lunes, 18 de febrero de 2013

Capítulo 76: Reacciones

El insistente sonido del timbre a aquellas horas de la mañana hizo que Mary abriera los ojos sobresaltada. Lo primero que se le vino a la mente fue que quizá se había dormido y que ya era tremendamente tarde. No obstante pronto comprobó en el reloj despertador de la mesita de noche que tan sólo eran las ocho y diez de la mañana.

-¿Qué pasa?-masculló Ringo a su lado con voz pastosa a causa del sueño.-¿Qué hora es?

-Apenas pasan de las ocho.-respondió ella ya incorporándose en la cama.

Ringo frunció el ceño levemente y, sin poder ocultar su fastidio, se incorporó él también.

-¿Y quién viene a casa un sábado a las ocho de la mañana?

Mary se encogió de hombros a la vez que se ponía en pie y se echaba encima la bata. Obviamente, ella tampoco tenía ni la más mínima idea.

-¿Adónde vas?-preguntó Ringo de repente observándola.

-¿Adónde voy a ir? Pues a abrir la puerta, claro.

-Ni de coña.-le replicó él poniéndose en pie de un salto.-Tú no vas a abrir. ¿Y si es algún tipo raro o algún...?

-Ritchie...

-Que no, que iré yo.-le cortó él mientras se calzaba las zapatillas de andar por casa.

Sin apenas darle tiempo a replicarle nada, Ringo salió de la habitación . Mary soltó un suspiro, entre divertida y exasperada. Él y sus manías sobre si le podía pasar algo... No obstante, pese a todo, salió detrás de él, silenciosa.

-¿Por qué vienes tú también?-le preguntó el chico cuando Mary lo alcanzó y se puso a su lado.

-No creo que sea Jack el Destripador el que esté llamando en estos momentos a la puerta de nuestra casa, Ritchie.-le contestó ella en tono cansado.-Y yo quiero ver quién es el pesado que viene a estas horas un sábado, aunque sea sólo para soltarle dos gritos bien merecidos.

Por toda respuesta, Ringo soltó un bufido de resignación antes de empezar a bajar por las escaleras.

-¡Ya va!-gritó él cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la puerta.-¿Quién es?

-Rich...-la voz que provenía de fuera ea casi un murmullo inaudible.-Abre, por favor. Soy Chris.

Mary y Ringo se lanzaron una mirada sorprendidos al escuchar aquella contestación. ¿Qué estaba haciendo Chris allí a esas horas? Sin pensárselo dos veces, Mary abrió la puerta con un gesto rápido. Lo que vio allí la dejó helada. Sí, efectivamente era su amiga, pero ofrecía un aspecto digno de lástima. Tenía la cara hinchada y los ojos rojos como si no hubiera parado de llorar durante horas, y estaba completamente descuidada, como nunca antes la había visto.

-¡Chris!-gritó ella asustada-¡¿Qué te pasa?!

La chica apretó los labios y negó con la cabeza a la vez que las lágrimas volvían a hacer acto de presencia en su rostro.

-Lo siento...-balbuceó.-Yo no... No sabía adónde ir y tenía miedo de ir a casa de Paul y...

-¿Pero qué ha ocurrido?-le cortó Mary, que por segundos se iba asustando más  más. No entendía absolutamente nada de todo aquello.

Chris se quedó mirándola durante unos segundos antes de contestar. Ya ni siquiera se estaba esforzando por disimular sus lágrimas.

-Yo...-susurró.-Yo... He roto con John.

Y dicho esto, sin que a Mary le diera ni siquiera tiempo a asimilar el significado de aquellas palabras, Christine se abrazó a ella fuertemente y empezó a llorar desesperada.

*******************************

Sin apenas darse cuenta de cómo había llegado hasta allí, Chris se encontró de repente en el salón de Sunny Heights, sentada al lado de Mary y llorando desesperadamente a la vez que Ringo las observaba atónito. Apenas podía articular palabra pero, aun así, se las había apañado para contestar a las preguntas nerviosas que le lanzaba su amiga aunque aquello le hubiera costado un verdadero ejercicio de valentía por su parte. Y es que, decirlo en voz alta, dolía muchísimo más que tenerlo en su interior. Decirlo en voz alta suponía confirmar con palabras lo que acababa de suceder hacía menos de dos horas. Suponía reconocer que lo de John y ella había terminado. Suponía admitir que su vida se acababa de derrumbar como un frágil castillo de naipes.

-No... No he querido ir a casa de mi hermano porque estaba muy asustada.-balbuceó ella después del largo silencio que se había hecho tras haber contado lo que había pasado; un silencio en el que Mary se había limitado a abrazarla y consolarla.-Temía su reacción si me veía aparecer de este modo y tenía miedo de que la emprendiera a golpes con John o algo así y... Lo siento. Siento haberos molestado a vosotros a estas horas.

-Cállate, Christine.-le cortó Mary.-Esto no es molestar. Los amigos estamos para eso. Has hecho muy bien en venir aquí, ¿verdad, Ritchie?

Chris levantó la cabeza y miró a Ringo, quien asintió, en silencio.

-No quiero que tengas problemas con John por mi culpa.-dijo cayendo en la cuenta de repente de que Ringo era uno de los mejores amigos de John.-Me iré pronto, lo prometo.

-No.-la interrumpió Mary con determinación.-Tú quédate aquí todo el tiempo que te haga falta.

-Pero John...

-Tranquila, Christine.-dijo Ringo hablando por primera vez desde que ella había llegado.-Coincido con Mary. Puedes quedarte todo el tiempo que sea necesario. No te preocupes por John, ya me las apañaré con él.

