viernes, 26 de agosto de 2011

Capítulo 2: El reencuentro


Mike y Chris estaban sentados en el porche de casa sumidos en la lectura de sus respectivos libros, una novela policiaca en el caso del chico y un grueso manual de Prehistoria en el caso de Christine. La chica bufó y se pasó la mano por el pelo, revolviéndoselo todo, una costumbre que había tenido desde que era una niña y hacía cosas que requerían concentración.

Mike levantó la cabeza, la miró y soltó una risita.

-¿Y tú de qué te ríes ahora, si puede saberse?-preguntó Christine molesta por la interrupción.

-Si vieras las pintas que tienes...-bromeó su hermano.-Tienes el pelo como si te hubieran metido en la lavadora, el lápiz que tienes en la oreja está a punto de caerse y la chaqueta de señor mayor que llevas tampoco ayuda mucho... Por cierto... ¿qué haces con una chaqueta de papá?

-No me apetecía subir a la habitación a por una mía. Ésta estaba encima de una silla del salón y...-contestó desperezándose y revolviéndose de nuevo el pelo.

-Sí, eso, revuélvetelo más, que creo que todavía tienes un mechón bastante decente...-rió Mike.-Paul va a echar a correr cuando llegue de un momento a otro y te vea así.

-A Paul que le den.-Christine sonrió.-Nosotros le hemos visto a él con pintas peores.

-En eso tienes razón...-murmuró Mike divertido.-Pero creo que Heswall será la primera parada que hará Mal y si no quieres que aparte de Paul te vean con esas pintas los demás...

-¡Oh, Dios mío!-fingió escandalizarse la chica.- The Beatles van a llegar aquí y yo con estas pintas...-después, preguntó en tono cortante pero divertido.- ¿Crees que me importa?

-Debería, son superestrellas.-contestó Mike con ironía.-Y todas las chicas del mundo mundial quieren estar guapas para ellos. Además, vendrán mal acostumbrados de los Estados Unidos, con tanta chica guapa...

-Pues esto es Inglaterra, querido, y es la cruda realidad.-bromeó Christine poniendo voz solemne.

Nada más decir esto, la puerta del porche se abrió y salió su padre del interior de la casa.

-Chicos.-dijo a modo de saludo mientras se encendía un cigarrillo.-Oye, hija, ¿qué te ha pasado en el pelo? ¿Y qué haces con mi chaqueta?

Christie bufó.

-Hay que ver, qué familia de pesados me ha tocado...-dijo entre dientes levantándose ante la mirada divertida de su padre y su hermano.-Voy adentro a ponerme mis mejores galas, si es eso lo que queréis. Y que sepáis que van a tardar todavía, siempre lo hacen, impacientes.

Christine entró en la casa y subió a su habitación. Todavía no había acabado de ponerse un jersey cuando oyó el claxon de un coche justo debajo de su casa. Se acabó de vestir a toda prisa, se arregló el pelo de manera rápida aunque bastante efectiva y bajó de nuevo al jardín como un rayo.

Cuando abrió la puerta, el jardín de casa ya estaba lleno de gente y de trastos: maletas, el Höfner de Paul y una guitarra (¿nueva quizás?) descansaban sobre el césped.

-¡Ey! ¡Hola señorita McCartney!- el primero que la vio fue George, que estaba de cara a la casa y en esos momentos la saludaba con la mano.

El saludo hizo que el resto de gente que había se girara en su dirección.

-¡Christie!-exclamó Paul, que inmediatamente se puso a caminar decidido hacia ella.-¿Con que no tenías ganas de verme, eh? Pues que sepas que he vendido al primer tipo que se me ha cruzado en el aeropuerto lo que te había traído de Estados Unidos, enana fría y distante.

Christine sonrió mientras su hermano le daba un fuerte abrazo.

-Hola capullo.- susurró todavía abrazada a su hermano sin que nadie más pudiera oírlo. Sabía que a su padre no le gustaban nada esas bromas.

Por toda respuesta, Paul soltó una pequeña carcajada mientras le revolvía el pelo con la mano.

