martes, 12 de febrero de 2013

Capítulo 75: Todo puede cambiar


Las cosas se habían sucedido a una velocidad de vértigo, tan rápido que John aún no había llegado a asumir muchas de ellas por completo. Y es que, desde la muerte de Brian todo había cambiado, tanto a nivel profesional como, incluso, a nivel personal.

Primero había surgido la idea de encargarse ellos mismos de sus negocios, de todo aquello que les rodeaba, una idea que por fuera parecía que había ilusionado a todos pero que, en realidad, los aterraba. Y tanto que les aterraba, sobre todo a él… En realidad, lo único que pululaba por la mente de John desde aquel trágico suceso, era que el grupo se iba a ir a la mierda sin la mano de Brian. Sólo Paul, que parecía más dispuesto que los demás, estaba convencido de que las cosas podían y debían salir adelante.  Y esa determinación era precisamente otra de las cosas que habían  hecho cambiar las cosas. De este modo, mientras John estaba demasiado preocupado pensando en lo mal que iban a ir las cosas de ese momento en adelante, Paul parecía dispuesto a tomar las tornas de director de todo lo que se debía orquestar a partir de ese momento y de una manera nada sutil, por cierto. No es que le molestaran demasiado, todavía, aquellas ganas de Paul por tomar la batuta de los acontecimientos; él estaba demasiado apático y asqueado de todos los agobios que le había supuesto ser un Beatle en esos momentos como para preocuparse de aquello. No obstante, no iba a negar que aquello estaba haciendo mella en su relación…  De cada día estaban más fríos el uno con el otro y la amistad que en otros momentos les había parecido tan firme parecía ahora frágil, demasiado frágil. Además, estaba lo otro: Christine. Las cosas con ella no estaban bien, lo notaba, lo sabía. Y él, pese a que sabía que tenía en su mano el poder remediar las cosas, no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo. ¿Cómo? ¿Cómo iba a dejar la mierda en aquellos momentos tan complicados? Él siempre había necesitado edulcorar la realidad para que su mente no le atormentara más de la cuenta y, en aquellos momentos sentía que lo necesitaba más que nunca. Y, pese a que sabía que Chris odiaba verlo colocado y que aquello estaba poniendo en peligro lo suyo, no tenía el valor suficiente para cambiar.

Pensando en todas esas cosas, John salió del Rolls y entró llamó a la puerta de Sunny Heights. Había quedado allí, con los demás, para hablar de una idea que Paul quería exponerles a los demás. A saber de qué se trataba…

No tardó demasiado en abrirle una ya muy visible embarazada Mary, que nada más verle esbozó una sonrisa.

-Hola, John.-le saludó.

-Hola. ¿Cómo va todo?

La chica soltó un ligero bufido antes de contestar mientras apoyaba sus manos en los riñones.

-Hinchada, de mal genio por las hormonas y con dolor de espalda; pero por lo demás, estupendo.-contestó con ironía haciendo que John soltara una pequeña carcajada con el comentario.-Entra, los demás ya han llegado.

-Entonces soy el último…

-Siempre lo eres, ¿no?-bromeó Mary haciéndose a un lado para que pasara.

John siguió a Mary hacia el comedor, desde donde se podían escuchar ya las voces de los otros tres. De entre ellas, destacaba la de Paul, que parecía emocionado a la vez que parloteaba sin cesar de algo que él aún no era capaz de entender.

-Hola, chicos. Aquí os traigo al que faltaba.-dijo Mary cuando entraron en el comedor dirigiéndose a los demás.-Yo me voy arriba a hacer mis cosas. Si queréis algo, me llamáis.

La chica salió de allí sin más y cerró la puerta tras de sí. John se quedó allí, plantado.

-Ya era hora, llevamos un buen rato esperando.-dijo Paul por todo saludo. Su voz sonó bastante más agria de lo que seguramente habría querido. Pareció darse cuenta de ello casi al instante y se apresuró a rectificar:-¿Cómo va todo?

Aquella corrección hizo sonreír a John. No obstante, no dijo nada al respecto: no tenía ganas de discutir nada más llegar.

-Va bien.-contestó sentándose en el sitio que quedaba libre en el sofá, justo al lado de George. Después, se sacó el paquete de tabaco del bolsillo y se encendió un cigarrillo con parsimonia.-Supongo que ya debéis de haber hablado sobre un montón de cosas, ¿no?

Paul no pudo evitar soltar un bufido que aún divirtió más a John. A veces, el hecho de ponerle de los nervios le proporcionaba un inmenso placer.

-Sí, ya hemos hablado de muchas cosas.-le contestó casi podría decirse con malos modos.

-Paul nos estaba contando la nueva idea que tiene en mente.-intervino Ringo que, como siempre, quería quitarle hierro al asunto.

-¿Ah, sí?-preguntó John mirándolo, primero a él y después a Paul.-¿Y qué es? ¿Ahora nos tenemos que disfrazar de animalitos para el próximo disco?

Paul se quedó mirándolo por unos segundos y, de repente y para sorpresa de John, soltó una carcajada. Él se limitó a dedicarle una media sonrisa mientras le daba una profunda calada a su cigarrillo.

