te parece si vamos a buscar algo para comer? Ya va siendo hora, creo yo...

-Oh, sí. Tengo un hambre atroz y cuando tengo hambre me pongo de mal humor... ¿Te he dicho alguna vez que eres un maldito genio, Ringo?

-¿Yo? ¿Genio?-rió su amigo.

-Sí, tú.-sonrió George poniéndose en pie él también.-Un jodido genio, eso es lo que eres.

*******************************

-¡Ey, Christine!

La chica se giró extrañada hacia una de las reporteras más veteranas del periódico. Le extrañaba que le hablara pues no solía hacerlo. Era una de aquellas personas que no se molestaban en ocultarle su hostilidad. Seguramente creía que ella no tenía derecho a estar allí trabajando o, quizá, la odiaba por los rumores que habían saltado el verano anterior sobre que John y ella estaban juntos desde antes de que él se divorciara de Cynthia. Sabía que era una mujer extremadamente recta y tradicional y aquellos eran motivos de sombras para que no le cayera nada bien.

-Buenos días, Emily.-le contestó esbozando una sonrisilla falsa que ella creía que era bastante convincente.-¿En qué puedo ayudarte?

-Me he enterado de una cosa y no sé si es verdad... Ya sabes que yo no llevo la sección de Sociedad ni nada por el estilo.-aquello último lo dijo con cierto desdén. Su tono de voz era tan seco como su actitud.-¿Es cierto lo que dicen sobre The Beatles? Tú mejor que nadie lo sabrás.

Chris sintió como la sangre se le helaba en las venas. Ojalá Emily no se estuviera refiriendo a su ruptura con John. Muy pocos lo sabían y le extrañaba que hubiera salido de ellos, pero nunca se sabía... De todos modos, si le preguntaba acerca de eso, Chris no estaba muy segura sobre qué era lo que debía contestar. ¿Ser sincera o insistir en una mentira desmintiéndolo? Quizá, la opción más inteligente sería evadir la pregunta y no decir nada al respecto.

-¿Qué es lo que dicen?-preguntó al fin intentando parecer de lo más normal.

Emily le lanzó una mirada fría.

-Dicen que están haciendo una serie para la televisión.

Christine suspiró aliviada al escuchar a la mujer. Se había librado de una buena.

-Es una película.-le corrigió.-Y sí, la están rodando ahora mismo.

-Ya te dije que yo no llevo la sección de Sociedad ni nada por el estilo, no tenía por qué sabes que era una película.-dijo Emily intentando excusar su error.-La verdad es que nunca me han interesado esas tonterías.

-¿Y por qué me lo preguntas si no te interesa?-preguntó ella mordaz. Lo cierto era que si Emily no la soportaba a ella, ella tampoco soportaba a Emily.

-Curiosidad nada más, Christine.-le contestó casi escupiendo las palabras.-Y ahora... Yo de ti me iría dando prisa, ya pasan de las nueve y como el director pase y no te vea en tu escritorio trabajando podría pensar que no eres puntual. Sería una verdadera lástima que pensara que eres una persona poco responsable para tu cargo.

-Una lástima, sí.-Chris le lanzó una sonrisa falsa.-Tú sentirías mucho mi despido, ¿verdad?

Y sin esperarse a que la mujer le contestara, Christine se dio media vuelta y emprendió de nuevo el camino hacia su escritorio.

-Buenos días.-la saludó Jordan nada más la vio aparecer.-¿Y eso? Jamás llegas tarde...

-Emily me ha parado para tener una agradable conversación.-le contestó ella mientras se quitaba la chaqueta y dejaba sus cosas sobre el escritorio.

-Vieja bruja... No veo la hora en que la jubilen... ¿Te ha molestado mucho?

-No, qué va. Creo que la he molestado yo más a ella que ella a mí.-sonrió Chris.-Pero en fin, ya estoy aquí. ¿Ha notado alguien mi retraso?

-Aparte de mí, absolutamente nadie.-sonrió Jordan.

-Perfecto.

-Y... ¿Cómo estás?

La chica le lanzó una mirada significativa. Jordan era uno de los pocos que que lo sabía todo; a fin de cuentas habría sido una tontería no decírselo ya que él, de un modo u otro, había estado implicado directamente en la discusión final que lo había desencadenado todo. Por tanto, aquella pregunta en labios de Jordan no era una pregunta de mera formalidad, por quedar bien. El chico tenía verdadero interés en saber cómo estaba.

-Bien.-contestó ella evitando ser sincera del todo.

En realidad distaba mucho de estar "bien", pero por lo menos ya se había hecho el ánimo de todo y había empezado a asumirlo aunque fuera de una manera extremadamente lenta y dolorosa.

-¿Me puedo fiar de ti?-insistió Jordan incrédulo ante aquella contestación.

Ella soltó un bufido. Odiaba esa insistencia cuando no tenía ganas de hablar del tema, mucho menos si aquella insistencia se producía por parte de alguien con el que aún no tenía tanta confianza como para todo eso.

-Poco a poco, Jordan.-dijo intentando dar así por zanjado aquel tema.-Y ahora, dejémonos de cháchara y empecemos a trabajar. Aún he de prepararme la entrevista que tenemos concertada para este medio día con ese economista.

-Un economista, suena muy divertido...-dijo el chico con sarcasmo.

-Anda, déjame estar, ¿quieres? Vuelve con tus fotos y con tus cosas.-rió ella medio en serio medio en broma.

-¿Me estás echando?-fingió escandalizarse Jordan.

-Es una manera de decirlo.-sonrió Chris.-Anda, vete a tu cuarto oscuro y no vuelvas hasta diez minutos antes de salir para el hotel donde tenemos concertada esa entrevista que tanto te divierte.

-Eres una chica encantadora, Christine.-bromeó Jordan.-Hasta luego.

-Hasta luego, pesado.

Chris esperó a que Jordan se perdiera por el pasillo y, después, suspiró antes de agarrar el montón de artículos sobre economía que tenía sobre el escritorio para preparar la entrevista. En condiciones normales, Chris hubiera maldecido lo inmaldecible por tener que leerse todo aquello que no le gustaba en absoluto pero, a decir verdad, en aquellos momentos lo agradecía con toda su alma. Y es que, por pesado que fuera todo aquel rollo, aquello le ayudaría a mantener su mente ocupado y a no pensar en su situación, que era infinitamente más pesada que todos los tratados de economía del mundo. Era en momentos como aquel en los que Christine se alegraba de haberse puesto a trabajar a jornada completa en un trabajo que podía llegar a ser tan absorbente como tú quisieras.

**********************************

Sin saber cómo se lo habían montado, habían acabado comiendo ellos cuatro solos en una mesa apartada de los demás miembros del equipo de rodaje. Estaba siendo, cómo no, una comida muy incómoda, una comida en la   que ninguno de los cuatro apenas hablaba. John y él porque continuaban enfurruñados el uno con el otro y Ringo y George porque seguramente se sentían tremendamente cohibidos con todo aquello.

En realidad, a Paul aquella situación le dolía, pero no podía evitarla. No podía obviar así como así lo que había ocurrido entre John y su hermana: en aquellos momentos, estaba demasiado dolido con él como para ni siquiera pararse a recordar que era su amigo.

-Joder, ya está bien.

Todos levantaron la mirada de sus platos y miraron de hito en hito a George. Él no pareció inmutarse lo más mínimo.

-¿Qué te pasa?-preguntó Paul confuso ante aquella reacción.

-¿Que qué pasa?-repitió su amigo indignado.-¡Ja! Qué pasa, dice... Por favor, miraros, joder. ¿Es qué no os dais cuenta de lo que está pasando?

Paul apretó la mandíbula fuertemente pero no contestó nada. Sabía perfectamente a qué se refería George, pero en aquellos momentos él no creía que tuviera ningún derecho a meterse en sus asuntos.

-George tiene razón.-dijo Ringo de repente.-Esto... no puede continuar así. Tenemos aún mucho trabajo juntos por delante y no podemos seguir con esta actitud.

Un silencio sepulcral se hizo entre los cuatro. 

-Por una vez en mi vida no quiero quedar como el malo de la película.-dijo John de repente a la vez que se encendía un cigarrillo. Paul le dedicó una mirada sorprendido, no se esperaba aquella reacción para nada. John le miró detenidamente antes de continuar hablando:-Yo también he estado pensando en ello. Sigo estando jodido, mucho, pero ya he perdido demasiado en todo esto. No quiero perder también a mis amigos.

Paul le sostuvo la mirada durante unos instantes. No sabía cómo debía reaccionar ante aquello. Lo cierto era que él también estaba pasando por una situación complicada y que, en realidad, tampoco le apetecía perder a John por muy mal que estuviesen las cosas. Pero, pese a todo, Paul seguía demasiado dolido con él.

-En mi vida...-empezó a decir con rencor.-En toda mi vida la había visto así, ni siquiera cuando murió nuestra madre. ¿Crees que ahora con un par de palabritas todo va a volver a estar bien? Sabías en lo que te metías cuando empezaste con ella, John. Y ya te dije desde el primer día que si le hacías daño te tendrías que atener a las consecuencias conmigo...

-Creo que estás sacando las cosas de quicio, Paul...-empezó a decir George.

No obstante, él le lanzó una mirada tan severa, que su amigo paró de hablar en el acto por temor a empeorar aún más las cosas.

