Sólo les quedaba una nota por saber y la tensión era
prácticamente insoportable. Sorprendentemente, hasta ese momento tanto Chris
como ella llevaban todas las asignaturas aprobadas. Lo cierto era que no había
sido en absoluto tan difícil como todo eso; los exámenes habían sido bastante
asequibles y sus notas, además, bastante altas. No obstante, les quedaba por
saber la nota de la asignatura más difícil que habían tenido ese curso, una
sobre Historiografía y Métodos de Investigación que incluía, además, una parte
de estadística y otra de filosofía bastante importante. Para colmo, aquel había
sido el examen que habían hecho el día después de su encontronazo con Mel, por
lo que no había estado tampoco en plena forma a la hora de afrontarlo. Aún
recordaba la cara de fastidio con la que tanto Chris como ella (y muchísimos
alumnos más, por cierto) habían salido del examen. Y es que tenían la sensación
de aquello les había salido fatal y que seguramente les quedaría para
septiembre.
Y allí estaban en esos momentos, esperando junto con un
mogollón de gente de su clase a que el profesor saliera de su despacho y
colgara la lista con las notas en el tablón de anuncios. Ni siquiera estaban
esforzándose por mantener una conversación banal: estaban demasiado nerviosas como
para hablar de cualquier cosa como si no pasara nada. De pronto, la puerta del
despacho del profesor se abrió y apareció él, parsimonioso y arrastrando los
pies, con un par de folios en la mano. Los alumnos le dejaron paso en el acto y
el hombre pasó entre ellos con una sonrisilla de autosuficiencia que a Mary no
le auguró nada bueno. Conociéndolo, aquel maldito cabrón se estaba regocijando
al ver la cantidad de gente que había suspendido.
El profesor colgó con deliberada lentitud las hojas con los
resultados de los exámenes y se fue tal y como había y con la misma sonrisa
pedante. Nada más entró de nuevo en su despacho, una marabunta de estudiantes
se apelotonó en torno al tablón de anuncios. Chris y ella intentaron acercarse,
pero era imposible ver absolutamente nada con la cantidad de gente que tenían
delante. Puesto que era imposible saber todavía sus notas, Mary se dedicó a
observar a los que iban alejándose de allí una vez habían conocido su
calificación: casi ninguno tenía buena cara, sólo los empollones de la clase,
los ratones de biblioteca y muy pocos más tenían una sonrisita satisfecha.
Eso, unido a los comentarios como “mierda” y “a septiembre” que escuchaba por delante de ella, hizo que aún se
pusiera más nerviosa de lo que estaba. Y es que, si hasta entonces aún había
albergado una mínima esperanza de aprobar aquello, en aquellos momentos se
estaba desvaneciendo como si nada.
Poco a poco, la cantidad de gente que había delante de ellas
fue desperdigándose. Había llegado la hora de la verdad: sólo unos pasos y
conocerían sus notas. Mary le dedicó una mirada significativa a Christine, que
tenía una cara de susto increíble, seguramente la misma que ella debía estar
luciendo en aquellos momentos.
-¿Vamos a ver?-le preguntó su amiga intentando articular una
sonrisa despreocupada sin éxito.
-Vamos.-contestó ella.
Las dos chicas se acercaron hacia el tablón y empezaron a
mirar las listas. Mary sintió como se le caía el mundo a los pies. Con aquellas
notas, decenas de suspensos antes de llegar a la mitad de la lista, empezaba a
entender las caras que habían puesto la mayoría de sus compañeros al ver sus
notas.
-¡Maryyyy!-exclamó Chris de repente mientras señalaba con el
dedo su nombre, hacia la mitad de la primera hoja.
La chica miró hacia allí y lo que vio la dejó pasmada. Un 8.
Ni ella misma se lo creía. Incrédula, volvió a mirar. Estaba completamente
segura de que lo había visto mal, de que aquella no era su nota, de que era la
del de arriba de la lista o la del de abajo.
-¡Enhorabuena, máquina!
El grito de Chris le hizo reaccionar de repente. No, aquella
nota no estaba mal, era la suya y la de nadie más.
-No me lo puedo creer…-dijo aún sin asimilar aquella buena
noticia.-¡Es increíble!
No obstante, interrumpió de repente su grito de alegría nada
más dijo la última frase. Y es que no sabía aún la nota que su amiga había
sacado. ¿Y si había suspendido? Tampoco quería restregarle por la cara que ella
había sacado una buena nota…
-¿Y tú?-preguntó escuetamente mirándola.
-Me estoy buscando…-masculló Christine mirando la lista con
el ceño fruncido.-¡Puta madre!
Mary miró inmediatamente hacia donde estaba mirando su
amiga, intentando adivinar si aquel grito lo había lanzado por alegría o por
rabia al ver su nota. Y allí estaba, unos cuantos sitios por detrás de ella, McCartney, Christine, tenía un nada
despreciable 7,3.
-¡Es genial!-la felicitó ella.
-¿Genial? Esto es alucinante.-la corrigió Chris con una
sonrisa en la cara.-¡Pues si me había salido desastroso!
-Y a mí igual, aún no me lo explico…
-¿Sabes, Mary?-dijo Christine sonriendo.-Creo que deberíamos
largarnos de aquí antes de que este hombre se lo repiense de nuevo y nos cambie
la nota.
Mary soltó una risita a la vez que las dos se alejaban de
allí con una sensación de alivio tremenda.
-Oye, Chris…-dijo Mary mientras salían por la puerta de la
facultad.-¿No tenía Gwen que saber ahora también las notas de las pruebas de
acceso?
-Sí, tienes razón, salían a estas horas.-contestó su amiga
mirando su reloj de pulsera.-Y creo que dijo que era en el edificio este de
aquí al lado donde hicieron los exámenes, ¿no?
-Eso dijo.
-¿Y por qué no vamos a ver qué tal le ha salido?-preguntó
Christine resuelta.
Mary asintió con la cabeza. Le parecía una idea estupenda.
La pobre Gwen había estado agobiadísima con todo aquel asunto y le pareció un
detalle bonito el ir a hacerle compañía en el que posiblemente iba a ser el
momento de más tensión de todos. Conociendo a Gwen, seguro que se lo agradecía.
***************************************
-¿Un 7,5 de media?-preguntó Chris abrazando a Gwen
satisfecha.-¡Eso es una nota buenísima!
-¡Sí! ¡Y con ella entro seguro en Bellas Artes y no tendré
que regresar a Liverpool!-respondió Gwen que apenas podía disimular su emoción.
