martes, 17 de julio de 2012

Capítulo 51: Londres, de nuevo


-¡Por fin!

La exclamación tan sincera que acababa de dar Gwen al soltar las maletas en la entrada de casa hizo que George no pudiera contener una sonora carcajada.

-¿De qué te ríes?-le preguntó la chica contrariada.-¡Creí que no llegaríamos nunca a casa!

-Los periodistas son a veces muy pesados, ya lo sabes.-le contestó George a la vez que le dedicaba una dulce sonrisa.

-Y no sólo los periodistas…-dijo ella divertida.-Creí que no saldríamos nunca de casa de Ringo…

George soltó otra risita divertido.

-Bueno, ya sabes como son él y Mary… Si no nos tomábamos esas copas no nos dejaban salir de allí. Pero como tú dices por fin hemos llegado a casa…-y, después, esbozando una sonrisilla pícara, añadió:- Y aquí estamos los dos, sin compromisos y solos…

La chica soltó una risita cuando él la agarró de improvisto por la cintura y la acercó hacia él.

-¿Estás seguro de que no tienes ningún concierto, entrevista, sesión de fotos o acto al que asistir?-preguntó ella divertida a escasos milímetros de la cara de George.

-Mmmm…-masculló él usando aquel tono de voz seductor que a Gwen tanto le hacía perder la cabeza.-No creo. Ya sabes que si por mí fuera no asistiría nunca más a ningún concierto de esos… Y si lo tengo… ¿Sabes qué? Que les zurzan a todos. Por ahora al único acto al que tengo la obligación de asistir es éste…

Gwen sólo pudo esbozar una media sonrisa a modo de respuesta antes de que George pegara sus labios a los suyos. La chica le respondió con ganas. Y es que, durante la gira no habían podido disfrutar de momentos tan íntimos como aquel para nada. Con un gesto rápido, George la agarró en brazos y empezó a caminar, escaleras arriba. Gwen sonrió y ahora fue ella la que le dio un beso apasionado. Sí, era hora de recuperar el tiempo perdido…

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Paul soltó un bufido de fastidio mientras conducía.

-No sé por qué tenemos que ir a tu casa ahora precisamente.-se quejó.-Estamos hechos polvos por el viaje desde la India y creo que lo que mejor nos hubiera venido es estar un rato en mi casa, tranquilos y relajándonos.

-Te he dicho cuarenta veces antes de salir de allí que no era necesario que me acompañaras si no querías.-le contestó Penny airada, que ya estaba empezando a hartarse de las quejas de su novio.-Quiero dejar algunas cosas en mi casa y pillar ropa limpia si quieres que me quede contigo esta noche…

-Pero podríamos haber venido más tarde…

-Paul, más tarde no quería venir y punto.-le cortó ella.-Si llego a saber que te pondrías tan pesado, llamo a un taxi…

-Sí, eso, un taxi.-se enfadó él.-¿Y para qué estoy yo?

-Pues al parecer, para quejarte.-le contestó la chica con sarcasmo.

Por toda respuesta, Paul soltó un gruñido ininteligible que aún sirvió para irritar más a Penny. No obstante, la chica se contuvo: tampoco le apetecía entrar en esos momentos en una discusión con Paul.

Llegaron frente al edificio de Penny pocos minutos después, prácticamente sin intercambiar ninguna frase entre los dos, y Paul aparcó sin demasiados problemas cerca de allí. Salieron del coche casi igual de enfurruñados, pero a Penny le dio la sensación de que Paul ya no estaba tan irritado como antes; más bien parecía absorto en sus propios pensamientos. Mejor. Por lo menos no continuaba enfadado y sabía que era cuestión de poco tiempo que estuviera igual que siempre.

Caminaron con rapidez hacia el edificio. Afortunadamente, era la hora del almuerzo y no había demasiada gente en la calle. Sólo había un par de ancianos y un par de hombres trajeados apresurados que parecieron no reconocerles para nada mientras recorrían los pocos metros que les separaban de la entrada del edificio.

-¡Señorita Penelope, señor McCartney!-saludó efusivamente el portero nada más los vio aparecer.-¿Qué tal ha ido el viaje?

-Un poco ajetreado, pero bien.-contestó Penny sonriendo.-¿Y por aquí cómo están las cosas?

Nada más pronunciar aquella frase, el portero cambió su cara rápidamente. Penny y Paul le dedicaron una mirada confusos; no tenían ni la más remota idea de a qué se debía aquella expresión sombría, aunque, a decir verdad, a ninguno de los dos le dio buena espina.

-¿Ocurre algo, Charles?-se apresuró a preguntar la chica nada más apreció aquel repentino cambio de actitud.

El portero calló durante unos instantes, evidentemente dudando en si debía decir o no la verdad, o quizás escogiendo bien las palabras que debía usar para decir lo que iba a decir.

-¿Charles?-insistió ella al ver que el hombre tardaba más de la cuenta en contestar.

-Verá…-empezó a decir al cabo de unos pocos segundos.-Hace una semana más o menos vinieron sus padres aquí.

-¿Y?

-Pues que vaciaron el apartamento.-contestó el portero a la vez que lanzaba un fuerte suspiro.

-¡¿Qué?!-exclamaron casi al unísono Paul y Penny.

-¿Cómo es eso de que vaciaron mi apartamento?

-¿Por qué?

-Si me permiten hablar, se lo explicaré…

Paul y Penny callaron inmediatamente y se quedaron mirándole con una expresión de confusión, rabia y sorpresa terrible. Charles agarró aire antes de continuar con su explicación.

-Me dijeron que iban a  llevar todas sus cosas a un guardamuebles que hay un poco más al sur, cerca de Baker Street.-dijo finalmente mientras se agachaba y rebuscaba entre sus cajones.-Aquí tiene la llave y la dirección exacta del guardamuebles en cuestión.

Penny se quedó mirando perpleja la llave que el portero acababa de colocar encima del mostrador.

-Pero…-titubeó.-¿Por qué han hecho eso?

-Al parecer no han pagado el alquiler de este mes…-continuó Charles.-Y según me comentaron, no pensaban seguir pagándolo.

-¿Qué? ¡Eso es imposible!-exclamó Penny a la desesperada.-¡No me han dicho nada y…! ¿Está usted seguro de que las cosas son así?

-Yo sólo le digo lo que me dijeron, señorita Penelope…-contestó el hombre dando un fuerte suspiro.-Si me permite decírselo, todas estas cosas las debería aclarar usted con sus padres… Yo sólo soy el mensajero y poco la puedo ayudar…

-¡Y tanto que aclararé las cosas con mis padres!-exclamó enfadada empezando a salir del edificio con paso decidido.-¡Vámonos, Paul!

-Lo siento…-lograron escuchar aún como decía Charles desde el interior del edificio.

-¡Penny, espera!

Cuando escuchó el grito de Paul por detrás de ella, que ya estaba casi a la altura del coche, Penny se paró en seco y se giró con la respiración agitada. Sólo tenía ganas de llorar y de gritar de pura rabia e indignación en esos momentos de incertidumbre en los que no tenía ni puñetera idea de cómo actuar.

-¿Qué?-preguntó de malas maneras, no porque estuviera enfadada con él, sino porque en aquellos momentos no era capaz de hablar de otro modo.

-¡Tranquílizate, por favor!-le dijo él acercándose.- No te pongas nerviosa. ¿Sabes lo que podemos hacer ahora? Ir a hablar con tus padres. Seguro que ha habido un malentendido y lo podemos aclarar…

-¿Hablar con mis padres? ¿Bromeas?-preguntó la chica haciendo un colosal esfuerzo por contenerse las lágrimas.-¡Ni pensarlo!

-Penny… Sabes que es lo mejor…

-¡No es lo mejor!