-¡Ey!-exclamó la chica intentando fingir un fastidio que no sentía y dándole un  ligero puñetazo en el hombro a su hermano.-¡Deja mi pelo! ¿Para esto me he peinado yo?

Paul soltó otra risita y le plantó un beso en la mejilla.

-Ya tenía ganas de verte.-susurró con un guiño y, después, girándose hacia los demás, exclamó:-¡A ver, gente! ¿A quién le apetece una cerveza después de un largo y pesado viaje?

-Oh, McCartney, cásate conmigo.-dijo Ringo fingiendo voz de mujer y extendiendo sus brazos hacia él, cosa que provocó las risas de todos.

Paul y Christine entraron en la casa y se dirigieron a la cocina.

-Por cierto, me falta uno.- comentó la chica mientras sacaba botellines de cerveza del frigorífico y los ponía encima de la mesa.- ¿Qué habéis hecho con John? ¿Le habéis abandonado en una cuneta de camino hacia aquí?

-Mmmm...oye, eso tampoco es mala idea...-bromeó Paul.-No, en serio. Se ha quedado en Londres, con Cyn y Julian, ya sabes. De todas maneras, mañana ya estará por aquí...

-Venga, venga, que los he visto más rápidos...-interrumpió George, asomando la cabeza por la puerta de la cocina.-Ringo dice que si tardáis un minuto más en sacar esas cervezas se bebe el agua del perro.

-¡Mentiroso!-y, acto seguido una mano repleta de anillos golpeó la cabeza de George.-Eso lo has dicho tú, pequeño embrollador.-Ringo asomó también su cabeza por la puerta.-¿Os ayudo en algo?

-Sería un detallazo por tu parte, Starkey.-contestó Paul.- Quizás así acceda a tu proposición de matrimonio.

-Si es así...-dijo Ringo con una sonrisa entrando en la cocina y agarrando varios botellines.- Siempre he deseado casarme con un Beatle...

Los cuatro salieron al jardín cargados con los botellines y los vasos y los dejaron en la mesa del porche.

-Bueno...-dijo Jim McCartney cuando se sentaron todos en la mesa.-Dime, Brian, ¿cómo se han portado los gamberros estos por las Américas?

-¡Oh, no, Eppie, por favor, no le digas a mi padre todas las cosas malas que he hecho! ¡Me castigará sin piedad!-bromeó Paul juntando las palmas de sus manos y poniendo voz de niño.

Brian soltó una risita antes de contestar.

-La verdad es que han estado muy bien. ¡Ha sido fantástico!

-¿Fantástico sólo?-Paul continuó.-¡No os imagináis lo que fue!

-Ufff.-George soltó un bufido mientras sonreía.-El mejor sin dudas fue el primer concierto. ¡Todo el Shea Stadium lleno!

-Yo me puse a sudar como un pollo cuando salimos y vi a tanta gente...-comentó Ringo.-¡No sé cómo pude sostener las baquetas!

-Apenas podíamos tocar.-continuó Paul.-El escándalo era... era...

-Fue un momento perfecto. Si nos hubieran dicho que ocurriría esto hace tres o cuatro años, no nos lo hubiéramos creído.-dijo Brian con la mirada perdida y, después, le dio un sorbo a su vaso de cerveza.

-El trabajo bien hecho siempre tiene su recompensa.-sentenció Jim, que apenas cabía en sí de orgullo.

Continuaron charlando animadamente durante la media hora siguiente, hasta que comenzó a anochecer. Fue entonces cuando Mal Evans se levantó y, mirando la hora, comentó que sería mejor que llevara a casa a los demás.

Todos se despidieron de los McCartney, agradecieron las cervezas y en cuestión de minutos el jardín quedó vacío.

-En fin...-dijo Mike mirando hacia todos los bultos de Paul que todavía descansaban en el jardín.-Será cuestión de subir todas tus cosas...

*******************
La cena había transcurrido tranquila y alegre. Paul les había contado todos los detalles de la gira por Estados Unidos, de los conciertos, de cómo había sido su encuentro con Elvis Presley y de las anécdotas con las fans, les había dado unos cuantos regalos y ahora los cuatro estaban sentados en los sofás del salón. Jim se había dormido en su sillón pese al parloteo de los tres hermanos, que estaban en el sofá de tres plazas de al lado.