-Déjalo, George.-le dijo John abatido.-De todos modos yo también me odio a mí mismo por lo que ha pasado, no puedo culpar a Paul de que lo haga también.

-No te hagas la víctima, joder.-le espetó él nervioso.

-No me hago la víctima, es la verdad.-respondió John.-¿Sabes cómo me siento? Tu hermana era la cosa más importante de mi vida y la he perdido. La he perdido por ser yo un imbécil, sin ayuda de nadie.Te aseguro que jamás en mi vida quise hacerle daño.

-Pues sin quererlo, lo hiciste muy bien...-masculló Paul.-No tienes ni idea de cómo está.

-No tengo ni idea porque no me dejas verla.

-Ella no quiere verte.-le cortó Paul.-No quiere saber nada de ti, ¿lo entiendes?

John apartó la mirada, como si sus palabras le hubieran dolido más que un puñetazo en el estómago.

-Lo siento.-dijo Paul de mala gana.-No quería decirlo de esa manera.

-Da igual el modo en que lo digas.-susurró John.-Las cosas son así y punto. Soy un idiota.

Paul lo miró y por primera vez vio a un tipo que lo estaba pasando realmente mal y no al imbécil despreciable que había visto hasta el momento. Aquella visión hizo que, de repente, tomara una decisión. Al fin y al cabo, era lo mejor para todos y tampoco le apetecía estar enfadado con John eternamente por algo que a fin de cuentas no le afectaba a él de manera directa.

-Está bien.-dijo al cabo de unos instantes de mala gana.-Creo que tenéis razón. Tengamos la fiesta en paz y zanjemos el tema. Prometo no volver a meterme en el tema de mi hermana y tú, si tú no me atosigas al respecto.

-De acuerdo.-convino John levantando la mirada levemente. Parecía aliviado, se le notaba en la mirada.-Cerremos este asunto del todo.

-Hagamos como si nada hubiera pasado.-continuó Paul quien, después, volviéndose hacia George y Ringo, añadió:-Y vosotros dos... ¿ya estáis contentos?

Tanto Ringo como George le dedicaron una amplia sonrisa. 

-No te imaginas cómo estamos de contentos...-contestó George.

-Por lo menos,-añadió Ringo.-Esto no parecerá una guerra civil. Me alegro de que hayáis decidido reaccionar, tíos.

Paul sólo sonrió. No podía decir que las cosas volvieran a estar igual que antes pero, por lo menos, había ya una clara intención por dejar atrás esas hostilidades. Por algo se empezaba y, aquello, por imposible que le pareciera, le hacía sentir un poquito mejor.

********************************

-¡Mary!

A la chica apenas le dio tiempo a ver a Ringo cuando bajó del taxi ya que el chico se había abalanzado contra ella para abrazarla y darle un beso, loco de contento.

-Oh, perdona, perdona.-se apresuró a agregar el chico apartándose de ella suavemente y poniéndole la mano en la barriga para.-No quería ser tan efusivo. No te habré hecho daño, ¿verdad?

-Vaya, Rich...-rió ella.-Sólo hace tres días que no nos vemos y fíjate... Y tranquilo, no me has hecho daño. Que esté embarazada no significa que sea de cristal ni nada por el estilo.

-Ya lo sé, pero quiero que nuestro bebé esté bien. Y la madre mejor, por supuesto. Me alegro de que por fin estés aquí.-le dijo él guiñándole un ojo.-Y dime, ¿qué tal el viaje?

-Cansado, pero bien.-sonrió la chica.

-Por eso no hay problema, ahora te echas un rato y ya está. Y... ¿has ido esta mañana a tu revisión con el médico?

-Claro que he ido, si no no hubiera tardado tanto en venir aquí a hacerte compañía, ¿no crees?

-Venga, Mary, no seas boba... ¿Qué te ha dicho?

-Nada de nuevo.-le contestó ella.-Me ha examinado y dice que todo está perfecto. Además, continúa diciendo que nacerá a mediados de diciembre, así que...

-Joder... En nada voy a ser padre...-susurró él con cara de incredulidad.

-Serás el mejor padre del mundo.-le cortó Mary antes de darle un sonoro beso en la mejilla.

Por toda respuesta, Ringo dibujó una sonrisa tierna en la cara que a Mary le hizo morir de ternura.

-¿Y qué?-preguntó ella.-¿Cómo están las cosas por aquí?

-Ah...-masculló el chico de mala gana.-Pues parece que más calmadas.

-¿Parece?-repitió ella extrañada.-¿No me dijiste que hablasteis con ellos y al parecer habían enterrado el hacha de guerra?

-Sí, bueno, ya no se pelean ni se lanzan dardos envenenados cada vez que cruzan dos palabras...-reconoció Ringo.-Pero la verdad es que está todo un poco... raro.

-¿Raro?

-Sí... Paul se intenta comportar con total normalidad aunque se le nota aún cierta tensión y John...

El chico se interrumpió antes de continuar.

-¿Y John qué, Ritchie?

Ringo agarró aire antes de contestar.

-John tampoco quiere líos, pero... Se pasa todo el día de viaje, ido.

-Oh, mierda.-masculló Mary.-¿Por qué no reacciona? Chris ya se lo dejó precisamente por eso y él aún sigue insistiendo en lo mismo...

-No sé, Mary.-le contestó Ringo.-Lo está pasando muy mal y él siempre ha tenido mucha tendencia a hacer cosas de esas... Pero, de todas maneras, no sé decirte si prefiero verlo colocado o sobrio.

-¿Cómo dices?-casi exclamó Mary, sorprendida. Apenas daba crédito a la última afirmación de Ringo.

-No me malinterpretes.-susurró él.-Me refiero a que... Bueno, cuando está puesto con LSD está ido, pero parece por lo menos no lo veo tan mal como cuando está sobrio... Está hecho una piltrafa. Jamás lo había visto así de perdido.

-Aún así no está bien que esté así...-masculló Mary sin estar para nada convencida de lo que Ringo le acababa de decir.

-Supongo que cuando lo veas lo entenderás.-le contestó Ringo.-Y ahora, venga, vamos, llevemos las cosas a tu habitación. Así por lo menos podrás descansar un poco del viaje.

-Sí, la verdad. Creo que lo necesito. Y mucho.

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-A la próxima que tengamos que volver a hacer una entrevista con un economista de estos, recuérdame que me traiga una almohada y una manta de casa.-dijo Jordan mientras entraban de nuevo en la redacción. Acababan de llegar de hacer la entrevista que tenían concertada y la verdad era que los dos se habían aburrido como ostras.-Ya sabes, para echarme una buena siesta.

Chris esbozó una sonrisilla ante la broma de su amigo.

-Antes que volver a repetir una entrevista como esta, prefiero tirarme por un puente.-contestó.

-Pues otra cosa no, pero puentes en esta ciudad tienes para aburrir.-rió Jordan.-Espero que no nos vuelvan a...

-¡Christine!

Los dos se volvieron hacia donde provenían aquella voz sorprendidos ante aquella repentina interrupción. La chica no pudo evitar fruncir el ceño cuando vio al subdirector del periódico acercándose hacia ellos.

-Anthony quiere hablar contigo.-dijo el hombre cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que lo pudiera escuchar con claridad.

-¿Anthony?-repitió ella sin poder reprimir un deje de nerviosismo en su voz. No era muy habitual que el director quisiera hablar con ella y, además, a juzgar por la expresión seria del subdirector, no debía de ser por un tema muy agradable.-¿Ocurre algo?

-Ve a su despacho y habla con él.-se limitó a contestar secamente.

-De acuerdo.-casi susurró la chica.-Ahora mismo voy.

A Christine no se le pasó la mirada angustiada que le lanzó Jordan antes de darse media vuelta y encaminarse hacia el despacho del director sin molestarse siquiera por quitarse la chaqueta y dejar las cosas que traía consigo de la entrevista. Cuando llegó delante de la puerta cerrada, agarró aire antes de llamar. Fuera lo que fuera lo que tuviera que decirle, no estaba dispuesta a mostrarse nerviosa delante del director.

-Adelante.

Abrió la puerta intentando parecer lo más firme posible y entró en el despacho esbozando una de sus mejores sonrisas de niña inocente.

-Hola, Anthony.-saludó.-Me han comentado que querías verme.

-Y tanto que quería verte.-le contestó él, cortante.-Ya hace un buen rato que quiero hablar contigo y no había manera de localizarte, ¿dónde te habías metido?

-Estaba en la entrevista que...-intentó explicarse ella contrariada por aquellas maneras.

-Ah, sí, la entrevista... Perdona, no me acordaba. Me había olvidado por completo.-le cortó Anthony.-Bueno, lo importante es que ya estás aquí. Y supongo que me podrás explicar... esto.

Antes incluso de acabar de pronunciar la frase, Anthony puso sobre su escritorio una revista con un golpe seco. Chris la miró contrariada, sin entender nada de lo que estaba pasando. Fue cuando vio una foto de John y ella en una de las esquinas de la portada cuando lo entendió. No le hizo falta ni leer el titular que había debajo de la foto para saber que lo de su ruptura se había hecho público. No sabía cómo había saltado la noticia a los medios, pero lo había hecho.

-¿Es verdad lo que dicen?-inquirió Anthony.

El tono con el que le hizo aquella pregunta, hizo enfurecer a Christine. Él no era nadie, absolutamente nadie, para hablarle así y menos por un asunto que sólo le concernía a ella y a nadie más.