Paul se acercó a ella con una sonrisa tranquilizadora en los labios y, sin previo aviso, la estrechó entre sus brazos en un cálido abrazo que, para qué mentir, a ella la tranquilizó bastante.

-Veamos…-susurró Paul con la boca casi pegada a su pelo.-Las cosas se solucionan hablando, ¿no? Vayamos adónde tus padres y hablemos con ellos. Seguramente todo ha sido un error tonto, ya lo verás. Yo te acompañaré.

Penny levantó la cabeza y lo miró a los ojos. Sonreía. No cabía duda de que estaba hablando con total sinceridad y aquella determinación y aquella manera de mirarla y de sonreír, acabó por convencerla sólo en cuestión de pocos segundos.

-¿En serio me acompañarías?

-Por supuesto que sí. Te lo estoy diciendo.

Penny esbozó una media sonrisa antes de contestar.

-¿Seguro que no te resultará incómodo?

-Para nada.

-Queda bastante lejos y…

-Penny…-le cortó él sonriendo.-Tranquila.

La chica esbozó una media sonrisa y lanzó un leve suspiro.

-Está bien, Paul.-dijo al fin.-Váyamonos a hablar con mis padres.

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Mary se dejó caer por fin en el sofá de Sunny Heights. Parecía que no, pero estaba agotada. Hacía menos de diez minutos que se habían quedado solos Ringo y ella.

-Menudos cierrabares que están hechos John y Chris, ¿no?-preguntó Ringo divertido mientras se sentaba a su lado en alusión al hecho de que ellos dos habían sido los últimos que se habían ido de allí.

-Parece mentira que no los conozcas…-rió la chica.

-Pero por fin nos hemos quedado solos…-susurró él acercándose peligrosamente hacia ella antes de empezar a besarle el cuello con insistencia.

-Rich…

El chico no le hizo el menor caso y siguió con su sesión intensiva de besos por su cuello. Y justo cuando Mary estaba a punto de perderse por completo, el insistente ruido del timbre de la casa los interrumpió. La chica no pudo menos que lanzar un sonoro bufido de fastidio.

-Ritchie, llaman a la puerta...-susurró.

-Ya irá a abrir alguien del servicio…-dijo él sin parar de besuquearla.

El timbre volvió a sonar. Varias veces.

-Les has dado el día libre… Se acaban de ir todos.

-Pues quien sea que vuelva otro día…

Y otra vez el sonido del timbre. Uno, dos, tres. El que llamaba parecía estar empezando a impacientarse más de la cuenta.

-Yo así no puedo, Ritchie.-dijo Mary apartándose levemente de él.-Ve a abrir.

Ringo le lanzó una mirada suplicante cuando notó que ella se separaba de él.

-Princesa…

-Abre o no pararán.-sonrió ella.-Y después quizás podamos retomar esto…

Ringo soltó un bufido de fastidio y se levantó del sofá evidentemente algo molesto. Mary observó con diversión como salía del comedor a grandes zancadas. Sonrió. Richard no tenía remedio: a veces era como un niño grande. Sabiendo que aún tardaría un poco, la chica encendió la televisión. Por poco cayó de la silla cuando se vio a ella misma en la pantalla; estaban dando la noticia de la llegada de The Beatles a Londres nuevamente después de su surrealista gira asiática y aún le resultaba bastante extraño el verse a sí misma por los informativos. Y si a ella le resultaba raro, pensó, ¿qué estarían pensando la gente que la conocía en Liverpool? Por unos segundos, se imagino la cara que estarían poniendo los de su familia o sus viejos amigos de la infancia e, inevitablemente, no pudo pensar en la cara que estaría poniendo su archienemiga del instituto, la chica guapa, la más popular, la chica a la que todos los chicos perseguían, la chica perfecta… Samantha. Daría lo que fuera por verla en aquellos momentos y no pudo evitar soltar una risita por lo bajo al imaginársela…

Estaba absorta en sus pensamientos cuando, de repente, Ringo volvió a entrar en el comedor luciendo una inmensa sonrisa. Mary lo miró extrañada: la visita tendría que ser muy buena para que a él se le hubiera pasado el enfado por la interrupción tan pronto. Justo cuando ya iba a preguntar quién era, un chico bastante joven, fornido y vestido con mono de trabajo, entró en el comedor portando con un carrito una inmensa caja, una caja muchísimo más grande que él mismo.

-¿Dónde dejo esto?-preguntó el chaval.

Ringo dio un vistazo rápido al salón antes de contestar.

-Allí.-dijo finalmente señalando un hueco bastante grande que había al lado de la chimenea.

El chico asintió y se dirigió con el carrito y la inmensa caja, que parecía pesar horrores, hacia el lugar donde Ringo le había indicado. A continuación, puso la caja sobre el suelo con una ágil maniobra con el carrito, le quitó los precintos a la caja y procedió a abrirla con cuidado.

-¡Espera, chaval, espera!-le interrumpió Ringo antes de que el chico dejara al descubierto el contenido de la misteriosa caja.

El chico le dedicó una mirada un poco confusa a lo que Ringo le respondió con una mirada divertida. Después, se volvió hacia Mary y, sonriendo, le dijo:

-Princesa… ¿Podrías salir del salón un momento?

-Pero…-se quejó ella. Estaba muy intrigada y salirse de allí en aquellos momentos era lo último que le apetecía.

-Venga, es una sorpresa…-le dijo él agarrándola de la mano y obligándola suavemente a levantarse del sofá.

Mary le obedeció de mala gana; era demasiado curiosa como para no morirse de la intriga ante cualquier sorpresa de esas… No obstante, sabía que lo mejor era salir de allí o Ringo se negaría en redondo a abrir la caja hasta que ella no estuviera presente: si se le había metido entre ceja y ceja hacerlo así, lo haría, de eso no cabía la menor duda.

La chica salió del comedor de mala gana y Ringo cerró las puertas tras de sí con una sonrisa juguetona. Pensando en qué demonios podía ser aquello, la chica apoyó su espalda contra la pared del pasillo, impaciente y pendiente de los ruidos que estaban haciendo Ringo y el chico al sacar aquella cosa grande de la caja.

Estuvo así, intentando evitar a toda costa empezar a morderse las uñas por los nervios, unos cinco minutos que se le hicieron eternos y, de repente, las puerta del salón volvieron a abrirse y Ringo y el chico salieron de allí. Mary observó al chico: se estaba partiendo de risa. ¡A saber qué era lo que había traído! Cuando estaba a punto de entrar en el salón acelerada para ver qué era, Ringo la agarró de la mano y la obligó a seguirle a la puerta para despedir al mensajero. Después de darle una generosa propina, el chaval salió de la casa contento y Ringo volvió a cerrar la puerta.

-¿Se puede saber qué acaba de traer ese chico?-preguntó ella impaciente.

-Ven conmigo y lo verás.-le contestó él luciendo una sonrisa divertida mientras la agarraba nuevamente de la mano y se dirigían otra vez de vuelta al salón.

Cuando llegaron a la puerta, Ringo se pudo rápidamente detrás de ella y le cerró los ojos con las manos.

-¡Oh, Ritchie! ¡No seas crío!-se quejó ella, aunque en realidad se lo estaba pasando en grande con todo aquello.

-Shhh… princesa… No te quejes…-rió él empezando a guiarla hacia el interior del salón.-¿Preparada?

Mary soltó una risita a modo de respuesta cuando Ringo la detuvo.

-¿Sí?-insistió él.

-¡Venga, Ritchie! ¡Quiero verlo ya!

-Sus deseos son órdenes, señorita Hall…-contestó él divertido.

Ringo le quitó las manos de los ojos y Mary miró al frente. Al principio no pudo menos que abrir la boca por la sorpresa y, a los pocos segundos, soltó una sonora carcajada a la que se sumó el chico enseguida. Y no era para menos: allí, al lado de la chimenea estaba, nada más ni nada menos, que el famoso oso polar que había en el restaurante del hotel en el que se habían alojado en Alaska y del que habían estado riéndose como dos niños pequeños cada vez que pasaban por delante de él durante sus escasas horas de estancia allí.