-Y además este verano estaremos todos juntos dando tumbos
por el mundo.-añadió Mary abrazándola también.-¡Enhorabuena, Gwen!
-¡Gracias chicas!-respondió la chica risueña.-Ahora
vayámonos, creo que esto lo tenemos que celebrar, ¿no?
-¡Que corra el alcohol!-exclamó Chris divertida mientras ya
se dirigían hacia la salida del edificio.-¡El alcohol y lo que no es alcohol!
-¡Christine!-la riñó Mary medio en serio medio en broma,
aunque sin poder ocultar su risa.-¡Qué bestia eres!
-Todo lo bestia que quieras, Hall, pero después tú bien que
te fumas los porros que te damos, ¿eh?
Gwen no pudo reprimir una sonora carcajada a la vez que Mary
le dedicaba una mirada asesina a Chris.
-Bueno, chicas…-intervino Gwen antes de que Mary le lanzara
el bolso a la cabeza de Christine.-¿Qué os parece si llamamos a los chicos al
estudio y les decimos que vengan a casa de George cuando acaben para
celebrarlo?
-¡Es una idea genial! ¡Vamos!
*****************************************************
La sensación que daba el haber terminado los exámenes era
simplemente fantástica. No obstante, lo mejor de todo aquello había sido el ver
la cara que se les había quedado a sus padres cuando había ido a Heswall ese
fin de semana para enseñarles la nota y su flamante solicitud de preinscripción
para Bellas Artes ya cumplimentada. Un 7,5 le aseguraba una plaza directa en la
carrera y, por tanto, ni su padre ni su madre habían podido objetar nada al
hecho de que se fuera ese verano con George y los demás de gira, aunque se
notaba a la legua que no la idea no les hacía ni pizca de gracia.
-¡Por fin! ¡Ya hemos terminado del todo!
El grito de George nada más entrar en casa le llegó a Gwen
hasta el salón, donde hasta ese momento había estado viendo una película por
televisión. La chica no pudo evitar esbozar una sonrisa satisfecha y se puso en
pie inmediatamente.
-¿Del todo?-preguntó asomando la cabeza por la puerta
mientras miraba a George con una mezcla de felicidad y ansiedad.
George le dedicó una inmensa sonrisa, una de esas sonrisas
que hacía que Gwen perdiera casi por completo la cabeza.
-Del todo.-confirmó él a la vez que asentía y se dirigía
hacia donde estaba ella.
-Pensé que no ibais a terminar nunca con ese disco…-dijo
ella antes de que George le plantara un intenso beso en los labios.
-Pues ya ves que al final todo llega, ¿no?-dijo él esbozando
una sonrisa pícara antes de volverla a besar.
Gwen soltó una risa entre dientes ante aquella muestra de
cariño.
-Estás muy cariñoso tú hoy, ¿no?
-¿Acaso los otros días no soy cariñoso contigo?-preguntó él
casi entre susurros.
-Sí, pero hoy bastante más, reconócelo.-respondió Gwen
mirándolo a los ojos.
George sonrió nuevamente antes de decir nada.
-Es que hoy, Gwen, todo es maravilloso.-dijo.-Ya estamos
libres los dos por fin. Supongo que es un motivo más que suficiente para que
esté contento y quiera celebrarlo con la persona más fantástica del mundo…
A Gwen ni siquiera le dio tiempo a decir nada más ya que
George volvió a pegar sus labios a los suyos, ahora con mucha más pasión que
antes. Cuando se separaron, la chica le lanzó una mirada penetrante a George.
Estaba radiante y sí, debía darle la razón: tenía al chico más maravilloso del
mundo para ella y estaban a punto de pasar todo el verano juntos, sin separarse
para nada. ¿Acaso podía desear algo más? Y es que nunca en toda su vida,
Gwendolyn Delilah Montrose hubiera pensado que acabaría con aquel chico que un
día del 64, sin quererlo, le había llamado la atención de una manera especial
mientras actuaban por la televisión, como si aquello hubiera sido una señal de
que los dos, sin duda, estaban predestinados a estar juntos.
Era sábado por la
noche y su hermano y ella estaban discutiendo acaloradamente, para variar. Su
madre ya les había reñido desde la cocina, mientras que su padre simplemente se
había limitado a subirle el volumen al televisor para mitigar sus gritos.
-¡Mirad, chicos!-dijo
de repente el hombre haciendo que los dos hermanos pararan en seco de
gritarse.-¡Van a salir esos que os gustan a vosotros!
Gwen fijó su vista en
la pantalla y vio como, efectivamente, The Beatles se estaban situando en el
escenario. Casi por arte de magia, la chica olvidó repentinamente su discusión
con Josh y calló inmediatamente.
-¿Qué? ¿Estás viendo a
tu novio Paul?-le preguntó el niño por detrás con el firme propósito de fastidiarla.
-¡Cállate, Josh!-le
gritó ella antes de volver a fijar la vista en la televisión, justo en el
momento en que ellos empezaban a cantar Cant’ Buy Me Love.
Era cierto. A Gwen le
gustaba Paul. No es que se considerara una fan de las de verdad, como las
chicas que gritaban su nombre en el plató de televisión, pero lo cierto es que,
de los cuatro, era el que más le atraía. John le asustaba un poco, Ringo le caía simpático aunque nada más y
George le parecía demasiado misterioso. Así que, si le pedían elegir a un
favorito, Gwen optaba siempre por Paul McCartney. Cantaba bien, era guapo, se
veía agradable, correcto…
Pese a las burlas de
su hermano, que no paraba de decir chorradas sobre Paul, Gwen disfrutó de la
canción como la que más hasta que se terminó.
Y fue justo entonces
cuando sucedió. El presentador, anunció que George iba a cantar uno de sus
temas, I’m So Happy
When I Dance With You, e,
irremediablemente, la chica posó su mirada sobre el “Beatle callado”. Lo
primero que le llamó la atención fue su sonrisa. Así, mostrando sus colmillos,
tenía un aire gracioso pero a la vez atractivo que ninguno de los otros tenía,
ni siquiera Paul con su sonrisa
perfecta. Después, vino la canción. A decir verdad Gwen jamás había prestado
demasiada atención a ninguna canción suya, pero esa vez, eso cambió por
completo. Sin saber cómo se encontró mirando a George todavía más embelesada
que cuando Paul había cantado y sin saber cómo tampoco, quedó cautivada por
aquel guitarrista con fama de callado y que, sin saberlo, a Gwen le parecía que
no lo era tanto en realidad a juzgar por la sonrisa pícara que de cuando en
cuando esbozaba.