-Lo de los animalitos no está mal…-convino Paul divertido.-Hemos de desarrollar esa idea, John. Pero ahora… Estaba hablando de otra cosa.

-¿Qué cosa?

-Una película.-contestó Paul con determinación.

-¿Cómo?

-¡Sí!-exclamó su amigo ilusionado.-Una película. Pero no como las que hemos hecho hasta ahora, para nada. Me refiero a una película que nosotros mismos “hagamos”, sin seguir las órdenes de nadie. Sin guiones, sin nada de esas mierdas que nos agobian. Quiero que sea una película diferente.

-Y tan diferente…-masculló él con escepticismo. A veces los proyectos de Paul lo dejaban un poco descolocado.-¿Y cómo se supone que vamos a sacar adelante eso?

-Lo sacaremos.-le cortó Paul con entusiasmo.-¿O es que a ti no te atrae la idea de hacer una película de rollo psicodélico? Algo que no se ha hecho hasta ahora, como hicimos con el Sgt. Pepper.

Por toda respuesta, John sonrió. No obstante, su sonrisa sólo era una burda máscara que trataba de ocultar su poca confianza en el proyecto que Paul acababa de proponerles. Miró a George y a Ringo. A juzgar por sus expresiones, ellos también opinaban lo mismo que él, pero Paul estaba cegado regocijándose en los detalles de su proyecto.

-Como quieras…-masculló él al fin poco convencido.

-¡Sabía que te gustaría la idea!-exclamó Paul contento.-Veréis… Pensaba en fletar un autobús y…

John apoyó su espalda en el sofá y desconectó del parloteo incesante de Paul. Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para ponerse a pensar ahora en un proyecto del que, a fin de cuentas, acabaría conociendo todos los detalles tarde o temprano. Demasiadas cosas…

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-Oh, mierda…-masculló Christine por lo bajo cuando leyó la carta que le habían dejado sobre su escritorio en la redacción.

-¿Qué pasa?-preguntó Jordan.

El chico, que hasta ese momento había permanecido en silencio mientras ponía en orden sus fotos en la mesa de al lado, había parado en seco de trabajar y la miraba preocupado. Chris le dedicó una sonrisa tranquilizadora y blandió el sobre delante de él.

-Es por esto.-aclaró.-Es una invitación para la gala del periódico que hacen el viernes que viene. Y si te digo la verdad, no me apetece ir para nada…

-Entiendo.-contestó Jordan.-Son un aburrimiento, pero hay que cumplir. Yo tampoco tengo demasiadas ganas. Sólo son un montón de viejos aburridos regodeándose por lo bien que hacen su trabajo y martirizándonos a los más jóvenes con su mierda de discursos soporíferos.

-Vaya… Si ya tenía pocas ganas, después del alentador panorama que describes, creo que tengo muchísimas menos.-rió ella.

-Es cierto.-contestó Jordan encogiéndose de hombros.-Son una mierda, pero una mierda de las grandes. Por cierto… ¿te han invitado a ti sola o también a un acompañante?

-Con acompañante.

-¿Con quién irás?

-Pues si consigo convencer a John…-respondió la chica.-Obviamente no le contaré nada de lo que tú me has dicho o me deja plantada.

-Dile que se monta un fiestón de escándalo.-le rió la broma Jordan.-No quiero que falte. Por lo menos que esta mierda de gala me sirva para conocer al famoso John Lennon.

Chris se quedó mirándolo durante unas milésimas de segundos. Jordan parecía tener muchas ganas de conocer a John, pero, sin embargo, le asustaba la idea de aquel encuentro. Sabía que John no podía ver a Jordan ni en pintura y temía su reacción, siempre impredecible.

-¿Y tú? ¿Traerás a alguien?-preguntó ella cambiando de tema radicalmente. No quería seguir hablando de John.

-Como no traiga a mi perro…-sonrió el chico.- Iré solo, como siempre. ¿Sabes? Paso de traer a uno de mis ligues a una fiesta así. Tengo miedo de que salga corriendo.

-A uno de sus ligues, dice…-rió Christine.-Ni que tuvieras tantos…

-Créeme, hay más de los que tú, chica Beatle, te puedas imaginar…-le dijo guiñándole un ojo.

-Oh, vaya…-masculló ella fingiendo cara de asco.-Siento no caer rendida a tus pies ahora mismo, Casanova, pero no tengo tiempo. O acabo el artículo que en teoría debería estar haciendo ya o el director me corta la cabeza.

-Un gran ejemplo que yo también debería seguir…-comentó él antes de volver de nuevo a fijar la vista en sus fotos.-Por cierto, Chris, trabaja rápido. Porque como acabe yo con estas fotos antes que tú, te aseguro que te voy a molestar.

-Muy gracioso, Jordan…

El chico ya no contestó nada; había vuelto a concentrarse en la selección de las fotos que tenía delante. Chris sonrió, se estiró un poco los brazos y apartó el sobre con la invitación de delante de la máquina de escribir. Era momento de dejar atrás todas sus tribulaciones sobre aquella gala y volver al trabajo.