-Creo que ya conoces a Yogi.-dijo Ringo entre risas.-Así que no creo que haga falta que os presente, aunque ahora es de tu propiedad.

-Vaya…-contestó ella cuando pudo recobrar el aliento de tanto reír. Le dolía el estómago de tanto hacerlo.-Es un detalle muy bonito… Nadie en toda mi vida me había regalado antes un… un… ¡oso!

Ringo volvió a largar una sonora carcajada. Después, cambiando sus risas de repente por una sonrisa juguetona y abrazándola, añadió:

-Y ahora supongo que podremos retomar lo que estábamos haciendo antes…-susurró con voz ronca antes de empezar a besuquearla de nuevo cuello arriba.

Mary soltó una risita y se dejó hacer. No obstante, justo antes de que Ringo llegara hasta su boca, giró la vista hacia el recién llegado oso polar y lo observó. Sus ojos de vidrio y su gesto fiero, como si estuviera a punto de atacar, le hicieron entrar otra vez un ataque de risa que hizo que Ringo parara otra vez en seco de besarla.

-¿Qué demonios…?-preguntó el chico cuando ella empezó a reír nuevamente.

-Yo es que así no puedo, Ritchie…-rió ella sin dejar de mirar al animalote.

-¿Cómo qué no?

-Me siento observada por Yogi.-rió la chica finalmente señalando al oso.

Ringo soltó una carcajada cuando miró también hacia el oso y comprobó por sí mismo que efectivamente sí que parecía estar observándolos de verdad.

-Joder… Si esta cosa va a estar siempre mirándonos así, creo que lo devolveré.-sentenció él al fin divertido.

-¡No! ¡Ni se te ocurra devolver a Yogi!-exclamó Mary.

-Vale, vale, vale…-sonrió Ringo.-Pues creo que será mejor que dejemos a Yogi solo, ¿no?

-Quizás sería lo mejor…-susurró ella de manera insinuante.

-Claro que lo es, princesa.-dijo él agarrándola de la mano y guiándola hacia fuera del salón.-Vayamos arriba…

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Paul paró justo delante de la puerta de la enorme casa de campo a la que acababan de llegar. Pese a que él ya estaba acostumbrado a ver villas y mansiones de ese tipo, debía de reconocer que aquella en particular le impresionaba bastante. Quizás sería el hecho de encontrar una casona de ese tipo tan relativamente cerca de la capital, o quizás, mucho más probable, era el hecho de que aquella mansión fuera propiedad de los padres de Penny. Sí, por supuesto que sabía desde antes que los padres de su novia eran bastante ricos, pero jamás había sido consciente de cuánto… Además, el hecho de que aquella fuera la primera vez que iba a hablar con ellos, le impactaba bastante.

-Ya hemos llegado.

-Eso es evidente, ¿no?-le contestó Penny secamente.

Paul le lanzó una mirada interrogativa y, para qué negarlo, algo molesto por las formas de la chica. No obstante, cuando la vio a su lado y entendió como de nerviosa y alterada estaba, le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

-Todo va a salir bien, ya lo verás.

-Como se nota que no conoces a mis padres…-le respondió ella esbozando una sonrisa amarga justo antes de abrir la puerta del coche y de salir de allí con decisión.

Paul lanzó un suspiro y salió del coche también, dispuesto a encontrarse con cualquier cosa. Tal y como Penny le acababa de pintar a sus padres en el viaje hasta allí, parecían poco menos que ogros.

Los dos se dirigieron hacia la enorme puerta de entrada en silencio y, antes incluso de que pudieran llamar a la puerta, un mayordomo bastante mayor abrió.

-Señorita Penelope… ¡qué sorpresa!-los saludó el hombre con un tono que a Paul le sonó realmente falso.

-Hola, Trevor.-saludó la chica sin demasiado énfasis. Al parecer a ella también le había quedado muy claro que el saludo del mayordomo había sido más por cortesía pura y dura que porque realmente se hubiera alegrado de verla allí.-¿Puedes decirles a mis padres que hemos llegado? Paul y yo.

El mayordomo le lanzó una mirada de infinito desprecio a Paul, cosa que le hizo sentir realmente incómodo. Hacía mucho que nadie, exceptuando la propia Penny cuando aún “se odiaban”, le dedicaba ese tipo de miradas.

-Por supuesto.-dijo finalmente.-Pasen y esperen en el hall.

Paul y Penny entraron en el enorme recibidor detrás del mayordomo. Aquello, por dentro, aún impresionaba más que por fuera. No obstante, pese a que estaba claro que entre aquellos muros había una fortuna invertida en decoración, muebles y obras de arte, a Paul aquello no le gustó para nada: demasiado cargado, demasiado rancio, demasiado ostentoso… Era como si con toda aquella exhibición de cosas valiosas, los Rogers intentaran decir al mundo cuan poderosos eran.

-¿Qué? ¿Observando todo esto?-preguntó Penny cuando se quedaron solos.

-Sí…

-A mí de pequeña esta casa me daba miedo.-dijo la chica en voz baja mientras miraba todo lo que la rodeaba con cierta mueca de asco.-Bueno, creo que continúa dándomelo…

Paul soltó una risita entre dientes. La verdad era que a él todo aquello también le inquietaba un poco: era como meterse dentro de una de aquellas enormes mansiones que aparecían en las películas de terror.

Justo en aquellos momentos, el mayordomo volvió a aparecer en el hall.

-Sus padres están ocupados en estos momentos.-les comunicó con lo que a Paul le pareció un mal disimulado gesto triunfal.-Pero me han dado esto para usted.

Penny le dedicó una mirada furibunda al mayordomo a la vez que le tendía un sobre cerrado que, supuestamente, contendría una nota por parte de sus padres. Después, con un gesto rápido que demostraba como de enfadada estaba en aquellos momentos, se lo arrebató de las manos al mayordomo.

-Si no me echas, Trevor…-dijo Penny mirando al mayordomo con descaro.-Creo que voy a leer esto aquí.

El hombre no pudo evitar poner una mueca de fastidio, pero no dijo absolutamente nada. Simplemente, se quedó allí plantado observando junto con Paul como Penny abría el sobre y sacaba de dentro una carta escrita con una perfecta caligrafía. La chica la desplegó rápidamente y empezó a leer… Paul observó bien, casi conteniendo la respiración, como conforme iba avanzando en la lectura, Penny iba cambiando su cara: primero sorpresa, después tristeza y, por último, enfado, furia.

-¿Qué ocurre?-preguntó Paul con un hilillo de voz a la vez que Penny rompía aquella carta en mil pedazos, furiosa.

-¡¿Que qué ocurre?!-gritó ella.-¡Que no van a continuar manteniéndome! ¡Que se niegan a seguirme pagando el alquiler del piso y que…!

Penny apenas pudo acabar la frase, pues se echó irremediablemente a llorar.

-¿Pero cómo es eso?-preguntó Paul acercándose a ella.

-¡Se sienten ofendidos porque estoy contigo! ¡Por lo de la gira!-gritó ella de nuevo.

Paul se quedó sin saber qué decir. En aquellos momentos, después de escuchar aquello, se sentía realmente mal.

-¡Y encima tienen la caradura de decirme que cuando quiera algo de ellos que no dude en pedírselo!-continuó Penny, ahora ya más indignada que enfadada. Después, girándose escaleras arriba, gritó:-¡Sé que estáis ahí! ¡Lo sé! ¿Sabéis que os digo? ¡Que no quiero absolutamente nada de vosotros? ¿Me oís? ¡NADA! ¡No os necesito! ¡Jamás os he necesitado!