-¿Acaso te importa mi vida privada, Anthony?-preguntó dedicándole una mirada asesina.

El hombre pareció desconcertarse durante unos segundos, pero pareció recobrarse casi en el acto.

-Pues sí, me importa.

-Entiendo... Pero desconocía que a los trabajadores de este periódico se les obligara a pasar informes al director sobre cual es su situación sentimental.-le replicó ella con mordacidad, aún a sabiendas que se estaba jugando el puesto de trabajo.-Lo siento, pero creo que se me pasó el leer esa parte en el contrato.

-Mira, Christine.-le cortó el director lanzándole una mirada desafiante.-Personalmente me importa una mierda si estás o dejas de estar con John Lennon, Bob Dylan o el Príncipe de Gales, pero entiende que cuando la imagen de una de las empleadas de ESTE periódico aparece en las portadas de las revistas del corazón, exija una explicación.

La chica le mantuvo la mirada, firme, pero no contestó. Era evidente que Anthony aún no había terminado con aquello.

-Entiende que eres una persona de dominio público.-siguió.-Y que tu vida privada está expuesta a los medios. ¡Te dedicas a esto, deberías saberlo! Así que sabiéndolo, tu obligación era comunicármelo para por lo menos estar preparado para ver esta portada.

-O quizá para tener tú la exclusiva, ¿verdad?

Un silencio sepulcral se hizo entre los dos. Chris sabía que había metido la pata, pero aún así, no le importaba. Aquella conversación la había hecho sentir extremadamente mal como para ponerse a pensar si había hablado con malas maneras a su jefe o no. Y es que, aquello le había hecho recordar muchas cosas, recordar a John, recordarlo todo.

-No te equivoques conmigo.-le contestó Anthony en un tono de voz más relajado.-Yo lo único que quiero es mantener este periódico libre de habladurías sobre los que trabajan en él.

-Pues entonces lo tenías fácil: no haberme contratado.-le replicó ella poniéndose en pie de repente y dando así por zanjada aquella conversación.-Si te traigo problemas, ya sabes lo que tienes que hacer. Yo, por mi parte, poco tengo que decir al respecto, así que mientras te lo piensas, volveré a mi escritorio. Tengo una entrevista por redactar y mucho trabajo por hacer.

Y dicho esto salió del despacho sintiendo como el corazón le latía a mil por hora. Cerró la puerta y apretó fuertemente la mandíbula intentando refrenar así las ganas de llorar que le habían entrado en aquellos momentos. Ahora, sólo faltaba rezar para sus adentros por que no la despidieran. Con todo lo que estaba pasando, aquello ya sería el colmo. Y lo peor era que aquello era una posibilidad tremendamente factible...

**************************************

La pequeña siesta que se había echado nada más llegar había resultado ser de lo más reparadora. Mary bajó de su habitación más relajada y contenta que antes, dispuesta a encontrarse con Ringo, que se había ido a rodar unas escenas justo antes de que ella se quedara profundamente dormida.

-¿Mary?

A Mary no le costó para nada reconocer la voz de John justo detrás de ella. Se giró hacia él, esbozando una sonrisa algo forzada. Y es que, con todo lo que había pasado últimamente, al que menos ganas tenía de ver era precisamente a él. Cuando se volvió, su sonrisa se borró inmediatamente de su cara. Aparentemente, parecía bien, pero Mary podía jurar que jamás había visto a John tan triste.

-Hola, John.-le contestó lanzándole una mirada compasiva.-¿Qué tal?

-Aquí estamos.-dijo John encogiéndose de hombros y lanzando una risita entre dientes, amarga.

La chica lo miró fijamente antes de contestar. Quizá Ringo tuviera razón cuando le había dicho que por lo menos, cuando estaba colocado, parecía más tranquilo. Y es que, en aquellos momentos, John parecía una alma en pena.

-¿Cómo estás?-le preguntó con sinceridad.

-Mal.-contestó sin más él.-Muy mal. Necesito que me digas...

-John.-le cortó ella sabiendo ya lo que le iba a pedir. Por muy mal que estuviera, no estaba dispuesto a decirle ni el teléfono ni la dirección de Christine si ella no quería. Era su decisión y debía respetarla.-Sé lo que quieres, pero sabes tan bien como yo que no puedo darte lo que quieres

Por unos instantes, la mirada de John se endureció detrás de sus gafas. No obstante, aquello solo fue cuestión de segundos, volviéndose a relajar casi en el acto.

-Lo entiendo.-suspiró al fin para sorpresa de Mary, quien por unos instantes había temido desatar una de las famosas explosiones de ira de Lennon.-Entiendo que no quieras decírmelo. Es tu amiga al fin y al cabo y quieres protegerla. Pero...

John se interrumpió a sí mismo y calló de repente.

-¿Pero qué?-quiso saber Mary intrigada.

-Pues que...-masculló John. En aquellos momentos no se parecía en nada a aquel John Lennon chulo y decidido que se empeñaba en aparentar ser la mayor parte del tiempo; en aquellos momentos parecía un chico asustado, indeciso, y Mary tuvo la impresión de que aquella faceta de John se acercaba más a su verdadera personalidad que la otra.-Déjalo, es una tontería y no... no quiero que te metas en un lío.

-No, no lo dejo. ¿Qué es lo que querías decir?

John lanzó un suspiro antes de contestar.

-Me preguntaba si cuando hables con ella...-masculló al fin.-Podrías... No sé... Decirle que yo...

-Lo intentaré.-sonrió ella sin dejar que él acabara. A fin de cuentas a él le estaba resultando muy difícil pedir aquello y ella ya tenía claro que era lo que quería.-No prometo ningún resultado, pero lo intentaré.

-¿De verdad?-preguntó esbozando una sonrisa esperanzada a la vez que ella asentía con la cabeza.-Gracias, Mary. Muchas gracias.

-De nada.

John se acercó a ella y le dio un sonoro beso en la mejilla que a ella la dejó paralizada de la sorpresa.

-Ringo está abajo, con los otros. Yo voy a llamar a Mimi.-se despidió él ya mientras se encaminaba escaleras arriba.-Nos vemos luego.

-Nos vemos, John.

Todavía sorprendida por la reacción de John, Mary se quedó mirándolo hasta que se perdió por el pasillo de la planta superior. Y entonces, la lástima por John la embargó: él parecía muy esperanzado pero, sin embargo, ella ya parecía vislumbrar cuál sería la reacción de Chris cuando intentara hablarle de él. De todos modos, tenía que intentarlo. Y es que una promesa era una promesa.

*****************************

En un arrebato de pura rabia, Chris apagó el televisor. Sólo había aguantado cinco minutos con el trasto ese en marcha y cinco minutos le habían servido para ver como su ruptura con John se había convertido en una de las noticias del día. Estaba furiosa por lo que supondría aquello a partir de ese momento: preguntas, acoso de periodistas e incluso de fans y demás; pero más furiosa se ponía cuando intentaba averiguar quién había filtrado aquella información. Sabía que su círculo íntimo, ni el de John ni el de ella, no había podido ser. Todos estaban bastante concienciados de cómo lo estaban pasando como para hacer una cosa así. Pero entonces... ¿quién había podido ser si tan poca gente conocía lo que había sucedido entre ellos? La respuesta más factible y de la que Chris estaba convencida, era que posiblemente había sido alguien vinculado al rodaje de la película. Al fin y al cabo, la gente que estaba trabajando con ellos había podido enterarse fácilmente de aquello. Sólo bastaba con escuchar una conversación o un comentario suelto entre los chicos sobre el tema para saberlo.

Estaba sumida en aquellos pensamientos, mientras caminaba de un lado a otro del comedor sin ni siquiera percatarse de que lo estaba haciendo cuando, de repente, el ring-ring insistente del teléfono la hizo volver a la realidad, así que, con cara de pocos amigos, corrió a descolgar el teléfono.

-¿Sí?

-Hola, Chris. Soy Mary.

Por unos segundos, Chris olvidó su mal humor al escuchar la voz de su amiga. Lo cierto era que una conversación con ella le vendría de perlas para, por lo menos, intentar ver las cosas desde otro punto de vista.

-¡Hola Mary! ¿Qué tal?

-Pues perfecto. Hoy mismo he llegado adonde están rodando y aunque el viaje ha sido cansado, todo bien.

-Normal, encima ahora no viajas tú sola. Llevas al futbolista ese que llevas dentro encima.

-Calla, ni me lo recuerdes, que está todo el día dando patadas.-rió su amiga.-Aunque a lo mejor es una futbolista, eso no lo sabemos...

-¿Con los patadones que te pega? Ni de coña. Te digo yo que ahí dentro tienes a un chico, hazme caso y verás.

-Claro, dejaremos hablar a la experta en embarazos...

-Venga, Mary, no me jodas...-sonrió ella.

-¿Y tú qué tal todo? ¿Londres sigue en el mismo sitio?

Sin poder evitarlo, Chris soltó un bufido de fastidio.

-Sigue en el mismo sitio...-contestó de mala gana al cabo de unos segundos.-Y sigue igual o más asqueroso que siempre...

-Oye, ¿qué pasa?

-No lo sabes, ¿verdad?

-¿Saber el qué?-se extrañó Mary.

-Normal que no te hayas enterado... No habréis puesto la radio ni la tele en todo el día...

-No, para nada. Aquí estamos casi aislados. ¿Qué ocurre?

-Pues que... Ha saltado a los medios de comunicación la noticia de que John y yo ya no estamos juntos.