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“Pues vale”. Aquella había sido la contestación que John le había dado a la vez que se encogía de hombros cuando Chris le había dicho que les habían invitado a la gala del diario. “Pues vale”. ¿Cómo podían aquellas simples dos palabras ponerla tantísimo de los nervios? La verdad era que hubiera preferido mil veces que John se negara en redondo u objetara cualquier cosa antes de que le diera aquella contestación tan apática. Odiaba verlo así. Desde hacía semanas parecía que le diera todo igual. A todo respondía con un “sí”, con un “vale” o con cosas por el estilo, sin demostrar el menor interés ni por nada ni por nadie. ¿Que su hermano proponía hacer una película que a él le daba igual? Pues vale. ¿Que su nuevo inseparable, Alex, quien por cierto a ella no le hacía nada de gracia, le decía de salir a sitios donde él antes ni siquiera hubiera querido pisar? De acuerdo. ¿Que ella le pedía que le acompañara a una mierda de gala? Como quieras. Era como si John hubiera optado por callar y encogerse de hombros, dejándose llevar por los demás, para encontrar aquella paz interior que tanto pregonaba aquel Maharishi que habían conocido.  O quizá la apatía en la que se sumía durante sus viajes de LSD había acabado por invadir también sus momentos, cada vez más escasos, de sobriedad.

-¿No vas a decir nada más?-preguntó ella incrédula a la vez que intentaba mantener a ralla sus nervios.-¿Vale? ¿Me acompañas? ¿Sin quejas ni nada por el estilo?

-¿Y qué quieres que te diga, Christie?-contestó él sin perder la calma.-Te han invitado a esa gala y quieres que vayamos, ¿no? Pues vale, vayamos. Ya está.

-¿Ya está?

-Ya está.-repitió él extrañado.

-Vale…-bufó la chica. Tampoco tenía ganas de ahondar más en el tema o aquello acabaría en una discusión segura.-Te advierto que quizá sea un poco aburrido.

-No será la primera gala aburrida a la que acuda en mi vida, tranquila.-sonrió él.

Aquella sonrisa hizo que Chris se olvidara por unos instantes de todas aquellas cosas que tenía en la mente así que, casi como de un instinto reflejo se tratara, se abrazó a él.

-Gracias.-sonrió.

-No hay de qué.

Y entonces John le dio un beso cálido, dulce. Un beso nada apático que demostraba muchas, muchas cosas. Chris sonrió cuando sus labios se separaron. Se querían. Aún había esperanza con John.

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La semana había pasado con una rapidez alucinante. Al menos, la locura de proyecto de Paul sobre aquella película le había servido para romper la tediosa rutina de estar sin hacer prácticamente nada en casa. Habían estado trabajando (si a aquello se le podía decir trabajar) en una serie de ideas para el film y, además, John había vuelto a sentir el impulso de componer. Después de aquella semana de actividad, John ya no creía que los Beatles estuvieran acabados tal y como había estado pensando desde que Brian había muerto de una manera tan repentina. Quizá sí que hubiera luz al final del túnel. Quizá sí que podrían seguir adelante sin acabar llenos de mierda.

Precisamente una de las cosas que más le fastidiaba en aquellos momentos era el hecho de no poder sentarse tranquilamente con su guitarra para intentar sacar algunos acordes para aquella canción que venía rondándole por la cabeza. No. No podía hacerlo porque tenía que acudir a aquella mierda de gala del periódico de Chris. Pero, pese a que aquello le diera mucha rabia, no quería quejarse delante de ella. No quería una discusión en balde. No era imbécil y sabía que las cosas entre ellos no estaban pasando por su mejor momento. No quería hacer tambalear los cimientos de lo que más quería en el mundo por una tontería.

-Voy a darme un baño antes de arreglarme, ¿vale?-preguntó de repente Chris asomando la cabeza por la puerta del estudio, donde estaba él.

-De acuerdo.-sonrió.-Ponte guapa.

John permaneció allí, quieto, hasta que escuchó como ella entraba en el cuarto de baño y cerraba la puerta tras ella. Esperó un poco más hasta que escuchó que abría el agua de la bañera y, entonces, se puso en pie casi de un salto. Estaba nervioso y tembloroso. Sabía perfectamente por qué era. Aquellos últimos meses había estado demasiado enganchado a la mierda y tenía la necesidad de meterse algo. El porro que se había fumado junto con Chris aquel mediodía no le había servido prácticamente de nada. Estaba tan acostumbrado a la marihuana que ya no le bastaba con eso. Necesitaba algo más, algo más duro, o acabaría la noche como un loco buscando una maldita dosis. No obstante, se había hecho a sí mismo la promesa de mantenerse lúcido ese día por ella. No quería amargarle la gala y sabía que si se metía ácido lo haría.

Nervioso, empezó a caminar de un lado a otro de la habitación, pensando. Entonces, una idea le cruzó por la mente. Vale, si se metía ácido Christine se lo notaría enseguida pero, pese a que el LSD fuera su dosis fetiche, había infinidad de cosas más que daban un viaje más “disimulado”. Con un poco de suerte, ella no notaría nada y, de ese modo, todo estaría bien.

