lunes, 25 de marzo de 2013

Capítulo 81: Reconociendo los errores

Christine entró en la redacción del periódico con cara de pocos amigos. Había pasado una noche de perros en la que apenas había podido pegar ojo pensando en lo que el maldito Jordan le había hecho. Ella había creído que era su amigo, que podía confiar en él, pero, por lo visto, se había equivocado. Jordan no era más que un maldito cabrón con ganas de sacar provecho del hecho de que ella fuera famosa. Ahora que lo sabía todo lo veía claro: Jordan siempre había manifestado un interés malsano por todo lo relacionado con los Beatles. Claro que ella al principio sólo lo había asociado a una curiosidad lógica por la novedad de trabajar con la hermana de Paul y por aquel entonces también novia de John, pero quedaba claro que ahí había habido algo más que mera curiosidad: ganas de sacar dinero a su costa.

La identidad del que había  mandado aquella nota que ella había leído por error y que lo había puesto todo al descubierto ya no era ningún misterio para Chris. Al principio, cuando había visto aquella "P." al final había pensado enseguida en la ex de su hermano, Penny, con la que las cosas no habían quedado demasiado bien. No obstante, cuando entró en razón, desechó aquella idea enseguida pues Penny no tenía absolutamente nada que ver con ninguna revista. De hecho, lo último que sabía de ella era que había vuelto a casa de sus padres después de pasar una temporada dando tumbos por ahí y, que al parecer, había cedido a sus pretensiones de convertirse en una hija casi ejemplar para unos miembros de la casi aristocracia como los Rogers. Era paradójico: la indómita Penny, la rebelde, la alternativa, ahora metida de lleno en la alta sociedad inglesa sin rechistar después de haber visto que ganarse la vida por uno mismo no era ni tan bonito ni tan fácil. Ahora, y por eso sabía Chris de su existencia, hasta aparecía de cuando en cuando nombrada en alguna escueta noticia de sociedad que hablaba de tal o cual acto benéfico al que había acudido con su madre. Vale. Quizá todavía le guardara rencor a Paul por todo y que aún siguiera odiando a John con todas sus fuerzas, pero de ahí a que ella estuviera detrás de aquella misteriosa "P." había un mundo.

Pese a todo, Christine no había tardado demasiado en atar cabos y hacer algunas averiguaciones preguntando a sus compañeros de trabajo. Por eso, poco más de media hora después de haber leído aquello, ya tenía más que claro quién había escrito la nota. Sin lugar a dudas debía de tratarse de Patricia Sotherby, la redactora jefe de la revista, podría decirse que hasta sensacionalista, que había sacado la noticia de su ruptura con John. Además, descubrió también que Jordan y ella se conocían seguramente desde hacía bastantes años: no en vano Jordan había estado trabajando durante un tiempo en aquella revista antes de ponerse a trabajar en el periódico.

Con todo aquello más que claro y con la rabia contenida de quien se siente traicionado, Chris tenía unas ganas locas de encarar a Jordan y decirle cuatro cosas. Aquel mequetrefe se equivocaba de plano si creía que no iba a hacer nada al respecto.

Ni siquiera se dio cuenta, de tan metida que estaba en sus propios pensamientos, de cómo había llegado hasta delante de su escritorio. Miró con fastidio hacia la mesa vacía de al lado y comprobó que Jordan aún no había llegado. soltando un bufido, se dejó caer sobre su silla y empezó a revisar el trabajo que tenía pendiente para ese día aunque sin prestarle demasiada atención. Y es que estaba más pendiente de pensar en que Jordan quizá no fuera a trabajar tampoco ese día que de las cosas que estaba leyendo. De repente, unos ruiditos a su lado le llamaron la atención y Chris levantó la cabeza curiosa.

Tal y como había sospechado, se encontró cara a cara con Jordan quien, al parecer, acababa de llegar.

-Buenos días.-saludó el chico esbozando una sonrisa afable que hizo que a Chris se le revolviera el desayuno en el estómago de puro asco. Jordan debió de darse cuenta de su expresión enseguida, pues la miró y se apresuró a añadir:-¿Qué te pasa?

Antes de contestar a aquello, Chris le dedicó una mirada de profundo odio.

-Pensé que tú sabrías qué me pasaba.-le respondió casi escupiendo las palabras.

-Oh...-masculló él bajando la vista avergonzado.-Si es por lo de anteayer... Mira, lo siento. He estado pensando mucho en ello. No debí de precipitarme ni darte aquel beso, ni mucho menos decirte lo que te dije. Siento haber confundido las cosas, de verdad.

-¿Confundir?-preguntó Chris indignada al ver la cara dura que tenía. A ver: aquel tío la estaba engañando por detrás y se estaba comportando como un gran tipo delante de ella. Aquello le daba asco, simplemente asco:-Sí, Jordan, te has confundido. En todo.

El chico le lanzó una mirada interrogativa. Al parecer, aquella actitud tan a la defensiva por su parte le había pillado por sorpresa.

-Ya te he dicho que lo siento.-repitió él de nuevo intentando mantener la serenidad.

-¿También sientes haber ganado dinero a mi costa, maldito bocazas traidor?-le espetó ella de repente con agresividad. No podía contenerse por un segundo más.

Nada más oír aquello, Jordan se puso blanco como la cera y negó con la cabeza, confundido.

-¿Cómo dices?-logró preguntar al cabo de unos segundos con un hilillo de voz.

-¿Quieres que te lo explique mejor?-dijo ella.-¿Quieres que te recuerde que le diste el soplo de que John y yo habíamos roto a Patricia Sotherby?

-¡¿Pero qué estás diciendo?!-casi exclamó él nervioso.-Yo no...

-Lo sé todo, así que no te molestes en negármelo.-le cortó Chris.

-¡No tengo ni idea de lo que estás diciendo!-gritó Jordan haciendo que, ahora sí, todas las miradas de los que estaban en los escritorios cercanos se posaran en ellos.

