jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 50: Filipinas, simplemente Filipinas


-Joder…-masculló John mirando por la ventanilla del avión con el ceño fruncido.-¿Habéis visto eso? ¡Esto es peor que Japón!

Paul, que estaba sentado justo delante de él miró también hacia el exterior. John tenía razón… La pista de aterrizaje por la cual ahora se desplazaba lentamente el avión después de aterrizar, estaba repleta, además de fans, de militares y de policías con cara de pocos amigos.

-Esto es increíble…-dijo sorprendido mientras el resto de los ocupantes del avión también miraban con cara de preocupación el panorama que ofrecía la pista.

El avión continuó reduciendo su marcha hasta que, definitivamente se paró del todo y los operarios empezaron a colocar la escalerilla frente a la puerta para que pudieran bajar.

-¡Está bien, chicos!-les dijo Brian poniéndose en pie en su asiento y mirándolos bien.-Esto parece que está más o menos igual que en Japón, así que supongo que tendremos que ceñirnos a lo que digan las autoridades y…

-Sí, sí, sí…-le cortó John con tono cansado.-Mensaje captado… Haremos caso a esas máquinas de repartir palos que se hacen llamar policías…

-Esperaremos a que se nos indique cuándo bajar de aquí, ¿de acuerdo?-continuó Brian que no hizo ni el menor caso de la interrupción de John.-Mientras tanto id recogiendo vuestras bolsas de mano y todo eso…

-¡Ey, chicos!-exclamó George de repente mientras miraba por la ventanilla con gesto de preocupación.-¿Habéis visto eso? ¿Dónde se supone que van todos estos militares?

Todos, incluido Brian, se lanzaron a las ventanillas para mirar. Paul observó con preocupación como por lo menos una treintena de tipos uniformados, no sabía bien si eran policías o militares, estaban subiendo por las escaleras del avión.

-Esto no es normal, ¿no?-dijo Penny a su lado sin poder disimular el tono de preocupación de su voz.

-¿Te refieres a si es normal que medio ejército de un país quiera subir a nuestro avión?-preguntó él mirándola con gesto serio.-No, no lo es…

-Ojalá no sea nada malo… Con lo de Japón ya tuvimos suficiente…-susurró la chica.

-Oh, no creo que sea nada.-dijo él esbozando una sonrisa tranquilizadora, aunque en realidad todo aquello tampoco le olía nada bien.-Supongo que será normal aquí… Ya sabes que este país tiene una especie de dictadura y que…

Pero Paul no pudo terminar su frase ya que, en aquel preciso instante, la puerta del avión se abrió. Todos los que estaban allí miraron estupefactos y sin mediar palabra entre ellos como dos militares con cara de pocos amigos y que parecían tener algún cargo entraban en el avión como si aquello fuera lo más normal del mundo. No obstante, Brian reaccionó pronto, se puso en pie enseguida y se dirigió hacia aquellos dos tipos mientras éstos le lanzaban miradas asesinas. El manager consiguió llegar hasta allí sin problemas e intercambió unas palabras con ellos. Desde donde él estaba, ni Paul ni ninguno de los demás podían escuchar absolutamente nada de lo que decían, aunque sí que pudieron observar como uno de los dos militares era el traductor y el otro seguramente sería el que mandaba.

-Esto me huele mal…-masculló John desde el asiento de detrás.

-¿Qué quieres decir?-preguntó Paul casi en un murmullo inaudible.

-Joder, Paul…-susurró John exasperado.-Mira la cara de Brian… Jamás lo había visto tan serio…

Paul no contestó aunque sí, debía de reconocer que su amigo tenía razón. En ese momento, el que parecía mandar dijo algo que el otro tradujo y Brian, con gesto serio, asintió y empezó a caminar de nuevo hacia donde estaban ellos, sin más.

-Chicos…-les dijo cuando llegó hasta donde ellos estaban.-Dicen que todo esto es por motivos de seguridad, así que no hace falta que os preocupéis por nada.

-¿Seguro que no hace falta que nos preocupemos por nada?-preguntó John con sarcasmo aunque sin poder ocultar la preocupación en su voz.

-No lo sé.-le respondió Brian en un repentino arrebato de sinceridad.-A mí esto me parece tan extraño como a vosotros… Me han dicho que ellos se van a encargar de vuestro equipaje, también el de mano.

Paul lo miró sorprendido, mascullando para sus adentros qué significaba aquello. ¿Por qué razón una panda de militares iban a hacerse cargo de sus pertenencias? ¿Qué demonios estaba pasando?

Sin que ninguno de ellos tuviera ni siquiera tiempo a protestar por nada ante aquella medida absurda y extraña, irrumpieron en el avión el resto de militares que se apostaban en las escalerillas. El tipo que hasta hacía poco había estado hablando con Brian y que parecía mandar de todo aquello, gritó una serie de instrucciones incomprensibles para todos y a continuación todos los militares empezaron a agarrar todas las bolsas, bolsos, mochilas y demás equipaje de mano que había en el avión y a sacarlo de allí ante las miradas estupefactas de todos.

-¿Pero qué...?-empezó a quejarse Brian dirigiéndose directamente al traductor.

-Sólo cumplimos órdenes, señor.-le contestó aquél con un pronunciado acento asiático mientras caminaba decidido en su dirección. Después, lanzando una mirada a los cuatro chicos y a sus respectivas parejas, añadió:-Ahora, por favor acompáñenme. Sólo los Beatles y nadie más.

-¡Oiga!-protestó Brian indignado.-¡No voy a permitir que se los lleven!

-Sólo son medidas de seguridad.-le respondió el militar y, después, mirándolos a todos de modo amenazante, añadió:-Y más les vale cumplirlas, señores. De todas maneras, sólo será por un momento, hasta que lleguemos dentro del aeropuerto. Hay mucha gente y queremos protegerles.

Brian le dedicó una mirada sombría al traductor y, después, asintiendo, dijo:

-Si las cosas van a ser así, entonces de acuerdo.

