martes, 27 de diciembre de 2011

Capítulo 23: Luz al final del tunel

Cynthia se quedó mirando a John boquiabierta, encajando aún las palabras que su marido acaba de pronunciar. No, no era la primera que insinuaba lo del divorcio, pero en esta ocasión era diferente. Era la primera vez que lo decía fuera del ámbito de una discusión y, además, la serenidad que mostraba y el hecho de que le aguantara la mirada sin tan siquiera parpadear, le decían que sí, que aquella vez él estaba decidido de verdad.

-Pero...-fue lo único que consiguió balbucear ella finalmente.

-Creo que es lo mejor para los dos.-respondió John arrastrando las palabras.

Cynthia sintió como la sangre empezaba a arderle en las venas. ¿Cómo se atrevía a decir que era lo mejor para los dos? ¡Sería lo mejor para él! Para él, para John Lennon, que jamás había deseado casarse realmente con ella y hasta ese preciso instante se había tomado su matrimonio tan a la ligera que nunca antes le había importado el hecho de estar casado para hacer lo que le diera la gana.

Sumida en ese sinfín de reflexiones que a Cynthia le llevaron pocos segundos, se le encendió una luz. ¿Por qué en aquel momento precisamente? Si, como ella sabía, el matrimonio jamás había significado un obstáculo para que él viviera su vida. ¿por qué hora quería el divorcio? ¿Por qué parecía que su sola presencia delante de él le molestara?

-Hay otra, ¿verdad?-dijo Cyn mirándolo de nuevo a los ojos, con una determinación que pocas veces ella había mostrado delante de su marido.

Y entonces sí, John apartó la mirada como siempre lo hacía cuado quería escapar de una pregunta incómoda.

-Ha habido muchas.-respondió él finalmente al cabo de unos segundos con una rudeza que hizo que Cynthia sintiera como se rompía por dentro.-No sería capaz de decirte cuántas.

-¿Y por qué ahora?-preguntó ella mientras los ojos se le inundaban en lágrimas.-¿Por qué quieres divorciarte ahora? ¿Acaso es que tu nuevo lío supone...?

No pudo acabar de pronunciar aquella frase y empezó a llorar, no a la desesperada como hacía muchas veces que discutía con John, sino en silencio, dolida como nunca antes lo había estado, aunque, para ser sincera, sabía que con John aquel final tarde o temprano acabaría llegando.

-Lo siento, Cyn.-dijo él poniéndose en pie y dirigiéndose hacia la puerta de la cocina.-Pero yo no puedo continuar con esto. No por más tiempo.

Casi de manera inconsciente, como una autómata, Cynthia se levantó de su silla como un rayo y se puso delante de él, cortándole el paso atreviéndose a mirarlo, por primera en toda su vida, de una manera desafiante.

-No me has respondido, Joh Winston Lennon.-dijo tajantemente.

-Quítate de en medio, Cynthia, por favor.-contestó él empezando a molestarse.

-No.

John se la quedó mirando apretando su mandíbula fuertemente. Estaba empezando a perder el control.

-Que me dejes pasar te digo.-dijo finalmente en tono autoritario.

Cynthia lo miró nuevamente y en aquellos momentos sintió miedo. Siempre lo sentía cuando John le hablaba así, así que se hizo a un lado casi a la vez que John pasaba por el hueco que le había dejado sin decir una palabra.

-¿Acaso no te has parado a pensar en tu hijo?-preguntó Cynthia cuando él se hubo alejado unos cuantos pasos.

John se paró en seco y se giró hacia ella lentamente.

-A Julian no le va a faltar de nada.-dijo finalmente dedicándole una mirada severa.-Sé que piensas que soy un hijo de puta, pero voy a continuar encargándome. Tranquila, cariño, podrá llevar el tren de vida que tú siempre has querido.

Al escuchar estas palabras, la mujer le dedicó una mirada de odio. John podía llegar a ser tremendamente cruel con sus ironías.

-No hablo de dinero y lo sabes.-le respondió finalmente en tono cortante.-Hablo de que tenga un padre.

-Tiene un padre.-dijo él encogiéndose de hombros y, después, volviéndose a girar nuevamente y empezando a caminar, añadió:-Por cierto, mañana mismo hablaré con Brian para que se ponga en contacto con nuestros abogados. creo que deberíamos empezar a tramitarlo todo cuanto antes.