Salió del estudio procurando no hacer demasiado ruido y entró en su habitación. Después, cerró la puerta con cuidado y abrió el armario. Enseguida vio la cajita de madera en la que guardaba todo. La agarró, la abrió y miró en su interior. Anfetaminas y demás pastillas, ácido, marihuana y cocaína. Su mirada se posó en el polvo blanco casi en el acto. Sí. Coca. No le gustaba demasiado, pero daba un colocón bastante limpio y si se esnifaba una buena raya estaba seguro de que sería capaz de disipar las ganas de meterse LSD.

No tardó ni un minuto en prepararse la raya, un rulo con un billete de veinte libras que tenía en la cartera y esnifársela. Después, se limpió los restos de polvo blanco de la nariz ante el espejo y sonrió. Ya casi podía sentir como los temblores y la ansiedad iban remitiendo poco a poco.

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El llegar a la gala acompañada por John había sido toda una odisea. Y es que, todos sus compañeros, prácticamente se habían abalanzado sobre ellos para conocerle en persona, aunque algunos de ellos estuvieran cansados de verle e incluso de participar en ruedas de prensa del grupo. Afortunadamente, John no estaba ese día especialmente sarcástico. Parecía incluso demasiado animado y, pese a que a Chris aquello le chocaba sobre todo teniendo en cuenta la apatía de las últimas semanas, podía decirse que por el momento todo estaba saliendo más o menos según lo había esperado.

-Hola, Christine.

La chica reconoció en el acto la voz de Jordan por detrás de ella y notó como se le revolvía el estómago: había llegado el momento de presentarle a John. No obstante, Chris dibujó enseguida una sonrisa fingida en su cara y se volvió.

-Hola, Jordan, ¿qué tal?-preguntó. No se le escapó la mirada que John le lanzó nada más escucharle pronunciar aquel nombre.

-Bien, genial. Disfrutando de la gala.-sonrió y después, bajando la voz hasta asegurarse que sólo John y ella lo pudieran escuchar, añadió:-Aburriéndome como una ostra.

Chris soltó una risita por lo bajo, aunque John no. La chica captó enseguida el mensaje. Lo mejor sería presentarlos cuanto antes e intentar demostrarle a John que Jordan no era más que un amigo.

-Por cierto, vosotros dos no os conocéis.-dijo.-John, él es Jordan, el chico que trabaja conmigo de fotógrafo. Jordan, éste es John.

-No necesitas muchas presentaciones, tío.-le saludó Jordan a la vez que le tendía la mano. John se la dio, titubeante.-Encantado.

-Encantado.-respondió John.-Chris me ha hablado bastante de ti. Ya tenía ganas de conocerte en persona.

-Lo mismo digo. Por cierto… ¿Os apetece que después de la mierda esta vayamos a tomarnos algo por ahí para quitarnos el mal sabor de boca que nos deje el aburrimiento?

-No sé…-masculló Christine dudosa.

-De acuerdo.-contestó John de repente para sorpresa de ella.-Salgamos a tomar algo por ahí después.

Chris se quedó mirando a John como si no lo conociera. A juzgar por su expresión y su tono de voz parecía estar incómodo con Jordan pero, por otra parte, acababa de acceder a su proposición. No sabía qué mierdas estaba pasando por su cabeza, pero la verdad era que aquello no le daba demasiada buena espina.

-Genial.-respondió Jordan, que parecía más contento que un niño con un juguete nuevo.-Y ahora, creo que deberíamos ir pasando al comedor… Parece que va a empezar la diversión. Creo que nos han puesto en la misma mesa. Por lo menos, nos reiremos por lo bajo un rato.

Chris agarró aire disimuladamente al escuchar aquellas palabras. Y encima estaban en la misma mesa… Perfecto. Si esa noche no se armaba, sería un milagro.

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A aquellas alturas de la noche, John ya estaba demasiado borracho como para ser consciente de cómo habían llegado hasta su casa después de soportar estoicamente aquel muermo de gala y de andar de local en local de Londres mientras se emborrachaban. Y, cómo no, allí estaba aquel maldito cabrón de Jordan, al que le iba pillando más y más asco conforme pasaban los minutos. De acuerdo, había sido él el que había aceptado su propuesta de salir por ahí después de la gala, pero no lo había hecho porque el chaval le cayera bien ni nada por el estilo. Lo único que quería John era ver cómo se comportaba el tipo aquel con su novia, observarlo.  Y aquella observación había dado sus frutos: aquel bastardo miraba a Chris como si fuera a tirarse sobre ella de un momento a otro. No le cabía la menor duda de que se la quería tirar. No obstante, lo peor de todo era que ella le seguía las bromas y las gracias y, pese a que su parte racional le había estado diciendo durante toda la noche que no lo hacía de una manera consciente, su parte irracional, que en esos momentos ya se había poderado de él por completo, le decía precisamente todo lo contrario.

-Joder, este whisky es de los mejores. Qué bueno que es ser rico.-dijo de repente Jordan a la vez que se servía un generoso vaso él mismo.-¿Queréis un poco?

-No, gracias.-le contestó Chris.

-A ella le va más el ron.-le cortó John secamente.-Y yo estoy demasiado borracho como para seguir bebiendo.

-Joder, pensaba que un tío como tú estaría acostumbrado a las emociones fuertes…-rió Jordan.

