Diciembre de 1980
El patio del colegio estaba a
rebosar de niños que gritaban y jugaban sin parar, aprovechando los pocos
minutos que les quedaban antes de que volviera a sonar el timbre para regresar
a clase.
-¡Pásamela, Jack!
Unos metros más adelante, casi
frente a la portería, Ayrton le hacía señas con la mano. El niño sonrió: si su
amigo se hacía con el balón y marcaba, ganarían el partido. Jack regateó
hábilmente a un par de niños que se cruzaron en su camino y, finalmente, chutó
hacia Ayrton. Su amigo corrió para hacerse con el balón pero, justo cuando
estaba a punto de alcanzarlo, otro niño que ni siquiera estaba jugando al
fútbol con ellos entró en las pistas y chutó el balón hacia arriba, con tanta
fuerza que la pelota acabó pasando por encima de la verja del colegio, cayendo
en la calle.
Inmediatamente, todos los niños
que estaban alrededor pararon de correr y de gritar y se quedaron mirando al
recién llegado en silencio. El nuevo les
dedicó una sonrisilla repelente, seguro de sí mismo y consciente de que su mera
presencia asustaba a todos. No era para menos, la verdad. Y es que, pese a que Bruce
Ambrose tenía la misma edad que la mayoría de los que estaban allí, era mucho
más grande que todos. Alto, grueso y con pinta de matón, era el típico niño con
el que todos evitaban meterse a toda costa. Era curioso: hacía muy poco que
acababa de llegar al colegio y, pese a que no llevaba allí ni un mes, era ya el
terror de la escuela.
Pero a Jack en aquellos momentos
no le importaba lo más mínimo todo eso. Le daba igual que Ambrose midiera palmo
y medio más que él y que pareciera tan fuerte que de un manotazo pudiera
tumbarlo; a Jack lo único que le importaba era que aquel desgraciado les
acababa de fastidiar el partido y que, además, por su culpa, tal vez jamás volvería
a recuperar su balón. Porque, para colmo, aquella pelota que había chutado a la
calle era suya.
-¡Ey!-le gritó indignado empezando
a caminar hacia él furioso, completamente fuera de sí.-¡¿Pero tú qué te has
creído?! ¡Estábamos jugando!
Bruce Ambrose se volvió hacia él
y le dedicó una mirada contrariada. Al parecer, no estaba acostumbrado a que
nadie le plantara cara abiertamente.
-Tú lo has dicho: estabais jugando.-dijo volviendo a
recuperar su sonrisilla prepotente.-Ahora ya no.
Jack se mordió el labio inferior,
intentando contenerse. Siempre lo hacía cuando estaba enfadado.
-Eso que has tirado a la calle
era mi balón.-le espetó.
-¿Ah, sí?-rió Ambrose.-Pues te
aguantas.
-Más te vale que cuando salgamos
lo encuentre o si no…
Jack dijo aquello
atropelladamente, sin ser consciente ni siquiera de que con aquellas palabras
estaba amenazando al matón del colegio. Por eso, cuando Bruce se acercó hacia
él y lo agarró con fuerza por el cuello de la camisa, se quedó mirándole
estupefacto, sin saber cómo reaccionar.
-¿Qué harás, basura?
-¡Tú! ¡Suelta a mi amigo!
El grito que acababa de soltar
Ayrton resonó por todas las pistas, más aún teniendo en cuenta que todos los
que estaban allí continuaban mirando la escena en silencio. Nada más escuchar
aquello, Bruce soltó a Jack violentamente y se volvió hacia Ayrton.
-¡Mira quién habla!-exclamó Bruce
poniendo la misma sonrisilla repelente que había puesto cuando había chutado el
balón fuera.-¡El otro escarabajo pelotero! ¿Qué queréis? ¿Que os envíe de un
golpe a los dos al submarino amarillo donde vivís?
Nada más dijo aquello, algunos de
los que estaban mirando la escena soltaron una risita por lo bajo. Aquello
envalentonó aún más Jack, que jamás había soportado que se rieran de él, y
mucho menos por eso. El niño le dedicó una mirada de profundo odio y empezó a
caminar hacia él, dispuesto a partirle la cara aun a riesgo de que él acabara
siendo el principal perjudicado en una pelea con Bruce Ambrose.
-¿Qué es lo que está ocurriendo
aquí?
La voz del señor Lock por detrás
de ellos hizo que Jack parara de caminar en seco y se volviera para mirarle.
- Starkey, Lennon y Ambrose.-dijo
el maestro enumerándolos a los tres mientras les dirigía una mirada
reprobatoria.-Les he hecho una pregunta y no me han contestado… ¿qué está
pasando aquí?
-Nada, señor Lock.-masculló Jack
bajando la vista.
-Más vale.-contestó el hombre,
severo, segundos antes de que sonara el timbre que anunciaba el fin del recreo
Pese a haber sonado el timbre,
nadie se movió de allí: la mayoría de niños continuaban en círculo mirando
hacia Bruce, Ayrton y Jack, que se habían quedado en el medio. Tal vez
esperaban aún ser espectadores de una pelea de las buenas. El señor Lock soltó
un suspiro cuando vio aquello, molesto.
-¿Acaso nadie ha escuchado el
timbre?-preguntó al cabo de unos segundos mirando a todos los que estaban
allí.-¡Venga, vamos! ¡A clase! ¡Ahora!
Entre quejas por lo bajo y
suspiros de resignación, todos empezaron a irse de mala gana, de camino al
interior del edificio. Jack, Ayrton y Bruce Ambrose, no obstante, permanecieron
allí durante unos segundos más, mirándose desafiantes.
-¿Y a ustedes qué les pasa?-les
espetó el maestro cuando vio que ninguno de los tres se movía de allí.-¿Están
sordos? ¡A clase he dicho!
La exclamación del señor Lock
pareció hacerles reaccionar y los tres, casi a la vez, rompieron el contacto
visual y bajaron la mirada antes de empezar a caminar hacia donde estaba el
maestro.
-Y más les vale no meterse en
problemas.-les dijo el hombre cuando vio que su orden había surtido efecto.
-Sí, señor.-contestaron los tres
casi al unísono.
El señor Lock pareció darse por
satisfecho con aquello, así que se dio media vuelta y empezó a caminar
decidido, dejándolos atrás. Nada más lo hizo, Bruce volvió a recobrar su
sonrisilla pedante y les dirigió una mirada burlona a los dos amigos.
-Hay que ser muy pringado para
vivir en un submarino amarillo.-les dijo.
-Eres un imbécil, Ambrose.-siseó
Ayrton.
-La has cagado.-le amenazó Jack.
No bromeaba: en aquellos momentos su mente ya estaba pensando en cómo
ingeniárselas para darle su merecido a aquel idiota.
-Uy, qué miedo…-rió Bruce.-Dos
escarabajos peloteros quieren pegarme… Id con cuidado para que no os aplaste
como a la mierda que os coméis, idiotas. ¡Hasta luego, pringados!
Y dicho esto, antes de que ni a
Ayrton ni a él les diera tiempo a contestar, Bruce se dio media vuelta y empezó
a correr hacia la puerta. Jack se quedó mirándole con odio, al igual que su
amigo. En aquellos momentos estaba decidido a hacer que aquel cretino se
acordara de ellos para toda su vida.
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La clase de dibujo estaba siendo,
como siempre, un auténtico cachondeo. Y es que, como ya iba siendo normal, la
señorita Henley hablaba y hablaba sin parar mientras la mayoría de niños la
ignoraban abiertamente. A fin de cuentas, la mujer, una maestra mayor a punto
de jubilarse, aprobaba a todo el mundo siempre y cuando le presentaran todos
los dibujos que mandaba.
En el fondo del aula, Ayrton,
Jack y sus dos amigos, Agnes y Eric, charlaban en la mesa que compartían los
cuatro sin ni siquiera molestarse en bajar la voz.
-Pues yo le he oído decir que va
a por vosotros.-dijo la niña lanzándoles una mirada asustada a Jack y a
Ayrton.-Dice que nadie se atreve a amenazarle.
-Que venga, lo estaremos
esperando, ¿verdad, Jack?-contestó Ayrton indiferente mientras jugueteaba con
el pincel que tenía en la mano.
-Cierto.-convino él.-Nadie se
mete con nosotros por muy Bruce Ambrose que sea.
-Pues yo estaría muerto de miedo…-susurró
Eric lanzándole una mirada de soslayo a Bruce, que estaba unas mesas más
adelante.-Míralo, parece capaz de cualquier cosa…
-Paparruchas.-le cortó Jack.-Yo
no le tengo miedo.
-Ni yo.-se apresuró a añadir
Ayrton.
-Bien, chicos.-dijo de repente la
señorita Henley alzando la voz. Todos los alumnos callaron casi a la vez:
aquello era señal inequívoca de que ya había acabado de explicar y que iba a
decir cuál era el trabajo que tenían que hacer. En realidad, aquel era el único
momento en el que le prestaban atención.-Después de haber explicado todo esto
quiero que hagáis un dibujo de tema libre en el que uséis sólo los colores
primarios.
-¿Y qué colores son esos,
señorita Henley?
-He estado diciéndolo desde que
hemos empezado, Bishop…-masculló la mujer de mala gana.-Son el azul, el magenta
y el amarillo.
Nada más dijo aquella última
palabra, Bruce Ambrose soltó una sonora risotada antes de volverse hacia el
lugar donde estaban Ayrton y Jack. Los dos amigos no pudieron menos que
dedicarle una mirada de odio.
-¿Qué es lo que te hace tanta
gracia, Ambrose?-preguntó la maestra en tono cansado.
-Nada, señorita Henley.-contestó
Bruce volviéndose de nuevo hacia la mujer.-Es que me he acordado de una cosa…
-Pues ahora no es el momento de
acordarse de nada.-le replicó la maestra.-Bien, como iba diciendo, cualquier
dibujo, tema libre, pero en el que sólo aparezcan los colores primarios.
-Señorita Henley…
-¿Qué quieres ahora, Ambrose?
-¿Puedo dibujar un submarino amarillo?-preguntó Bruce
mirando a Jack y a Ayrton con su asquerosa sonrisilla.
-Claro que sí.-le contestó la
mujer sin darse cuenta de lo que estaba pasando ante sus narices.-He dicho que
el tema es libre.
-¿Y un escarabajo pelotero también lo puedo dibujar?
-Qué cosas dices, Ambrose.-le replicó
la maestra enfadada.-TEMA LIBRE HE DICHO. Me da igual lo que dibujes siempre y
cuando sea magenta, azul o amarillo.
-Sí, señorita Henley.-rió Bruce
sin dejar de mirarlos.-Entiendo… amarillo.