-¡No! ¿Pero qué dices? ¿Cómo?

-Ni idea... No sé de dónde se lo han sacado, pero el caso es que ha salido a la luz...

-Chris, yo te aseguro que ninguno de nosotros...

-Lo sé, lo sé, tranquila.-le interrumpió ella en tono tranquilizador.-Sé que no ha salido de nadie de vosotros... Más bien pensaba en alguien del equipo de rodaje que haya escuchado cualquier cosa al respecto o que haya atado cabos al ver ciertas cosas...

-Tal vez...-convino Mary.-De todas maneras, es fatal que haya saltado la noticia tan pronto.

-Es una putada. Pero una putada de verdad. Aunque bueno, tarde o temprano tenía que acabar ocurriendo... Y bueno, cambiemos de tema, que me pongo mala sólo de pensarlo... ¿qué tal la película?

-Esto parece más una locura que una película.-contestó Mary.-Cuando consiga averiguar de qué va, ya te lo explicaré.

Chris soltó una risita ante la contestación de Mary. Ella tampoco sabía muy bien qué pretendían hacer en aquella película y, lo poco que sabía, la había mareado aún más.

-Sea como sea, no me puedo quejar.-continuó Mary.-Antes de venir esperaba encontrarme aquí un buen jaleo y afortunadamente las cosas parecen estar más calmadas de lo que creía.

Aquel repentino comentario hizo que a Chris se le encendieran de repente todas las alarmas. No le parecía para nada casual que Mary se pusiera hablar de cómo estaban las cosas entre los chicos.

-¿Adónde quieres llegar a parar, Mary?-preguntó a bocajarro mientras fruncía el ceño. No estaba para andarse por las ramas, la verdad.

Notó como su amiga lanzaba un fuerte suspiro antes de continuar.

-Está bien, me has pillado.-se rindió Mary.-Chris... Supongo que ya sabes a quién he visto, ¿no?

Ella calló durante unos instantes, con la incómoda sensación de que el corazón había dejado de latirle. Ni siquiera había mencionado su nombre, pero sólo aquello había bastado como para que notara como todo empezaba a darle vueltas  a su alrededor.

-Sí, me lo imagino.-contestó al fin, sin más.

Un tenso silencio se hizo entre las dos.

-¿No me vas a preguntar nada?-preguntó al fin Mary.

-¿Y qué quieres que te pregunte?-le replicó ella con un hilillo de voz.-¿Qué cómo está? ¿Sabes? Me muero de ganas por saberlo, pero... no quiero hacerlo. No quiero que me digas cómo está, ni que me digas nada de él...

-Chris, yo... lo siento mucho, no quería...

-Tranquila, Mary.-le contestó ella tratando de quitarle hierro al asunto.-Sé que tú no lo has hecho con ninguna mala intención, todo lo contrario... Pero... Me he autoimpuesto pensar en él lo mínimo que pueda. Sé que si me cuentas cualquier cosa sobre qué está haciendo o sobre cómo está, correré a llamarle, a preguntarle. Y yo... Yo aún no me siento preparada para hablar con él, sinceramente. No quiero volver a caer en el mismo error en el que he caído una y otra vez como una boba.

-Entiendo. Y de veras que lo siento.-respondió Mary apenada.

-Ya te he dicho que no pasa nada.-la tranquilizó ella.-Y... bueno... cambiando de tema... ¿cuándo vas a volver a Londres?

-¿No hace ni un día que me he ido y ya me echas de menos?-bromeó Mary evidentemente aliviada.-Hay que ver, Christine... No puedes vivir sin mí.

Chris rió, más tranquila. Por lo menos, la incomodidad de la conversación en la que se habían visto sumidas ya había pasado. Por el momento.

**************************************

Con sólo una mirada, John ya supo que la llamada que Mary le acababa de hacer a Christine no había dado los frutos que él había esperado. La chica simplemente se limitó a negar con la cabeza desde lo lejos y él, furioso, se había dado media vuelta y se había ido afuera, a intentar que el aire fresco de la noche le despejara un poco la cabeza.

Se apoyó contra un árbol y se dejó caer sobre el suelo húmedo, aunque eso, a él, no le importó. Estaba demasiado ocupado pensando en todo. Al principio, ideó una y mil formas de intentar acercarse a Chris de nuevo. Después, ensayó en su cabeza las palabras que le iba a decir e incluso fantaseó con la idea de que quizá ella le creyera como había hecho hasta el momento. Pero, de pronto, todas aquellas fantasías se desvanecieron de repente. Fue como si de pronto alguien le hubiera dado una fuerte bofetada para que volviera a la realidad, una realidad que le decía que nada de lo que él deseaba podría ser cierto, que todo, absolutamente todo, se había ido a la mierda.

Y entonces, de nuevo, la desesperación se apoderó de él.




Holaaaa! Qué tal? Pues aquí vengo yo con un nuevo capi recién salido del horno. La verdad es que no es de los que más orgullosa me hacen sentir, pero en fin, menos da una piedra. Prometo que el siguiente traerá cosas nuevas y más agradables y será mejor! 

Y bueno, agradecer a tod@s las que leéis y comentáis, que sabéis que eso me hace muy feliz. Por cierto, quiero mandar un saludo muy especial a mi lector o lectora que se está enseñando español y que aun así lee este fic. Hi! Thanks!  Your comment made me so very glad! I hope you'll enjoy this fic, friend! :D

Y bueno, ya por mí nada más. Bueno, sí. Que aunque llegue a publicar esto con una hora de retraso, feliz cumpleaños, George! 70 años no son nada para un inmortal como tú! 

Saludos a tod@s y que os vaya bien!






lunes, 18 de febrero de 2013

Capítulo 76: Reacciones

El insistente sonido del timbre a aquellas horas de la mañana hizo que Mary abriera los ojos sobresaltada. Lo primero que se le vino a la mente fue que quizá se había dormido y que ya era tremendamente tarde. No obstante pronto comprobó en el reloj despertador de la mesita de noche que tan sólo eran las ocho y diez de la mañana.

-¿Qué pasa?-masculló Ringo a su lado con voz pastosa a causa del sueño.-¿Qué hora es?

-Apenas pasan de las ocho.-respondió ella ya incorporándose en la cama.

Ringo frunció el ceño levemente y, sin poder ocultar su fastidio, se incorporó él también.

-¿Y quién viene a casa un sábado a las ocho de la mañana?

Mary se encogió de hombros a la vez que se ponía en pie y se echaba encima la bata. Obviamente, ella tampoco tenía ni la más mínima idea.

-¿Adónde vas?-preguntó Ringo de repente observándola.

-¿Adónde voy a ir? Pues a abrir la puerta, claro.

-Ni de coña.-le replicó él poniéndose en pie de un salto.-Tú no vas a abrir. ¿Y si es algún tipo raro o algún...?

-Ritchie...

-Que no, que iré yo.-le cortó él mientras se calzaba las zapatillas de andar por casa.

Sin apenas darle tiempo a replicarle nada, Ringo salió de la habitación . Mary soltó un suspiro, entre divertida y exasperada. Él y sus manías sobre si le podía pasar algo... No obstante, pese a todo, salió detrás de él, silenciosa.

-¿Por qué vienes tú también?-le preguntó el chico cuando Mary lo alcanzó y se puso a su lado.

-No creo que sea Jack el Destripador el que esté llamando en estos momentos a la puerta de nuestra casa, Ritchie.-le contestó ella en tono cansado.-Y yo quiero ver quién es el pesado que viene a estas horas un sábado, aunque sea sólo para soltarle dos gritos bien merecidos.

Por toda respuesta, Ringo soltó un bufido de resignación antes de empezar a bajar por las escaleras.

-¡Ya va!-gritó él cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la puerta.-¿Quién es?

-Rich...-la voz que provenía de fuera ea casi un murmullo inaudible.-Abre, por favor. Soy Chris.

Mary y Ringo se lanzaron una mirada sorprendidos al escuchar aquella contestación. ¿Qué estaba haciendo Chris allí a esas horas? Sin pensárselo dos veces, Mary abrió la puerta con un gesto rápido. Lo que vio allí la dejó helada. Sí, efectivamente era su amiga, pero ofrecía un aspecto digno de lástima. Tenía la cara hinchada y los ojos rojos como si no hubiera parado de llorar durante horas, y estaba completamente descuidada, como nunca antes la había visto.

-¡Chris!-gritó ella asustada-¡¿Qué te pasa?!

La chica apretó los labios y negó con la cabeza a la vez que las lágrimas volvían a hacer acto de presencia en su rostro.

-Lo siento...-balbuceó.-Yo no... No sabía adónde ir y tenía miedo de ir a casa de Paul y...

-¿Pero qué ha ocurrido?-le cortó Mary, que por segundos se iba asustando más  más. No entendía absolutamente nada de todo aquello.

Chris se quedó mirándola durante unos segundos antes de contestar. Ya ni siquiera se estaba esforzando por disimular sus lágrimas.

-Yo...-susurró.-Yo... He roto con John.

Y dicho esto, sin que a Mary le diera ni siquiera tiempo a asimilar el significado de aquellas palabras, Christine se abrazó a ella fuertemente y empezó a llorar desesperada.