Mirando todo aquello, Chris soltó un bufido molesta. Lo último que quería en esos momentos era montar un espectáculo delante de todos, así que, sin más, se puso en pie.

-Por tu bien más vale que vengas conmigo. Ahora.-le ordenó a Jordan en voz baja antes de ponerse a andar en dirección a la puerta.

No se detuvo ni miró hacia atrás hasta que llegó a un pasillo desierto a aquellas horas de la mañana. Entonces, se paró, se apoyó contra la pared y comprobó que, efectivamente un aturullado Jordan venía detrás de ella.

-No sé de qué coño hablas.-le dijo él con voz temblorosa cuando ella lo miró. Era evidente que estaba muy nervioso; demasiado nervioso para ser alguien que quiere hacer creer a los demás que dice la verdad.

-¿Ah, no?-preguntó ella con todo el sarcasmo que fue capaz de usar.-No me vengas con tonterías, joder, ya te he dicho que lo sé todo. ¿Sabes? Ayer me dieron una de tus cartas por error.

Jordan se quedó mirándola durante unos instantes, perplejo, aunque pronto aquella perplejidad se convirtió en rabia.

-¿Has leído mi correo privado?-preguntó arrastrando las palabras, furioso.

Chris no se amilanó ante la mirada que le lanzó el chico ni muchísimo menos. De hecho, lejos de hacerlo, se acercó más hacia él en un gesto desafiante.

-Ya te he dicho que me dieron esa carta por error.-contesto con parsimonia, aunque no pudo evitar que la agresividad se colara en su tono de voz.-La leí pensando que era para mí. No lo era, pero mira por dónde, sí que se hablaba de mí, ¿verdad que es gracioso?

-Eso es delito.-le cortó Jordan.-Te voy a denunciar por lo que has hecho.

-¿Ah, sí? Mira cómo tiemblo. Ya puedes ir redactando esa denuncia, pedazo de imbécil.-le espetó ella.-Quizá tengas tiempo de ir a comisaria después de que te despidan por bocazas.

Aquellas palabras parecieron golpear a Jordan como si le hubieran dado una bofetada. Chris esbozó una sonrisilla burlona a la vez que él se quedaba mirándola con odio.

-¿Qué te pasa?-preguntó ella con sorna.-¿Tienes miedo de que el director te despida por ir pasando informaciones a la competencia? Bueno, que a lo mejor no te despide por eso, a lo mejor te despide por haber soltado una información confidencial sobre una de sus redactoras. Ya conoces a Anthony... No soporta que el escándalo rodee a ninguno de sus trabajadores y tú, con esto, lo has conseguido. Pero tranquilo, Jordan, estoy segura de que tu amiga Patricia te podrá dar un trabajito. O no, ahora que ya no tienes a Christine McCartney para que te dé exclusivas.

-¿Qué es lo que quieres?-preguntó él de repente mirándola con rabia. Por lo visto ya estaba cansado de fingir que no sabía nada de todo aquello.

-¿Que qué quiero?-repitió Chris.-En estos momentos querría estrangularte, créeme, pero... me conformaré con no verte el careto de idiota que tienes nunca más. No quiero que trabajes más conmigo, no quiero verte a mi lado todos los días, ¿de acuerdo?

-¿Y cómo se supone que voy a hacer eso?-preguntó él a la defensiva.-Soy tu fotógrafo asociado, trabajo directamente contigo.

-Pues pide que te cambien de compañero.-le contestó Chris como si aquello fuera lo más obvio del mundo.-Puedes alegar problemas personales entre los dos. De hecho, después del grito que me has dado ahí dentro delante de todos hace un rato, a nadie de le extrañará. Tranquilo, yo confirmaré que no nos llevamos bien. Al fin y al cabo no estaré contando ninguna mentira.

-Como si fuera fácil de hacer...

-Por supuesto que lo es. Anthony sólo quiere que su periódico funcione. No creo que tenga ningún inconveniente en cambiar tu puesto con otro fotógrafo.-le replicó Chris.-Y bueno, tú verás lo que haces. Yo tengo muy claro que contigo no voy a seguir trabajando. O pides tú ese traslado o le enseñó la carta a Anthony. Y ya sabes lo que eso significaría para ti.

-Eres...-empezó a decir él rabioso, pero se detuvo antes de terminar la frase.

-¿Qué soy? Venga, Jordan, quizá esa opinión tuya sobre mí también le interese a nuestro querido director...

Jordan soltó un bufido exasperado y se mantuvo firme, mirándola durante unos segundos.

-Está bien. Iré a pedir ese maldito traslado.-claudicó al fin, ahora rojo de ira.-Espero que estés contenta.

-Un poco, sí.

Jordan le dedicó una última mirada de odio antes de darse media vuelta y empezar a caminar de nuevo hacia la redacción. Chris se quedó observándolo durante unos segundos: pese a que aquella no había sido la conversación más cómoda de su vida, se sentía bien, como se se hubiese quitado un gran peso de encima. Entonces, de repente, una idea fugaz cruzó su mente.

-¡Jordan!-le llamó antes de perderlo definitivamente de vista.

El chico se giró y se quedó mirándola.

-¿Qué?

-Que más vale que de ahora en adelante no te acerques a ningún miembro de The Beatles ni a nadie de su entorno.-le dijo.-Si intentas aunque sólo sea sacarles una mísera foto de lejos, te aseguro que haré que te echen de allí a patadas. Ya sabes que sé a quien decir esto para que así sea y no dudes que lo haré. Ya te has lucrado bastante a costa de ellos con tus sucias artimañas.

Por toda respuesta, Jordan le dedicó otra mirada asesina y se dio la vuelta. Chris se apoyó en la pared de nuevo mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta la cajetilla de tabaco. Tenía la sensación de que definitivamente se había librado de aquel parásito. Y, ahora sí, sacó un cigarrillo, se lo encendió y, sonriendo, empezó a fumar.

