sábado, 8 de septiembre de 2012

Capítulo 58: Aniversarios



La única iluminación que había en el inmenso salón de Sunny Heights era la débil luz que proyectaba la bombilla de la lámpara de pie que había al lado del sofá. Pese a que ya era noche cerrada en el exterior y la mayoría de la estancia quedaba entre penumbras, a Ringo y a Mary aquello no parecía importarles lo más mínimo mientras miraban fijamente un enorme calendario que minutos antes él había puesto sobre la mesita de cristal que había frente al sofá.

-¿Bromeas?-preguntó Mary con una extraña mezcla de sorpresa y diversión.-¡No pienso casarme el día 26 de diciembre!

-Pero… ¿por qué no? Es un buen día: seguro que los chicos están libres y todo el mundo puede venir.-contestó Ringo sin dejar de mirar el calendario.

-Pero vamos a ver…-dijo la chica intentando evitar reírse en su cara.-¿Cómo vas a celebrar una boda el día después de Navidad? Se supone que la gente estará con sus familias, harta de las comilonas de los días anteriores, los niños aún se estarán disfrutando sus juguetes de Navidad... ¿En serio crees que a alguien le apetecería ir de boda ese día?

Ringo bufó y se encogió de hombros antes de contestar.

-No sé… Era sólo una idea… Y sigo pensando que es una buena fecha.

-Sí, por supuesto…-rió Mary.-Con tus ideas el mundo está salvado de todos los males.
-No te burles…
-¿Quién te ha dicho que me estoy burlando? Hablo completamente en serio.

Pero el final de su frase se vio interrumpido por una inmensa risotada a la cual se le unió Ringo enseguida.

-¿Entonces no te quieres casar en Navidad?-preguntó Ringo divertido cuando los dos acabaron con aquel repentino ataque de risas.

-Ni lo sueñes.-le contestó ella dándole un ligero manotazo cariñoso en la cabeza.-Ya estás buscando otra fecha.

Ringo volvió a fijar su vista en el calendario que tenían encima de la mesa y entrecerró los ojos.

-¿El 30 de diciembre?

-Si te parece nos casamos en Nochevieja, mientras dan las campanadas.-bromeó ella, irónica.
Ringo soltó una risita también y siguió escrutando fechas.

-Entonces tenemos que pasar a enero…-dijo mientras pasaba las hojas del calendario.-¿Te parece un buen mes enero o también tienes algo que objetar?

-No, enero está bien.-contestó Mary divertida al ver que Ringo se estaba empezando a picar con todo aquello.-Déjame ver…

La chica le agarró a Ringo el calendario con suavidad y miró las fechas, con los ojos entrecerrados.

-¿Qué te parece el día 24?-preguntó al fin.-Es domingo y supongo que a todos les vendrá bien por esas fechas…

-¡Perfecto!-exclamó Ringo, presa de una alegría repentina que hizo que a ella se le escapara una sonrisa. ¿Podía alguien ser más rematadamente tierno que él en el mundo?-Iremos al registro civil y preguntaremos si el 24 de enero es posible, aunque no creo que nos pongan ningún problema. Y después empezaremos a planearlo todo y…

Pero Mary no le permitió terminar de pronunciar aquella frase. En un gesto impulsivo fruto de la alegría y la ternura que le transmitía Rich, la chica se inclinó hacia él y le calló con un dulce beso en los labios. Después, se separó de él lentamente y le miró a los ojos, aquellos ojos color mar que estaba segura que jamás se cansaría de admirar.

-Apenas puedo creer que en unos pocos meses vaya a casarme contigo…

Ringo sonrió cuando escuchó aquello. Seguramente, él tampoco podía creérselo.

-No te puedes ni imaginar las ganas que tengo de que llegue ese día…-sonrió él.-Pero por ahora… Disfrutemos del momento…

-¿A qué te refieres por disfrutar del momento? Creo que ya lo hacemos bastante, ¿no crees?

El chico esbozó una sonrisilla juguetona antes de contestar.

-Me refiero a que antes que la boda tenemos un montón de cosas por celebrar, como por ejemplo… ¿Sabes qué día es mañana?

Apenas oyó esa frase Mary no pudo evitar dibujar una enorme sonrisa en su cara. Por supuesto que lo sabía y, la verdad, pensaba que él, con todos lo jaleos que tenían por delante, la boda, entre ellos, lo había olvidado por completo.

-¿Lo sabes o no?-insistió divertido.

-Claro que lo sé.-sonrió ella.-Jamás sería capaz de olvidarme de nuestro aniversario.

-Me alegra oír eso. Como no habías comentado absolutamente nada, pensaba que cuando te pidiera que hicieras la maleta, te ibas a quedar con cara de boba.

-¿Que haga la maleta?-preguntó, casi gritó, la chica extrañada.-¿De qué estás hablando?

-Pues de que había pensado que esta noche nos fuéramos a Liverpool.-contestó él risueño.-Hace tiempo que no vemos a la gente de por allí…  Podemos hacerles la visita y comentarles lo de la boda… Pero sobre todo, la razón más importante por la que quiero ir allí es porque así podremos celebrar nuestro aniversario justo en el lugar en donde empezó todo, ¿qué te parece?

-¡Me parece la idea más fabulosa que he oído en toda mi vida!-exclamó ella sin poder contener la alegría mientras se abalanzaba sobre su cuello.

Ringo rió ante aquel repentino abrazo y le pasó la mano por el pelo.

-Para que después digas que no tengo buenas ideas…-sonrió él dándole un beso en la frente.

-Cuando esas ideas no incluyen fechas para bodas, sí.-bromeó ella aún embriagada por la felicidad.

Y, dicho esto, Ringo le agarró de la mano y la condujo hacia afuera del salón.

-Vamos arriba, princesa.-dijo.-Tenemos que preparar las cosas para mañana…

**************************

John soltó un bufido de resignación. El rodaje estaba siendo un completo aburrimiento. Además de tener que levantarse asquerosamente temprano para empezar a trabajar y así aprovechar la mayor cantidad de horas de sol posibles, el tiempo parecía conspirar contra ellos. Y es que, justo por las tardes, que era cuando estaban libres, siempre llovía insistentemente. Era como si aquellos inmensos nubarrones negros que empezaban a asomar por el horizonte desde el mediodía se quisieran burlar de ellos descargando todo lo que tenían dentro en los momentos más inoportunos. En realidad, a John jamás le había importado demasiado la lluvia, a fin de cuentas era inglés, ¿no? No obstante, le fastidiaba, y mucho, el tener que quedarse encerrado todo el día, tanto que estaba empezando a aborrecer aquella pequeña ciudad, Celle, en donde estaban rodando.

En esos momentos, más que nunca, John se alegraba de haber convencido a Chris para que estuviera con él. La verdad era que gracias a su compañía no había abandonado el rodaje por puro aburrimiento. Las bromas de la chica, sus conversaciones o sus comentarios triviales (y bastante bestias la mayoría de las veces), le evadían un poco de aquella rutina adquirida en tan sólo un par de días y que no le estaba gustando en absoluto.

Enfadado por todo esto, John soltó el guión que se estaba estudiando para el día siguiente y lo dejó sobre la cama con un golpe hastiado, que sonó mucho más fuerte de lo que él hubiera deseado.

-Ey… ¿Qué pasa?

La pregunta de Chris hizo que John apartara la vista del techo y  la mirara.

-Nada.-contestó.-Simplemente es que odio estar aquí encerrado como un animal en un zoo.

Por toda respuesta, la chica soltó el libro que estaba leyendo y se tumbo a su lado, en la cama.

