viernes, 27 de julio de 2012

Capítulo 53: Una nueva polémica


Christine lanzó la revista que Mal le acababa de traer al suelo, enfadada como pocas veces antes en toda su vida lo había estado.

-Lo siento.-dijo el hombre.-No debí habértela traído.

-No seas ridículo, Mal.-le contestó ella.-Has hecho bien. Al fin y al cabo necesito saber qué es lo que opinan los medios sobre todo este asunto, ¿no?

-Lo malo es que parece que no os creen ni a ti ni a John…-masculló Mal sentándose a su lado.

-Ya. Supongo que hacen bien en no creernos, ¿no?-contestó la chica esbozando una sonrisa amarga.-Al fin y al cabo les estamos mintiendo.

Mal soltó un suspiro antes de contestar.

-Pese a que estáis mintiendo, estáis haciendo lo correcto.-le dijo finalmente mientras se ponía en pie.-Si dijerais la verdad, os juzgarían injustamente, sobre todo a ti, Chris.

-Lo sé.-contestó ella poniéndose en pie y recogiendo la revista que segundos antes acababa de lanzar al suelo.-Pero siento decirte que ya nos están juzgando aunque nos empeñemos en decir que no teníamos nada hasta este verano… ¿O acaso no has visto las pancartas que tachan a John de blasfemo y adúltero y a mí de puta? Por no hablar de los gritos, y no de amor precisamente, que algunas me dedican…

-No te alteres por eso, de verdad. Ellos no saben nada de lo que ha pasado en realidad.-le dijo Mal intentando tranquilizarla.

-Lo saben mejor de lo que parece, Mal: John estaba casado aún y yo me lié con él. Técnicamente tienen razón, aunque si te digo la verdad, me da igual lo que digan. Me dio igual la opinión de mi propio padre sobre este asunto y dejé de hablarme con él por eso… ¿cómo me va a preocupar lo que opine el resto de la gente?-le cortó ella encogiéndose de hombros mientras le tendía la revista.-Toma… Deshazte de esto antes de que venga John y lo lea, porque conociéndolo, él sí que se alterará más de la cuenta…

Mal le dedicó una sonrisa mientras agarraba la revista de nuevo y salió de la habitación sin decir una palabra. Nada más se cerró la puerta, Chris se dejó caer en uno de los sofás de su suite con un bufido. Estaba cansada, física y, sobre todo, psicológicamente, y se sentía al borde del precipicio. Desde las declaraciones de David, John y ella se habían convertido en noticia de nuevo y, pese a que los dos se habían apresurado en salir al día siguiente a desmentir todo aquello y a decir que antes de la gira por Asia eran simplemente muy buenos amigos que se conocían desde hacía mucho, nadie les había creído. La única nota de tranquilidad la había aportado Cynthia, que después de una intensa conversación de más de dos horas con John, les había prometido no decir nada. Chris sabía que no lo hacía ni por John ni muchísimo menos por ella, sino que lo hacía por Julian. Al fin y al cabo, si el padre del niño acababa odiándola eso acabaría por perjudicar a Jules. Y así fue; por muchas llamadas que Cynthia recibiera, siempre acababa alegando que la causa del divorcio era la que habían dado en su momento, las desavenencias y el hecho de estar demasiado tiempo separados debido al trabajo de él. No obstante, las declaraciones de supuestas personas que los habían visto juntos en actitud demasiado cariñosa por Londres antes de que se hiciera oficial el divorcio y el hecho de que la imagen de John ya estuviera bastante dañada, sobre todo en Estados Unidos desde sus declaraciones de Jesucristo, hacían que su excusa se hiciera difícil de creer.