La canción terminó y
los chicos se despidieron de su público entre gritos histéricos de las fans que
los habían visto en directo y Gwen siguió con la mirada a George mientras
salían del escenario.
-Tu novio Paul no te
ha dedicado ninguna canción…-se burló Josh por detrás.
-Haz el favor de
cerrar tu bocaza, Joseph.-le espetó la chica.-No tienes ni idea de nada… Por no
saber, no sabes ni cuál de los Beatles me gusta más.
El niño le dedicó una
mirada de interrogación y se calló a la vez que Gwen se levantaba del sofá y se
dirigía hacia la cocina para ayudar a su madre con la cena mientras pensaba en
las palabras que le había dicho a su hermano. Vale, se lo había dicho más que
nada para que cerrara ya el pico y parara ya con las bromitas de Paul, pero
quizás… Quizás hubiera algo de verdad en ellas y ni ella misma sabía, en esos
momentos, cuál de los miembros de The Beatles era su favorito. Y es que debía
de reconocer que no le había quitado el ojo de encima a George Harrison al que,
de repente, parecía que conociera hasta personalmente. Sí, de acuerdo, era una
idea tonta, pero algo le decía que ella era igual a ese chico, no sabía el
porqué, pero estaba segura de eso…
****************************************************
-Estoy seguro de que te gustará muchísimo.-dijo Paul a la
desesperada.
Penny levantó su cabeza de su pecho desnudo y le lanzó una
mirada incrédula. Paul no pudo evitar que de su boca saliera un inmenso suspiro
de frustración. Aquel era su último argumento para convencer a Penny de que se
fueran a pasar los días de antes de la gira a su granja en Escocia, para
desconectar del mundo y disfrutar el uno del otro a solas antes de que todo el
mogollón de la gira los absorbiera por
completo.
-Oh, Paul, venga, no seas así…-le dijo ella cuando vio la
cara que él tenía.-Ya sabes que precisamente esta semana mis padres vienen a
Londres… Hace un montón de tiempo que no les veo y si me voy se enfadarán
muchísimo.
-Pero tú misma has dicho un montón de veces que no soportas
estar junto a ellos…-insistió Paul dejándose acercando su cabeza a la suya.
-Y no lo soporto, esa es la verdad.-respondió Penny.-Pero ya
están bastante cabreados conmigo porque se enteraron por la prensa de que
estaba contigo, como para que ahora me largue precisamente en los únicos días
que ellos van a pasar aquí en todo el año…
-Ya.-masculló Paul de mala gana viendo que no podía hacer
nada por convencerla. Penny tenía razón: aunque no le gustara la idea, estaría
muy mal que se fuera en ese momento.
-Además, hoy es martes y el viernes tenemos ya el vuelo
hacia Alemania… Dos días es muy poco tiempo como para ir a Escocia y
volver.-añadió Penny en un claro intento por consolarle.
-De todas maneras hubiéramos descansado mucho.-respondió
Paul enfurruñado por no haberse podido salir con la suya.
-Paul…
-¿Qué? Es verdad, nos hubiera venido genial a los dos.-dijo
él.-Los dos completamente solos… Algo que no vamos a poder tener de aquí a que
se acabe la gira.
Penny lanzó un suspiro resignada y abrió la boca para
contestar. No obstante, justo en ese momento, el teléfono de casa sonó
insistentemente interrumpiendo aquel momento.
-Voy a ver quien es.-dijo levantándose de la cama.-Ahora
vuelvo, ¿vale?
********************************************
Penny se apresuró a ir hacia el comedor y descolgó el
teléfono rápidamente.
-¿Sí?
-Casi contestas, Penelope.- contestó la voz de su madre al
otro lado de la línea telefónica.-Iba a colgar ya.
-No estaba al lado del teléfono, ¿sabes?-le respondió ella
secamente.
-Esa no es manera de contestarme.-la riñó su madre en tono
autoritario.
Penny soltó un suspiró exasperada. Siempre era igual con sus
padres: apenas habían cruzado dos palabras seguidas y ya estaban discutiendo.
-¿Qué quieres?-preguntó ella con impaciencia al cabo de unos
segundos haciendo caso omiso a lo que su madre le acababa de decir.
-Pues quería comentarte que mañana habíamos quedado con los
Giles, ¿te acuerdas de ellos?
Y tanto que se acordaba de los Giles, como para no hacerlo.
Y es que, desde siempre, sus padres habían estado obsesionados con emparejarla
con el hijo mediano de aquel matrimonio rancio y rico que lo único que hacía
era despreciarla por su manera de ser y de actuar desde que tan sólo era una
niña.
-¿Y a mí qué más me da que hayáis quedado con los
Giles?-preguntó ella con acritud.
-Pues te importa bastante porque tú te vienes con
nosotros.-le contestó la mujer.-Mañana por la mañana estate a punto. Arréglate
bien, nada de las cosas esas que te sueles poner tú desde que vives sola, y
cuando lleguemos a Londres pasaremos por ti para ir a almorzar con ellos y con
su hijo…
Penny se quedó sin palabras al oír aquello. No podía ser
cierto. ¿Iban a obligarla a almorzar con esos impresentables que la odiaban? Y
lo que era peor… Aún a sabiendas de que ella estaba con Paul, sus padres aún
insistían de manera descarada en emparejarla con aquel idiota del hijo mediano
de los Giles. Aquello, simple y llanamente, era inadmisible, la gota que
colmaba el vaso.
-Pues mira…-respondió ella al cabo de unos segundos.-Creo
que no va a ser posible.
-¿Cómo?-preguntó su madre incrédula.-¿Me puedes explicar el
porqué?
-Pues porque esta noche me voy a Escocia, mamá.-contestó la
chica sin casi pensárselo.-Hasta el viernes. Así que no creo ni que os vea a
vosotros ni mucho menos a los Giles.
-¡Penelope!
-Lo siento mamá, nos veremos después del verano.
Y dicho esto, la chica colgó sin más, sin prestar ni
siquiera atención a los gritos que había empezado a lanzar su madre al otro
lado de la línea., y se dirigió de nuevo hacia el dormitorio con cara de pocos
amigos.
-¿Qué pasa?-preguntó Paul preocupado nada más la vio
aparecer por allí con esa cara.
-Nada.-le respondió ella aún algo enfadada.-Levántate y
ayúdame a prepararme la maleta porque nos vamos a Escocia, Paul.
