martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 21: No tiene por qué salir mal

Chris condujo a John hasta su habitación, nerviosa e impaciente a la vez. Abajo todavía se escuchaba el alboroto que estaban armando los demás en el salón. Entraron en silencio y John cerró la puerta detrás de él con cuidado. Se quedó allí plantado, con la espalda apoyada sobre la puerta cerrada, mirándola con el deseo pintado en la cara. Ella se quedó allí parada en el centro de la habitación, sin saber muy bien qué hacer a continuación pese a saber a la perfección qué era lo que iba a pasar. John esbozó una sonrisa pícara y se acercó a ella lentamente, sin decir una palabra. La abrazó muy fuerte, estrechándola entre sus brazos, y empezó a besarla lentamente con los ojos cerrados. Casi sin darse cuenta, Chris sintió de nuevo la mano de John por debajo de su blusa, acariciándole la espalda suavemente en círculos. Sin separarse de él, entrelazando sus lenguas en un frenesí dulce y apasionado a la vez, ella se hizo paso entre los botones de su camisa y empezó a acariciarle el pecho. Cuando notó el contacto, John paró de besarla durante unos instantes y se separó de ella unos centímetros, aunque todavía continuaba abrazado a ella. La miró sonriente y volvió a comenzar otra vez a besarla con breves besos en toda la cara mientras empezaba a desabrocharle a tientas su blusa. Christine no podía describir en aquellos momentos lo que estaba sintiendo. Cada caricia, cada beso que le daba, cada avance que él hacía por desnudarla, suponían para ella una especie de descarga eléctrica que jamás, nunca en toda su vida, había sentido.

Casi por inercia, ella también empezó a buscar los botones de la camisa de John y empezó a desabrochárselos lentamente. El chico soltó un gruñido de satisfacción antes de empezar a besarle suavemente el cuello a la vez que se sacaba a tientas el cinturón y se desabrochaba los pantalones. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, Christine le ayudó a bajárselos.

-Chica mala...-le murmuró él al oído cuando se quedó sólo con los bóxer que llevaba puestos ante ella.-Ahora no me quedará más remedio que quitarte todo eso que llevas encima...

Chris soltó una risita entre dientes a la vez que John empezaba a desabrocharle el sujetador y se lo quitaba él mismo. Casi en el acto, comenzó a acariciarle los pechos con la mano derecha mientras que con la izquierda le desabrochaba la falda, que cayó casi de manera automática a los pies de la chica. Justo cuando ocurrió eso, John paró de besarla en seco y se apartó de ella unos pasos. Al principio, la chica se quedó desconcertada por aquella interrupción aunque pronto recobró la sonrisa cuando vio que John la miraba con una mezcla de deseo y ensoñación.

-Qué bonita eres.-dijo al fin él con una voz tan ronca que a Chris casi le costó reconocerle.

Ella no contestó y se limitó a sonreírle. John se volvió a acercar a ella y empezó de nuevo a besarle en los labios, pero no se quedó ahí. Después de recorrerle a besos de nuevo toda la cara, el chico bajó por su cuello hasta llegar a sus pechos, mientras la acariciaba suavemente y la acercaba más y más a él. Continuó bajando, besando cada rincón de su cuerpo mientras ella se estremecía de placer, hasta que llegó a la altura de su ombligo y cesó de nuevo en sus besos insistentes. Rodeando con sus manos sus caderas, John levantó la vista y la miró a los ojos. Cuando sus miradas se encontraron, Chris sintió la sensación de que estaba flotando en una nube, de que estaba viviendo el momento más perfecto que una persona pudiera imaginar, y se olvidó de todo lo demás. Sólo estaban ellos dos. John y ella. Juntos. Y el mundo podía acabarse si quería en aquellos mismos instantes porque nada iba a romper aquel momento mágico.

John volvió a mirarla, sonrió dulcemente y entonces, con mucho cuidado, empezó a bajarle la ropa interior por las piernas. Después, casi con la misma lentitud con la que había bajado, volvió a ponerse de pie.

-Te quiero, pequeña.-le susurró pegándose a ella de nuevo.

-Y yo a ti...-murmuró ella con la voz entrecortada a causa de sus caricias insistentes y por el propio contacto de su cuerpo caliente contra el de ella.