-Podría tumbar a cien niñatos como tú sin que ni siquiera se me moviera un pelo.-le cortó John a la defensiva.-Pero ahora no tengo ganas de seguir bebiendo, ¿vale?

Jordan se lo quedó mirando un tanto extrañado y balbuceó un leve “lo siento” casi imperceptible. Chris también lo miraba, entre asustada y sorprendida. No obstante, él no hizo el menor caso de sus miradas y empezó a hurgar por los bolsillos de su pantalón hasta que encontró la papelina con coca que había tenido allí guardada toda la noche. La puso sobre la mesa de delante del sofá con un golpe.

-John.-le reprochó Chris a su lado.-Eso…

-Esto es coca, pequeña.-le aclaró él.-Y necesito meterme una buena raya para que se me baje la borrachera que llevo. A lo mejor a ti también te vendría bien y a tu amigo ya ni te cuento. ¿Te apetece, chaval?

Jordan titubeó un poco antes de contestar.

-No, gracias. No me meto…

-Ya, ya.-rió John.-No te metes mierdas ilegales. Pensaba que a un tío como tú no le asustaban estas cosas…

-John, para ya.-le cortó Chris a su lado.

-Tranquila…-rió John mientras empezaba a prepararse la raya sobre la mesa.-Sólo le estoy ofreciendo un poco de mierda a nuestro invitado. Pensé que le gustaría.

Nadie le contestó mientras esnifaba.

-¿Seguro que no queréis?-preguntó él en tono burlón cuando acabó. A aquellas alturas ya había perdido por completo el control sobre lo que decía.

-Seguro.-contestó Jordan, que lo miraba con los ojos abiertos como platos.

John soltó una risita divertido y se dejó caer sobre el respaldo del sofá. Otro silencio se hizo entre los tres, pero a él no le pareció nada incómodo. Al contrario, le divertía en cierta manera.

-¿Quieres hielo, Jordan?-preguntó de repente Chris al cabo de unos segundos. Era evidente que lo hacía por romper la tensión, pero John no lo entendió de aquella manera.

-Sí, cariño.-le contestó él antes de que Jordan ni siquiera tuviera tiempo a abrir la boca.-Ponle hielo, pero no sólo al whisky, también a sus pantalones. Creo que le hace falta…

-¡John!-le gritó ella nerviosa.

-No te alteres, pequeña.-sonrió él con malicia pasándole la mano por la cara.-Sólo digo lo que veo. Y veo que a tu colega Jordan se la pones muy dura…

Christine le apartó la mano de su cara violentamente y lo miró desafiante. John simplemente se limitó a reír antes de volverse para mirar a Jordan. El chico estaba rojo como un tomate y miraba la escena incrédulo.

-¿Verdad que mi niña está buena?-le preguntó John cargado de veneno.-¿Verdad que sí? ¿A que te la follarías si pudieras?

-John, yo… Chris…-titubeó Jordan, que no sabía dónde meterse.

-Chris te la pone dura y te la quieres follar.-le espetó él casi escupiendo las palabras.-¿O ya te la has follado?

-¡Por favor, John!

-Creo que te has equivocado conmigo.-se apresuró a decir Jordan.

-Pues yo creo que no. No me he equivocado. ¡He visto como la miras, joder! ¡¿Te crees que soy subnormal?!

-Christine es sólo mi amiga y…

-Tu amiga, ya. Y yo, como soy imbécil, me lo creo.-le cortó John poniéndose en pie casi de un salto.-Lárgate de mi puta casa. Ahora.

-¡John! ¡No tienes derecho a…!-le gritó Chris levantándose ella también.

-¡Tú cállate, maldita puta!

No fue consciente de lo que había gritado con todas sus fuerzas hasta que vio la mirada de Chris. Entonces, al comprender lo que había hecho, sintió como la rabia se apoderaba de él por completo. La había cagado. La había cagado por culpa de aquel maldito bastardo que aún estaba sentado en su sofá y que lo miraba con cara de gilipollas, así que, sin pensárselo dos veces, agarró a Jordan por la solapa de su camisa y lo levantó de allí con violencia, dispuesto a descargar contra él toda la mierda que él tenía adentro.

-¡Te he dicho que te largues, joder!-le gritó empujándolo hacia afuera del comedor con furia y haciendo que el chico trastabillara y cayera en el suelo torpemente.

-¡Maldita sea, John!-le gritó Christine detrás suyo.-¡Déjalo estar!

-¡No lo defiendas, joder!-le espetó él fuera de sí antes de agacharse y levantarlo de nuevo con más fuerza aún.-¡Y tú, lárgate de aquí, hijo de puta! ¡Fuera de mi casa! ¡Fuera!

Lo empujó con toda la fuerza de la que fue posible hacia la puerta de casa y lo echó de su casa, ciego de rabia. Después, cerró la puerta fuertemente y se apoyó sobre la pared, con la respiración agitada. Aún escuchó como aquel cabrón bajaba apresuradamente por las escaleras antes de volverse a poner derecho y dirigirse de nuevo hacia el comedor, todavía sintiéndose capaz de cometer la mayor de las locuras. No obstante, la visión que tuvo al entrar le hizo poner los pies en el suelo de repente. Allí, en el sofá, Christine lloraba como una niña pequeña, sin consuelo posible, hecha un ovillo y temblorosa. Fue entonces cuando tomó plena consciencia de lo que había acabado de ocurrir allí. Fue eso, y no la cocaína, lo que le hizo bajar la borrachera de repente.