La chica lanzó un suspiro y bajó la mirada, pensativa. Aquello podía acabar mal, muy mal, dependiendo de la reacción de John. Incuso ponía en peligro los cimientos del grupo y, lo que era muchísimo peor, la amistad entre Ringo y él.

-Gracias.-dijo al fin.-Sois unos amigos geniales, de verdad.

-Ya sabes que nos tienes para lo que quieras.-contestó Mary pasándole el brazo por el hombro.

-Lo sé. Aun así, creo que cuando se me pase un poco todo esto iré a casa de mi hermano. Total, entre John y él las cosas ya se pondrán feas de por sí cuando Paul se entere de que lo hemos dejado...

Otro largo silencio volvió a hacerse entre los tres. Era evidente que todos estaban pensando en lo que ella acababa de decir. Chris los miró, primero a Mary; después, a Ringo. A juzgar por sus expresiones ambos sabían que lo que acababa de decir era cierto. La chica lanzó otro suspiro. Se sentía tremendamente culpable por todo.

-Si quieres puedes quedarte en mi piso de Montagu Square.-dijo Ringo de repente rompiendo el silencio.-Ya sabes... Desde que se fue la ex de tu hermano aquello está vacío y está listo para entrar a vivir.

Chris se quedó mirándolo durante varios segundos, sopesando la opción que Ringo le acababa de ofrecer. La verdad era que era una oferta suculenta. Ella más que nadie sabía que ese piso estaba en perfectas condiciones y, además, aquello supondría no desperdiciar ni un sólo segundo buscando otro lugar donde vivir. Porque una cosa tenía muy clara: aunque se quedara con Paul los primeros días, no quería quedarse de nuevo a vivir con él de manera indefinida. Ya tenía trabajo, se podía permitir un alquiler, y, además, el hecho de vivir con Paul suponía, aparte de perder su ansiada independencia, tener verdadero peligro de cruzarse con John cuando menos lo esperara. Y, por el momento, ella no estaba preparada para ello.

No obstante, de repente, un oscuro pensamiento se apoderó de ella haciéndole poner los pies en el suelo inmediatamente. No. No podía aceptar la proposición de Ringo. Aquello sólo empeoraría las cosas. Así pues, Chris negó con la cabeza lentamente, varias veces.

-Te lo agradezco mucho, Rich, pero... no puedo aceptarlo.

-Si es por el alquiler, no hay problema.-se apresuró a añadir él.

-No es por eso.-suspiró.-Podría pagarte el alquiler con mi salario del periódico, pero... no quiero que esto os ocasione problemas.

-No seas ridícula.-dijo Mary.-Nosotros no vamos a tener ningún problema.

-Mary.-le interrumpió ella.-Sí. Sí que os traerá problemas y no quiero que eso ocurra. Conozco a John, lo conozco demasiado, y sé que si se llega a enterar de que me habéis alquilado el piso va a montar un espectáculo que os aseguro que no os gustará.

-Pero Chris...

-Sé de lo que hablo.-continuó ella.-Estamos hablando de John. Rich sabe que tengo razón.

Ringo se quedó mirándola durante unos segundos y, a continuación, asintió levemente con la cabeza.

-De todas maneras, Lennon no me asusta.-contestó, aunque a Chris no le pareció del todo convencido al decir aquello.

-No. Os lo agradezco de veras, pero... Haré lo que había pensado: iré con Paul unos días hasta que encuentre algo y, después, me trasladaré allí.

Sus dos amigos asintieron con la cabeza.

-Está bien.-convino Mary de mala gana al cabo de unos segundos.-Si eso es lo que tú quieres, adelante. Pero para lo que necesites, la más mínima tontería, sea la hora que sea y el día que sea, quiero que me llames y me lo digas, ¿de acuerdo?

Pese a que en aquellos Chris estaba completamente destrozada, la determinación y la fidelidad de Mary hicieron que dibujara una sonrisa en la cara.

-Lo sé.-contestó ella intentando contener de nuevo las lágrimas, aunque esta vez, eran de la emoción.-Muchas gracias por estar ahí siempre. Muchas gracias.

Mary se volvió a fundir en un abrazo con ella antes incluso de que acabara de pronunciar aquellas palabras  y, entonces, Christine no pudo contenerse por un segundo más y empezó a llorar nuevamente. Ahora, al parecer, el único valor seguro que tenía en la vida era la amistad que le estaban brindando en aquellos momentos.

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El piso todavía seguía en penumbras. John ni siquiera se había molestado en descorrer las cortinas, que permanecían cerradas desde la noche anterior. Tampoco había pensado en ello. Tampoco había pensado en nada más que no fuera maldecirse a sí mismo y maldecir su suerte. Tampoco había pensado en nada más que no fuera en ella, en sus ojos llorosos antes de irse, en el ruido de la puerta al cerrarse tras ella.

Arrastrando los pasos, confuso como nunca antes lo había estado en toda su vida, John entró en su habitación. Lo miró todo detenidamente. Todavía podía sentir su presencia allí. Sus cosas permanecían sobre el tocador e incluso podría decirse que notaba hasta el olor de su perfume.

Aquella visión lo atormentaba, lo corroía por dentro y lo mataba de tristeza. Casi como un autómata se sentó pesadamente sobre el borde de la cama. Tocó levemente la parte en donde ella dormía, a su lado, y la simple idea de que no aquello no volvería a suceder le hizo arrancar a llorar de nuevo. Se escondió la cara entre las manos, sintiéndose el ser más desgraciado sobre la faz de la Tierra, y lloró en un llanto casi inaudible pero tremendamente doloroso durante mucho tiempo. Lloró por todo: porque ella ya no estaba, porque volvía a estar solo, porque siempre acababa metiendo la pata, por la rabia que sentía dentro de él... hasta que no le quedó ni una lágrima más por derramar. Después, levantó la cabeza poco a poco. Pese a su miopía y a que tenía los ojos hinchados, aún pudo distinguir en el espejo que había sobre el tocador a un tipo desolado, digno de compasión, hecho un trapo. Aquella visión de sí mismo todavía lo atormentó aún más.