*******************************

Sin apenas darse cuenta de cómo había llegado hasta allí, Chris se encontró de repente en el salón de Sunny Heights, sentada al lado de Mary y llorando desesperadamente a la vez que Ringo las observaba atónito. Apenas podía articular palabra pero, aun así, se las había apañado para contestar a las preguntas nerviosas que le lanzaba su amiga aunque aquello le hubiera costado un verdadero ejercicio de valentía por su parte. Y es que, decirlo en voz alta, dolía muchísimo más que tenerlo en su interior. Decirlo en voz alta suponía confirmar con palabras lo que acababa de suceder hacía menos de dos horas. Suponía reconocer que lo de John y ella había terminado. Suponía admitir que su vida se acababa de derrumbar como un frágil castillo de naipes.

-No... No he querido ir a casa de mi hermano porque estaba muy asustada.-balbuceó ella después del largo silencio que se había hecho tras haber contado lo que había pasado; un silencio en el que Mary se había limitado a abrazarla y consolarla.-Temía su reacción si me veía aparecer de este modo y tenía miedo de que la emprendiera a golpes con John o algo así y... Lo siento. Siento haberos molestado a vosotros a estas horas.

-Cállate, Christine.-le cortó Mary.-Esto no es molestar. Los amigos estamos para eso. Has hecho muy bien en venir aquí, ¿verdad, Ritchie?

Chris levantó la cabeza y miró a Ringo, quien asintió, en silencio.

-No quiero que tengas problemas con John por mi culpa.-dijo cayendo en la cuenta de repente de que Ringo era uno de los mejores amigos de John.-Me iré pronto, lo prometo.

-No.-la interrumpió Mary con determinación.-Tú quédate aquí todo el tiempo que te haga falta.

-Pero John...

-Tranquila, Christine.-dijo Ringo hablando por primera vez desde que ella había llegado.-Coincido con Mary. Puedes quedarte todo el tiempo que sea necesario. No te preocupes por John, ya me las apañaré con él.

La chica lanzó un suspiro y bajó la mirada, pensativa. Aquello podía acabar mal, muy mal, dependiendo de la reacción de John. Incuso ponía en peligro los cimientos del grupo y, lo que era muchísimo peor, la amistad entre Ringo y él.

-Gracias.-dijo al fin.-Sois unos amigos geniales, de verdad.

-Ya sabes que nos tienes para lo que quieras.-contestó Mary pasándole el brazo por el hombro.

-Lo sé. Aun así, creo que cuando se me pase un poco todo esto iré a casa de mi hermano. Total, entre John y él las cosas ya se pondrán feas de por sí cuando Paul se entere de que lo hemos dejado...

Otro largo silencio volvió a hacerse entre los tres. Era evidente que todos estaban pensando en lo que ella acababa de decir. Chris los miró, primero a Mary; después, a Ringo. A juzgar por sus expresiones ambos sabían que lo que acababa de decir era cierto. La chica lanzó otro suspiro. Se sentía tremendamente culpable por todo.

-Si quieres puedes quedarte en mi piso de Montagu Square.-dijo Ringo de repente rompiendo el silencio.-Ya sabes... Desde que se fue la ex de tu hermano aquello está vacío y está listo para entrar a vivir.

Chris se quedó mirándolo durante varios segundos, sopesando la opción que Ringo le acababa de ofrecer. La verdad era que era una oferta suculenta. Ella más que nadie sabía que ese piso estaba en perfectas condiciones y, además, aquello supondría no desperdiciar ni un sólo segundo buscando otro lugar donde vivir. Porque una cosa tenía muy clara: aunque se quedara con Paul los primeros días, no quería quedarse de nuevo a vivir con él de manera indefinida. Ya tenía trabajo, se podía permitir un alquiler, y, además, el hecho de vivir con Paul suponía, aparte de perder su ansiada independencia, tener verdadero peligro de cruzarse con John cuando menos lo esperara. Y, por el momento, ella no estaba preparada para ello.

No obstante, de repente, un oscuro pensamiento se apoderó de ella haciéndole poner los pies en el suelo inmediatamente. No. No podía aceptar la proposición de Ringo. Aquello sólo empeoraría las cosas. Así pues, Chris negó con la cabeza lentamente, varias veces.

-Te lo agradezco mucho, Rich, pero... no puedo aceptarlo.

-Si es por el alquiler, no hay problema.-se apresuró a añadir él.

-No es por eso.-suspiró.-Podría pagarte el alquiler con mi salario del periódico, pero... no quiero que esto os ocasione problemas.

-No seas ridícula.-dijo Mary.-Nosotros no vamos a tener ningún problema.

-Mary.-le interrumpió ella.-Sí. Sí que os traerá problemas y no quiero que eso ocurra. Conozco a John, lo conozco demasiado, y sé que si se llega a enterar de que me habéis alquilado el piso va a montar un espectáculo que os aseguro que no os gustará.

-Pero Chris...

-Sé de lo que hablo.-continuó ella.-Estamos hablando de John. Rich sabe que tengo razón.

Ringo se quedó mirándola durante unos segundos y, a continuación, asintió levemente con la cabeza.

-De todas maneras, Lennon no me asusta.-contestó, aunque a Chris no le pareció del todo convencido al decir aquello.

-No. Os lo agradezco de veras, pero... Haré lo que había pensado: iré con Paul unos días hasta que encuentre algo y, después, me trasladaré allí.

Sus dos amigos asintieron con la cabeza.

-Está bien.-convino Mary de mala gana al cabo de unos segundos.-Si eso es lo que tú quieres, adelante. Pero para lo que necesites, la más mínima tontería, sea la hora que sea y el día que sea, quiero que me llames y me lo digas, ¿de acuerdo?

Pese a que en aquellos Chris estaba completamente destrozada, la determinación y la fidelidad de Mary hicieron que dibujara una sonrisa en la cara.

-Lo sé.-contestó ella intentando contener de nuevo las lágrimas, aunque esta vez, eran de la emoción.-Muchas gracias por estar ahí siempre. Muchas gracias.

Mary se volvió a fundir en un abrazo con ella antes incluso de que acabara de pronunciar aquellas palabras  y, entonces, Christine no pudo contenerse por un segundo más y empezó a llorar nuevamente. Ahora, al parecer, el único valor seguro que tenía en la vida era la amistad que le estaban brindando en aquellos momentos.

*******************************

El piso todavía seguía en penumbras. John ni siquiera se había molestado en descorrer las cortinas, que permanecían cerradas desde la noche anterior. Tampoco había pensado en ello. Tampoco había pensado en nada más que no fuera maldecirse a sí mismo y maldecir su suerte. Tampoco había pensado en nada más que no fuera en ella, en sus ojos llorosos antes de irse, en el ruido de la puerta al cerrarse tras ella.

Arrastrando los pasos, confuso como nunca antes lo había estado en toda su vida, John entró en su habitación. Lo miró todo detenidamente. Todavía podía sentir su presencia allí. Sus cosas permanecían sobre el tocador e incluso podría decirse que notaba hasta el olor de su perfume.

Aquella visión lo atormentaba, lo corroía por dentro y lo mataba de tristeza. Casi como un autómata se sentó pesadamente sobre el borde de la cama. Tocó levemente la parte en donde ella dormía, a su lado, y la simple idea de que no aquello no volvería a suceder le hizo arrancar a llorar de nuevo. Se escondió la cara entre las manos, sintiéndose el ser más desgraciado sobre la faz de la Tierra, y lloró en un llanto casi inaudible pero tremendamente doloroso durante mucho tiempo. Lloró por todo: porque ella ya no estaba, porque volvía a estar solo, porque siempre acababa metiendo la pata, por la rabia que sentía dentro de él... hasta que no le quedó ni una lágrima más por derramar. Después, levantó la cabeza poco a poco. Pese a su miopía y a que tenía los ojos hinchados, aún pudo distinguir en el espejo que había sobre el tocador a un tipo desolado, digno de compasión, hecho un trapo. Aquella visión de sí mismo todavía lo atormentó aún más.

-Maldito hijo de puta...-se dijo a sí mismo poniéndose en pie de repente.-¡Estúpido!

Descargó toda la rabia que llevaba adentro tirando de un manotazo todo lo que había encima del tocador. Lejos de pararse al escuchar el ruido del cristal al romperse cuando cayó en el suelo, siguió. Siguió descargando su rabia golpeándolo: el armario, la cama, las paredes, los muebles.

Paró de destrozarlo todo de repente, de la misma manera que había empezado. Volvió a mirarse en el espejo, podría decirse que era casi el único objeto en toda la habitación que se había salvado de su ataque de cólera. Ahora, más que un triste reflejo de sí mismo, parecía un loco, un tarado, un maldito psicópata. Y entonces, todavía con la respiración agitada, tomó una decisión.

No iba a consentir que Chris saliera de su vida tan fácilmente. No. Se negaba a ello. Y, por eso mismo, iría a buscarla.

******************************

Hacía muy poco que Paul se acababa de levantar cuando alguien empezó a llamar al timbre de manera histérica. Frunciendo el ceño y preguntándose quién podría ser con tantas prisas a aquella hora de la mañana, dejó su taza de té a medio terminar sobre la mesa de la cocina y se dirigió a abrir la puerta. Su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró delante de él a un John con un aspecto lamentable y que parecía furioso.

-Dile que salga.-fue lo primero que dijo, fuera de sí.

Paul se quedó mirándolo durante unos segundos, sin entender nada.

-¿Pero qué dices?-preguntó al fin, confuso.-¿Que salga quién?

-Déjate de gilipolleces y dile que salga. Sé que está aquí.