-Pequeña…-balbuceó con un hilillo de voz. Se sentía tan imbécil que hasta el mero hecho de escucharse hablar así mismo le producía arcadas.-Yo no…

La chica no contestó. John se acercó hacia ella y, con miedo, le pasó la mano por el pelo.

-¡No me toques!-le gritó ella nada más sintió su contacto.

-Christie, pequeña, yo…

Antes incluso de que pudiera terminar de balbucear algo con sentido, Christine se volvió hacia él y lo miró, con rabia. Tenía los ojos rojos e hinchados y había algo en su mirada que lo hizo estremecer. Y es que, por primera vez desde que se conocían, Chris le estaba mirando con verdadero odio. Un odio visceral. Un odio que se clavaba dentro de él como un cuchillo afilado. Casi de manera automática, John apartó la mano de su pelo y bajó la mirada, incapaz de sostenérsela ni un segundo más.

-Yo no quería…-intentó excusarse.

-Cállate.-le cortó ella.-Aunque sea por una maldita vez en toda tu vida, cállate.

Chris se puso en pie lentamente y empezó a caminar hacia la puerta del comedor. John levantó la cabeza y la miró. Entonces, un enorme escalofrío recorrió su espalda.

-¿Adónde vas?-preguntó sin poder ocultar una nota de miedo en su voz.

Ella se volvió y lo miró, de nuevo, con aquella frialdad indescriptible.

-Me voy a la cama.-contestó.-Tranquilo. No tendrás que compartir cama con una puta esta noche, me iré a otra habitación.

-¡Christie, sabes que yo…!

-Yo ya no sé nada, John. Nada.-le cortó ella.-Mañana hablaremos. A mí tampoco me apetece ahora tener conversaciones con un borracho drogata.

Sin decir, ni una palabra más, Christine salió del comedor dejándose a John allí solo. Y entonces, cuando escuchó la puerta de la habitación que solía usar Julian cuando estaba con ellos cerrarse con violencia, dio un furioso golpe contra la mesa. ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Cómo?

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Apenas habían despuntado las primeras luces del alba cuando Christine se levantó de la cama. No había dormido en toda la noche. No había podido hacerlo con la cantidad de lágrimas y de pensamientos que la habían acosado durante sus horas allí encerrada en aquella pequeña habitación. Mucho menos cuando por fin había tomado plena consciencia de que todo el mundo, su padre, sus hermanos, todos, habían tenido razón cuando le habían dicho que enamorarse de John era lo peor que podía hacer en la vida. ¿Y qué podía hacer ella? Lo amaba. Lo amaba con todas sus fuerzas y estaba segura de que jamás podría llegar a querer a nadie de ese modo, pero, por otro lado, el estar con él había pasado de ser todo un cuento de hadas a un verdadero infierno. Aquello no podía seguir así.  Simplemente, no podía hacerlo.

Y por mucho que le doliera, por mucho que sintiera como se rompía en mil pedazos por dentro, Christine había tomado una decisión. No. No iba a consentir que nadie arruinara su vida. Nadie.

*******************************

John no se había movido del comedor en toda la noche y apenas podía pensar con claridad. Se sentía mal, muy mal, y no sabía qué podía hacer para remediarlo.

-Hola.
La voz de Chris le sobresaltó y se giró hacia ella inmediatamente. Había estado tan pendiente de sus propios pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta de que Christine había entrado en el comedor y lo estaba mirando desde la puerta. Continuaba con los ojos rojos e hinchados y ofrecía un aspecto deplorable, casi tanto como el que debía de ofrecer él. Era evidente que se había pasado toda la noche llorando.

-Hola.-le devolvió él el saludo.-¿Cómo estás?

La chica agarró aire antes de contestarle.

-Es evidente que mal. John… Tenemos que hablar.

El sonido de aquellas tres palabras le traspasó como si fuera una espada.  No obstante, intentó permanecer tranquilo y asintió con la cabeza.

-Hablemos.-susurró al fin.-Christie, sabes que yo te…

-Para un momento, John.-le cortó ella sin apenas voz a la vez que se sentaba a su lado en el sofá.

-¿Qué ocurre?

La chica negó con la cabeza antes de contestar.

-No quiero que hagas esto más difícil de lo que ya es, ¿vale?-dijo casi en un susurro.

John la miró. Su ojos se habían empezado a inundar de lágrimas y él, a su vez, sintió como un incómodo nudo se le hacía en la garganta. No era idiota y sabía por dónde iban a ir los tiros, aunque se resistiera a aceptarlo.

-Chris…-susurró él.-Mira, hagamos una cosa. Olvidemos esto. Olvidemos todo lo que pasó anoche. Iniciemos una nueva vida, ¿sí?

Ella lo miró, sin mediar palabra. Una lágrima rebelde se le escapó y él se apresuró a limpiársela con el pulgar.