Y, dicho esto, la chica empezó a caminar hacia la puerta de entrada rápidamente, cegada por la rabia que la invadía en aquellos momentos. Por unos instantes, Paul se quedó allí plantado, en medio del hall y mirando todo aquello sin saber qué hacer, pero pronto reaccionó y salió detrás de ella con una carrera, de nuevo al inmenso jardín donde minutos antes había aparcado su coche.

-¡Penny, tranquila!-le dijo antes de que la chica llegara a la altura del vehículo.

Penny se paró en seco y se volvió para mirarle. Sus ojos estaban, ahora sí, inundados en lágrimas. Era evidente que no se esperaba todo aquello.

-Tranquila, de verdad…-insistió él acercándose hacia ella.-Todo tiene solución… Te vendrás a vivir conmigo, a Cavendish Avenue.

-¡No pienso hacer eso!

La contestación tan contundente de la chica pilló por sorpresa a Paul. No sabía si enfadarse o si intentar justificarla porque acababa de recibir un palo emocional muy fuerte.

-¿Y dónde se supone que vas a ir entonces?-le preguntó él sin poder evitar ponerse un poco a la defensiva.

-Encontraré algo… Tengo dinero y…-de repente, la chica paró de hablar y Paul la miró, interrogante.-Oh, no…-masculló ella de nuevo.-También han cancelado mis cuentas bancarias y…

-No te queda otra, Penny.-le cortó Paul con contundencia.-Te vienes conmigo.

Durante unos segundos, ella le dedicó una mirada de odio profundo pero, después, relajó su expresión y entró en el coche sin decir una palabra. Paul hizo lo mismo y, antes de arrancar el motor de nuevo para irse de allí definitivamente, le lanzó una mirada de reojo. Ahora, más que enfadada parecía perdida y chafada y aquello, sin duda, hizo que le vinieran unas profundas ganas de proteger a aquella chica que parecía tan fuerte pero que, en realidad, era igual de débil que un papel de fumar.

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Hacía ya más de una semana que había llegado a Londres y, de no ser por la llegada repentina de Penny a casa de Paul después de su incidente, todo estaba transcurriendo con una normalidad pasmosa. George y Gwen habían ido a Liverpool unos días para ver a la familia, al igual que Ringo y Mary; Paul y Penny parecían haberse adaptado más o menos bien al hecho de que ahora estuvieran viviendo juntos; y John y ella estaban como siempre, entre una casa y la otra, con Julian los fines de semana y tonteando con drogas, alcohol y fiestas más de la cuenta cuando no estaba el niño con ellos. La única diferencia era que ahora, sin las sesiones de grabación de él ni las clases de ella, tenían mucho más tiempo libre para estar juntos y que no estaban teniendo ningún cuidado a la hora de dejarse ver saliendo o entrando de sus casas o de los locales de moda de la ciudad. Era evidente que a los dos ya les había cansado el hecho de tener que disimular y que ya les daba absolutamente igual que los pillaran que que no, aunque aquello amenazara con costarle una enfermedad al pobre Brian.

-Creo que ya somos la comidilla de todas éstas…-susurró Chris mientras metía la llave para abrir el inmenso portón de la entrada de casa de Paul.

-¿Y tengo cara de que me importe?-le replicó John divertido antes de darle un beso en la mejilla.

Chris no pudo evitar ponerse roja como un tomate. Aunque fuera en la mejilla, John le había dado aquel beso delante del grupo de fans que solían hacer guardia delante de la casa de su hermano. Nerviosa, consiguió abrir el portón y los dos se metieron en el jardín entre risas.

-¡Estás loco!-le dijo ella sonriendo dándole un ligero golpe en el pecho.

-No te quejes…-sonrió él.-A la próxima te lo doy en la boca, por si les queda alguna duda…

-Lo que yo te diga, estás como una cabra…-rió ella.-¿Qué? ¿Vamos dentro y me cambio de ropa rápido?

John asintió y los dos empezaron a caminar hacia la casa. Aquella noche, después de cenar los dos juntos en el piso de John, ella no había vuelto a casa a dormir. Y, pese a que allí tenía algo de ropa, ese día hacía demasiado calor como para ponerse algo de manga larga, lo único que tenía en casa de John. De ese modo, sin estar previsto, Christine había tenido que volver a casa de Paul para poder ponerse algo más fresco.

Entraron en la casa sin reparos y se dirigieron, mientras hablaban de los posibles planes para ese día, hacia el interior de la casa. Tan absortos estaban en su conversación que apenas repararon en las voces que se escuchaban desde dentro del salón. No obstante, cuando John y ella ya estaban empezando a subir las escaleras hacia la planta superior de la casa, aquella voz llamó poderosamente la atención de Chris. La chica se detuvo casi en seco, provocando que John, que iba justo detrás, chocara inevitablemente con ella.

-¡Chris!-se quejó él.-¿Por qué te has parado así?

-Shhh… Calla.-le mandó callar ella intentando aguzar el oído.

-¿Pero qué coño…?

-Mike.-le cortó ella.-Está aquí, es él.

Chris no se había equivocado: sería capaz de reconocer la voz de su otro hermano entre un millón de voces. John pareció reconocer casi en el acto también la voz de Michael y se puso tremendamente serio de repente. Ninguno de los dos dijo nada más… Simplemente permanecieron allí, plantados en el primer peldaño de las escaleras en silencio y escuchando cada palabra de la conversación que estaban manteniendo Penny, Paul y Mike a escasos metros de ellos.

-¿Y tú qué, Penny?-oyeron como preguntaba Mike.-¿A qué te dedicas?

-Actualmente no trabajo.-contestó la chica.-Pero tengo algunos proyectos en mente…

-¿Proyectos?

-Sí.-intervino Paul.-Penny quiere abrir una fundación para recoger a perros abandonados en la calle.

Mike largó una sonora carcajada cuando escuchó la respuesta de Paul que a Chris la puso de los nervios. Si el tonillo de ironía con el que le había preguntado a Penny por su trabajo ya le había puesto de los nervios, aquella risa amenazaba con sacarla de sí.

-Y apuesto a que tú se lo vas a pagar, ¿verdad? ¿Actuarás de mecenas?-preguntó Mike.

Aquello ya fue demasiado para Christine. Las burlas encubiertas de Mike hacia Penny habían sobrepasado ya el límite de lo soportable. Quizás, antes de que los dos hubieran dejado de hablarse, incluso habría entendido aquello: Mike era así con todos y muchas veces sus ironías rozaban lo cáustico. No obstante, en esos momentos, Chris aún estaba demasiado dolida con Michael como para entender aquello, y muchísimo menos para dejarlo pasar, así que, con un movimiento rápido, la chica se dio la vuelta y se dirigió con paso decidido hacia el salón desde donde provenían las voces. John la siguió.

-Hola.-saludó secamente abriendo la puerta de par en par.

Paul, Penny y, por supuesto, Mike, se volvieron hacia John y ella. Un silencio sepulcral se hizo inmediatamente dueño de la estancia. Christine los miró a todos: Penny parecía confusa, Paul casi asustado y Mike… Lo de Mike era prácticamente indescriptible. De repente se había puesto blanco y daba la sensación de que no sabía dónde esconderse.

-¿Es que ni siquiera vas saludarnos, Michael?-preguntó ella a la defensiva, clavándole la mirada a su hermano.

-Ho… hola.-balbuceó el chico.-Chris… Pensé que no estarías en casa y…

-Eso es obvio.-le cortó ella.-Porque si no, no hubieras venido, ¿me equivoco?

Mike bajó la cabeza y clavó la mirada en el suelo.

-¿Qué, Michael?-continuó ella con el peor de sus tonos.-¿Aprovechando mi supuesta ausencia para burlarte de la novia de tu hermano?

-¡Chris!-la interrumpió Paul.