*****************************

-Os lo dije.

-Por favor, Ringo...-se quejó George.-¿Puedes decirle a tu mujer que no nos diga más esa odiosa frase?

-Es que...-masculló Ringo con una sonrisilla mientras se acomodaba bien a Vladis, a quien tenía en brazos.-Hay que reconocer que tiene razón.

-¿Veis?-volvió a insistir Mary, esa vez ya más por fastidiar que por otra cosa.-Es que... os lo dije. Pero claro, como nadie va a hacer caso de Mary, pues pasa lo que pasa.

-Bueno, sí... Está bien...-dijo John en tono cansino.-Nos le dijiste, no te hicimos caso y nos ha salido el tiro por la culata.

-Exactamente.-corroboró la chica en tono triunfal.

-Pero bueno, ¿qué más quieres que hagamos?-continuó John.-Yo ya he reconocido públicamente nada más hemos pisado Londres que nos equivocamos con el Maharishi...

-¿Qué tal un "Mary, tenías razón, a la próxima prometemos hacerte caso"?-preguntó ella divertida.

-Rich, tío...-masculló John mirando a su amigo.-Tu chica no tiene remedio, ¿verdad?

-¿Y ahora te das cuenta de eso?-rió Ringo.

-Bueno, la cuestión es que ya estáis aquí, reconociendo que os habéis equivocado y todo eso...-dijo Mary.

-Disfrutas con esto, ¿eh?-le dijo Gwen dedicándole una mirada suplicante, aunque saltaba a la vista que no se estaba tomando aquello a mal.

-La verdad es que sí.-bromeó Mary.-Pero bueno, ya os digo que lo importantes es que ya estáis aquí de nuevo.

-Y por lo visto con un montón de temas a punto...-terminó Ringo la frase por ella.-Si es verdad lo que me dijo John en una de sus cartas, hay material para dos discos por lo menos.

-Es cierto.-confirmó Paul antes de darle una calada a su cigarrillo.-Hay un montón de canciones a punto para ser grabadas.

-De hecho, creo que eso es lo único bueno que ha tenido la India.-continuó John.- Nos aburríamos tanto, al menos yo, que lo único que podíamos hacer para matar el tiempo era componer.

-John, no digas eso...-le riñó Gwen un tanto molesta.-Tú al principio también estabas muy metido en todo eso de la meditación, no te hagas ahora el especial.

-Estaba interesado en meditar, sí. Pero me aburría mucho, Gwendolyn.-le replicó John divertido.-De hecho creo que jamás en toda mi vida he compuesto tanto.

-Si, claro...

-Vale, vale, está bien...-les cortó George antes de que empezaran a recriminarse cosas.-Hemos compuesto mucho, ya está.

-¿Y ya tenéis previsto cuando vais a meteros en el estudio?-quiso saber Mary con curiosidad.

-Eso, eso. Id diciendo una fecha para que se me acaben las vacaciones.-dijo Ringo.-Así me voy haciendo a la idea con tiempo y la vuelta al trabajo no será tan dolorosa.

Todos soltaron una pequeña carcajada con la broma de Ringo, pero lo cierto era que tenían razón, debían por lo menos fijar una fecha aproximada.

-No deberíamos tardar demasiado, la verdad...-dijo John.

-Opino lo mismo.-respondió George.

-Esperad un momento, no tan rápido.-dijo Paul de repente haciendo que todas las miradas se posaran en él.-Antes de ponernos a grabar ese disco, cosa que por cierto tengo muchas ganas de hacer, deberíamos solucionar algo...

Todos se quedaron mirándolo sin entender de qué estaba hablando.

-¿Y qué se supone que hemos de solucionar?-se atrevió a preguntar John.

Paul lanzó una risita entre dientes antes de continuar, divertido ante la falta de memoria que tenían sus amigos.

-Vamos a ver...-empezó a decir usando el mismo tono que hubiera usado para enseñar a un niño pequeño a sumar.-¿No os acordáis de la reunión que tuvimos antes de irnos a la India?

-¿Qué reunión?-preguntó Ringo mosqueado.-Porque tuvimos unas cuantas, no es por nada.

-Pues la reunión.-respondió Paul empezando a perder la paciencia.-Después de que montáramos la tienda, ¿os acordáis? Dijimos que debíamos poner en marcha cuanto antes lo del sello discográfico que queríamos hacer para pescar a nuevos talentos y dar oportunidades a la gente.

-Y forrarnos a su costa, como hacen todas las discográficas del mundo.-le replicó John con sarcasmo.-Sí, ahora me acuerdo. Nuestro juego de ser hombres de negocios serios y respetables.

-No te lo tomes a cachondeo, Lennon.-le espetó Paul dedicándole una mirada severa.- Es un buen proyecto, lo sabes.

-Si yo no digo lo contrario...-rió John intentando así quitarle un poco de hierro al asunto.-¿Y qué pretendes solucionar de todo esto?

-Pues... todo.-contestó Paul.-Veréis, me he estado moviendo junto con Peter estas semanas que vosotros habéis estado en la India y...

-¿Y a mí no me has dicho nada?-le interrumpió Ringo mirándolo con los ojos muy abiertos.-Yo no estaba en la India, estaba aquí.

Paul le lanzó una mirada sorprendido. Ringo tenía razón. No le había dicho absolutamente nada de todo aquello pese a que él también estuviera implicado en el proyecto y aquello le hizo sentir bastante mal. A decir vedad, ni siquiera se había acordado de él.

-Sólo han sido unas cuantas conversaciones aquí y allá. Además, pensaba que estarías demasiado ocupado con Vladis como para...-se apresuró a excusarse ante las miradas severas de Ringo y Mary.-Sea como sea, he estado hablando con Peter sobre esto y... me ha aconsejado darle un poco de publicidad a la cosa, para que la gente sepa de qué va todo esto, ya sabéis...

