lunes, 8 de octubre de 2012

Capítulo 63: La invitación

Todavía no era muy tarde, pero los rayos del sol ya empezaban a colarse a través de las cortinas de su habitación. Dando un respingo, molesta porque aquella temprana luz la había despertado, Penny se dio la vuelta en la cama y volvió a cerrar los ojos con fuerza, como su así pudiera dormirse. No obstante, aquel ímpetu no sólo no la ayudó a volver a conciliar el sueño, sino que la despejó completamente. No tardó demasiado en entender que por mucho que lo intentara no podría volver a dormirse, así que decidió levantarse, aunque ese día hubiera podido permanecer en la cama unas cuantas horas más.

-Buenos días, Bonnie.-masculló de mala gana cuando se sentó en el borde de la cama a la vez que miraba a la perra, quien nada más oírla moverse había entrado en la habitación, contenta.

La perra le respondió con un ladrido a modo de "buenos días". Penny la miró y sonrió. Aquel animal parecía estar destinado a ser el único ser en el mundo que no iba a decepcionarla nunca.

Despejada completamente como estaba, no tardó demasiado en vestirse con lo primero que pilló y en encaminarse a la cocina para prepararse el desayuno. Sin ni siquiera molestarse en sentarse, se tomó un té y unas cuantas galletas rápidamente y, a continuación, ató a Bonnie y salió del piso. Ya que había madrugado sin quererlo, por lo menos aprovecharía la mañana dando un buen paseo con la perra.

Aunque aún no era hora punta, encontró Hyde Park bastante concurrido, cosa que, para qué negarlo, la molestó. Adoraba aquel parque ya que eta el lugar ideal para dar un paseo con perros, pero la cantidad de gente que se agolpaba allí siempre la exasperaba, mucho más cuando tenía la sensación de que la gran mayoría de aquellas personas parecían reconocerla casi en el acto, aunque sólo algún que otro pequeño grupo de quinceañeras se atreviera a mirarla abiertamente y a murmurar entre ellas a la vez que la observaban con curiosidad. Aquello, sin lugar a dudas, era una de las consecuencias más evidentes de haber sido la pareja de Paul, aunque hubiera sido por muy poco tiempo y ninguna de esas chicas ni siquiera supiera   que ya no estaban juntos.

Teniendo en cuenta aquella creciente incomodidad, Penny no alargó demasiado su paseo matutino, así que, cuando empezó a hartarse de las miradas, ató de nuevo a Bonnie y se encaminó hacia casa. Apenas había entrado y cerrado la puerta tras de sí, llamaron al timbre. La chica, que aún no se había quitado ni la chaqueta, abrió con cara de pocos amigos temiendo encontrarse allí a alguna fan de Paul que la hubiera seguido hasta su casa. No obstante, una inmensa sensación de alivio la embargó cuando vio que allí, plantado ante ella, no había otro que el cartero.

-¿Penelope Rogers?-preguntó el hombre nada más la vio.

Ella se limitó a asentir con la cabeza a la vez que agarraba el sobre que le estaba tendiendo.

Después de decirle un escueto "adiós" el cartero,  se fue de allí y Penny volvió a cerrar la puerta  Miró el sobre con curiosidad mientras se dirigía hacia el salón. No traía remitente, con lo cual no tenía ni idea de quién podía ser. 

Se dejó caer sobre el sofá y rompió el sobre sin ningún miramiento: la curiosidad le podía demasiado en aquellos instantes como para ponerse a buscar un abrecartas o algo por el estilo.

-Vamos a ver qué es esto...

Y, sin más, sacó de allí dentro una bonita tarjeta, hecha con papel de calidad y cuidadosamente decorada. No le hizo falta ni siquiera leer lo que allí había escrito para saber de qué se trataba. Aquello, nada más ni nada menos, era la invitación a la boda de Mary y Ringo.

Sin poder explicar exactamente el porqué, Penny sintió como una inmensa oleada de rabia la invadía por completo. Quizá fuera envidia, quizá fuera otra cosa, pero lo cierto era que en aquellos momentos se sentía sumamente indignada. ¿Cómo podían tener la desfachatez de invitarla a la boda? ¡Sabían lo que había pasado entre Paul y ella, era absurdo!

Armándose de valor, leyó con detenimiento lo que decía aquella invitación. Al parecer, la boda iba a celebrarse el 24 de enero, domingo, por la mañana y en la misma Sunny Heights. Y, al final del todo, una pequeña frase acompañada por un número de teléfono. "Se ruega comuniquen la no asistencia".

Con la vista fija aún en aquella frase, Penny bufó, de nuevo sintiendo como la rabia y la indignación se volvían a apoderar de ella. Y es que, en esos momentos a Penny también la asaltaban las dudas... ¿Qué debía hacer? Por una parte, odiaba hasta la simple idea de tener que ir a la boda pero, por otra, se trataba de Ringo y Mary quienes, además, eran los dueños del piso en donde se estaba alojando... Podría ofenderlos si no iba y, entonces, debería abandonar Montagu Square.

Nerviosa, la chica agitó la cabeza con contundencia como si así pudiera apartar aquel dilema de su mente y arrojó la tarjeta de invitación al suelo con fuerza. Ya pensaría más adelante en todo eso...