-Muy bien.-sonrió el militar.-Entonces pónganse en pie, señores,  nos vamos.

Y, nada más ponerse en pie, Paul y los demás se vieron rodeados por un grupo de militares armados incluso con metralletas que les arrastraron, más que les guiaron, hacia afuera del avión ante las miradas de preocupación tanto de sus novias como de todos los que viajaban con ellos.

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-¡¿Pero por qué has dejado que se los lleven?!-le gritó Christine histérica.

Brian le lanzó una mirada asesina antes de contestar. Bastante agobiado estaba él con todo lo que estaba pasando para que la cría esa le gritara.

-¡No seas niña!-le espetó.-¿Acaso crees que me puedo negar a cumplir órdenes de esos tipos?

-¡Me da igual eso!-le replicó la chica.-¡Yo lo único que sé es que hace más de una hora que tienen a mi hermano, a John y a los demás ahí encerrados! ¡Y no tenemos ninguna noticia de ellos!

El manager bufó. Sabía que la chica tenía razón. Él mismo estaba tanto o más preocupado que ella. Y es que, desde que los habían bajado del avión, no habían vuelto a tener noticias de los cuatro. Lo único que se había prestado a decirles el mismo traductor que había estado hablando con él dentro del avión era que estaban en la sala de espera del aeropuerto ante la que estaban sentados hasta que se les permitiera salir de allí.

-Tranquilizaos todas, ¿vale?-dijo él intentando parecer sereno mirando a las chicas, que parecían al borde del ataque de nervios.-Seguro que no pasa nada.

-¿Y si no pasa nada por qué los tienen ahí metidos sin dejarlos salir?-preguntó Gwen angustiada.

-No lo sé, Gwen...-masculló Brian mirando por enésima hacia la puerta cerrada tras la cual se suponía que estaban los chicos.-Ojalá lo supiera...

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George miró en silencio al resto de sus amigos. Todos parecían igual de confundidos que él. Y no era para menos: estaban rodeados de un montón de militares armados que hablaban entre ellos en su idioma sin parar, con cara de pocos amigos, y que de cuando en cuando les dirigían miradas asesinas. Aquello, tal y como había dicho John cuando los había visto aparecer en el avión, no pintaba nada bien...

-Esto ya está empezando a mosquearme...-masculló a su lado Ringo.-¿Qué coño está pasando, eh?

-Por favor, Ringo..-le riñó Paul en voz baja.-Te pueden oír, contrólate.

-Me podrán oír, pero apuesto a que ninguno me entiende, ¿verdad, hijos de la gran puta? ¿A qué no me entendéis?-dijo mirando hacia los militares que no hicieron el menor gesto de haber entendido sus palabras. Después, mirando a Paul, añadió:-¿Ves? No tienen ni puta idea de lo que estamos diciendo.

-Bueno, tienes razón.-convino Paul.-Pero aún así creo que lo más conveniente es mantener la calma...

-Joder, Macca, creo que ya hemos mantenido bastante la calma: llevamos más de hora y media aquí encerrados.-dijo John.-Estoy hasta los cojones ya de esto.

-En mi vida he visto nada igual...-refunfuñó Ringo.

-Pero tíos...-dijo George.-¿No creéis que está pasando algo para que nos tengan aquí así?

-Pasa que son gilipollas, Hari.-le contestó John con malos modos.-Eso es lo que pasa.

-¡No me refiero a eso, joder! Sólo a que igual...

-¿Qué?-inquirió Ringo nervioso al ver que George había parado de hablar de repente.

George agarró aire antes de decir nada. La verdad es que no sabía si debía o no reflejar en voz alta aquellos temores...

-Igual nos tienen aquí porque han descubierto “algo” en nuestro equipaje de mano...-dijo finalmente dando un profundo suspiro de preocupación.

-Mierda.-susurró John.-Espero que no lo hayan abierto...

-¿Cómo...?-preguntó Ringo que evidentemente se había perdido con aquello. No obstante, pronto pareció reaccionar.-¡Oh, no!

-Si nos han pillado con toda la droga encima estamos perdidos...-murmuró Paul más para sí mismo que para que los demás lo escucharan.

Los cuatro permanecieron en un silencio casi sepulcral, con la mirada perdida. Al parecer, aquella sospecha que él les acababa de contar no era tan tonta como había supuesto desde un primer momento; es más, era una sospecha bien fundada y que parecía bastante probable.

George volvió a mirar una vez más a los soldados que estaban con ellos en la sala y, justo en el momento en el que estaba a punto otra vez de colgarse en sus propios pensamientos, la puerta de la habitación se abrió de repente y entró el traductor con el que habían hablado en el avión luciendo una sonrisilla petulante. Todos miraron hacia él, expectantes, esperando a que en cualquier momento les dijera que quedaban los cuatro detenidos por el tema de la droga.

-Creo que ya se pueden marchar.-dijo el traductor mirándoles.-Ya está todo solucionado.

-¡Por fin!-exclamó Paul poniéndose de pie y estirando sus brazos.-Tengo unas ganas terribles de llegar al hotel y olvidarme de todo...

-¿Hotel?-preguntó el traductor mirándolo con la misma sonrisilla.-No, no, señor McCartney... Mucho me temo que no van a ser posible que ahora vayan al hotel...

-¿Y adónde se supone que vamos?-preguntó John mirándole de manera agresiva.

-Pues a la fiesta que don Manolo Elizalde ha organizado para ustedes, por supuesto.

Los cuatro lo miraron estupefactos. Y es que, si en aquellos momentos el traductor les hubiese confesado que en realidad era un extraterrestre, no se hubieran sorprendido tanto. ¿Una fiesta? ¿Acaso les habían tenido retenidos unos militares para que fueran a una fiesta de la que nadie tenía constancia?

-¿Cómo que una fiesta?-quiso saber Ringo.

