domingo, 23 de octubre de 2011

Capítulo 15: What Goes On


Ringo estaba sentado en uno de los sofás de casa de John mientras oía a sus tres amigos parlotear sin cesar. Estaban hablando sobre una canción, pero a decir verdad ni siquiera sabía lo que estaban diciendo. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no les estaba prestando atención.

-¿Qué te parece a ti, Ringo?

Ringo salió de su burbuja y se quedó mirando con cara de no saber muy bien dónde meterse a sus tres amigos, que lo miraban inquisitivamente.

-¿Cómo?-fue lo único que fue capaz de articular él, en un vago intento por ganar un poco de tiempo.

-¿Se puede saber qué coño te pasa?-preguntó John extrañado mirándole a los ojos.

-Lo siento.-dijo Ringo atropelladamente.-No os estaba escuchando.

-Pues llevamos hablando de lo mismo como veinte minutos, tío.-le reprochó John.

-Decíamos que quizás ahora podría ser el momento de grabar “What Goes On”, para el nuevo álbum...-aclaró George en tono conciliador.

-¿”What Goes On”?-se extrañó Ringo sin todavía haber pillado el hilo a la conversación.

-Sí, la canción de John...-contestó Paul impaciente.-La de los Quarrymen...

-Ah, “What Goes On”...

-Y estábamos comentando que con tu tono de voz quedaría mejor que con la de cualquier otro...-continuó George.

-Ah, vale.-contestó él apático. La verdad es que en aquellos momentos le daba igual la puñetera canción.-La cantaré yo si eso es lo que queréis...

-Pero aún nos faltan unos retoques...-dijo John.- La original no me convence...

-Pues todo sería cuestión de sentarse y ver qué modificamos... –le contestó Paul.-Y si es Ringo el que la tiene que cantar, pues debería también ponerse con nosotros y ver qué cambiamos... ¿verdad, Rich?

Pero Ringo había vuelto a desconectarse de la conversación. No lo podía evitar, en aquellos momentos en lo único que podía pensar era en Mary.

-¡Richard!-le gritó John haciendo que de nuevo volviera a centrar su atención en ellos, que a juzgar por sus expresiones ya estaban empezando a preocuparse.

-Oye, tío...-le dijo George.-A ti te pasa algo... No es normal que estés tan en las nubes...

Ringo se quedó mirándole fijamente y soltó un suspiro de resignación. Era demasiado evidente para seguir ocultándolo.

-Bah, no me hagáis caso...-murmuró al fin.-Sólo es que ayer tuve movida...

-¿Con Mary?-quiso saber George.

-Sí. Nos encontramos con Mel y...

-Joder...-murmuró Paul entre dientes.

-¿Qué?-preguntó Ringo extrañado ante la interrupción de Paul.

-No, nada...-se apresuró a contestar Paul.-Simplemente es que ella y Mel como que no se llevan demasiado bien...

-Hombre, con Mel pocas novias se llevan bien, no nos vamos a engañar...-añadió John.

-¿Por qué dices eso?-preguntó Ringo extrañado.

-Joder, Ringo, no me seas ignorante...-contestó John resuelto.-Se nota a la legua que Mel va a lo que va... Vamos, que es una calientabraguetas... Y digo yo que a ninguna chica le gusta que una tía así se acerque demasiado a su novio...

-Pero Mel no...-balbuceó él.

-No, sólo que te la chuparía a gusto a la primera de cambio, Starkey.-rió John mientras George le daba un codazo por el comentario.

-Y aparte de eso, hay algo más...-dijo Paul que, ante la mirada inquisitiva de Ringo, se apresuró a continuar.-El fin de semana que pasamos fuera por lo visto tuvieron unas palabras entre las dos...

-¿Qué?-preguntó Ringo.- ¿Cómo que unas palabras? ¿Y cómo sabes tú eso?

-Me lo contó Mary...-contestó Paul. Ringo le dedicó una mirada furiosa, lo cual hizo que Paul se viera obligado a aclarar las cosas.-Yo venía de estar con Chris, mi hermana estaba mal...

-Ya, estaba mal...-murmuró John a su lado bajando la mirada.

Paul pareció ignorarle y continuó:

-Y bueno, me la encontré en las escaleras cuando iba a bajar con los demás. Ella también parecía chafada y al final me contó que era porque Mel le había dicho que una chica como ella no podía estar con alguien como tú, o alguna mierda de esas...

Ringo tuvo la horrible sensación de que había metido la pata hasta el fondo. Tragó saliva.

-¡Mierda!-exclamó al fin poniéndose de pie de un salto.-¿Por qué soy tan imbécil?

George, John y Paul se quedaron mirándolo boquiabiertos sin decir nada.

-Lo siento, he de irme.-añadió Ringo mientras recogía sus cosas y se ponía la chaqueta.-Tengo que hablar con ella.

-A estas horas todavía estarán en clase...-dijo Paul.

-Me da igual.-contestó él ya empezando a salir de la habitación. He de hablar con ella YA.

***************

Christine estaba jugueteando con la cucharilla de su café mientras ojeaba una revista y acababa de fumarse su cigarrillo. Se aburría tremendamente, aunque más se aburriría en la asquerosa clase de Historiografía en la que debería estar en esos momentos.

-Hola.

La chica levantó la vista y se quedó extrañada al ver que un hombre desconocido le estaba dirigiendo la palabra. Después, cuando se fijó bien en él, no pudo reprimir una pequeña carcajada al reconocer a Ringo disfrazado con una barba postiza, unas gafas y una gorra.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó ella a la vez que él se sentaba a su lado.

-Busco a Mary.-contestó él taciturno.-Tengo que hablar con ella.

-¿Y tan urgente es?-preguntó ella antes de dar una calada a su cigarrillo.-Digo que si eso que le tienes que decir no puede esperar a que terminen las clases...

-Sí, es urgente...-contestó él.-¿Me das un cigarrillo? Me he dejado el tabaco en casa de John...

-Claro....-contestó ella tendiéndole la cajetilla.- Y si te lo has dejado en casa de Lennon, olvídate de él.

-Lo sé.-sonrió Ringo encendiéndose el cigarrillo.-¿Y dónde está ella?

-En clase.

Ringo levantó una ceja extrañado.

-Sí, yo me la he pirado.-aclaró ella con cara de fastidio.-No soporto al profesor ni a la asignatura.

Ringo soltó una risita.