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Christine se dirigió a la parada del autobús bastante antes de lo habitual. Por una vez, no quería llegar tarde a la universidad. Tenían una conferencia que se le antojaba bastante interesante a cargo de un profesor de Oxford a primerísima hora de la mañana. No obstante, ése no era el único motivo por el que había salido tan pronto de casa. No sabía por qué, pero había vuelto a pasarse la noche casi en vela pensando en su incómodo encuentro con Cynthia la noche anterior. Y es que, cada vez que pensaba que podría haberlos pillado en la cama sólo con que hubiera llegado diez minutos antes, se le revolvía el estómago. Además estaba lo otro, lo que había sentido cuando la había visto cara a cara: esos celos que se la comían por dentro. Sabía que todo aquello no tenía sentido, que era ella y no Cynthia la amante de John y que ella era la que estaba con él a sabiendas de que tenía una mujer y un hijo. Pero aun así, no podía evitarlo. La rabia se apoderaba de ella cada vez que pensaba que era Cynthia y no ella la que habría pasado la noche con John. Y conociéndolo a él, Christine estaba completamente segura que continuaba manteniendo relaciones con ella, por más que él le dijera lo contrario.

Inmersa en esos pensamientos, llegó a la parada del autobús y se sentó en el banco, todavía vacío a aquellas horas. Intentando apartar todo aquello que había tenido en la cabeza hasta hacía unos segundos, sacó la cajetilla de tabaco de su bolso y sacó un cigarrillo de dentro. En realidad tampoco le apetecía demasiado ponerse a fumar a aquellas horas de la mañana, pero simplemente lo hacía por hacer algo y tener con qué entretenerse.

Apenas le había dado un par de caladas a su cigarrillo, vio aparecer por la acera a Alice, que, por cierto, también llevaba una cara de sueño impresionante como si, al igual que ella, se hubiera pasado la noche sin dormir.

-Hola.-la saludó cuando la chica estuvo lo suficientemente cerca como para poder oírla.-¿Tú también madrugas hoy?

-Sí, eso parece...-sonrió Alice sentándose a su lado.-Malditas clases a primera hora...

Chris soltó una risita entre dientes a la vez que le daba otra calada a su cigarrillo. Aprovechó aquel momento para mirar a la chica detenidamente. Parecía preocupada.

-La verdad es que es un rollo madrugar tanto. Más cuando siempre he sido de acostarme a las tantas y levantarme tarde.-contestó al fin y, a continuación, con toda la intención del mundo para ver si así Alice se animaba a hablar y a decirle qué le pasaba, añadió:-Además, que precisamente hoy he dormido fatal...

Alice se la quedó mirando durante unos breves segundos antes de decir nada.

-Sí, yo también he dormido fatal esta noche. Bueno, no he dormido, directamente.

-¿Y eso?-se extrañó Christine.-¿Qué? ¿Fiesta hasta el amanecer?

Alice soltó una pequeña carcajada con la broma y negó con la cabeza.

-No, nada de eso.-contestó la chica.-Lo que me extraña es que tú no lo sepas...

-¿Yo? ¿Por qué iba a saberlo?

-Bueno...-dudó Alice.-Tenía entendido que Paul y tú os lo contabais todo...

-Casi todo.-la corrigió Christine con una sonrisa aunque todavía más intrigada que antes.-Alice... ¿qué es lo que me tenía que haber contado mi hermano?

Alice se quedó con la mirada fija en el suelo durante unos instantes, evidentemente pensando en si decírselo o no. Y justo en el momento en el que parecía haberse decidido a hablar, justo en el momento en el que había levantado la cabeza y la estaba mirando decidida a contárselo todo, un Mini Cooper se paró justo delante de ellas, haciendo que a Chris se le olvidara toda aquella intriga de repente cuando reconoció el coche.

Casi al instante, John bajó la ventanilla del copiloto y se las quedó mirando con una sonrisa dibujada en la cara. Llevaba el pelo revuelto, las gafas e iba hecho un completo desastre con una chaqueta marrón tan vieja que parecía haber sido sacada directamente de sus años de instituto. No obstante, a ella le pareció que estaba realmente encantador.

-Buenos días, chicas.-saludó él.-Ha llegado vuestro autobús para ir a la universidad.

Chris le contestó con una risita a la vez que Alice lo miraba completamente contrariada, sin entender por qué puñetas John Lennon estaba allía las siete y poco de la mañana con el coche para llevarlas a la universidad.