-Sí, el señor Manolo Elizalde quiere conocerlos en persona y para eso ha organizado una fiesta en su yate... Es una de las personas más ricas e importantes de Filipinas. Deberían sentirse halagados porque les haya invitado.

-Pues dígale de mi parte que me siento muy halagado, pero que en estos momentos no voy a ir a su fiesta.-le replicó John contundente, empleando el mismo tono de voz agresivo que había empleado antes.

-Lo siento, señor Lennon.-le contestó el traductor con malicia.-Usted irá a esa fiesta y sus compañeros también...

-Pero...

No obstante, el traductor no dejó que John articulara ni una palabra más y se apresuró a gritar unas órdenes en filipino al resto de los soldados que había allí, que enseguida se giraron de cara a los cuatro chicos.

-Mis hombres les acompañaran al yate.-les dijo de nuevo el traductor dándose media vuelta dispuesto a salir por la puerta.-Ya verán como lo pasan bien. Disfruten de la velada.

Y, dicho esto, los soldados volvieron a arrastrar sin el menor miramiento a los chicos hacia afuera.

George no pudo menos que lanzarles una mirada de odio. Y es que, de todas las cosas que habían pasado en las giras, aquella era, sin duda, la más estúpida, surrealista e incluso violenta que había vivido en su vida.

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Penny se dejó caer pesadamente sobre la silla de la suite que en teoría tendría que estar compartiendo con Paul y lanzó un bufido de fastidio antes de mirar detenidamente a las demás. Las cuatro, sin excepción alguna, lucían unas caras tan serias que parecía que estuvieran en el velatorio de alguien.

-Esto que está pasando no tiene nombre…-dijo Mary al fin rompiendo el incómodo silencio que se había hecho entre las cuatro.-¡Se los han llevado casi por la fuerza!

-Mejor elimina el “casi”…-agregó ella con una sonrisilla amarga.

-Yo sólo espero que no les pase nada y que vuelvan pronto…-murmuró Chris.

-Tranquilas, chicas…-añadió Gwen intentando en vano esbozar una sonrisa tranquilizadora.-Brian está intentando sacarlos de allí, ya lo sabéis…

-Otra cosa es que lo consiga…-masculló Penny de mala gana. Lo cierto era que no veía nada claro aquello y dudaba que en esos momentos las artes de hombre de negocios de Brian sirvieran para tratar con todo aquel escuadrón de locos que se habían llevado a los chicos sin previo aviso.

-Y mientras aquí estamos nosotras…-bufó Chris poniéndose en pie de repente.-Encerradas como idiotas en un hotel sin poder hacer absolutamente nada.

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Aquello no podía tener ya más poco sentido. Llevaban horas y horas allí en aquel yate, rodeados por militares y por fanfarrones multimillonarios filipinos que les tenían poco menos que como a una atracción de circo. Incluso el tal Manolo Elizalde había intentado hacerles cantar algunos de sus temas pero todos se habían negado en redondo a aquello, cosa que no les había sentado nada bien ni al multimillonario en cuestión ni a sus amigotes, que al parecer habían esperado contar con un concierto privado de The Beatles en su yate.

-¿Qué hora es?-le preguntó a Paul, que estaba a su lado saboreando una copa de vino con cara de pocos amigos.

Su amigo consultó su reloj de pulsera antes de contestar.

-Más de las cuatro de la madrugada.-contestó haciendo que Ringo soltara un respingo cuando escuchó la respuesta a su pregunta.-Llevamos un montón de horas aquí metidos.

-Secuestrados, mejor dicho.-dijo John mientras le clavaba una descarada mirada asesina a aquel Manolo Elizalde, que estaba a pocos pasos de él.-Ese maldito hijo de puta puede dar las gracias si no le meto un par de hostias antes de que nos larguemos de aquí…

-No la líes, John.-le riñó Paul.-Bastante tenemos ya con esto, ¿no crees? Además, te recuerdo que aquí nos entienden todos cuando hablamos.

-Pues mejor, así se enteran todos de lo que opino de ellos.-contestó John enfadado a la vez que se levantaba de su silla y empezaba a caminar en dirección a la mesa de las bebidas.-Voy a beberme otro whisky. Al menos, que me paguen la borrachera.

Ringo le lanzó una mirada de preocupación mientras se dirigía a por la bebida.

-¿No crees que deberíamos pararle un poco, Paul?-preguntó al cabo de unos segundos.

-¿Pararle?

-No sé… Se ha bebido ya medio barco y ya empieza a ponerse… ya sabes, como se pone cuando bebe…

-Agresivo, sí. Lo he notado.

-Puede meterse en un lío.-sentenció George a su lado.

-¿Y qué queréis que haga? Si al menos tuviéramos hierba, le daría un porro en el baño y se tranquilizaría un poco…

-Bueno, chicos, cambiad de tema que ahí viene de nuevo.-les avisó George.

Efectivamente, John se acercaba de nuevo hacia ellos con un vaso bien lleno en la mano mientras lanzaba miradas y sonrisillas malévolas a todos los que le rodeaban, cosa que no auguraba absolutamente nada bueno.

-Bastardos hijos de puta…-murmuró cuando llegó hasta donde estaban ellos.

Los otros tres le dedicaron una mirada de preocupación a la vez que John se sentaba de nuevo en su sitio.

-Os juro que si no se acaba esto de puta vez.-continuó diciendo.-Me largo de aquí yo solo.

-¿Y qué vas a hacer?-le preguntó Ringo con sarcasmo.-¿Tirarte al mar?

John lanzó un suspiro molesto y se bebió su vaso de whisky de un solo trago. Al parecer ni tan siquiera se acordaba de que estaba en un yate y no en tierra firme.

-Me da igual.-volvió a contestar.-O me dejan irme de aquí o…

-¡Chicos!

Los cuatro se volvieron sorprendidos cuando escucharon la voz de Brian justo detrás de ellos.