-¿Y qué se supone que vamos a hacer para publicitar eso más de lo que ya lo estará?-preguntó George escéptico.-Ya sabes que cada cosa que hacemos aparece en los medios, así que no veo el porqué de...

-Me ha sugerido la idea de una rueda de prensa al respecto.-le cortó Paul empezando a ponerse nervioso y olvidando repentinamente lo mal que se había sentido por no contar con Ringo. A veces tenía la sensación de que él era el único que se preocupaba para que todos sus proyectos salieran adelante.

-Una rueda de prensa, muy original.-bromeó John.-Pues vale, se fija una fecha y un lugar para eso y apañado.

-Sería interesante que lo formalizáramos todo antes de esa rueda de prensa.-continuó Paul haciendo caso omiso al sarcasmo de John.-Y esa rueda de prensa... Habrá que ver dónde la hacemos. Quizá Londres no sea el lugar más adecuado.

-¿No? ¿Y qué propones? ¿Hacerla en Rishikesh?-volvió a interrumpirlo John con sorna.-Seguro que el Maharishi nos acoge encantado después de lo bien que hemos quedado con él...

-Lennon, mierda, ¿quieres dejar de joderme todo lo que digo?-le espetó Paul enfadado.-Me tienes harto. En la India estabas de puta madre.

-¿Relajado?

-No, bien lejos de mí.-le replicó Paul medio en serio medio en broma.

-Vale, está bien...-rió John.-¿Qué propones?

-A lo mejor esa rueda de prensa deberíamos hacerla desde Estados Unidos.

-¿Ir a Estados Unidos sólo por una rueda de prensa?-se escandalizó George.

-Joder, Hari, cualquiera diría que a estas alturas te molesta viajar...-dijo Paul.

-Pues si quieres que te diga la verdad, estoy un poco hasta las narices, sí.

-Bueno, vale... Pero vamos a ver, no lo digo por decir, pensadlo: la mayoría del negocio discográfico se mueve en Estados Unidos, ¿no?-explicó Paul-Por eso precisamente sería interesante anunciar nuestro sello desde allí.

-Vaya, Macca, ya hablas como un auténtico hombre de negocios...-bromeó Ringo.

-Hablo en serio.-le respondió Paul exasperado.-Deberíamos hacer esa rueda de prensa desde Estados Unidos.

-Vale, vale...-rió John.-Desde allí entonces, que tiene capricho el chico...

-¿Cómo que "vale, vale"?-preguntó George.-Yo no voy a Estados Unidos por una rueda de prensa de una hora o menos. Si tenéis adicción a los aviones no es mi problema.

-Yo tampoco lo veo muy lógico.-le dio la razón Ringo.-Quiero decir, a mí ahora no me apetece, con el niño y todo, irme tan lejos por una chorrada.

Mary le lanzó una mirada cómplice de agradecimiento.

-O sea, que vosotros dos no vais a venir.-dijo Paul mirándolos, primero a George y después a Ringo.

-Pues si vais a Estados Unidos, yo no.-respondió George con convencimiento.

-Ni yo.-añadió Ringo.-Pero... ¿qué hay de malo en hacer eso mismo desde Londres? Si hoy por hoy eso se retransmite y...

-No hay nada de malo, pero es mejor así.-le interrumpió Paul.-Y bien, si vosotros no venís, iremos John y yo, ¿verdad?

John le dedicó una mirada sorprendido y a continuación largó una sonora carcajada que Paul no supo cómo interpretar.

-Está bien...-dijo su amigo al fin, cuando recuperó de nuevo el aliento.-Iré a Estados Unidos si eso es lo que quieres. Total, por un avión más que pille en mi vida...

-Perfecto.-sonrió Paul.-Hablaré con Peter para fijar una fecha y cuando volvamos nos metemos en el estudio, ¿os parece?

-A sus órdenes, mi capitán.

-Lennon, no tiene gracia, yo no soy ningún capitán.

-Tienes razón, por lo que te gusta mandar, quizá tengas una graduación mayor...-le replicó John divertido.-En fin, chicos, yo me largo ya a mi casa, que estoy muy cansado. Gracias por todo, señores Starkey, sois unos anfitriones de puta madre.

-Lástima que no puedo decir yo lo mismo de ti como invitado, cabronazo.-le respondió Ringo entre risas.

John volvió a reír y se marchó de allí sin que Paul le perdiera ojo. No sabía por qué, pero las contestaciones irónicas que le acababa de dar, pese a que hubiera recibido muchísimas desde que lo conocía y que al final hubiera acabado cediendo, no le hacían ni pizca de gracia. Y es que Paul tenía la sensación de que algo muy importante había cambiado entre ellos.

**************************

John llegó a casa completamente agotado. Había sido un día muy duro, un día en el que nada más haber llegado de la India, con las consiguientes horas de vuelo que aquello suponía, había pasado por casa a dejar los trastos y había salido de nuevo pitando hacia Sunny Heights para reunirse con los chicos.

Era por eso que en aquellos momentos sólo tenía ganas de tirarse en el sofá o tal vez directamente en la cama y descansar para olvidarse de la basura que habían sido aquellas últimas semanas. Quizá después de un buen descanso no se sintiera tan extremadamente gilipollas como se sentía en aquellos momentos.

No obstante, nada más cruzó el umbral de la finca, el portero lo llamó:

-Señor Lennon, disculpe.-dijo el hombre podría decirse que hasta algo temeroso.

-¿Ocurre algo?-preguntó él extrañado.

-No, nada, señor.-contestó.-Sólo que tengo aquí su correo de estas semanas que no ha estado en casa.

John le dedicó una sonrisa tranquilizadora y se acercó hacia él.

-¿Es mucho?

-No demasiado, pero sí que tengo algunos sobres para usted.-le respondió el portero poniendo sobre su mostrador un fajito de cartas-Al parecer son todas del mismo remitente, aunque no pone nombre.