Por lo menos, Canadá estaba siendo un poco más “permisivo” en todos aquellos aspectos que Estados Unidos. Y es que, durante el día que habían pasado allí, no había habido demasiado jaleo. Nadie les había recibido con gritos ni carteles hirientes y parecían poner en un segundo plano todas aquellas polémicas para limitarse a disfrutar de la presencia de The Beatles en su país y del concierto que iban a dar en Toronto esa misma noche. Quizás, pensó la chica con amargura, aquello era sólo un pequeño paréntesis de descanso antes de meterse de lleno en la América más profunda, como la llamaba Brian, y donde seguro no les recibirían con tanta amabilidad como en Canadá.

-Hola, pequeña.

El saludo de John la pilló por sorpresa de tan absorta como estaba en sus propios pensamientos. La chica levantó la mirada y le sonrió.

-Hola, guapo.-le respondió.-¿Ya habéis terminado con ese ensayo?

-Sí.-contestó John mientras se sentaba a su lado.-¿Cómo estás?

-Bien.-mintió ella dándole un beso en la mejilla.-¿Y tú?

-Igual de bien que tú, o sea, hecho una piltrafa.

Christine soltó una risita. Era evidente que los dos estaban tremendamente afectados por todo aquello y se les notaba a la legua.

-¿Hay alguna novedad sobre nuestro tema?-preguntó él al cabo de unos segundos en los que los dos permanecieron en silencio.

-No, nada nuevo.-contestó ella omitiendo el detalle de que la revista que le había traído Mal hacía unos minutos aportaba “nuevas pruebas” sobre su supuesto romance antes del divorcio.

-Joder…-murmuró él.-No entiendo por qué la gente ha de ser tan hipócrita y porque tienen que meterse en nuestra vida de esa manera. Al fin y al cabo, nos queremos, ¿no? ¿No debería de ser eso lo único que importa?

-Ojalá todos pensaran como tú, John… Pero ya ves que no es así…-le dijo ella.

John soltó un bufido de fastidio y se volvió a mantener en silencio durante unos segundos.

-¿Han traído los periódicos hoy?-quiso saber.

-Mal los acaba de traer hará poco menos de media hora.-le contestó ella.-Los tienes allí, sobre la mesa.

John se puso en pie y se dirigió hacia donde ella le había indicado. Agarró el primer periódico del montón que le había traído Mal y volvió de nuevo a su lado.

-¿Los has leído?-le preguntó él empezando a desplegarlo.

Chris negó con la cabeza. Aún no le había dado tiempo a ello con todo el jaleo de la revista y su trabajo del día preparando la rueda de prensa para la tarde anterior.

-¿Lo leemos juntos?

Aquella propuesta de John la hizo sonreír. Adoraba momentos como aquel. Quizás fuera una tontería, pero el sentarse juntos a leer los diarios, o cualquier cosa, mientras comentaban lo que iban leyendo, los acercaba muchísimo. Aparte de servirles para conocerse mejor, para saber qué pensaban de tal o cual tema, aquello les hacía reafirmar por encima de todo su amistad.

En un gesto que a Christine le pareció enormemente tierno, John, le pasó el brazo sobre sus hombros y la acercó a él antes de empezar a leer los titulares.

-Joder, qué fuerte…-dijo ella cuando leyó el primer titular que hablaba de los cientos de jóvenes que estaban pasando la frontera de Estados Unidos con Canadá para evitar ir a la guerra del Vietnam.-Es triste que uno se tenga que marchar de su casa para evitar que el gobierno de tu país te envíe a morir.

-A una guerra asquerosamente injusta… Porque esto del Vietnam apesta.-concluyó John mientras pasaba con la mano que le quedaba libre las páginas del periódico para ir a leer la noticia completa.

-Lo peor es que en Estados Unidos la mayoría de gente los tiene como a traidores…-dijo Christine mientras empezaba a leer.

-Estoy seguro de que hay mucha más gente de la que creemos que apoya a estos chavales…-le contestó él.-Lo que pasa es que no se atreven a decirlo.

-Para decirlo sería necesario ser un bocazas como tú, ¿no?-bromeó ella mientras le revolvía el pelo divertida.