-Por fin…-masculló el manager, que estaba plantado justo detrás de ellos acompañado por Mal y Neil.-He removido cielo y tierra para saber dónde estabais…

-Eso digo yo, por fin.-replicó Ringo molesto poniéndose en pie junto con los demás.

-Vayámonos de aquí.-dijo Brian sin hacer caso de la queja de Ringo.-Tenemos una lancha aquí al lado.

Los cuatro empezaron a caminar detrás de Brian, sin mediar palabra con nadie de los allí presentes; lo único que querían era desaparecer de allí y llegar al hotel de una vez por todas.

-¡Un segundo!-exclamó John de repente haciendo que todos los que estaban allí se volvieran hacia él extrañados.-No está bien que nos larguemos de aquí sin despedirnos de nuestro anfitrión, ¿no?

-John, por favor, no…-empezó a quejarse Brian que obviamente también había notado lo borracho que estaba John. No obstante, ya era demasiado tarde: John ya estaba frente al tal Don Manolo Elizalde luciendo una de sus peores sonrisillas sarcásticas.

-Señor Elizalde o cómo se llame…-escucharon que decía.-Nosotros nos vamos. Le agradecemos mucho este secuestro, digo, fiesta. La bebida deja bastante que desear y la comida es asquerosa, pero bueno…

Y, dicho esto, John se dio media vuelta dejándose a aquel multimillonario boquiabierto y volvió hacia donde estaban los demás.

-Larguémonos de aquí.-masculló Neil entre dientes.-Pero pitando.

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-¡Johnny!

John abrazó a Chris, que se había lanzado a sus brazos como una loca cuando lo había visto entrar, por fin, en la habitación del hotel.

-¿Cómo estás? ¿Qué…?

-Estoy borracho y cabreado.-le cortó él secamente.

Chris lo miró con el ceño fruncido. Por lo menos le había sido sincero. Traía unas pintas que daban miedo y apestaba a sudor, a tabaco y a whisky del malo. Pese a que verlo en aquel estado no le hacía ni pizca de gracia, Christine esbozó una sonrisilla inocente. John tenía muy mal beber y sabía que lo mejor era dejar que se le pasara y no reprocharle nada si no quería que la acabara pagando con ella.

-Te preparé la bañera, ¿de acuerdo?-le dijo poniéndose de puntillas y dándole un breve beso en los labios.

Antes de que él pudiera decir nada, la chica entró en el cuarto de baño de la suite dispuesta a prepararle aquel baño. Por lo menos así no apestaría tanto y quizás le bajara un poco la borrachera que llevaba antes de dormir. A lo mejor, incluso hasta le podría contar algo de lo que había pasado en esa supuesta fiesta.

-Gracias.

La chica se volvió hacia John, que estaba apoyado sobre el marco de la puerta mirándola fijamente.

-¿Por llenarte la bañera?-sonrió ella.-No creo que me merezca un monumento por esto…

-No es sólo por el baño, lo sabes.-le contestó él acercándose hacia ella.

-No te pongas en plan sentimental, Johnny…-rió la chica.-Anda, métete en la bañera si no quieres que esta noche me vaya a dormir al pasillo.

-¿Tan mal huelo?-preguntó él divertido mientras olisqueaba su camisa.

-No, qué va…-bromeó Chris.-Sólo parece que te hayas echado encima esencia de cerdo, nada más…

John soltó una inmensa risotada que hizo que la chica empezara a relajarse y, a continuación, se vio inmersa en un largo beso sin saber ni siquiera cómo. Bueno, al menos, aunque sólo fuera por esa noche, la borrachera de John no iba a acabar mal del todo…

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El ruido del teléfono a su lado hizo que Brian abriera los ojos molesto. Miró el reloj antes de descolgar. Las nueve de la mañana. Apenas había dormido tres horas…

-¿Sí?-contestó.

-Buenos días.-saludó una voz masculina al otro lado de la línea telefónica.-¿Hablo con el representante de The Beatles?

-Sí, soy yo.-respondió de mala gana.-¿Con quién hablo?

-Llamo desde el Palacio de Malacañán.

Nada más escuchar aquellas palabras Brian se despertó casi por completo. Si no estaba equivocado, el Palacio de Malacañán era la residencia de Fernidand e Imelda Marcos, el “presidente” de Filipinas y su esposa.

-Sí, dígame.-le instó a continuar.

-Verá…-dijo el hombre al otro lado de la línea.-A la primera dama, la señora Imelda Marcos, le gustaría invitar a The Beatles a un almuerzo benéfico con huérfanos que organiza hoy mismo.

-¿Y a qué hora es eso?-quiso saber Brian.

-Pues… Para poder acudir al discurso de la primera dama y visitar a los niños sería conveniente que a las once en punto estuviesen aquí.

-Verá… No creo que eso sea posible.-contestó Brian con contundencia.

-¿Cómo?-se extrañó el otro.

-Pues…-titubeó Brian intentando escoger las palabras adecuadas para no ofenderle.-Igual ya sabe que los chicos fueron ayer a una fiesta con los oficiales y los hombres más prominentes del país…

-Sí, eso me consta.

-Se acostaron muy tarde, de madrugada, y a esta misma tarde tienen los dos conciertos que tenían contratados…-continuó.-Si no descansan lo suficiente, no podrán dar lo mejor de sí mismos en el escenario, así que aunque le agradezco muchísimo la invitación de la primera dama, no tengo más remedio que declinarla. Espero que lo entienda.

-Por supuesto que lo entiendo.-contestó cortante el hombre.