-¿Subís o qué?-insistió John cuando vio que ninguna de las dos hacía movimiento alguno.

Inmediatamente, Christine se levantó del banco, abrió la puerta del copiloto y se sentó a su lado, risueña. Alice, por su parte, un poco menos decidida, hizo lo mismo sentándose en la parte trasera del minúsculo coche.

 Apenas se habían acomodado las dos chicas, John, de manera impulsiva, se volvió hacia Chris y le plantó un suave beso en los labios. A Chris, que no esperaba para nada que hiciera eso delante de Alice, aquello la pilló completamente por sorpresa y no pudo evitar ponerse roja como un tomate cuando notó los ojos de su amiga clavados en ella.

-¡John!-fue capaz de decir finalmente, como intentando reñirle por haberle hecho pasar aquel mal trago.

Él se limitó a soltar una risita y a ponerse en marcha sin contestar ni una palabra. Intentando aclarar las cosas, la chica se giró en dirección a Alice y le lanzó una mirada significativa. Su amiga simplemente asintió con una media sonrisa que no podía disimular en absoluto su cara de sorpresa.

El resto del viaje lo pasaron las dos chicas riendo de cuando en cuando alguna que otra broma de John, aunque a Chris no se le escapó que todo eso estaba un poco forzado. Sí, aquella mañana, no sabía por qué, John estaba bastante raro. Intentando autotranquilizarse, Chris pensó que quizás estaba así por la presencia de Alice, cosa con la que seguramente no había contado y que le impedía hablarle con naturalidad aunque, a decir verdad, su vecina no había supuesto ningún problema para que le diera los buenos días con un beso en los labios.

John paró el coche a dos calles de la universidad. Era lo más prudente que podía hacer si no quería que alguna que otra fan histérica lo reconociera y se abalanzara sobre ellos.

-Gracias por el viaje, John.-dijo Alice con una sonrisa mientras empezaba a salir del coche.

-De nada, Alice.-contestó él.

Cuando su amiga hubo salido del vehículo, Christine se volvió hacia él con una sonrisa.

-Supongo que nos veremos más tarde, ¿no?-dijo ella después de besarle.

John se la quedó mirando durante unos segundos, cosa que a ella le extrañó muchísimo.

-¿Qué pasa?-preguntó la chica al fin un poco asustada. Quizás Cynthia había notado algo la noche anterior y a hora John estaba metido en un buen lío.

-Verás...-empezó a decir él.-¿Es preciso que vayas hoy a clase?

-¿Por?

Quiero hablar contigo, decirte algo.-contestó John contundente.

Chris tuvo la horrible sensación de que el corazón le dejaba de latir. Tal y como lo había dicho de serio no se le antojaba nada bueno. Sin pensárselo dos veces y decidiendo en cuestión de escasos segundos mandar al traste la conferencia de esa mañana, la chica bajó la ventanilla del coche y se dirigió a Alice, que todavía estaba allí esperándola.

-Alice.-la llamó.-Creo que será mejor que vayas yendo tú a clase. Yo creo que tardaré un poco...

Su amiga se limitó a asentir con una sonrisa que a Christine le pareció tranquilizadora. Quizás su expresión de preocupación era tan evidente en aquellos momentos que Alice había intentando decirle sin palabras que todo saldría bien con aquel gesto.

Christine esperó a que la chica se perdiera calla abajo para volver a levantar la ventanilla y girarse de nuevo hacia John, que ahora fumaba tranquilamente con la cabeza apoyada sobre el asiento y con los ojos entrecerrados.

-¿Me puedes decir ahora qué es lo que ocurre?-preguntó ella bruscamente a causa de su nerviosismo.

John abrió los ojos y se volvió hacia ella, con una media sonrisa pintada en la cara y, antes de que Chris se diera cuenta, ya la estaba besando de manera apasionada. Molesta por aquella actitud tan contradictoria, Christine lo separó de ella apoyándole una mano en el pecho y empujándole hacia atrás.

-¿Qué coño pasa, John?-insistió enfadada.-¿No me habrás hecho quedarme sólo porque...?

-Le he pedido el divorcio a Cynthia.-le cortó él sonriente.-¿A qué es fantástico?

Si en aquellos momentos alguien hubiera intentado sacarle sangre a Christine, seguro que no habrían sacado ni una gota. Lo último que esperaba en aquellos momentos era que John le diera aquella noticia, aunque ya se lo había insinuado el sábado.