**********************************************************
A Mary le encantaba Sunny Heights. En realidad, la casa en
sí, aunque preciosa, era lo de menos. Y es que, lo que más le gustaba a ella,
eran la inmensa cantidad de terreno que tenía, tantos que era posible estar
paseando por allí y cansarse sin tan siquiera salir de la propiedad. Era, sin
duda, lo ideal para pasar aquellos dos días que tenían antes de irse de gira.
-¿En qué piensas?-le preguntó Ringo apretándole la mano
levemente.
Mary se volvió hacia él con una sonrisa.
-En que me encanta todo esto…-respondió ella parándose de
repente junto a un árbol inmenso.
Tiger, el perro de Ringo, que hasta entonces había estado
caminando junto a ellos, también se paró en seco y los miró, haciendo que Ringo
y Mary soltaran una pequeña risita.
-Es bonita.-dijo al fin Ringo encogiéndose de hombros.-Pero…
-No hay peros que valgan, Ritchie.-le replicó ella echando
un vistazo a su alrededor.-Esta casa es perfecta.
-No lo es.
La determinación con la que Ringo acababa de decir aquellas
palabras hizo que Mary le dedicara una mirada interrogativa.
-Le falta algo muy importante para que sea
perfecta.-continuó él.
-¿Y qué es lo que le falta?
-Pues le faltas… tú.
Aquellas palabras pillaron completamente por sorpresa a
Mary, que no se esperaba para nada una respuesta como aquella.
-¿Te gustaría venirte aquí después de la gira?-preguntó el
chico al ver que ella no pensaba decir nada.
Mary lo miró detenidamente antes de decir nada. La verdad
era que Ringo tenía razón. Aunque no llevaran toda la vida juntos, los dos se
conocían ya muy bien y tanto uno como el otro querían estar juntos todo el
tiempo que les fuera posible. ¿Qué sentido tenía el continuar alargando aquel
momento?
-Me encantaría.-contestó ella esbozando una amplia sonrisa.
Antes de que ni siquiera pudiera reaccionar, Ringo la agarró
de la cintura, la acercó hacia sí y le plantó un beso en los labios.
-Gracias, princesa, gracias…-susurró él separándose unos
milímetros de sus labios y clavándole una intensa mirada.
Y entonces, al ver aquellos ojos color mar clavados en ella,
Mary lo recordó de repente…
Era septiembre y
todavía hacía bastante calor en Liverpool, más aún dentro de la estación de
Lime Street. Sentada en uno de los bancos que había allí dentro, rodeada de
paquetes y de maletas, Mary esperaba pacientemente a que su madre comprara los
dos billetes de tren que iban a llevarlas a Preston para ver a su abuela
enferma. Los primeros quince minutos de espera los había llevado bastante bien,
absorta como estaba mirando a los numerosos pasajeros que iban y venían por
delante de ella. No obstante, cuando ya llevaba unos veinte minutos de espera,
Mary empezó a impacientarse de verdad. Dirigió una mirada hacia el punto de
venta de billetes y comprobó con desespero que a su madre aún le quedaban por
lo menos otros diez minutos de espera.
La chica lanzó un
suspiro enfadada y volvió a desviar la mirada hacia el frente, donde estaba el
panel con los horarios de los trenes y los andenes de los que salían. Si su
madre no compraba pronto esos billetes, perderían el tren.
De repente, el
movimiento del banco donde estaba sentada la sobresaltó. Mary miró de reojo
hacia su izquierda y comprobó cuál era la causa de aquel movimiento brusco: un
par de chicos de unos veinte años más o menos se habían dejado caer pesadamente
sobre el trozo de banco que quedaba libre a su lado. Les lanzó una mirada
asesina: no le gustaba que ningún desconocido se sentara tan cerca de ella y de
sus cosas y mucho menos que lo hiciera de la manera en que lo habían hecho
aquellos dos, poco menos que tirándose encima del asiento.
-Ya verás como les
gustas, hombre.-dijo el más alto mientras dejaba un estuche de guitarra en el
suelo.-Al fin y al cabo eres el mejor batería de Liverpool, ¿no? Mucho mejor
que Pete y lo que has tocado con nosotros ha funcionado bien.
-No sé…-masculló el
otro chico con un tono de voz grave que sin quererlo encandiló a Mary.
-Bah, no te
preocupes.-le respondió el otro resuelto.-Te hemos elegido a ti, ¿no? Eres
parte del grupo, así que es lo que hay.
El aludido se limitó a
encogerse de hombros y a apoyar la espalda sobre el respaldo del banco.
No sabía por qué, pero
por alguna razón, aquellos dos desconocidos que hasta hacía unos segundos había
querido matar, estaban empezando a caerle bien. Quizás era por el hecho de que
evidentemente fueran músicos o quizás por la forma en la que hablaban, pero lo
cierto era que le habían llamado poderosamente la atención.
-¡Ey, cabrones!
Pese al insulto, Mary
pudo ver como los dos chicos que estaban sentados a su lado le dirigían una
sonrisa al tipo que se aproximaba.
-¿Qué hay,
John?-preguntó el supuesto batería.-¿Ya tenéis los billetes?
-¡Qué va!-contestó el
tal John dejándose caer aún más fuerte que los otros dos sobre el banco y
moviéndolo todo, aunque aquella vez a Mary no le importó. Estaba demasiado
intrigada con aquellos chicos como para preocuparse por algo así.
-¿Y entonces qué
puñetas haces aquí?-preguntó el chico de la guitarra.
-He dejado a Macca en
la cola, que los compre él.-contestó el aludido con indiferencia.-Aquí se está
mejor… Ves a todas las tías buenas pasar, ¿no?
Los otros dos lanzaron
una carcajada a la vez que Mary no podía reprimir un suspiro. Por cosas como
aquella no quería tener novio pese a que la mayoría de sus amigas, con quince
años, ya estuvieran todas obsesionadas con ello. Aún así, no podía negar que el
tono con el que el chico había dicho aquello resultaba bastante gracioso.
-Oye, John, creo que
Paul te llama…-dijo el chico de la guitarra.
-Joder, ¡tengo yo el
dinero para el viaje!-exclamó él poniéndose en pie de golpe y empezando a
correr hacia la cola.
Mary lo miró divertida
y no pudo evitar soltar una risita cuando el chico chocó precisamente con su
madre, que acababa de comprar sus billetes y se dirigía hacía donde estaba su
hija. La chica vio divertida como el tal John articulaba unos breves gestos de
disculpa ante su madre, que lo miraba con cara de quererlo asesinar allí mismo,
y salía de nuevo corriendo hacia la cola, no sin antes tropezar de nuevo con
una maleta que había en medio del pasillo.