-A ti no te estoy hablando, Paul, así que cállate.-le contestó ella de mala manera. La verdad era que no quería hablarle así a Paul, pero en aquellos momentos estaba tan nerviosa que no era capaz de controlar lo que decía ni cómo lo decía.-¿No vas a contestar, McGear? Lo suponía… Toda la vida te has escondido cuando ha habido alguien que te ha hablado claro.

-Yo no me escondo de nadie, Christine.-le respondió Mike con contundencia levantando su mirada de repente.

-Por supuesto, que no…-le replicó ella con ironía.-Por eso has venido hasta aquí cuando yo no estaba.

Su hermano le dedicó una profunda mirada antes de contestar.

-No te equivoques, Chris.-dijo empezando a usar el mismo tono hiriente que estaba empleando ella con él.-He venido sin avisar y Paul me ha dicho que no estabas… De hecho quería hasta verte. Pero claro, eso era antes de ver en qué plan estás…

-Oye, imbécil, a mi chica no le hables así, ¿me oyes?-le espetó John enfadado por detrás de ella.

-Tranquilo, John.-le dijo ella agarrándole la mano suavemente intentando calmarle. Sabía que las cosas empeorarían notablemente si él se metía de por medio y, además, aquello era un asunto entre su hermano y ella, así que nadie, ni siquiera John, tenía el porqué meterse ahí. Después, mirando a Mike, añadió:-Y dime… ¿Qué esperabas? ¿Un recibimiento con flores por mi parte?

El chico lanzó un suspiro, triste. Instintivamente, le apartó la mirada a su hermana y fijó la vista en la pared.

-No. Por supuesto que no. Pero tampoco esperaba esto.-contestó finalmente.

-¿Ah, no?-le gritó ella nerviosa. Estaba empezando a notar cómo se le empañaban los ojos, pero no iba a consentir que Mike la viera llorar por él. No, aguantaría estoicamente por más que le costase.- ¿Cómo que no? ¡Estás humillando a Penny! ¿Acaso no tuviste suficiente conmigo? ¿Acaso ya no te acuerdas de lo que me hiciste? ¿Te hago memoria?

-¡Por supuesto que me acuerdo, joder!-exclamó él poniéndose en pie casi de un salto y situándose frente a ella.-¡Lo recuerdo todos los putos días! ¡Lo recuerdo cada vez que paso por delante de tu habitación, cada vez que veo que tu foto sobre la mesa del comedor no está, cada vez que miro a papá, cada vez que paso por algún sitio que me recuerda a ti! ¡Claro que me acuerdo, joder!

-¡Me jodiste, Mike!-le contestó ella.-¡Sólo con que hubieras esperado a abrir tu sucia bocaza hasta que John se hubiera divorciado no habría pasado nada!

-¡Sé que la jodí! ¡Y ya te pedí disculpas por ello!

-¿Y tus disculpas me ayudan a que mi padre me hable?-preguntó ella a gritos notando como empezaban a rodarle las lágrimas por las mejillas.

-Si supieras lo mierda que me siento cada vez que recuerdo aquella tarde… ¡Daría lo que fuera por dar marcha atrás! ¡Por cambiarlo todo! ¡Lo siento, Chris! ¡LO SIENTO!

Chris lo miró directamente a los ojos. Tenía los ojos repletos de lágrimas y apenas podía ver nada, pero aún así pudo observar que Mike estaba siendo completamente sincero. Jamás lo había visto así de desesperado y no cabía la menor duda de que lo sentía realmente. Y entonces, sin poderlo remediar, Chris decidió dar rienda suelta a sus impulsos y se lanzó a los brazos de su hermano, llorando sin parar.

-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!-sollozó abrazada a él.

-Yo también me odio, Christie…-le dijo Mike correspondiéndole en el abrazo.-Pero perdóname, por favor. Yo no puedo vivir así, no puedo vivir con este peso encima.

-Sí…Mike, sí…-fueron las únicas palabras que ella fue capaz de articular en esos momentos.

-Y perdóname tú también, John.

Nada más escuchar aquellas palabras, Christine se separó de Mike inmediatamente y se volvió para mirar a John. Parecía confuso, serio, sin saber qué decir. Chris le lanzó una mirada suplicante. No se veía ni siquiera capaz de soportar la idea de que John se negara a estar más o menos a buenas con su hermano cuando ellos por fin habían dado el primer paso para reconciliarse.

-Yo no tengo nada que perdonarte, Mike.-dijo finalmente con seriedad.-A la que dañaste es a tu hermana y si ella te quiere perdonar es cosa suya. Por mí tranquilo.

Chris le dedicó una sonrisa mientras se dirigía hacia donde estaba.

-Gracias.-le susurró antes de abrazarse a él.-Muchas gracias.

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Mike todavía pasó varios días en casa de Paul. Aquello les vino bastante bien a todos, sobre todo a Christine, que fue capaz de reconciliarse casi por completo con su hermano más pequeño. Pese a que aún tenía cierto resentimiento hacia su hermano, parecía que, por fin, las cosas estaban volviendo poco a poco a la normalidad. Por lo menos ya se hablaban de nuevo y aquello la reconfortaba. Estaba bien con John, había descubierto una vocación oculta hacia todo lo relacionado con la prensa que le hacía sentirse sumamente realizada, volvía a hablarse con Mike… Sólo el hecho de que con su padre las cosas siguieran exactamente igual empañaba su felicidad. Por desgracia, el asunto con su padre parecía que no tenía pinta de arreglarse tan así como así.

Por su parte, John se había mostrado inusualmente comprensivo con el tema de Michael. Al principio había temido que cuando se quedaran solos intentara convencerla de que no había hecho bien perdonando a su hermano, pero se había equivocado de plano. Ni siquiera le había hablado sobre el tema; simplemente se había limitado a estar con ella y a disfrutar de su reciente felicidad. Incluso se había animado a invitar a Mike a cenar con ellos en su casa. Aunque no lo dijera con palabras, aquella era su manera de demostrar que la apoyaba y ella se lo agradecía de todo corazón.

-¡Ya estoy en casa!-exclamó a la vez que abría la puerta de casa de John con su propio juego de llaves.

-¿Ya?-preguntó John asomando su cabeza por la puerta de la habitación que usaba como estudio.-Lo habéis hecho rápido…

-Sí.-contestó ella con una sonrisa acercándose hasta él.-Ya sabes que ni Mike ni yo somos muy amantes de las despedidas, así que simplemente me he limitado a acompañarlo hasta la puerta de su tren y a decirle un “hasta pronto”.

John le dedicó una sonrisa y le dio un suave beso en los labios.

-Las despedidas siempre son un asco.-convino él.-Por cierto, ha llamado Brian preguntando por ti. Estaba como loco buscándote… Ha llamado primero a casa de tu hermano y después aquí.

-¿Y qué quería?-preguntó la chica frunciendo el ceño.

-Nada importante, la verdad.-contestó él encogiéndose de hombros.-¿Te acuerdas de la entrevista que tengo concertada para mañana para no sé qué revista?

-Claro que me acuerdo, te la concerté yo.-rió ella.

John sonrió.

-Esa misma.-contestó.-Pues quiere que nos acompañes. Igual quiere que controles lo que me preguntan porque tiene miedo a que responda con sinceridad…

Chris soltó una carcajada. Aquello era bastante típico de Brian: odiaba la sinceridad y el sarcasmo con las que muchas veces John respondía a los periodistas, pero también odiaba ser él el que cortara con todo aquello. Así que, si podía, Brian solía delegar esa tarea en el jefe de prensa de turno.

-Entonces tengo que ir mañana con vosotros…-sonrió ella.-Vale. Iré a llamarle a ver cómo quiere que quedemos y todo eso.

-Como quieras. Yo voy a continuar con lo mío…-contestó John a la vez que entraba de nuevo en el estudio.-Vente cuando acabes de hablar con él. Quiero que escuches algo.