-¿Q... q... qué?-balbuceó ella finalmente.

-Que la dejo. Que sólo quiero estar contigo, Christie, ¿me entiendes?

-Pues claro que te entiendo.-masculló ella secamente.

John se la quedó mirando nuevamente, pero esta vez borró por completo la sonrisa de su rostro.

-¿Qué te pasa?-preguntó él evidentemente enfadado al cabo de unos segundos.-¿No te parece bien?

Chris lanzó un suspiro. La verdad era que no sabía ni ella misma si le gustaba o no aquella noticia.

-Joder, Johnny...

-¿Cómo que “joder, Johnny”? ¿Es que pasas de estar conmigo?

-¡No!-se apresuró a decir ella.-Claro que no.

-¿Y entonces?-preguntó él muy molesto.

-¡Y yo qué sé!-contestó ella con total sinceridad.-Sí, vale, me jode que estés casado, pero tampoco quería convertirme en la causa de lo que acabas de hacer, ¿vale?

-Ya estamos otra vez...-bufó John fastidiado apoyándose de nuevo en el respaldo de su asiento.-De verdad que no hay quién te entienda.

-No es eso, John... ¡Ponte en mi lugar, joder!-le replicó ella a la desesperada intentando justificar su actitud.

-¿Prefieres que continúe casado? ¿Es eso?-preguntó él a la defensiva.-Igual es más fácil para ti así porque de ese modo no puede haber compromisos, ¿verdad?

Christine se quedó mirándolo durante unos segundos, asimilando aquellas palabras y reprimiendo sus ganas de darle un bofetón allí mismo.

-Vete a la mierda, Lennon.-dijo finalmente casi escupiendo las palabras.

Y dicho esto, abrió la puerta del coche u empezó a caminar decidida calle abajo, apretando la mandíbula con todas sus fuerzas para no echarse a llorar.

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John se dio cuenta del significado que tenían sus palabras cuando Chris salió del coche dando un portazo. Se arrepintió casi en el acto. Sabía que lo que acababa de decir no era cierto y que además ella también podía llegar a sentirse realmente culpable por su divorcio. Y es que, hasta hacía nada, ella se había negado a tener nada con él precisamente porque no quería destrozar una familia.

Casi de inmediato, sin pararse a pensar qué podía ocurrir si alguien lo reconocía, él también bajó del coche y empezó a correr en dirección a la chica.

-¡Espera, joder!-exclamó cuando la hubo alcanzado mientras la agarraba suavemente del brazo.-¡Mierda, lo siento!

-Déjame en paz, John.-contestó ella zafándose de él con un movimiento brusco.-tengo cosas que hacer.

-Sube al coche, por favor.-le dijo él en tono suplicante.-Sube al coche antes de que me conozca alguien.

-Ese no es mi problema.

-¡Eres una jodida cabezota! ¡Sube, coño!-exclamó él de nuevo empezando a perder la paciencia.

-Sí, eso, grita, pedazo de energúmeno.-respondió ella en tono desafiante.

John lanzó un suspiro exasperado. No, con ella no iban a funcionar las cosas que normalmente con las otras sí funcionaban.

-Christine, por favor...-dijo él relajando el tono de su voz.-Ya te he dicho que lo siento. Ahora aclaremos toda esta mierda.

La chica no contestó, simplemente se dedicó alanzarle una mirada confundida y sin decir nada, dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia el coche haciendo que, sin quererlo, a John se le escapase una sonrisa cuando entendió que con ella jamás obtendría nada a malas. Eran los dos igual.

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Brian se había quedado sumamente sorprendido cuando John le había llamado cerca de las ocho y media de la mañana y le había dicho que necesitaba verlo de manera urgente. Por su tono de voz, no se trataba de ninguna trivialidad como la compra de una nueva casa o de cualquier otro capricho, sino que suponía que se trataría de un tema mucho más serio.

Cuando el timbre de su casa sonó, él mismo se apresuró en ir a abrir a John, intrigado sobre qué era lo que había hecho aquella vez. Se saludaron con una cordialidad que al propio Brian le chocó, nada de bromas “made in Lennon” ni tonterías, y se dirigieron hacia su despacho.

-Pues tú dirás.-dijo Brian cuando los dos se hubieron sentado.-¿Qué era eso tan urgente?

-Necesito que te pongas en contacto con una par de abogados, Brian.-contestó John con fingida indiferencia.