John la empujó suavemente hacia la cama y los dos se dejaron caer allí, él encima de ella. Christine empezó a juguetear con la goma del bóxer que todavía John llevaba puesto y él le correspondió quitándoselo con un gesto impaciente que provocó en la chica una pequeña carcajada divertida y nerviosa a la vez. John rió también con aquello, evidentemente excitado por el contacto ya total de sus dos cuerpos desnudos. Después, sin perder la sonrisa, separó suavemente con una mano las piernas de la chica. Chris no se resistió. Lo deseaba. Lo deseaba más que a nada en el mundo. John empezó a acariciar suavemente su entrepierna y ella apenas pudo reprimir un suspiro de placer. Después, casi en el acto, el chico la penetró, suavemente, sin violencia pero contundente. Eso bastó para que todo el placer que había sentido hacía unos instantes se convirtiera en un dolor agudo. John pareció notar la expresión en su rostro y se mantuvo quieto durante unos instantes, dentro de ella, acariciándole de nuevo todo el cuerpo y besándola suavemente. Poco a poco, Chris fue notando como aquel dolor iba desvaneciéndose como si nada, dando paso a un profundo placer y a un inmenso deseo de que John continuara, así que le devolvió los besos de una manera tan apasionada que sirvieron al chico como una señal clara de que podía continuar. Y así lo hizo. Empezó a moverse, hacia adentro y hacia afuera de ella, al principio muy lento, saboreando cada movimiento y cada estremecimiento de sus cuerpos, y después, más y más rápido hasta que Chris notó como una oleada de placer que jamás había sentido antes la invadía por completo y se arqueó levemente entre los brazos de John, trémula. Él sonrió cuando entendió que había llegado al orgasmo y continuó durante unos segundos más, moviéndose insistente dentro de ella hasta que lanzó un suspiro de placer, hundió su cara en su cuello y paró de moverse, permaneciendo dentro de ella.

Estuvieron así durante unos segundos, sudorosos y sin decir palabra, Chris acariciándole el pelo húmedo por el sudor y John respirando agitadamente hasta que poco a poco fue recuperando el aliento. Después, el chico se incorporó sobre ella, y la besó en los labios, suave ya y sin prisa, para después tumbarse a su lado y mirarla a los ojos con una inmensa sonrisa que a la chica se le antojó soñadora.

-Guapo.-le dijo ella mirándolo a los ojos.

-Cómprate unas gafas, Christie...-bromeó él sin perder la sonrisa a la vez que se recostaba en la cama usando la almohada como respaldo y acercándola a él.

La chica se dejó guiar por él y apoyó la cabeza sobre su pecho desnudo, todavía sudoroso, a la vez que él jugueteaba distraído con su pelo.

-Ha sido perfecto.-dijo él al cabo de unos instantes.

-Lo sé.-contestó ella abrazándose más a él.

Se sentía como nunca allí con él y no quería que aquel momento acabara nunca. Y entonces, una idea horrorosa cruzó su mente, casi como  un relámpago fugaz que le hizo poner los pies en el suelo en el acto. Aquel momento sí iba a acabar. Y cuando acabara John volvería a su casa con su esposa y con su hijo. Quizás a la noche siguiente fuera Cyn la que estaba recostada sobre el pecho de John y no ella. Y se sintió mal, no porque tuviera remordimientos por lo que estaba haciendo, no, estaba ya demasiado enamorada de él como para preocuparse por eso. Se sintió mal porque una rabia inmensa se apoderó de ella, rabia por no poderlo tener así cuando quisiera, rabia por tener que esconderse como si de dos delincuentes se trataran, rabia por tener que compartir a John y rabia porque le quería con todas sus fuerzas y sabía, sin embargo, que aquello estaba abocado al fracaso. Y entonces, sin poder evitarlo, empezó a llorar.

********************

John estaba todavía ensimismado acariciando el pelo de Chris, feliz y sereno como nunca antes. Sí, se había acostado con decenas de mujeres, les había arrebatado la virginidad a muchas, pero aquello, sin lugar a dudas, había sido algo completamente diferente a todo lo demás, algo sencillamente mágico. Y es que jamás había sentido nunca nada tan fuerte al estar con una persona. Si ya se había encaprichado con aquella chica antes de que ocurriera aquello, ahora estaba completamente seguro de que ni nada ni nadie lo podrían separar de ella. Ella tenía todo lo que estaba buscando y él sabía que tenía todo lo que ella buscaba. Era así de simple, como simple era el hecho de que por primera vez en toda su vida, John podía afirmar sin mentir que estaba enamorado de una persona.