-Maldito hijo de puta...-se dijo a sí mismo poniéndose en pie de repente.-¡Estúpido!

Descargó toda la rabia que llevaba adentro tirando de un manotazo todo lo que había encima del tocador. Lejos de pararse al escuchar el ruido del cristal al romperse cuando cayó en el suelo, siguió. Siguió descargando su rabia golpeándolo: el armario, la cama, las paredes, los muebles.

Paró de destrozarlo todo de repente, de la misma manera que había empezado. Volvió a mirarse en el espejo, podría decirse que era casi el único objeto en toda la habitación que se había salvado de su ataque de cólera. Ahora, más que un triste reflejo de sí mismo, parecía un loco, un tarado, un maldito psicópata. Y entonces, todavía con la respiración agitada, tomó una decisión.

No iba a consentir que Chris saliera de su vida tan fácilmente. No. Se negaba a ello. Y, por eso mismo, iría a buscarla.

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Hacía muy poco que Paul se acababa de levantar cuando alguien empezó a llamar al timbre de manera histérica. Frunciendo el ceño y preguntándose quién podría ser con tantas prisas a aquella hora de la mañana, dejó su taza de té a medio terminar sobre la mesa de la cocina y se dirigió a abrir la puerta. Su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró delante de él a un John con un aspecto lamentable y que parecía furioso.

-Dile que salga.-fue lo primero que dijo, fuera de sí.

Paul se quedó mirándolo durante unos segundos, sin entender nada.

-¿Pero qué dices?-preguntó al fin, confuso.-¿Que salga quién?

-Déjate de gilipolleces y dile que salga. Sé que está aquí.

-¿Qué mierdas te has metido?

-No has las cosas más complicadas, joder.-casi exclamó John mirándolo desafiante y haciendo ademán de meterse en el interior de la casa.-Quiero hablar con ella.

De repente, todo encajó en la cabeza de Paul. John estaba fuera de sí y había ido a su casa buscando a alguien desesperadamente. No hacía falta ser muy listo para entender en el acto que a quien buscaba era a Christine.

-¿Qué ha pasado?-preguntó Pal de repente poniéndose ante John e impidiendo que entrara adentro. Ahora, era él que empezaba a estar fuera de sí.-¡¿Qué ha pasado con mi hermana?!

-¡No me tomes el pelo, joder!-le gritó John.-¡Déjame entrar! ¡Sé que está aquí!

Por unos instantes, Paul temió que John se abalanzara sobre él y lo apartara a la fuerza de la entrada. No obstante, pareció contenerse en el último momento. Lo escrutó con la mirada: en esos momentos, más que furioso, parecía desesperado.

-No está aquí.-contestó él obligándose a bajar el tono de voz.

-Mientes.

-No. No está aquí.-siseó.-¿Qué ha pasado con mi hermana, Lennon?

John lo miró durante unos segundos, desconcertado.

-¿Qué-ha-pasado-con-mi-hermana?-casi gritó Paul esta vez remarcando todas y cada una de las palabras de la pregunta.

-Se ha largado.-murmuró John de repente.-Se ha ido. Me ha...

Cuando Paul escuchó aquellas palabras, notó como la sangre empezaba a arderle en las venas. Casi en un acto impulsivo, se abalanzó contra John y lo agarró por las solapas de su chaqueta con violencia.

-¡¿Qué le has hecho?!-le gritó.

John se zafó de él de un fuerte empujón. Paul se quedó mirándolo. Ambos respiraban agitadamente y se sostenían la mirada, como dos leones furiosos a punto de iniciar una pelea.

-Vete a la mierda, McCartney.-dijo John de repente antes de darse la vuelta.

-Como le hayas hecho algo, te mato.-siseó Paul mientras miraba como John caminaba ya por el jardín hacia la salida de su casa.-¿Me has escuchado, Lennon? ¡Te mato!

John ni siquiera se volvió para contestarle y salió de allí, dejándose a un Paul que no sabía si sentirse más furioso por aquel encuentro o, por el contrario, más preocupado por el paradero de su hermana.

Nada más perdió de vista a John, Paul volvió a entrar corriendo en el interior de su casa, rápido como una exhalación. ¿Qué era lo que había pasado? John le acababa de decir algo que a priori le resultaba imposible de creer pese a que desde hacía unos meses las cosas no estaban del todo bien: su hermana lo había dejado. Pero... ¿cómo? Y más importante aún... ¿dónde estaba? Paul inspiró profundamente unas cuantas veces, intentando mantener a raya el pánico que había empezado a apoderarse de él. Intentó apartar de sí los oscuros pensamientos que vaticinaban que a Chris le habría podido ocurrir algo malo e hizo un colosal esfuerzo por pensar con claridad, con lógica. Y ya estaban de nuevo a punto de encajarle todas las piezas de aquel rompecabezas cuando, de repente, sonó el teléfono de casa. Casi corrió para ir a contestar. Sabía que podía ser ella.

-¿Sí?-respondió nervioso cuando descolgó.

-Hola Paul.-contestó una voz masculina al otro lado de la línea.-Soy Ringo.

Paul no pudo evitar soltar un bufido de decepción cuando escuchó que quien llamaba no era Chris.

-Hola, Rich.-le respondió agitado.-Lo siento mucho, ahora no puedo hablar contigo. He de...

-Espera un segundo, Paul.-le interrumpió su amigo.-Creo que debes saber una cosa: tu hermana está aquí ahora mismo, en mi casa.