John le dedicó una mirada extrañado ante aquel comentario.

-Disculpe.-se apresuró a excusarse el portero avergonzado seguramente por haberse comportado como un cotilla.

-Tranquilo, no pasa nada. Seguramente serán de alguna fan.-le dijo John agarrando sus cartas de encima del mostrador.-Y gracias.

-No hay de qué, señor Lennon.

Hasta que no subió al ascensor, John no se atrevió a mirar aquellos sobres directamente. A decir verdad, cuando el portero había hecho el comentario sobre de quién podrían ser, a John el corazón le había dado un vuelco. Tal vez, aunque sólo hubiera una muy pequeña posibilidad, aquel fajo de cartas fuera de ella. A lo mejor allí estaba la ansiada respuesta a la carta que le había mandado desde la India, aunque él le hubiera dicho cómo podía hacerle llegar una respuesta a Rishikesh.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron tras él, John miró hacia los sobres. Sólo le bastó una simple mirada para reconocer que aquella no era, ni muchísimo menos, la letra de Chris. Sintiendo como la desilusión volvía a apoderarse de él de nuevo, volvió a dirigir una mirada de soslayo hacia aquellos sobres. Cinco. Había cinco cartas sin el nombre del remitente, tal y como le había dicho el portero. Sólo estaban escritos su nombre y su dirección con una caligrafía bastante peculiar que a él no le resultaba del todo desconocida.

Entró en casa preguntándose aún dónde había visto aquella letra antes y, nada más cerró la puerta, curioso, abrió el primero de los sobres. Entonces lo tuvo claro, clarísimo, cuando vio su firma allí estampada al final de una escueta carta. Yoko Ono.

Sin saber por qué, se puso nervioso de repente y empezó a abrir el resto de los sobres casi de manera compulsiva para comprobar que sí, que efectivamente todas esas malditas cartas eran de Yoko. No se molestó ni en leerlas. Sólo se quedó con la información que vio en la última, donde por encima vio que le invitaba a la inauguración de una de sus exposiciones que, paradójicamente, era esa misma noche.

Entonces John estalló en una profunda risotada y tiró las cartas al suelo antes de apoyarse en la pared para intentar calmarse de aquel repentino ataque de risa.

-Qué cabrona...-dijo al fin para sí mismo.-Así que esperabas a que estuviera libre. Al final resultará que ella tenía razón y no eras más que una simple cazafamosos en busca de mecenas.

Y entonces, en un impulso, volvió a salir de su casa rápidamente y bajó las escaleras en dirección a los garajes. De repente, a John se le había pasado todo el cansancio. Tenía algo que hacer.

******************************

Chris había conseguido lo que quería pese a que aquello le hubiera supuesto pasar un día de lo más estresante sometiéndose a las preguntas de Anthony sobre por qué Jordan y ella no querían trabajar juntos. Al final, después de mentir, y mucho, el director había claudicado y había accedido a cambiar a Jordan por otra fotógrafa, una chica bastante jovencita pero muy buena que había entrado hacía unos meses a trabajar de fotógrafa para la sección de sucesos.

Por eso, cuando salió aquella tarde de la redacción lo hizo con más ganas que nunca. Necesitaba respirar y relajarse.

Nada más puso un pie en la calle, un bocinazo de un coche cerca de ella la sobresaltó. La chica se giró extrañada hacia el lugar de donde procedía el ruido. Frunció el ceño levemente cuando vio un flamante Mini a su lado con alguien dentro que la saludaba con la mano. No obstante, el reflejo del sol de media tarde no le dejaba ver bien quién era. De repente, la ventanilla del lado del conductor se abrió y entonces sí que lo reconoció en el acto. Chris no pudo menos que esbozar una enorme sonrisa de oreja a oreja antes de dirigirse rápidamente hacia el coche.

-¡Mike!-exclamó sorprendida.-¿Pero qué...?

-¿No te alegras de verme, hermanita?-sonrió su hermano.

-¡Claro! Pero... No sabía que estabas en Londres y... ¿este coche?

-Acabado de salir del concesionario.-le respondió Michael con satisfacción.-Por eso estoy en Londres, he venido a recogerlo. En Liverpool no me lo vendían tan equipado.

-¡Cabronazo! ¡No me habías dicho nada!-rió Christine mirando bien el coche.-¿Qué os ha dado a todos con los Minis? ¿Es que los regalan o qué?

-Es que son una pasada.-respondió Mike.-Anda, entra. He venido a recogerte para darte la sorpresa y pegarle un paseo a mi hermanita.

-¿Me dejarás conducir un poco?-preguntó la chica casi en broma pues ya sabía de antemano cuál iba a ser la respuesta de Mike.

-¿Conducir? ¿Tú?-fingió escandalizarse su hermano.-Ni lo sueles, que estás muy loca. No quiero ver a mi pequeño estampado en un cruce el primer día.

-Mi pequeño, dice...-rió Chris.-Hay que ver como sois los tíos con vuestros coches, ¿eh?

-Nos gusta cuidarlos bien, nada más.-le respondió Mike guiñándole un ojo.-Y ahora, sube, preciosa, que te llevo.

*****************************

Llevaba más de media hora allí aparcado, esperándola. Estaba decidido a hablar con ella en persona y dispuesto a asumir hasta la última consecuencia. Quizá por esa ansiedad que tenía, la espera se le hizo larga y tediosa, una espera en la que pensó un montón de cosas, una espera en la que hasta se imaginó la posible conversación que tendría con ella cuando estuvieran frente a frente.

Y es que John no estaba ahora dispuesto a dejarla escapar así como así. No iba, para nada, a permitir que la cosa acabara igual que cuando se habían visto en el hospital aquella vez.