-¿Qué mierdas te has metido?

-No has las cosas más complicadas, joder.-casi exclamó John mirándolo desafiante y haciendo ademán de meterse en el interior de la casa.-Quiero hablar con ella.

De repente, todo encajó en la cabeza de Paul. John estaba fuera de sí y había ido a su casa buscando a alguien desesperadamente. No hacía falta ser muy listo para entender en el acto que a quien buscaba era a Christine.

-¿Qué ha pasado?-preguntó Pal de repente poniéndose ante John e impidiendo que entrara adentro. Ahora, era él que empezaba a estar fuera de sí.-¡¿Qué ha pasado con mi hermana?!

-¡No me tomes el pelo, joder!-le gritó John.-¡Déjame entrar! ¡Sé que está aquí!

Por unos instantes, Paul temió que John se abalanzara sobre él y lo apartara a la fuerza de la entrada. No obstante, pareció contenerse en el último momento. Lo escrutó con la mirada: en esos momentos, más que furioso, parecía desesperado.

-No está aquí.-contestó él obligándose a bajar el tono de voz.

-Mientes.

-No. No está aquí.-siseó.-¿Qué ha pasado con mi hermana, Lennon?

John lo miró durante unos segundos, desconcertado.

-¿Qué-ha-pasado-con-mi-hermana?-casi gritó Paul esta vez remarcando todas y cada una de las palabras de la pregunta.

-Se ha largado.-murmuró John de repente.-Se ha ido. Me ha...

Cuando Paul escuchó aquellas palabras, notó como la sangre empezaba a arderle en las venas. Casi en un acto impulsivo, se abalanzó contra John y lo agarró por las solapas de su chaqueta con violencia.

-¡¿Qué le has hecho?!-le gritó.

John se zafó de él de un fuerte empujón. Paul se quedó mirándolo. Ambos respiraban agitadamente y se sostenían la mirada, como dos leones furiosos a punto de iniciar una pelea.

-Vete a la mierda, McCartney.-dijo John de repente antes de darse la vuelta.

-Como le hayas hecho algo, te mato.-siseó Paul mientras miraba como John caminaba ya por el jardín hacia la salida de su casa.-¿Me has escuchado, Lennon? ¡Te mato!

John ni siquiera se volvió para contestarle y salió de allí, dejándose a un Paul que no sabía si sentirse más furioso por aquel encuentro o, por el contrario, más preocupado por el paradero de su hermana.

Nada más perdió de vista a John, Paul volvió a entrar corriendo en el interior de su casa, rápido como una exhalación. ¿Qué era lo que había pasado? John le acababa de decir algo que a priori le resultaba imposible de creer pese a que desde hacía unos meses las cosas no estaban del todo bien: su hermana lo había dejado. Pero... ¿cómo? Y más importante aún... ¿dónde estaba? Paul inspiró profundamente unas cuantas veces, intentando mantener a raya el pánico que había empezado a apoderarse de él. Intentó apartar de sí los oscuros pensamientos que vaticinaban que a Chris le habría podido ocurrir algo malo e hizo un colosal esfuerzo por pensar con claridad, con lógica. Y ya estaban de nuevo a punto de encajarle todas las piezas de aquel rompecabezas cuando, de repente, sonó el teléfono de casa. Casi corrió para ir a contestar. Sabía que podía ser ella.

-¿Sí?-respondió nervioso cuando descolgó.

-Hola Paul.-contestó una voz masculina al otro lado de la línea.-Soy Ringo.

Paul no pudo evitar soltar un bufido de decepción cuando escuchó que quien llamaba no era Chris.

-Hola, Rich.-le respondió agitado.-Lo siento mucho, ahora no puedo hablar contigo. He de...

-Espera un segundo, Paul.-le interrumpió su amigo.-Creo que debes saber una cosa: tu hermana está aquí ahora mismo, en mi casa.

-¿Cómo dices?-exclamó Paul entre aliviado y sorprendido.-Joder, Rich... Ha venido John no hace ni cinco minutos como un loco preguntando por ella y yo... ¿Cómo está?

-Digamos que no está pasando por el mejor momento de su vida.-masculló Ringo.-Oye... ¿has dicho que ha ido John allí? ¿Está todo bien?

-No me hables de ese cabrón.-respondió Paul.-Pero tranquilo, sí. Más o menos bien. ¿Sabes qué ha pasado?

-Tu hermana lo ha dejado. Eso es lo que nos ha contado a Mary y a mí...

-¿John le ha hecho algo?-se apresuró a preguntar él, a punto de perder pos estribos de nuevo.

-Simplemente Chris no aguantaba más.-se limitó a responder Ringo.

-Richard... No me mientas, por favor. No cubras a ese hijo de puta. Es mi hermana, la conozco. No lo hubiera dejado si no le hubiera hecho nada.

-Eso es lo que nos ha contado, Paul.-le cortó Ringo.-Si quieres saber algo más, deberías hablarlo con ella.

-No dudes que lo haré.

Un incómodo silencio se hizo entre los dos amigos.

-Me ha pedido que te diga que está aquí.-dijo Ringo al cabo de unos instantes.-Creo que sería mejor que vinieras a recogerla.

-Está bien. No tardo nada. Gracias por todo, Rich.

-De nada.-le respondió Ringo.-Y... Paul, una cosa..

-¿Qué?

-No hagas ninguna tontería. A ella no le gustaría. Y a mí menos. Ya sabes a lo que me refiero.

-Te agradezco tu interés, Richard, pero no te metas.

-Tampoco lo hagas tú.-le cortó.-Ya sabes como son las cosas de pareja.

Paul se quedó meditando la contestación que su amigo le había dado. Aquello le hizo reflexionar. Quizá Ringo estuviera en lo cierto, aunque le costara horrores mantenerse al margen.

-De nuevo gracias por el consejo.-contestó al fin.-No tardaré. Hasta ahora.

-Hasta ahora.

Paul colgó el teléfono mucho más tranquilo que antes. Al menos, tenía la total certeza de que su hermana estaba sana y salva en casa de sus amigos. No obstante, seguía tremendamente preocupado y furioso a la vez. Si John le había hecho algo malo no se veía capaz de perdonarle pero, aunque Ringo estuviera en lo cierto y simplemente Chris se hubiera cansado de aguantar a Lennon, aquello cambiaba radicalmente las cosas. Y es que, en esos momentos más que nunca, Paul veía en peligro de muerte la amistad con el que tanto tiempo había sido uno de sus mejores amigos.

*********************************

John llegó de nuevo a casa todavía más confuso que antes. Se sentía perdido, como si fuera un gato sin dueño, sin saber qué hacer ni adónde ir. La visita a casa de Paul sólo le había servido para ponerlo aún peor. Era evidente que Paul no mentía cuando le había asegurado que Christine no estaba con él en su casa. Además, parecía incluso no saber nada de lo que había pasado.

Aquello ponía a John en una situación difícil. ¿Adonder habría ido la chica? No tenía ni idea y aquello lo inquietaba y lo preocupaba a partes iguales. La conocía. Sabía que era prácticamente imposible que hubiera hecho alguna tontería, pero... ¿y si había decidido desaparecer del todo durante algún tiempo? ¿Y si no la volvía a ver jamás? Aquella idea lo ponía más de los nervios: el hecho de pensar que no podría ni siquiera brindarle una explicación, o una disculpa o, simplemente, verla sin más, era la peor de las torturas posibles.

Intentó apartar de su mente aquellos pensamientos y se obligó a creerse que quizá estaría sola, pensando, que no tardaría en aparecer por algún sitio, o que, quizá, simplemente estuviera con Mary o con Gwen. No obstante, aquel pensamiento, lejos de reconfortarle, le puso aún peor: si Christine estaba con alguna de sus amigas, a esas alturas ya todo el mundo sabría lo sumamente gilipollas que era John Lennon.

Necesitaba apartar aquellos pensamientos de su mente, necesitaba dejar de sentir. Y así, sin pensárselo dos veces, se dirigió hacia la habitación que esa misma mañana había destrozado y buscó entre el revoltijo de cosas rotas por el suelo aquella caja. La abrió nervioso, nada más la encontró entre los fragmentos de cristal de un frasco de perfumes, y agarró un enorme puñado de pastillas. Se las metió en la boca sin ni siquiera preguntarse qué era lo que había agarrado y se las tragó.

En esos momentos más que nunca, lo necesitaba más que el aire que respiraba.

******************************

Ringo se hizo a un lado para dar paso a un airado Paul mucho más nervioso de lo que él estaba acostumbrado a ver.

-¿Cómo está?-le preguntó éste sin ni siquiera saludarle.

-Ya te he dicho antes que no está pasando precisamente por sus mejores momentos.-le respondió él con calma. Está en el comedor, con Mary.

Paul asintió con la cabeza y se encaminó hacia donde le había indicado. Él, por su parte, se limitó a seguirlo en silencio.

-¡Chris!

La exclamación de Paul hizo que las dos chicas se giraran de repente, extrañadas.

-Ey, hola, gusano.-respondió Christine con voz débil a la vez que esbozaba una sonrisilla forzada.

Paul ni siquiera esperó a que dijera nada más para dirigirse hacia ella y darle un abrazo.

-¿Qué...? ¿Qué ha pasado?-preguntó el chico.

-Supongo que ya lo sabrás, ¿no?-respondió su hermana con amargura.-Lo he dejado con John.