-¿Cómo dices?-exclamó Paul entre aliviado y sorprendido.-Joder, Rich... Ha venido John no hace ni cinco minutos como un loco preguntando por ella y yo... ¿Cómo está?

-Digamos que no está pasando por el mejor momento de su vida.-masculló Ringo.-Oye... ¿has dicho que ha ido John allí? ¿Está todo bien?

-No me hables de ese cabrón.-respondió Paul.-Pero tranquilo, sí. Más o menos bien. ¿Sabes qué ha pasado?

-Tu hermana lo ha dejado. Eso es lo que nos ha contado a Mary y a mí...

-¿John le ha hecho algo?-se apresuró a preguntar él, a punto de perder pos estribos de nuevo.

-Simplemente Chris no aguantaba más.-se limitó a responder Ringo.

-Richard... No me mientas, por favor. No cubras a ese hijo de puta. Es mi hermana, la conozco. No lo hubiera dejado si no le hubiera hecho nada.

-Eso es lo que nos ha contado, Paul.-le cortó Ringo.-Si quieres saber algo más, deberías hablarlo con ella.

-No dudes que lo haré.

Un incómodo silencio se hizo entre los dos amigos.

-Me ha pedido que te diga que está aquí.-dijo Ringo al cabo de unos instantes.-Creo que sería mejor que vinieras a recogerla.

-Está bien. No tardo nada. Gracias por todo, Rich.

-De nada.-le respondió Ringo.-Y... Paul, una cosa..

-¿Qué?

-No hagas ninguna tontería. A ella no le gustaría. Y a mí menos. Ya sabes a lo que me refiero.

-Te agradezco tu interés, Richard, pero no te metas.

-Tampoco lo hagas tú.-le cortó.-Ya sabes como son las cosas de pareja.

Paul se quedó meditando la contestación que su amigo le había dado. Aquello le hizo reflexionar. Quizá Ringo estuviera en lo cierto, aunque le costara horrores mantenerse al margen.

-De nuevo gracias por el consejo.-contestó al fin.-No tardaré. Hasta ahora.

-Hasta ahora.

Paul colgó el teléfono mucho más tranquilo que antes. Al menos, tenía la total certeza de que su hermana estaba sana y salva en casa de sus amigos. No obstante, seguía tremendamente preocupado y furioso a la vez. Si John le había hecho algo malo no se veía capaz de perdonarle pero, aunque Ringo estuviera en lo cierto y simplemente Chris se hubiera cansado de aguantar a Lennon, aquello cambiaba radicalmente las cosas. Y es que, en esos momentos más que nunca, Paul veía en peligro de muerte la amistad con el que tanto tiempo había sido uno de sus mejores amigos.

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John llegó de nuevo a casa todavía más confuso que antes. Se sentía perdido, como si fuera un gato sin dueño, sin saber qué hacer ni adónde ir. La visita a casa de Paul sólo le había servido para ponerlo aún peor. Era evidente que Paul no mentía cuando le había asegurado que Christine no estaba con él en su casa. Además, parecía incluso no saber nada de lo que había pasado.

Aquello ponía a John en una situación difícil. ¿Adonder habría ido la chica? No tenía ni idea y aquello lo inquietaba y lo preocupaba a partes iguales. La conocía. Sabía que era prácticamente imposible que hubiera hecho alguna tontería, pero... ¿y si había decidido desaparecer del todo durante algún tiempo? ¿Y si no la volvía a ver jamás? Aquella idea lo ponía más de los nervios: el hecho de pensar que no podría ni siquiera brindarle una explicación, o una disculpa o, simplemente, verla sin más, era la peor de las torturas posibles.

Intentó apartar de su mente aquellos pensamientos y se obligó a creerse que quizá estaría sola, pensando, que no tardaría en aparecer por algún sitio, o que, quizá, simplemente estuviera con Mary o con Gwen. No obstante, aquel pensamiento, lejos de reconfortarle, le puso aún peor: si Christine estaba con alguna de sus amigas, a esas alturas ya todo el mundo sabría lo sumamente gilipollas que era John Lennon.

Necesitaba apartar aquellos pensamientos de su mente, necesitaba dejar de sentir. Y así, sin pensárselo dos veces, se dirigió hacia la habitación que esa misma mañana había destrozado y buscó entre el revoltijo de cosas rotas por el suelo aquella caja. La abrió nervioso, nada más la encontró entre los fragmentos de cristal de un frasco de perfumes, y agarró un enorme puñado de pastillas. Se las metió en la boca sin ni siquiera preguntarse qué era lo que había agarrado y se las tragó.

En esos momentos más que nunca, lo necesitaba más que el aire que respiraba.

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Ringo se hizo a un lado para dar paso a un airado Paul mucho más nervioso de lo que él estaba acostumbrado a ver.

-¿Cómo está?-le preguntó éste sin ni siquiera saludarle.

-Ya te he dicho antes que no está pasando precisamente por sus mejores momentos.-le respondió él con calma. Está en el comedor, con Mary.

Paul asintió con la cabeza y se encaminó hacia donde le había indicado. Él, por su parte, se limitó a seguirlo en silencio.

-¡Chris!

La exclamación de Paul hizo que las dos chicas se giraran de repente, extrañadas.

-Ey, hola, gusano.-respondió Christine con voz débil a la vez que esbozaba una sonrisilla forzada.

Paul ni siquiera esperó a que dijera nada más para dirigirse hacia ella y darle un abrazo.

-¿Qué...? ¿Qué ha pasado?-preguntó el chico.

-Supongo que ya lo sabrás, ¿no?-respondió su hermana con amargura.-Lo he dejado con John.