-Vale, ya, poneos a trabajar.-le
cortó la maestra.-Tenéis los pinceles y los botes de pintura en las mesas, ya
lo sabéis. El dibujo debe de estar acabado al final de la clase, así los
dejaremos secando aquí. Id con cuidado de no mancharos y recordad que después
debéis limpiar bien los pinceles con agua.
El jaleo volvió a adueñarse de la
clase cuando la señorita Henley acabó de decir eso. Otra vez, todos volvieron a
sumirse en sus conversaciones mientras se disponían a empezar sus dibujos.
-Yo lo mato…-murmuró Jack entre
dientes mientras miraba a Bruce con ganas de querer asesinarlo allí mismo.
-Pues como se vuelva a meter con
nosotros sólo una vez más, se entera.-dijo Ayrton.-Te juro que se entera.
-Chicos, no le hagáis
caso…-intentó tranquilizarles Agnes.
Pero, antes incluso de que la
niña acabara de decir aquello, un avioncito de papel aterrizó sobre la mesa.
Ayrton alargó la mano y lo agarró, aunque no hacía falta ser demasiado listo
para saber quién habría sido el graciosillo. Jack miró a su amigo mientras
desplegaba el avioncillo y dejaba al descubierto el dibujo que habían hecho en
él. Nada más lo vio, notó como la rabia se apoderaba de él y, a juzgar por la
expresión de Ayrton, a su amigo le había ocurrido exactamente lo mismo. Y es
que allí, ni más ni menos, habían dibujado un submarino con dos escarabajos
dentro, debajo de los cuales estaba escrita la palabra “comemierdas” en letras mayúsculas.
-Imbécil…-masculló Ayrton
arrugando el dibujo con rabia.
Sin saber exactamente qué era lo
que iba a hacer, Jack se puso en pie ante la mirada atónita de Agnes y Eric y
se volvió hacia Bruce. Éste, nada más le vio levantado, soltó una carcajada a
la vez que metía su pincel en el bote de pintura amarilla.
-We all
live in a yellow submarine…-canturreó, burlón.
-Ayrton, parece que a ese idiota
le gusta mucho el color amarillo.-dijo de repente sin dejar de mirar a Bruce,
furioso.-A lo mejor ya va siendo hora de hacérselo tragar…
Su amigo le dedicó una mirada
confusa, sin comprender a qué se estaba refiriendo exactamente. No obstante,
cuando Jack agarró uno de los botes de pintura amarilla que había sobre su
mesa, Ayrton reaccionó.
-Creo que sí, Jack.-contestó
esbozando una sonrisilla traviesa mientras se levantaba también y agarraba el
otro bote de amarillo que tenían allí.-Pintemos un poco.
Los dos se dedicaron una mirada
cómplice, a sabiendas de que se iban a meter en un buen lío. Les daba igual:
aquello se había convertido ya en una cuestión de orgullo. De este modo, sin
pensárselo dos veces, los dos empezaron a caminar, pintura en mano, hacia el
lugar en donde estaba sentado Bruce.
-Hola, Bruce.-saludó Jack
poniéndose a su lado y dándole un golpecito en la espalda, como si de buenos
amigos se trataran.
-Hola.-le saludó también Ayrton
poniéndose al otro lado.
Bruce levantó la cabeza y se los
quedó mirando. Apenas pudo disimular su sorpresa cuando los vio allí plantados.
Era obvio que no se esperaba que fueran hasta donde estaba él. Jack lo miró
bien y le pareció ver que por unos segundos en sus ojos había algo muy parecido
al miedo.
-¿Qué os pasa, escarabajos peloteros?-preguntó
Bruce recobrando la compostura rápidamente.
-Nada, sólo queríamos ver qué tal
se te quedaba el dibujo… Mira, Jack, está pintando un submarino. Y es amarillo.
-Muy bonito.-sonrió Jack mientras
Bruce los miraba sin saber qué estaba ocurriendo allí.-Pero… creo que le falta
un poco de amarillo, ¿no, Ayrton?
-¿Le falta? ¿Por dónde?
-Pues…-rió Jack.-¡Por aquí!
Y antes incluso de que Bruce
pudiera decir ni esta boca es mía, Jack y Ayrton, casi a la vez, alzaron sus
botes de pintura y los vaciaron por encima de la cabeza de Bruce, que quedó
prácticamente pintado de amarillo en cuestión de milésimas de segundo.
Durante unos instantes, Bruce se
quedó quieto, sin reaccionar, mientras todos los niños de la clase se volvían
poco a poco para mirar aquella escena atónitos. Y entonces, cuando todos,
incluidos los propios Jack y Ayrton, esperaban que se pusiera en pie y empezara
a golpearles, Bruce agarró aire fuertemente y soltó un enorme sollozo para, a
continuación, echarse a llorar desesperadamente a la vez que todos estallaban
en una sonora carcajada.
-¡Parece un pollo llorón!-gritó
alguien entre las risas de todos.
-¡Sí, es un pollo! ¡Un pollo!-se
le unieron otros.-¡Bruce el Pollo Llorón!
-¡¿Pero qué…?!-se escuchó de
repente gritar a la señorita Henley por encima de todo aquel barullo.-¡¿Qué ha
ocurrido aquí?! ¡¡¡¡AMBROSE!!!! ¡¿Qué…?!
-¡Han sido ellos, señorita
Henley!-lloriqueó Bruce señalando a Jack y a Ayrton provocando que los demás
aumentaran el volumen de sus risas.-¡Me han echado la pintura por encima!
-¡Pareja de salvajes!-gritó la
mujer dirigiéndose hacia ellos con paso decidido.-¡Lennon! ¡Starkey! ¡Al
director ahora mismo! ¡Os vais a enterar! ¡Os vais a enterar!
Jack y Ayrton ni siquiera se
molestaron en excusarse ante la señorita Henley. Simplemente, bajaron sus
cabezas intentando aguantarse la risa a toda costa y la siguieron hacia el
exterior de la clase, de camino al despacho del director. No obstante, justo
antes de cruzar el umbral de la puerta, Jack se volvió hacia Bruce nuevamente,
esbozó una sonrisilla burlona y dijo:
-Nos vemos, Pollo. Disfruta con
el amarillo.
-¡Lennon!-le gritó la maestra.
Toda la clase volvió a estallar
en una sonora carcajada mientras la señorita Henley salía de allí, ahora sí
definitivamente, con Jack y Ayrton. Los dos amigos se dedicaron una mirada
triunfal. Sonrieron. Por lo menos, habían dejado las cosas claras: Bruce el Pollo Ambrose no volvería a meterse
con ellos en su vida. Ni con ellos, ni con nadie. Ahora, de ser el matón, había
pasado a ser, simple y llanamente, el llorón del colegio.
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El hombre bajó del avión cansado
tras tantas horas de vuelo. Aferrando
fuertemente su equipaje de mano, el único que llevaba consigo, miró el cielo
gris de Londres e inspiró hondo. Hacía frío, muchísimo, y una humedad bárbara
se le calaba en los huesos, pero eso a él le daba igual. Lo cierto era que
tenía demasiadas cosas en las que pensar como para preocuparse por esa
nimiedad.
Entró junto con los demás
pasajeros procedentes del vuelo que acababa de llegar de Nueva York dentro del
aeropuerto de Heathrow y se unió a la cola para que los policías revisaran sus
pasaportes y registraran su entrada en el país. Bufó molesto. Era la segunda
vez que tenía que pasar por los controles aeroportuarios y aquello le
incomodaba mucho. De hecho, el día anterior, cuando había bajado de su avión
procedente de Honolulú en Nueva York, ya había tenido un buen susto cuando el
policía de turno le había hecho abrir su equipaje de mano para “una inspección
rutinaria”. No obstante, el hombre, agobiado por la cola de gente que tenía
aún, sólo había escarbado por encima, toqueteando su escasa ropa y sus
numerosas cintas de cassette con las catorce horas de canciones de The Beatles
que había grabado en ellas. No había visto nada más. No había visto lo que
llevaba en un falso bolsillo oculto en el forro de su mochila.
-Buenos días.
El hombre se ajustó las gafas y
miró al policía que tenía delante con los ojos entrecerrados.
-Buenos días.
-¿Me presta su pasaporte y su
billete, señor?
-Por supuesto.
Intentando reprimir un repentino
temblor en la mano, el hombre hurgó en el bolsillo de su chaqueta, sacó de allí
lo que le habían pedido y se lo tendió al policía, quien lo agarró decidido y
ojeó su documentación.
-¿Negocios o placer?
-Una mezcla de las dos
cosas.-contestó con voz suave.
El policía levantó la cabeza de
la documentación y le dedicó una mirada contrariada.
-¿Negocios o placer?-insistió
nuevamente.
-Placer.-sonrió él.-Placer, sí.
-Está bien.-masculló el policía
estampando un cuño en su pasaporte.-Día de llegada al Reino Unido, 5 de
diciembre. Bienvenido a Londres, señor Chapman.
Mark agarró nuevamente su
pasaporte a la vez que intentaba reprimir un suspiro de puro alivio. Había
tenido suerte: no le habían escarbado su mochila.
-Gracias.
-Espero que disfrute de su
estancia en nuestro país.
Chapman sonrió. Sí, esperaba
disfrutar de la estancia allí, y mucho. La gloria lo esperaba a la vuelta de la
esquina.
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-Y ahora tú te pones ahí y me
salvas del calamar.
-Pero Katie, cariño, los
príncipes no luchan contra calamares, luchan contra dragones.-rió John mientras
agarraba la espada de juguete que le tendía su hija pequeña.
-No soy Katie.-le riñó la niña.-Soy
la princesa Kate y tú eres el príncipe que me va a salvar.
-¿Te voy a salvar del calamar o
del dragón?
-Papá… Qué pesado…-refunfuñó Kate
cruzándose de brazos.-Del calamar. No quiero dragones. Me dan miedo los
dragones.
-Como quiera, princesa Kate.-contestó
John haciendo una reverencia que hizo que la niña soltara una carcajada.
-¡Venga, papi, juguemos!-exclamó
la niña emocionada.-¡Mata al calamar!
John puso una mueca divertida y
empezó a blandir la espada de juguete en el aire, fingiendo que luchaba contra
un monstruo horroroso.
-¡Toma, toma, toma, maldito
calamar! ¡Nadie asusta a la princesa Kate! ¡Voy a asarte y después a comerte
para la cena, criatura inmunda!
Mientras tanto, Kate miraba las
tonterías que hacía su padre sin poder aguantarse la risa, una risa que a los
oídos de John sonaba como la música más bonita del universo.
-¡Y ahora, princesa,
huyamos!-exclamó de repente agarrando a la niña en brazos. La levantó como a
una pluma, ligera. Kate, a sus casi cinco años, todavía pesaba muy poquito para
él.-¡Vayamos al castillo!