John soltó una risita con la broma. Iba  a contestar algo cuando, de repente, alguien llamó a la puerta de la suite.

-Adelante.-dijo John en voz alta.

La puerta de la habitación se abrió con cierta timidez y apareció Neil.

-Dice Brian que vayáis preparándoos para la rueda de prensa.-dijo-Es en poco menos de media hora.

-¿Ya?-se extrañó Chris sin poder evitar dar un salto de su asiento.

-Ya.-sonrió Neil.-Os espero abajo, ¿vale?

-Vale.

Y, dicho esto, Neil volvió a cerrar la puerta tras de sí dejándolos solos de nuevo.

-Bueno, deberemos de dejar los periódicos por ahora, ¿no?-le dijo a John con una sonrisa.

-¡Qué remedio! El deber nos llama…

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Ringo acababa de bajar a la rueda de prensa y Mary estaba ociosa en su habitación. Decidió salir al pasillo para ver si alguna de las chicas estaba en sus habitaciones. La verdad era que todo aquello de la gira estaba siendo tremendamente aburrido: se pasaban todo el día encerradas esperando a que ellos acabaran con sus compromisos. Con suerte, se les permitía salir a pasear un par de horas; con menos suerte, el único momento del día en el que salían era el del concierto. Al menos, lo bueno de ir con ellos, era que se estaban alojando en hoteles de lujo, con lo que podían pasarse el rato disfrutando de todos los servicios que se les ofrecían…

Pasó por el lado de la habitación de George y la vio abierta. Sin poderse resistir, asomó la cabeza por la puerta y miró hacia adentro para ver si Gwen estaba allí. Efectivamente, la chica estaba tumbada sobre su cama, en una extraña posición, mientras escuchaba la radio y leía absorta lo que parecía ser un catálogo sobre arte moderno.

-Hola.-le saludó.-¿Molesto?

Gwen levantó la cabeza y se quedó mirándola con una inmensa sonrisa dibujada en la cara.

-No, claro que no.-le dijo.-¿Tú tampoco has bajado con ellos?

-¿Para qué? No creo que pinte mucho allí…-sonrió entrando en la habitación.

-Yo tampoco he querido bajar esta vez. La última vez que bajé con George fue cuando a John le tocó pedir disculpas por lo de Jesucristo y casi vomito… De verdad… Algunos periodistas pueden llegar a ser realmente pesados…

-Sí, tienes razón.-convino Mary.-Además, ahora con el tema de John y Chris se están volviendo insoportables…

-Sí… Maldito David…Recuérdame que lo busque y lo mate cuando volvamos a Liverpool.

-No creo que haga falta, creo que alguien se te adelantará.

-¿Tú?

-Si no lo pilla antes John, o la propia Chris, sí.-respondió Mary.

Gwen esbozó una sonrisilla amarga y se puso en pie casi de un salto.

-Oye… ¿Te apetece que vayamos a dar una vuelta sin chicos?-preguntó la chica de repente.

-Como no sea una vuelta hasta el hall del hotel…-respondió Mary con sarcasmo.

Gwen esbozó una sonrisilla malévola que a Mary le extrañó.

-¿Acaso alguien nos va a impedir que salgamos por la puerta?-preguntó mientras se ponía los zapatos.

-¡Gwen! ¡Nos pueden pillar y no sabes como se pondría Brian si…!

-Bah, chorradas.-le cortó Gwen risueña.-Nadie nos va a pillar. Para cuando acaben con esa rueda de prensa ya habremos regresado. Además, tengo muchas ganas de que me dé el aire…

-No sé…-dudó Mary.

-Venga, va…-le insistió su amiga.-Sólo iremos a este parque que tenemos ahí enfrente… Nos damos una vuelta y nos volvemos, tampoco creo que sea ningún crimen lo que vamos a hacer.

Mary miró a su amiga aún con ciertas dudas. No obstante, la determinación con la que Gwen acababa de decir aquello, la convenció en el acto. Además, en Canadá las cosas estaban tremendamente tranquilas comparadas con Estados Unidos, así que nada podía pasar…

-Está bien, vamos a dar ese paseo.