-Ya veo... Si el viejo Jim se entera de esto...-continuó él.-¿Y cuándo acaba esa clase?

Chris miró su reloj de pulsera.

-En poco más de media hora.-contestó.

Ringo soltó un bufido de fastidio. Chris lo miró sin saber muy bien a qué venía tanta impaciencia. Lo cierto es que Mary aquella mañana también había estado muy rara, tanto que le había costado reconocerla. Ella, que casi siempre estaba contenta, había aparecido seria y taciturna y no le había aclarado absolutamente nada de lo que le estaba pasando. Y ahora Ringo se le presentaba allí, en la universidad, buscándola para hablar urgentemente con ella. No hacía falta ser demasiado listo como para ver que algo había ocurrido entre ellos dos.

**********

Mary estaba intentaba concentrarse en la clase aunque no podía. En aquellos momentos estaba empezando a plantearse que quizás hubiera sido mucho mejor que acompañara a Chris a la cafetería en lugar de quedarse allí, aburriéndose y no enterándose de absolutamente nada de lo que estaba diciendo el profesor.  Si en condiciones normales ya costaba seguir sus clases, ahora que tenía la mente puesta en lo que había pasado el día anterior con Ringo era imposible seguir el ritmo de las explicaciones.

Estaba concentrada garabateando el papel que tenía delante cuando el ruido de la puerta de clase le llamó la atención. Preguntándose quién puñetas estaría tan loco como para entrar en medio de aquella clase cuando casi todos los allí presentes soñaban con largarse de allí cuanto antes, se giró en dirección a la puerta. Su sorpresa aún fue mayor cuando vio que era Chris, que acababa de entrar en el aula luciendo una de sus sonrisas de niña buena.

-Llega media hora tarde, señorita.-masculló el profesor.

-Lo siento, vengo de arreglar unos papeles en el decanato.-contestó ella sonriente.

Mary dejó escapar una sonrisa. ¿Cómo podía mentir así de bien y quedarse tan ancha? Por su parte, el profesor no le hizo más caso y continuó con su monótona y aburridísima explicación como si nadie hubiera interrumpido su clase.

-Mientes como una bellaca.-susurró Mary cuando Chris se sentó a su lado.-¿Por qué puñetas has vuelto?

-No por gusto, te lo aseguro.-respondió ella sonriente.-Sólo he venido a decirte que te largues de aquí.

-¿Estás loca?-se extrañó Mary.-¿Por qué se supone que debería irme? ¡Estamos en medio de una clase!

-Vamos a ver...-susurró Chris.-Primero, no estamos en el instituto, así que puedes largarte de una asquerosa clase como ésta cuando te dé la gana. Segundo, te están esperando ahí fuera.

Mary la miró extrañada.

-¿Qué pasa? ¿No te imaginas quién está ahí fuera?-insistió Chris con la mirada fija en la pizarra, donde el profesor estaba empezando a garabatear un esquema ilegible.

Mary tragó saliva. Por supuesto que se imaginaba quién estaba ahí fuera, esperándola. Pero la verdad era que no sabía muy bien si quería o no hablar con él en esos momentos.

-Claro que lo sé. Pero no voy a salir.-contestó ella al fin decidida.

-No me fastidies...-murmuró Chris entre dientes.-He entrado en medio de esta mierda de clase para avisarte y ahora me dices que no vas a salir... Para pegarme un tiro, vamos.

-No seas así... No me apetece hablar con él ahora.

-Mira, no sé qué puñetas os pasa a vosotros dos, pero tarde o temprano tendrás que hablar con él, ¿no? Así que cuanto antes mejor. Ya estás saliendo.

-No me des órdenes, McCartney.-masculló Mary enfurruñada.

Chris soltó un suspiro.

-Vamos a ver...-empezó a decir su amiga sin poder ocultar su impaciencia.-Que conste que no lo defiendo ni nada, pero aunque se haya disfrazado se la ha jugado viniendo aquí, donde tienen a cientos de fans locas... Y parece verdaderamente impaciente. Me ha insistido tanto que no he tenido más remedio que entrar a avisarte...

-No voy a salir, Chris, no es necesario que insistas.-contestó Mary contundente.

-Pero... ¿no te da lástima?-insistió ella.

-No, ninguna lástima.

-¿Y ni siquiera tienes curiosidad por escuchar lo que te tiene que decir?

-Tampoco...

-¿Y si alguien lo reconoce mientras está ahí fuera esperándote?

-Si alguien lo reconoce que se joda, para qué viene. ¡Y ahora déjame concentrarme, que estamos en clase, por si no te habías enterado!

-Ya... Jodida clase...-masculló Chris.-Si lo sé no entro.

-Ojalá no lo hubieras hecho. Cállate ya, por favor, el profesor ya empieza a mirarnos mal.-insistió Mary en un susurro.

-Yo también lo miro mal a él, así que tranquila.-le contestó Chris con una sonrisa pícara en los labios.-Encima de pedante y estúpido, este hombre es un muermo... Aburriría hasta a una piedra.

-¡Calla ya!

-No me des órdenes, Hall.- le reprochó Christine.-¿Qué pasa? Donde las dan las toman...

-¡Cállate, por favor!

-Me aburro...

En ese momento, el profesor, que ya hacía un rato que tenía la vista fija en ellas, no pudo más y paró su explicación en seco.

-Escuchen señoritas.-dijo con cara de pocos amigos.-Si van a estar contándose sus cosas, más vale que lo hagan en el bar. Les recuerdo que la asistencia a clase es voluntaria y que para venir aquí a interrumpir prefiero que no vengan. Así que váyanse fuera.

Mary sintió en esos momentos como le hervía la sangre, más todavía cuando vio la cara de satisfacción de Chris mientras recogía sus cosas y se ponía en pie. Era evidente que había conseguido lo que quería: que las echaran de clase.

Con gesto de fastidio, se puso en pie y la siguió hacia la puerta, maldiciéndola para sus adentros. Lo pasaba bien con ella y la consideraba una buena amiga, pero en momentos como ése la mataría sin dudarlo lo más mínimo.

-¿Qué?-le preguntó mientras salían del aula.-¿Ya has conseguido lo que querías?

-Por supuesto que sí.-le contestó ella con una risita.-Pero si me disculpas, ahora he de irme a la cafetería. Creo que Alice ya estará por allí, así que el deber me llama. Por cierto, allí tienes al camuflado.