-No me llores. No soporto verte así.-continuó él.-Pequeña, empecemos de nuevo. Desde cero. Solos tú y yo. Olvidémonos de ese Jordan, del maldito periódico, de todo, e intentémoslo así.

-No lo entiendes, ¿verdad?-dijo ella con la voz temblorosa mientras otro par de lágrimas rodaban por sus mejillas.-Crees que todo se reduce a que deje el periódico, a que no vuelva a ver a Jordan… ¿Y qué cambiaría eso, eh? Dímelo.

John se quedó mirándola durante unos segundos, aunque no contestó.

-No contestas porque sabes que no cambiaría nada.-continuó ella.-No contestas porque sabes que el problema no es Jordan, ni el periódico, ni nadie más que no seamos tú y yo. El problema está en que tú y yo nos hemos vuelto incompatibles, John. Ése es el problema.

-No es cierto.-le cortó él asustado.-No somos incompatibles. Eso es mentira.

-No es mentira.-le replicó ella.-No lo es. Míranos, ¿quieres? Tú te pasas todo el día colocado y yo no sé cómo acercarme a ti sin provocar una pelea.

John calló durante unos instantes, meditando la respuesta.

-Dejaré la mierda.-susurró él en un intento desesperado por evitar lo que parecía inevitable.-Lo dejaré, te lo prometo.

La chica lo miró a los ojos, analizándolo, y negó con la cabeza.

-¿Cuántas veces me has dicho eso antes? ¿Diez? ¿Doce? Y yo no… No puedo creerte, John. Ya no puedo.

-Chris… No puedes…-balbuceó él.-Te amo. Te amo y lo sabes.

-Y yo a ti también, Johnny.-le contestó ella ya llorando sin molestarse por evitarlo.-Te amo, te amo muchísimo, pero no podemos seguir así. Nos estamos matando mutuamente.

-Christie…

John intentó abrazarla, pero ella lo apartó con suavidad.

-No puedo, John. Lo siento.-susurró.-Yo ya no…

Él se quedó mirándolo durante unos segundos, unos segundos en los que el pánico se apoderó de él.

-¿Qué es lo que quieres decir?-preguntó al fin con un hilillo de voz.

Chris se puso en pie antes de contestar, hecha ya un mar de lágrimas.

-Creo que será mejor que nos tomemos un tiempo.

-¿Quieres dejarlo?-preguntó él asustado.

-Necesito pensar en todo. Y creo que tú también.-contestó ella.-He recogido lo que me es imprescindible. Ya enviaré a alguien para que recoja el resto de mis cosas…

-Joder… No te vayas.-susurró él poniéndose en pie de un salto y situándose frente a ella. Le agarró las manos con suavidad-Chris, por favor, te quiero. No me dejes.

Ella le apartó la mirada, llorando. Se mordió el labio inferior en un vano intento por dejar de llorar y volvió a con la cabeza.

-No puedo, John.-dijo al fin separándose de él.-No puedo. Por favor, no me hagas esto más difícil.

No fue hasta aquel momento que John se dio cuenta de que ella ya tenía una pequeña bolsa preparada junto a la puerta del comedor. Aquella visión, lo dejó helado. El hecho de tener allí las cosas a punto para irse sólo ponía en evidencia que Christine ya había tomado su decisión desde antes incluso de hablar con él.

John sólo pudo mirarla incrédulo, casi en estado de shock, mientras ella agarraba sus cosas, se ponía la chaqueta y se encaminaba hacia la salida de casa. Chris se volvió para mirarle una última vez antes de salir por la puerta. Seguía con los ojos anegados en lágrimas, dolida y frágil como nunca antes la había visto en toda su vida. Pero aún así, pese a que durante unas milésimas de segundo John albergó la esperanza de que volviera a entrar y se fundiera en un abrazo con él, ella se volvió a dar la vuelta y salió de casa.

El ruido de la puerta al cerrarse le rompió por dentro. Fue peor que un balazo. Fue peor que nada. Y entonces, exasperado, John apoyó su espalda en la pared y se dejó caer en el suelo antes de arrancar a llorar. Ya no había vuelta atrás. La había perdido. Se había acabado. Christine ya no iba a ser más su pequeña. John Lennon volvía a estar asquerosamente solo.



Sí. Antes de que alguien me mate, que sirva de consuelo que en estos momentos me mataría a mí misma por lo que acabo de escribir y publicar. De verdad que a mí más que nadie me ha dolido en el alma hacer esto, pero en fin, la trama es la trama y hay que seguirla… :(
Respecto al capi en sí, tampoco es que sea lo mejor que he escrito en mi vida, por lo que pido disculpas. Espero que me entendáis. Es un capi que escribo así con reparos porque no me gusta nada lo que ocurre, así que… Ha quedado esta… cosa. Pero bueno, menos da una piedra, no? Jajajajaja.
Y bueno, yo, por mí, nada más, sólo que os mando un hipermegasaludo a todas y que ya sabéis que os quiero mucho por estar ahí, leyendo y/o comentando y haciendo feliz a esta personita que os escribe desde aquí y que promete compensaros esta cosa de hoy más adelante con capis menos lacrimógenos, jajajaja.
Saludos, genias! :)




5 comentarios:

  1. Lo acabo de leer de vuelta. Me hiciste llorar. Creo que no podré comentar nada.

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  2. Mentiraaaaa...acá estoy yo, haciendo de tripas corazón para ponerte algo bueno, aunque sé que será una berretada jajaja
    Bueno. I'm indignada. La escoba ya me queda corta, creo que necesitaré aceite hirviendo y se lo tiraré a John desde la terraza, como hicieron las mujeres en las Invasiones Inglesas a Buenos Aires. (Después de todo, él es inglés, asi que hay similitudes)
    Bien, trataré de ir por partes, aunque esas partes conducen a un todo (?)
    Ay Paul, vos y tus peliculas que arrancan con un circulo en un papel y terminan de un modo...extraño. Sólo diré que me ofrezco para manejar el bondi (ay, siempre quise hacerlo, y mas ese bondi todo colorido) Supongo que en mi "estado" no me van a contratar....¬¬
    Sigo...John y sus monosílabos. Si hasta parece nombre de programa infantil educativo jajajja A ver, querido, da unas respuestas mejores....Mi madre, si leyera esto, diría que es igual a mi, que a todo contesto "No sé".
    Esta parte,
    " Después, se limpió los restos de polvo blanco de la nariz "
    me recordó a este chiste:
    -Hijo, qué es ese polvo blanco que tienes en la nariz?
    -Está bien mamá, lo admito: es cocaína.
    -¡A mí no me engañas! ¡Te besaste con un albañil!

    Advertí que era malo.
    XDDDDD

    Sigo. Ahora sí, me pongo seria. Ese "Tú cállate, maldita puta!" te juro (pero te juro) que me hizo doler hasta el alma. Enserio, no sé porqué decis que no te salió bien, si mirá lo que me causaste.
    Y...eso. Todo el resto ya sabés, me mató, me reventó y me dejó ahí tirada. No vuelvas a decir que te salen mal las cosas o que no sé, todas esas cosas que vos decís, porque es mentira, escribís como una genia, (sos genia, qué digo) y este capitulo te quedó "de puta madre" como decís vos. Mis mas sinceras felicitaciones, y te compadezco porque sé lo que es hacer estos capitulos tan jodidos, aunque éste supera totalmente los mios, porque no son el drama que supone este (y porque no son tan buenos) Ahora me intriga saber adónde irá Chris. Una tal Mary le puede dar asilo político ;)
    Bueno señora, reina y ama de los fics, la dejo.
    Mis respetos ante usted.


    P/D1: We are malas jijijijijii
    P/D2: Excelente la clase de pasodobles, la amé!
    P/D3: El Maharishi Andry está en una ventana y no quiere dar a conocer sus pensamientos. Está descansando porque estuvo de "retiro espiritual" desde el domingo, tuvo agotamiento mental y espiritual.
    P/D5: No hay caso, quiero hacer un comentario serio, acorde al capitulo, y siempre salgo diciendo giladas....Sorry.
    P/D5: Crisssshhhhhhtinaaaaa!!!!!!

    Besote!


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  3. Hola Cris, después de mil años luz reaparezco en tu blog. Disculpa por no comentar todos los capítulos anteriores pero el ocio mortal de los dos meses de vacaciones comenzaron a apoderarse de mi, fue feo, no tenía ganas de hacer nada ni de leer D:
    Al fin me he puesto al corriente, hubo muchos eventos trágicos, la muerte de Brian fue la más impactante.
    Ahora la separación de Chris y Lennon, te juro que sentí horrible. Supongo que no habrá una undécima oportunidad, ¿cierto?
    ¡Aw me dieron ganas de llorar! Pero justifico la decisión de la chica, seguir en esa situación ya no era sano para ninguno de los dos.
    Mary y su embarazo...qué cosa más bella :3

    Claro que no te quedó mal, escribes de maravilla mujer, de grande todos deberíamos redactar como tú :D Soy tu fan, en serio jajaja
    Cuídate, saludos y buena vibra.

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  4. ahhhh cómo que no es de tus mejores capítulos??? a mi me encantó jajajaj y no porque Chris y John ya no estén juntos :(
    siempre me he considerado superfan de los beatles pero después de leer tu fic supe mil cosas más de ellos jajaja así que después de todo no soy la máxima fan :( jaja ya en serioo tenía unas dudas, exactamente de dónde salió Magic Alex? Lo único que sé de él es (o era, la verdad no sé si siga vivo todavía, esto demuestra que soy toda una ignorante en el mundo beatles) griego y ya! y también tenía la duda si John en verdad se drogaba con cocaína...? Por ahí leí que llegó a ser adicto a la heroína y que incluso la canción Happiness is a Warm Gun tiene algunas referencias de esta adicción, pero tampoco supe si sí era totalmente verdadero. Como sea, espero que me saques de estas dudas!! Y aunque no lo creas cada que me meto a internet esta página es de las primeras que abro para revisar si hay algo nuevo! Así que podría decirse que la reviso prácticamente todos los días! Como sea, te mando un saludo desde México!
    -Ingrid :)

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  5. uyy me comí unas palabras: donde puse que lo único que se de Magic Alex es... quise poner que lo único que sé de él es que es/era griego! jajaja perdón, puse un paréntesis muy grande y se me fue el avión!

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