Por eso, cuando por fin la vio salir de la redacción, sintió como el corazón dejaba de latirle por unos instantes. Sólo pudo fijarse en que estaba preciosa, como siempre, aunque con el pelo ligeramente más largo que la última vez que la había visto, cuando Vladis había nacido. Tragó saliva antes de hacer lo que iba a hacer y, armándose de valor, hizo ademán de abrir la puerta del coche. No obstante, en ese preciso instante, ocurrió lo peor que John podría haberse imaginado: Chris se acercó a un coche que había justo al lado de la entrada de la redacción y se puso a charlar, feliz, con el que estaba dentro del coche. John entrecerró los ojos. Desde donde estaba él no podía ver bien al tipo que había dentro del Mini, pero de una cosa estaba completamente seguro: era un hombre.

Se quedó allí, quieto, observando atónito como ella se subía al coche de aquel tipo y, después, se iban de allí. Entonces lo comprendió todo: Chris tenía pareja, había rehecho su vida con otro chico. Por eso nadie le quería decir nada acerca de ella. Por eso no había contestado a su carta.

Furioso y triste a partes iguales, John reaccionó de repente dándole un fuerte golpe al volante de su Ferrari. Arrancó el coche casi en el acto con la intención de ir detrás de ellos y romperle la cara a aquel subnormal. Pero, de repente, un atisbo de lucidez le invadió: no podía hacer nada en todo aquello. Ella se había ido y debía aceptarlo. Una vez más, el imbécil de John Lennon no había sabido cuidar lo que tenía y ahora debía acarrear con las consecuencias. No. No iba a seguirlos. Ya era demasiado tarde para todo.

Y entonces, inevitablemente, John se echó a llorar.

******************************

-¿Estás segura de que no quieres venirte a casa de Paul?-le preguntó Mike por enésima vez desde que la había recogido hacía un rato a la salida del trabajo.

-Segurísima, Mike.-respondió Chris ya empezando a hartarse ante tanta insistencia.-Ya te he contado que he tenido un día de perros y no me apetece. De lo único que tengo ganas es de volver a casa y dormir.

-Pero si en casa de Paul no vamos a hacer ningún fiestón. Además, cenar deberás de cenar igual, ¿no? ¿Qué más te da hacerlo con nosotros?-insistió su hermano.-Venga, hace ya tiempo que no hacemos ninguna cena de hermanos...

-Michael, pesado, te he dicho que hoy no.-contestó ella.-Además, mañana estarás aún en Londres ¿no? Pues mañana podemos hacer desayuno, comida y cena de hermanos si te da la gana. Pero hoy, por favor, déjame dormir. Yo ya sé como acaban esas cenas que se suelen alargar hasta la madrugada...

Mike soltó un bufido de resignación.

-Está bien, como quieras...-cedió al fin.-Hoy te dejaré descansar, señorita delicada. Pero mañana no te libras, ¿eh?

-Vale, trato hecho, mañana no me libro.-respondió Chris antes de darle un beso en la mejilla.-Mañana si queréis podéis venir a comer aquí, ¿de acuerdo?

-Te tomo la palabra, hermanita. Nos vemos.

-Nos vemos, feo. Adiós.

-Adiós.

Chris salió del coche sin más sintiéndose un poco arrepentida por haberle hecho aquel desplante a su hermano al que, por cierto, hacía bastante que no veía. Pero, por otra parte, se sentía demasiado agotada física y mentalmente como para irse de cena. Lo mejor sería acostarse y descansar e intentar compensar a Mike por aquello al día siguiente. De todos modos, estaba segura de que su hermano no se lo iba a tener en cuenta.

******************************

Tan sólo hacía un par de horas que había visto aquello y John ya estaba completamente borracho. Borracho como hacía mucho que no lo había estado. Ni siquiera era consciente de dónde mierdas había sacado las botellas de whisky que tenía dentro del coche ni de cómo había llegado hasta allí, una calle cercana a donde vivía Paul. Lo que sí que tenía muy claro era por qué había ido precisamente hasta allí. Y es que se había sentido tan sumamente traicionado por todos que su primer impulso había sido ir a buscar a Paul y decirle lo maldito cerdo que era por haberle ocultado que Chris estaba con otro. Porque de algo no le cabía la menor duda: él lo tenía que haber sabido desde un primer momento, seguro.

No obstante, tal y como le había pasado cuando había tenido la intención de seguir a Chris y a su misteriosos acompañante, a John le había entrado un atisbo de cordura, tal vez miedo, en el último momento y se había quedado allí, aparcado a unas dos calles de Cavendish Avenue, bebiendo y fumando un cigarrillo tras otro como si no hubiera mañana, intentando mitigar la avalancha de sentimientos que tenía dentro en aquellos momentos ahogándolos en whisky.

Dio otro trago más a la botella que tenía en las manos y bufó molesto cuando comprobó que se acababa de beber la última gota. Aquello aún le puso más furioso de lo que estaba y tiró la botella vacía con rabia en el asiento del copiloto, donde ya había otra, también vacía. Se pasó la mano por la cara, intentando pensar qué era lo que debía hacer a continuación y entonces, de repente, esbozó una sonrisilla maléfica. Se acababa de acordar de las cartas que le había dado el portero aquella misma tarde, de las cartas de Yoko. Y se acordó también de la invitación que la japonesa le había hecho para una de sus exposiciones, que inauguraba aquella misma noche en una famosa galería de arte de la ciudad. Miró la hora en su reloj de pulsera. Era ya muy tarde, pero estaba seguro de que aún podría encontrarla allí. A fin de cuentas, a él le importaba un bledo aquella maldita exposición: él lo que quería era ir allí, ver a esa tipa que se notaba a la legua que buscaba algo con él y, seguramente, acostarse con ella. Christine la odiaba especialmente y aquella iba a ser su venganza particular. Sólo con que ella sufriera una cuarta parte de lo que estaba sufriendo él en esos momentos, sería suficiente.