Chris le dedicó una sonrisa a modo de respuesta y se dirigió hacia el comedor para hablar con Brian. Descolgó el teléfono y marcó el número de teléfono de NEMS Enterprises, que ya se sabía de memoria. Nada más escuchó su voz, la secretaria la pasó inmediatamente con Brian. Era lo bueno de estar directamente relacionada con los chicos estrella de Epstein: nunca te hacían esperar.

-Hola Brian, soy Chris.-saludó la chica cuando escuchó que el manager la atendía al otro lado de la línea.-John me ha comentado que has llamado.

-Ah, hola Christine…-saludó él.-Sí. Ya me ha dicho que habías ido a acompañar a Mike a la estación. Supongo que también te habrá comentado qué quería, ¿no?

-Sí, me ha dicho que quieres que os acompañe a la entrevista que él tiene mañana.-contestó la chica.-Pero he creído conveniente llamarte para aclarar detalles y todo eso.

-Bien hecho.-contestó Brian haciendo que Chris esbozara una sonrisa; había empezado a entender cómo había que ganarse a Brian y, pese a que aún le manifestaba cierta hostilidad, al parecer, aquello le estaba funcionando poco a poco.-Verás… La revista me acaba de comunicar que no tiene más remedio que enviarnos a un periodista novato porque los de la plantilla habitual están de vacaciones. Al parecer el chaval en cuestión no tiene demasiada idea sobre cómo abordar todo esto, así que te pedirá información sobre el grupo, la gira… No quiero que empiece a abordar a John con preguntas obvias, ya sabes cómo podrían ser sus contestaciones… Así que para evitar eso, más vale que le proporciones antes de la entrevista todo lo que creas que es conveniente que sepa y que le adviertas de que John a veces puede ser un poco… Un poco…

-Un poco “John”-contestó ella divertida.

Brian no pudo evitar soltar una risita al otro lado del teléfono.

-Bien.-dijo al fin el hombre.-Pues por mi parte nada más, Christine. Pasarán a recogeros mañana por la mañana a eso de las nueve, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.-respondió ella.-Hasta mañana, Brian.

-Hasta mañana.

La chica colgó el teléfono y esbozó una sonrisa. Periodista novato… Debería avisar a John para que no fuera extremadamente cruel con él; al fin y al cabo ella también era una novata en todo eso y sentía cierta solidaridad con el chaval.

De repente, unos acordes de guitarra llegaron hasta ella. John. Sonrió al recordar que hacía escasos minutos le había dicho que fuera y caminó despacio hacia la habitación en donde él estaba. Pese a que él mismo había sido el que se lo había dicho, a Chris aún le causaba cierto respeto entrar en medio de uno de sus momentos de máxima concentración. No sin cierto temor a molestar, Chris abrió la puerta entrecerrada con muchísimo cuidado. Se quedó mirándolo durante unos segundos en los      que él ni siquiera pareció reparar en su presencia: estaba tan absorto que parecía estar en otra dimensión. Aquello era fascinante e incómodo a la vez; era como estar observando una especie de ceremonia prohibida, como estar invadiendo un terreno que se sabe que no debe ser pisado bajo ningún concepto. De pronto, casi en un gesto imperceptible John miró hacia donde estaba ella y esbozó una sonrisa a la vez que dejaba de tocar.

-Suena bien.-dijo ella sintiéndose un poco como un niño que ha sido pillado en plena travesura.

-¿Te gusta?-preguntó él.

Chris asintió.

-Es muy bonita. ¿Está acabada?

-Casi.-contestó él.-Por cierto… ¿qué haces ahí plantada? ¡Entra! Te la tocaré desde el principio, y me dices qué tal…

La chica sonrió y se sentó en el suelo, sobre la alfombra, justo en frente del sillón en el que John estaba tocando. Lo miró ensimismada mientras él volvía a colocarse la guitarra bien y empezaba a tocar las primeras notas de aquella canción inacabada y se sintió mejor que nunca: que él la dejara entrar dentro de ese ámbito tan íntimo suyo como era el proceso de creación de una canción y que, además, la quisiera hacer partícipe de ello, era algo que para muchos podría parecer una tontería pero que, para ella, decía muchas cosas acerca de cómo era lo suyo con el chico con el que jamás había soñado que acabaría. Aquello era, simple y llanamente, fantástico.

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John miró divertido hacia el rincón de aquella habitación de hotel en la que habían quedado. Chris ya le había advertido que el pobre periodista no tenía demasiada experiencia, pero aquello clamaba al cielo. Y es que, prácticamente, Brian y Christine le estaban diciendo qué preguntas debería formularle. A su lado, el fotógrafo, un hombre con cara de pocos amigos al que ya conocía de otras ocasiones, le lanzaba de vez en cuando miradas asesinas.

-Bueno, creo que deberíamos empezar cuanto antes.-dijo el fotógrafo cuando al parecer se hartó de estar allí esperando.-Aún tenemos que ir después a la redacción, yo a revelar las fotos y tú a redactar la entrevista, ¿no crees, Louis?

El periodista levantó la vista nervioso y miró a su compañero.

-Sí, sí…-convino al fin.-Un segundo que prepare mi grabadora y…

John no pudo evitar soltar una risita cuando al chaval se le cayó la grabadora de las manos mientras intentaba tomar asiento frente a él. Pero bueno, era normal: el pobre estaba temblando como un montón de gelatina.

-Buenos días, señor Lennon.-saludó el chico nervioso después de poner, ahora sí, la grabadora sobre la mesa que había entre ellos dos.

-Creo que deberías darle al botocinto para que grabe…-le avisó John sarcástico mientras señalaba hacia la grabadora.

El chico enrojeció como un tomate y se apresuró a darle al REC a su grabadora.

-Buenos días, señor Lennon.-volvió a saludar.

-Buenos días.

La entrevista empezó sin ningún preámbulo, de un modo muy poco profesional que dejó en evidencia al pobre chico. Al principio John se divirtió jugando al gato y al ratón con él, dándole respuestas cargadas de sarcasmo o haciéndose el tonto cuando quería mientras el fotógrafo le sacaba unas cuantas fotos. No obstante, después de que Chris le lanzara por detrás un par de miradas significativas, John decidió empezar a tomarse a aquel pobre chaval un poco más en serio. Una lástima, porque justo en el momento en el que él había decidido en su fuero interno empezar a comportarse, el pobre periodista novato pareció quedarse en blanco, sin preguntas y sin saber qué decirle.

Después de varios intentos fallidos por formular una pregunta coherente ante la mirada severa del fotógrafo, el chico se levantó de su silla de repente, claramente alterado.

-Siento haberle hecho perder el tiempo, señor Lennon.-dijo agitado.-Lo siento.

-¿No va a terminar la entrevista?-le preguntó Brian extrañado.

-No, no puedo.-respondió el chico aún con la respiración agitada.-Lo siento de veras, pero esta entrevista ha sido tan nefasta por mi parte que no puede publicarse.

-¿Bromeas?-preguntó el fotógrafo mirándolo con los ojos muy abiertos.-Si no publicas esto te despedirán seguro.

El chico se limitó a encogerse de hombros pero no dijo nada más. Parecía estar a punto de echarse a llorar allí mismo, pero quizás tenía razón. Aquella entrevista había sido una verdadera porquería: hasta un niño de seis años lo habría hecho mejor que él. A decir verdad, jamás le había pasado una cosa similar…

-¡Louis!-continuó diciendo el fotógrafo que parecía estar empezando a enfadarse de verdad.-¡No puedes hacer eso! Si vuelves con las manos vacías… no eres sólo tú, ¡también me pueden despedir a mí!

-Yo no puedo seguir con esto, entiéndeme… No…

-¡Pero…!

No obstante, el fotógrafo no pudo acabar su frase, pues, de repente, Brian se interpuso entre los dos y les dedicó una mirada severa.