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Siempre le había encantado leer el periódico, pero aún le gustaba más hacerlo junto a ella. Su costumbre ya adquirida durante la gira de leer la prensa los dos juntos no se había perdido para nada y, a aquellas alturas, aquello parecía ya una especie de ritual matutino: levantarse, ver los diarios que Dot, la asistenta, compraba religiosamente todos los días encima de la mesa de la cocina, prepararse el desayuno y comer mientras miraban el periódico abierto encima de la mesa.

-¿Has visto que locura?-rió Chris señalando una columna que había en una esquina.-Han pillado a un ladrón que se había dormido en casa de un juez mientras robaba...

-Joder... Hay que ser inútil.-rió él también empezando a leer la noticia en cuestión.-Por cierto... ¿Qué hora es?

La chica se encogió de hombros y le dio un sorbo a su taza de café.

-Hora de que to esté en clase.-contestó después, divertida.-Por lo demás, ni idea.

John le rió la gracia.

-Pasa de esas horrorosas clases...-le dijo sonriéndole pícaramente.-Si quieres clases, yo te puedo dar de lo que quieras.

-¿Ah, sí?-rió ella.-¿Y de qué me vas a dar clases, profe?

-De cosas que seguro no te aburren tanto como las que se ven en esa jodida universidad, te lo prometo.

-Creo que me está gustando la idea...-susurró ella mientras se acercaba a él y se situaba a escasos milímetros de su boca. John suspiró. Cuando hacía aquello simplemente lo volvía loco.

-¿Sabes qué podríamos hacer?-susurró él a su vez.-Quedarnos todo el puto día en casa, tú y yo solos...

-Otra vez me gusta tu idea...

John no pudo reprimirse ni un segundo más y pegó sus labios a los suyos, con fuerza. Ella le correspondió con la misma contundencia a la vez que le hundía la mano en su pelo y lo atraía más hacia sí. Sin que ninguno de los dos apenas fuera consciente de ello, de pronto se encontraron de nuevo camino del dormitorio mientras se besaban y se acariciaban sin cesar. A tientas, entraron en la habitación y se dejaron caer encima de la cama. Las caricias que Chris le proporcionaba, insistentes y temblorosas, por debajo de su camiseta, hacían que John se sintiera a punto de explotar. Ansioso, empezó a desabrocharle la camisa a la chica, pero el deseo le impedía hacerlo, así que se la abrió bruscamente sin más, haciendo que la mayoría de los botones salieran despedidos por el suelo de la habitación.

-Monstruo...-susurró ella sin poder ocultar una sonrisa.-Me gustaba esta camisa...

-Olvida la puta camisa.-le respondió él con voz ronca mientras le soltaba el sujetador con destreza.-Creo que esto te va a gustar más...

John hundió su cabeza entre sus pechos y empezó a besarlos con insistencia, como si la vida le fuera en ello. La chica soltó un suspiro de puro placer, cosa que a él aún le excitó más. Y cuando él también estaba a punto de perderse, de pronto, una idea le cruzó por la mente y casi que paró en seco de besarla.

-¿Qué pasa?

La pregunta de Chris había sonado más parecida a una queja que a cualquier otra cosa. John levantó la cabeza y la miró, con una sonrisa juguetona.

-¿Sabes qué podríamos hacer?-se limitó a preguntar.

Chris le dedicó una mirada confusa y él, por toda respuesta, alargó el brazo y abrió el primer cajón de su mesita de noche, sin ni siquiera apartarse de encima de ella. A tientas y sin dejar de mirarla, rebuscó por allí hasta encontrar lo que quería. Agarró un par y volvió a cerrar el cajón. Después, blandió con una sonrisilla triunfal las dos tabletas de LSD que había acabado de sacar.

-¿Qué...?

-¿Te acuerdas de la última vez que lo hicimos estando de viaje?-preguntó él volviéndose a excitar sólo con el simple recuerdo.

-Sí...-sonrió ella.-Fue mágico.

-Más que mágico.-sonrió él antes de darle un beso.-Venga, pequeña, repitamos... Abre la boca y los dos a la vez, como siempre.

Y, una vez más, John introdujo una tableta de LSD en la boca de la chica a la vez que él también se tragaba la suya. Después, volvió a retomar su sesión de besos y caricias sintiendo como todo empezaba a cambiar a su alrededor. Aquello, sin duda, era volar en todos los sentidos.

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Mary estaba leyendo aquel infumable montón de apuntes de la universidad cuando, de repente sonó el teléfono. Estaba a punto de levantarse cuando vio que Ringo iba a contestar. Sonrió. Por lo menos no hacía falta que se molestara en dejar lo que estaba haciendo para atender lo que seguramente sería una llamada tonta y sin importancia.

-¿Sí?-escuchó como respondía el chico.-Hola, ¿qué tal?... Ah... Sí, ya... Está por ahí... Sí, ahora se pone...

La chica no pudo reprimir una mueca de fastidio cuando entendió que la llamada era para ella y que debería levantarse a atender. Antes incluso de que su novio asomara la cabeza por la puerta para decirle que la buscaban, Mary dejó sus cosas sobre la mesa y se levantó.

-Es para ti.-dijo Ringo, que se cruzó con ella cuando salió de la habitación. Era evidente que iba a buscarla.

-Ya, lo sé, te he oído.-sonrió ella.