Estaba sumido en esos pensamientos cuando de repente lo notó. Primero fue un leve estremecimiento de Christie entre sus brazos, casi imperceptible, y después, casi al instante notó como algo caliente se deslizaba por su pecho desnudo. Eran lágrimas. Chris estaba llorando, abrazada a él, y John no tenía ni idea de qué le pasaba.

-¿Qué ocurre?-preguntó con voz débil, asustado.

La chica no contestó. Simplemente se limitó a apretarse más contra él y continuó llorando en silencio. En aquellos momentos, John estaba tan desconcertado que no sabía qué hacer.

-Chris...-murmuró él de nuevo mientras la obligaba suavemente a levantar la cara y le limpiaba las lágrimas con sus pulgares.-¿Qué pasa?

Christine soltó un pequeño suspiro y consiguió esbozar una sonrisa.

-Nada, tranquilo.-dijo finalmente con la voz entrecortada.

John la miró frunciendo el ceño. Mentía y además lo hacía fatal.

-No me digas que no pasa nada...-contestó severo.-Estás llorando.

-De verdad. No es por ti, John...-murmuró.-Sólo son paranoias mías. Y ya ha pasado.

-Quiero conocer tus paranoias, pequeña.-sonrió él.-No quiero que haya secretos entre tú y yo.

Christine esbozó otra sonrisa y descansó su cabeza de nuevo sobre su pecho, ahora ya más tranquila.

-Te quiero, John.-dijo al fin.

-¿Y por eso lloras? Sé que soy un mierda y que te dé rabia haberte enamorado de un imbécil como yo... Pero creo que tampoco es como para ponerte a llorar...-bromeó él medio en serio medio en broma. Aunque lo hubiera dicho con ironía, él mismo se sentía así: como un mequetrefe que no valía la pena.

Chris soltó una risita entre dientes.

-No digas estupideces, Lennon.-contestó ella al cabo de unos segundos.-No eres ningún mierda. Quizás un poco imbécil, pero no un mierda.-bromeó.-No era nada de eso.

-¿Y entonces?

La chica hizo un silencio, evidentemente no sabía por dónde empezar.

-Me da miedo todo esto.-contestó al fin.-Miedo de que no salga bien, de que todo se vaya al traste...

-Todo va a salir bien.-le dijo él suavemente dándole un beso en el pelo.-Yo te quiero y tú me quieres, ¿no? Entonces nada puede salir mal...

-Pero tenemos muchas cosas en nuestra contra...

-Si te refieres a lo que yo creo, tranquila, eso ya lo he pensado...

Christine levantó de nuevo la cabeza y le dedicó una mirada confundida.

-¿De qué estás hablando?-preguntó al fin.

-Te quiero a ti.-contestó él con decisión.-Es una tontería que continúe casado con alguien por quien no siento nada.

La chica se quedó mirándolo durante unos segundos, meditando la respuesta que él le había dado.

-Sería perfecto, Chris... Piénsalo. Tú y yo podríamos estar juntos sin tener que escondernos...-continuó John cuando vio que ella no pensaba contestar.

-Ya, lo sé...-contestó ella finalmente con una sonrisa.-Sería perfecto. Pero no pienses en eso ahora, Johnny.

-¿Cómo que no...?-empezó a decir él aunque no pudo acabar la frase. Chris le había callado con un suave beso en los labios y él se dejó llevar.

La chica se separó de él y John la miró con una sonrisa pícara antes de volverla a estrechar contra él. Tenía la sensación de que aquella chiquilla iba a hacer con él lo que quisiera, aunque a decir verdad aquello no le importaba lo más mínimo, es más, lo deseaba con todas sus fuerzas.

**********************

Las cosas ya se habían relajado un poco más en el salón. Sin saber muy bien cómo, Gwen de repente se vio allí sola con George, Mary y Ringo, que estaban susurrando y riendo entre ellos dos en el sofá. Ella en esos momentos estaba sentada al piano junto con George, haciendo los dos el tonto tocando melodías graciosas de anuncios de televisión y haciendo versiones extrañas de canciones conocidas, incluso de los propios Beatles.

-Oye Gwen...-dijo George de repente mientras ella tecleaba unas notas.-Creo que deberíamos irnos a dar una vuelta...