-Creo que será mejor que salgan al pasillo y hablen de sus asuntos allí.-dijo mirándolos a los dos.-Después, cuando sepan si van a continuar o no con la entrevista, pueden volver a entrar.

Tanto el periodista como el fotógrafo bajaron la mirada avergonzados y articularon unas breves palabras de disculpa antes de salir de la habitación. John les lanzó una mirada confusa mientras observaba a través de la puerta que se habían dejado abierta como los dos se ponían de nuevo a discutir en voz baja en el pasillo y como el pobre periodista novato le lanzaba de cuando en cuando miradas suplicantes.

No sabía por qué extraña razón, pero aquel chico le provocaba una inmensa lástima y, para qué negarlo, se sentía algo culpable por aquel desastre; lo cierto era que él no había ayudado demasiado quedándose con él e intentando dejarlo en evidencia al principio de la entrevista. De repente, algo le vino a la mente: la puerta estaba abierta y desde fuera lo podían ver perfectamente. No obstante, ni Brian ni Chris parecían haber reparado en aquel detalle, enfrascados como estaban en una conversación a susurros sobre lo que acababa de ocurrir. John sonrió con malicia. Aquello que se le acababa de pasar por la cabeza quizás a aquel chico le podría salvar el pellejo y a él podría venirle extremadamente bien…

-Pequeña.-dijo de repente en voz baja, pero asegurándose que Chris lo pudiera escuchar.

Brian y ella pararon de hablar en seco y Chris se giró para mirarle con una sonrisa en los labios.

-¿Qué pasa, John?

-¿Puedes venir un momento?-preguntó él guiñándole un ojo.

Chris obedeció, intrigada por lo que querría John, a la vez que Brian se dirigía hacia una de las mesas del fondo de la habitación para comprobar unos papeles.

-¿Qué?

-Mira la puerta…-susurró John en voz tan baja que sólo ella lo pudo escuchar.

La chica miró hacia allí.

-Está abierta, ¿y qué?

-El chaval nos está viendo… No para de mirar hacia aquí.-continuó John a susurros.

-Ya me he dado cuenta…

-¿No te da lástima?

Chris le dedicó una mirada confusa antes de contestar.

-Sí, claro. Al pobre seguro que le despiden después de esto.

-No si le damos una exclusiva…

-¿Estás diciendo que…?

-Que voy a darte ahora mismo el beso más largo que he dado en toda mi vida, pequeña.- -le cortó él sonriendo pícaramente.

-¡John!

-A nosotros también nos viene bien… Lo hablamos, ¿te acuerdas?

La chica relajó su expresión. Al parecer a ella también le gustaba la idea.

-¿Preparada para que todo el mundo sepa a partir de ahora lo que tú y yo somos en realidad?-preguntó él.

-Preparada.-contestó ella sonriendo.

John le dedicó una sonrisa tierna y le puso un dedo debajo de la barbilla. Lanzó una última mirada de reojo hacia la puerta: el chaval estaba mirándoles, ése era el momento. Y entonces, acercó su rostro al de la chica y pegó sus labios a los suyos con una dulzura inusitada para, tal y como había prometido, darle el beso más largo que jamás había dado.

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Aquella última semana había sido de locos. Vale, no se sabía todos los días que la hermana de Paul McCartney estaba con John Lennon, pero tampoco creía que todo iba a ser así, tan caótico, sobre todo por culpa de la prensa, que no paraba de repetir la noticia todos los días. Después estaba el cabreo monumental de Brian, que apenas les dirigía la palabra ni a John ni muchísimo menos a ella. Era normal, se sentía traicionado por los dos casi a punto de iniciar la gira por Estados Unidos.

No obstante, no podía negar que, pese a todo, aquello les había conferido a los dos una sensación de libertad inusitada. Por primera vez desde que estaban juntos no tenían por qué disimular ante los demás: no tenían el porqué soltarse de la mano cuando había gente delante, podían entrar o salir los dos juntos de casa de John sin el menor reparo y, sobre todo, podían hacer cosas tan simples como dar un paseo por la ciudad los dos solos, sin necesidad de llevar a terceras personas con ellos.

-Creo que ésas de ahí afuera están empezando a odiarme…-dijo ella señalando hacia unas cuantas fans que había ante el edificio de John.

-Es imposible que te odien, pequeña… Nadie te odiaría nunca…-le contestó John abrazándola por detrás.

-Es normal, John.-contestó dándole un beso en el brazo.-Les he quitado a su chico, ¿no?

-No has quitado nada a nadie.-contestó él con contundencia.-Además, más vale que se acostumbren…

-Lo sé, lo sé…-rió ella dándose la vuelta para mirarlo a los ojos.

Estaban a punto de besarse cuando, de repente, el teléfono de casa sonó de manera insistente. John lanzó un gruñido de fastidio.

-Iré a contestar…-le dijo Chris separándose de él ante la mirada de indignación de John.-¿Sí?

-¿Christine? Vaya, debí suponer que estabas ahí…-masculló Brian de mala gana al otro lado. Chris lanzó un suspiro de resignación.-Está John contigo, ¿no?

-Sí.-contestó ella escuetamente.

-Mejor.-dijo el manager.-Poned la BBC enseguida, es urgente.

-¿Cómo?

-¡Poned la tele! ¡Ya!

Christine se quedó perpleja durante unos segundos mirando el auricular del teléfono. Por más que Brian estuviera enfadado con ellos, jamás le habría hablado de aquella manera sin que hubiera ninguna razón de peso para ello.

-Pon la BBC, por favor.-le dijo finalmente a John, que la miraba extrañado.

John obedeció y encendió la tele. Al principio, Chris no fue consciente de lo que estaba viendo: gente, muchos de ellos con la cara cubierta, ante hogueras… No obstante, a los pocos segundos entendió inmediatamente lo que estaba ocurriendo: aquellas gentes estaban haciendo hogueras con los discos de The Beatles y aquellos encapuchados no eran otros que miembros del Ku Klux Klan.

-¿Pero qué…?-empezó a preguntar ella asustada al ver todas esas imágenes.

-Dile a John que se ponga inmediatamente.-le cortó él.-Sus declaraciones nos han metido en un buen lío.

-¿Qué declaraciones?-se extrañó ella sin saber de qué estaba hablando Brian.

-Unas en las decía que ellos eran más famosos que Jesucristo.-le contestó Brian.-Sabía que su bocaza algún día nos causaría problemas de los gordos… Muy gordos.


Hola chic@s! Bueno, en primer lugar creo que debo no una, no, cientos de disculpas. Disculpas por tardar a actualizar (aunque espero compensar eso con este capi de los largos) y disculpas, sobre todo, porque tengo un montón de cosas pendientes con vosotras. Sí, sé que parece que se me haya tragado la tierra, pero quiero que sepáis que estoy ahí, leyendo lo que escribís, aunque os deba un montón de comentarios. Sé que no es excusa, pero os he leído a todas desde el teléfono móvil y comentar desde allí, ya sabéis, no mola nada porque no puedes poner todo lo que quieres... :S Sobre todo a Debbie (te voy a poner cien monumentos, jajaja) y a Mary, que os voy leyendo y que estoy ahí.
Bueno, la verdad es que esta semana pasada no fue la mejor de mi vida y por eso no he podido apenas prestar atención a todo esto: he estado arreglando papeles para solicitar la prestación por desempleo (gracias, gobierno de España, por echarnos a miles de interinos al paro el día 30 de junio, siempre te lo agradeceré) y otras cosillas que me conciernen directamente de cara a mi trabajo a partir de septiembre, aunque sepa que, después de las últimas noticias que me han llegado, a no ser que me toque la lotería literalmente, no voy a trabajar este curso que viene... Es triste. Triste saber que posiblemente tú, como otros cientos de personas, no tendrás oportunidad de trabajar más en lo que a realmente te gusta, en lo que has querido hacer toda la vida sólo porque a unos ineptos les salga de los cojones. Pero más triste es ver que este lugar en el que vivo se va a la mierda, así como suena, y que las cosas no se van a arreglar sino que, al contrario, van a empeorar. Lo siento; siento la arenga, pero tenía que sacarlo de dentro... :/
Pero bueno, no todo deben ser penas... Por fin saqué este capi, del cual me he escrito 12 hojas en poco menos de un par de horas. ¿Inspiración repentina? Puede. O igual es que el verme Pulseras Rojas (mi nueva serie fetiche) me ha emocionado tanto que me ha motivado, jejeje.
En fin, no me enrollo más y prometo, desde aquí, que mañana me paso por todos vuestros fics y os comento... Gracias por estar ahí, de verdad. 
Besos a tod@s!