Y, sin que a Brian le diera ni siquiera tiempo a articular una frase de despedida, el representante de palacio le colgó el teléfono con un fuerte golpe. Brian bufó. Bueno, se había enfadado, de eso no cabía duda, pero no estaba dispuesto a ir a despertar a los chicos para comunicarles que debían ir a otra fiesta de la cual no sabían nada. No se quería ni siquiera imaginar como hubieran reaccionado ante la noticia…

Miró el reloj de nuevo. Aún era pronto y estaba seguro de que podía dormir unas cuantas horas más, así que se dio la vuelta en la cama y volvió a cerrar los ojos de nuevo. Sí, definitivamente había hecho muy bien en rechazar ir a aquella fiesta…

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Los dos conciertos casi seguidos que habían dado en el estadio de fútbol de Manila para un total de ochenta mil personas habían estado exactamente igual que siempre. La verdad era que Penny, todos los conciertos los encontraba exactamente: ellos cantaban unas pocas canciones mientras las fans gritaban tanto que apenas se podía escuchar nada. Por eso quizás le hacia tanta gracia que después, casi todos, intentaran analizar cómo había salido cada concierto… ¡Cómo si aquello fuera posible! Como mucho, lo único que podrían llegar a analizar era la intensidad de los gritos del público.

Lo único bueno de todo aquello era que por fin había acabado aquella locura, que al día siguiente podrían largarse de allí, pasar unos días de descanso total en la India y después regresar de nuevo a Londres para unas “minivacaciones” antes de volver a ponerse en marcha de nuevo, aquella vez por Estados Unidos.

-Estoy agotado…-masculló Paul a su lado mientras se estiraba tan largo como era.

-Me lo imago.-le dijo Penny acercándose a él.

Justo en aquel preciso instante, el camión que los llevaba se paró de regreso al hotel y que iba justo detrás de la limusina en la que supuestamente iban ellos, se paró en seco.

-Perfecto.-dijo George poniéndose en pie junto con Gwen.-Ya hemos llegado.

-Que a gusto que voy a pillar hoy la cama, por favor…-añadió Ringo que, después, mirando a su novia pícaramente, añadió:-¿Verdad, Mary?

La chica le soltó un golpe cariñoso en el brazo a la vez que soltaba una risita tímida y se ponían en pie junto con los demás para salir de aquel enorme camión. Todos entraron al hotel hablando en voz baja entre ellos, se les notaba el cansancio que llevaban encima y que estaban deseando llegar a sus habitaciones para poder descansar hasta el día siguiente.

No obstante, cuando llegaron a su planta en el hotel, Penny se percató de algo extraño: allí, donde aquella misma mañana había un montón de seguridad, no había absolutamente nadie.

-Paul…-le dijo mientras se dirigían a su habitación.

-¿Qué?

-¿No notas algo raro?

-¿Algo raro?

-Sí… ¿Y la seguridad?

El chico lanzó una mirada severa hacia la planta del hotel, observando lo que su novia le acababa de decir. Al parecer ni él, como ninguno de los demás, que ya estaban entrando en sus habitaciones, se había percatado de aquel “pequeño” detalle.

-No sé…-masculló finalmente.-Un poco raro sí que es…

-A mí esto no me gusta.-sentenció ella mirándole preocupada.

-Oh, venga… No seas así.-intentó tranquilizarla Paul a la vez que abría la puerta de la habitación.-Es un poco raro, no te lo negaré, pero hay tantas cosas raras en este país… Así que tranquila, lo más seguro es que no sea nada. Ahora vayamos a descansar un poco, ¿sí?

Penny asintió, aunque para nada estaba convencida con la burda explicación que Paul le había intentado dar. Aquello, por mucho que él le dijera, seguía sin darle buena espina, pero, a fin de cuentas, quizás Paul tuviera razón y lo más adecuado que podían hacer en aquellos momentos era, simplemente, entrar en la habitación, desconectar de todo y dormir a pierna suelta.

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Paul no había podido dormir en toda la noche y por eso estaba molesto. Pese a que sabía a ciencia cierta que Penny no tenía la culpa de haber pasado una noche de insomnio en la que no había parado de dar vueltas a su lado en la cama, no podía evitar estar de mal humor. Así que, cansado de estar en la cama sin hacer nada, se puso de pie de un salto y empezó a vestirse.

-¿Vas a levantarte ya?-le preguntó Penny extrañada.

-Bueno… Estoy despierto desde hace un buen rato.-contestó él sin poder evitar usar cierto tono recriminatorio.-Creo que lo mejor será que me levante ya, ¿no?

-Lo siento… Me sabe mal no haberte dejado dormir…-dijo la chica con un hilillo de voz.-Sé lo cansado que estabas y…

-Tranquila. Tú no tienes la culpa.-le dijo él antes de ponerse de pie.-Todo el mundo puede pasar una mala noche y tú estabas preocupada, así que…

-Aún así, me sabe mal.

-No te preocupes.-le dijo ahora sí esbozando una media sonrisa.-Bajaré abajo, pillaré algún periódico y pediré que nos suban el desayuno, ¿te parece?

-¿Y no puedes pedirlo por teléfono?

-Sí, pero así estiro un poco las piernas.-le respondió él.-Vuelvo enseguida, ¿vale?

Por toda contestación, su novia le dedicó una sonrisa que hizo que Paul olvidara que estaba molesto con ella y salió de la habitación después de darle un beso en los labios. Lo primero que le llamó la atención fue que, como la noche anterior, aquello estaba desprovisto de toda seguridad. Soltando un respingo preocupado, Paul bajó las escaleras en dirección al comedor. Había muy poca gente allí también, sólo un par de camareros y una pareja mayor que desayunaban en un silencio casi sepulcral. Pidió el desayuno para la habitación y un periódico en inglés que el camarero no tardó en darle.

-Señor…-le dijo el camarero mientras le tendía el periódico.-Me han comunicado desde la cocina que hoy no hay servicio de habitaciones.

-¿Cómo?-se extrañó Paul.

-Día libre del personal.-le contestó escuetamente.

-¿Y no podría hacer una excepción?

-Insisto, señor. No hay servicio de habitaciones.

-Está bien.-le dijo Paul aún contrariado.-Bajaremos aquí a desayunar.

El camarero no contestó absolutamente nada, sólo le dedico una mirada asesina de la que Paul no pudo entender la causa. No obstante, decidió dejarlo pasar y, sin decir nada más, el chico volvió a subir de nuevo a su habitación. Y entonces lo vio: justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de la habitación, aquel titular que rezaba que The Beatles habían insultado a la primera dama al no acudir a su almuerzo del día anterior captó su atención.