Sin esperar respuesta, Chris empezó a andar decidida en dirección a las escaleras dejándose allí plantada a Mary. Nada más desapareció, dirigió su mirada hacia el final del pasillo, donde estaba Ringo que efectivamente iba disfrazado, tal y cómo le abía dicho Chris. El chico dudó unos segundos y después se acercó hacia donde estaba ella con paso decidido.

-Hola.-saludó cuando se le puso delante.

-Hola.-le respondió Mary de mala gana. Todavía se sentía muy dolida por lo del día anterior.

-¿Me acompañas a dar un paseo?-preguntó él mirándola suplicante.-Quiero hablar contigo.

-Qué remedio...-dijo Mary entre dientes.

Ringo soltó un suspiro y los dos se pusieron en marcha, en silencio. Se dirigieron hacia la salida del campus sin dirigirse la palabra. De cuando en cuando, Mary le dirigía una mirada furtiva a Ringo, que caminaba a su lado con la mirada fija en el suelo, pensativo y serio. Jamás lo había visto así antes.

A los cinco minutos entraron en un parque cercano a la universidad y se sentaron en un banco bastante apartado de los demás.

-Lo siento.-dijo él nada más se sentaron.-Soy un gilipollas.

Mary le dedicó una mirada severa, pero no contestó. Lo sentía, vale. Pero el simple hecho de pedirle disculpas no hacía que ella se sintiera mejor ni mucho menos.

-Si hubiera sabido lo que pasó entre Mel y tú, yo no...-continuó él.

-Tampoco hace falta ser muy largo de miras para ver que Mel no me hace gracia...-le cortó ellla.

-Ya, pero yo qué sé...-le contestó él balbuceando.-Sabía que no te caía bien, pero creía que era porque ella es un poco...

-¿Imbécil?-preguntó Mary con sarcasmo.

Ringo soltó un suspiro y fijó sus ojos en ella. Mary apartó la mirada. No podía resistir aquella mirada sincera. Sabía que si le mantenía la mirada, Ringo acabaría convenciéndola y eso, por aquel momento, no le apetecía para nada.

-¿Por qué no me dijiste que Mel te había dicho eso?-preguntó él suavemente.

Mary tragó saliva.

-No sé de qué me estás hablando.-contestó ella al fin secamente.

-Venga... Sabes perfectamente a lo que me refiero.-insistió Ringo sin apartar su mirada.-Paul me lo ha contado.

-Ya veo que los dos hermanos son igual de bocazas.-sentenció Mary, enfadada.

-Nunca confíes tus secretos a un McCartney.-dijo él sonriendo y, después, agarrándola de la barbilla y levantándosela para obligarla a mirarle, añadió:-Una chica como tú es precisamente lo que necesita un idiota como yo.

Y en ese momento, Mary no pudo aguantar más. Llevaba un día entero haciéndose la fuerte y fingiendo que no le importaba ni le afectaba su discusión con Ringo ni la relación que éste pudiera tener con Mel, pero era pura fachada. Fue ahora cuando entendió que se había enamorado de aquel “idiota”, según él. Y por eso, por todo aquello, no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.

-Ey...-le dijo él suavemente secándole las lágrimas con el dedo pulgar.-No llores...

Pero Mary no pudo parar, no ahora, que estaba sacando todo lo que llevaba adentro. Ringo no dijo nada más y simplemente se dedicó a abrazarla fuertemente. Ella hundió su cara en su pecho y continuó así, llorando sin saber tampoco muy bien por qué.

-Me dijo que cuando consiguieras llevarme a la cama pasarías de mí...-dijo Mary en un arrebato de sinceridad cuando se tranquilizó un poco, todavía con la cabeza hundida en el pecho de Ringo.- Y ayer tuve miedo de que así fuera...

-¿Pero qué dices?-preguntó él con suavidad, aunque sin poder disimular su nerviosismo.-Yo te quiero, ¿me entiendes? Diga lo que diga la zorra esa.

Mary notó como Ringo se apartaba unos centímetros de ella y a continuación como le levantaba la cabeza.

-Mírame, boba...-le dijo sonriendo.-Lo de la otra noche no ha hecho que pase de ti, sino que te quiera todavía más. Te amo, princesa.

Y dicho esto le dio un beso dulce que hizo que Mary olvidara por unos momentos todo lo que había pasado.

************

Alice estaba a punto de entrar en casa cuando una moto se paró justo a su lado.

-Hola.-saludó Paul mientras bajaba de su moto.

-Hola.-le respondió ella con una sonrisa y sintiendo como se le hacía un nudo en la garganta. ¿Pero qué puñetas le pasaba con aquel chico? Seguramente sería que aún no estaba habituada a tratar con normalidad con un Beatle...

-¿Esta tarde tienes algo que hacer?-le preguntó él con una sonrisa.

Alice notó como se le paraba el corazón. La verdad es que Paul era capaz de dejarla absolutamente fuera de juego con lo directo que podía llegar a ser a veces.

-Aparte de adelantar un trabajito para la universidad... Nada.-respondió ella rápido.

-Bueno, es que me preguntaba si podrías hacerme de jurado...-aclaró Paul sin perder la sonrisa.-Tengo un par de canciones por ahí y me gustaría que alguien imparcial me dijera qué le parecen... Ya sé lo que opinan los chicos y de la opinión de mis hermanos no me fío: a Mike todo lo que hago le parece bien y Chris me dice que soy un ñoño, aunque le gusten sólo lo dice por fastidiar...-el chico soltó una risita.- Así que si te apetece... No te robaré mucho tiempo... Además, puedes pasarte antes de la cena, tarde. Así te da tiempo a hacer lo que tienes que hacer...

Alice dudó unos segundos. Por supuesto que le apetecía ir. Era el sueño de muchas chicas: que Paul McCartney en persona se prestara a cantarte unas cuantas canciones (encima inéditas), no era una cosa muy normal que digamos.

-De acuerdo.-contestó ella finalmente con una sonrisa.-¿A qué hora?

-¿Sobre las seis y media va bien?

-Así va perfecto.

-Pues vale... A las seis y media te espero.-dijo Paul empezando a caminar hacia la puerta de su casa.-Nos vemos luego.