-Bueno, hermanísimos...-dijo Mike con aire solemne después de un buen rato.-Sintiéndolo mucho, debo abandonaros: el deber me llama.

-¿Ensayo hoy y a estas horas?-preguntó Christine levantando una ceja.

-Venga ya, Chris, parece mentira...-rió Paul.-Con dos hermanos músicos y todavía no sabes que cuando más nos gusta ensayar y componer es de noche...

-Bueno, Mike no es exactamente músico...

-¿Y qué carajo se supone que soy?-preguntó el aludido un poco picado.

-Bueno...-la chica se frotó el mentón fingiendo estar pensando mientras dibujaba en su cara una sonrisa pícara.-Digamos que eres como los payasos de los circos, esos que a veces tienen una guitarra para hacer reír aunque no sepan ni cómo hacerla sonar...

-¡Enana cabrona!-rió Mike a la vez que agarraba un cojín y se lo tiraba a su hermana. Christine, por su parte, le devolvió el golpe, iniciándose una guerra de almohadas de un lado a otro del sofá.

-¡Ey, salvajes!-exclamó Paul.-¡Qué estoy en medio y estoy recibiendo de los dos! ¡Yo no debo nada!

Todos soltaron una carcajada. Mike, por su parte, se levantó y antes de marcharse, le soltó un golpe amistoso en la cabeza de su hermana.

-Cualquier día...-bromeó mientras le agarraba un brazo a la chica.-Voy a ahogarte con la almohada mientras duermes...

-Si lo que buscas es matarme...-contestó la chica resuelta.-Hay maneras peores de asesinar cruelmente a alguien. Simplemente te basta con cantarme una canción, señor McGear.

Mike rió, le volvió a dar otro cachete en broma y después se despidió.

-¿Y ahora qué?-preguntó Paul revolviéndole el pelo a su hermana.-A mí me apetece dar un paseíto nocturno antes de acostarme. Un cigarro, que me dé un poco el aire y a la cama, ¿me acompañas?

-¡Joder, pesado, deja mi pelo!-Christine le dio un golpecito en el brazo mientras reía y después, mirando a su padre, añadió:- Pero primero tendremos que despertar a este y que se vaya a dormir a la cama, ¿no te parece?

-¡Papá!-gritó Paul.

Jim soltó un leve ronquido.

-¡PAPÁ!-Christine fue más escandalosa que su hermano.

El hombre dio un leve salto en el sillón y miró a sus hijos con fastidio, que enseguida pusieron cara de no haber roto un plato en su vida.

-¿Qué pasa? No me pongáis esa cara de buenos que soy vuestro padre y conmigo esos trucos no funcionan...-masculló entre dientes. Los dos hermanos soltaron una carcajada.

-Estabas roncando y durmiendo muy a gusto y hemos pensado que descansarías mejor en la cama...-dijo Christine inocentemente.

-Además de que tenías el cuello en mala posición y después ya sabes que te duelen las cervicales...-añadió Paul con el mismo tono de buen chico.

-Pues en eso igual tenéis razón...-murmuró Jim masajeándose el cuello mientras se ponía en pie y, después, mirando a sus hijos de nuevo masculló, ahora ya sin rastro de enfado- No sé de dónde habéis salido... Le venderíais hielo a un esquimal con esa cara de buenos. En fin, me voy a la cama, chicos.

-Yo iba a dar un paseo cortito para fumarme el último.-dijo Paul.- Me llevo a Christie, que tampoco tiene sueño.

-¿Tú no tienes clase mañana?-preguntó Jim dirigiéndose a su hija.

-Mañana es sábado.-contestó la chica con una sonrisa.

-Ah, entonces vete...- dijo su padre yéndose ya.- Pero un paseíto corto... Nada de llevártela a Liverpool de fiesta ni nada, ¿eh, Paul?

-Descuida, papá.-contestó el aludido divertido.- Eso mañana.