Nervioso porque de repente había entendido la causa de la falta de seguridad y de las miradas asesinas de los camareros, Paul entró en la habitación agitado.

-¿Qué te pasa?-preguntó Penny dedicándole una mirada confusa.

-Lee eso.-le contestó Paul lanzándole el periódico.

La chica obedeció y su rostro, de repente, adoptó una expresión sombría.

-Oh, mierda…

-Y tanta mierda.-dijo él.-Hemos metido la pata hasta el fondo.

-Hay que largarse de aquí en cuanto antes Paul, esto no me gusta nada.-dijo Penny angustiada.

-Tranquila, lo haremos.-le contestó él.-Pero antes, acompáñame. Hay que despertar a los demás.

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Todo había ido de mal en peor desde que un agitado Paul les había despertado a todos diciéndoles a trompicones que debían largarse de Filipinas cuanto antes. Mary no podía creer lo que estaba pasando. Jamás había tenido constancia, y por lo visto los chicos tampoco, de aquel supuesto almuerzo al que habían sido invitados el día antes. Sólo Brian, que había sido el que lo había rechazado, sabía de aquello y en esos momentos estaba más histérico de lo que jamás nadie le había visto en toda su vida.

Habían recogido sus cosas de manera apresurada y tanto ella como Ringo ya estaban a punto de salir de la habitación cuando abrió la puerta un John con cara de enfadado.

-¡Me cago en la puta!-gritó dejándose a Mary y a Ringo estupefactos.-¿A qué no sabéis la última? ¡No funcionan los ascensores! ¡Nos toca bajar el equipaje a mano!

-Tranquilo, John…-dijo Ringo.-Para eso están los botones, ¿no?

-¡No hay botones!

-¿Cómo que no hay botones?-se extrañó Mary.

-Desde la dirección del hotel nos han dicho que no hay ninguno disponible.-contestó John agitado.-¡Malditos hijos de puta! ¡Mierda de país!

-Joder…-masculló Mary enfadada.

-Bueno, da igual.-dijo Ringo con determinación agarrando dos inmensas maletas.-Como si tengo que bajar las cosas con la boca, ¿sabes? Yo lo único que quiero es largarme de aquí ya.

John y Mary asintieron. Lo cierto es que a todos en esos momentos lo que más les importaba era irse de allí.

-Dadme algo, os ayudo.-se prestó John.-Chris y yo ya hemos bajado nuestros trastos.

Salieron de la habitación cargados con las maletas y las bolsas de Mary y él y bajaron las empinadas escaleras del hotel a duras penas. Mary lo miraba todo estupefacta: aquello parecía sacado de una película de dudoso humor. Y es que, por las escaleras, se encontraron con todos los demás, incluidos Mal y Neil, bajando un montón de trastos, entre los había instrumentos, amplificadores… La chica jamás había sido consciente de que viajaban con tantísima cosa.

Después de estar más de una hora bajando cosas ante las miradas impasibles de los pocos empleados del hotel, que ni se dignaron a dirigirles la palabra en ningún momento, colocaron entre Mal, Neil, Brian y su equipo el equipaje en los coches.

-Está bien, chicos.-les dijo Brian cuando cargaron la última bolsa.-Despedíos de Filipinas, nos vamos de aquí.

-Y espero no volver en mi vida.-sentenció Mary lanzando una mirada de asco hacia el interior del hotel antes de salir, ahora sí, definitivamente de él de una vez por todas.

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Chris no pudo evitar no dejarse guiar por John hacia el asiento del chico cuando entraron en el avión. Aún tenía el susto metido en el cuerpo; si no hubiera sido por John y por Paul no sabía qué le habría podido pasar. Y es que, de todas las cosas que había vivido hasta ese momento, aquella las superaba por creces por horrorosa, violenta y agobiante.

Nada más llegar al aeropuerto, se dieron cuenta de que las cosas no iban a ir bien, aunque ninguno de los allí presentes se había atrevido a decirlo en voz alta. Simplemente se dedicaron a lanzar miradas suspicaces y preocupadas hacia las pistas del aeropuerto, plagadas de gente, civiles y militares. Nadie sabía qué estaban haciendo allí, pero tenían la certeza de que no habían ido a despedirles con vítores precisamente.

Después, había llegado la siguiente jugarreta de la mañana. Al igual que en el hotel, en el aeropuerto habían dejado de funcionar misteriosamente las escaleras mecánicas, por lo que otra vez tuvieron que cargar con todos sus trastos, que no eran pocos, y subirlos por las escaleras normales a mano. No obstante, aquello no había sido nada comparado con lo que había sucedido cuando por fin habían facturado y se dirigían por fin al avión. Lo primero que recordó fueron los gritos, los insultos, tanto en inglés como en filipino, hacia los chicos. A continuación, el caos. Una marabunta de gente había corrido en dirección a ellos, pillando a quien podían por el camino. Chris aún recordaba la desagradable escena de ver a Alf, su chófer, tendido en el suelo mientras cuatro o cinco militares le propinaban una paliza. Y entonces fue cuando notó el tirón de su brazo, fuerte e incluso violento. Su primera reacción había sido asustarse, aunque, cuando vio que el que había tirado de ella era John, se tranquilizó en el acto.

-Allí.-le había dicho él sin dejar de tirar de su brazo.

A Christine no le había costado ver el motivo de aquel tirón: un grupo de hombres, también uniformados, se estaban dirigiendo hacia donde estaban ellos al parecer sin demasiadas buenas intenciones. Así que, sin pensárselo dos veces, Chris había empezado a correr al lado de John en dirección hacia el lugar de embarque.

-¡Christie! ¡John!