-¿Abogados?-se escandalizó Brian temiéndose lo peor.-¿Qué has hecho ahora, John?

-Tranquilo, tranquilo... No le he dado ninguna paliza a ningún DJ con la lengua demasiado larga...-rió él recordando su incidente hacía un par de años con Bob Wooler, el DJ de The Cavern- Ni tampoco me han pillado con drogas ni nada por el estilo.

-¿Y entonces?-quiso saber Brian impaciente.

-Voy a divorciarme de Cynthia.

Brian se quedó paralizado y se quedó mirándolo, esperando casi que de un momento a otro se echase a reír como un poseso y le dijera que era broma. Pero no, no lo hizo. Aquella vez John hablaba completamente en serio.

-¿Divorciarte?-preguntó el manager finalmente.

-Sí, eso he dicho.-contestó él con una sonrisilla.-¿Acaso es que te estás quedando sordo?

Brian lanzó un suspiro antes de decir nada.

-¿Hablas en serio?-preguntó.-¿Estás completamente seguro de lo que estás haciendo?

-Al cien por cien.

¿Y puedo preguntarte el motivo?-quiso saber Brian.

-Ya lo has hecho.-rió John.-Bien... Mira, aunque suene ridículo y hortera, créeme si te digo que he encontrado al amor de mi vida.

Brian se quedó atónito ante aquella repentina declaración, pero aún así decidió conservar la calma.

-O sea, que hay otra.-dijo finalmente.

-No es “otra”, Brian. Ya te he dicho que la quiero.-contestó John molesto.-De “otras” ha habido cientos, y lo sabes. Ahora todo es distinto.

-¿Y tú te has parado a pensar en las repercusiones que tendría para el grupo que te separaras ahora y precisamente por otra mujer?-preguntó Brian, severo y con brusquedad.

John se levantó de su silla enfadado y se plantó delante de él de manera desafiante.

-¡No me jodas, Brian!-gritó golpeando la mesa fuertemente.-¿Ahora vas a decirme si me puedo divorciar o no?

-No te estoy diciendo eso, John.-le contestó él manteniendo la serenidad. Sabía que lo peor que podía hacer ante aquellos ataques de furia repentina de John era perder los estribos él también.-Siéntate, por favor.

John soltó un suspiro y se sentó de nuevo dejándose caer sobre la silla de mala gana, todavía enfadado.

-Voy a conseguirte ese abogado, John.-dijo Brian.-El mejor en divorcios se encargará de tu caso, te lo aseguro.

-De acuerdo.-masculló John.-Gracias, Eppie.

-Pero...-le cortó Brian.-Eso no va a salir a la luz ni el divorcio se llevará a cabo hasta que no hayáis grabado el nuevo disco y hayáis acabado con su promoción.

-¿Me estás diciendo que me tengo que esperar tres o cuatro meses más?-preguntó John indignado.

-Sólo hasta que haya acabado la promoción del nuevo trabajo.-aclaró Brian en tono tranquilizador.-Hazlo por el bien del grupo, te lo pido por favor.

John calló durante unos instantes y dirigió su vista hacia la ventana del despacho, meditando la respuesta que debía darle al manager.

-Sé que tú puedes esperar unos pocos meses más.-dijo Brian intentando convencerle cuando vio que no tenía intención de decir nada por el momento,- Y tu chica estoy seguro de que también podrá.

-De acuerdo.-contestó él secamente al cabo de unos instantes en los que reinó en la habitación un incómodo silencio.-Pero ponte en contacto ya con ese maldito abogado y dile que se ponga a trabajar en todo esto de inmediato. Nada más acabe la promoción me separo, no tengas dudas de eso.


Sin dejarle decir nada más a Brian, John se levantó de la silla dando por zanjada la discusión.

-Por cierto, John...-dijo Brian antes de que saliera del despacho.-¿Sé quién es la chica en cuestión?

John se paró en seco y lanzó una carcajada antes de girarse.

-Y tanto que lo sabes...—contestó divertido.

-¿Y es...?

-Christine.-contestó John.-Christine McCartney. Sí, coño, no pongas esa cara, la hermana de Paul. Nos vemos, Brian.

Y dicho esto, John salió de la estancia dejando a Brian con la boca, literalmente, abierta. En aquellos instantes, la relación de Ringo con esa chica de Kensongton le parecía la cosa más nimia del mundo comparada con la barbaridad que John Lennon le acaba de confesar.