-Mañana ya veremos.-dijo Jim.- Buenas noches, chicos.

-Buenas noches.-respondieron al unísono.

Nada más su padre se perdió escaleras arriba, Paul y Christine se pusieron sus chaquetas, ataron a Monster y salieron a la calle los tres.

-Joder, no me acordaba del frío de aquí...-dijo Paul nada más salir mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta la cajetilla de cigarrillos.

-¿No piensas ofrecerme, maleducado?-preguntó la chica divertida.

-¿Y tú desde cuando fumas?- se extrañó Paul mientras le daba un cigarrillo.

Christine rió y esperó a que su hermano le diera fuego antes de contestar.

-Desde hace meses. Obviamente, papá no sabe nada.

Paul sonrió.

-Por ahora es mejor así. No creo que le haga mucha gracia que su niña ande fumando por ahí...

-Sin embargo, mamá fumaba mucho.-fue la respuesta de Christine.

-Mamá era mamá.-sentenció Paul.- Y tú eres tú.

-Vaya, Paulie.-rió Christine.-Si esto de la música algún día te falla, dedícate a la filosofía.

Paul rió por lo bajo mientras se sentaba en un banco. Christine soltó a Monster y se sentó también. Habían llegado enfrente de uno de los parques de Heswall y no había ni un alma por la calle. Los dos hermanos acabaron de fumarse sus cigarrillos en silencio mientras miraban el cielo estrellado.

-¿Y eso de venir solo?-rompió el silencio Christine tirando la colilla de su cigarrillo.

Paul tardó unos segundos en contestar.

-¿Te refieres a por qué no he venido con Jane?

Christine asintió.

-Trabajo.-el chico tiró también su cigarrillo al suelo y lo pisó.

-¿Sólo trabajo?-inquirió Christine. Conocía demasiado bien a Paul y sabía que algo con su novia no iba bien. Ni siquiera la había nombrado en toda la noche y eso era raro.

-Si lo que pretendes preguntar es si todo va bien entre nosotros, lo siento, ni yo mismo sé la respuesta.-contestó Paul todavía mirando al suelo, con la mirada fija en la colilla apagada.- Durante la gira por Estados Unidos, no hubo día en que no la llamara y acabáramos discutiendo y cuando llegamos a Inglaterra sólo la vi unas horas esa noche. No sé, estuvo todo bien y normal, sin discusiones, pero, joder, notaba como que me ahogaba. Y sé que a ella le pasaba lo mismo, sólo bastaba con mirarla a los ojos para verlo, ¿sabes? Y cuando le dije que me venía con Rich y George a Liverpool a pasar unas semanas con la familia, casi que se alegró... Y para qué negarlo, yo también me alegro. Aquí al menos puedo respirar...

-Quizás os haga falta estar un poco de tiempo separados...-murmuró Christine un poco descolocada ante aquella repentina confesión de su hermano.

Paul soltó una risita un tanto amarga.

-Yo creo que ése es precisamente el fallo.-contestó al fin mirándola a los ojos.-Pasamos demasiado tiempo lejos y cuando estamos juntos somos como dos desconocidos...

-Puede que tengas razón...-dijo la chica apartando la mirada y fijando la vista al frente, absorta.

-Además, debo reconocer que soy un cabrón... No soy un santo, precisamente...-murmuró él fijando ahora la vista en el perro, que olisqueaba el suelo cerca de ellos.

Christine no contestó. Sabía a lo que se refería: chicas que se tiraban encima de él allá donde iba. Estaba segura de que muchas habían acabado en su cama.

Paul apoyó la espalda en el banco y estiró las piernas a la par que lanzaba un fuerte suspiro. Christine lo miró de reojo. Su expresión era seria, apretaba la mandíbula y tenía la mirada perdida. Supo enseguida que se estaba aguantándose las lágrimas.

La chica se giró hacia él y le dio un golpecito cariñoso en el hombro. Paul giró la cabeza y la miró mientras Christine le dedicaba una de sus mejores sonrisas.