-Es que quizás eres un poquito animal…-bromeó mientras apoyaba la cabeza en su pecho.

John soltó una risita divertido y la abrazó.

-Mira quién fue a hablar…-rió.-¿Qué hace mi pequeña?

-Aburrirse casi tanto como tú.-contestó ella.

Con un gesto suave, él se limitó a acariciar el pelo de la chica.

-¿Sabes?-empezó a decir John, ausente.-Creí que esto de la película sería mucho más divertido… Jamás pensé que sería así… Bueno, quiero decir, las otras veces no ha sido de este modo…

-Pues mira que tengo mala suerte…-sonrió ella.-Acudo a la gira más desastrosa de todas, te acompaño al rodaje más aburrido que has tenido hasta ahora…

-Oye… ¿no será que tú eres la gafe?-bromeó él, dándole un pequeño toque en la nariz.

-Pues puede…-le siguió ella.-Igual soy yo la que atraigo a la mala suerte…

John rió y la miró fijamente, durante unos instantes. Era verdad: se había tragado lo peor de lo peor en lo que a giras se trataba y ahora parecía que iba a tragarse un rodaje asqueroso. Y aun así a ella no parecía importarle. Siempre tenía una sonrisa en la boca y siempre estaba dispuesta a bromear sobre lo que les estaba pasando, como lo estaba haciendo en aquellos momentos. No obstante, en ese preciso instante la sonrisa de la chica a John se le antojo un poco forzada, incluso amarga.

-¿Qué te pasa?

Christine levantó los ojos levemente y lo miró, pero no dijo nada.

-Pareces pensativa…-insistió él.-¿Ocurre algo que yo no sepa?

-Es sólo cosa del aburrimiento, Johnny…

-Sabes que mientes fatal… ¿por qué continúas insistiendo en ello?-le cortó él esbozando una media sonrisa.

Ella no pudo evitar sonreír cuando escuchó aquello, aunque parecía tremendamente incómoda por lo que John le acababa de decir. Él calló. Sabía que tarde o temprano se lo contaría… Chris era así: jamás podía mantener en silencio algo que le preocupaba durante mucho tiempo, necesitaba sacarlo afuera lo más pronto posible. Sin decir una palabra, dejó que ella volviera a acomodar su cabeza contra su pecho y, sin más, empezó a acariciarle el pelo, a la espera de que empezara a hablar de un momento a otro.

-John…

-¿Qué?-preguntó intentando parecer paciente. El momento de las revelaciones había llegado, sin lugar a dudas.

-¿Sabes lo que piensa alguna gente de ti y de mí?

-Oh, pequeña… No me vengas con eso ahora… No me importa lo que cuatro viejas conservadoras o cuatro fans digan sobre lo nuestro. Allá ellos con sus estúpidos rumores…

-No, no es eso.-la rotundidad con la que la chica negó aquello hizo que John bajara la mirada, extrañado. Ella continuaba con la mirada fija en su pecho, mientras jugueteaba absorta con un hilillo de su suéter.-No son cuatro viejas, es gente que nos conoce a los dos. Que nos conoce muy bien.

-No sé a lo que te refieres.-contestó él confuso.

-Me refiero a que... A que… Algunos piensan que me manipulas.

-¿Qué?-casi exclamó John. Aquella afirmación le había pillado completamente por sorpresa. Y es que, de todas las cosas que hubiera podido escuchar, aquella era la que menos se esperaba.

-Sí, bueno….-continuó ella.-Dicen que hago siempre lo que tú dices y todo eso…

John calló durante unos segundos, meditando la respuesta. En cosa de un año, había conocido a Chris muchísimo y, no iba a negarlo, había aprendido a manejarla bien, a convencerla y a llevarla a su terreno… Pero de ahí a manipularla… No, no creía que la estuviera manipulando.

-Dime una cosa.-dijo al fin.-¿Tú crees que te manipulo?

Por primera vez desde que había iniciado su confesión, Christine lo miró a los ojos y negó con la cabeza.

-No. Creo que si hago las cosas cuando me las pides es porque en realidad me apetece.-contestó.-Como ahora, ¿sabes? Si estoy aquí contigo es porque quería estar junto a ti. Pero…

John frunció el entrecejo. Había un “pero”.

-¿Sí?-la animó a continuar.

-Es que a veces yo también he tenido esa sensación… No sé… Es como si me pusieras entre la espada y la pared. Como si me dieras a elegir entre ti y el resto de las cosas… 

Después de escuchar aquello, John no tuvo más remedio que desviar la mirada. La chica tenía razón, muchísima razón, pero que le ahorcaran en ese mismo instante si lo hacía queriendo.

-No te voy a negar que a veces lo haya hecho, sí.-respondió al cabo de unos segundos, volviendo a desviar la mirada hacia ella.-Lo siento. Siento si eso te ha hecho sentir mal, de verdad.

-En realidad no me has hecho sentir mal…-masculló la chica.-Pero… ¿por qué lo haces?

-¿Y por qué tú no lo haces?-preguntó él, casi como en un impulso.

La cara de confusión con la que Chris lo miró le animó a aclarar lo que había dicho.

-Verás…-añadió.-Vale, sí, reconozco que yo te pido muchas cosas… Y sí, tú cumples la inmensa mayoría. De no ser que sean verdaderas burradas, lo haces. Pero tú, sin embargo… No me pides nada cuando en realidad yo sería capaz también de hacer cualquier cosa que quisieras. Fíjate… Sólo con que me dijeras ahora “John, quiero volver a Londres”, te aseguro que pillaría las maletas ahora mismo y nos largaríamos ¡y me importa una mierda la peli! En realidad, lo único que quiero es que estemos juntos, nada más… Y si más de una vez te he pedido algo, ha sido sólo por eso, te lo juro. Jamás lo hice con segundas intenciones…

-¿En serio que harías eso?-preguntó ella abriendo los ojos aún más de lo que los tenía.

-Por supuesto que sí.-respondió él esbozando una sonrisa tierna.-De hecho… ¿Quieres que lo mandemos todo a la mierda y volvamos a casa?

-¡No!-exclamó ella, que inmediatamente se relajó.-No… Claro que no…  Quiero que hagas esto. Estoy segura de que cuando estemos en España por lo menos podremos salir por ahí y todo será más divertido… Seguro que allí no llueve todas las tardes como aquí. Aunque con la suerte que tú y yo tenemos últimamente, no sé…

-No me jodas, espero que no llueva…-rió John, en parte por la broma del final y en parte por la rotundidad con la que Chris se había negado a irse de Alemania.-Pues bueno, viendo que eso no me lo vas a pedir… Piensa otra cosa…

-¿Cómo que otra cosa?

-Sí, otra cosa.-contestó él divertido.-Algo que quieras que haga o que no haga, no sé… Ya que siempre soy yo el que te está pidiendo, me parece justo que ahora seas tú la que me diga algo.

Sin poder evitarlo, Christine soltó una risita ante la propuesta.

-En realidad sí que es justo.-sonrió la chica.-Pero… No sé… ¿Qué es lo que te puedo pedir?

-Tú misma. Yo estoy a tu entera disposición.

La chica se mantuvo en silencio durante unos segundos, pensando, mientras él la miraba embelesado: en aquellos momentos ofrecía una imagen realmente tierna.

-¡Ya está!-dijo al cabo de un rato.-Ya sé que es lo que te voy a pedir…

-¿Y qué es?

-Que para el día 10…-empezó a decir ella.-No prepares absolutamente nada, no hagas planes.

-¿Me estás pidiendo que pase del día de nuestro primer aniversario?-preguntó él extrañado.