Y entre risas suyas y de la niña
se dejó caer sobre el sofá del salón con ella en brazos.
-Estás loco, papi.-rió la niña,
que había quedado encima de él, mirándolo a los ojos.
-¿Quién? ¿Yo?-preguntó John
haciéndose el extrañado.-Yo sólo te he rescatado, princesita Katie. ¿Qué? ¿He
matado al calamar al final?
-Sí.-contestó ella sonriente.-Lo
has matado muy bien.
-Me alegro.-sonrió John.-Ya
tenemos cena.
-¡Puaj, qué asco!-exclamó la
niña.-¡Eso estará asqueroso!
-¿Tú crees?
-Sí.-contestó Kate convencida a
más no poder.
-Pues entonces casi mejor que
cenemos otra cosa, ¿no?
-Mejor. ¿Podemos cenar pizza?
-No te pases de lista,
ratita.-rió John.-Ya veremos lo que cenamos.
La niña se encogió de hombros
resignada ante la respuesta de su padre y apoyó su cabeza en su pecho. John
sonrió a la vez que le acariciaba el
pelo, pensando en cuánto quería a esa enana.
-Papi…-dijo la niña al cabo de
unos segundos volviendo a levantar la cabeza.
-¿Qué pasa, ratita?
-¿A que no sabes qué?
-¿Qué?
-Que es mi cumple el
martes.-contestó la niña sonriente.
-Uhhhh… mi niña se va a hacer
mayor. ¡Cinco años!
-¡Sí! Papi… ¿cuándo es el martes?
-Hoy estamos a viernes. Mañana
será sábado; después, domingo; después vendrá el lunes y después… ¡el
martes!-exclamó John.-Martes 9 de diciembre… ¿Me invitarás a tu fiesta, ratita?
-¡Pero si tú eres mi padre!-rió
Kate.-¡Claro que sí!
John soltó una risotada ante la
contestación tan resuelta de su hija.
-Papi…-empezó a decir de nuevo la
niña.-¿Mamá y tú me vais a regalar un perrito?
John se puso serio de repente y
se incorporó con la niña en brazos. Después, con cuidado, la agarró y la sentó
a su lado en el sofá.
-Katie… Un perrito no es un
juguete, ya lo hablamos el otro día.-empezó a explicarle.
-Ya lo sé. Pero yo lo
cuidaré.-contestó ella.-Y Jack también me ayudará.
-Pero si tenemos la casa llena de
gatos... Un perro no se llevaría bien con ellos: se pelearían todo el día.
-La tía Mary y el tío Richard
tienen un gato y también tienen un perro.-se quejó Kate poniéndole cara de
lástima.-Y no se pelean nunca. Venga, papá…
John soltó un suspiro resignado.
Aquella conversación sólo tenía un final posible: Kate hecha una furia y
llorando mientras insistía en que quería al perro. Desde que se había
encaprichado con eso, siempre que salía el tema, acababan igual.
Pero justo cuando ya se estaba
preparando para una nueva pataleta de su hija, escuchó la puerta de casa
abrirse.
-Entra adentro.-escuchó como
decía la voz de Chris, severa.
John se miró el reloj de pulsera
extrañado. No era aún hora de que Christie llegara a casa y tampoco podía tener
idea de quién podía venir con ella. No obstante, sus dudas pronto encontraron
respuestas cuando vio aparecer a Jack y a su esposa en el salón.
-¡Mami! ¡Jack!-exclamó Kate
poniéndose en pie de un salto nada más los vio.
La niña corrió hacia su madre,
que la agarró en brazos poniendo una sonrisa forzada y le dio un sonoro beso en
la mejilla. John por su parte, miraba la escena contrariado, preguntándose por
qué estaban los dos en casa un par de horas antes de lo esperado.
-¿Ha ocurrido algo?-preguntó John
sin más mirando primero a Chris y después a su hijo mayor, que tenía la cabeza
agachada y evitaba mirarle directamente, algo muy poco habitual en él.
Chris soltó un respingo antes de
contestar.
-Pregúntale a tu hijo, anda.-contestó
al fin.-Me han llamado del colegio al periódico, al parecer han llamado aquí
antes pero no había nadie…
-Katie y yo hemos salido a dar
una vuelta por los jardines, pequeña.-contestó John antes de desviar la mirada
hacia Jack.-¿Qué ha pasado?
Jack continuó con la cabeza
agachada, sin contestar.
-Te estoy hablando, Jack
Lennon.-insistió él empezando a enfadarse.-¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué han
llamado a mamá?
-Me… me han expulsado una
semana.-susurró el niño casi en un murmullo inaudible.
John se quedó mirándolo,
estupefacto. Después, le dirigió una mirada a Chris, contrariado.
-¿Qué?-casi gritó.
-Una semana a casa. A él y a
Ayrton.-aclaró Chris.-Le han echado un par de botes de pintura encima a otro
niño de su clase en la hora de Dibujo.
-Espera, espera, espera un
segundo…-dijo él incrédulo.-¿Que tú y Ayrton habéis hecho qué?
-¡Es que se ha estado metiendo
con nosotros toda la mañana!-se defendió Jack levantando la cara por primera
vez y mirándolo a los ojos, primero a él; después, a su madre.-¡Nos ha llamado
escarabajos peloteros y decía que vivíamos en un submarino amarillo! ¡Y ha
tirado mi balón, el del Liverpool, fuera del colegio! ¡Y encima nos quería
pegar! ¡Nosotros sólo nos hemos defendido! ¡Se lo merecía!
De no haber estado Jack delante,
John habría soltado gustoso una buena carcajada al escuchar todo aquello. Miró
a Chris. Ella también estaba igual que él; la conocía y sabía a la perfección
que se estaba muriendo de la risa con todo aquello. No obstante, sabían que debían
de jugar el papel de padres serios y mantener la compostura.
-¿Y crees que ir vaciando botes
de pintura por las cabezas de los demás es una buena manera de
defenderse?-preguntó.
-¡Pero papá…!
-No hay peros que valgan,
Jack.-le cortó él, contundente.-Estás castigado. A todo. Y hasta que a tu madre
y a mí nos dé la gana.
Jack les dedicó una mirada
indignado.
-¡No es justo!-exclamó.
-Tienes razón, no lo es.-contestó
su madre irónica.-Pero te ha tocado en suerte tener unos padres injustos. Así
que ya sabes, estás castigado.
-¡Esto es una mierda!
-Y de las grandes, Jack…-masculló
John mientras el niño salía del salón enfadado.
Chris soltó un suspiro cuando
escucharon a Jack cerrar la puerta de su habitación en la planta de arriba con
un fuerte portazo.
-Siempre se va corriendo cuando
lo reñís.-dijo Kate que aún estaba en brazos de su madre.
-Es que tu hermano tiene mal
genio, cariño.-sonrió Chris mientras la dejaba en el suelo.-¿Y tú qué? ¿Te has
portado bien?
-Yo siempre me porto bien, mamá.
Chris y John no pudieron evitar
soltar una risa casi al unísono. Y es que, pese a que Kate fuera un amor de
niña, cuando pillaba alguna de sus rabietas o se ponía en plan cabezota, no
había quien la convenciera.
-Ey, ratita.-le dijo John de
repente a la niña.-¿Por qué no vas arriba y le bajas a mamá el dibujo que hemos
hecho antes?
-¡Sí!
Kate salió del salón corriendo
alegre ante la sonrisa de sus padres. Nada más salió de allí, Christine se
volvió nuevamente hacia John, sin perder la sonrisa.
-Lo siento, monstruo.-dijo
acercándose hacia él.-Ni siquiera te he saludado cuando he entrado.
John le devolvió la sonrisa antes
de que su mujer le besara dulcemente en los labios.
-Tranquila, pequeña.-contestó
mientras ella se sentaba a su lado.-¿Cómo ha ido el día?
-Bien hasta que cierto hijo
nuestro ha decidido demostrar sus habilidades artísticas sobre cabezas
ajenas.-bromeó ella mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro de John. Él, por
su parte, soltó una risita entre dientes.
-¿Pero cómo…?
-Pues lo que te ha dicho
él.-murmuró ella.-Ha sido al nuevo, al Bruce Ambrose ése o cómo se llame… ¿Te
acuerdas que hace un par de semanas Jack ya dijo que se metía con todos?
-Se metía con todos hasta que se
ha metido con los dos únicos con los que no se debía de haber metido.-rió John
por lo bajo.
-Pues más o menos…-sonrió Chris.-De
todos modos, por lo que decían Ayrton y Jack, el tal Bruce se ha pasado
bastante metiéndose con ellos… Hasta que estos dos pues se han hartado. Y ya
ves, una semana en casa. Por lo menos no les van a abrir expediente… Mary y yo
nos las hemos ingeniado para convencer al director aún no sé cómo…
-Espero que no hayáis hecho nada
raro, pequeña, o me voy a poner celoso.
-¡Johnny!-rió Christine a la vez
que le daba un manotazo en el brazo.-¡No seas cerdo, anda!
John soltó una carcajada antes de
hablar.
-Nunca se sabe lo que una madre
puede llegar a hacer por sus hijos, ¿no?-bromeó él sacándole la lengua y
haciendo que Chris pusiera los ojos en blanco, divertida.-De todos modos, a mí
lo del expediente también me parece algo excesivo. Al fin y al cabo lo que han
hecho no deja de ser una chiquillada sin más…
-Eso mismo le hemos dicho
nosotras cuando han salido los niños del despacho. Que sí, que está bien que
los castiguen, que nosotros también lo haríamos en casa, pero que lo del
expediente era ya pasarse teniendo en cuenta que el otro también se había
estado metiendo con ellos antes…
-Bien hecho. La cuestión es ahora
cómo aguantamos a éste una semana en casa castigado…-dijo John haciendo que su
mujer volviera a soltar otra risita por lo bajo.
-Nos apañaremos, Johnny.-sonrió
Chris.
-Eso espero…-contestó él.-Por
cierto, peque, se me olvidaba. Ha llamado tu
hermano esta mañana.
-Por la manera en que lo dices
deduzco que estás hablando de mi hermano
Paul…-rió ella.
Era curioso ver como con el paso
de los años, pese a que Paul y él habían conseguido limar muchas asperezas, aún
guardaban cierto resentimiento el uno hacia el otro. No obstante y pese a que
no había demasiado contacto entre ellos, ya no quedaba ni pizca de tensión en
su relación. Tal vez el hacerse más mayores había conllevado eso también.
-Deduces bien.-sonrió John con
malicia.
-¿Y qué quería?
-Recordarnos que mañana tenemos
que ir a comer a su casa.