-¡Así me gusta!-exclamó Gwen saliendo de la habitación.

Mary la siguió con una sonrisilla dibujada en la cara. Lo cierto era que la ilusión de su amiga se le había contagiado y que tenía unas ganas tremendas de romper las reglas, aunque sólo fuera por un momento y con una cosa tan simple e inocente como salir a dar un paseo por la calle sin permiso. Era, básicamente, como hacer una travesura de niños pequeños, una travesura con la que ya había empezado a disfrutar.

-¿Vamos a ver si Penny se apunta?-sugirió Gwen una vez estuvieron en el pasillo.

Mary asintió con la cabeza y las dos se dirigieron hacia la habitación que Penny y Paul compartían, justo al lado de la de Gwen y George. Nada más llegar a la puerta, olieron el penetrante tufillo de la marihuana.

-Creo que Penny está más ocupada de lo que parece…-rió Gwen cuando llegaron a la altura de la habitación.-¿Qué hacemos? ¿Llamamos o qué?

-No sé…-dudó Mary.-Bueno, llamemos. Si no quiere venir que no venga…

Mary llamó a la puerta con los nudillos un par de veces y las dos chicas esperaron unos cuantos segundos a que alguien contestara. No obstante, desde dentro de la habitación no hubo respuesta alguna. Mary volvió a insistir de nuevo ante la mirada divertida de Gwen. Otra vez, nadie contestó.

-Creo que deberíamos irnos.-le dijo Gwen.

Justo cuando las dos estaban haciendo ademán de largarse de allí, oyeron unos pasos por dentro de la habitación. Casi sin darles tiempo a volverse de nuevo en dirección a la puerta, Penny abrió con cara de estar más muerta que viva, con el pelo desaliñado y con los ojos rojos. Parecía que se hubiera fumado todas las reservas de marihuana de Canadá.

-¿Qué queréis?-preguntó con la voz pastosa.

-Sólo saber si te querías venir con nosotras a dar una vuelta por afuera…-le dijo Mary, ya que Gwen no fue capaz de contestar nada a causa de la risa que le había entrado por ver a Penny en aquel estado.

-¿Paseo?-preguntó Penny poniendo cara de sorpresa.-¿Estáis locas?

-O sea, que no te apetece.-dijo Mary haciendo un esfuerzo monumental para que no se le pegara la risita de Gwen.

-Para nada. Paso.-le respondió Penny antes de volverles a cerrar la puerta de la habitación en las narices.

Las dos chicas no pudieron reprimir una carcajada cuando Penny hizo aquello; era tremendamente gracioso verla así de colocada. Aún entre risas, las chicas bajaron hacia el hall del hotel y se dirigieron hacia la puerta de la calle.

-¿Preparada para ser una chica mala?-preguntó Gwen en tono burlón.

-Preparada.-rió Mary.

Y las dos, sin pensárselo dos veces, salieron a la calle sin que absolutamente nadie reparara en su presencia.

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-¡Maldito idiota!-le gritó Christine cuando la sala se vació de periodistas.-¿Estás loco? ¿Se puede saber qué es lo que te pasa? ¿Es que acaso no tienes suficiente con toda la mierda que nos ha caído encima como para que ahora…?

-Tranquila, pequeña.-le cortó John con parsimonia mientras se encendía un cigarrillo.-¿Quieres?

-¡Una mierda! ¡Eso es lo que quiero!-gritó ella exasperada.

John soltó una risita divertido.

-Tienes unos gustos un poco raros…-comentó divertido mientras le daba una calada a su cigarrillo.

-Christine tiene razón, John.-le reprendió Brian cuando vio la tranquilidad con la que se estaba tomando todo aquello.-¿Acaso no te das cuenta de que te acabas de meter de lleno en una nueva polémica? ¡Sabes de sobra que tenéis prohibido hablar de política!