Alice se quedó unos instantes allí plantada, fingiendo que rebuscaba sus llaves en el bolso. No obstante, se quedó mirando como Paul entraba en casa silbando alegremente. Sólo cuando el chico cerró la puerta de su casa a sus espaldas, Alice entró en la suya, sintiéndose en una nube. Apenas podía creer lo que le acababa de pedir Paul hacía unos instantes.

**************

Gwen subió al autobús que iba hacia Heswall. Acababa de terminar las clases en su nuevo instituto. Al ser los primeros días, todavía se sentía un poco desubicada, pero la verdad es que se sentía a gusto en ese nuevo centro, pues su compañeros no tenían absolutamente nada que ver con los que tenía antes. Ahora nada de “niños bien” que en realidad eran de lo peor. Pese a que era un buen colegio, con mucha fama en Liverpool, los compañeros de su clase parecían gente bastante normal y eran muy agradables.

-¡Ey!

Gwen dirigió su mirada hacia la parte de atrás del autobús y vio allí a Chris, que la saludaba sonriente.

-¡Aquí hay un sitio libre!-le dijo.

La chica se dirigió hacia allí y se sentó a su lado, donde, en efecto, quedaba un asiento libre.

-¿Qué tal?-le preguntó Chris con una sonrisa.

-Bien ahora que he acabado las clases.-bromeó ella.

Chris soltó una pequeña carcajada antes de contestar.

-Lo mismo digo.

El viaje se le hizo bastante corto por el hecho de ir charlando animadamente todo el tiempo. Chris no paraba, ni ella tampoco. Eran las dos unas charlatanas natas. De este modo, sin apenas darse cuenta, se encontraron ya en su calle, caminando en dirección a sus casas.

-Oye, Chris...-empezó a decir Gwen notando como se ponía un poco nerviosa.-¿Le preguntaste a tus hermanos eso de la guitarra?

-¡Mierda!-exclamó Chris dándose con la mano en la frente.-Se me olvidó por completo, lo siento Gwen...

-Ya... Tranquila, no pasa nada...-murmuró la chica algo chafada. La verdad es que tenía mucha ilusión por tener aquella guitarra eléctrica.

Las dos chicas se detuvieron. Habían llegado delante de casa de Chris.

-Oye...-dijo Chris-Por lo menos Paul seguro que está en casa, tiene la moto ahí aparcada... Si tienes cinco minutos entramos y le preguntamos.

Gwen se quedó de piedra. ¿Entrar en la casa para preguntarle una cosa a Paul? Pese a que ya hubiera pasado una noche de fiesta con ellos, aquello le daba mucha vergüenza...

-No sé, la verdad...-dudó ella.

-Venga, no muerde nadie ahí dentro.-rió Christine que evidentemente se había dado cuenta de por qué no quería entrar.-Entra un segundo y preguntamos, nada más.

Chris no le dio tiempo a Gwen ni siquiera a contestar pues la metió casi a empujones en el jardín y cuando se dio cuenta ya estaban entrando dentro de la casa.

-¡Ya estoy en casa!-exclamó Chris dirigiéndose hacia el interior.-Venga, Gwen, ven conmigo.

Las dos chicas entraron en el salón, Gwen detrás de Chris. Allí estaban Paul y un hombre bastante mayor, que en aquellos momentos estaba levantado mirando por la ventana, absorto. Gwen supuso enseguida que aquel hombre sería Jim McCartney.

-Hola.-las saludó Paul cuando las vio entrar en la estancia.-¡Vaya, Gwen! ¡Visita sorpresa!

Gwen articuló una sonrisa, pero no contestó. Jim dirigió su vista hacia ellas y las saludó también.

-Tú debes de ser la nueva vecina, ¿me equivoco?-dijo el hombre sonriente.

-Sí, soy Gwen.-dijo ella tímidamente.-Encantada.

-Igualmente, Gwen. Ayer precisamente conocí a tu padre...-añadió Jim.

-Bueno, sí.-le interrumpió Chris un tanto brusca.-Vamos a ver si la podemos ayudar un poco. Gwen quiere comprarse una guitarra eléctrica y...

-¿Tocas?-preguntó Paul interrumpiendo a su hermana.

-Sí, bueno...-balbuceó ella.-Me gusta mucho, pero con la guitarra vieja de mi padre no puedo hacer muchas maravillas... Hago lo que puedo, aunque de piano sé un poquito más...

-Vaya...-murmuró Jim.-Vamos a llenar el vecindario de músicos. ¡Eso me gusta!

Gwen notó como los colores se le subían a la cara. Afortunadamente Chris y su impaciencia ante aquella improvisada conversación le salieron al paso para salvar la situación.

-Pues eso...-continuó la chica.-Que quiere una guitarra eléctrica buena, bonita y barata, cosa que en las tiendas de esta ciudad es imposible de encontrar. Así que le comenté que conocíais a un tipo que vendía instrumentos de segunda mano a un precio bastante razonable... Pero yo no me acuerdo ni de cómo se llamaba.

-Strinatti.-dijo Paul.-Pero no te venderá nada si no te acompaña alguien a quien él conozca. Vende los instrumentos de bajo mano, vamos, que no paga impuestos ni nada... Y hace un par de años tuvo un pequeño susto con unos policías vestidos de paisano que se hicieron pasar por clientes. Le pusieron una multa que casi lo arruina... Así que ahora no enseña lo que tiene a no ser que sea a alguien conocido que sepa que no lo va a denunciar.

-Ah, ya... Entiendo...-murmuró Gwen.-Da igual. Supongo que podré esperar unos cuantos meses, ahorrar un poco más y comprarme una guitarra de la tienda...

-¿Pero qué dices?-exclamó Paul con una inmensa sonrisa en la cara.-Yo le conozco y tengo bastante confianza con él. Si quieres le llamo, quedamos y te acompaño a su casa cuando nos diga...

Gwen iba a contestar cuando el timbre de la casa sonó insistente. Chris, que todavía estaba levantada junto a la puerta del salón, salió a abrir dejándose a Gwen allí junto con Jim y Paul sin saber qué decir.

-¡George!-escuchó como saludaba Chris.

-¿George?-preguntó Jim divertido.-Vaya, de guitarras anda el juego...

Chris entró al cabo de unos segundos seguida de George, que tal como se había temido Gwen, no era otro que George Harrison.

-Hola.-saludó el chico risueño cuando entró.-¡Gwen! ¡Menuda sorpresa!

-Hola.-le respondió la chica devolviéndole la sonrisa.