-¿Sabes qué, Paulie?-dijo la chica al fin.-Que en el fondo me alegro de que hayas venido solo. Así eres todo mío y como no tienes a ninguna chica a la que invitar, pues deberás pagarle a tu dulce hermana todas las cervezas que desee.

Paul rió.

-Tonta... Si sigues así ayudaré a Mike a ahogarte con la almohada mientras duermes...-bromeó. Christine respiró aliviada. Había conseguido que Paul se distrajera un poco. Jamás había soportado verlo así; se suponía que era él el fuerte de los tres hermanos, el que siempre conservaba la calma y el que siempre la consolaba a ella desde que era una niña y le ocurría cualquier cosa. Y lo cierto es que a Christine le resultaban muy incómodas las situaciones, muy pocas, eso sí, en las que se invertían los papeles y era Paul el que mostraba debilidad ¡Si hasta cuando murió su madre había sido capaz, sólo con catorce años, de consolarla a ella durante el funeral cuando él estaba igual o más destrozado!

-No os costará tan poco acabar conmigo. Recuerda que mala hierba...

-...nunca muere.-terminó el chico.-Por cierto, hablando de hierba...

Paul se puso a rebuscar entre los bolsillos de su chaqueta y sacó una cajita de papel de fumar y una bolsita.

-¿También debo ofrecerte de esto?-Paul miró a su hermana con una sonrisa un tanto burlona.

Christine miró a su hermano sin saber muy bien que contestar. Claro que se había fumado algún que otro porro antes con sus amigos, pero de ahí a fumarse uno con su hermano... Le resultaba una situación un tanto extraña aún a sabiendas de que Paul era un gran aficionado a la marihuana.

 -¿No la has probado nunca?-preguntó el chico ante el silencio de su hermana mientras empezaba a liarse un porro.-Bah, esto no debería considerarse droga, es algo natural... No te lo fumes tan a saco como un cigarrillo normal o vas a cogerte un colocón de antología.

-¿Crees que soy una santa?-dijo Christine por toda respuesta.

Paul levantó la mirada y sonrió.

-¡Joder, hermanita! ¿Ahora vas a decirme que también fumas porros? No te puedo dejar sola...

-Oh, tranquilo, defensor de la moral...-empezó a decir la chica.- Para tu información sólo me he fumado un par en toda mi vida. Y por cierto... ¿no me acabas de decir que no deberían considerarse droga y todas esas cosas?

Paul soltó una carcajada.

-Yo no tengo ningún problema en que te fumes lo que te dé la gana, Christie. ¿Entonces nos hacemos este a medias o te lío uno para ti solita?

Christine sonrió a la par que le arrancaba el porro de las manos a Paul.

-Mejor compartimos. Dame fuego.

Paul le acercó el mechero y Christine le dio la primera calada.

-Joder, Paul.-comentó la chica pasándoselo.-¿De dónde has sacado esta hierba?

-Ser un Beatle debe tener algún que otro beneficio...-contestó mientras empezaba a fumar él también.- Está buena, ¿eh?.

-Los chicos de Speke no tenemos esa calidad...-murmuró antes de volver a fumar de nuevo.

-Oye, que yo también soy un chico de barrio...-se quejó Paul que parecía haber olvidado por completo su estado de ánimo de hacía tan sólo unos minutos.

Los dos hermanos acabaron de fumar mientras hacían alguna que otra broma. El porro les hizo entrar sueño, recogieron a Monster y se dirigieron de nuevo a casa. Entraron intentando no hacer demasiado ruido, pero Paul tropezó con la puerta e irremediablemente a los dos les entró la risa tonta.

-¿Paul? ¿Christine?

Christine se puso blanca al escuchar la voz de su padre y paró de reír al instante. Jamás había llegado colocada a casa y si le daba por levantarse y la veía así, seguro que se daría cuenta de su estado. Por suerte, Paul, más acostumbrado a fumar marihuana, le salió al paso.

-Tranquilo papá, ya hemos vuelto.-contestó con una voz completamente normal.-Sólo he tropezado.