-¡Si haces eso te mato!-rió ella.-No, no… Lo que te estoy pidiendo es tú no programes nada porque la que va a decidir ese día soy yo.

-Uuuh…-bromeó él.-Las chicas al poder.

-Por supuesto que sí, Lennon.-dijo Chris inclinándose hacia él peligrosamente con la clara intención de darle un beso.-Las chicas al poder, ahora y siempre.

-Un momento…-fue capaz de decirle él antes de que ella pegara sus labios a los suyos.-¿Puedo preguntarte algo?

Chris volvió a su posición original y afirmó con la cabeza, sonriente.

-¿Quién piensa que te manipulo? ¿Quién te ha dicho eso?

Inmediatamente, la sonrisa de la chica se esfumó como si nada. Era obvio que no esperaba aquella pregunta.

-¿Y qué más da eso?-dijo por toda respuesta mientras se encogía de hombros.

John la miró, inquisitivo, escrutando su gesto… Era obvio que no quería delatar al que se lo había dicho, lo que suponía que el que pensaba que le estaba manipulando era alguien muy importante para ella. Y sólo había una persona en el mundo que fuera lo suficientemente importante para ella como para no querer ser del todo sincera con él, alguien cuya opinión sí importara a Chris verdaderamente, alguien que les conociera muy bien a los dos…

-¿Ha sido Paul?-preguntó al fin, casi disparando la pregunta a bocajarro.

Una sombra se cruzó durante unos instantes por la mirada de Chris, que inmediatamente se apresuró en esbozar una sonrisa forzada.

-No seas ridículo, Johnny…-dijo la chica antes de darle un suave beso en los labios.-Hay que ver… De cada día te veo más guapo con esas gafitas…

Y pese a que él esbozó una sonrisa ante el piropo y respondió con entusiasmo al nuevo beso que Chris le plantó, a John no le sirvieron de nada los burdos intentos que había hecho la chica por disimular y cambiar de tema. Sí, había sido Paul el que le había dicho a su hermana que la manipulaba, no cabía duda. Y entonces, mientras se entregaba a la agradable tarea de empezar a desnudar a Christine a tientas entre beso y beso, John notó como la sangre le hervía en sus venas. No iba a permitir, ni por muy amigo suyo ni por muy hermano de Chris que fuese, que nadie malmetiera en su relación con ella. Nadie.

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El viaje hasta Liverpool se les había hecho increíblemente largo a los dos. Tenían tantas ganas de llegar para decirles a todos que finalmente se iban a casar el 24 de enero y de celebrar su primer año juntos que el viaje se les había hecho interminable, como si alguien hubiera puesto a Liverpool cientos de millas más al norte de lo que estaba en realidad. No obstante, finalmente allí estaban ellos, metidos dentro del coche de Ringo mientras se paseaban por el barrio de Kensington, para ir a visitar a unas viejas amistades de la chica a los que querían invitar a la boda. 

Lo cierto era que todo había salido a pedir de boca desde que habían llegado esa mañana a Liverpool. La visita a sus familiares había sido todo un éxito ya que todos se habían alegrado muchísimo al recibir la noticia de la boda, una noticia de la que la mayoría ya eran conocedores debido a los rumores de la prensa sobre el anillo de compromiso de Mary. Después de comer, Elsie había invitado a té a la madre de Mary para conocerse y, como era de esperar, todo había ido perfecto. Las dos mujeres parecían haberse caído muy bien y sólo cuando se pusieron a hablar de sus dos hijos únicos cuando eran pequeños y empezado a contar alguna que otra anécdota incómoda sobre ellos, Ringo y Mary se habían despedido de ellas y se habían ido de allí con la excusa de tener que ir a visitar a algunas amigos para invitarles a la boda.

Después de dar unas cuantas vueltas para poder aparcar, Ringo y Mary bajaron del coche y se encaminaron sin el menor reparo por esconderse de las miradas indiscretas hacia casa de Lily, una de las mejores amigas de Mary desde que eran niñas. Pese a que sólo los separaban unos escasos doscientos metros desde el lugar en donde habían aparcado hasta la casa, tardaron más de veinte minutos en llegar hasta allí. Y es que, a cada paso, los paraban para pedirles autógrafos o decirles cualquier cosa. Pese a que a muchos ni siquiera los conocía, a Mary no se le escaparon algunas caras conocidas. Gente que había pasado por su lado toda la vida sin ni siquiera dignarse a decirle un mísero “hola” y que ahora se deshacía en halagos hacia ella y la trataba con tanta familiaridad como si hubieran sido amigos íntimos toda la vida. 

Muy lejos de molestarle, a la chica aquello le provocaba mucha risa. La gente era tan falsa… Había que ver lo diferente que te trataban si eras famoso… Mucho más si andabas con un Beatle, uno de los cuatro héroes de Liverpool.

Cuando por fin llegaron a casa de Lily, ni siquiera les hizo falta llamar al timbre para que les abrieran. La chica, que al parecer había estado esperando su llegada con impaciencia sentada frente a la ventana del salón que daba a la calle, se apresuró a abrirles nada más abrieron la puertecilla del patio delantero de la casa.

-¡Mary!

A Mary ni siquiera le dio tiempo a saludarla antes de que su amiga se abalanzara sobre ella y le diera un fuerte abrazo entre exclamaciones de alegría.

-¡Me alegro de verte!-dijo al fin cuando Lily se separó de ella.-¡Estás genial!

-¡Tú sí que estás genial!

Mary rió con el comentario aunque inmediatamente se dio cuenta de que Lily, más que mirarla a ella, miraba furtivamente a Ringo, de reojo y casi medio avergonzada. Aquel pequeño gesto le hizo recordar de repente que ella no conocía a su novio. Sólo había escuchado hablar de él, pero jamás se habían visto en persona.

-Bueno, chicos…-dijo al fin intentando solucionar aquello.-Ha llegado el momento de las presentaciones. Lily, te presento a Rich. Rich, Lily.

-Encantado, Lily.-le dijo Ringo tendiéndole la mano y luciendo una enorme sonrisa.

-Encantada igualmente… ¿Rich?

Casi al unísono, Mary y Ringo soltaron una risotada. Si bien casi todo el mundo sabía que el nombre real del chico era Richard, a la mayoría se les hacía raro el no llamarle Ringo.

-Puedes llamarme como quieras.-dijo él aún divertido.

-Sí.-añadió Mary.-De hecho la mayoría de sus amigos le llaman Ringo.

-Me alegra oír eso. Lo cierto es que se me haría raro llamarte por otra cosa que no sea Ringo…-contestó Lily.-Bueno… ¿Vamos adentro? Allí están los demás, todos tienen un montón de ganas de veros.

Sin dejar de hablar ni un solo momento entre ellos, los tres entraron en el interior de la casa. Estaba justo como Mary la recordaba, aunque ya hiciera más de un año que no la pisaba, desde que su amiga había decidido probar suerte con la carrera de Medicina en la Universidad de Birmingham el año anterior, algo que no había salido tal y como ella se esperaba ya que había acabado dejándoselo y regresando a Liverpool ese mismo mes abril.

Nada más cruzar la puerta del salón, una avalancha de gente se arremolinó alrededor de ellos para darles la bienvenida, todos amigos de la infancia y del instituto, gente con la que había crecido y que a diferencia de muchos, la querían y la apreciaban por como era y no porque en esos momentos estuviera saliendo con Ringo. Abrazó a las gemelas Bridget y Cam, y también a Phil y a Rachel con la misma alegría con la que había abrazado a Lily. Pero, no obstante, seguía faltando alguien… El más importante de todos…

Casi como si le hubiera leído el pensamiento, el chico se asomó de repente por la puerta que daba a la cocina.