Arrancó el coche y salió de su aparcamiento sin importarle golpear los coches que tenía delante y detrás. Lo único que quería era irse de allí cuanto antes y llegar a esa exposición. Aceleró nada más estuvo fuera y enfiló calle arriba como una bala, tan deprisa que ni siquiera se dio cuenta de que otro coche le salía al encuentro en un cruce después de que él se saltara una enorme señal de stop. Afortunadamente para él, pues él no había sido capaz de reaccionar de tan ofuscado y borracho como iba, el otro coche frenó en seco evitando un impacto seguro. Cuando escuchó el chirrido de los frenos a su lado, John reaccionó también y frenó instintivamente. Iba tan rápido que el coche se detuvo definitivamente unos quince metros más adelante.

Aún aturdido por lo que podría haber pasado, John salió del coche. El asfalto olía a goma quemada y  una inmensa mancha negra de sus neumáticos se había quedado impresa en la calzada por culpa del frenazo. Miró hacia atrás, hacia el coche con el que casi había chocado, y entonces lo reconoció. Por muy borracho que estuviera y aunque sólo hubiera visto aquel maldito Mini blanco una vez, John lo hubiera reconocido de entre un millón de coches en el acto. Miró bien la matrícula, con la que se había quedado hacía un par de horas cuando lo había visto por primera vez para comprobar que, efectivamente, aquel era el coche al que Christine había subido.

Sintiendo como la sangre empezaba a hervirle en las venas, John empezó a caminar rápidamente hacia allí. Ahora sí. Ahora sí que iba a partirle las piernas al imbécil ese, fuera quien fuera.

Estaba a punto de llegar cuando la puerta del coche se abrió de golpe. John miró bien a aquel tipo y , entonces, se quedó parado donde estaba, alucinado.

-¡Maldito cabrón!-gritó Mike, el hermano de Paul y Chris, saliendo de dentro del Mini.-¡El coche es nuevo! ¡Da gracias a que no...! ¡¿Lennon?!

John se quedó mirándolo durante unos segundos, intentando que su mente turbia asimilara lo que tenía delante de las narices.

-¿Este coche es... tuyo?-balbuceó al fin sin poder evitar que se le enredara la lengua a causa de la borrachera.

-¡Pues claro que es mío, joder!-exclamó Mike.-¡Y tú casi te lo cargas, jodido loco! ¡Y mírate! ¡Estás borrachísimo! ¡¿A quién quieres matar?!

-Oye Mike...-empezó a decir John.-¿Por casualidad tú has estado hoy con tu hermana?

Mike se quedó mirándolo durante unos segundos, contrariado.

-Dejemos a Christine al margen de todo esto, ¿quieres?-contestó al fin el chico.-Ella no tiene nada que ver aquí. Además, tú y ella...

-¡Joder!-gritó John poniéndose furioso de nuevo. Estaba demasiado borracho como para poder controlar su temperamento.-¡¿Estabas con ella o no?! ¡Contéstame!

-Sí, he estado con ella.-contestó Mike mirándolo de manera desafiante.-Pero escúchame, tío, si se te ocurre aunque sea...

Pero John no acabó ni siquiera de escuchar aquellas palabras pues, de repente, prorrumpió en una inmensa carcajada, una carcajada liberadora, una carcajada de puro alivio. Chris no había estado con otro que no fuera su propio hermano y él se había librado por muy poco de meter la pata hasta el fondo.

-¿Y a ti qué coño te pasa?-le preguntó Mike extrañado.-¿Se puede saber de qué te ríes?

-Es una larga historia...-respondió él cuando recobró el aliento.-Pero gracias de todos modos, Mike. Gracias por casi tener conmigo un accidente de tráfico.

-Llevas una mierda encima de antología. No sabes ni lo que dices...-masculló Michael mirándolo como si se hubiera vuelto loco.-Anda... dame las llaves de ese Ferrari, que te lo aparco y te llevo a casa. Pese a que no seas la persona a la que más quiero en este mundo, tampoco me apetece verte muerto.

-Gracias de nuevo, tío.-volvió a reír John tendiéndole las llaves de su coche.-Llévame a casa, eso es lo mejor que puedes hacer. Nada de exposiciones de arte por hoy.

-Lo que yo te diga...-suspiró Mike.-Completamente loco, Lennon. Pero loco de remate.

John soltó otra carcajada. Loco o no, se sentía feliz y aquello valía más que todas las riquezas del mundo. Por lo menos, aún le quedaba esperanza.




Holaaaaaaaa! Pues bueno, aquí llego yo con otro capi! Gracias por vuestras muestras de apoyo y todo eso cuando solté la bomba de que quedaban 9 capis (ahora ya 8..., jejeje). Sé que aún no toca decir esto, pero ha sido un largo camino en el que, aunque parezca mentira, he aprendido mucho. Y aprender siempre es lo que más me ha gustado en esta vida. :)

Como siempre, gracias por comentarme. Siento haberos dejado despagados con lo de Penny, jajaja. La verdad es que ni siquiera me acordaba del personaje y esa "P." de la carta la escribí nada más porque me vino a la mente un periodista de aquí cuyo nombre empieza por esa letra, jajaja. Aun así, al ver que me lo dijeron dos personas, aproveché para medio "solucionar" el tema de ese personaje que había salido de la historia de manera precipitada. Por lo menos eso me ha servido para decir un poco qué ha sido de ella y todas esas cosas, que se quedó en incógnita, una cosa que creo que enriquece esto porque no deja cabos sueltos. Sois de lo mejor, gente. Lectoras avispadas que estáis en todo. Estáis en todos los detalles más que la propia escritora, jajajajaja.