El grito de Paul les había pillado por sorpresa a los dos. Miraron a su alrededor, confusos, sin encontrar a Paul en medio de todo aquel jaleo. Pero de repente, lo vio. De no haber sido porque estaban metidos en medio de aquello, la escena habría podido resultar hasta cómica: Paul y Penny estaban prácticamente a su lado, camuflados entre un grupo de monjas vestidas de negro y tapadas hasta los dientes que miraban todo aquello estupefactas y asustadas a la vez.

-¡Vamos!

Y así había sido como John y ella se habían camuflado también entre ese grupo de monjas junto con su hermano y su cuñada y habían conseguido llegar al avión sin que les pasara nada.

-Ya pasó…-le susurró John al oído una vez se hubieron sentado en el último par de asientos mientras la abrazaba y le besaba el pelo.

Fue entonces cuando Chris adquirió consciencia de que estaban rodeados de gente que no tenía por qué saber que John y ella estaban juntos, aunque en aquellos instantes a ella no le importó. Sólo quería estar con él y si eso suponía que algunos, entre ellos periodistas, se enteraran, le daba absolutamente igual.

La chica levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa agradecida. Después, se separó de él y dio un vistazo a los demás. Afortunadamente, los demás ya estaban allí, con sus chicas. No obstante, se sobresaltó cuando vio que Ringo sostenía un pañuelo ensangrentado sobre su nariz en el par de asientos que quedaban a su lado mientras Mary lo miraba con una mezcla de susto, preocupación y rabia.

-¡Rich!-lo llamó.-¿Qué ha pasado?

-Le han metido un puñetazo.-contestó Mary ya que, obviamente, él estaba demasiado ocupado intentando detener su hemorragia.

-Joder…-masculló John a su lado. Chris se volvió hacia él, como esperando a que de un momento a otro saltara con alguna broma fuera de lugar sobre la nariz de Ringo, aunque, sólo por esa vez, John se abstuvo de meter la pata.

-No es nada.-masculló Ringo por debajo de su pañuelo.-Sólo ha sido una tontería.

-No digas sandeces, Richard.-le cortó Mary.-De tontería nada. En esta mierda de país están todos locos.

-Lo que le han hecho a Alf ha sido peor.-volvió a decir Ringo no sin ciertas dificultades.

Chris lo miró. Tenía razón. La paliza que ella mismo había visto delante de sus narices que le habían dado al bueno de Alf había sido mucho peor que aquello. No le costó localizarlo con la mirada unos asientos más por delante. Parecía dolorido y confuso, pero bien al fin y al cabo.

Miró al resto de gente que había en el avión haciendo recuento de si estaban todos o no. Y justo cuando se percató de que ni Brian ni Mal estaban allí y empezaba a asustarse de verdad, los dos aparecieron por la puerta con cara de pocos amigos.

-Y después de esto encima nos han hecho pagar una millonada en impuestos inventados…-se quejó el manager indignado dirigiéndose hacia ellos.-Pero bueno, todo dinero es poco mientras podamos largarnos ya de aquí. ¿Estáis todos bien? ¿Rich?

Todos asintieron con la cabeza, excepto Ringo que levantó el pulgar de su mano derecha mientras con la otra continuaba sosteniendo su pañuelo sobre la nariz.

-De acuerdo.-dijo Brian.-Voy a mi sitio, chicos, si queréis algo…

Chris se quedó mirándolo sorprendida. Era evidente que Brian había visto donde estaba y con quien estaba, pero aún así no le había dicho absolutamente nada acerca de volver a “su sitio”, con él y con Susan.

-Puedes quedarte si quieres…-le dijo el manager esbozando una sonrisa como si de repente hubiera podido leer los pensamientos de la chica.-Cuando lleguemos a Nueva Delhi ya redactarás las notas de prensa sobre esta locura… Ahora relajaos todos.

Chris le dedicó una sonrisa mientras él iba a sentarse a su sitio. La verdad es que después de todo aquello, agradecía de todo corazón el hecho de no tener que pelear con Brian.

Y al cabo de unos minutos, por fin, el avión empezó a rodar por la pista…

-Os lo juro, chicos.-dijo George antes de que despegaran.-La única razón por la que volvería aquí sería para tirarles una bomba atómica a todo este atajo de locos…





 Hola! Pues de nuevo yo aquí con este capi que, si os digo la verdad no me ha gustado demasiado como ha quedado... En fin, yo tenía unas ideas y plasmarlo todo además ciñéndome a cosas que pasaron en realidad... Total que no, que al final no me ha salido :/ Bueno, de todas maneras espero que os haya medio gustado, aunque juro solemnemente y como diría Chiquito de la Calzada "por la gloria de mi madreeee!" que los próximos van a estar mejor, jejeje. Bien, otra cosa antes de despedirme... Igual los más avispados os habéis dado cuenta, pero desde más o menos después de Navidad vengo cuadrando lo que pasa en el fic con la fecha de publicación. Hoy se ha alcanzado la última coincidencia de fechas: el día del aniversario del "desastre de Filipinas" publico este capítulo. A partir de ahora pues ya se me descuadrarán las fechas, aunque fue bonito mientras duró, no creéis? jajajjajaja.

Siguiente cosa, agradecer a todos los que leéis y comentáis, de verdad. A los anónimos les digo que muchas gracias, que sí, que algún día, si consigo emborrachar o drogar lo suficiente a un editor, publicaré mis locuras, jajaja. A Citlali (vi tu "propaganda" en tu fic de casualidad, muchas gracias! :) Sigo leyendo la tuya! ) y a mis dos Marías, que os amo, que me caso con vosotras o que nos montamos una comuna, lo que queráis, pero que sepáis que adoro vuestros comentarios... Ver que os calentáis así la cabeza sólo por comentar las mamarrachadas estas merece, cuanto menos o un beso o una ronda de chupitos... Algún día nos los tomaremos, lo juro por Snoopy! XDDDD

En fin, os voy dejando que no os quiero cansar!