-¡Pensé que ya te habías olvidado de nosotros, loca!-sonrió el chaval apoyándose sobre el marco de la puerta.

-¡Fred!-exclamó Mary.

Los dos amigos se fundieron en un fuerte abrazo. La verdad era que de todos los allí presentes, al que más había extrañado era a su amigo de toda la vida, a su confidente desde que iban al parvulario… Y pese a que el año antes de acabar el instituto, el chico se había mudado a Manchester y hacía mucho que no se veían, los dos continuaban considerándose los mejores amigos que había.

-¿Cómo estás, famosa?-bromeo Fred mientras se dejaba abrazar.

-Bien… Bueno, no, ¡fenomenal!-exclamó ella loca de alegría.-Rich y tú os tenéis que conocer ya y…

-Por supuesto que sí.-le interrumpió él con una sonrisa mientras le dedicaba una mirada amistosa a Ringo.-Pero yo también quiero que conozcas a una persona…

-¡Fred! ¿Hay alguien?-quiso saber ella sorprendida. No sabía en absoluto que su amigo tuviera novia.

-Sí, la hay… Aunque creo que ya la conoces…

Aún no había acabado de pronunciar aquellas palabras cuando apareció, justo por detrás del chico, una persona a la que, en efecto, Mary conocía muy bien. Demasiado bien, quizás… 

-¿Samantha?-preguntó mientras notaba como la sangre se le congelaba en las venas.

-Sí, Mary... Samantha y yo estamos juntos.

********************************

-¡Y una mierda ésa viene a mi boda!

Ringo le dedicó una mirada furtiva mientras conducía el coche, en silencio mientras ella despotricaba contra la tal Samantha.

-Princesa… Es la novia de tu amigo…-intentó hacerla razonar él.-Si lo invitas a él, la debes invitar a ella.

-¡Me importa una mierda que esa tía sea la novia de Fred! ¡ME IMPORTA UNA MIERDA! ¡La bruja esa me destrozó la infancia y la adolescencia y ahora…! ¿Ahora quiere dárselas de buena persona conmigo? ¡Ni pensarlo! Apuesto a que si no estuviera contigo ni siquiera me habría dirigido la palabra esta tarde, la muy…

-Tranquila, Mary…-le cortó Ringo antes de que ella pudiese terminar de decir la última palabra de la frase que no tenía pinta de ser muy bonita.

-¡Que no viene! ¡Y punto!

-Podrías enfadar a tu amigo si no la invitas…

-¡Que se enfade! ¡Él tampoco pensó en si me iba a enfadar yo o no si se ponía a salir con… ésa!

Por toda respuesta, Ringo soltó un bufido de fastidio. Era verdaderamente exasperante que un día que había empezado tan rematadamente bien acabara con Mary enfadada sólo porque su mejor amigo de toda la vida fuera ahora el novio de su archienemiga, también de toda la vida. Y aquello, el tener a su chica enfadada, era aún peor en vísperas de su aniversario. Ojalá, rezó para sus adentros, al día siguiente se le hubiera pasado el enfado.

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Quizás aquello pudiera parecer la cosa más normal del mundo, lo más típico, lo más trillado. Pero a ella le daba igual. Le daba igual porque era feliz. Le daba igual porque no podía concebir algo tan simple y a la vez romántico como estar allí, en plena noche, en aquel parque solitario de Liverpool donde habían pasado tantas horas durante las primeras semanas de su relación, tumbados sobre una manta que habían colocado sobre el césped y mirando las estrellas. Y aquello, sin duda, la alegraba tanto que incluso había olvidado del todo su enfado del día anterior.

-Ha sido un detallazo el que me llevaras de nuevo esta tarde a la cafetería de Betty después de un año…-murmuró Mary, a la que de repente le había venido a la cabeza lo bien que lo habían pasado esa misma tarde.

-En esa cita fue donde nos besamos por primera vez, ¿te acuerdas? Me parecía algo simpático que hoy nos pasáramos por allí también…-contestó Ringo.

-Un déjà vu  a lo bestia…-sonrió ella.-Sobre todo cuando me has besado justo cuando hemos pasado por el mismo bache en el que casi me caigo…

-A diferencia de que no te he dejado tan alucinada como la primera vez que lo hice…

-Bueno, digamos que ya me he acostumbrado a tus besos…-dijo Mary girándose hacia él para mirarle a los ojos.-Pero no por ello me gustan menos.

-Menos mal.-sonrió Ringo pasándole los dedos por la mejilla antes de darle un beso de lo más dulce.-Y ahora, si me permites… Creo que debo darte algo…

Casi en el acto, Ringo se incorporó y se puso a hurgar entre los bolsillos de su chaqueta ante la mirada atónita de la chica. Después de murmurar por lo bajo lo que seguramente fue una maldición ininteligible por  no encontrar lo que buscaba, finalmente sacó del bolsillo interior de la chaqueta una pequeña caja y se la tendió a Mary, que la agarró con las manos temblorosas.

-Espero que te guste…-sonrió él.-Más que nada porque ya no lo puedo cambiar… Digamos que la tienda me queda un poco lejos…

Cuando Mary abrió la cajita apenas pudo reprimir un gritito de sorpresa.

-¡Ritchie!-exclamó sin dejar de mirar su regalo.-Esto es…

-Es el colgante y los pendientes a juego de tu anillo de compromiso.-terminó él la frase.-Lo compré en Nueva York junto con el anillo, pero lo he guardado hasta hoy… No creí oportuno dártelo todo el mismo día… Al fin y al cabo, las pedidas de mano se hacen con un anillo solamente, ¿no?

Pero ella no le contestó nada. Sólo se limitó a abrazarse a él y a empezar a cubrirle la cara de besos cortos y tiernos a la vez que Ringo no podía evitar reírse.

-Vaya, creo que te ha gustado.-dijo el chico cuando Mary hizo un alto en su empeño por cubrirlo todo de besos.

-Y tanto que me ha gustado.-contestó ella sonriente.-Es perfecto. Es la cosa más bonita que me han regalado en toda mi vida.

-¿Más que el oso polar del salón?

-Bueno… Más que Yogi no.-le contestó ella divertida, cosa que hizo que los dos arrancaran en una carcajada.-Bueno…-añadió la chica cuando los dos se hubieron recuperado de aquel repentino ataque de risa.-Yo también tengo algo para ti, ¿sabes?

-¿Para mí?-preguntó él extrañado.

-No, para el vecino si te parece…-rió ella mientras rebuscaba entre las bolsas que habían traído hasta el parque, bolsas que en teoría contenían comida para la cena bajo las estrellas que hacía un momento acababan de celebrar pero en las que ella había aprovechado para meter un par de cosas sin que Ringo se diera cuenta.

Después de sacar un par de botellas ya vacías y una bolsa de dulces a medio terminar, lo encontró. Allí estaban los dos paquetes, paquetes que Ringo no había visto antes de puro milagro. Sonriendo al imaginar la cara que iba a poner al recibirlo, Mary agarró el más grande, lo sacó de la bolsa y se lo tendió al chico.

-Toma. Espero que te guste.

Casi con la ilusión de un niño pequeño que recibe sus regalos el día de Navidad, Ringo agarró el paquete y lo abrió ansioso. No obstante, la cara que hizo cuando dejó al descubierto el peluche que había dentro hizo que Mary, que aunque en un principio se había dicho a sí misma que no debía reírse de aquello y seguir con la broma, soltara una inmensa carcajada.