-¿Por qué coño no se
pone las gafas?-preguntó el batería entre risas.
Mary volvió a quedarse
colgada de aquella voz, tanto que ni siquiera se dio cuenta de que su madre ya
había llegado hasta donde estaba ella.
-Mary… ¡Mary!
La chica levantó la
mirada sobresaltada y miró a su madre fijamente.
-Recojamos todo esto,
el tren no tardará en salir.-dijo la mujer empezando a agarrar las bolsas que
hasta hacía escasos segundos Mary había estado vigilando.
La chica se puso en
pie, ayudó a su madre a recoger todas sus cosas y las dos empezaron a andar
rápidamente hacia los andenes.
-¡Ey, pedona!
¿Se lo estaba
imaginando o el chico de voz grave la estaba llamando a ella? Pese a riesgo de
quedar mal, Mary se volvió lentamente y vio que sí, que efectivamente, el
batería desconocido se estaba dirigiendo a ella.
-Te dejabas esto.-dijo
el chico aproximándose hacia ella con una de sus bolsas en la mano.
Mary notó como se
ponía roja cuando el chico se la tendió y le dedicaba una inmensa sonrisa.
-Gracias.-balbuceó
ella agarrando la bolsa.
-De nada.-respondió él
sin perder la sonrisa y clavando su mirada en ella, la mirada más bonita, de un
color mar intenso, que la chica había
visto en toda su vida.
-Igualmente.-dijo ella
tímidamente.
-¡Mary, venga! ¡Vamos
a perder el tren!-le gritó su madre que iba unos cuantos pasos por delante.
La chica le dedicó una
sonrisa al chico que tenía delante antes de volverse para salir apresurada
hacia donde estaba su madre.
-¡Y buen
viaje!-alcanzó a escuchar todavía.
Mary esbozó una
sonrisa para sus adentros. No sabía a quiénes tenía que gustar aquel chico tan
agradable y de una voz y una mirada tan intensas, pero ojalá todo le saliera
bien. Ojalá.
****************************************************
El viaje hasta la granja de Paul en el coche, con las dos
perras detrás, había sido agotador. No obstante, había valido completamente la
pena. Y es que en aquellos momentos empezaba a entender por qué Paul había
insistido tanto en ir allí a pasar esos dos días que tenían libres. Lo único
que se respiraba allí era paz y para una amante de la naturaleza como ella,
aquello era poco menos que el Paraíso. En esos momentos, sentada debajo de un
árbol mientras miraba el lago que tenía delante con Bonnie a su lado, Penny era
completamente feliz, muchísimo más que si se hubiera quedado en Londres a
aguantar las paranoias de sus padres.
De repente, el ladrido aún agudo de Martha por detrás de
ella la sacó de sus pensamientos. La chica se giró sonriente y vio como Paul y
la perrita se aproximaban a ella.
-Hola.-la saludó él mientras se sentaba a su lado.
-Hola.
-Se está bien aquí, ¿no?-dijo Paul rodeándole los hombros
con su brazo y acercándola cariñosamente hacia él.
-Es un sitio fabuloso…
-Ojalá en un futuro pueda pasar más tiempo aquí… Me encanta
todo esto.
-Y a mí.-respondió ella apoyando su cabeza sobre el hombro
del chico.-¿Sabes lo que me gustaría?
-¿Qué?
-Que en lugar de irse a esa gira nos viniéramos aquí a pasar
el verano.
Paul soltó una risita divertido.
-Supongo que el hecho de pasarte un verano de gira con tus
amados Beatles no te emociona demasiado…-dijo finalmente él medio en serio
medio en broma.
-Pues no demasiado, la verdad…-le siguió la corriente
ella.-Piensa que hasta hace unos meses os odiaba con todas mis fuerzas y…
-Ahora te vienes de gira con nosotros.-terminó la frase
Paul.-Un cambio bastante grande, sin duda.
La chica esbozó una sonrisa.
-Supongo.-se limitó a decir.
-Oye, Penny…-dijo Paul de repente.-¿Puedo preguntarte algo?
La chica levantó la cabeza y lo miró a los ojos. Se había
puesto serio de repente.
-Claro.-contestó extrañada.
-¿Por qué nos odiabas?-preguntó él.
Penny no pudo evitar soltar una carcajada. El tono tan serio
que é acababa de utilizar le confería un aire bastante gracioso.
-Hablo en serio…-insistió él contrariado.-¿Por qué te
caíamos tan mal?
-Pues…-empezó a decir ella cuando paró de reír.-¿En serio
quieres que te lo cuente?
-Claro que quiero.-le respondió él con determinación.
Penny esbozó una sonrisa divertida y agarró aire antes de
contestar.
-Pues porque me arruinasteis mis vacaciones.-dijo al fin
resuelta.
Paul la miró extrañado, era evidente que no tenía ni idea a
qué se estaba refiriendo ella.
-¿Cómo que te arruinamos las vacaciones?-preguntó al cabo de
unos segundos.
Penny volvió a soltar una risita.
-Vamos a ver, Paul McCartney, ¿es que no te acuerdas de
mí?-preguntó ella divertida.
-¿Cómo…?
-Nueva York, ascensor del Hotel Plaza, 1964.-le cortó ella.
De repente, la expresión de Paul cambió.
-¿Eras tú?-preguntó él casi a gritos, sorprendido.-¡Joder!
-No me jodas que te acuerdas de eso…-rió Penny algo
sorprendida por aquello.
-¡Por supuesto que me acuerdo!-le contestó él.-Creo que
fuiste la única que en lugar de gritarme “guapo” me gritó otras cosas en aquel
viaje.
Penny no pudo evitar soltar una inmensa risotada al escuchar
la contestación de Paul.
-Por eso te quiero tanto…-le dijo él.-Tú, siempre tan
diferente a todas las demás, siempre tan especial…
Siempre había deseado
ir a Nueva York. Aquella ciudad la fascinaba desde que era pequeña. Era tan
cosmopolita, tan abierta al mundo, tan diferente a la agobiante campiña inglesa
donde ella vivía… Y por fin, después de mucho insistir, sus padres habían
decidido llevarla, aunque sólo fuera de acompañante de su padre en un viaje de
negocios. No obstante, eso para ella ya era más que suficiente. Y es que,
mientras su padre estaba resolviendo sus asuntos, su madre y ella podrían
visitar la ciudad tranquilamente, recorrer sus calles y su bullicio y ver en
primera persona el cruce de culturas neoyorquino que tanto fascinaba a Penny y
tanto escandalizaba a su madre.