-Ya… Como si me hubiera olvidado
de eso.-masculló Chris.-No veas las pocas ganas que tengo, pero en fin, habrá
que ir a ver qué quiere…
-Yo ya sé lo que quiere,
pequeña.-bufó John.-Pero creo que ninguno tenemos ya ganas de volver…
Christine iba a contestarle algo
cuando de repente Katie volvió a entrar en el salón corriendo con un folio bajo
en las manos.
-¡Mami, mira!-dijo la niña
poniéndose delante de su madre y enseñándole el dibujo.-Lo he hecho para ti.
Papá me ha ayudado a dibujar ese gato.
-Vaya, Katie…-sonrió ella.-¡Es
precioso! ¡Muchas gracias, cariño!
John las miró y sonrió, satisfecho,
olvidándose por unos momentos de todos sus problemas. En aquellos instantes, en
lo único en lo que podía pensar era en cuánto quería a su familia.
*****************************************
Chapman abrió la puerta de la
habitación que le acababan de asignar en aquella pensión de mala muerte y entró
adentro. Estaba oscuro, olía a humedad y los muebles estaban bastante hechos
polvos, pero era lo más barato que había podido encontrar en Londres cerca de
la estación de tren de Waterloo, desde donde salían los trenes de cercanías
hacia Ascot cada media hora.
Tiró su mochila encima de la
cama, sombrío, y sacó con cuidado el disco que se acababa de comprar de la
bolsa. Se quedó observando la carátula durante unos segundos antes de lanzarlo
con rabia al suelo en un ataque de ira.
“Es un maldito hijo de puta”.
Chapman se quedó parado al
escuchar de nuevo aquella voz dentro de sí. Había vuelto. Él había vuelto. Suspiró
aliviado. Hacía más de un día que no lo escuchaba, más de un día en el que no
le había dicho lo que estaba bien y lo que estaba mal; dejándolo solo,
desamparado y vacío, pensando que se había ido para siempre. Pero no. Allí estaba
de nuevo, aconsejándole y diciéndole lo que quería escuchar.
-Pero pronto pagará por
ello.-respondió Chapman al cabo de unos segundos esbozando una sonrisa
malévola.
“Sabes que te espera la gloria si lo haces, ¿lo sabes, Mark?”
-Por supuesto que lo sé.-masculló.-No
soy idiota. Lo haré. Lo haré y estaré entre los inmortales.
“Serás inmortal, sí. Y harás lo que está bien. Porque ese cabrón no
merece vivir.”
-No lo merece.-corroboró él.-Pero
yo solucionaré eso. Yo haré justicia.
Él simplemente se limitó a lanzar una risita de aprobación que
reconfortó a Chapman. A continuación, abrió su mochila, sacó su walkman, agarró
uno de los cassettes que había traído consigo al azar y lo metió en el
reproductor. Nada más le dio al play,
el acorde inicial de A Hard Day’s Night irrumpió
en sus oídos con fuerza. Después, su voz. Sonrió de nuevo. Aquel hijo de puta
iba a tener de verdad un día duro, muy duro. Él y todos los que le rodeaban.
************************************
-Paul, vamos a ver…-dijo George
mirando a su amigo de manera penetrante.-¿Estás hablando en serio?
-Por supuesto que hablo en serio.-contestó
Paul algo molesto después de darle un sorbo a su vaso de vino.-Pensadlo bien…
¿por qué no?
Un silencio sepulcral se hizo en
el comedor de la casa de los McCartney. Durante unos segundos, sólo se
escucharon las voces de los niños afuera, jugando en el jardín.
-¿Os habéis quedado mudos o
qué?-preguntó Paul a la vez que soltaba una risita amarga.
-Paul...-empezó a decir John.-Tal
vez éste no sea el mejor momento como plantearnos volver con el grupo.
-Venga, Lennon.-le interrumpió
Paul.-Para ti nunca es buen momento.
-Por lo menos yo he aceptado que
los Beatles se acabaron hace diez años, cuñado.-le replicó él sarcástico.
-John…-le riñó Chris a su lado.
-Déjalo, hermanita, tu marido
siempre ha sido así de bocazas.-dijo Paul mirando a su hermana.
-Anda, no empecéis de
nuevo.-intervino Linda de repente.
Otro silencio incómodo volvió a
hacerse entre los ocho.
-Yo no sé ni qué pensar al
respecto.-dijo George.-Lo cierto es que no me veo de nuevo dentro del grupo… Además,
todos tenemos nuestros proyectos: Ringo está a punto de empezar una nueva
película, John y yo estamos con los discos y…
-Ya, entiendo…-masculló Paul
quien, después, volviéndose hacia Ringo añadió:-¿Rich?
Ringo lanzó un suspiro resignado.
Se mantuvo en silencio durante unos segundos, como pensando bien cuáles eran
las palabras adecuadas para contestarle.
-Yo lo que no quiero es volver a
pasar por todo lo que pasamos durante los dos últimos años.-dijo
finalmente.-Paso de volver a vivir una guerra civil con vosotros.
-Eso ya pasó, Rich.-le contestó
Paul.-Hemos madurado, ya no llegaríamos hasta aquel extremo.
-¿En serio, Macca?-preguntó Ringo
amargamente.-¿Tú crees?
-Sinceramente, sí.
La rotundidad con la que contestó
Paul hizo que todos se lo quedaran mirándolo, reflexivos.
-Puede que tengas razón.-convino
John de repente.-Pero… No nos obsesionemos con el tema. Aún así sigo pensando
que lo mejor sería seguir con lo nuestro y, si alguna vez queremos colaborar
entre nosotros como hemos hecho hasta ahora, hacerlo como colegas y ya.
-No os estoy pidiendo que
renunciéis a vuestras carreras en solitario… Sería una cosa más… calmada.
-Paul, creo que John tiene
razón.-intervino Ringo.-No nos obsesionemos con eso. Y si la cosa tiene que
ser, que sea, pero más adelante.
-Está bien…-suspiró Paul
resignado.-En fin… Pese a que no haya conseguido convencer a nadie, quiero que
sepáis que me alegro mucho de teneros aquí en mi casa, a todos. Os echaba de
menos.
-Yo también echaba de menos estas
comidas entre amigos…-dijo de repente Gwen, sonriente.-Hacía tiempo que no
estábamos todos juntos, ¿verdad?
-Bastante.-convino
Mary.-La última vez que nos reunimos, Andy acababa de nacer, ¿no?
-Sí, hacía muy
poco que lo acababa de tener, no tenía ni dos meses…-contestó Gwen
sonriente.-¿Por cierto? ¿Dónde está?
-Creo que
Victoria y Kate se lo están pasando bomba paseándolo como si fuera su
muñeco…-rió Chris mirando por la ventana.
Efectivamente,
allí, en el jardín, Kate y Victoria, la hija menor de Ringo y Mary, se lo
estaban pasando en grande paseando al pequeño Andy arriba y abajo mientras las
hijas de Paul charlaban tranquilamente a unos pocos metros.
-Pobre niño…-bromeó
John mirando la escena divertido.-No tiene ni año y medio y las mujeres ya
están abusando de él.
-No seas
exagerado, Lennon.-rió George.-Fíjate, a lo mejor estamos asistiendo al
nacimiento del amor y tú te estás burlando.
-¿Nacimiento
del amor?-exclamó Mary.-Ni de coña. Con mi Victoria que no pase nada, que
después si se pelean tenemos un drama familiar y entre amigos.
Todos soltaron
una risotada ante el comentario de Mary y, antes de que pudieran decir nada
más, Vladis, Ayrton, Jack y James entraron corriendo.
-Ya llegaron
los hombretones del lugar.-rió Paul cuando entraron los cuatro como un
terremoto mientras agarraba a su hijo pequeño en brazos.-¿Qué tal, chicos? ¿Ya
os habéis cansado de jugar al fútbol?
-Yo ya hace
rato.-contestó Vladis.-Estos enanos no tienen ni idea de cómo darle a un balón.
-¡Más idea que
tú, que no sirves para nada más que para ponerte en la portería!-exclamó Ayrton
mirando a su hermano indignado.
-Chicos,
chicos…-les riñó Mary.-No empecéis a pelearos ahora, por favor.
Vladis soltó
una risita divertida y le dio un golpecito en la cabeza a su hermano pequeño,
mientras Jack reía sin parar.
-Por
cierto…-preguntó George de repente mirando a Jack y a Ayrton.-¿Qué me han
dicho? ¿Que la tía Gwen puede contratar a un par de pintores más para que le
ayuden a montar su próxima exposición?
Los dos niños
se echaron a reír a carcajada limpia.
-George, haz el
favor…-masculló Chris.-No les rías la gracieta, que les ha salido bastante
cara.
-¿Cara? Tía
Chris, les han dado una semana de vacaciones…-dijo Vladis.-Ya quisiera yo que…
-¿Cómo que ya
quisieras? Mira, Vladimir, como te echen del instituto te aseguro que te
mato.-le amenazó Ringo fingiendo ponerse serio.-Yo sólo te advierto.
Todos los que
estaban allí soltaron una inmensa carcajada, incluido el propio Vladis, antes de
continuar de nuevo con las bromas. Por lo menos, gracias a los niños, la comida
había pasado de la tensión a la pura diversión en cuestión de minutos.
***********************************
Chapman los vio
entrar en Tittenhurst Park, desde lo lejos. Entrecerró los ojos para ver mejor
el coche mientras se subía las gafas hasta colocarlas en su sitio.
-Pues hoy no ha
podido ser.-suspiró la chica que había a su lado.-Cuando van todos juntos en su
coche, es imposible pillarle.
-¿De
veras?-preguntó él en un tono de voz suave.
-Sí.-contestó
ella.-Los días que va al estudio él solo, cuando vienen a recogerlo en taxi, es
más fácil. Entonces él sale a la puerta antes de subir al coche. Y ahí es
cuando te firma y hasta se hace fotos contigo si tiene tiempo…
-Entiendo…
-masculló Chapman.-Así que si quiero que me firme esto debería esperarme hasta…
-Seguramente
hasta el lunes.
-Mala suerte
pues… Es una lástima. He hecho muchos kilómetros para verlo.
-Tranquilo,
hombre.-sonrió la chica.-Seguro que el lunes consigues verle y que te firme el
disco.
-Eso
espero…-sonrió Chapman.
La chica le
devolvió la sonrisa. Chapman la miró. Era una sonrisa inocente, una sonrisa
propia de una persona que no es capaz de malpensar nunca de nadie. Ni siquiera
de alguien como él.
************************************
El domingo
había transcurrido con normalidad. Había sido un día tranquilo, hogareño y de
descaso, de esos que de cada vez les gustaban más a John y a ella. Además, los
niños, sobre todo Jack que parecía dispuesto a congraciarse con ellos después
de que lo hubieran expulsado del colegio,
se habían portado muy bien. Sólo Kate, que había vuelto a insistir en lo
del perro, había pillado una rabieta de las suyas antes de acostarse, aunque al
final, entre uno y otro, habían acabado haciéndole olvidar el tema… de momento.