-¿No te gusta, Ritchie?-logró preguntar entre risas.

-¿Cómo me va a gustar el jodido Pato Donald de las narices este?-preguntó él, que aunque en un primer momento se había picado con el regalo, ahora también se había sumado a la diversión.-¡Sabes que odio al este gilipollas de voz rara y traje de marinero!

-Mmm… Pues te vas a tener que conformar…-le contestó ella divertida.-Al igual que a ti te parecía bonito llevarme al sitio donde fue nuestro primer beso, a mí también me parecía bonito regalarte el personaje sobre el cual hablamos antes de ese beso…

-Ya… Entiendo… ¡Pero odio a este bicho!

-Ya verás como cuando te acostumbres hasta te cae bien…

-Sí, seguro.-masculló él, que no sabía muy bien ni si reírse con el chasco o mostrarse medio enfadado.

-Está bien…-sonrió Mary cuando vio que Ringo estaba empezando a mirar el peluche del Pato Donald con cara de querer quemarlo con su encendedor allí mismo.-Creo que por la bolsa igual hay algo más que…

Y empezó a hurgar de nuevo por la bolsa de la comida y sacó, sonriente, el otro paquete, mucho más pequeño que el anterior, pero bastante más pesado.

-Espero que esto te guste un poquito más…-le dijo en tono burlón tendiéndoselo.

Casi automáticamente, Ringo cambió su expresión por una inmensa sonrisa de oreja a oreja y abrió, ahora sí, el regalo que ella le había hecho “de verdad”.

-¡Joder!-exclamó él cuando lo vio.-¡Pero este reloj te debe haber costado un ojo de la cara y…!

-Y nada.-le cortó ella.-No padezcas, todavía conservo los dos ojos, ¿no lo ves? Además… Si tu me regalaste el anillo de pedida, yo te tenía que regalar un reloj, ¿no? Al menos, eso dice la tradición…

-Eso dice.-sonrió él y, después, poniéndose serio repentinamente, añadió:-Pero… ¿sabes? Pese a que el reloj es una pasada, hay algo que me gusta muchísimo más que eso… Infinitamente más.

-¿Qué es?-preguntó Mary. Ahora ella era la que estaba algo picada con lo que Ringo le acababa de decir.

Poco a poco, Ringo se inclinó hacia ella, casi con una lentitud deliberada. Y entonces, antes de contestar ni siquiera nada, le dio un beso.

-Tú.-dijo finalmente.-Tú eres lo que más me gusta en este mundo. Más que cualquier cosa. Te amo, Mary Starkey.

Mary lo miró, sonriendo. Aquel nombre sonaba realmente bien, tanto que sintió unas repentinas ganas de abalanzarse de nuevo sobre él para empezar a besarlo, a acariciarlo, a sentirlo. Y entonces, como un viejo huracán, despertó de nuevo aquello que sentían el uno por el otro haciendo, de nuevo, que los dos acabaran rodando por el suelo, juntándolos, empujándolos. Aquello que jamás habían sentido por ninguna otra persona, aquel sentimiento que sólo parecía estar reservado para ellos dos y para nadie más.

*****************************

Paul descolgó el teléfono y marcó el número de nuevo. Era curioso. En todo el tiempo que había pasado desde que Ringo le diera el teléfono del piso de Montagu Square (y aquello había sido nada más lo había comprado), jamás se había aprendido el número y, en esos momentos, en tan sólo una semana, sería capaz de decirlo de carrerilla hasta al revés. Y es que el hecho de llamar cada dos por tres a un sitio hace que al final te aprendas hasta el número de teléfono más largo y enrevesado de memoria.

Espero unos cuantos tonos, impaciente y, después la escuchó … 

-¿Sí?-preguntó ella.

Pero él no contestó, simplemente se limitó a escuchar y a captar todos y cada uno de los matices de su voz.

-¿Sí? ¿Oiga?

-¿Penny?-dijo él al fin.

La que calló ahora fue ella. Paul incluso pudo visualizarla: el ceño fruncido, la boca apretada, la respiración agitada.

-Oye, imbécil.-le replicó la chica airada al cabo de unos instantes que a él se le hicieron eternos.-No voy a hablar contigo, que te quede claro. Y te advierto, si vuelves a llamar aunque sea una sola vez más, te denunciaré a la policía por acoso. Y sabes que me importa una mierda que seas el Don Perfecto de Paul McCartney, ¿entendido?

-Pero Penny, deberíamos hablar civilizadamente y…

Y el sonido del teléfono al colgar hizo que lanzara un suspiro de resignación. Otra vez. Había perdido la cuenta de las veces que la chica le había colgado y sí, en el fondo ella tenía razón: estaba siendo demasiado pesado con todo aquello. Quizás fuera el momento de hacerse el ánimo definitivamente y dejar que las cosas siguieran su curso natural. Y si eso suponía el tener que dejarla marchar, debería hacerse cargo de ello. A fin de cuentas, ya era hora de asumir como un hombre las consecuencias de lo que había hecho…

****************************

Chris abrió los ojos con una energía muy poco propia de ella cuando se despertaba. A su lado, John continuaba durmiendo profundamente, hecho un ovillo. Lo miró y sonrió. Jamás se cansaría de verle así, tan en paz consigo mismo, tan tranquilo… y a su lado. Después de pasarle delicadamente la mano por el pelo, sin despertarlo, la chica se volvió hacia la mesita de noche para saber la hora que era.

-Oh, mierda…-susurró al ver que ya eran más de las diez.

Y aun así, a sabiendas de que se estaba haciendo muy muy tarde, a Chris le dio mucha lástima despertar a John con lo a gusto que estaba durmiendo… A fin de cuentas… ¿qué prisa había? Tenían todo un día por delante y tiempo de sobra para hacer lo que les apeteciera. 

Después de darle un suave beso en la mejilla e intentando hacer el menor movimiento posible para no despertarlo, se metió en el cuarto de baño con la intención de meterse en la bañera un buen rato, quizás hasta que John despertara. Dejó brotar el agua del grifo y esperó pacientemente a que se llenara. Después, sin más, se metió dentro y se sumergió durante unos segundos, disfrutando del tacto cálido del agua. Pensando en lo bien que la hacían sentir momentos como aquel, Christine sacó la cabeza del agua y la apoyó sobre el borde de la bañera, cerrando los ojos, relajada.

Apenas llevaba así un par de minutos cuando escuchó el ruido de la puerta del cuarto de baño al abrirse. Abriendo los ojos inmediatamente y dibujando una enorme sonrisa de oreja a oreja, se giró. Efectivamente, allí estaba John, aún medio dormido, vestido sólo con su bóxer y sus gafas y con los brazos cruzados por detrás de la espalda. A Chris no se le escapó aquel pequeño detalle. Seguro que llevaba algo allí detrás.

-Buenos días, pequeña.-la saludó él sonriente.

-Buenos días, monstruo.

El chico se acercó hacia ella y cuando ya estuvo lo suficientemente cerca como para que los dos pudieran tocarse, le tendió una rosa roja.

-Feliz 10 de septiembre.-le dijo.

-¡Johnny! Es preciosa…

La chica agarró la flor y le dedicó una enorme sonrisa antes de que él le diera un beso en los labios.

-No te emociones…-sonrió él.-La acabo de recoger del rosal que crece bajo la ventana…

Christine no puedo evitar soltar una risita divertida.

-Mejor, si es recién cortada, más fresca.-contestó revolviéndole el pelo.-Te quiero, John. Feliz aniversario a ti también.

-Lo de que sea un feliz aniversario depende de ti…-rió él mientras se quitaba el bóxer.