La chica hizo una mueca cuando pronunció la última frase, como si el mero hecho de pronunciar aquellas palabras le produjera un inmenso dolor.

-¿Ese cabrón te ha hecho alguna cosa?-quiso saber Paul de malas maneras.

-Para sorpresa de todos, Ringo incluido, Christine le dedicó a su hermano una mirada glacial.

-No le insultes.-le espetó.

-¿Cómo?-dijo Paul estupefacto.

-Que no le insultes te he dicho. Y no, no me ha hecho nada.

-No entiendo nada...-susurró Paul.

Christine se encogió de hombros y sonrió con amargura.

-No hay mucho que entender.-dijo al fin.

Paul les dedicó una mirada significativa tanto a Mary como a él. Era evidente que pensaba que su hermana se había vuelto loca o algo por el estilo. Tanto Ringo como su esposa, se limitaron a encogerse de hombros.

-Está bien.-convino al fin Paul.-Creo que necesitas descansar. Vámonos a casa, ¿de acuerdo?

-Vale.-dijo Chris poniéndose en pie.

-¿Ya te vas?-preguntó Mary que no estaba para nada convencida en dejarla ir así porque si.

-Sí.-le contestó su amiga.-Será mejor que descanse un poco como dice mi hermano. Por cierto, muchas gracias por todo, de verdad. A los dos.

Mary y Ringo le dedicaron una sonrisa a modo de "no hay de qué".

-Llámame cuando te despiertes, ¿me oyes?-inisistió Mary antes de que Paul y Chris salieran del salón.

-Descuida, lo haré.-sonrió su amiga.

-No hace falta que nos acompañéis a la puerta.-les interrumpió Paul.-Gracias por todo. Nos vemos.

Mary y él observaron como los dos hermanos salían del salón y permanecieron en silencio hasta que oyeron como la puerta de la calle se cerraba al salir los dos.

-Paul está muy seco, ¿no?-dijo Mary mientras los veía entrar en el coche del chico a través de la ventana.-No estoy segura de que lo mejor para Chris sea ahora estar con él... Ya has visto cómo se ha puesto cuando Paul a llamado cabrón a John. Sólo espero que no se peleen ellos dos también.

-La verdad es que no me extrañaría... Paul parece más dolido con John que la propia Chris. Es raro pero...

-Recemos para que no hagan ninguna tontería.

Ringo lanzó un fuerte suspiro.

-Paul dice que John ha ido esta mañana a su casa como un loco buscándola.-explicó.-Él dice que no ha pasado nada, pero la verdad, me asusta lo que haya podido ocurrir entre los dos.

-Entiendo... ¿Tú crees que John es capaz de hacer alguna locura?

-Con él nunca se sabe.-contestó Ringo con sinceridad.-Creo que..

Ringo se interrumpió a sí mismo antes de acabar la frase. La verdad era que lo que iba a decir no le parecía demasiada buena idea.

-¿Qué?

-Pues que... Quizá debería ir a verlo.-respondió.

Para su sorpresa, Maru asintió con la cabeza.

-Tal vez deberías hacerlo. Al fin y al cabo es tu amigo y lo estará pasando muy mal.

-¿Tú crees?

-Claro que sí.-se reafirmó ella.-Yo también lo haría si estuviera en tu situación.

Ringo asintió. La verdad era que tenía razón.

-Sí. Tienes razón. Iré a verle. ¿Te importa que salga ahora?

-Para nada.

Por toda respuesta, el chico le dio un beso en los labios antes de darse media vuelta, dispuesto a salir del salón.

-Ritchie...-le llamó Mary justo antes de que cruzara el umbral de la puerta. Él se giró y la miró interrogativo. Ella, por su parte, agarró aire antes de continuar:-Hazme un favor... No le digas nada sobre Chris... Si ella quiere decirle dónde está, es su decisión.

-Tranquila, princesa.-sonrió.-No diré nada. Absolutamente nada.

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El trayecto desde su casa hasta el piso de John en pleno centro de Londres se le había hecho extremadamente largo. No obstante, allí estaba él en esos momentos, plantado ante la puerta de su casa y esperando a que su amigo le abriera. Casi estaba a punto de llamar al timbre por tercera vez cuando John le abrió. Pese a que Ringo ya estaba concienciado de que no iba a ver a su amigo en las mejores condiciones desde antes incluso de salir de su casa, se le cayó el alma a los pies cuando lo vio así. John, más que él mismo, parecía un fantasma. Además, estaba muy drogado, de eso no cabía ninguna duda.

-Hola, tío...-le saludó John con la voz pastosa y débil.

Sin ni siquiera esperar a que se hiciera a un lado, Ringo entró en el interior de la vivienda. Nada más entrar le golpeó un ligero tufillo a alcohol y a tabaco rancio.

-¿Qué te has metido?-le preguntó Ringo sin más.

John se quedó unos segundos en silencio, pensativo. Después, lanzó un suspiro y cerró. A Ringo no se le escapó el detalle de que apenas tenía fuerzas para empujar la puerta de casa.

-No lo sé.-susurró.-He pillado algunas cosas que había en la habitación y...

-¿Te has metido todo a la vez?-casi gritó Ringo, sobresaltado.

John se limitó a decir que sí con la cabeza.

-¡Joder, cabrón!-exclamó Ringo mientras agarraba a John fuertemente por el brazo y lo llevaba casi a rastras, como un muñeco de trapo, hasta la cocina.

Nervioso, se puso a hurgar entre los armarios de la cocina sin importarle que unos cuantos tarros se estrellaran en el suelo haciéndose añicos en el acto. En aquellos momentos tenía cosas más importantes por las que preocuparse como, por ejemplo, evitar que a John le diera un colapso por la cantidad de cosas que se había tomado a la vez.