-Estoy
empezando a plantearme lo del perro, pequeña.-dijo John mientras se quitaba el
jersey.-Porque esta niña… De verdad, me tiene harto con el tema.
-Yo ya hace
tiempo que lo tengo pensado, Johnny.-sonrió ella.-Pero es a ti a quien no le
hace gracia eso del perrito.
-Yo lo único
que no quiero es que de repente el perro la palme y entonces tengamos el drama
montado.-respondió él.-Imagínate que un día salimos a pasear con el perro y…
¡zas!, le pasa un camión por encima… ¿Tú te has parado a pensar cómo se pondría
la niña?
-¡Por favor,
Johnny! ¡No seas tétrico!-rió ella.
-No soy
tétrico, Christie. Estas cosas van así: pillas al perro, se encariñan con él y
de repente, cuando le pasa algo, todo son lloros. Pero bueno, si estáis todos
con el maldito perro, pues tendremos perro.
-Si en el fondo
eres un padre consentidor a más no poder…-bromeó ella abrazándose a su pecho
desnudo y empezando a besuqueárselo.-Consentidor y tremendamente sexy…
-Pequeña…-sonrió
John pícaramente.-Si te vas a poner así cada vez que accedo a tener un perro,
por mí podemos adoptar uno todos los días. Montémonos un criadero si quieres.
Christie lanzó
una risita divertida sin parar de besarle el pecho, bajando lenta y
peligrosamente a través de él. John soltó un suspiro de placer cuando pareció
adivinar sus intenciones a la vez que ella sonreía, satisfecha y contenta por
ver como aún era capaz, tantos años después, de provocarlo así. Ellos, al
contrario que muchos, no habían caído en aquella rutina amable a la que muchas
parejas parecían predestinadas. Lo suyo seguía siendo una combinación exquisita
de amor, ternura y pasión. Y aquello, sin lugar a dudas, le encantaba.
************************************
-¿Y es preciso
que os acompañe al dentista?-se quejó Jack mirando a su madre suplicante.
-Pues sí, hijo.
Es preciso.-le replicó Chris.-Yo tengo que llevar a tu hermana al dentista y tu
padre dentro de un rato sale para el estudio, no te vas a quedar solo en casa.
-¡Pero yo no
quiero ir!
-Me da igual
que no quieras ir, Jack.-contestó su madre.-Vas a venir y punto. Y si no
querías, habértelo pensado antes de que te expulsaran del colegio.
-¡Pero mamá!
-¿Qué está
ocurriendo aquí? ¿A qué vienen esos gritos?
Jack se volvió
hacia su padre, que acababa de entrar en la cocina en esos momentos.
-Que no quiero
ir al dentista con mamá y con Kate.-contestó con contundencia.
-Pero si sólo
será un rato, hombre…
-No será un
rato, estarán allí toda la tarde.
-Eres un
cabezota…-suspiró John.
-Me da igual
que sea un cabezota porque yo lo soy más.-intervino Chris.-Anda, Jack, ponte la
chaqueta. Nos vamos.
-Mamá, por
favor…
-Ponte-la-chaqueta.-le
ordenó.-Sólo me falta que lleguemos tarde porque a ti te dé la gana. Venga, ¿a
qué esperas?
-Si es que…
-¡Vale, bien,
ya está!-dijo John de repente.-Se acabó la discusión. Christie, ve tú con Kate
al dentista, que yo me encargo de éste. Total, si te lo llevas, va a estar
dándote la vara durante toda la tarde.
-¿Te encargas
tú?-preguntó Chris extrañada.-¿Vas a llevártelo al estudio?
-Eso quiero,
sí.-contestó John soltando un suspiro. Jack esbozó una sonrisa triunfal al
escuchar aquello. Al estudio con su padre. Le encantaba la idea.
-Como quieras.-contestó
Christine antes de volverse hacia Jack y añadir:-Más te vale estar en silencio
y obedecer, ¿me oyes?
-Sí,
mamá.-sonrió Jack.-Me portaré bien, lo prometo.
-Anda, pequeña,
vais a llegar tarde.-intervino John antes de darle un beso a Katie y después a Chris
en los labios.-Te quiero, pequeña
-Y yo a ti, guapo.
Nos vemos a la noche.
Dicho esto,
Chris agarró a Kate de la manita y salieron de allí las dos, apresuradas ya que
iban bastante justas de tiempo.
-Bueno,
colega.-sonrió de repente John cuando los dos se quedaron solos.-¿Preparado
para hacer un poco de música con tu padre?
-Claro que sí,
papá.-contestó él sin poder disimular su entusiasmo.-¿Cuándo nos vamos?
************************************
El taxi no
llevaba ni cinco minutos parado allí cuando la inmensa portalada metálica que
daba acceso a Tittenhurst Park se abrió. Chapman, al igual que el par de fans
que había allí con él, se puso en pie inmediatamente y empezó a caminar hacia
allí. Acarició disimuladamente el bulto que llevaba en el bolsillo interior de
su chaqueta y esbozó una sonrisa maléfica.
“Por fin vas a hacer justicia. Vas a ser
inmortal”
Chapman apretó
el paso mientras Él le hablaba,
seguro de sí mismo. Era sencillo: sólo tenía que acercarse a él lo suficiente
como para que fuera un blanco seguro y hacerlo. Después, por fin se sentiría en
paz consigo mismo; por fin se sentiría en paz con Él.
-¡John! ¡John!
El grito de las
dos fans que habían estado junto con él hasta ese momento hizo que todo se
detuviera a su alrededor.
“Ha llegado el momento, Mark. Es la hora.”
Entonces lo vio
aparecer, sonriente. Inmediatamente, un odio irracional se apoderó de él. Lo
odiaba, lo odiaba con todas sus fuerzas. Casi automáticamente, se llevó la mano
hacia el bolsillo interior de su chaqueta y tocó la empuñadura de su revólver
calibre 38 Special. Y justo en el momento en el que estaba a punto de sacar el
arma, lo vio. Allí, al lado de John Lennon, su hijo Jack, caminaba risueño.
Chapman miró al niño: lucía una inmensa sonrisa y, en persona, se le parecía
mucho más a su padre que en la prensa.
Volvió a
acariciar el arma, pensativo. John estaba a tiro pero Jack estaba a su lado.
Sin saber ni siquiera por qué lo hacía, soltó el revólver, sacó la mano del
bolsillo interior y se quedó mirando como padre e hijo se acercaban hacia el
lugar donde estaba. John se detuvo ante las fans que habían estado montando
guardia con él y les firmó un par de autógrafos mientras las chicas le
dedicaban algunas frases a Jack, que seguía sonriendo. Después, John le puso la
mano en la espalda a su hijo y volvieron a reanudar la marcha, ahora ya sí,
directos hacia él, que se había quedado parado justo delante del taxi que había
ido a recogerlos.
-Señor
Lennon.-susurró Chapman cuando lo tuvo a escasos centímetros.
John le dedicó
una mirada y sonrió. Parecía amable, pese a todo.
-¿Puedo
ayudarle?-preguntó John solícito.
Él simplemente
se limitó a asentir con la cabeza y le tendió, con la mano temblorosa, el disco
que había comprado nada más había aterrizado en Londres junto con un ejemplar
de “El guardián entre el centeno”, dos
objetos de los que no se había separado ni un solo momento.
-¿Puede
firmármelo, por favor?
John asintió
con la cabeza y le estampó un autógrafo rápido en la carátula. Después, se lo
devolvió.
-¿Quiere algo
más?
Chapman se
quedó mirándole, asustado. Por unos segundos, le pareció que John Lennon sabía
a qué había ido él allí. Movió la cabeza imperceptiblemente, intentando apartar
de sí aquellos pensamientos.
-¿Quiere algo
más?-insistió John de nuevo.
-No.-masculló
él reaccionando por fin.-Muchas gracias.
John asintió
nuevamente y volvió a sonreír antes de entrar junto con su hijo en el taxi, que
arrancó casi en el acto.
Él se quedó
allí, viéndolos alejarse, confuso y asustado ante su propia cobardía. ¿Desde
cuándo le importaba a él que John Lennon fuera padre? ¿Por qué la presencia del
niño le había disuadido? ¿Por qué?
*************************************
-Ese tío era
rarito, ¿eh, papá?
John desvió la
vista de la ventanilla del taxi para mirar a su hijo, confuso. No tenía ni idea
de a qué se refería.
-¿Qué tío,
Jack?
-Ése que te ha
dado el disco para que se lo firmaras cuando hemos salido de casa.-contestó el
niño.-Tenía pinta de chalado.
-Jack, hijo, no
está bien que te metas con la gente sin ni siquiera conocerla.-le reprochó él,
aunque en realidad, si se paraba a analizarlo, pensaba lo mismo que el
niño.-Estaría nervioso, nada más.
-Papá… Vamos,
reconoce que era un raro.-rió Jack.-Y hablaba como los locos de las pelis.
-Hay que ver lo
que te gusta meterte, ¿eh?-contestó John sin poder contener una sonrisa.-Eres
igualito que tu madre...
Por toda respuesta, Jack le dedicó una mueca
divertida, que John no tardó ni dos segundos en devolverle haciendo que los dos
empezaran a reír casi a la vez. Con un hijo como aquel, era imposible aburrirse.
******************************************
“¡Eres un cobarde!”
-No lo
soy.-susurró él, intentando convencerse a sí mismo de que no era así.-No podía
hacerlo al lado del niño, mi lado bueno me lo ha impedido.
“¡Ja! ¿Qué lado bueno? No hay lados buenos
ni lados malos, Mark. Eso sólo es una excusa de cobardes.”
-¡NO SOY UN
COBARDE!-gritó él exasperado.
Una mujer que
pasaba por la acera en ese mismo momento volvió la vista hacia él, extrañada
ante aquel grito. Chapman sólo le lanzó una mirada asesina. La mujer,
inmediatamente, bajó la cabeza y reanudó su marcha mucho más rápido que antes,
tal vez asustada por el odio que destellaban sus ojos.
“Sí que lo eres.”-inistió Él.-“Quieres ser Holden Caufield y ni
siquiera eres digno de pronunciar su nombre.
-Te equivocas.
No quiero ser como Holden, soy Holden.
Y tú lo sabes.
“Pues demuéstralo. Demuestra que lo eres.
Hazlo.”
-Lo haré.-dijo
él con convencimiento.-Lo haré esta noche, con niño o sin él.
“Bien… Y recuerda, Mark: la gloria es tuya.”