-Me la suda lo que tengamos o no tengamos prohibido.-le respondió John en tono cortante.-Sólo he dicho lo que siento: apoyo a todos esos chavales que están cruzando la frontera de Estados Unidos con Canadá para evitar que les envíen al Vietnam. ¿Es algún crimen el ser sincero, Eppie?

Brian soltó un bufido de fastidio pero, ante la sorpresa de todos, no contestó nada.

-¿Subimos arriba, Christie?-le preguntó a la chica al cabo de unos segundos.

Chris soltó un respingo de mala gana, pero asintió con la cabeza y salió detrás de él de la sala, dejándose a los otros tres junto con Brian, Neil y Mal allí.

-No te habrás enfadado por lo que he dicho, ¿no?-le preguntó John cuando los dos entraron en el ascensor.

-Joder, John…-contestó ella nerviosa.-No me enfado, sabes que yo también pienso lo mismo… Pero justamente ahora… ¿Otra polémica? ¿Sabes como caerá esto en Estados Unidos?

-Les caerá como una patada en el culo, lo sé.-contestó él sonriendo.-Pero era eso lo que buscaba, ¿sabes?

Chris le dedicó una mirada confundida.

-¿Cómo?

-Pues que espero que con esto se deje de hablar de lo nuestro…-sonrió él.-Igual si ahora se ceban hablando de lo de Vietnam, se olvidan de lo otro.

John vio aliviado como Chris esbozaba una media sonrisa delante de él. Obviamente, no estaba enfadada.

-Eres un tonto…-dijo ella al fin, pero sin ningún rastro de resentimiento en su voz.-Un tonto rematado: ahora van a estar hablando de lo nuestro y lo del Vietnam. Ya lo estoy viendo… A partir de ahora, tus carteles de bienvenida añadirán una palabra más a su típica frase… Ahora vas a ser el “blasfemo, adúltero y subversivo John Lennon”.

John no pudo evitar soltar una risita. Lo cierto era que ella tenía toda la razón del mundo, pero ya se había cansado de tener siempre puesta su careta de chico bueno que no habla de temas espinosos. Simplemente, ya no le importaba el hecho de ser políticamente correcto; ahora le importaba más ser sincero y coherente con sus ideas. Y, al parecer, Chris pensaba exactamente lo mismo.

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-Joder, Gwen, déjame disfrutarme el helado tranquila…-se quejó Mary.-Parece mentira que fueras tú precisamente la que me ha propuesto esta escapada…

-Pero la rueda de prensa seguro que ya ha terminado y cuando no nos vean se preocuparán y…

-Y llamaran a la policía montada del Canadá para que nos busquen.-le cortó Mary divertida.-Tranquila, no es para tanto… Me acabo mi helado y nos vamos.

-Pues adelanta…-replicó Gwen mirando a su alrededor con nerviosismo.-Jamás he visto a nadie comerse un helado tan lentamente…

Mary sonrió y continuó comiéndose su helado con deliberada lentitud. La verdad es que estaba disfrutando haciendo rabiar a Gwen. Era curioso: Gwen había pasado de ser la transgresora de las reglas, a ser la preocupada por todo.

-Está bueno este chocolate…-dijo con la simple intención de picarla mientras saboreaba su helado.

-¡Mary!-le riñó Gwen.-¡No tienes remedio! ¡O te acabas eso ya o te lo hago tragar!

Por toda respuesta, Mary se limitó a soltar una carcajada divertida.

-Venga, Gwen… Relájate… Los nervios no son buenos…

-Tampoco es demasiado bueno el hecho de que nos hayan reconocido, ¿sabes?

La frase de Gwen le cayó a Mary como un jarro de agua fría.

-¿Cómo?-preguntó mirando a su alrededor instintivamente.

-Pues que aquellas dos de allí, las que están sentadas en ese banco, nos están mirando desde hace un buen rato…-le aclaró Gwen señalando disimuladamente con la cabeza hacia el lugar donde estaban aquellas dos chicas.