-¿Dónde mierdas guardas el café?-le preguntó volviéndose hacia él.

-¿Café?-repitió John completamente ido.

-¡Mierda, John! ¡El café!-le gritó él.

Como si la cosa no fuera con él, John señaló hacia uno de los armarios que colgaban de la pared de la cocina. Ringo lo abrió, nervioso, y agarró el tarro de café, que efectivamente estaba allí. Sentó a John como si de un niño se tratara en una de las sillas de la cocina y, a continuación, preparó un café bien cargado. Después, lo sirvió en una taza grande, agarró la sal y le metió unas cuantas cucharadas. Tenía que hacer vomitar a John sí o sí y aquel era el método más rápido y efectivo que se le ocurría para ello.

-Vamos al baño.-le dijo a su amigo a la vez que lo agarraba del brazo y lo obligaba a ponerse en pie.

John, extrañamente dócil, se dejó conducir hasta el cuarto de baño. Una vez estuvieron dentro, Ringo le tendió la taza de café con sal.

-Bébetelo.-le ordeno.-Ahora mismo y de un solo trago.

John lo agarró y obedeció. Las arcadas le entraron casi en el acto, así que se volvió hacia el retrete y empezó a vomitar. Ringo no pudo evitar poner una mueca de asco, pero contuvo sus ganas de irse y permaneció allí a su lado, hasta que John pareció no tener nada más que sacar.

-Maldito hijo de puta...-le dijo cuando John se puso en pie de nuevo, tosiendo, y tiraba de la cadena.-¿Qué es lo que querías? ¿Matarte? Puedes dar gracias a que he llegado a tiempo.

John le dedicó una mirada glacial antes de volverse hacia el lavabo y echarse agua en la cara.

-No sé si darte las gracias o no.-susurró mirándose en el espejo. Parecía que el colocón casi hubiera desparecido del todo.-Sinceramente, creo que hubiera preferido, como tú dices, matarme.

-Ni se te ocurra decir eso, Lennon.-le cortó él.-Ni en broma.

-¿Por qué no voy a decirlo si es verdad?-contestó John volviéndose hacia él y mirándolo.-Me ha dejado, lo sabes, ¿no?

Ringo asintió.

-Nada vale la pena ya.-continuó John.-Nada-

-Oye, John...-suspiró Ringo.-Se que es difícil, pero...

-¡No!-le gritó.-¡No es difícil! ¡Es imposible, joder! ¡Tú no lo entiendes!

Pese a los gritos, Ringo no se dejó amilanar. Sabía que John no iba a hacerle absolutamente nada.

-Te entiendo más de lo que te imaginas.-le contestó con calma.-Yo también amo a una persona y no puedo concebir estar sin ella.

John calló y bajó la mirada al escuchar aquellas palabras.

-Pero joder, John.-continuó él al ver que su amigo no pensaba decir nada.-No puedes hacerte esto. Debes de seguir adelante.

-¿Seguir adelante?-preguntó John antes de estallar en una carcajada amarga que pilló a Ringo por sorpresa.-Hablas como si fuera fácil.

-No he dicho que lo sea.-le cortó Ringo.-Anda, métete en la bañera. Quizá así se te baje del todo la mierda que has agarrado.

Y, sin más, Ringo abrió el grifo de la bañera lanzando un fuerte suspiro. Por lo visto, aquella visita a John se alargaría mucho más de lo que en un principio había imaginado...

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El día había sido largo y pesado. Hacía mucho que Chris no se sentía tan cansada. Y es que, las emociones vividas ese día habían sido tan fuertes en el mal sentido de la palabra que tenía la sensación de que llevaba semanas sin dormir. Lo peor de todo había sido repetir la misma historia montones de veces: primero a Mary y a Ringo, después a su hermano y, por último, a Gwen, que había ido a verla a casa de Paul tan pronto se había enterado de lo sucedido. El contar aquello suponía revivir, cada vez que lo hacía, lo que había ocurrido. No obstante, y pese a que hacerlo la hacía sentir tan mal como si le clavaran cientos de cuchillos afilados en el pecho, Christine había hablado con todos los que le habían preguntado sobre el tema, eso sí, obviando los detalles más escabrosos de la discusión final que habían desencadenado la ruptura con John. Podría decirse que la versión oficial que ella había ofrecido a todos era que no aguantaba más su malsana afición por las drogas y que se pasaban el día discutiendo, cosa que, por otra parte, era completamente cierta. Sólo Mary sabía la versión completa de los hechos: se lo había contado todo mientras Ringo había salido del salón para llamar a Paul por teléfono esa misma mañana.

Estaba tan cansada y tan abatida que lo único que quería Chris en aquellos momentos era echarse en la cama y dormir. Dormir y olvidarse por unas horas de todo aquel sufrimiento. Dormir y olvidar por un rato a John, con el que llevaba pensando todo el día, desesperada.

Se acababa de poner el pijama cuando escuchó aquellos golpes en la puerta. Antes incluso de asomarse disimuladamente por la ventana abriendo levemente la cortina, Chris ya supo quien era el causante de aquellos golpes furiosos e insistentes. Era él. Era John. Estaba segura.

Miró justo a tiempo para lograr ver como Paul abría la puerta frente a la cual, efectivamente estaba John. Los escuchó gritarse a los dos, aunque no pudo distinguir qué se decían con la ventana cerrada, que no se atrevía a abrir por nada del mundo. Cuando los dos empezaron a empujarse violentamente, Christine notó como el corazón paraba de latirle durante unos segundos pero, justo en el momento en el que ya estaba empezando a pensar que los dos iban a enzarzarse en una pelea, John pareció reaccionar y dejó de empujar a Paul. Le dijo algo y, a continuación, se dio media vuelta y se alejó de allí con paso decidido. Su hermano, por su parte, se limitó a cerrar la puerta con un portazo que retumbó por toda la casa.