**********************************
Aprovechando
que Jack estaba entretenido con la guitarra, John salió al pasillo junto con
Arthur, uno de los técnicos de sonido del estudio. Era un buen tipo, Arthur,
algo loco, sí, pero un buen tío al fin y al cabo. Era, en definitiva, del tipo
de personas que le gustaban a John.
-Supongo que ya
sabes para qué te he hecho salir, ¿no?-dijo él a la vez que se apoyaba en la
pared y se encendía un cigarrillo.
-Me imagino que
sí…-sonrió Arthur.-Al final es que sí, ¿no?
-Sí, al final
ya ves…-masculló John.-Aún lo tienes, ¿no?
-Por supuesto. Lo
cierto es que ya estaba empezando a preocuparme. Pensaba que no me lo podría
quitar de encima y yo ya sabes que no lo puedo tener.
-Pues ya tienes
el problema fuera.-sonrió John resignado.
-No pareces muy
convencido…
-Y no lo
estoy.-contestó con sinceridad antes de darle una calada a su cigarrillo.-Pero supongo que es
lo que toca, así que me tendré que aguantar.
-Ni pensar que
hace dos semanas prácticamente me mandaste a la mierda cuando te lo propuse…-rió
Arthur.
-No te burles
de mi desgracia, haz el favor.-le siguió la broma John.-¿Cuándo me lo das?
-¿Cuándo te
hace falta?
-Mañana.
-Joder, John…
Yo de ti me espero un poco más, ¿eh?
-Es que Chris y
yo nos hemos acabado de decidir hoy.-contestó encogiéndose de
hombros.-Tranquilo, pasaré yo a recogerlo si quieres.
-No, no hace
falta.-dijo Arthur.-Yo mañana por la mañana te lo llevo a casa. Tengo paso por
Ascot, así que no me cuesta nada.
-Joder, tío,
gracias.-suspiró John aliviado.-Creo que me acabas de salvar la vida. Por
cierto, te pagaré lo que sea.
Arthur soltó
una sonora carcajada cuando escuchó aquello último.
-¿Pagar?-repitió
divertido.-Vamos, Lennon, no seas ridículo. Los he regalado todos, no voy a hacerte
pagar a ti por éste. Tómatelo como un detalle que te hago.
-Está bien,
como quieras, señor detallista.-sonrió él.-Pero lo que sí que no me vas a poder
negar es que te invite un día a una buena ronda de cervezas por el favor, ¿eh?
-Eso lo
aceptaré gustoso.-contestó Arthur divertido.
-Así me
gusta.-sonrió John.-Y, por cierto, ni una palabra sobre el tema delante de
Jack, ¿vale? Las pilla todas volando.
-Tranquilo. Soy
una tumba. Y bien… ¿entramos de nuevo al estudio? Creo que hay un tipo famoso
que quiere grabar un disco o alguna gilipollez de ésas…
John soltó una
risa con la broma y, sin decir nada más, los dos entraron de nuevo al estudio.
Nada más abrieron la puerta, el sonido de la guitarra que estaba tocando Jack
llegó hasta ellos. John miró a su hijo, complacido y orgulloso. Se le daba
bien, francamente bien teniendo en cuenta que tan sólo tenía diez años. Sonrió
al ver a Jack disfrutando de la música tanto como él. Aquello era fabuloso.
******************************************
Chapman se
ajustó la chaqueta de nuevo. Llevaba allí horas esperándolo y hacía frío,
aunque era consciente de que, para ser diciembre, la noche estaba siendo
inusualmente suave. Estaba solo ya desde hacía un buen rato. A fin de cuentas,
era normal… ¿Quién iba a estar allí un lunes casi a las once de la noche?
Miró de nuevo
hacia el camino que conducía a la casa, desesperado. Estaba tardando, mucho, y
eso estaba empezando a impacientarlo. Nervioso, se pasó la mano por encima del
bolsillo izquierdo de la chaqueta, donde llevaba su revólver. Fue curioso: nada
más acarició el arma, escuchó el ruido del motor de un vehículo. Sonrió cuando vio
acercarse un taxi con las luces encendidas que iba directo hasta
Tittenhurst Park. Era como si con aquel simple gesto hubiera invocado su
aparición.
“Ahí lo tienes. O ahora o nunca, Mark.”
-Ahora, por
supuesto.-susurró mientras observaba como el coche se paraba justo enfrente de
la verja.
Se acercó hacia
allí, con paso decidido, quedando sólo a unos pocos metros de distancia a la
vez que la puerta del coche se abría. Automáticamente, dirigió su mano derecha
al bolsillo y agarró con fuerza la empuñadura del revólver. Vio como John salía
del taxi, sin prisas. Chapman agarró aire, nervioso. Quitó con cuidado el
seguro de la pistola mientras John se plantaba en el camino. Sólo tenía que sacar del
todo el arma, apuntar, disparar y la gloria sería suya. Sólo eso.
Miró bien a su
futura víctima durante unos segundos. Después, se aclaró la garganta y, con voz
suave, dijo de nuevo:
-Señor Lennon.
John se giró y
él dibujó una sonrisa malévola en su cara cuando sus miradas se encontraron. Y entonces,
sin que ni siquiera llegara a levantar el revólver, Jack salió del taxi y apoyó
la cara sobre el pecho de su padre. Chapman borró inmediatamente la sonrisa de
su cara y notó como un temblor irracional se apoderaba de él.
-Papá, tengo
sueño…-se quejó el niño.
Chapman los
miró nuevamente. La cabeza del niño quedaba justo a la altura a la que él quería
disparar para matar a aquel desgraciado: ahora, si lo hacía, se cargaría
también a aquel maldito crío.
“¡Hazlo!”
La voz de Él le sorprendió. Sonaba potente, fuerte,
enfadada.
-No puedo…-murmuró
él.
-Disculpe,
¿cómo dice?
Chapman se
quedó mirando de nuevo a John, quien lo observaba extrañado. El crío, por su
parte, continuaba en la misma posición que antes.
“¡HAZLO!”
-No, no
puedo.-contestó en voz alta antes de soltar de nuevo la empuñadura del revólver
en su bolsillo.
Después, ante
la mirada atónita de John, se dio media vuelta y empezó a correr, camino abajo,
como alma que lleva el diablo.
*******************************
-Te había dicho
que ese tipo estaba chalado, papá.-susurró Jack mientras caminaba junto a John
por el sendero que conducía a la casa.
-Un poco sí que
lo estaba, la verdad.-sonrió él tiernamente al ver la cara de sueño que tenía
el pobre.-Pero bueno, eso ahora da igual.
Los dos
continuaron caminando en silencio hasta que llegaron hasta la puerta de casa.
-Papá.
-¿Qué?
-¿A qué tiene
que venir mañana Arthur?
-¿Y tú cómo
sabes eso?-preguntó él extrañado.
-Lo ha dicho
antes de que saliéramos del estudio.-sonrió Jack poniendo cara de pillo.-“Mañana pasaré y te llevaré eso, Johnny”, eso
ha dicho.
-¿Nunca te he
dicho que no te metas en conversaciones ajenas, Jack?-preguntó John mientras
abría la puerta haciendo que su hijo soltara una risita divertido.-Pues eso.
Anda, granuja, vete para arriba y acuéstate, que es ya muy tarde.
-Acabaré
enterándome de todo, lo sabes.-le guiñó un ojo el niño.
John levantó la
pierna y le dio una patadita amistosa en el trasero a su hijo, como hacía
siempre. Aquello hizo que Jack volviera a soltar otra risotada.
-¡A dormir,
caradura!-le dijo.-Y no me seas guarro y cepíllate los dientes antes de meterte
en la cama, que nos conocemos.
-Sí, general.
John soltó un
bufido, entre resignado y divertido mientras veía como el niño echaba a correr
escaleras arriba. Después, él también subió. Había sido un día duro y
necesitaba descansar.
**************************************
Nada más salió
del último tren que había salido de Ascot a Londres, Chapman echó a correr como
un loco. Los pocos pasajeros que estaban en la estación de Waterloo a esas
horas de la noche, se quedaron mirándolo, sorprendidos. Pero a él no le
importaba que le miraran. Él lo único que quería era huir, huir bien lejos,
huir a un sitio seguro, donde Él no pudiera encontrarlo.
“¡Eres un inútil, un cobarde!”-exclamaba
sin parar.-“¡No sirves para nada! ¡No
eres nadie!”
-¡No, no, no!
Salió de la
estación completamente fuera de sí, mientras gritaba sin parar, mientras
intentaba huir a toda costa de esa voz que lo torturaba. Corrió en dirección al
río, esquivando a la poca gente que había por la calle a aquellas horas de la
noche.
Se detuvo,
jadeante y cuando entró en el Hungerford Bridge, exhausto.
“Querías ser como Holden, te creías que eras
él y no eres más que un mierda.”-siseó Él.-“Un
mierda que no ha sido capaz de hacer lo único que debía hacer. Un mierda que…”
-¡CÁLLATE!
Pero no, Él no quería callar. Seguía y seguía y
seguía diciéndole cosas horrorosas; incluso parecía que disfrutaba con ello.
Chapman se agarró la cabeza con las dos manos, histérico, intentando hacerle
callar así. Pero Él siguió hablando mientras Chapman retrocedía hasta la barandilla
del puente y apoyaba su espalda en él. Y entonces, en un arrebato de puro desespero,
sacó su revólver del bolsillo, se lo metió en la boca y apretó el gatillo.
Su cuerpo,
inerte, cayó después de aquel “¡bang!” a
las oscuras y frías aguas del Támesis. Un poco más allá, una mujer soltó un
grito al verle caer.
Por fin Él había callado. Para siempre.
*****************************
Chris y John
leían el periódico tranquilamente, sentados ante la mesa de la cocina como
todas las mañanas, mientras se tomaba el café de rigor y comentaban entre ellos
lo que iban leyendo.
-Esta mujer de
cada día está más zumbada…-dijo Chris señalando una foto de la primera ministra
Margaret Thatcher.-No me la trago, te lo juro.
-No hace falta
que me lo jures, pequeña, creo que se te nota bastante.-rió John antes de pasar
la página.
Justo en ese
momento, Jack y Katie entraron en la cocina. Aún llevaban el pijama puesto y
tenían una cara de sueño increíble.
-¡Ey! ¿Y
eso?-exclamó él al verlos entrar.-¿Ya os habéis levantado tan temprano?
-Me ha
despertado ella…-se quejó Jack señalando a su hermana pequeña.-Es una pesada…
-Yo no soy
pesada.-le riñó Katie.-Es que hoy es…
-¡Tu
cumpleaños!-acabó Chris la frase por ella antes de levantarse de la silla y
agarrarla en brazos.-¡Felicidades, preciosa mía!