La chica miró nerviosa, sin ningún disimulo, hacia donde Gwen le señalaba. Lo que vio allí la dejó estupefacta: las dos niñitas que habían visto en Chicago, estaban ahora allí sentadas, mirándolas a ella y a Gwen con una sonrisilla pintada en la cara.

-A esas dos las conozco…-masculló entre dientes.

-¿Las conoces?-se extrañó Gwen, que la miró como si de repente se hubiera vuelto completamente loca.

-Sí.-le confirmó Mary.-Las vimos Penny y yo cuando estuvimos en Chicago, en el hotel, y ahora aquí… Creo que nos siguen.

-Gran deducción, Hall… Sherlock Holmes a tu lado es un maldito aficionado.-bromeó Gwen.

Mary no hizo caso de la ironía y se terminó su helado casi de un bocado antes la mirada atónita de su amiga.

-Voy a hablar con ellas.-dijo de repente con determinación antes de ponerse en pie de un salto.

Sin esperar a que su amiga se levantara de su asiento siquiera, Mary empezó a caminar con paso decidido hacia aquellas dos chicas. No sabía por qué, pero la verdad era que estaba un poco, ¿cómo decirlo?... ¿asustada?

-Hola.-las saludó cuando estuvo a unos pocos pasos de ellas.

Las dos chicas levantaron la vista y se quedaron mirándola de arriba  a abajo. Mary sonrió para sus adentros: sólo les faltaba abrir la boca de pura sorpresa. Era evidente que no se esperaban para nada que fuera de cara a ellas así como así.

-Hola…-contestaron las dos casi al unísono, aunque apenas con un hilillo de voz.

-Creo que nos hemos visto antes, ¿no?-les dijo ella a bocajarro.-En Chicago, ¿me equivoco?

Las dos chiquillas empalidecieron casi de repente.

-B…b…bueno…-tartamudeó la que parecía ser un poco más mayor de las dos.-Sí… En realidad…

-¿Por qué venís detrás de nosotros?-preguntó Mary al ver que la chica había interrumpido sus palabras.

-Teníamos entradas para los conciertos que habéis dado en Chicago, Detroit, Boston, Washington y este de esta noche en Toronto también.-contestó la otra.

Mary escuchó como por detrás de ella Gwen no podía reprimir una risita por lo bajo.

-Pero… ¿y os dejan ir dando tumbos por toda Norteamérica?-quiso saber Mary.

-Es el regalo de nuestros padres por haber aprobado el curso…-contestó la más mayor algo avergonzada.

Mary se quedó mirándolas extrañadas, al igual que Gwen. Definitivamente, los padres de esas dos, aparte de tener muchísimo dinero, estaban igual de locos que sus hijas.

-Ya…-masculló Mary.

-¿Y dónde os estáis quedando?-quiso saber Gwen por detrás.

-En uno que hay cerca del vuestro… Aunque no nos habíamos visto hasta ahora.

-Perdonad…-dijo la más jovencita con timidez.-Pero… ¿Sería mucho pedir si…?

-¿Si qué?-le animó a continuar Mary al ver que dudaba en si preguntarlo o no.

-Veréis…-contestó la más mayor.-En todo lo que llevamos de gira… No los hemos podido ni siquiera ver de cerca más que en los conciertos… Sólo queremos un autógrafo y una foto… Si no fuera mucho pedir, claro.

-O sea, que queréis que os los presentemos.-dijo Gwen divertida.

-Si no es molestia… A mí me encantaría hablar con John y a mi hermana con Ringo, aunque claro, también nos encantan George y Paul… Sería la ilusión de nuestras vidas.

Mary arrugó la nariz repentinamente al oír el nombre de Ringo. ¿Celos? Podría ser, aunque a decir verdad aquellas dos chiquillas no le daban muy buena espina.