La chica hizo una mueca cuando pronunció la última frase, como si el mero hecho de pronunciar aquellas palabras le produjera un inmenso dolor.

-¿Ese cabrón te ha hecho alguna cosa?-quiso saber Paul de malas maneras.

-Para sorpresa de todos, Ringo incluido, Christine le dedicó a su hermano una mirada glacial.

-No le insultes.-le espetó.

-¿Cómo?-dijo Paul estupefacto.

-Que no le insultes te he dicho. Y no, no me ha hecho nada.

-No entiendo nada...-susurró Paul.

Christine se encogió de hombros y sonrió con amargura.

-No hay mucho que entender.-dijo al fin.

Paul les dedicó una mirada significativa tanto a Mary como a él. Era evidente que pensaba que su hermana se había vuelto loca o algo por el estilo. Tanto Ringo como su esposa, se limitaron a encogerse de hombros.

-Está bien.-convino al fin Paul.-Creo que necesitas descansar. Vámonos a casa, ¿de acuerdo?

-Vale.-dijo Chris poniéndose en pie.

-¿Ya te vas?-preguntó Mary que no estaba para nada convencida en dejarla ir así porque si.

-Sí.-le contestó su amiga.-Será mejor que descanse un poco como dice mi hermano. Por cierto, muchas gracias por todo, de verdad. A los dos.

Mary y Ringo le dedicaron una sonrisa a modo de "no hay de qué".

-Llámame cuando te despiertes, ¿me oyes?-inisistió Mary antes de que Paul y Chris salieran del salón.

-Descuida, lo haré.-sonrió su amiga.

-No hace falta que nos acompañéis a la puerta.-les interrumpió Paul.-Gracias por todo. Nos vemos.

Mary y él observaron como los dos hermanos salían del salón y permanecieron en silencio hasta que oyeron como la puerta de la calle se cerraba al salir los dos.

-Paul está muy seco, ¿no?-dijo Mary mientras los veía entrar en el coche del chico a través de la ventana.-No estoy segura de que lo mejor para Chris sea ahora estar con él... Ya has visto cómo se ha puesto cuando Paul a llamado cabrón a John. Sólo espero que no se peleen ellos dos también.

-La verdad es que no me extrañaría... Paul parece más dolido con John que la propia Chris. Es raro pero...

-Recemos para que no hagan ninguna tontería.

Ringo lanzó un fuerte suspiro.

-Paul dice que John ha ido esta mañana a su casa como un loco buscándola.-explicó.-Él dice que no ha pasado nada, pero la verdad, me asusta lo que haya podido ocurrir entre los dos.

-Entiendo... ¿Tú crees que John es capaz de hacer alguna locura?

-Con él nunca se sabe.-contestó Ringo con sinceridad.-Creo que..

Ringo se interrumpió a sí mismo antes de acabar la frase. La verdad era que lo que iba a decir no le parecía demasiada buena idea.

-¿Qué?

-Pues que... Quizá debería ir a verlo.-respondió.

Para su sorpresa, Maru asintió con la cabeza.

-Tal vez deberías hacerlo. Al fin y al cabo es tu amigo y lo estará pasando muy mal.

-¿Tú crees?

-Claro que sí.-se reafirmó ella.-Yo también lo haría si estuviera en tu situación.

Ringo asintió. La verdad era que tenía razón.

-Sí. Tienes razón. Iré a verle. ¿Te importa que salga ahora?

-Para nada.

Por toda respuesta, el chico le dio un beso en los labios antes de darse media vuelta, dispuesto a salir del salón.

-Ritchie...-le llamó Mary justo antes de que cruzara el umbral de la puerta. Él se giró y la miró interrogativo. Ella, por su parte, agarró aire antes de continuar:-Hazme un favor... No le digas nada sobre Chris... Si ella quiere decirle dónde está, es su decisión.

-Tranquila, princesa.-sonrió.-No diré nada. Absolutamente nada.

************************************

El trayecto desde su casa hasta el piso de John en pleno centro de Londres se le había hecho extremadamente largo. No obstante, allí estaba él en esos momentos, plantado ante la puerta de su casa y esperando a que su amigo le abriera. Casi estaba a punto de llamar al timbre por tercera vez cuando John le abrió. Pese a que Ringo ya estaba concienciado de que no iba a ver a su amigo en las mejores condiciones desde antes incluso de salir de su casa, se le cayó el alma a los pies cuando lo vio así. John, más que él mismo, parecía un fantasma. Además, estaba muy drogado, de eso no cabía ninguna duda.

-Hola, tío...-le saludó John con la voz pastosa y débil.

Sin ni siquiera esperar a que se hiciera a un lado, Ringo entró en el interior de la vivienda. Nada más entrar le golpeó un ligero tufillo a alcohol y a tabaco rancio.

-¿Qué te has metido?-le preguntó Ringo sin más.

John se quedó unos segundos en silencio, pensativo. Después, lanzó un suspiro y cerró. A Ringo no se le escapó el detalle de que apenas tenía fuerzas para empujar la puerta de casa.

-No lo sé.-susurró.-He pillado algunas cosas que había en la habitación y...

-¿Te has metido todo a la vez?-casi gritó Ringo, sobresaltado.

John se limitó a decir que sí con la cabeza.

-¡Joder, cabrón!-exclamó Ringo mientras agarraba a John fuertemente por el brazo y lo llevaba casi a rastras, como un muñeco de trapo, hasta la cocina.

Nervioso, se puso a hurgar entre los armarios de la cocina sin importarle que unos cuantos tarros se estrellaran en el suelo haciéndose añicos en el acto. En aquellos momentos tenía cosas más importantes por las que preocuparse como, por ejemplo, evitar que a John le diera un colapso por la cantidad de cosas que se había tomado a la vez.

-¿Dónde mierdas guardas el café?-le preguntó volviéndose hacia él.

-¿Café?-repitió John completamente ido.

-¡Mierda, John! ¡El café!-le gritó él.

Como si la cosa no fuera con él, John señaló hacia uno de los armarios que colgaban de la pared de la cocina. Ringo lo abrió, nervioso, y agarró el tarro de café, que efectivamente estaba allí. Sentó a John como si de un niño se tratara en una de las sillas de la cocina y, a continuación, preparó un café bien cargado. Después, lo sirvió en una taza grande, agarró la sal y le metió unas cuantas cucharadas. Tenía que hacer vomitar a John sí o sí y aquel era el método más rápido y efectivo que se le ocurría para ello.

-Vamos al baño.-le dijo a su amigo a la vez que lo agarraba del brazo y lo obligaba a ponerse en pie.

John, extrañamente dócil, se dejó conducir hasta el cuarto de baño. Una vez estuvieron dentro, Ringo le tendió la taza de café con sal.

-Bébetelo.-le ordeno.-Ahora mismo y de un solo trago.

John lo agarró y obedeció. Las arcadas le entraron casi en el acto, así que se volvió hacia el retrete y empezó a vomitar. Ringo no pudo evitar poner una mueca de asco, pero contuvo sus ganas de irse y permaneció allí a su lado, hasta que John pareció no tener nada más que sacar.

-Maldito hijo de puta...-le dijo cuando John se puso en pie de nuevo, tosiendo, y tiraba de la cadena.-¿Qué es lo que querías? ¿Matarte? Puedes dar gracias a que he llegado a tiempo.

John le dedicó una mirada glacial antes de volverse hacia el lavabo y echarse agua en la cara.

-No sé si darte las gracias o no.-susurró mirándose en el espejo. Parecía que el colocón casi hubiera desparecido del todo.-Sinceramente, creo que hubiera preferido, como tú dices, matarme.

-Ni se te ocurra decir eso, Lennon.-le cortó él.-Ni en broma.

-¿Por qué no voy a decirlo si es verdad?-contestó John volviéndose hacia él y mirándolo.-Me ha dejado, lo sabes, ¿no?

Ringo asintió.

-Nada vale la pena ya.-continuó John.-Nada-

-Oye, John...-suspiró Ringo.-Se que es difícil, pero...

-¡No!-le gritó.-¡No es difícil! ¡Es imposible, joder! ¡Tú no lo entiendes!

Pese a los gritos, Ringo no se dejó amilanar. Sabía que John no iba a hacerle absolutamente nada.

-Te entiendo más de lo que te imaginas.-le contestó con calma.-Yo también amo a una persona y no puedo concebir estar sin ella.

John calló y bajó la mirada al escuchar aquellas palabras.

-Pero joder, John.-continuó él al ver que su amigo no pensaba decir nada.-No puedes hacerte esto. Debes de seguir adelante.

-¿Seguir adelante?-preguntó John antes de estallar en una carcajada amarga que pilló a Ringo por sorpresa.-Hablas como si fuera fácil.

-No he dicho que lo sea.-le cortó Ringo.-Anda, métete en la bañera. Quizá así se te baje del todo la mierda que has agarrado.

Y, sin más, Ringo abrió el grifo de la bañera lanzando un fuerte suspiro. Por lo visto, aquella visita a John se alargaría mucho más de lo que en un principio había imaginado...