Chris continuó mirando como John se alejaba, calle arriba, con la cabeza gacha, como si fuera un perro apaleado. Y entonces, como si supiera que ella lo estaba observando, John paró en seco y miró en dirección hacia su ventana. Se mantuvo así, durante unos instantes que a ella le parecieron eternos, mirando, seguro de que ella se escondía tras aquella cortina. Estaba demasiado lejos como para poderlo distinguir, pero Christine tuvo la certeza de que en aquellos momentos John estaba llorando, tal y como lo estaba haciendo ella también.

Después, se dio la vuelta y se fue. Fue entonces, mientras lo observaba alejarse, cuando Chris lo tuvo claro. Debía de irse de allí cuanto antes, a un sitio que John no conociera. O eso, o Paul y él acabarían matándose.

**************************************

Habían pasado ya un par de semanas desde todo aquello, dos semanas en las que ella se había movido y actuado como una autómata, sin saber exactamente por qué hacía las cosas. Afortunadamente, aquellas dos semanas le habían servido para encontrar un sitio decente en el que vivir, un sitio lo suficientemente alejado de John como para poder estar tranquila. Se trataba de un pequeño apartamento de una sola habitación no demasiado lejos de la redacción del periódico, bastante nuevo y con todo lo que necesitaba para vivir cómodamente. En otras circunstancias, Chris hubiera estado feliz por haber encontrado un lugar así donde poder vivir pero, no obstante, lo único que le provocaba aquel lugar en aquellos momentos era una profunda congoja, incluso podría decirse que asco. Y es que, el hecho de vivir allí, le recordaba cada día que todo lo que había construido con John se había ido a la basura.

Había dejado de llorar a todas horas cuando las accidentadas visitas de John a casa de su hermano habían disminuido hasta casi desaparecer. La verdad era que no tenía ni idea de si John había vuelto o no a Cavendish Avenue después de que ella se trasladara a su apartamento, aunque tampoco quería saberlo. Todos los que la rodeaban habían hecho una especie de pacto de silencio sobre el tema. Nadie hablaba de John delante de ella por expresa prohibición. Y es que no soportaba que nadie lo nombrara, no por odio, nada más lejos de la realidad, sino porque, cada vez que se acordaba de él, sentía la imperiosa necesidad de volver a su lado, de tenerle cerca. Chris era consciente de que a la mínima caería de nuevo y por eso no quería saberse nada de él.

Estaba sumida en sus propios pensamientos cuando, de repente, el teléfono sonó. Sobresaltada por aquel ruido repentino, Chris se levantó del sillón y se dirigió hacia la mesita del teléfono para contestar.

-¿Sí?-respondió.

-Ey, enana, ¿qué tal?

La chica sonrió al escuchar la voz de su hermano al otro lado de la línea.

-Bien.

-¿Seguro?-insistió Paul.

-Seguro, bobo.-mintió.-¿Y tú qué tal?

Yo bien, pero...-balbuceó su hermano.-Te quería hablar precisamente de eso...

Christine frunció el ceño confundida.

-¿Hablar de qué?

-Supongo que ni siquiera te acordarás de esto... Con todo el jaleo y tal, pues...

-Paul, no tengo todo el día.-le cortó ella nerviosa. Odiaba que se anduvieran por las ramas cuando estaba impaciente.

-Mañana nos vamos.-respondió Paul a la vez que lanzaba un suspiro.

-¿Os vais? ¿Adónde?-preguntó ella extrañada.

-Empieza el rodaje de la película, ¿te acuerdas?

Sólo cuando Paul se lo dijo, Chris lo recordó todo. Ni siquiera se había acordado de la existencia de esa película hasta el momento. Obviamente, tenia la cabeza demasiado ocupada en otras cosas como para acordarse de películas.

-No me acordaba, lo siento.-reconoció ella.-Entonces es mañana...

-Sí.-le confirmó Paul.-Espero que no te moleste estar sola durante un par de semanas... No durará más, te lo aseguro-

-Tranquilo, Paul.-respondió ella.-Por supuesto que no me importa. Al fin y al cabo vivo sola, ¿no?

-Sé que vives sola, Christine, pero...-Paul se interrumpió a sí mismo antes de seguir.-De todas maneras, te llamaré todos los días, ¿de acuerdo?

-Sobreviviré, Paul.

-No te pongas sarcástica conmigo. Sé de lo que hablo, ¿vale?

-Vale...-respondió ella cansada.

-Prométeme que estarás bien.

-Te lo prometo.

.Así me gusta. No tardaremos mucho en vernos, enana.

-Tranquilo. Adiós.

-Adiós.

Justo antes de que Paul colgara, a Chris le pasó un fugaz pensamiento por la cabeza.

-¡Paul!-le llamó justo antes de que su hermano colgara el auricular.

-¿Qué pasa?

-Quiero que...-balbuceó ella.-Quiero que tú también me prometas algo...

-¿El qué?

Chris suspiró.

-Tened la fiesta en paz.-contestó.-Ya sabes a lo que me refiero. Hazlo por mí.

Paul calló. Por unos instantes, Chris incluso llegó a creer que le había colgado.

-No puedo prometerte nada.-dijo al cabo de unos segundos.

-Es tu amigo.-ella misma se sorprendió diciendo aquello.-Prométemelo.

-Está bien, te lo prometo.-suspiró al fin.

-Gracias-

-De nada, enana. Nos vemos pronto.

-Nos vemos.-respondió ella.-Que te vaya bien. Bueno, mejor dicho, que os vaya bien. A todos.