-¿Sabes quién es?-preguntó él.

-No... ¿por?-quiso saber Mary, intrigada. 

Ringo soltó un suspiro antes de contestar.

-Es tu amigo Fred.-dijo finalmente poniéndose serio de repente.

Mary sintió como el alma le caía a los pies. A juzgar por la expresión de "te has metido en un buen lío" que tenía Ringo, Fred acababa de recibir la invitación a la boda y había visto que su novia no estaba invitada.

-Bueno, iré a ver qué quiere...-masculló ella intentando en vano sonreír.

-Sí, ve...-dijo Ringo.-Suerte, princesa.

Sin más, la chica se dirigió hacia el teléfono. Miró el auricular descolgado, que descansaba sobre el mueble, durante unos segundos sopesando la idea de no atender. Pero no, no podía hacer eso. Debía ser consecuente con lo que había hecho y, además, Fred se merecía una explicación. Al fin y al cabo él había sido desde siempre su mejor amigo y seguro que era capaz de entender sus razones.

-Hola Fred.-dijo nada más se puso el auricular del teléfono la oreja.

-Ah, Mary, hola.-le respondió su amigo jovialmente. Aquello tranquilizó a Mary en el instante: al parecer Fred no estaba enfadado ni muchísimo menos.-¿Qué tal?

-Todo bien, un poco agobiada con todo pero bien. ¿Y tú? ¿Qué te cuentas?

-Pues acabo de recibir la invitación a tu boda.-le respondió Fred.-Me ha gustado, es muy original.

-¿De verdad?

-Si, de verdad. Pero... Creo que hay un error con la mía.

Mary tragó saliva temiéndose por dónde irían los tiros.

-¿Un error?

-Sí, verás... En el número de invitados sólo tengo a una persona.-respondió Fred.

-Entonces no hay ningún error.-respondió ella haciendo acopio de todas sus fuerzas para que no le temblara la voz.

-Sí que lo hay.-le cortó Fred.-Has olvidado a Samantha, Mary.

-No, Fred.-suspiró ella.-No la he olvidado.

-¿Cómo? Pero Samantha es mi...

-Sé que es tu novia, Fred, lo sé.-le interrumpió.-Pero entiéndeme. Tú más que nadie sabes que Samantha y yo nunca...

-Joder, Mary, no me vengas con historias.-respondió Fred enfadado.-Sé que no os llevasteis bien nunca, ni en el colegio ni en el instituto, pero... ¡joder! Te aseguro que ha cambiado. Ha madurado muchísimo y no es la misma Samantha tonta que recuerdas de hace unos años. Ahora es una buena chica y, lo que es más importante, está conmigo.

-Fred. Es MI boda.-dijo ella empezando también a perder los estribos ante aquella repentina oda a las virtudes de su archienemiga de toda la vida.-Y yo decido a quién invito y a quién no. Quiero que tú vengas a mi boda porque te quiero mucho, siempre has sido y serás mi mejor amigo, pero entiende que no quiera que en el que supuestamente va a ser el día más especial de toda mi vida esté la persona que se ha encargado de amargarme mi infancia y mi adolescencia.

Un silencio repentino se hizo al otro lado de la línea. Justo cuando Mary ya estaba empezando a creer que Fred había colgado el teléfono, el chico dijo en un tono de voz glacial:
-Entonces supongo que por esa misma regla de tres, yo también decido a qué celebraciones quiero ir y a las que no quiero ir. Pedías que se confirmara la no asistencia, ¿no? Pues bien... Aquí tienes una no asistencia.

-Pero...-intentó protestar Mary con voz débil, sintiendo como de repente la sangre se le helaba en las venas. Jamás había esperado, para nada, que Fred se negara a ir a su boda. Y mucho menos por ésa.

-Pero nada.-le cortó él.-No pienso ir a la boda si Samantha no va, lo siento.

Aquel lo siento le sentó a Mary como una patada. ¿Cómo que lo sentía? Si tanto lo sentía, iría a la boda y  no la dejaría allí tirada en un día tan especial.

-Entiendo.-se limitó a decir ella secamente.-Creí que tú y yo éramos amigos, pero ya veo que no.

-Estás malinterpretando las cosas, Mary. Sigo siendo tu amigo pero la que no quiere aceptar lo mío eres tú... Además, creo que...

Pero Mary no estaba dispuesta a escuchar más tonterías así que, sin más, presa de la rabia del momento, colgó el teléfono enfadada. 

-¿Qué ha pasado?

La voz de Ringo la pilló por sorpresa. No se esperaba que estuviera tan cerca como para poder aparecer tan pronto. Ella se volvió mientras apretaba la mandíbula con fuerza, intentando a toda costa reprimir las lágrimas que se agolpaban en sus ojos y amenazaban por salir de un momento a otro.

-No viene...-fue lo único que fue capaz de decir antes de abalanzarse sobre los brazos de Ringo, que la abrazó con cuidado.

-Tranquila, princesa, tranquila... Vamos, no llores.-susurró él en tono tranquilizador.-Cuéntame qué ha pasado, venga.

Mary agarró aire antes de continuar y esperó a poder hablar más o menos bien.

-Me ha dicho que si no viene Samantha él tampoco viene a la boda...-respondió al fin con un hilillo de voz.