4 comentarios:

  1. A ver....si te hago una lista de todas las emociones que tuve mientras leia este capi, la cosa sería mas o menos así:
    1º: la emoción misma de saber que habias publicado.
    2º Al fin llegaron!!!!!!!!!!!!!! Eso sería descripto como ALIVIO!!
    3º Sorpresa. Pero como se les ocurre a los padres hacer eso? Esos son padres?
    4º caía de baba. No se si es una emoción pero igual lo pongo. También podría ser descripta como: RINGO TE PARTO EN 8.
    5º Tremenda curiosidad. Como sabes que soy muy ansiosa para las sorpresas, eh!
    6º Tremenda, muy tremenda, curiosidad. jaja
    7º Ataque de risa que tuve que tragarme porque mi madre estaba al lado mío. Creo que nunca me tragué semejante carcajada. Yo pensaba que era un piano, un ropero, un Corán gigante (?) jamás en mi perra vida hubiera pensado que era el OSOOO! jajajajajajjajajajajajjajaja Te tomaste en serio mi pedido!!!!
    8º Admiración hacia tu persona por acordarte del oso.
    9º RINGO TE PARTO EN 8.
    10º Bronca, indignación, y quema de la mansión de los padres de Penny. Joder, esos no son padres, son unas basuras que un día tuvieron una hija que por suerte no salió a ellos.
    11º Ternura inmensa con John, wow, si tuviera la maquina del tiempo, del espacio, y que ademas me dejara convertirme en mosca, iría al momento en que Lennon practicaba alguna de sus canciones recién hechas....
    12º (estos numeros ya son muchos): Compasión ante el pobre pibe periodista, y risa, pero a la vez, por que no, admiración por lo que hizo John
    13º: casi me largo a llorar con lo de Mike y Chris.....ultimante me meto tanto en los personajes, tanto de los que leo, como de los que escribo, como de los que veo, que me traspasan todas las emociones, y mas las cosas asi, emocionantes. Casi se me saltan las lágrimas.
    14º sentimiento de "se armó la gorda" jajajajajja Ayyy noooo......llegaron los fanáticos religiosos!
    15º y último: leer lo que escribiste sobre lo que te esta pasando, me hizo pensar en algo que sentí yo tambien esta tarde: ver que en un tiempo habrá que dejar todo, porque lamentablemente se va todo a la mierda,y no hay posibilidades de que eso cambie.....
    16º (la yapita jaja) : admiración y alabanzas, otra vez, hacia tu persona: OOOHHHH ADORADA CRIS, BENDITA SEAS ENTRE TODAS LAS FANFIQUERAS!

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  2. jsksjsksksks al fin! hahaa ya extrañaba leer uno de estos capítulos, que ah, los capítulos que tu escribes, se leen de una forma deliciosa, haha en verdad me encanta tu estilo, ¡Al fin llegaron! salieron del infierno asiático, hahahaha! y Gwen y George 1313 haha pícarones al igual que Mary y Ringou hahahahhaha! lo del oso te puedo asegurar que me dio muchísima risa, después lo de Penny! Oh dio, pobrecilla Penny, sin duda, ella no se merecía eso /: mas sin embargo me alegro del apoyo que Paul le brindo, hahaha eso de que no quería vivir con él me recordó cuando Chris no quería que le pagarán la matrícula ¿Orgullo Femenino? quizás....hahaha! y después lo de la reconciliación con Mike, me alegro que haya pasado, aunque yo hubiera actuado como se supone que John lo hubiera hecho lo de "cometiste un error al perdonarlo" pero bueno, al final de cuentas son los hermanos, ¿No? me gustaría mucho que Chris también se reconciliará con su papá...porque realmente merece estar feliz y tranquila, además que se me hizo injusta la forma en que la criticó, lo del joven reportero hahahahaah! que buena excusa, pobre, lleno del sarcasmo de Lennon creo que cualquiera hubiera actuado igual, me encanto el final! hahahaha los comentarios de Lennon los iban a meter en un lío y ¡QUE LÍO! x) hahahahaha! bueno lamento el escuchar {leer} que estás sin trabajo, no sé muy bien la situación en España, pero he escuchado algo en las noticias ¿Es lo de la crisis económica, no? es algo sumamente triste y lo es más aún, porque tienes vocación...te comprendo de alguna manera, no trabajo aún, pero mi país ha experimentado elecciones para Presidente y el partido que nos jodió durante 70 años vuelve al poder después de 12 años sin ellos...ha sido un completo fraude y estamos sumergidos en un sistema de corrupción e impunidad, y claro que me preocupa, es el jodido futuro el que está en riesgo...no se sabe realmente que rumbo tomará el país cuando el "presidente electo" {un estúpido, por cierto} tome las riendas de un país que de por sí esta que se lo lleva la mierda....pero bueno, esperemos que todo salga bien, saludos desde México! ♥

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  3. En estos momentos te estoy diciendo en el chat que no se porque donde empezar jajajaja a ver que me sale , primero el oso jajajajajajajajaja jamas pense que Ringo lo compraria y lo llevaria a casa XD me imagino la cara de Mary jajajajaja y luego cuando los miraba jajajaja esos animales disecados son algo perturbadores en realidad , luego Gwen y George tan tiernos awwwwww lo amos , hacen una pareja perfecta igual que Chris y John ....hablando de Chris y John POR FIN han anunciado su relacion aunque Brian quiera matarlos jajaja que se aguante ahora , pobre el periodista , talvez John lo jodio un poco al principio pero despues lo ayudo con la exclusiva y me parece genial , el momento perfecto sin duda alguna , despues entre Paul y Penny , me dio mucha lastima lo que paso , pobresita aunque ya es hora de que se despegue de sus padres , que se quede con Paul que es la unica persona que tiene en el mundo y de paso la quiere :') tan dulce el McCartney XD hasta la convencio de irse a vivir con el jajajaja si no se lanzan platos y jarrones de ahora en adelante entonces estan destinados a estar juntos para siempre :P , ashhh y el final , pero que final , hasta me dieron escalofrios cuando lo lei , tremendo lio se les viene encima por culpa de Lennon ¬¬ ok no , no fue culpa de el sino de la gente tonta religiosa que todo lo mal interpreta , ya quiero leer el proximo para ver que pasa con eso , espero que publiques pronto , te mando toda mi inspiracion y buena vibra desde aqui para que ya no estes tan preocupada y con el animo bajo , vas a ver que ahorita todo se resuelve ;) TKM

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  4. Lo bueno de que los pongas un poco tarde es que los leo con más emoción :D ayyy que emoción que ya lo sacaron a la luz!!! Y qué bonitos Mike y Chris que ya se reconciliaron, me gustó mucho!! De verdad me encanta!! <3 y fhjbndhjfs <-- eso es lo único que puedo decir!! me encantaaaaaaa ayyy ya empieza lo de Jesús!!! uffff a ver qué pasa, siempre quise saber qué cosas platicaban entre ellos cuando esto pasó!!

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