-¿Qué hay Hari?-preguntó Paul.

-¿Qué hay?-le respondió éste.-Vengo a por unas cuerdas de guitarra que me tendrías que haber dado hace como dos semanas... Esta mañana se me ha pasado pedírtelas, pero es que me hacen falta...

-Mierda...-masculló Paul.-Ni me acordaba yo de eso... Ahora te las bajo.

-Menuda cabeza la tuya...-rió Chris.-No la pierdes porque la llevas pegada al cuello.

-No te metas, Christie, no te metas...-dijo Paul siguiéndole la broma mientras salía del salón y emprendía el camino escaleras arriba.

-Oye, George...-dijo Jim de repente.-¿Tú también conoces a ese tal Strinatti? El que vende los instrumentos...

-Cómo para no conocerle...-respondió el chico con una sonrisa.-¿Pretendéis compraros alguna cosa?

-Nosotros no, Gwen.-fue Chris la que respondió.

-¿Y qué te quieres comprar del gran Strinatti?-le preguntó George con una sonrisa.

-Una guitarra eléctrica.-contestó ella un poco avergonzada. No sabía por qué, pero le daba mucha vergüenza decirle a George, uno de los mejores guitarristas que había en aquellos momentos en el panorama musical, que quería comprarse una guitarra eléctrica.

-¿Para ti?-preguntó George. Gwen asintió con la cabeza.-No es muy normal que una chica quiera una de esas...

-Ya, lo sé... Muchos me lo han dicho ya...

-Pero me gusta.-le cortó él.

Gwen casi agradeció que en aquellos momentos Paul apareciera de nuevo en el salón con las cuerdas que buscaba George en la mano. La verdad es que no sabía muy bien que contestarle y aquella interrupción la había salvado de una situación bastante embarazosa.

-¿Te han comentado ya que Gwen quiere hacerle una visita a Strinatti?-le preguntó Paul cuando reparó que su amigo tenía la vista fija en Gwen todavía.

-Sí, eso me estaban diciendo.-contestó George.

-¿Os parece si le llamo ahora y quedamos con él?-preguntó Paul fijando su vista en Gwen.

-Sí, vale.-contestó la chica.-Me harías un gran favor.

Paul no dijo nada y fue hacia donde estaba el teléfono, lo descolgó y marcó el número. No tardó nada en empezar a hablar con alguien al otro lado de la línea y, después de una breve conversación, colgó.

-Bueno, chicos.-dijo mirándoles a todos.

-Y chicas.-le cortó su hermana con una sonrisilla.

-Y chicas...-masculló él.-Strinatti estaría encantado de recibirnos esta misma tarde a primera hora, así que si dentro de una horita más o menos te viene bien, Gwen, paso por ti y vamos a ver qué tiene el tipo este por casa... ¿Qué me dices?

-Por mí perfecto.-contestó ella emocionada por el plan.

-Si no hay incoveniente, yo os acompaño.-dijo George.-Hace ya tiempo que no me paso por ese lugar y me apetece ver lo que ese granuja tiene por allí, aunque no me compre nada... Yo pillo el coche.

No hubo ningún inconveniente con la propuesta de George y, después de despedirse de todos, George y ella salieron de la casa juntos. El chico insistió en acompañarla hasta la puerta de su casa y Gwen no pudo negarse. Se estaba dando cuenta de que George era muy pero que muy insistente cuando pretendía una cosa.

-Bueno, Gwen.-dijo él una vez llegaron delante de casa su casa.-Hasta dentro de un rato, pues.

-Lo mismo digo.-le contestó ella sonriente.

-Pero que sepas que sólo te voy a acompañar con una condición...-dijo George que, ante la cara de interrogación que puso la chica, se apresuró a aclarar con una risita:- Que luego me hagas una demostración de tus dotes como guitarrista.

-Ni pensarlo.-se apresuró a responder la chica nerviosa.-Toco fatal.

-Yo lo hacía peor cuando empecé, así que no te queda otra.-le dijo él sonriendo.

-Bueno... Ya veremos...

George volvió a reír y se despidió de Gwen, no sin antes hacerle prometer que le enseñaría cómo tocaba la guitarra. Definitivamente, George era muy insistente.

La chica entró en casa y suspiró, contenta. ¡Iba a comprarse una guitarra y la iban a acompañar nada más ni nada menos que Paul McCartney y George Harrison!



Y se acabó! Bufff, siento no haber actualizado antes pero es que he llevado una semanita de agárrate y no te menees. Nada más os digo que llegaba casi todos los días a casa de nueve a diez de la noche de las siete de la mañana que salía, así que de escribir he tenido más bien poco tiempo.
¿Cómo vamos? Yo un poco cabreada/triste... Porque me levanto esta mañana toda ilusionada para ver los resultados de las motos ya casi dispuesta a celebrar que mi casi vecino Nico Terol era campeón de 125cc y resulta que no ha podido ser y, lo que es todavía peor, lo del pobre Simoncelli... 24 años el chaval, qué puta que es la vida en ocasiones... :(
En fin, que nada, que no pienso más en estas cosas que yo soy muy tontuela y ya se me está hasta saltando la lagrimilla... Así que nada, yo me despido. Espero que os haya gustado y espero también, esta semanita que ya tendré menos lío, actualizar antes.
Besotes!
 PD: Disculpad el título de mierda que tiene el capi, no suelo recurrir a canciones y sé que no le pega, pero era o eso o dejar el capi así "Capítulo 15: Sin título" XD

domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo 14: Amigos


Christine se sentó en una de las sillas de la estancia con su vaso en la mano. Le dolían horrores los pies. Definitivamente había sido un gran error ponerse aquellos tacones ya desde media tarde... Estaba segura de que no podría aguantar mucho aquella noche: el roce de los zapatos la estaba torturando.

-¿A qué viene esa cara?

Chris levantó la vista de sus maltrechos pies y se quedó mirando a John con cara de fastidio. ¿Por qué tenía que insistir en perseguirla?

-La cara viene a que ya cansas, Lennon.-contestó groseramente.

John articuló una media sonrisa y sin decir nada, agarró una silla y se sentó frente a ella.

-¿Qué pasa?-preguntó suavemente cuando se hubo sentado mientras se inclinaba hacia adelante.-¿Es que te molesta que un amigo se interese por ti?

Christine permaneció unos segundos en silencio, extrañada por la actitud de John. Lo miró fijamente antes de contestar. Él sonreía.