Pero todo aquello, que
en principio iba a ser tan fantástico, se había echado a perder. Y es que, el
simple hecho de intentar salir del hotel, era una odisea en toda regla. ¿La
causa? Cientos de adolescentes gritonas, escandalosas e histéricas que se
agolpaban en la puerta del Hotel Plaza, donde ella y sus padres se habían
alojado y, para desgracia suya, también The Beatles en lo que al parecer era su
primera visita a los Estados Unidos.
Hasta ese momento, The
Beatles ni le gustaban ni le disgustaban, le eran, simple y llanamente,
indiferentes. No obstante, desde que
aquella histeria colectiva por ellos había empezado, Penny no podía negar que
les estaba pillando mucha manía, tanta que el simple hecho de poner la radio y
escuchar una de sus canciones (que por cierto, no paraban de sonar en todo el
día), hacía que se pusiera de mal humor en el acto.
Además, para colmo,
aquel día en el que supuestamente iba a ir con su madre a visitar Central Park,
parecía, encima que hubiera más fans en la puerta del hotel. Su madre, cuando
de buena mañana se asomó por la ventana y vio tal despropósito, le había dicho
secamente que ella se negaba a salir del hotel y cruzarse con “toda esa panda
de locas”.
Aquella noticia le
cayó a Penny como un jarro de agua fría encima. Y es que, de todo Nueva York,
de las cosas que más ilusión le hacía visitar era precisamente Central Park.
Después de mucho insistirle, consiguió, por lo menos, que su madre le diera
permiso para ir a pasear por aquel parque ella sola. Al fin y al cabo, Penny iba
a cumplir ese mismo año los diecinueve y era el último día que iban a estar en
la ciudad, por lo que aquella era la última oportunidad que tenía de ir allí.
Se vistió rápidamente
y salió de la habitación aún enfadada con aquellos malditos Beatles. ¿Por qué
narices, de todos los hoteles que había en Nueva York, habían tenido que
alojarse en el mismo que ellos? Por culpa de eso, a ella le habían fastidiado
la visita a la ciudad de sus sueños.
Llamó al ascensor y
esperó pacientemente, aún inmersa en sus pensamientos de odio hacia The
Beatles, a que el ascensor llegara a su planta. Nada más abrirse la puerta, la
chica subió tranquilamente con la cabeza gacha en el suelo, sin mirar si había
alguien dentro.
-Quizás sería mejor
que bajaras después.-dijo de repente una voz masculina.-O por las escaleras.
Perpleja ante aquellas
palabras, Penny levantó la cabeza y lo vio. Perfecto, uno de ellos. Y ni más ni
menos que el “perfecto” Paul McCartney, el favorito de la mayoría de aquellas
locas que le habían amargado su estancia en Nueva York.
-¿Cómo dices?-preguntó
ella aún sin haber asimilado del todo lo que le acababa de decir.
-Pues lo que has
oído.-respondió él secamente.-Que mejor que bajes por las escaleras.
La chica le dedicó una
mirada de odio. Si ya les tenía manía a esos jodidos Beatles desde antes,
aquello era la gota que colmaba el vaso. ¿Quién se creía que era él para
echarla del ascensor?
-No me da la gana
bajar por las escaleras.-le respondió ella en tono desafiante mientras entraba
en el ascensor.
Paul le lanzó una
mirada de reprobación.
-Mira…-dijo el
chico.-Si eres amiga de las que han intentado colarse en mi habitación hace
nada, te aseguro que no estoy de humor para más tonterías.
Penny volvió a mirarlo
con una mezcla de sorpresa e indignación.
-Estoy alojada aquí,
por si quieres saberlo.-le respondió a la defensiva.-Como ves, no todas estamos
aquí babeando por vosotros.
-Uh, no sabes cuánto
me alegro de que no babees por nosotros.-le respondió él con sarcasmo.
-Maldito egocéntrico
de mierda…-masculló ella entre dientes, furiosa por el comportamiento del
chico.
-¿Cómo?-exclamó más
que preguntó Paul cuando la escuchó.
Afortunadamente, justo
en ese momento, las puertas del ascensor se abrieron, aunque Penny se permitió
el lujo de girarse de nuevo hacia Paul McCartney, mirarlo con rabia y
despedirse de él con un seco “lo que has oído” antes de salir de allí con paso
decidido y con la cabeza bien alta..
La cara de sorpresa
que puso él cuando oyó eso, llenó de satisfacción a Penny. Si aquel engreído
estaba acostumbrado a que todas babearan en su presencia, con ella la llevaba
clara. No señor, Penelope Rogers jamás iba a agachar la cabeza ante nadie, por
muy Beatle que fuera.
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Chris abrió los ojos de repente con la sensación de que ya
había dormido lo suficiente. No obstante, todo continuaba igual de oscuro que
cuando se había dormido y John seguía en la misma posición que entonces,
acostado cara a ella con uno de sus brazos encima de su cintura mientras dormía
plácidamente, con la respiración pausada y relajada. Entre las penumbras de la
habitación, la chica lo miró fijamente y sonrió. Dormido era aún más guapo que
despierto, con ese aire de fragilidad que hacía que ella sólo tuviera ganas de
abrazarle y de pegarse contra su cuerpo. Con cuidado de no despertarlo, la
chica le acarició levemente la mejilla.
-Johnny, Johnny…-susurró.-No tienes ni idea de cuánto te
quiero…
Y era cierto. John lo era todo para ella en esos momentos,
la única persona en el mundo por la que sería capaz de hacer cualquier cosa sin
dudarlo, el único que realmente la entendía como si estuviera metido dentro de
su mente, el único que era capaz de hacerla feliz realmente.
John Lennon
y Christine McCartney. Hacía
sólo un par de años, si alguien le hubiera dicho que los dos iban a acabar
juntos, Chris le habría tomado por loco. Vale, John siempre había estado ahí,
debía de reconocerlo, pero para ella era como una especie de amor inalcanzable
al que no podría optar jamás. Un amor, además, que ni ella misma quería
reconocer.
Y es que John para ella siempre había sido algo más que “el
mejor amigo de Paul” ya incluso desde el primer día que había entrado por la
puerta de su casa en Forthlin Road. Sus bromas, sus comentarios, su
personalidad tan potente, habían encandilado a aquella niña de diez años y
medio que vio en John Lennon al adolescente guapo y gamberro que encarnaba para
ella al chico ideal, sobre todo después de aquella tarde de febrero que ella
aún recordaba a la perfección…
Hacía mucho frío,
aunque aquello a Chris le daba absolutamente igual. Estaba demasiado enfadada
con todos, sobre todo con Paul, como para reparar en aquello.