Jim ya no contestó nada más y Christine suspiró aliviada mientras empezaba a subir las escaleras detrás de Paul. No tenía ni idea de cómo se las arreglaba, pero aunque su padre sabía perfectamente todos los excesos que cometía, continuaba confiando más en Paul que en Mike o en ella misma.

-Me has salvado la vida. Gracias.-le susurró a la oreja antes de entrar en su habitación.- Buenas noches.

-De nada, boba.-respondió el chico dándole un beso en la mejilla.-Que descanses.



Buenas de nuevo! Segundo capi terminado. En breve intentaré subir el tercero, que ya está a medias, siempre que la mierda de conexión que tengo lo permita... ;)
Y dicho esto, es el momento de dar las gracias! Gracias, primero, a María (sí, tienes poder de persuasión y tus comentarios son tan buenos como tus noves) por la publicidad a esto en su fic (desde aquí OBLIGO a los presentes a pasarse por allí de inmediato, comentar y alabar el nuevo capítulo, jajaja) y por agregarme al grupo del Facebook. Segundo, gracias también a todas las que os habéis pasado por aquí y leído esto, en especial a las comentaristas (me han encantado!) y a las seguidoras. Habéis hecho feliz a una mamarracha, gente! Si no fuera porque quedáis lejos os invitaba a todas a una cena y después os llevaba de marcha a ponernos ciegas de cervezas, rones, vodka, tequilas o todo junto a la vez, a cuenta de la casa XD
Y por último, aclarar un par de cosas sobre el fic. He pasado de casar a Jim McCartney... ¿por qué? Pues porque me quedaba mejor así el personaje, simplemente. Y el tema de las novias... En fin los únicos que conservan aquí matrimonio/hijo/novia son, como habéis visto, John y Paul... por ahora (risa maléfica). A Ringo y a George los he dejado solteros y sin compromiso (por ahora también). No se lo digáis a nadie, pero todavía hay dos de aquí que buscan candidatas... jajajaja.
En fin, pasadlo bien, no hagáis nada que yo no haría (así que podéis hacer lo que os dé la gana) y muchos saludos!


3 comentarios:

  1. jajaja Cris parece yo, toda desvencijada leyendo y agarrandome y enrollando un mechon de pelo en el dedo o en el lapiz!
    que linda escena la del encuentro, bien locos por cervezas llegaron todos, que no hay cerveza en EEUU?? XD
    y la "post-cena" fue genial, esos almohadonazos y todas las criticas al pobre Mike, le dicen de todo porque el no es superestrella jaja y la expresion esa de "le vanderian heilo a un esquimal con esa cara de buenos" es mortalll! la voy a aplicar!
    y que lindo ese consuelo de hermana, aunque le resuelte incomodo, me parecio muy tierno, a pesar de lo lejos que han estado, no han perdido esa maravillosa conexion que creo que debe existir entre hermanos.
    y otra cosa: Cris, con esa descripcion has hacho de que me den ganas de fumarme un porro! me estas instingando a las drogas XD No te preocupes, estoy mas instigada por mis compañeros que por vos, son una manga de drogados, no les pido hierba porque se que debe ser peeeesima! jaja igual no me animaria nunca, bah, que se yo.
    y No hagas tanta propaganda a mi blog, che! no es para tanto! jaja
    mas vale que publiques pronto el tercero o si no....o si no...no sé XD

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  2. Morííííííííííí!!!!

    Waaaaa, muero, fumando un porro con Paul McCartney, es genial, supongo...
    Bueno, me encanto, pero espero el siguiente espero que actualices pronto. Que tardaste bastante, bueno al menos mereció la pena esperar!
    :D Un beso, y espero el siguiente!

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  3. Jajaja ese McCartney, se los lleva a todos. Incluso a Ringo!! No puede ser tan lindo, ademas ya comparto mucho a Ringo con Maria. Jajaja pobre Mike, le bajan la moral!! Y como se fumaron un porro!! Dios! Con todo y descripción, me hiciste recordar cuando tuve que soportar ese olor en el concierto de Aerosmith... huele a pasto quemado!! Iugh!! Mi mama no me dejara ir a conciertos por un largo tiempo. Pobre Paul, su relacion con Jane no va para mas...

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