Holaaaaaa!!!! Bien, aquí he llegado yo con este capi un poquito deprimente, la verdad, pero ya veis que es necesario. Sea como sea, espero que os haya gustado y todo eso, jeje.

Bien, hoy, aparte de las tradicionales gracias a las que me leéis y comentáis, quiero decir varias cosillas... La primera, a Ingrid, que me preguntó unas cositas en su comentario... Pues sí, hija. John coqueteó con la cocaína (lo dijo en la entrevista esa famosa que hizo a la Playboy en el 80... algo así como que durante el 67 todos abusaron bastante de ella pero que la dejaron porque era una tontería, era como la cafeína, pero mas peligrosa) y más tarde lo hizo con la heroína (me gustaría tratar también el tema, jejeje). De Magic Alex, pues es un personaje así un poco turbio, se saben bastantes cosas de él, pero bueno, yo tampoco lo meto mucho porque me desconcierta un poquito. Sólo comentarte que aparte de la info que te puedas encontrar por ahí de él, durante el 67 se convirtió en el nuevo inseparable de John en sus correrías por ahí... Espero haberte aclarado aunque sólo sea un poquitín las cosas... :)

La segunda cosa es una cosa dedicada a Mary Hall (algunos la conoceréis como María, pero es mentira, en realidad Mary Hall, desde el capítulo de "La Boda", Mary Starkey, es su verdadero nombre). Vale, me dejo ya de chorradas porque es que... AYER FUE SU CUMPLE!!!! FELICIDADES! Si alguien no la ha felicitado aún, que la felicite, que dicen que hasta los 8 días, vale (eso es una excusa barata que dicen los que se les olvidan los cumples, pero bueno). Así que nada, que cumplas muchos más y que Ringo te ayude a celebrarlo. :P

En fin, yo ya me dejo de fastidiar, que al final os vais a cansar de mí, jajaja. Gracias por estar ahí y besotes! :D

3 comentarios:

  1. *elonga los dedos* *se pone crema* *aplaude* *aplaude mucho* *aplaude mucho mucho mucho MUCHO*
    Ieeeeee Cloquell!!!! Sí, te aplaudo mucho porque en este capitulo sacaste la Cris que hay vos (?) En serio, le sacaste brillo al capi, estuvo esss-peccc-ta-cu-larrrrr Ya te dije, va al Best of Cris jajaja
    Yo sabía! Yo sabía! Yo sabía (bué, que te hacés la vidente, gallo tarotista XD) Yo sabia que Chris iba a venir a my house, y lo bien que hizo porque asi tenía quien la consolara un poco, pa eso están las amigas ;) Aunque, después, que se fuera con Paul me pareció....auch...como que estaba pensando que en cualquier momento volaban trompadas por todos lados....Por suerte no se agarraron Paul y John porque sería LA catástrofe. Y que bueno que encontró un lugar "neutral" para vivir.
    Bueno, el escobillón está bien en forma para agarrar a John, ya te dije que el palo ese en los dedos de los pies duele, y lo digo por mis experiencias con ese escobillón cayéndose y pegandome justo en mis piecitos descalzos. Asi que yo, a Lennon, le saco lo drogado a palazos en los dedos de las patas, porque no puede ser, encima que rompe todo, que esta tan mal, ¿qué hace? Vuelve a lo mismo. Asi no se arregla nada.
    Debo reconocer que el café con sal me dejó o_O nunca se me hubiera ocurrido jajajaj, ahora ya sé, si viene a mi casa algún borracho/drogado, tengo que darle eso, aunque....No hay café. Bien, le daré otra cosa XD John se merecía unos golpes en la espalda para que vomitara, basta de contemplaciones!!!!!
    Pobre Paul, re desconcertado el tipo, la verdad que debe ser jodido estar ahi, en el medio de todo, y encima no saber por quién tomar partido. Es claro que se inclina por la hermana, pero igual, debe ser doloroso porque la otra "parte" es tu amigo....Bueno, y tambien pobre Ringo, quedan todos en el medio de todo :S
    Ayyy casi me pongo a llorar cuando se vieron por la ventana....es muy triste! Encima lo escribís tan....TAN BIEN que...ayyyy....
    Bueno Cloqui, te voy dejando, no sin antes repetirte que me encantó el capitulo y que lo amé. Y que en un rato lo voy a leer de vuelta porque asi somos los fanáticos XD
    Ah, te vuelvo a agradecer tu saludo :) No sos mas tierna por falta de tiempo!!! Te adororooooo jajaja
    Chau!!!

    P/D1: me comí 5 bombones leyendote, y uno atras de otro. Me duele la panza, pero ya que los tenia a mano, me los comí para calmarme los nervios que me genera tu capi
    P/D2: El Maharishi no está, posiblemente estará durmiendo la siesta por ahí, en contacto con la naturaleza, aprovechando que hoy está fresco.
    P/D3: Tengo que comprar café XD

    Besoteeee!!!!!!!!!

    Rojaijú XD

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  2. pobre chriiiiiis pobre johnnn y qué lindos Mary y Ringo, de veras me encantan son unos hermosossss!!! por cierto María, feliz cumple atrasado jajaja que te la hayas pasado bien!! Y bueno, Paul qué lindo de veras lo amo mucho y me hace sentir celos porque yo no tengo un hermano mayor :'( no nooo es que no pude con este capítulo, me gustó mucho cómo lo escribiste!! ahhh y mil gracias, claro que me aclaraste las dudas que traía :) bueeeeno aquí dejo mi comentario para que sepas que claro que te leo y con mucho ánimo!! qué esté bien!

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  3. Well done my friend. I read a little the spanish before... I've to admit that I'm learning spanish for read this too...
    This chapter was marvelous and pretty sad too.

    P.D: I love Paulie sobreprotector...

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