-Estos jodidos zapatos me están matando.-dijo al fin secamente. Al fin y al cabo sería mejor decirle la verdad si no quería que se pusiera pesado.

John miró hacia sus pies.

-Es que no sé cómo sois capaces de soportar llevar eso puesto todo el puto día...-comentó él y, después, levantando la vista, añadió:-Pero bueno, creo que para mí que te duelan tanto los pies es una ventaja...

-¿Una ventaja?-se extraño ella.

-Si no puedes andar al menos no puedes salir huyendo de mí como lo has hecho antes...-sonrió él.

Chris tragó saliva. Estar junto a él en aquellos momentos ya se le hacía bastante difícil como para que ahora le viniera con el mismo cuento que la otra vez.

-Tranquila, no pienso hacer nada.-rió él, que al parecer había reparado en su expresión.-Simplemente es que no me explico el por qué de esas maneras. Cuando he llegado a tu casa para la cena ni siquiera me has saludado y antes, cuando has entrado, sólo te ha faltado salir corriendo cuando me has visto...

-Ignoraba que después de todo tenía que sentirme cómoda a tu lado...-dijo ella sarcástica.

-No me jodas, Chris... No me gusta que huyan de mí como si fuera un apestado.-respondió él algo enfadado.-Y si debo disculparme por haberte dicho la verdad, pues te vas a quedar con las ganas porque no pienso hacerlo.

La chica suspiró antes de hablar.

-Yo no quiero que te disculpes por nada, faltaría más. Pero reconoce que las cosas están bastante enrarecidas con todo lo que ha pasado...

-Pues justamente por eso debemos aclararnos...-dijo él resuelto.

-Otra vez con ese cuento no, por favor...-murmuró ella. Era ya la tercera vez que John quería hablar con ella y la verdad es que en aquellos momentos no se sentía con fuerzas como para volver a aguantar el chaparrón.

-Otra vez con ese cuento, sí.-le cortó él.-Paso de estar así contigo. ¿Piensas estar huyendo de mí toda la vida? Mira, Chris, sabes lo que hay y yo también sé lo que opinas tú sobre todo esto y lo respeto aunque a mí no me guste... Pero pese a todo yo estoy a gusto contigo y no quiero que dejemos de hablarnos ni nada por el estilo...

Chris permaneció unos segundos en silencio, pensando en las palabras de John. La verdad era que también se sentía muy a gusto con él (demasiado, para ser sinceros) y también le sabía mal echarlo todo a rodar. No obstante, no estaba muy segura de que aquella amistad de la que hablaba John fuera posible teniendo en cuenta que los dos tenían bastante claro lo que sentían el uno por el otro.

-Yo también estoy a gusto contigo.-le respondió ella finalmente, sincera.-Pero como tú dijiste el otro día, las cosas no pueden volver a ser igual que antes.

John fijó sus ojos en ella. Parecía dolido y enfadado a la vez.

-¿Es que ni siquiera quieres que seamos amigos?-preguntó contrariado.

-No seas estúpido...-le espetó ella.-Por supuesto que quiero que seamos amigos. Pero no sé si podremos...

-¿Por qué, eh?-insistió él.

Chris suspiró. Sabía perfectamente la respuesta pero no iba a decirla nunca en voz alta, menos delante de él. Además, estaba segura al cien por cien de que él lo sabía también.

-Tú lo sabes tan bien como yo.-fue su respuesta final.

John relajó su expresión. Ya no parecía enfadado como hasta hacía unos segundos. Ahora parecía simplemente triste.

-Sólo intentémoslo.-dijo él.

Christine calló y le dio el último sorbo a su vaso mientras reflexionaba sobre todo aquello. Quizás John tuviera razón aunque a ella la aterrara que finalmente todo lo que sentían acabara saliendo a flote y cometieran alguna estupidez. No obstante, los dos eran lo suficientemente maduros como para poder controlarse y seguramente, con el paso del tiempo, acabaría viendo a John como a un amigo más. Y eso sólo podía ocurrir si le daba esa oportunidad y normalizaban su relación.

-¿Sabes lo que haría en estos momentos un buen amigo, Lennon? Traerle otro gin tonic a su amiga convaleciente...-dijo al fin sonriendo pícaramente.

John soltó una pequeña carcajada.

-Tú no cambiarás nunca, ¿verdad?-dijo él poniéndose de pie.-Marchando un gin tonic para la señorita...

Y dicho esto, se alejó de allí con una sonrisa de oreja a oreja pintada en la cara.

***********

Gwen había pasado lo que seguramente era la mejor noche de toda su vida. Si alguien le hubiera dicho esa misma mañana que acabaría de fiesta con los mismísimos Beatles y su círculo más íntimo no se lo hubiera creído.

Tanto Alice como ella habían pasado una noche genial, hablando y riendo con todos, en especial con Paul y George, que no las habían dejado solas en casi ningún momento. Jamás hubiera podido imaginar que aquellos dos fueran tan simpáticos, en especial George, que con la pinta de paradito que tenía, era uno de los chicos más divertidos que había conocido en toda su vida. Con John apenas había cruzado unas palabras, pero también le había caído muy bien. Era irreverente e incorrecto, pero no era mal tipo y le había gustado.

En definitiva, todos las habían tratado muy bien y el detalle que tuvieron Paul y George de acompañarlas a casa para que pudieran estar allí a las cuatro, la hora a la que le habían dicho que volviera, era de agradecer, pues se notaba que ellos todavía tenían más ganas de fiesta.

Con un suspiro de satisfacción se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos convencida de que ningún sueño que pudiera tener ahora superaría al que acababa de vivir aquella misma noche.

************

Paul se levantó pasadas las doce de la mañana con un dolor de cabeza terrible. Se había pasado bastante la noche anterior. De los whiskys que se había tomado había perdido la cuenta casi al principio de la noche y, para colmo, se había fumado por lo menos dos o tres porros en poco tiempo.

Bajó las escaleras maldiciendo para sus adentros la inmensa resaca que tenía y prometiéndose a sí mismo que aprendería a controlarse un poco más con la bebida cuando saliera la próxima vez.

-Menudo careto que llevas, gusano.-rió Chris nada más puso el pie en el comedor.

-Vete a la mierda, enana.-murmuró él rascándose la cabeza.-Y no grites, haz el favor.

La chica soltó una risita burlona.