La chica se giró hacia él y le dedicó una mirada significativa. George, sin contestar, con una sonrisa en los labios, señaló con la cabeza hacia Ringo y Mary, que habían empezado a besarse en el sofá y parecían ajenos de todo lo que ocurría a su alrededor.

-Vamos.-asintió ella poniéndose de pie con una sonrisa.

George se puso también de pie y salieron en silencio del salón.

-Ponte una chaqueta, fuera hace frío.-dijo George en un tono protector que a Gwen le provocó un vuelco en el estómago.

Los dos se pusieron sus chaquetas y salieron al jardín. Efectivamente, hacía mucho frío a esas horas de la madrugada, aunque había que reconocer que era una noche muy hermosa. El cielo estaba completamente despejado y se podía contemplar a la perfección una luna creciente sobre el mar de estrellas que tenía a su alrededor.

-¿Te ha gustado la fiesta?-le preguntó George a su lado.

-¡Claro que sí!-respondió ella risueña.-Ha sido el mejor cumpleaños de toda mi vida.

George sonrió, feliz.

-Me alegro.-dijo el chico.-Pero creo que aún no ha terminado todo...

Gwen le dedicó una mirada extrañada a la vez que él empezaba a rebuscar algo en el bolsillo de su chaqueta. De pronto, George sacó una cajita pequeña de su bolsillo y se la tendió.

-Toma. Esto es para ti.

-¡Pero George!-exclamó ella.-¡Si tú ya me has regalado con los demás...!

-No seas tonta... ¿En serio creías que me iba a conformar en regalarte sólo algo con los demás? Ábrelo, venga.

Gwen sintió como los colores le subían a la cara y se alegró de estar en aquellos momentos fuera de la casa. Así, en la penumbra, quizás George no se diera cuenta de aquel detalle.

La chica agarró la cajita y la miró. Era de una de las joyerías más caras de Liverpool. Con un ligero temblor de manos, la abrió. Dentro había unos pendientes con una pequeña perlita al final, sin estridencias, sencillos sí, pero quizás eran los pendientes más bonitos que Gwen había visto en su vida.

-George...

-Los vi en el escaparate y pensé que te quedarían geniales, aunque si no te gustan puedes ir y que te...

-Son preciosos.-le cortó ella mirándolo a los ojos con una sonrisa.-Pero me sabe mal que...

-Boba.-dijo él también sonriendo.-¿Por qué no te los pruebas?

Gwen sacó los pendientes de su estuche y se los puso. No se los podía ver allí pero sabía que le quedaban perfectos.

-Déjame ver...-murmuró George acercándose a ella y apartándole el pelo con su mano suavemente. Gwen sintió un escalofrío cuando le rozó el cuello de manera casual.-Estás preciosa.

La chica le dedicó una sonrisa y George se mantuvo así, durante unos instantes, muy cerca de ella, mirándola a los ojos con una sonrisa tierna. Gwen sabía qué era lo que podría ocurrir a continuación y sintió como el corazón se le aceleraba.

Entonces, una carcajada dentro de la casa rompió aquel momento, haciendo que los dos se giraran hacia la puerta.

-John.-sonrió George recuperando su postura original.-A saber qué puñetas ha dicho o hecho ahora...

Gwen soltó una risita, aunque en aquel momento le vino le vino a la mente la escena que había visto hacía un rato, con John y Chris agarrados de la mano entrando por la puerta de la cocina.

-Oye George...-dijo ella dudando sobre si preguntárselo o no.-Ahora que dices de John... John y Chris...

George se giró y le dedicó una sonrisa.

-Están juntos, sí.-contestó él.-Un lío de cojones, ya ves. Yo me enteré hace un par de días.

-Entiendo...

Los dos permanecieron así en silencio durante unos segundos.

-Bfffff...-bufó George de repente frotándose las manos fuertemente.-Gwen, me estoy congelando... ¿Por qué no volvemos dentro? De todas formas mucho me temo que Mary y Ringo ya han sido interrumpidos...

Gwen soltó una carcajada con el comentario y entonces, por sorpresa, George le rodeó los hombros con su brazo, divertido, y la condujo así hacia el interior de la casa mientras Gwen se preguntaba cómo era posible estar así de a gusto con un chico.

*************************

Paul había llevado a Alice a la pequeña sala de estar donde hacía tan sólo unos días le había estado cantando su nueva canción con la excusa de querer enseñarle unos discos nuevos que había traído de Estados Unidos. Lo cierto era que quería estar a solas con ella.