Besos! ;)

5 comentarios:

  1. A ver ya se que te di en el chat una reseña de lo que me parecio asi que no tengo mucho decir aqui jejeje , ahmmm bueno vuelvo a decir que falto accion , que me hubiera gustado que pusieras la parte de las puertas cerradas del hotel , me gusto mucho como muchas cosas que te digo en conversaciones privadas las usas aqui como por ejemplo ayer que te dije que yo estando ahi no hubiera podido dormir y eso lo utilizaste con Penny , sera que Penny y yo somos mas parecidas de lo que pensaba ?? jajajaja bueno ya basta XD , lo de la fiesta del multimillonario ese me enojo , que se creen esos militares obligandolos a hacer cosas ??? reverendos hijos de puta , me gusto mucho el comentario que le digo John a Elizalde , yo tambien le hubiera dicho lo mismo o algo peor :P. En conclusion el capitulo en general me ha gustado bastante , esta muy bien narrado , esta muyyy real (excepto por lo de los niños que ya te lo explique tambien) y lo disfrute bastante , ya espero el proximo porque siento que esto de la gira se esta poniendo cada vez mejor.

    PD . Acepto tu propuesta de matrimonio ;) XD

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    1. jejeje. Bueno, que me digas que está bien narrado es todo un halago porque insisto en que tenía la sensación de que no...(y la sigo teniendo). Creo que es de lo más flojo que he escrito hasta ahora y merecía no ser publicado, pero bueno, como te he dicho, o lo publicaba y pasaba página o, conociéndome, lo hubiera ido dejando, dejando hasta que el fic se hubiera perdido en el olvido y eso, de verdad, no quiero que pase. Sobre lo de los niños... Ya et dije que por conveniencia para mi fic, porque así me quedaba mejor, he decidido creerme la versión "no oficial" del señor sensacionalista-escribo-sobre-Beatles en la que decía que en realidad Brian sí sabía lo de los huerfanitos... Sí? No? Jamás lo sabremos, más que nada porque el pobre Eppie ya lleva unos cuantos años un poquito muerto... jajaja. En fin, guapa, gracias por el comment! ;)
      PD: Cuando quieras fijamos la fecha de la boda... :P

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  2. ACÁ VA A ARDER TROYA!!! NADIE LE TOCA UN PELO A MI RINGO! Prendo fuego todo, chau Filipinas, te hundirás en el mar, como Atlántida! Y esa vieja, la Imelda (me hace acordar a la vieja bruja de acá, a tu tocaya XD) NO MERECE VIVIR QUEMENLA EN LA HOGUERA!
    Ya, hablando enserio, fue una vergüenza eso que hicieron, yo creo que es el día de hoy que se arrepienten, lo mismo que los curas locos que se escandalizaron tanto con lo de Jesucristo.
    Che loca, yo no sé porqué decís que no te gusta como quedó, si está es-pec-ta-cu-larrrrr (leelo con una voz gruesa, media de borracha alcohólica, porque así lo digo yo jeje) En serio, yo lo veo perfecto, me indigna que digas que está mal, esos pensamientos están prohibidos para vos porque siempre, escribas lo que escribas, siempre lo haces muy bien!
    Otra cosa, me encantó la "prueba de entendimiento idiomático" (cualquier cosa el término que acabo de inventar) de Ringo. voy a probar de mandarlos a la puta que los parió a los chinos del supermercado...vos que decis? Tendré suerte y no se darán cuenta? O me tirarán en la calle con golpes de karate? jajajajajaja
    Y otra, John, borracho y todo, no para de decir verdades (bien dicen que los borrachos nunca mienten) me encantó, que se creen los millonarios esos, siquiera tuvieran buena comida, todavía, pero encima son miserables....
    Ah, y por favor, que Penny no sea gallina clueca y deje de dar vueltas en la cama, que se parece a mi! jajajaj
    Bueno muñeca loca, te quiero, aunque estes en la piscina y yo con cuatro ponchos encima, casi sentada arriba del calefactor jjajajaja Me emocioné con lo último, yo sabía que me amabas y no te animas a decirmelo, cuando quieras me caso, ya tengo el vestido blanco preparado, querés que lleve un ramito de rosas o de jazmines? XD
    chauuuuuuuu!!!!!!

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  3. hahahahaa! XD no sé porque me dio tanta risa este capítulo, quizá porque todos estaban enojados y haha XD con este capítulo me vino la idea de que ¿será que Ringo o Paul han vuelto a Filipinas después de esto? XD no creo, pero de seguro sería tan gracioso, haha! pobres chicos, les han dado una lección sobre no rechazar invitaciones de primeras damas de dictadores en terreno asiático ?) haha y me ha dado tanta risa el último comentario que hace Harrison XD, sin duda alguna siento que ha de haber sido un martirio para los pobres hombres el tener que escuchar los miles y miles de gritos de fans XD no sé porque me acorde del concierto en Japón haha la cara de Ringo se veía de fastidio a mas no poder XD pobre Penny como la ha de pasar rodeada de la beatlemanía, me gusto mucho el capítulo! así que no digas nada de que te salió mal nonono lo tienes prohibido XD haha okeyno.-. y por la "propaganda" NO TIENES NADA QUE AGRADECER! cuando leo un fic que me deje tan buen sabor de boca como el tuyo, siento que es un deber como buena ciudadana ?) ahha el recomendarlo! C: enserio! yo creo que deberías de tener miles y miles de lectores si escribes fantástico! y ah! haha gracias por seguir leyendo esa porquería de Fic XD haha a ver si aún no te has aburrido ;) bueno nos vemos pronto! y espero leer otro cap. tuyo prontisisisisimo haha u.u me dejas picada con esos finales, saludos! (:

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  4. Wow!! capítulo 50!!! Pues felicidades jejeje, en cuanto al capítulo, a mi sí me gustó, no sé por qué a ti no si está bruto (así decimos aquí en México para decir que algo está así como wow) Te lo juro que al leerlo es como estar ahí, con todos ellos!! Me encanta, me encanta, me encanta!!

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