Poniéndole un dedo debajo de la barbilla, Ringo la obligó a levantar la cabeza y a mirarle. Ella no pudo menos que sentir como un estremecimiento recorría su cuerpo cuando vio la severidad pintada en el azul de sus ojos.

-Supongo que era de esperar.-se limitó a decir.

-¿Qué?-preguntó ella incrédula.-¿Tú también lo apoyas?

-No, no, no... No es eso.-se apresuró a contestar él.-Yo sé qué pasa. Sé por qué no quieres que esa chica venga a la boda y entiendo tus razones. Pero creo que no te debería extrañar que Fred se niegue a venir si ella no viene...

-¡Pero es mi amigo!

-Y ella es su novia...-suspiró Ringo.-Es una situación complicada, Mary... Mira, si quieres que venga Fred, no tendrás más remedio que invitar también a Samantha...

-Pero yo...

-Sólo piensa qué es lo que quieres y ya está.-le interrumpió él esbozando una sonrisa tranquilizadora.-Yo no me voy a meter ahí. Haz lo que tú creas conveniente.

Y dicho esto, Ringo selló su boca con un dulce beso que hizo que a Mary se le olvidara momentáneamente que hasta ese mismo momento había estado llorando. 

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-¿Fred?

-¿Mary?

El sonido frío de la voz de su amigo al otro lado de la línea de teléfono hizo que Mary tuviera un mal presentimiento sobre la conversación que iban a tener.

-Sí, soy yo.-confirmó ella.-¿Qué tal?

-¿Qué quieres?-se limitó a preguntar él, cortante.

-Simplemente quería...-dudó ella.-Bueno, quería pedirte disculpas y enmendar un error... ¿Puedo?

Fred calló. Mary oyó como soltaba un fuerte suspiro al otro lado de la línea.

-¿Ahora quieres arreglarlo?

-¿Crees que me merezco esta segunda oportunidad? ¿O soy demasiado idiota como para merecerla?

Fred soltó una risita entre dientes. Aquello relajó a Mary.

-Quizá no la merezcas. Pero sabes que yo siempre doy segundas oportunidades a los idiotas...

-El ejemplo claro es Samantha...

-Mary... No empieces...

-Lo siento.-dijo ella sonriendo para sí misma.-En serio Fred, quiero que vengas a la boda. Y si eso implica que Samantha ha de venir también...

-De acuerdo, tranquila.-contestó él.-Pero... Samantha no vendrá.

-¿Cómo? ¿Acaso ya no estás con ella?

-Tus ganas.-bromeó Fred.-Por supuesto que estoy con ella. Pero la acaban de llamar para un trabajo. El día 23 de enero vuela hacia París y no volverá hasta el 30.

-¿Y qué es lo que va a hacer allí?

-Pruebas de modelo, para una revista.

-Ya... Modelo, lo que me faltaba...-masculló Mary de mala gana haciendo que su amigo volviera a reír al otro lado.

-¿Ves? Al final hemos triunfado. Tú vas a casarte con una estrella de la música y yo estoy con una modelo... No nos podemos quejar...

-Yo no me puedo quejar. En tu caso no sé si puedo decir lo mismo...-bromeó ella.-Pero en fin... Supongo que me tendré que aguantar, ¿no?

-Supones bien.

-Así que cuento contigo para la boda, ¿no? ¿Amigos?

-Amigos.-convino Fred.-Y que sepas que ese día no te librarás de mí tan fácilmente... Además, tengo que advertirle a la superestrella que se casa contigo que si te hace daño, le rompo las piernas.

-¡Fred!

-¿Qué pasa? No tienes hermanos y alguien lo tendrá que hacer, ¿no crees? Sólo por eso creo que debo ir.

-No seas bestia, Fred...-rió Mary.

-No soy bestia, sólo cumplo con mis obligaciones.-bromeó su amigo.-Ey, ahora en serio... Cuenta conmigo y no sólo para lo de la boda. Ya sabes... para lo que quieras.

-Gracias, Fred. De verdad. Lo mismo digo.

Fred soltó una risita y, a continuación, los dos empezaron a hablar como si jamás se hubieran enfadado. Aquello era fantástico. Y es que, a decir verdad, Mary no habría sido capaz de soportar el perder a su amigo por una tontería.

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Mike salió del tren contento por estar de nuevo en Londres. Tenían trabajo y, pese a que la sombra de su hermano Paul aún planeaba sobre ellos, la verdad es que lo estaban consiguiendo más por méritos propios que por otra cosa.  

Lo primero que hizo fue pillar un taxi y pedir que le llevaran al hotel donde tenía la reserva hecha, a la espera de que llegaran el resto de los integrantes del grupo al día siguiente. Él había decidido ir un día antes para aprovechar y ver a sus hermanos. Ya hacía tiempo que no sabía de ellos más que por teléfono y lo cierto era que tenía ganas de volverlos a ver, tanto a Paul como a Chris.

Sin ni siquiera preocuparse por deshacer la maleta, Mike dejó sus cosas en su habitación y salió de nuevo a la calle. Tenía una parada de metro muy cerca, así que no se molestó en pararse a buscar un taxi y se encaminó hacia allí. No tenía ni idea de a quién visitar primero, si a Chris o a Paul, pero eso le daba igual. Dependiendo de qué línea de metro pasara por allí y de dónde le dejara más cerca, visitaría al uno o al otro.