-Y éste es genial.-dijo Paul agitando uno de los discos que tenía en la mano.

-¿Por qué no lo pones?-preguntó Alice a su lado.

-No creo que sea la música más apropiada para una fiesta...-rió Paul.

-¿Y eso?

-Porque es la cosa más sensiblera que te puedas echar a la cara.-contestó él divertido.

-En todas las fiestas se pone algo de música lenta, ¿no, McCartney?-insistió la chica mirándole fijamente.

Paul se quedó mirándola también. Jamás había visto en ella aquella mirada penetrante.

-Como tú quieras.-sonrió él sacando el disco y poniéndolo en el tocadiscos.-No te burles como lo hace Lennon por tener un disco tan sentimental en mi colección, ¿eh?

-Tranquilo, no lo haré.-rió Alice.

Paul puso en marcha el tocadiscos y casi en el acto empezó a sonar una melodía suave, romántica, con una letra que no paraba de hablar del amor.

-Es preciosa.-dijo la chica al cabo de unos instantes de permanecer allí en silencio a su lado.

-Sabía que te gustaría.-contestó Paul suavemente.

-Claro que sí...

Entonces Alice hizo algo que él no se esperaba cuando apoyó su cabeza sobre su hombro y cerró los ojos, dejándose llevar por la canción. Fue un gesto simple, natural, como todo lo que hacía ella, pero que hizo que su corazón se le acelerara y que supiera que quizás aquel era el momento adecuado.

Casi sin pensarlo, Paul se giró, haciendo que ella levantara la cabeza y le mirara a los ojos. Quedaron los dos así, frente a frente, durante unos segundos hasta que Paul la rodeó suavemente por la cintura y la atrajo hacia sí. Volvió a mirarla antes de hacer lo que tanto deseaba, como comprobando que aquella vez nada iba a evitarlo. Alice lo miró también, con una sonrisa dibujada en su cara, y entonces, Paul,  la besó.

****************

Mary abrió los ojos y miró la hora en el despertador de la mesita de noche que tenía junto a su cama. Pese a que ya era tardísimo, no había dormido casi nada. Y es que, la noche anterior había llegado muy tarde a casa, ya con sol. No, no habían salido tan tarde de casa de los McCartney, aunque tampoco se habían ido pronto de allí. No, simplemente se les había hecho tan tarde (o temprano, según se mirase) a Ringo y a ella, porque todavía pasaron por el centro de Liverpool, a su apartamento, antes de volver a casa... Y ya se sabía... No obstante, aunque hubiera dormido poco, no se arrepentía lo más mínimo pues la noche anterior había sido una noche perfecta.

La chica se levantó de la cama y bajó a la planta baja. Afortunadamente, su madre había salido como todos los domingos a dar un paseo con sus amigas, un paseo del que solía regresar ya cerca del mediodía y por tanto no le permitía ver a la mujer las horas a las que se levantaba su hija. Se tomó un vaso de leche en la cocina y después subió de nuevo a toda prisa a su habitación para vestirse y arreglarla antes de que su madre regresase a casa. Apenas había terminado de hacer la cama, oyó como la mujer entraba en la casa.

-¡Mary! ¡Ya estoy en casa!-exclamó desde abajo.

La chica bajó de nuevo las escaleras y saludó a su madre con un beso en la mejilla.

-Vaya, qué contenta te has levantado hoy...-murmuró la mujer divertida.-Supongo que será por la visita que hoy nos tiene que hacer tu novio... El beatle ese...

Mary se puso seria de repente. El té con Ringo. Con todo lo que había pasado la noche anterior, casi lo había olvidado.

-Bueno, supongo.-respondió ella esbozando una sonrisa fingida.-Y no le llames “el beatle ese”, mamá, tiene nombre.

-Claro, claro... Richard, ¿verdad? No es necesario que te enfades...-sonrió la mujer entrando en la cocina.

Mary lanzó un suspiro y la siguió hacia adentro. La ayudó a preparar una comida rápida y comieron las dos juntas en la propia cocina. Mary apenas probó bocado. Estaba muy nerviosa por el encuentro que iban a tener Ringo y su madre dentro de unos instantes.

Las horas siguientes pasaron extremadamente lentas, como si las manecillas del reloj hubieran conspirado contra ella para hacerle perder todavía más la paciencia. Finalmente, a las cinco menos dos de la tarde, el timbre de casa sonó.