-¡¿Qué?!-exclamó
John acercándose hacia ellas.-¿Que mi ratita tiene ya cinco años?
-Sí.-contestó
la niña feliz.
-Vaya…
felicidades.-sonrió él antes de darle un sonoro beso en la mejilla a la niña.
Justo en aquel
momento, el timbre de la casa sonó. John esbozó una sonrisa a sabiendas ya de
quién debía ser. Christine, por su parte, le dedicó una mirada cómplice.
-Voy a
abrir.-dijo John antes de salir de allí.
-¿Quién es,
mami?-preguntó Katie mirándola extrañada.
-Ni
idea.-mintió ella.-Bueno, vamos a ver… ¿Qué quieren desayunar los dos niños más
guapos del mundo?
-¡Cereales!-exclamó
Kate ilusionada.
-Yo quiero
dormir…-masculló Jack sentándose en una de las sillas que había ante la mesa y
dejando caer su cabeza sobre ella.
Christine soltó
una risita divertida a la vez que le pasaba la mano por el pelo a su hijo.
Sabía que pronto se le iba a pasar el sueño. Y tanto que lo sabía.
-¡Esto es
increíble!-exclamó John de repente entrando en la cocina haciendo que todos se
giraran hacia él. Chris no pudo evitar sonreír al ver que llevaba un bulto
debajo de la bata.-He ido a abrir y… ¿a que no sabéis a quien me he encontrado
allí?
Y entonces, con
cuidado, se abrió la bata y dejó al descubierto aquello que traía allí dentro.
-¡UN PERRITO!-exclamó
Kate saltando inmediatamente de los brazos de su madre.
-¿Qué?-preguntó
Jack abriendo los ojos como platos antes de salir corriendo también hacia su
padre.-¿Tenemos un perro?
-Eso
parece.-sonrió John.-Uno más en la familia.
Ya nadie se
acordó del desayuno hasta unas cuantas horas más tarde, como tampoco nadie se
acordó del periódico, que descansaba sobre la mesa abierto por la mitad, con un
inmenso titular que rezaba “NORTEAMERICANO
SE SUICIDA EN EL CENTRO DE LONDRES”.
A fin de cuentas,
aquello daba igual en esos momentos. Lo importante era que la vida seguía para
ellos. Una vida, eso sí, repleta de una inmensa felicidad.
Bien, como ya veis hasta aquí ha llegado mi fic, que acaba
hoy después de muchísimo tiempo. Empecé a escribir esto allá por el verano del
2011. Ha llovido mucho desde entonces y he pasado muchas horas metida en esta
historia, una historia que me ha hecho aprender muchísimo y que me ha regalado
un montón de buenos momentos que no cambiaría por nada.
De este modo, creo que es justo que os dé por enésima vez
las gracias a tod@s los que habéis estado ahí, leyendo esto y dejando que os
contara esta historia mía que tenía en la cabeza desde ya hacía mucho tiempo.
Habéis demostrado una infinita paciencia tragándoos capítulos tan largos como
los que he escrito y aguantándome durante más de 1000 páginas a Word (sí, ésa
es la extensión total del fic) sin quejaros. Y aunque parezca paradójico, lejos
de estar contenta por haber terminado con algo que se ha alargado tanto, siento
una inmensa tristeza y una gran nostalgia. Tristeza por despedir este fic y
tener que dejar de escribir sobre unos personajes con los que me he encariñado
tanto y nostalgia por no tener ya más esa ilusión cada vez que abría el correo
y veía que alguien había comentado en alguno de mis capis.
No quiero despedirme sin antes hacer mención a una persona
en concreto sin la cual hoy no estaría escribiendo estas líneas. Gracias,
María. Creo que te lo dije ya en una ocasión, pero te lo vuelvo a repetir: si
no fuera por ti jamás hubiera publicado este fic y no estoy exagerando. Desde
hacía ya un tiempo, tenía unos cuantos capis de esta historia a punto, unos
capis que no esperaban ver la luz jamás pues creía que no tendrían cabida
dentro del fandom de The Beatles. Lo veía, quizá, enfarragoso comparado con los (muy pocos)
fics que había visto hasta entonces. Fue entonces cuando conocí tus historias,
mucho más similares a lo que yo ya tenía preparado, y cuando, mucho más
importante, te conocí a ti. Fuiste tú la que me dio aquel empujón que me
faltaba y así surgió todo. Además, siempre, desde el capítulo 1 hasta el 89,
has estado ahí. No hay capítulo en el que falte tu comentario (¡y qué comentarios!) y eso, de verdad, te lo
agradezco mucho. No es en balde pues que Mary haya tenido un peso muy
importante en la historia. Mary es importante porque tú también lo has sido y
sólo espero que hayas disfrutado con ella tanto como lo he hecho yo. Ya sabes,
eres la Mary de Chris. Y ya sabes todo lo que eso significa.
Gracias también a tanta y tanta gente que ha pasado por
aquí, que ha leído, que ha comentado (¡hasta en inglés!), que ha creído en esto
sinceramente y que lo ha disfrutado sin malos rollos. Ingrid, Natty, Vicky,
Zíngara, Rosario Jackson y tantas más que me habéis mostrado vuestro apoyo
alguna vez. Perdonadme de verdad si me olvido de nombrar a alguien en concreto,
pero tened en cuenta que me acuerdo muy bien de vosotras, de todas.
Gracias, por supuesto, a esos cuatro genios de Liverpool, a
esos cuatro chavales que estaban llamados a cambiarlo todo. Gracias Ringo,
George y Paul. Pero sobre todo, por motivos personales y de afinidad, gracias a
la chispa que me mueve: a John. Sé que tal vez hacer un fic no sea la mejor
manera de homenajearlos y sé que no les he hecho justicia en absoluto, pero
esto es fruto del inmenso respeto que siento hacia ellos y creo que con eso
debería bastar. Ellos son el motor de todo esto, así, sin más.
Y creo que ya va siendo hora de que empiece a despedirme y
la verdad es que no sé si hacerlo con un “hasta pronto” o un “hasta siempre”.
No lo sé, la verdad. Lo que sí que puedo asegurar casi a ciencia cierta es que
no me volveré a embarcar en un fic tan largo como éste por una sencilla razón: éste
es mi fic, y creo que jamás podré
volver a construir una historia así sobre The Beatles. De hecho, tengo la
sensación de que no sería capaz de concebir a un John sin Chris, un Ringo sin
Mary o un George sin Gwen. Tal vez vuelva con alguna que otra cosa más corta,
de menos capítulos, o directamente one-shots, pero no puedo asegurarlo al cien
por cien. Todo depende de las vueltas que dé mi vida y de la inspiración de la
que disponga. Sea como sea, ya sabéis que ha sido un placer estar aquí durante
todo este tiempo.
Y ya, sin más, os mando un enorme abrazo a tod@s. Con los
mejores deseos:
Cris.
Pasó lo que tanto temía. En realidad, pasaron dos cosas: terminó el fic de Cris, y yo me siento una estúpida por no poder escribir un comentario acorde a semejante final. Porque, qué final. Qué final y qué fic, Dios mío. Estoy copiando este comentario desde un cuaderno, porque anoche fui apuntando allí todo lo que sentía mientras leía, creo que por cuarta vez, este capitulo. Sí, lo leí muchas veces y lo volveré a releer porque quiero exprimirlo. Justo ayer en un arrebato de nostalgia (mas conocido por mí como “el nostalgiazo”)me puse a leer el primer capi y creo que dos minutos después me dijiste que estabas con este ya a punto. O sea que leí el principio y el final el mismo día, con las consiguientes...lágrimas XD.
ResponderEliminarSin dudas te has pasado Cris. Jamás pensé que entregarías este final, y eso que siempre saqué conjeturas y traté de imaginar cómo sería, pero me equivoqué un montón. Qué bueno que tampoco me adelantaste nada por el wasap, así que para mí, este final ha sido como una bomba atómica en mí XDD.
Bueno, voy a empezar a desgranarte este capi, así, como si fuera un capi normal, voy a olvidarme de que es el último :’(
Bien, tenemos una escuela. Escuela es sinónimo de despelote en chino mandarín (?) Como sea, es una escuela donde hay pibes, obvio. Y dos de esos pibes son...ciertas personitas. Ciertas personitas que le dicen no al bullying XD Es que, bueno, hay que ser una madre seria y todo eso, pero yo voy a la escuela y me cuentan lo que hizo el chico y me desarmo de la risa, y le compro chocolates como felicitación. Además, hay que ver esto: los chicos fueron creativos. Otros lo agarran a piñas y listo. Pero este par utilizó otros recursos que tenían a mano, con resultados mucho mejores. Lo siento Bruce Willis alias pollo o chicken, tu fama y tus viejas glorias han quedado en el pasado. Otra cosa, me lo imaginé como al matoncito de Phineas y Ferb (mirás esos dibujitos? Yo sí! Jaja) éste: http://4.bp.blogspot.com/_ZM2cLDJFfes/S-a945EYiiI/AAAAAAAAAQs/k-H0zjVlTA0/s1600/Buford.jpg
Igual, hay que ver lo que es ese Jack, diciendo que lo va a matar, que no tiene miedo. Si junto con el otro (pero mirá cómo me salió el Ayrton Senna éste XD Yo pensaba que Vladis sería el terrorista de la familia, y no. Claro, pobre Ayrton, es el del medio, el de los problemas jajaj ) parecen dos vaqueros del Oeste, con sus pistolas-tachodepintura listas para atacar al “forastero”.
La maestra esa de dibujo parece la maestra de dibujo que tenía yo XD que se jubile de una vez, que no entiende que el dibujo libre de la llamada “pareja de salvajes” era su compañero Bruce? ¡No entiende el arte de vanguardia! Y el director tampoco. ¿Una semana de expulsión? Si quiere castigar, que no los expulse, que la pasan mejor jaja.
Sigo. ¿Puedo comerme a besos a la princesa Kate? Ayy pero qué cosita tan tan tan liiinnnda, me maté de risa con su dichoso calamar...Y ella quiere un perrito y no se lo regalan, ¡padres crueles! Encima la llaman ratita. Pobre nena, no hay piedad XDD Yo no sé si perro, pero una cabra sí le puedo regalar, tengo muchas en casa. Como sea, morí de amor con John (ya, no me pegues, es la última vez que lo digo) él, como todo padre, con la baba por el suelo por “la nena”. Aparte re amo de casa ahí, cuidándola jajaja.
Bueno, Paul. Ay Paul....te partiría varias escobas en la cabeza, pero por ser el último capitulo te dejo en paz. Y eso que me sobraron muchas escobas, que pasó el escobero y no calculé bien y compré de más. Ahora no sé qué haré con ellas. Pero Paul, no, no jodas mas. O...sí, dale, jodé. Seguí jodiendo con tu idea, capaz que los convencés. ¿Ves? Te apoyo, no te quejes. Me gustó mucho eso, ese punto dejarlo ahí, libre, abierto para que pensemos ¿se juntarán? ¿Si? ¿No? Y ahí dejar trabajar la cabeza, que ella elabore lo que mas nos gustaría.