Compró su billete para todo el día y se paró ante el mapa de la línea. Al parecer, aquella parada era de la Central Line, la misma línea que tenía una parada no demasiado lejos de donde Chris vivía ahora con John en pleno centro de Londres. Con todo esto, estaba claro a quién iría a ver primero.

Subió en el primer tren que pasó y permaneció de pie las cuatro paradas que le separaban de la de Christine. No había ni un mísero sitio en todo el vagón y la verdad era que se estaba demasiado agobiado allí dentro. A fin de cuentas, era hora punta y era completamente normal aquella aglomeración de gente, aunque para sus adentros Mike decidió pillar un taxi para ir después hasta Cavendish Avenue.

Entre el mogollón de gente que bajó en aquella misma parada, Mike salió de nuevo a la calle y empezó a caminar. Estaba comenzando a lloviznar y hacía muchísimo frío, por lo que el breve trayecto hasta el piso de John se le hizo poco menos que interminable. Entró en la finca rápido, sintiendo como seguramente tenía las orejas y la nariz rojas a causa del frío.

-Disculpe, señor... ¿Puedo ayudarle?

Mike se volvió hacia el portero, que lo miraba curioso.

-Vengo a visitar a mi hermana.

-Si me dice el número de casa, puedo llamarle desde aquí y decirle que ha llegado.

-No creo que sea necesario.-le respondió Mike esbozando una sonrisa inocente.-Ya subo yo, estese tranquilo.

Y sin ni siquiera esperarse a que el portero pudiera decir nada más, Mike se encaminó escaleras arriba. Odiaba toda aquella parafernalia de los porteros. A veces creían que eran los dueños del castillo y aquello lo exasperaba.

Después de subir los peldaños de las escaleras de dos en dos, llegó al primer piso, se plantó con dos grandes zancadas ante la puerta de John y llamó al timbre. No tardó demasiado en abrir la puerta una señora ya entrada en años y de aspecto afable. Evidentemente era la asistenta de Lennon.

-Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?

-Buenos días.-respondió él amablemente.-Soy Mike McCartney, el hermano de Chris. ¿Está ella en casa?

-Un momento, por favor...-dijo la mujer a la vez que entornaba la puerta y se adentraba de nuevo en el piso.

Aquello molestó a Mike. ¿Qué tenía que hacer para ver a su hermana? ¿Pedir audiencia o algo por el estilo? ¿Tanto costaba contestarle si estaba o no en casa y llamarla? Estaba metido en todas aquellas divagaciones cuando de repente la puerta se abrió de nuevo. Ni siquiera le dio tiempo a verla, pues se abalanzó directamente sobre él.

-¡Mikey!-exclamó agarrándose a su cuello.

-¡Hola, Christie!-saludó él a su vez divertido.-¿Qué tal?

-Bien...

La chica se separó de él y le dedicó una inmensa sonrisa. Mike se la devolvió pero, de repente, notó algo raro en ella. Volvió a mirarla con detenimiento. Tenía las pupilas muy dilatadas y una expresión ida que ella jamás había tenido.

-Chris...-masculló Mike cuando entendió qué le pasaba a su hermana.-¿Te has metido algo?

Por toda respuesta, ella soltó una risita y lo agarró de la mano, obligándolo a entrar dentro del piso. Después, cerró la puerta de nuevo.

-Quizá sí que me haya metido alguna cosilla...-sonrió.-Pero da igual, me siento bien. Y más ahora con la visita.

Mike frunció el ceño. Aquello no le gustaba en absoluto, aunque no contestó nada y se dejó guiar por su hermana hasta el comedor.

-Mira quién ha venido...-dijo John en voz baja cuando lo vio entrar en la estancia.-Hola, cuñado.

Esbozando una sonrisilla falsa, Mike le devolvió el saludo y aceptó la invitación de sentarse con ellos. John parecía haberse metido exactamente lo mismo que su hermana. Sin duda, los dos iban completamente colocados y no de marihuana, precisamente.

-¿Te quedas a comer?-preguntó Chris.-Dot estaba haciendo algo que no sé lo que es, pero huele de maravilla.

-No creo... Quiero ir también a ver a Paul antes de esta tarde.

-Entiendo...-contestó ella.-¿Una cerveza?

-Tampoco...

-Joder, Mike, tú visita me saldrá barata.-rió John por lo bajo.

-Es que no puedo alargarme mucho, tengo un poco de prisa.-respondió él incómodo. Lo cierto era que no le apetecía para nada estar allí viendo como su hermana se había pillado una buena mierda junto con John, al que, por otra parte, ya estaba empezando a tener de nuevo ganas de asesinarle como cuando se enteró de que estaban juntos.

-Bueno...-masculló Chris.-¿Y qué tal todo? ¿Cómo está Angie?

Mike suspiró. Por lo menos, aunque quisiera largarse de allí cuanto antes, debería guardar las formas y mantener aunque sólo fuera una conversación banal. A fin de cuentas, debía de quedar bien con su hermana.

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-¿Me estás diciendo que estaba colocada?-preguntó Paul abriendo los ojos como platos.-¿De buena mañana?

-Sí. Llevaba una mierda que no se aclaraba.-contestó Mike antes de darle un sorbo a su botellín de cerveza.-Y John también estaba igual.