Mary pilló aire y se dirigió hacia la puerta seguida de su madre, cosa que la incomodó muchísimo. Abrió la puerta y se encontró con un Ringo sonriente, guapísimo, con traje de color gris de los que seguro se ponían para sus conciertos. Además, llevaba una bandejita en su mano con lo que Mary supuso que serían dulces y una botella de un anís en su carísimo.

-Hola.-saludó con una de sus mejores sonrisas. Se veía tranquilo y relajado, cosa que Mary admiró en esos momentos.

-Hola Rich.-sonrió ella.-Te presento a mi madre.

Mary se hizo a un lado para que Ringo pudiera darle la mano a su madre.

-Encantado, señora Hall.

-Un placer, Richard.-sonrió su madre.-Ya tenía ganas de conocer al famoso Ringo Starr.

Ringo le dedicó una sonrisa a su madre y entraron hacia adentro, su madre delante y el tranquilo de Ringo detrás de la mujer. Mary los miró con una sonrisa, aunque continuaba igual o más nerviosa que antes, y cerró la puerta detrás de ella. Suspiró. Sí, todo iba a salir bien. De eso estaba segura.


Holaaaa! Ya llegué por fin con nuevo capi. Un poco calentito el capi este, no creeis? jajajaja. Bueno, espero que os guste, como siempre, y gracias por estar ahí leyendo y aguantando las parrafadas estas que os suelto... XD Muacks!
 

4 comentarios:

  1. 2 palabras, y 5 letras: Lo amé.
    *¬*
    Cristina, si vieras, me entraron ganas de gritar, con los pendientes, ¡¡¡Cómo quiero a mi George!!!
    ¿No crees que debería comérmelo?, mira que soy vergonzosa, pero un besito, en la mejilla, supongo que no estaría nada, mal aunque me fuera avergonzada. jijiji.
    Bueno, bueno, a lo mejor, si Paul, y George me dieran clases de guitarra y piano, ¡Wow! Sería increible. Con alice allí, por supuesto.

    Cris, y por tu parte...¡Sin palabras!, con razón me dices que esto no está permitido para menores... Bueno tranquila, lo superaré xD

    Un beso Criis, que voy a ver G.Hotel.
    Te quiero, eres una crack, una ídola, o como dice una de mi clase ¡¡ERES LA PUTA AMA!!♥

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  2. P.d. Espero con ansias la hora del té con Mary, y Ringo!

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  3. Miiiierrrrdaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!! esto es de lo mejor!!!!!!!!
    no sé, no sé, ya te dije que todo conspira contra mi cuando me pongo a leerte, pero siempre, SIEMPRE, la recompensa es brutal!
    no sé por donde joraca empezar jajajaa es que, si, estuvo calentito o como quieras decirle, pero yo me emociono de tal forma que casi lloro (bien exagerado de mi parte, como siempre) es que le ponés tanta poesia y tanto sentimiento al momento ese que no se, me pongo mas enamoradiza de lo que soy! y eso, agregado a lo que dijo John sobre el divorcio...ufff...cayó como balde de agua fria, pero igual, sigo emocionada!
    Y como no seguir con la locura si este George es mas dulce que bolsa de azucar! lo malo es que no pudo robarle aunque sea un besito a Gwen (chica dificil eh! jajajaj) pero Paul (¡al fin!) pudo hacer algo con Alice, ya era hora, no puedo creer que haya esperado tanto jajajaaj
    y yo jejeje 1313 ya sé que soy genia y que pasé la noche o lo que quedaba de ella por ahi con mi amorzote aunque bueno, ahora con mi vieja, no se que pasará...aunque seguro que sale todo bien, porque por lo que veo, la unica nerviosa ahi soy yo, pero con el anís se me va a pasar (ya se me antojó XD mmmm...)
    bueno, ya sigo con mi emocion para otra parte, o sea..leer OTRA VEZ historiografía ¬¬
    ya sabes que sos una genia, asi que ¿para que voy a decirtelo de vuelta?











    GENIA!!!!!!!!!!!!!!
    XDXDXD

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  4. Perfecto. No hay nadie mas que vos que escriba tan bien las escenas fuertes. Ojalá siigas por mucho tiempo mas! lee las mías si puedes. No tienen muy buenas ideas (para mí) pero me gustaría que las leyeras :
    http://historiadeamoreal.blogspot.com/
    http://locurabeatlemaniatica.blogspot.com/

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