**************************************

El día había sido largo y pesado. Hacía mucho que Chris no se sentía tan cansada. Y es que, las emociones vividas ese día habían sido tan fuertes en el mal sentido de la palabra que tenía la sensación de que llevaba semanas sin dormir. Lo peor de todo había sido repetir la misma historia montones de veces: primero a Mary y a Ringo, después a su hermano y, por último, a Gwen, que había ido a verla a casa de Paul tan pronto se había enterado de lo sucedido. El contar aquello suponía revivir, cada vez que lo hacía, lo que había ocurrido. No obstante, y pese a que hacerlo la hacía sentir tan mal como si le clavaran cientos de cuchillos afilados en el pecho, Christine había hablado con todos los que le habían preguntado sobre el tema, eso sí, obviando los detalles más escabrosos de la discusión final que habían desencadenado la ruptura con John. Podría decirse que la versión oficial que ella había ofrecido a todos era que no aguantaba más su malsana afición por las drogas y que se pasaban el día discutiendo, cosa que, por otra parte, era completamente cierta. Sólo Mary sabía la versión completa de los hechos: se lo había contado todo mientras Ringo había salido del salón para llamar a Paul por teléfono esa misma mañana.

Estaba tan cansada y tan abatida que lo único que quería Chris en aquellos momentos era echarse en la cama y dormir. Dormir y olvidarse por unas horas de todo aquel sufrimiento. Dormir y olvidar por un rato a John, con el que llevaba pensando todo el día, desesperada.

Se acababa de poner el pijama cuando escuchó aquellos golpes en la puerta. Antes incluso de asomarse disimuladamente por la ventana abriendo levemente la cortina, Chris ya supo quien era el causante de aquellos golpes furiosos e insistentes. Era él. Era John. Estaba segura.

Miró justo a tiempo para lograr ver como Paul abría la puerta frente a la cual, efectivamente estaba John. Los escuchó gritarse a los dos, aunque no pudo distinguir qué se decían con la ventana cerrada, que no se atrevía a abrir por nada del mundo. Cuando los dos empezaron a empujarse violentamente, Christine notó como el corazón paraba de latirle durante unos segundos pero, justo en el momento en el que ya estaba empezando a pensar que los dos iban a enzarzarse en una pelea, John pareció reaccionar y dejó de empujar a Paul. Le dijo algo y, a continuación, se dio media vuelta y se alejó de allí con paso decidido. Su hermano, por su parte, se limitó a cerrar la puerta con un portazo que retumbó por toda la casa.

Chris continuó mirando como John se alejaba, calle arriba, con la cabeza gacha, como si fuera un perro apaleado. Y entonces, como si supiera que ella lo estaba observando, John paró en seco y miró en dirección hacia su ventana. Se mantuvo así, durante unos instantes que a ella le parecieron eternos, mirando, seguro de que ella se escondía tras aquella cortina. Estaba demasiado lejos como para poderlo distinguir, pero Christine tuvo la certeza de que en aquellos momentos John estaba llorando, tal y como lo estaba haciendo ella también.

Después, se dio la vuelta y se fue. Fue entonces, mientras lo observaba alejarse, cuando Chris lo tuvo claro. Debía de irse de allí cuanto antes, a un sitio que John no conociera. O eso, o Paul y él acabarían matándose.

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Habían pasado ya un par de semanas desde todo aquello, dos semanas en las que ella se había movido y actuado como una autómata, sin saber exactamente por qué hacía las cosas. Afortunadamente, aquellas dos semanas le habían servido para encontrar un sitio decente en el que vivir, un sitio lo suficientemente alejado de John como para poder estar tranquila. Se trataba de un pequeño apartamento de una sola habitación no demasiado lejos de la redacción del periódico, bastante nuevo y con todo lo que necesitaba para vivir cómodamente. En otras circunstancias, Chris hubiera estado feliz por haber encontrado un lugar así donde poder vivir pero, no obstante, lo único que le provocaba aquel lugar en aquellos momentos era una profunda congoja, incluso podría decirse que asco. Y es que, el hecho de vivir allí, le recordaba cada día que todo lo que había construido con John se había ido a la basura.

Había dejado de llorar a todas horas cuando las accidentadas visitas de John a casa de su hermano habían disminuido hasta casi desaparecer. La verdad era que no tenía ni idea de si John había vuelto o no a Cavendish Avenue después de que ella se trasladara a su apartamento, aunque tampoco quería saberlo. Todos los que la rodeaban habían hecho una especie de pacto de silencio sobre el tema. Nadie hablaba de John delante de ella por expresa prohibición. Y es que no soportaba que nadie lo nombrara, no por odio, nada más lejos de la realidad, sino porque, cada vez que se acordaba de él, sentía la imperiosa necesidad de volver a su lado, de tenerle cerca. Chris era consciente de que a la mínima caería de nuevo y por eso no quería saberse nada de él.

Estaba sumida en sus propios pensamientos cuando, de repente, el teléfono sonó. Sobresaltada por aquel ruido repentino, Chris se levantó del sillón y se dirigió hacia la mesita del teléfono para contestar.

-¿Sí?-respondió.

-Ey, enana, ¿qué tal?

La chica sonrió al escuchar la voz de su hermano al otro lado de la línea.

-Bien.

-¿Seguro?-insistió Paul.

-Seguro, bobo.-mintió.-¿Y tú qué tal?

Yo bien, pero...-balbuceó su hermano.-Te quería hablar precisamente de eso...

Christine frunció el ceño confundida.

-¿Hablar de qué?

-Supongo que ni siquiera te acordarás de esto... Con todo el jaleo y tal, pues...

-Paul, no tengo todo el día.-le cortó ella nerviosa. Odiaba que se anduvieran por las ramas cuando estaba impaciente.

-Mañana nos vamos.-respondió Paul a la vez que lanzaba un suspiro.

-¿Os vais? ¿Adónde?-preguntó ella extrañada.

-Empieza el rodaje de la película, ¿te acuerdas?

Sólo cuando Paul se lo dijo, Chris lo recordó todo. Ni siquiera se había acordado de la existencia de esa película hasta el momento. Obviamente, tenia la cabeza demasiado ocupada en otras cosas como para acordarse de películas.

-No me acordaba, lo siento.-reconoció ella.-Entonces es mañana...

-Sí.-le confirmó Paul.-Espero que no te moleste estar sola durante un par de semanas... No durará más, te lo aseguro-

-Tranquilo, Paul.-respondió ella.-Por supuesto que no me importa. Al fin y al cabo vivo sola, ¿no?

-Sé que vives sola, Christine, pero...-Paul se interrumpió a sí mismo antes de seguir.-De todas maneras, te llamaré todos los días, ¿de acuerdo?

-Sobreviviré, Paul.

-No te pongas sarcástica conmigo. Sé de lo que hablo, ¿vale?

-Vale...-respondió ella cansada.

-Prométeme que estarás bien.

-Te lo prometo.

.Así me gusta. No tardaremos mucho en vernos, enana.

-Tranquilo. Adiós.

-Adiós.

Justo antes de que Paul colgara, a Chris le pasó un fugaz pensamiento por la cabeza.

-¡Paul!-le llamó justo antes de que su hermano colgara el auricular.

-¿Qué pasa?

-Quiero que...-balbuceó ella.-Quiero que tú también me prometas algo...

-¿El qué?

Chris suspiró.

-Tened la fiesta en paz.-contestó.-Ya sabes a lo que me refiero. Hazlo por mí.

Paul calló. Por unos instantes, Chris incluso llegó a creer que le había colgado.

-No puedo prometerte nada.-dijo al cabo de unos segundos.

-Es tu amigo.-ella misma se sorprendió diciendo aquello.-Prométemelo.

-Está bien, te lo prometo.-suspiró al fin.

-Gracias-

-De nada, enana. Nos vemos pronto.

-Nos vemos.-respondió ella.-Que te vaya bien. Bueno, mejor dicho, que os vaya bien. A todos.







Holaaaaaa!!!! Bien, aquí he llegado yo con este capi un poquito deprimente, la verdad, pero ya veis que es necesario. Sea como sea, espero que os haya gustado y todo eso, jeje.

Bien, hoy, aparte de las tradicionales gracias a las que me leéis y comentáis, quiero decir varias cosillas... La primera, a Ingrid, que me preguntó unas cositas en su comentario... Pues sí, hija. John coqueteó con la cocaína (lo dijo en la entrevista esa famosa que hizo a la Playboy en el 80... algo así como que durante el 67 todos abusaron bastante de ella pero que la dejaron porque era una tontería, era como la cafeína, pero mas peligrosa) y más tarde lo hizo con la heroína (me gustaría tratar también el tema, jejeje). De Magic Alex, pues es un personaje así un poco turbio, se saben bastantes cosas de él, pero bueno, yo tampoco lo meto mucho porque me desconcierta un poquito. Sólo comentarte que aparte de la info que te puedas encontrar por ahí de él, durante el 67 se convirtió en el nuevo inseparable de John en sus correrías por ahí... Espero haberte aclarado aunque sólo sea un poquitín las cosas... :)

La segunda cosa es una cosa dedicada a Mary Hall (algunos la conoceréis como María, pero es mentira, en realidad Mary Hall, desde el capítulo de "La Boda", Mary Starkey, es su verdadero nombre). Vale, me dejo ya de chorradas porque es que... AYER FUE SU CUMPLE!!!! FELICIDADES! Si alguien no la ha felicitado aún, que la felicite, que dicen que hasta los 8 días, vale (eso es una excusa barata que dicen los que se les olvidan los cumples, pero bueno). Así que nada, que cumplas muchos más y que Ringo te ayude a celebrarlo. :P

En fin, yo ya me dejo de fastidiar, que al final os vais a cansar de mí, jajaja. Gracias por estar ahí y besotes! :D