-¿Qué haces?

-Meterme en la bañera. Voy a darme un baño. Déjame un sitio, peque.

Sin que a ella le diera tiempo ni siquiera de apartarse, John se metió dentro de la bañera provocando con ello una enorme sacudida de agua que acabó salpicando todo el suelo del baño.

-¡Esto no es una piscina, loco!-bromeó mientras él se acomodaba frente a ella.

-Y bien… Me dijiste que hoy decidías tú, ¿no?-dijo John haciendo caso omiso a lo que le acababa de decir.-¿Ya has pensado lo que hacemos o simplemente tu plan consiste en tenerme aquí encerrado y utilizarme todo el día como esclavo sexual?

-Mmmm… Pues no es mala idea…-contestó ella antes de estallar en una carcajada.-Lástima que ya le haya pedido el coche a Dick, porque si no, no te librabas.

-¿Le has pedido el coche a Dick?-se extrañó John.

-Sí.

-O sea, que la niña ha programado una excursión… ¿Adónde vamos?

-Ni idea.-contestó ella con sinceridad.

John soltó una inmensa risotada.

-¿Cómo que ni idea? ¿No sabes adónde vamos?

-No.

-¿Y entonces?

-Bah, Johnny, no seas tiquismiquis… Pillo el coche, conduzco hacia donde nos dé la gana y en el primer lugar que nos guste, paramos.

-Ajam.-asintió él divertido.-Sólo una pregunta… ¿eres consciente de que aquí en Alemania se conduce por la derecha?

-Claro.

-¿Y lo has hecho alguna vez?

-No.

-¿Y tu plan final es que acabemos el día de nuestro aniversario en un hospital alemán después de habernos estampado contra otro coche?-preguntó él entre risas.-Porque si es así, mejor aprovecho y te hago ahora todo lo que te tengo que hacer…

-Hay que ver que tonto que estás…-rió ella mientras le salpicaba de agua.

-Eres tú la que me pone así de tonto…-bromeó inclinándose hacia ella antes de darle un intenso beso que hacía evidente las intenciones de John en aquellos momentos.

-No tan rápido, león.-sonrió Chris apartándose unos milímetros de su boca.-Ya habrá tiempo para eso más adelante… 

Por toda respuesta, John esbozó una mueca divertida de resignación que hizo que a ella se le escapara de nuevo otra risita. Y es que, pese a que ella también le apetecía perderse en aquellos momentos, sabía que era mejor esperar y al parecer, él también. A veces, las esperas terminaban valiendo realmente la pena.

*********************************

El día había sido perfecto. Todo, absolutamente todo, había salido bien. Habían salido de Celle tarde, casi a la hora del almuerzo y, tal y como Chris había previsto, se habían metido en el coche y había conducido hacia el norte, sin rumbo, yendo por carreteras secundarias y hasta por caminos sin asfaltar hasta que llegaron a lo que parecía ser un pequeño bosque en medio de las montañas, bonito y solitario. Después de parar el coche en un pequeño terraplén, los dos se internaron por allí. Pasaron el día así, caminando, parándose donde les parecía, charlando, riendo y dándose besos furtivos. Y pese a que era muy atípico pasar un primer aniversario así, de ese modo, perdiéndose en medio de la nada, a John le había encantado la experiencia. Y le había encantado porque, aparte de permitirle estar a solas con ella sin ninguna otra compañía que la naturaleza que les envolvía, aquello le recordaba enormemente a los primeros días que habían pasado juntos… Aquellos primeros días en Liverpool después de aquel intenso beso en medio de la calle en los que los dos pasaban las mañanas en sitios como aquel, en medio de la nada para que nadie los viera, conociéndose poco a poco, mostrándose tal y como eran, sin máscaras, sin ornamentos. Dejándose ver que sólo eran John y Chris, Chris y John, dos personas que tenían muchísimas más cosas en común de lo que habían creído y a las que no les importaba ni nada ni nadie en aquellos momentos aparte de quererse el uno al otro.

Habían llegado de nuevo al hotel cansados y empapados: la ya típica lluvia de las tardes alemanas no había querido dar ninguna tregua ese día. Por culpa de eso, los dos se habían tenido que echar una buena carrera para llegar de nuevo al coche, una carrera que al poco de empezar se había convertido en la causa de las risas casi histéricas de los dos, que habían acabado embarrados y calados hasta los huesos pese a correr como locos agarrados de la mano. A cualquiera aquello le hubiera estropeado la tarde, a ellos no. Estaban tan felices y dispuestos a disfrutar del día que no iban a dejar que una simple lluvia les arruinara los planes.

Después de meterse en la bañera de nuevo y darse un baño infinitamente más largo y relajado que el de la mañana y de pedir la cena al servicio de habitaciones, los dos se tumbaron en la cama, tranquilos y abrazados.

-Creo que te tendremos que improvisar más días como estos…-sonrió él.-Ha sido perfecto…

-Sí, tienes razón.-le contestó ella antes de darle un beso en los labios, otro de tantos como los que le había dado aquel día.-Ha sido el mejor día que he tenido en mucho tiempo… Gracias, Johnny.

-No me des las gracias porque aún no he acabado contigo…-sonrió él mientras se incorporaba levemente y abría el cajón de la mesita de noche ante la mirada atónita de la chica.-¿O es que pensabas que sólo iba a regalarte una rosa por nuestro aniversario?

John sacó una pequeña cajita y se la tendió, sonriendo.

-Así que ha llegado la hora de los regalos, ¿eh?

-Eso creo.-sonrió él.-Ábrelo, venga.

Sin poder negar la ilusión, Christine obedeció y abrió el paquetito.

-¡John!-exclamó sacando la esclava que él le había regalado.-¡Qué bonito! ¡Y está grabada!

-Claro que está grabada.-rió él.-Es una esclava, ¿no?

-Tonto…-le dijo ella sacándole la lengua.-A ver que pone… 

Chris se acercó la pulsera a los ojos y sonrió dulcemente al reconocer las palabras “In my life…” por el anverso y “…I love you more” en el reverso. Pese a que no era para nada original, para él (y a juzgar por su expresión, también para ella), aquellas palabras eran muy significativas. Y es que aquella frase de su canción se había convertido, por así decirlo, en su frase.

-Me encanta, cariño.-dijo casi en un susurro mientras se abrazaba a él.

-Y a mi me encanta que te guste…

-Y ahora es el turno de lo tuyo…-dijo Chris resuelta poniéndose en pie casi de un salto.

Rápidamente, la chica se dirigió hacia el armario y lo abrió para, a continuación, empezar a rebuscar entre su ropa.

-No me digas que me has regalado ropa…-bromeó John con la simple y llana intención de picarla.

-Sí, te he regalado una falda de abuela a conjunto con tus nuevas gafas, Lennon.-rió ella mientras sacaba del armario una caja rectangular de un tamaño bastante considerable.

-¿Qué…?-preguntó él extrañado al ver aquello.

-Ahora lo verás.

John agarró la caja intrigado. Pesaba. Sin poder esperar ni un segundo más por ver qué era, rompió bruscamente el papel de regalo con la que estaba pulcramente envuelta.

-Ale… Rómpelo todo…-rió Chris que, de repente, le puso una mano sobre la caja provocando que él parara durante unos segundos y la mirara, extrañado.-Creo que antes de abrirlo, tendrías que saber lo que es o te vas a quedar flipando…

-Que me maten si entiendo algo…-rió John.-¿Qué coño me has regalado? 