-¿Christie?
La niña se volvió
hacia atrás y miró a quien la había llamado. No pudo evitar esbozar una sonrisa
al reconocer a John, el amigo de Paul, allí detrás de ella mirándola con
curiosidad.
-¿Qué haces aquí
sola?-preguntó él.-Está a punto de anochecer y este parque se llena de teddy
boys… Deberías volver a casa.
La niña apoyó la
cabeza entre sus manos y fijó la vista al frente, enfurruñada al recordar de
repente que estaba enfadada con el mundo.
-No pienso volver a
casa.-contestó con determinación.
John soltó una risita
que a Christine le sentó bastante mal. ¿Acaso se estaba riendo de ella?
-Tú tampoco me tomas
en serio.-añadió la niña con un deje de angustia en su voz.
John paró de repente
de reír y se sentó a su lado, sobre la hierba mojada.
-¿Qué te hace pensar
que no te tomo en serio?-preguntó esbozando una sonrisa.
-Te ríes de
mí.-respondió ella aún mirando al frente.
-Me río porque eres
graciosa, nada más.-contestó John revolviéndole el pelo cariñosamente.-¿Qué te
pasa para que no quieras volver a casa?
-Paul es tonto.
-Menuda
novedad…-bromeó John haciendo que ella soltara una risita tímida.-¿Qué te ha
hecho?
-No quiero ir a las
clases de ballet a las que me ha apuntado mi padre, las odio. Y Paul quiere
obligarme a que vaya… Me ha gritado y todo…-le contestó ella con indignación
-¿Sólo te ha gritado
por eso?-se extrañó John.
-Bueno… Es que yo les
decía que iba a clases y no iba…-respondió la niña con timidez agachando la
mirada.-Pero aún así… ¡me ha gritado!
El sonido de la
carcajada de John cuando pronunció aquellas palabras la pilló completamente por
sorpresa. Volvió a mirarlo con una mezcla de enfado y desilusión a la vez.
-Deberías decirles a
todos que odias esas clases y que no piensas ir.-contestó John finalmente
cuando acabó de reír.-Y tranquila, ya me encargaré yo de que tu hermano no te
vuelva a gritar…
-¿Cómo?-preguntó la
niña con curiosidad.
-Si lo hace, dímelo y
no volverá a tocar en mi grupo nunca más.-le respondió él a la vez que le
guiñaba el ojo.-Ahora venga, levanta de ahí y larguémonos.
-¿Adónde?
-A casa.
-No quiero volver.
-Bueno, pues ahí te
quedas con los teddy boys…-le respondió John poniéndose en pie de nuevo y
haciendo ademán de irse.
Christine lo miró
mientras se alejaba de allí. Al principio se mantuvo firme en su decisión, pero
cuando vio que John ya estaba bastante lejos de ella, un miedo repentino la
invadió por completo y se levantó de allí de un saltó, echando a correr detrás
de él.
-¡John!
-¡Vaya!-exclamó John
entre risas cuando la niña le alcanzó.-Pensé que querías quedarte ahí y
convertirte en una teddy girl…
Christine bajó la
mirada avergonzada y continuó caminando a su lado, en silencio.
-Papá dice que tú eres
un teddy boy…-dijo ella al cabo de unos segundos.
-¿En serio?-rió
John.-Mi tía también lo dice…
-Pero tú no vas
pegando palizas a la gente… ¿o sí?
-Sólo cuando se lo
merecen…-contestó John volviéndose hacia ella y dedicándole una mueca
divertida.-Por ejemplo, si alguien te toca a ti, se la doy, ¿vale?
-Vale.-rió la niña.
-Y cuando lleguemos a
tu casa, a Paul también se la doy, por gritarte.-bromeó él nuevamente sacándole
la lengua.
Christine rió con la
tontería de John y continuaron caminando entre bromas por parte del chico hasta
llegar a casa de los McCartney.
John llamó a la puerta
y Christine volvió a ponerse seria de repente. Si no fuera porque aquello le
daba muchísima vergüenza, se hubiera escondido de buena gana detrás de su
acompañante.
-Me he encontrado algo
que os pertenece.-dijo John cuando Paul abrió la puerta.
-¡Oh, mierda!
¡Chris!-gritó Paul cuando vio a su hermana pequeña allí plantada al lado de su
amigo.- ¡¿Se puede saber dónde te habías metido?! ¡Te hemos buscado por todas
partes y…!
-Shhh, Macca, no le
grites.-le interrumpió John con parsimonia haciendo que Paul le dedicara una
mirada confusa.-Creo que os tiene algo que decir sobre unas clases de ballet y
eso…
Chris le dedicó una
mirada agradecida a John. Era la primera vez que alguien se atrevía a
defenderla delante de las regañinas de algún familiar. Podría ser un teddy boy
como decía su padre, pero en aquellos momentos, John se acababa de convertir en
su ídolo, por eso y por el rato tan divertido que le había hecho pasar en el
camino de regreso a casa.
-Y si me gritas, John
no te dejará tocar en su banda.-añadió ella envalentonada al verse respaldada
por alguien.
-Eso mismo, que te quede
claro.-confirmó John intentando contenerse la risa.
-No sé que historia os
habéis montado entre los dos, ni me interesa saberlo tampoco.-les contestó Paul
contrariado.-Christie, entra en casa. Ahora.
La niña miró a John
una vez más, como buscando de nuevo su apoyo, y el chico le respondió con una
breve afirmación con la cabeza. Así pues, Christine entró en casa y empezó a
subir las escaleras, con la firme intención de encerrarse en su habitación y no
salir por nada del mundo hasta que la tormenta pasara del todo.
-No te pases con
ella.-oyó como le decía John a Paul.
-Tranquilo…-masculló
Paul.-En el fondo creo que hasta la entiendo… Obligarte a hacer algo que no te
gusta es bastante jodido…
-Ya ves.-respondió
John.-Bueno, Paul, yo me voy, que llego tarde y mi novia me matará.
Las últimas palabras
pronunciadas por John le cayeron a Chris como un cubo de agua fría. De repente,
volvió a estar enfadada de nuevo con todo el mundo, incluido John. Aún no sabía
que lo que sentía eran, simplemente, celos.
Sí, aquella tarde fría de febrero que le había costado
después una buena gripe, era, quizás, el inicio de “lo suyo” con John, aunque
en aquel preciso momento ni ella misma había sido consciente de eso.