-Lo peor es que encima a esas horas ella debería de haber estado en clase y no allí.-dijo Paul más para sí mismo que otra cosa.-Esta niña...

-A mí me preocupa, Paul.-le cortó Mike.-Está bien, siempre ha sido muy rebelde, pero esto no me gusta... Y además, no era de hierba de lo que iban puestos.

-Me imagino...-masculló Paul de mala gana mirando fijamente hacia adelante.-¿Le has dicho algo?

-¿Para qué? Con lo colocados que iban no hubiera servido de nada...-suspiró Mike.-Aunque la verdad, creo que deberíamos hablar con ella...

-No, tú no digas nada.-dijo Paul con determinación.-Hace nada que os acabáis de reconciliar y no sé yo si esto podría suponer un paso atrás... Mejor déjamelo a mí. Además, si me toca lidiar con John también sé como hacerlo...

-Como quieras... Es curioso, ¿no, Paul? Se supone que nosotros somos los que tendríamos que ser los cabeza loca de la familia y no ellla.

-Yo no sé tú, pero tampoco soy un santo.-rió Paul.-Pero bueno... Creo que tienes razón. Ella es la más pequeña y la verdad es que tampoco me hace mucha gracia ver que comienza a abusar más de la cuenta de determinadas cosas.

-Y todo por culpa de ese maldito Lennon...

-¿Y qué quieres que haga, Mike? Ella lo quiere. Está enganchandísima a él y la última vez que intenté advertirle sobre él acabó peleada conmigo. Yo paso de perderla.

-Bueno, yo ya la perdí una vez.-suspiró Mike.-Y no me apetece volver a hacerlo.

-Exactamente. Así que por ahora, aunque no te guste, deberás empezar a asumir que John y Chris van en el mismo pack. 

-Supongo que sí... En fin... No hablemos más de esto, me pone mal cuerpo... Dime, Paul... ¿y tú cómo estás después de lo de Penny?

-Mejor, Mike, gracias.-sonrió él-La verdad es que al principio no me hacía a la idea, pero ahora... Ahora ya lo tengo completamente asumido.

-Quizá sea mejor así.

-Tal vez...-respondió Paul.-De todas maneras, lo importante es que ya está pasado y superado.

-No tienes ni idea de cuánto me alegra oír eso. No me apetecía verte otra vez en el hoyo, tío.-sonrió Mike.

-No más hoyos, Mike. De eso puedes estar seguro.

-Así se habla, cabronazo.

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George y ella estaban tumbados en el sofá, tranquilos, disfrutando del simple hecho de estar en casa un día lluvioso y frío como aquel mientras charlaban de sus cosas. Gwen no podía estar pasándolo mejor. Y es que, de cuando en cuando, George soltaba alguna broma o algún comentario que la hacía soltar inmensas carcajadas como nunca antes nadie lo había hecho.

-Disculpen...

La voz de la asistenta, hizo que los dos se volvieran hacia ella.

-Yo ya he terminado con mis cosas. Tienen la cena en la cocina.-dijo.-Si no necesitan nada más...

-No, tranquila.-le contestó George.-Puede irse a casa cuando quieras.

-Gracias, señor Harrison.

-Por cierto...¿Quiere que le acompañe? Está lloviendo mucho y...

-No, tranquilo. Mi hijo debe estar esperándome con el coche.

-Está bien, como quiera.

-Buenas noches.-se despidió la mujer.-Por cierto, tienen el correo encima del mueble de la entrada.

-Gracias. Y buenas noches.

La mujer salió de allí tan silenciosa como había llegado y, al cabo de unos segundos, George se puso en pie

-¿Dónde vas?-se extrañó Gwen.

-A por el correo.-respondió él ya saliendo del comedor.

-Menudas prisas...-rió ella.-¿Esperas la carta de alguna amante o algo por el estilo?

George dijo algo que Gwen no llegó a entender muy bien y volvió a entrar en el salón con un montoncillo de sobres en la mano.

-Mira, Gwen.-le dijo él divertido blandiendo cuatro sobres delante de ella.-Mi amante se llama Banco de Inglaterra.

-No creo que deba ponerme celosa por esa amante...-le siguió Gwen la broma.

-La que sí parece que tengas una amante eres tú, ¿eh?-dijo el chico tendiéndole un sobre.-Sin remitente ni nada... 

-¿Cómo?-se extrañó Gwen mientras agarraba aquello. Normalmente nadie, excepto su familia, le escribía cartas y, obviamente, ellos siempre ponían un remitente. Aquello era, sin duda, muy extraño.

-Ábrelo y veremos de quién es. Igual tienes algún admirador secreto y...

-Cállate, Harrison.-le ordenó ella divertida e intrigada a la vez que abría el sobre y desplegaba una carta pulcramente doblada.-Veamos qué es esto...

Y sin ni siquiera hacer caso al otro comentario jocoso que hizo George, Gwen empezó a leer aquella carta. No era muy larga, no, pero lo que había allí escrito era tan directo e inverosímil que la dejó sin palabras.

-¿Qué pasa?-preguntó George cuando vio la cara que se le había quedado cuando acabó de leer.-¿De quién es?

-Es de Yoko Ono, George...-masculló ella con un hilillo de voz.-Me ha propuesto que la ayude a montar la siguiente exposición que hará aquí en Londres...