-Por la noche leones, por la mañana...-dijo ella.-Es que no sabéis beber, joder. Mike también lleva una resaca encima que no se aguanta en pie.

-Sí... Lo que tú digas...-dijo Paul dejándose caer pesadamente en el sofá al lado de su hermana. Y después, mirándola, añadió:-Lo que no me explico es como tú estás tan fresca...

-Yo no sé lo que es la resaca, Paulie.-sonrió ella.

-Suerte la tuya...-dijo él entre dientes.-Pero ahora vas a hacer una cosa por tu pobre hermano resacoso...

-¿El qué?- dijo ella sin perder la sonrisa.

-Ve a la cocina y prepárame algo. Lo más asqueroso y grasiento que encuentres... La resaca me da hambre... Eso y un vaso de leche.

-¿Tú estás de resaca o todavía estás borracho?-le preguntó ella extrañada a la vez que divertida ante tal extraña demanda.

-Tú sólo hazlo. Y sabré recompensarte.

-¿Tú, recompensarme?-dijo ella riendo mientras se ponía en pie.-¿Y qué vas a hacer?

-Pues si quieres te dedico una canción y la ponemos en el próximo disco...-bromeó él a sabiendas de que aquello a su hermana le sentaba fatal.

-Hazlo y te aseguro que la resaca que tienes ahora será una sensación agradable comparada con el dolor que sentirás cuando te meta el bajo y el micrófono por el culo, gusano.-se apresuró a decir ella en tono amenazante.

-Chica delicada y dulce, sí señor.-continuó Paul.-Si es que te casarás con quien querrás.

-¡Que te jodan, Paul!-le gritó ella ya desde la cocina.

Paul soltó una risita, reposó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos. Un poco de relax, una buena comida y en poco tiempo estaría como nuevo.

***********

Ringo y Mary estaban dando un paseo por el parque. Hacía un día precioso y él se estaba portando como nunca con ella. Para evitar que lo conocieran, se había puesto el bigote y el sombrero, cosa que le hacía parecer mucho más mayor de lo que era, pero que a Mary le resultaba muy gracioso. En realidad, sabía que aquello para él era un fastidio, pero ella lo llevaba bastante bien. Tampoco le apetecía que le reconocieran enseguida y que se apelotonaran alrededor de él montones de fans histéricas a las que seguro no les sentaría demasiado bien ver a uno de sus ídolos junto con una chica.

-¿Y qué piensas hacer cuando conozcas a... la Reina?-preguntó Mary divertida mientras se sentaban sobre el césped. Llevaban toda la mañana de cachondeo con el tema. A los dos, y aunque pareciera mentira a Ringo el que más, se les hacía muy raro que les hubieran concedido aquel reconocimiento.

-Intentaré no salir corriendo.-dijo él  fingiendo asustarse.-Esa mujer siempre me ha dado mucho miedo...

-¿Por qué? Si es una mujer agradable, simpática, cercana, guapa...-rio Mary.

-Guapa sobre todo.-le siguió la broma él.-Ahora bien, el que me da miedo, pero miedo de verdad, es John. Ese es capaz de decirle cualquier barbaridad a la mujer esa y quedarse tan contento.

Mary soltó una risita al pensar que lo que decía Ringo podía ser real perfectamente. No obstante, paró de reír casi en el acto cuando escuchó aquella voz inconfundible por detrás de ellos.

-¡Vaya! ¡Pero si estás aquí!

Los dos se giraron y vieron a una sonriente Mel plantada detrás de ellos. Mary contuvo una mueca de fastidio y articuló una sonrisa falsa, más que nada por disimular delante de su novio.

-¡Mel! ¿Qué tal, guapa?-sonrió Ringo.

Mary lo miró de reojo. ¿”Guapa”? ¿De qué iba?

-Bueno... bien.-contestó ella con voz modosita mirando fijamente con cara de no haber roto nunca un plato.-Aunque la verdad es que un poco aburrida, echándoos de menos... Esperaba veros a todos esta semana, pero nadie me llamó para la fiesta que organizasteis ayer... He visto a Neil esta mañana y se le ha escapado...

-¿Cómo que nadie te llamó?-preguntó él extrañado.

Mary le volvió a dedicar una mirada significativa pero Ringo pareció no darse cuenta.

-Pues eso, como lo oyes.-contestó ella con voz de tonta fingiendo indignarse.-Pero tranquilo, Ritchie sé que no es cosa tuya...

-Por supuesto que no.-respondió él resuelto.

En aquellos momentos, Mary se hubiera levantado de allí y se hubiera largado. No obstante, por no darle el placer a la idiota de Mel decidió aguantar allí estoicamente hasta que se largara de allí. Después ya se las vería con su novio.

-Ya ves...-siguió ella con el mismo tono de voz que le provocaba arcadas a Mary.-Sé que fue Paul el que se encargó de todo... Fíjate, con lo bien que estaba yo con él y ahora ni me avisa... Supongo que se deja influenciar demasiado por su hermana. Todos sabéis que no puede ni ver.

-No creo que Chris tenga mucho que ver en eso...-dijo Ringo encogiéndose de hombros.- 
Supongo que como fue todo tan precipitado, simplemente se le pasaría avisarte...

-No sé, Ritchie... Pero en fin, la cuestión es que no fui.-murmuró ella.-Bueno, Ritchie y compañía, tengo que irme. Nos vemos otro rato, ¿vale?

-Claro que sí.-dijo Ringo sonriendo.-Adiós.

Y dicho esto, Mel se alejó de donde estaban ellos con paso decidido. Mary se quedó mirando cómo se alejaba con cara de odio mal disimulada, aunque con quien de verdad estaba cabreada no era con ella, sino con Ringo. ¿Cómo había podido seguirle el juego de aquella manera?

-Mary...-la voz de Ringo la cogió por sorpresa.-¿Qué te pasa?

La chica respiró hondo antes de contestarle.

-Ah, ¿qué ahora me hablas?-le espetó ella secamente.

-¿A qué viene eso?-preguntó él extrañado.

-No sé, tú sabrás... Porque hasta hace quince segundos tú y la Mel esa me habéis ignorado por completo...

-Joder, Mary, estaba hablando con ella.-dijo él en tono indignado.

-No, si eso ya lo he visto.-continuó ella.-Al parecer os lleváis muy bien...