Y...¡cuánto chico por favor! Si es que la empresa de demoliciones va a ir bien, una porque serán muchos y otra porque no gastarán en dinamita ¡ELLOS son dinamita! Podés armar una escuela particular, porque encima hay de todas las edades. Pibitos que pronto serán Messi (ahí va a estar el negocio, todos estos van a ser jugadores del Barça, del Inter, del Manchester, del Re...no, no mancharé tu fic con el nombre de ese equipo XDD) y pibitas que pasean a sus primitos. Mi Vicky Victoria...ayyy! Si es mi sueño tener algun dia una nena, para llenarla de moños y esas cosas que nunca me dejé poner jaja y festejarle los 15. Bueno, eso no XDD Ay, y todos son “tíos” y “tías”...ternura a full!
ResponderEliminary...bueno, vos una vez, o varias, me dijiste que era buena para la novela negra, pero vos...joder Cloquell, me dejaste desarmada. qué descripción de este tipo. Te juro, te juro que yo muy bien no entendía qué onda con este hombre hasta que leí su apellido, y a partir de ahí, me intranquilicé y me comí las uñas, me la pasé temblando. En serio, qué perfección para describir toda esa locura que el hijo de puta éste llevaba encima. Me dejaste asombrada, si tenía los ojos así O_O cuando apareció el tipo éste ya los ojos se me salían de las órbitas, me daba ganas de masticar el asiento del bondi. Ah, porque te leí en el bondi, elegí un asiento apartado y ahí casi que me escondí. Tenía planeado leerte en la biblioteca, y no aguanté la ansiedad. ¡Menos mal! Porque en la biblio me encontré a una compañera y nos pusimos a leer juntas, y yo no iba a estar leyendo el fic ahí, delante de ella...Tengo que dar una imagen de chica estudiosa, aunque no lo sea XDD
Y el final del final...Jack, corazón mío, le salvaste la vida a tu viejo, ¿sabés? Te voy a estar eternamente agradecida, aunque nadie adentro del fic se entere. Esa basura desapareció y todos vamos a creer que fue así, porque a veces es mas lindo vivir en la fantasía y no en la triste realidad.
Bien, dejo todo lo triste y feo porque...¡el perro! ¡el rrope! Al fin le dieron el gusto a la ratita digo a Kate, y terminaron todos contentos. Contentos no, felices, que eso es mejor. Y hablando de felices, sí, es un final feliz, pero triste para mí. Si estoy como estoy, no quiero imaginarme cómo estarás vos. Pero bueno, es un hijo que se va, como vos dijiste, y ha sido un hijo muy lindo. Habrá que acostumbrarse a no escribir y a no leer mas, aunque vamos, cada vez que uno quiera, el fic va a estar ahí, y otra vez la historia va a revivir, y todas las cosas lindas que nos pasaron ligadas a ella, también. Queda la alegría de John y Chris, juntos y enamorados, con sus Jack y Kate y sus gatos y sus perros, quedan George y Gwen, siempre juntos ahora con su bepi, quedan Paul, al fin con alguien que se merece, con Linda, y todos sus chicos y su rollo vegetariano jaja, y quedan Ringo y Mary, llenos de hijos vagos. Quedan todos felices.
Con respecto a la dedicatoria....Cristina, no supe qué decirte, y no sé aún qué decir ahora tampoco. Me morí de amor, o de qué sé yo. Vamos, si te hinché para que escribieras un fic, fue porque vi tu capacidad, soy una cazatalentos XDD. Hablando en serio...la puta madre, en serio no sé qué decir, es que nunca me dijeron tantas cosas lindas todas juntas! Jaja Nada de agradecer, además si te he comentado siempre ha sido porque me era imposible no hacerlo, y eso habla de tu calidad. Y claro, claro que disfruté con Mary ¿cómo no hacerlo si me hacías meter en la historia con tus super descripciones, si me he reído y llorado y todo junto a le vez con Mary? Muy feliz me has hecho, así que la que tiene que agradecer soy yo. Gracias, gracias, GRACIAS. Gracias por cruzarte en mi camino, por ser como sos, por enseñarme con tu ejemplo, por este fic, ¡GRACIAS POR TODO! Gracias, sobre todas las cosas, por ser mi amiga, la Chris de Mary, y parafraseándote “Ya sabes todo lo que eso significa”.
Te quiero!
P/D1: las post datas están tristes, que tendrán las post datas? Los suspiros se escapan de sus bocas de fresa, que han perdido la risa, que han perdido el color, las post datas están pálidas en sus tronos de oro, están mudos los teclados de sus claves sonoros, y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
ResponderEliminarTodas las post-datas se van a ir a su rincón post-datero a llorar, porque ya nadie las usará.
P/D2: igual, también están felices por haber sido usadas para una noble causa: decir pavadas. ¿Qué? ¿No es una noble causa?
P/D3: Y ahora, dejemos que las paredes hablen: http://www.lacampora.org/wp-content/uploads/2010/08/pintadas-beraza-ii.jpg
CRISTINA, CRISTINA, CRISTINA CORAZÓN! ACÁ TENÉS EL PUEBLO PARA LA LIBERACIÓN! CRISTINAAAAA SOS EVITAAA!
P/D4: lo de “escarabajo pelotero” y lo de Jack diciendo que en las pelis los locos hablan asi, me mató de risa. Igual le hubiera agregado un ¡MONIATOOOOOO!
P/D5: Fui a levantar al Maharishi y le agarró un ataque de estornudos. Pero igual, the Andry’s bendition is here: dcdjcx btfrgrvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvmn n n
Creo que dice que está conmovido.
P/D6: Me parece todavía increible que esto que duró 2 años ya no lo vuelva a hacer, escribirte comentarios enloquecidos y estrambólicos jaja Me va a costar asumirlo, es un vacío.
P/D7: Si querés un abrazo....ya lo tendrás *guiño* *guiño*
P/D8: Me voy a corregir. No fue un final perfecto. Perfecto hubiera sido que irrumpieran Los Manolos cantando el All My Lovin.
P/D9: ¿9 post-datas?
P/D10: ¿10? Naaa....creo que esta es la última de las últimas. Me voy triste pero feliz. Las despedidas son así, qué le vamos a hacer. Eso sí, lo voy a recontra releer. Me olvidaba que me voy a casar con tu fic, asi que vos serás mi suegra. Hola suegra!
Bueno, con vos también me caso, si tanto insistís...XDD Casémonos todos y listo!
Ahora sí, beso grandote grandote y...¿hasta luego? ¿hasta siempre? ¿hasta nunca? Ma sí....¡hasta mas vernos!
:( noooo diosss! que no termineeee...
ResponderEliminarSinceramente nose que decir, para serte sincera chris no sabes lo a sido tu fic para mi. Luego de cada día o examen que prepara rogaba que hallabas publicado algo. Me llevaba al rededor de media leerlos y me sacaba del mundo aunque sea ese poco tiempo :)
Debes sentirte orgullosa por lo que has echo para mi es una obra de arte o literaria como sea. Te deceo simplemente lo mejor y mucha inspiración para, quien sabe, puedas hacer otra obra. Muchísimas gracias Chris
Primero que nada, gracias, y bueno, ahora sí, hola, Chris, me llamo Frida, y nunca había comentado en tu fic, de echo, lo empecé a leer la semana pasada, y hoy es fecha que lo acabe. Me siento, no sé como explicarlo, triste, feliz, emocionada, no sé... lloré en varios capítulos, uno de ellos este, jaja...Muchas gracias por todo, Chris, de verdad, eres una excelente escritora.
ResponderEliminarTe soy sincera, no tengo idea de cómo llegue aquí, sólo, sucedió, causalidades o trivialidades del destino, que se yo...
Esta semana y media que me he dedicado a leer tu fic, se me ha pasado volando, es una historia tan completa, tan bonita, no sé ni como expresarlo, es tan perfecto, así, con una palabra te lo describo, perfecto.
Yo... bueno, como ya te dije, llevo poco tiempo de leerte, y me encantaría que lo volvieras a hacer, con shoots o con historias pequeñas como tu dices.. porque, creeme que para mí también será un poco dificil imaginar un George sin Gwen, un Ringo sin Mary, y un John sin tí...hiciste eso en mi, y te agradezco inmensamente... con unas palabras tuyas, me alegrabas los días...llegaba cansada, tensionada de la escuela, y me ponía a leer e imediatamente todo eso se iba, no sé, si tengas algúna red social, correo, Facebook, Twitter, porque, en esta semana, con tus comentarios, hacías que te fuera conociendo de poco a poco, y me caíste increíblemente bien, mucho mejor que personas que conozco...jajaja, y me gustaríua conocerte un poco más, claro que si tu estas de acuerdo, te dejo mi twitter, por si acaso, @frida_gmz, aunque no sé si tengas, y he aquí mi Facebook, https://www.facebook.com/frida.gomez.509?ref=tn_tnmn, por si algún día necesitas algo, o no sé, igual me gustaría seguir en comunicación contigo, porque este no es un ''¿hasta siempre?'', o bueno, quien sabe, eso quiero pensar yo...
Eh, bueno, esto, para mí, es una obra de arte, creo que tu eres maestra o algo así, si no es que leí mal..., pero creeme que tienes madera de escritora, como ya te dije, lo haces increíble, es una obra...una obra de arte, que si yo fuera tú, la publicaría, o no sé, jajaja, tienes una manera de describir los personajes, que hasta pareciera que los conociste o algo, jaja, llamame loca o no sé, pero es que así lo veo yo. Ya no tengo idea de que más decir. Me dió muchisimo gusto haberme encontrado este fic por casualidad, porque es una de las mejores casualidades que he tenido. También gracias a tí, encontre los fics de María y bueno...también gracias por eso! :)
Ahora, me despido, un beso grande, y un abrazo tambien, te deseo lo mejor y hasta pronto... Gracias, Chris, por todo :)
ahhhhhhh me encanta me encanta me encanta!!! bueno, me parece muy triste que ya se acabe porque es muy bueno!! me gustó mucho el final, pues no sólo eso, toda la historia estuvo muy bien escrita y argumentada!! no sé si vayas a escribir más fics pero si lo haces de veras me encantaría leerlos! Aaahhhh John con una hija, ya imagino cómo hubiera sido <3 muy linda historia y muy bien escrita... bueno, pues fue un gustazo haberte leído y espero que no sea el último fic tuyo que lea... en fin, desde México un abrazo y un saludo Cris! :)
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