-No tenía ni idea de qué regalarte… Quiero decir, aparte de que eres chico y ya de por sí es horroroso buscaros algo adecuado, tú lo tienes todo... Y bueno, no quería que fuera nada típico, quería algo original, así que al final opté por hacerte esto… Es una “Caja de los 5 sentidos”.-contestó ella como si aquello fuera lo más normal del mundo aunque John no tuviera ni puñetera idea de lo que era.-Ábrela y lo entenderás enseguida.

Dicho esto, la chica retiró la mano de la caja y John, ahora sí, la abrió ansioso. Miró hacia el interior… La caja, a su vez, contenía cinco cajas más pequeñas, colocadas unas al lado de otras. En cada una de ellas, con la inconfundible caligrafía de la chica, había escrito el nombre de uno de los cinco sentidos del ser humano. Intrigado, agarró la primera caja, que lucía un enorme letrero de “Vista” y la abrió. Allí dentro había un marco con una foto de ellos dos, una foto que Paul les había tomado no hacía mucho, antes del concierto que habían dado en St. Louis ese mismo agosto.

-¡Joder!-exclamó él contento.-¡No recordaba esta foto! ¡Estás guapísima ahí!

-Pues anda que tú…-sonrió pícaramente ella.-Pero no te vas a quedar sólo con lo de la vista, ¿no?

-Por supuesto que no.-dijo John agarrando ya la siguiente caja, la del “gusto”.

Tal y como había supuesto, aquella caja, que pesaba bastante más que la anterior, contenía una cajita de bombones y una botellita pequeña de champagne. Después de hacer una broma sobre el tamaño de la botella y de casi obligarla a tragarse un par de bombones, abrió la siguiente, la del “olfato”, y sacó de ella un par de cajitas de inciensos. Pese a que la cosa podía parecer de lo más inocente, John no pudo evitar soltar una inmensa carcajada cuando leyó lo que había escrito en aquellas cajitas de inciensos, una carcajada a la que ella se le unió inmediatamente.

-¿Pero qué es esto?-consiguió preguntar él cuando paró de reír. Después, acercándose la cajita a los ojos, empezó a leer en voz alta lo que allí ponía:-“Despierta tus deseos más profundos con el aroma de este incienso y deja que te guíe por el camino del erotismo y la pasión. Enciéndelo un poco antes del encuentro para que vaya ambientando la estancia y nadie se resistirá a tus encantos.”  Creo que esto de la Caja de los 5 sentidos me está gustando cada vez más… Eres una chica muy mala, ¿lo sabes?

-No te quejes, tú me has hecho así.-le replicó ella con una sonrisilla pícara.

-Así me gusta, pequeña…-sonrió él.-Ahora, si me permites voy a encender un par de éstos antes de continuar…

Sin dudarlo dos veces, John se sacó el mechero del bolsillo el mechero, encendió un par de barritas  y las metió dentro del porta inciensos que Chris muy previsoramente había metido en la caja junto a las cajitas.

-Y ahora, a por el “tacto”…-dijo John sonriendo.-Si el olfato ha sido así, esto no me lo quiero ni imaginar…

Chris sólo soltó una risita divertida mientras él agarraba la siguiente cajita y la abría para sacar de allí dentro un par de botellitas de aceite de masajes que, a juzgar por lo que se veía, parecían comprados exactamente de la misma tienda que el incienso erótico.

-No creas que es para cuando te hagas un esguince en la pierna…-bromeó ella.

-Supongo que no…-sonrió John.-Esto, si me permites, voy a dejarlo por aquí cerca… Ya sabes, sólo por si acaso… Y ahora… el “oído”… 

John agarró la última caja y la abrió, esperando encontrarse allí el último de aquella serie de regalos. No obstante, su sorpresa fue mayúscula cuando vio que allí no había absolutamente nada. La caja estaba vacía. Sin osar a decir nada, levantó la mirada y miró a Chris, que lejos de parecer turbada por haberse olvidado del último de los regalos, sonreía abiertamente.

-¿Qué? ¿No encuentras el último de los regalos, Johnny?-le preguntó descaradamente.

-¿Qué tramas?-preguntó él intrigado pero divertido a la vez.

-Nada…-contestó ella.-¿Sabes? No hay nada en la caja porque eso no te lo podía meter ahí dentro…

-¿No? ¿Y qué es, si puede saberse?

-Pues…-masculló ella acercándose hacia él y colocando su boca sólo a escasos milímetros de su oreja.

John sintió un estremecimiento por la espalda cuando notó su aliento cálido tan cerca de él.

-John…-le susurró ella, al fin.-Te amo, cariño. Te quiero más que a nada en este mundo, te quiero por encima de todas las cosas. Ya lo dejé atrás todo por ti una vez y te juro que volvería a hacerlo, una y mil veces si hiciera falta. Eres mi vida, no lo olvides. Mi vida.

Sintiendo como el corazón le latía a mil por hora ante aquella repentina confesión, John se volvió hacia Chris. La chica lo miraba fijamente. Como él, también respiraba agitadamente y, como él también, tenía el deseo pintado en la cara.

-Christie…-consiguió decir al fin.- Eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida…

Y entonces, sin ni siquiera darle tiempo a decir nada, John se abalanzó sobre ella y le dio uno de los besos más dulces pero a la vez apasionados que había dado en toda su vida. Los dos cayeron de nuevo tumbados encima de la cama, mientras se besaban y se acariciaban sin cesar.

-Ey, pequeña…-murmuró él apartándose de repente unos centímetros de su boca.-Hagamos una cosa.

-¿Qué?-preguntó ella.

-Vayámonos a vivir juntos. Tú y yo. Los dos solos, sin nadie más.-contestó él sonriente, emocionado sólo con la idea.

-¿Hablas en serio?

-Claro que hablo en serio.-respondió él decidido.-Quiero tenerte a mi lado, en todo momento, a todas horas. ¿Qué me dices?

-¡Eso es fantástico! Tú y yo, viviendo juntos… Me encanta la idea…

Y dicho esto, la chica volvió a retomar la intensa sesión de besos y caricias de hacía unos segundos mientras John no podía dejar de sonreír, feliz y excitado a la vez. 

Sí, definitivamente, aquel aniversario había sido perfecto.



Holaaaa! Pues sí, aquí estoy yo de nuevo, con retraso, sí, pero... un capi complicado, sin lugar a dudas. Que por qué? Pues porque aunque sabía que iba a pasar esto y tal pues me ha costado horrores escribirlo y encajarlo... Y si a eso le sumas que he estado pensando cosas a largo plazo con el fic, pues... Eso, justifica el retraso.
Antes de despedirme, quiero comentaros una cosita... dentro del capi, ahí metidito muy delicadamente, está un pequeño (y siento que torpe) homenaje a uno de los mejores poetas que ha parido madre y que esta semana hubiera cumplido 88 años si no hubiese muerto allá por el 93. Vicent Andrés Estellés, del cual os invito a conocer su obra, que pese a estar escrita en valenciano originalmente, podéis ver una pequeña muestra en castellano aquí: http://www.eldigoras.com/eom03/2004/2/aire29vae01.htm
Yo, he insertado un trocito de este poema... "Els amants" ("Los amantes")... Está en el enlace de arriba, pero os lo pongo igual, a ver si alguien se da cuenta de la minifrase extraída del poema que hay en el fic (a quien lo consiga entrará en el sorteo de un par de Ferraris, uno rojo y otro azul, jajajaja).