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Christine volvió a casa mucho más tranquila de lo que lo había estado aquella mañana. Por petición de John, lo había acompañado a casa de Brian aunque se había negado en redondo a subir con él para contárselo todo, así que lo había esperado pacientemente en el coche.

John había bajado al cabo de casi media hora, serio y pensativo, y había conducido casi sin soltar prenda sobre lo que había pasado allí arriba hacia las afueras de la ciudad. Paró el coche cerca de una pequeña cala, desierta a esas horas, y los dos se habían sentado, muy juntos, frente al mar. Fue allí donde John le contó que Brian le había propuesto esperar hasta la promoción del disco, por el bien del grupo, y que él había aceptado aunque en esos precisos instantes se sentía realmente mal por haberlo hecho. Christine se limitó a acariciarle el cabello con una sonrisa y a decirle que Brian tenía razón, cosa que a John pareció calmarle bastante.

Y allí habían estado, en aquella horrorosa cala de arena que parecía tierra, charlando de todo, abrazados el uno al otro como si fueran una sola persona y compartiendo sus más íntimos secretos y miedos. Christine se sinceró con él, le habló de sus miedos, de sus celos con Cyn, de lo mal que se sentía por aquello y de las dudas que tenía sobre si lo suyo podía llegar a buen puerto. John, por su parte, también le había confesado un montón de cosas que Christine jamás hubiera imaginado de él. Sabía que muchas de sus escenitas de tipo duro eran sólo pura fachada, pero en esos momentos, le dio la sensación de que estaba delante del tipo más inseguro que había conocido y eso le hizo quererlo aún más.

Recordándolo todo e invadida por la serenidad que le confería el saber que todo aquel embrollo en el que se había metido tenía solución, subió las escaleras de la casa convencida de que no había nadie. No obstante, al pasar por delante de la habitación de su hermano Paul, vio la puerta cerrada y escuchó una leve musiquilla que salía de allí. Casi sin pensarlo, simplemente con la mera intención de saludarle y de decirle que ya estaba en casa, la chica, abrió la puerta de la habitación y se asomó.

Lo que vio la dejó completamente alucinada. Allí, sentados sobre la cama de Paul, estaban él y Alice, dándose un beso que ya quisieran para sí muchas películas de Hollywood.

Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que ella estaba allí, así que, avergonzada por haberlos pillado así, volvió a cerrar la puerta discretamente sin hacer el menor ruido. Ahora ya sabía por qué su hermano estaba como en las nubes desde el día de antes y qué era lo que su vecina le había intentado decir aquella mañana.

Cuando entró en su habitación, Christine se dejó caer sobre su cama con una sonrisa. Por primera vez en su vida, todos los de casa parecían estar contentos y aquello, unido a lo suyo, la hacía sentirse la persona más feliz del mundo.




Bueno, qué? Empachados ya de tanto turrón y tanta comilona? Yo sí, todavía ando comiendo restos de Nochebuena, no os digo más, jajaja. Bueno, que aquí os dejo la actualización del nuevo capi, un capi Chris-John casi íntegro, pero bueno, se debía aclarar lo del tema del divorcio y me ha llevado sus diez paginitas de word hacerlo, no era plan de alargar más, jajaja. 

Como siempre, un millón de gracias por leer y por comentar, que con esto y mi regalito sorpresa de Navidad (un lienzo con la frase de John "A dream we dream alone is only a dream, a dream we dream together is reality"), que ya luce hermosísimo en mi habitación bien a la vista, pues soy la persona más feliz del mundo.

Próximo capi, especial Gwen-George y también Mary-Ringo. Actualizo pronto, gente, que etsoy de vacaciones (o eso espero), jjajaja. Besos!

1 comentario:

  1. Y cuando pensaba que ya nada me sorprendería aparecés vos con ESTO!
    me quedé sin palabras y sin argumento, me morí con toda la escena de Cris en el auto peleando con John, y bueno, mas aun con la d ela playa....si se hacen los duros y rebeldes y son dos caramelitos estos!
    Lo mejor es que ya pidio el divorcio y espero que no se aparezca ningun inconveniente con eso, que ya veo que estan ilusionados y pasa algo que manda todo al tacho. Pobre Cyn, siempre me va a dar lastma esa mina, pero bueno, aca en esta historia es mejor que se vaya muejejje
    perdon por mi comentario tan cortito, pero me voy a almorzar, queria comentarte antes de irme
    Besotes!

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