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Paul descolgó el teléfono, marcó el número y espero paciente a que alguien respondiera.

-¿Sí?

El chico sonrió quizá con algo de alivio. El hecho de que su hermana hubiera contestado al teléfono en lugar de John le allanaba bastante el camino.

-Hola enana, ¿qué tal?

-¡Gusano! Hola.-respondió ella feliz. A juzgar por su voz, el colocón del que le había hablado Mike ya se le había pasado.-¿A qué se debe este honor?

-¿Es que no puedo llamar a mi hermana cuando me dé la gana?

-Por supuesto que sí, idiota.-rió ella.-¿Qué tal?

-Bien. Ha venido Mike a verme, ¿sabes?

-Sí, supongo. Antes ha pasado por aquí. No se ha quedado mucho... Estaba un poco rarillo, la verdad...

-¿Un poco rarillo? ¿Mike?

-Sí, eso he dicho.

Paul soltó un suspiro y sopesó las palabras que debía usar. No quería meter la pata y, conociendo el carácter de Chris, aquello era sumamente fácil.

-Oye, Christie...-empezó a decir.-¿No te has parado a pensar por qué razón estaba raro?

-¿Qué quieres decir?

-Que quizá él no fuera el que estaba raro, Chris.-le soltó Paul, casi de sopetón.-Está preocupado por ti. Y yo también.

La chica calló durante unos instantes.

-Oye... ¿De qué coño me estás hablando?-preguntó al fin, a la defensiva.

-Te estoy hablando del colocón que llevabas esta mañana.-le contestó él molesto por el tono de voz que su hermana acababa de emplear con él.-Te estoy hablando de que en lugar de estar en la Universidad que es donde tienes que estar, te pasas todas las mañanas metiéndote Dios sabe lo qué junto con John. De eso es de lo que te estoy hablando.

-Oh, Paul... No empieces. Tú precisamente eres el menos indicado para dar a nadie clases de moralidad, ¿sabes? ¿O hace falta que te recuerde de tus excesos en todos los sentidos?

-¿Cuánto tiempo hace que no pisas clase?-preguntó él a bocajarro haciendo caso omiso de lo que su hermana le acababa de decir.

-Semanas, pero eso no va contigo, Paul. Así que no te metas.

-Perfecto... Espera, compraré palomitas de maíz y pillaré asiento en la butaca para asistir al espectáculo de ver como mi hermana tira su vida por la borda.

-Mira, Paul, si sigues así no voy a tener más remedio que colgarte...

-Ni se te ocurra hacerme eso, ¿entiendes?

-¿Ah, sí? ¿Y qué me harás si lo hago?

-Deja de vacilarme, Christine.-le cortó él.-¿Qué coño te habías metido esta mañana?

-Algo que una nenaza como tú ni siquiera es capaz de atreverse a probar.-le contestó ella con firmeza.-Y ahora, Paul, te tengo que dejar. Tengo cosas más importantes que hacer que estar aquí aguantando tus interrogatorios de pacotilla. 

Y así, sin más, Chris colgó el teléfono. Paul bufó y dejó el también el auricular del teléfono con fuerza sobre su sitio. Perfecto. Ahora tenía la confirmación de que su hermana pequeña también se metía ácido. Aquello era de lo más exasperante.




Holaaa! Pues bueno, hasta aquí llego hoy. Espero que os haya gustado y todas esas cosas. Yo disfruté escribiéndolo, no sé por qué, pero lo hice. Bueno, como sabéis mañana es el cumple del GENIO así que, desde aquí, le deseo, esté donde esté, un feliz 72 cumpleaños. Y es que, la gente como él jamás deja de cumplir años, aunque ya no esté aquí físicamente. Espero que todos los buenos deseos que seguro tod@s le mandamos le lleguen y le hagan sentirse bien porque, de eso no cabe duda, se lo merece mucho.

Y en fin, que como siempre, gracias por los comentarios y por leer (me hizo mucha gracia eso de que los comentaristas son los de los deportes, jajajaja)

Muchos besos y pasadlo en grande!




3 comentarios:

  1. Acá vengo a clavarte mi comentario! jajjajajaja
    awwww....con la tarjeta se me vino a la mente la tarjeta de invitacion del casamiento de mis padres :') Oh que tiempos aquellos (?)
    Yo invito a quien mierda se me canta! jajajaja se re enojaba la loca, pero bueno, por lo menos me peleé y me amigué con el Fred. Y por suerte Ringo cree en la amistad entre el hombre y la mujer jajajajajajajja Para mí que dijo "Bieeen se peleó con el pendejo ese, así no le anda rondando como siempre, porque sino le voy a romper todo lo que se llama cara" y todas esas cosas que piensan los hombres cuando sus mujeres les dicen "es un amigo" XDDDDD
    Che, me robaste una idea. Naaa, mentira jaja, te lo digo porque justo para el fic de Eva escribí un capitulo (que vaya a saber Dios cuando lo subiré) donde Eva y John...bué, ya sabes XDD (desde cuando tengo reparos en decirlo?) está bien, lo digo: donde Eva y John se acuestan juntos en pleno viaje lisérgico. Te lo digo para que no pienses que me copié XD El que avisa no traiciona.
    Pucha estos dos hermanos, que ganas de romperrrrr la paciencia que tienen. Si ellos son unos pacatos que todavia no se le animaron al LSD, que no jodan, parecen "milicos de corso: ni mojan, ni dejan mojar". Este Mike chismoso que va y le cuanta al otro chismoso, que encima se pone a retarla porque no va a la uni....y claro flaco, es obvio que no va a ir! Quién iria si estuviera con John Lennon, meta meterse ácido, a una clase de....pongámosle....HISTORIOGRAFÍA? XD Pero, ésta gente no usa la cabeza para razonar cosas totalmente lógicas!
    Ah, otra cosa. Yo iba leyendo mas de la mitad del capitulo y pensé "Bien, la que no debe ser nombrada no apareció. Perfecto, no aparecerá mas, se dejará de joder, y todos seremos felices". Error! Fue por Gwen. Pero que no me diga que le interesa lo que ella haga. Le interesa porque sabe que es amiga de John y por lo tanto.....puede llegar a tener un contacto con él. Yo voto para que George le diga "Mirá Gwen, que te parece si nos vamos a la India por 2 o 3 años, y dejás a la Yoko esta? Vamos, si te van a llegar otras propuestas!" Si por favor, hacé eso, o que a la japonesa la llame el portero del edificio donde esta su departamento en Tokio y le diga que el vecino de abajo se queja porque tiene humedad, que sale del bidet de su baño! Por favor! Que se vaya!
    Bueno, se nota que son casi las 5 de la tarde y que dormí solo 5 horas, no? Porque estoy diciendo muchas pavadas!
    Besitos y escribí pronto, chee!!!!

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  2. Hola Cris :)
    Leí el capítulo en la madrugada pero eso de tener tarea como si no hubiese un mañana, me impidió comentar, además que ya estaba más dormida que despierta y no quería dejar un comentario digno de escupir! :v
    Antes que nada: FELIZ CUMPLEAÑOS JOHN! Un hombre que ha dejado huella en mi vida y que no importa el sitio del universo donde ahora habite, siempre estará vivo en nuestros corazones. Gracias por todo.

    Ahora, al meollo del asunto. Lennon es la influencia letal, Chris no tiene ni cómo resistirse a sus encantos (bueno, ¿qué ser dotado de inteligencia lo haría?). Son unos intensos, eso del LSD fue una locura pero más lindo no pudo estar el asunto :3 Jajaja John es un silvestre, romperle la blusa a la chica...ya no hay respeto! xD
    Oh ¿qué le pasa a Mike? no comprende nada de nada, además eso de ir a contarle a Paul jajajajaja cómo si el carita de bebé fuera un santo para darle una charla de buenos modales a su hermana menor! Si el pobre anda por la calle de la amargura.
    Me declaro fan eterna de Mary, es la ley! Es su boda e invita a quien le de la gana! FUCK YEAH(?) Ringo es la comprensión personificada, me derrite!

    Yoko... ¡¿¡por qué no te vas a buscar una nueva galaxia!?!
    Eso de enviarle una carta a Gwen no me da confianza, algo trama esta mujer...seguramente pertenece a la mafia japonesa y su plan es raptar a John y convertirlo en su esclavo sexual por el resto de sus días D:
    (De acuerdo, dejaré de ver tanta película de acción, me están afectando severamente jajaja)

    Saludos y besos :)
    ¡Buena vibra!

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  3. que ya llego Citlali, puta madreee!! hahaha aunque no quieran, seguiré diciendo malas palabras, perdón! :c yo siempre leo tus capítulos el mismo día que los subes pero ya sabes, la jodida escuela que no me deja respirar, el Lunes con mis exámenes y ayer con la tarea pero bueno aquí estoy. Primero YA ERA HORA YA ERA HORA YA ERA HORAAA!!!! las invitaciones de la boda de Mary, no puedo esperar a verlos juntos :B pero ¿quiénes serán los siguientes? :B esa es una de las grandes incógnitas y después Penny que se enoja por la invitación que Fred y la novia, Pobre Mary! ya ni siquiera creo que disfrute el mejor día de todos que va a tener hahahahahhaa! Y bueno, estoy muy muy muy muy de acuerdo con Paul y Mike, estoy preocupada por Chris, es que no se da cuenta de que esta dejando todo por John, bueno, lo ama y si, pero una cosa es amar, otra cosa es la idiotez, se mete el ácido, si, y si le gusta, pues esta bien pero yo creo que mas por gustarle lo hace para poder estar con John, para poder conectarse hasta en eso, con él pero lo esta haciendo todo mal! Nunca veo que le diga que no y en verdad eso es preocupante, se esta haciendo muy dependiente de el, diría yo y la verdad, ella es muy joven aún para depositar sus esperanzas en alguien que ni siquiera sabe si siempre estará con ella, aunque ella debe de creer que si, pero las cosas pueden llegar a ser tan impredecibles, esta la presencia de Yoko, que me hizo hacer miles de muecas cuando leí la carta que le mando a Gwen, eso es un factor que obviamente afectará no solo su relación también toda la historia, ¿No se da cuenta? Que es cierto, esta tirando su vida por lo borda y todo por alguien que seguramente terminará teniendo un buen revolcón con Yoko... bueno Cris, como siempre, una genialidad este fic y ya espero el próximo, cuídate mucho y nos estamos leyendo haha! Hasta luego :B

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