Y bueno, que muchas gracias, thanks. Ah! Y por cierto, podéis insultar a Jordan todo lo que queráis, sin sentirlo para nada y en todos los idiomas que os vengan a la cabeza. Los médicos y la Organización Mundial de la Salud dicen que tiene muchos beneficios para el organismo. :P

Y otra cosa antes de irme... He cambiado la cabecera ( "ya nos hemos dado cuenta, tontaina", diréis, pero a mí me gusta decirlo todo). No es que sea el cambio del siglo, pero bueno, he puesto a los chicos con un look más acorde a los tiempos que corren (y se avecinan) en la historia. Además, como el lateral se quedaba muy pobre, he añadido también algunas cosillas. Queda pobre igual, porque mis capis son relargos y cuando vas bajando las fotos y todo se acaban, pero bueno, algo es algo, jajaja.

En fin, gente. Yo ya me despido por hoy y hasta el siguiente capi! Besazos!!!!!!!


3 comentarios:

  1. Eyyy...acá estoy yo, comentándote porque la tecnología y la Telefonica no pueden conmigo! Aunque me da ganas de pegarle una patada a todos, hoy ando violenta y no aguanto nada...y eso que no estoy en el PMS ni nada de eso XD
    Bueno, primero que nada, voy a decir una cosa: publicidades que intentan venderme cereales, yogures, jugos, tés, cafés, leches, suplementos vitamínicos, etc, todo para que empiece bien el día, debo decirles que NO! Lo único que te hace arrancar bien el día es un capitulo de la Cloquell, como me pasó ayer. Eso es lo único que sirve! (hoy tambien tendrias que haber subido, asi empezaba bien, pero no, mejor no, que me decis que faltan solo 8 y....no, mejor no hablo, que me pongo MAS VIOLENTA)
    Hoy puede ser un gran día plaaaateatelo así.....jajjajajaja
    Continúo (bueno, igual hoy me despertaste con una buena noticia, llegó la carta! Aleluya! Milagro de Pascuas! XD)
    Ahora si, voy a lo que interesa, que es tu capi.
    Ya te dije que amé como resolviste el misterio de la “P”, eso te pasa por poner la P del periodista Paco Nomeacuerdoelapellido.
    Jordan se merece lo peor, va a ir al infierno de los traidores, que debe ser el peor. Ojalá lo echen a patadas en el tuje, basura inmunda. Nótese que estoy muy enojada con él.
    Sigo.
    Sigo porque me complace que me den la razón cuando la tengo. Lero Lero candelero! Yo gané, yo soy vidente! Jajjaj Vamos, reconozcanlo! Naaaa pobres, ellos no tienen la culpa de ser tan crédulos. Pobrecitos, por esta vez se lo dejo pasar. XD
    Y Paul....laputaqueteparió, dejá de mandonear que te pego! Encima es mas vueltero...Propone algo, a duras penas le dicen que sí, y cuando le dicen que sí, pone oootra cosa mas que hay que hacer. “Ay si, hay que hacer la empresa. Pero hay que hacer una conferencia. Pero la conferencia tiene que ser en Estados Unidos. Perooo...” Basta loco, bastaaaa! Te vas de mi casa! Jajaja Enserio, me da ganas de descargar mi bronca con él. Paaabre, vení Paul, te perdono, pero no hables, quedate callado!
    Continúo. Yo ya estaba peparando la escoba, y ya sabés que la escoba siempre va para Lennon. Ya la estaba afilando (?) para dársela por la cabeza, por el culo, y demás. Porque sí, se lo merecía. Pero....Ohhh!!!!! Bienaventurados los que casi chocan los autos de sus cuñados! Creo que por primera vez en el fic, agradezco la aparición de Mike, porque nunca me cayó del todo bien jaja. Igual, a John le pegaría aunque sea un solo escobazo, por pensar en ACOSTARSE CON UN SAPO! Digo, Yoko. Y por hacerse la cabeza pensando cualquier cosa.
    Bueno, voy a dejarte, así con todo el dolor de mi alma XDD

    ResponderEliminar
  2. P/D1: Ahora que me acuerdo, la tarjeta fue sin post-data. No me perdono a mí misma. Pero bueno, no tenía espacio jaja
    P/D2: Me acuerdo de que faltan 8 y otra vez quiero romper todo.
    P/D3: El Maharishi está ocupado acicalándose al sol. No te tira una bendición ni aunque le pagues.
    P/D4: Te agradezco los 4 comentarios flasheros de ayer, te fuiste al diablo jajjajaa Los leo de vuelta y me hago encima de la risa!
    P/D5: A ver cuando empezamos con el narcotráfico de mandarinas, que eso nos hará ricas y yo dejaré de pelear con Telefonica y el chofer del bondi. Si, ayer me peleé con él mientras me colgaba de todas las partes colgables del bondi. Es el tour de la angustia XD
    P/D6: Sos una genia y quiero casarme con este capitulo. Bueno, eso lo digo en casi todos los comentarios, pero no importa, me caso con el fic entero, y eso creo que tambien lo he dicho ya. Bueno, eso, me caso, soy una casamentera.
    P/D7: No te me pongas celosa mi amorrrrr jajaja
    P/D8: Ya estarás re podrida de mis “P/D” así que ahora sí me voy.
    P/D9: Adiós, adiós corazón, adiós, adiós mi ilusión!

    ResponderEliminar
  3. no sabes la sonrisa que me dejó el final del capítulo! ahhhh bueno ya no me siento tan desubicada por haber pensado que fue Penny.
    bueeeno y repasando el capítulo, yo también siento que Paul es al único al que le interesa lo de Apple, si quieres mi opinión y la verdad me da un poco de pena admitir esto, pero lo de buscar talentos fue una de sus ideas más raras e inútiles! Con todo respeto a Paul (que creo que fue el único que se metió de lleno en todo eso), aunque lo de la tienda me gustó mucho, pero bueno para no salirme de tema..... con este capítulo me doy cuenta de que nunca saques tus propias conclusiones, ayy John, por poquito y hace una estupidez enorme, de buena suerte chocó con Mike. Y Yoko qué pretende, ya que se regrese a Japón! Bueno pues sigo triste de que ya casi se acabe el fic, pero bueno, yo sé que acabará bien!

    ResponderEliminar