Simplemente, empezó a adorarlo, a tenerlo en un altar y a admirarlo
secretamente para, más tarde, unos tres años después, reconocer abiertamente
que John le gustaba, aunque sabía también que no tenía ni la más mínima
posibilidad con él, sobre todo desde que se había puesto a salir con Cynthia.
Tanto llegó a asimilarlo que ni siquiera hizo el más mínimo movimiento cuando
Cyn se quedó embarazada y John se casó con ella, aunque en lo más profundo de
su ser, sí debía de reconocer que aquello no le había sentado demasiado bien.
Después, cuando ella abandonó su niñez definitivamente, en
las pocas veces que coincidían, John parecía empeñado en convertirla el blanco
de sus bromas, aunque Chris sabía que no lo hacía con mala intención. Sabía lo
cruel que podía ser John y con ella no lo era; de hecho, con sus bromas y comentarios
hacia ella, era más bien gracioso. Y ella, para no ser menos, decidía
devolvérselas una por una, comentario tras comentario, cosa que parecía que a
John aún le divirtiera más y lo motivara para seguir fastidiándola cada vez que
la veía.
Y justo en el momento en el que Chris había empezado a ver a
John como un amigo gracioso y nada más, todo había cambiado de repente. Él le
había dicho que la quería y ella, pese a todo, no se había podido negar. ¿Cómo
iba a hacerlo si llevaba queriéndolo desde que tan sólo era una niña?
Christine volvió a acariciar la mejilla de John mientras lo
miraba con dulzura, aunque esta vez, él abrió los ojos lentamente.
-¿Qué pasa?-preguntó con voz pastosa.
-Pasa que te quiero, John. Te he querido siempre…-dijo ella
pegándose a él y abrazándolo.
-Yo también te quiero, pequeña.-respondió él medio dormido
todavía mientras le daba un beso en el pelo.-Eres mi vida…
Hola chic@s! Qué tal? Pues yo aquí, con el capi más largo que creo qiue he escrito hasta ahora. Pese a que el resultado final tampoco es que sea como para pegarse un tiro, la verdad es que tampoco ha quedado como yo pensaba, pero bueno, es lo que hay: tengo ciertas limitaciones y no soy un Shakespeare, la verdad sea dicha, jaja. En fin, espero que os haya gustado pese a todo, jeje.
Un montón de besos y gracias por leer! Os quiero!!!!
awwwwwww viste viste que al final te quedo genial , los flashbacks una pasada estan y toda la trama en si , cada vez estoy mas enamorada de tu fic , saber ahora que ya todos se habian encontrado antes y habian tenido encuentros cercanos (excepto gwen) pero igual sintio una conexion con George cuando lo vio en la tele , la parte de John y Chris me puso sensible , fue demasiado tiernooooooooo y la parte de Penny y Paul lo que me dio fue risa porque casualmente mi sueño es conocer Nueva York y se que si el dia que vaya hay algo de eso en la ciudad me enojare bastante tambien.
ResponderEliminarA pesar del super capitulo que escribiste , no me esperaba que publicaras hoy y por eso estoy super feliz , gracias gracias gracias por hacerlo jajajajajajaja ya espero el proximo que se que es donde va a comenzar ahora si la montaña rusa aquella llamada "ultima gira".besos
DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOSSS!!! corri hasta aca cuando me dijiste que habias subido.... buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah pasaron! todas pasaron que felicidad!!!!! te juro que me emociono muchisisimo con las escenas donde salgo con george. es que tu forma de narrar y describir...me hace sentir como si en verdad lo estuviera viviendo (que mas quisiera yo!)y bueno. eso de que lo vi en la tele y asi es casi como me enamore de el. investigue, vi que paul nob era el galan perfecto y cuando vi un concierto me enfoque mas en george y SAS! fue amor al instante XDDD me gusto mucho los "acercamientos" ajajajajjjjjaaajajajaja mori de risa con penny y paul. creo que en una situacion igual hubiera dicho lo mismo porque me caga la gente que se cree superior siendo un simple mrtal XDD me encanto el encuentro de mary con ringo. en la estacion de trenes, con john atropellando a su madre y todo XDD pero el que fue mucho mas dulce fue el de cris con john. me encantan las diferentes facetas de john y me encanta como las manejas. johnny... portandose tan dulce con la pequeña cris... en fin... ME ENCANTO TODO EL CAP! ME ENCANTA TODA TU FIC! te juro que no se que seria de mi fic sin la tuya. bueno. espero y subas pronto. si ya quiero otro porfavor XD me retiro... sigo con los analisis y como ven la concentracion me sacaran un rato XDD cuidate! besos!
ResponderEliminar"Honor y gloria, a la gran Criisss, honor y gloria, y gratitud" (te estoy cantando un himno a un prócer de acá jajaja)
ResponderEliminarYa te lo dije, pero te lo vuelvo a decir: cuando pensaba que ya estabas en tu cima, que ya era tan bueno todo lo que habias hecho que no quedaba mas, me tirás por la cabeza esto. Otro capitulo mas para la antología: "The best of Cris"
Es que enserio loca, vos te vas al carajo, esto es de lo mejor, meta flashback, pero qué genial! Fue hermoso saber que todos se "conocían" desde antes, ya era cosa del destino ,estaban predestinados!
Me decis que no estas acostumbrada a los halagos, te vas a tener que ir acostumbrando, yo, después de leer lo que escribis, no entiendo cómo te puede gustar lo que hago yo, que al lado de lo que haces vos, es algo escrito por una laucha! Enserio Cris,tendrias que ponerte y escribir un libro, sos un talento desperdiciado jajjajaajjaja
Ya no sé queé adjetivos o insultos decirte, porque con este capi superaste mi vocabulario XD
Pero ahora te voy a bardear. Me saqué mas nota que vo-oss lero lero!!! jajaja ojalá me saque algún dia un 8 en historiografia, si eso pasa te hago un monumento!
Y que bueno que Gwen entró! Al fin puede estar tranquila! Y Penny se sacó de encima a los pesados de los viejos, y de paso le dio el gusto a Paul.
De mas está decir, que me morí bien muerta con lo de Mary y Ringo...como dijo la chica de arriba, me haces vivir todo, hasta me imaginé a mi madre siendo chocada por John XD
Y lo de Chris....me morí, otra vez bien muerta, de ternura! Esos sí que son amores!
Bueno, ya está, me voy antes deque siga diciendote lo grosa que sos jajajjajajaaj