LOS AMANTES
La carne quiere carne.
Ausiàs March

"No había en Valencia dos amantes como nosotros.
Ferozmente nos amábamos de la mañana a la noche.
Lo recuerdo todo mientras tiendes la ropa.
Han pasado años, muchos años; han pasado muchas cosas.
De pronto aún me atrapa aquel viento o el amor
y rodamos por el suelo entre abrazos y besos.
No comprendemos el amor como una costumbre amable,
como una costumbre pacífica de cumplidos y telas
(y que nos perdone el casto señor López-Picó).
Se despierta, de pronto, como un viejo huracán,
y nos tumba a los dos en el suelo, nos junta, nos empuja.
Yo deseaba, a veces, un amor educado
y el tocadiscos en marcha, negligentemente besándote,
ahora un hombro y después el lóbulo de una oreja.
Nuestro amor es un amor brusco y salvaje,
y tenemos la añoranza amarga de la tierra,
de andar a revolcones entre besos y arañazos.
¡Qué queréis que haga! Elemental, ya lo sé.
Ignoramos a Petrarca e ignoramos muchas cosas.
Las Estancias de Riba y las Rimas de Bécquer.
Después, tumbados en el suelo de cualquier manera,
comprendemos que somos unos bárbaros, y que esto no puede ser,
que no estamos en la edad, y todo esto y aquello.
No había en Valencia dos amantes como nosotros,
porque amantes como nosotros se han parido muy pocos."



ELS AMANTS
La carn vol carn.
Ausiàs March

"No hi havia a València dos amants com nosaltres.
Feroçment ens amàvem del matí a la nit.
Tot ho recorde mentre vas estenent la roba.
Han passat anys, molt anys; han passat moltes coses.
De sobte encara em pren aquell vent o l'amor
i rodolem per terra entre abraços i besos.
No comprenem l'amor com un costum amable,
com un costum pacífic de compliment i teles
(i que ens perdone el cast senyor López-Picó).
Es desperta, de sobte, com un vell huracà,
i ens tomba en terra els dos, ens ajunta, ens empeny.
Jo desitjava, a voltes, un amor educat
i en marxa el tocadiscos, negligentment besant-te,
ara un muscle i després el peço d'una orella.
El nostre amor és un amor brusc i salvatge
i tenim l'enyorança amarga de la terra,
d'anar a rebolcons entre besos i arraps.
Què voleu que hi faça! Elemental, ja ho sé.
Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses.
Les Estances de Riba i les Rimas de Bécquer.
Després, tombats en terra de qualsevol manera,
comprenem que som bàrbars, i que això no deu ser,
que no estem en l'edat, i tot això i allò.
No hi havia a València dos amants com nosaltres,
car d'amants com nosaltres en són parits ben pocs."

Saludos!


2 comentarios:

  1. Ya te dije que quiero el Ferrari rojo, porque ya sé, ya sé, al fin adiviné algo en mi vida (ya veo que me decís: "no, es incorrecto, se refería a otra cosa") La parte de "Se despierta, de pronto, como un viejo huracán, y nos tumba a los dos en el suelo, nos junta, nos empuja" es igual a la escena Mary-Ringo!!! Si, GANÉ, GANÉ! jajajajjaa. Hablando en serio, me encantó ese poema, me encantó ese "amantes como nosotros se han parido muy pocos" Puff....espero algún día usarlo jeje. Voy a buscar mas info por internet, a ver si encuentro mas cosas de ese autor. (Se te dio la recomendación literaria, como a mi XD)
    Bue, ya, me dejo de hablar de esto y paso al capitulo en sí.
    Vos me vas a matar, porque ya te dije que me creo todo, y me la pasé emocionandome. Primero, qué risa con la fecha. El 26 de diciembre me hace acordar a un examen que di ese día....Ughhh...mejor no acordarme. Aparte, todos en (voy a hablar en criollo) todos en pedo, desde la Navidad. Y el 30....igual. Pensé si el 24 de enero no significa nada, y no, día libre. Así que si, la pegaste, aguante el 24 de enero!
    Bueno, otra cosa. Si, John la manipuló, pero todos sabemos que para cosas buenas, aparte Chris es lo suficientemente firme como para decir no. Así que Paul se deje de joder. Y pobre John, re "embolado" en el rodaje, siempre supuse que los rodajes de peliculas son re aburridos. Menos mal que está Chris.
    Ayy....esa Lily me hace acordar a Luciana, mi amiga, y con los que nombraste, hasta me acordé de unas mellizas compañeras mias del secundario jajja. Debo decir que hay varias Samanthas en mi vida, a las que dejé de ver, por suerte (incluso minas grandes, eh! No solamente pibas de mi edad) Y bueno, vuelvo a repetirlo, me emociono, si tuviera a Ringo enfrente (o en la otra cuadra, o en el mismo pais) lo agarro y me lo como a besos. Y confieso algo: yo tambien odio al pato ese. Bueno, no se si odio, pero nunca me cayó del todo bien. A mis 4 años, nunca lo miraba porque no le entendía un carajo lo que hablaba, prefería mirar la pantera rosa, que no hablaba pero le entendía ajjaja. Pero fue muy lindo todo eso! *corazones* *corazones* *corazones* (no se como hacer para que aparezcan jajajjajajajajaja)
    El aniversario de John y Chris estuvo geniaaal!!!!! Re lindo, en un lugar solitario, con lluvia, romantiquísimo! No sabía la existencia de esa caja de los cinco sentidos....o lo inventaste vos? jajaja. Fuerte, hot XD Pero aún así re copadoooooo!!!!!!!!!!!!!
    Bueno loca, estoy tardando como una hora con este comentario, porque ando charlando, arreglando celulares, y demas cosas jajajaja
    Besooote loca linda!


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  2. yo siempre termino leyendo tus capítulos en la madrugada, son casi las 4 de la mañana y ando leyendo xD bueno estuvo ESPECTACULAR! AL fin Mary y Ringo tienen fecha wujuju x) sigo diciendo que el 26 hubiera estado bien :D por que quieren tanta gente en la boda? hahahaha pobre Mary y la mala jugada de la archienemiga novia del mejor amigo, xD eso me paso una vez...no es muy bonito que digamos xD hahaha pero bueno, me encanto la forma en que celebraron su aniversario, de una forma tan tranquila y romántica, sin duda fue muy lindo, después con Cris y John, yo sigo diciendo que si la manipula...pero si el dice que no...pues..pues..pues quizá esta diciendo la verdad e_e lo bueno de aquello fue su aniversario todo bonito! T_T se van a perder a un bosque...tienes razón, me recordó mucho a los primeros días de su relación T____________T han crecido mucho desde entonces, hahahahha lo de los inciensos ha sido XD hahaha, me lo esperaba, algo de ese "tono" XD hahahahaha en realidad, esperaba más, pero bueno, así esta bien xD y ya se van a vivir juntos! (: eso es hermoso pero, PERO... haha yo siempre con mis suposiciones, me huele a COMPLICACIONES tss tss!!! xD las complicaciones son geniales, y Penny y Paul, que paso? Ya nada de nada? Ojala! ¬¬ Paul es un marica y debe de pagar MUAJAJAJAJA xd aunque pobre Penny, ha de estar sufriendo mucho... y mira nada más, nada de George y Gwen? D: Te has comido a la pareja hahaha pero conociendo a George, quizá el se comió a Gwen hahahaha me gusto mucho el poema que has puesto y como María me gano :c yo creo que ya no podré participar en el concurso del ferrari u.u pero si era lo de que rodan en el piso, no? como Mary y Ringo? T_T haha ese poema, en verdad esta muy lindo, bueno Cris, si te digo que esta genial, estaría repitiendo lo que te digo en todos mis comentarios, pero debes de saberlo, que en verdad, tus capítulos son maravillosos.

    Saludos c:

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