-No vayas por ahí, Mary. Es mi amiga y no voy a dejar de hablarle sólo porque esté contigo.-le respondió él enfadado.

-Yo no te he dicho que dejes de hablar a nadie, ¿vale?-le espetó ella.-Lo que me sienta mal es que me ignores.

-Yo no te he ignorado, joder.-dijo él en el mismo tono.-No sé por qué te tomas las cosas así... Y si vas a montarme un número por cada chica que se me acerque pues la llevas clara...

Mary se quedó mirándole con furia. Él sabía perfectamente que las fans a ella no le importaban y aún así ahora le estaba diciendo aquello.

-Me voy a casa.-dijo ella incorporándose. Estaba tan enfadada que no le apetecía ni discutir con él.

-Vale. Vamos.-Ringo también se levantó con cara de pocos amigos.

Mary se giró y clavó su mirada en sus ojos azules.

-No hace falta que me acompañes.-le dijo.-Puedo ir sola en el autobús.

-Da igual.-murmuró él.-Te llevo, vamos.

-No quiero que me lleves, Richard.-le contestó ella impaciente.-Me voy yo sola.

Y dicho esto empezó a andar decididamente por el camino del parque en dirección a la calle, dejándose tras de sí a un Ringo boquiabierto.

***********

Gwen estaba tomando en el patio delantero de su casa con su guitarra, intentando materializar unos acordes que le habían venido a la cabeza aquella misma tarde. No sabía tocar demasiado, pero disfrutaba rasgando las cuerdas de aquella guitarra desvencijada de su padre.

-No sabía que tocaras tú también.

Gwen levantó la cabeza y se encontró con Chris, que la miraba sonriente desde la calle.

-Bueno...-contestó ella devolviéndole la sonrisa aunque un poco avergonzada.-Si a esto se le puede decir tocar...

-Pues claro que sí. No lo haces nada mal.

-¿Tú crees?-preguntó Gwen un poco contrariada. Temía que su vecina lo hubiera dicho simple y llanamente por quedar bien, pero parecía sincera.-No sé mucho, la verdad, las cuatro cosas que me ha enseñado mi padre...

-Todo es ponerse a practicar.-contestó Chris encogiéndose de hombros.-Y te aseguro que tú sabes más que yo...

-Sí, va...-dijo Gwen incrédula.

-Es verdad.-respondió ella divertida.-Las guitarras y yo no nos llevamos muy bien. Paul ha intentado muchas veces darme alguna que otra clase, pero como la confianza da asco siempre acabamos peleados, así que al final lo hemos dejado por imposible.

Gwen rió ante la repentina confesión de su vecina.

-A mí sí que me gusta...-dijo ella al fin.-De hecho quiero retirar esta maldita guitarra vieja y comprarme una en condiciones. Me encantaría tener una eléctrica...

-Así me gusta, dando caña.-rió Chris.-¿Y para cuando esa guitarra nueva?

-Pues cuando encuentre un buen sitio donde comprarla. Quiero una buena pero que no me cueste un ojo de la cara...-contestó Gwen.-Cosa que en esta ciudad parece prácticamente imposible de encontrar.

-Bah, no creas...-dijo Chris en tono despreocupado.-Todo es saber buscar... Paul conoce a un tipo que vende instrumentos de segunda mano. Según dice allí te puedes encontrar auténticos chollos...

-¿En serio? ¿Y no sabrás tú por casualidad dónde puedo encontrarlo?

-Si te soy sincera no tengo ni idea... –respondió Christine.-Eso lo sabrán mis hermanos... Si quieres ahora cuando vuelva a casa lo pregunto...

-Me harías un gran favor...-le dijo Gwen con una sonrisa.

-Pues hecho. Bueno, voy a ir marchándome o mi padre me matará si vuelvo a llegar tarde...-comentó Chris en tono despreocupado.-Nos vemos, ¿vale?

-Vale. Adiós.

Gwen se quedó mirando como Chris se alejaba calle arriba. Le caía bien aquella chica. Estaba segura de que podrían llegar a ser buenas amigas.

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Alice iba a acostarse. Había pasado un domingo de lo más normal, aunque se sentía extrañamente cansada. Quizás fuera por la fiesta de la noche anterior y por lo poco que había dormido, la cuestión era que aún no habían dado las nueve de la noche y ya se disponía a acostarse.

Estaba acabando de ponerse el pijama cuando escuchó los acordes de una guitarra desde la casa de al lado. Con curiosidad, se acercó hasta la ventana, echó la cortina a un lado y miró a través de la ventana.

En efecto, la música provenía de la habitación de Paul, que tenía la luz encendida y la ventana abierta. Además, podía verlo allí, sentado de espaldas a ella, concentrado en su guitarra y cantando suavemente de cuando en cuando. Aguzó el oído. La canción que Paul estaba tocando no la había oído jamás, pero era tremendamente hermosa.

Casi al instante olvidó el sueño que tenía y se quedó allí, plantada, pasmada ante aquella música. Se mantuvo en esa misma posición durante unos minutos hasta que Paul paró de repente de tocar y se puso en pie. A Alice ni siquiera le dio tiempo a volver a echar la cortina antes de que el chico la viera. Notó como los colores le subían a la cara. La había pillado espiándole, aunque a él pareció no importarle y se acercó hacia su ventana.

-Hola.-saludó él.

-Hola.-contestó Alice todavía avergonzada.

-¿La has escuchado?-preguntó Paul sonriente.

-Sí. Es bonita.-le dijo ella sinceramente.

-Le faltan unos toques finales. Seguramente la pondremos en el próximo disco...

-Vaya...

-Me alegro que te guste...-dijo él.-Cuando tengas un rato mañana te vienes y te canto lo que tengo, ¿te apetece?

Alice notó como los colores le subían de nuevo. ¿Estaba Paul McCartney invitándola a escuchar una de sus canciones?

-Por supuesto que sí.-contestó ella apresuradamente.

-Vale.-contestó él.-Pues hasta mañana entonces.

-Hasta mañana.

Paul le sonrió y cerró su ventana. Todavía sin creérselo muy bien, Alice se dejó caer sobre su cama con un suspiro. Estaba teniendo demasiadas emociones juntas en tan pocos días.


Hola gente! Aquí os dejo esta mierda de capi, pero bueno, menos da una piedra, jajajaja.
Gracias a las comentaristas, como siempre, que me tenéis contenta de verdad! Sois un amor! Besos!