-Bueno, se verá lo que se puede hacer.-contestó Gwen al cabo de unos segundos.-Nosotras tenemos que volver ya al hotel… ¿Nos vamos, Mary?

Mary asintió con la cabeza y, ni sin tan siquiera esperar a que aquellas dos se despidieran, se fueron de allí.

-¿Por qué les has dicho eso?

Gwen se volvió hacia ella con cara de sorprendida. Llevaban cerca de cinco minutos caminando en silencio, deprisa, de vuelta al hotel. Cinco minutos en los que las dos se habían mantenido en un sepulcral silencio, sumidas en sus pensamientos.

-¿Decirles?-se extrañó su amiga.- ¿El qué?

-Que veremos lo que podemos hacer para presentarles a los chicos…-contestó ella.

-Bah, Mary… Sabes que no es cierto… No voy a mover un dedo para que ellos vayan a buscar a esas dos…

-Más te vale.-le contestó ella con tremenda sinceridad.

-Oye, Mary…¿Te pasa algo con esas dos?

-Nada.-respondió ella.-Absolutamente nada, pero la mayor no me ha hecho ni pizca de gracia.

-Claro…-rió Gwen.-No te ha hecho ni pizca de gracia porque está enamorada de tu Ringo…

-No es eso, Gwen, no es eso… Simplemente me ha dado la sensación de que busca algo más que conseguir un simple autógrafo y una foto…

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Paul bajó del ascensor cansado. Lo cierto era que todo aquello de Chris y John le estaba afectando más de la cuenta: lo de John le daba un poco más igual, pero no soportaba que muchos estuvieran tratando a su hermana de puta. No es que esperara comprensión ni que le sorprendiera la reacción de la gente. De hecho, se lo había esperado desde que los dos habían empezado. No obstante, no dejaba de irritarle la obsesión de la gente por opinar sin saber absolutamente nada de la situación. Además, para qué negarlo, se sentía un poco impotente al ver que nadie, absolutamente nadie, ni siquiera en el Reino Unido, parecía querer creerse la anodina excusa de “que sólo éramos buenos amigos” que estaban dando su amigo y su hermana. De acuerdo, era una mentira, pero aun así le indignaba que ya no todos creyeran a pies juntillas lo que dijera cualquiera de los cuatro Beatles sólo por ser los “chicos buenos oficiales”. Al parecer las cosas estaban cambiando más de lo que se imaginaban.

Casi arrastrando los pies, se encaminó hacia su habitación. Apenas faltaban un par de pasos para llegar a la puerta cuando lo olió. Sonrió. Desde donde estaba él se podía oler el aroma de la marihuana. Seguramente Penny se lo habría pasado en grande durante su ausencia. No, aquello no le enfadaba para nada, más bien todo lo contrario. De hecho, era una de las cosas que más le gustaban de Penny: no tenía prejuicios hacia nada y sentía como a su lado no tenía porque esconderse para hacer cosas; como a su lado no tenía por qué ponerse la careta ni fingir ser alguien que no era en realidad como le había pasado prácticamente en todas las relaciones sentimentales que había anteriormente. Si quería fumarse un porro en su presencia, lo hacía, incluso lo hacían juntos; si le apetecía emborracharse, se emborrachaba; y así con un largo etcétera de cosas. ¡Ni pensar que hacía tan sólo unos meses había estado odiando a aquella chica, cuando en realidad parecía que estuviera hecha precisamente para él! Era como, si de repente, Paul McCartney hubiera entendido que no estaba hecho para las típicas niñas monas y perfectas con las que había estado saliendo hasta el momento, sino para todo lo contrario: necesitaba a alguien que le permitiera ser él mismo, alguien que no le juzgara por no ser el ser perfecto que muchos esperaban que fuera. Y Penny, sin lugar a dudas, era esa persona.

Abrió la puerta de su habitación con mucho cuidado y asomó la cabeza antes de entrar del todo con la idea preconcebida de encontrarse a su novia allí, tirada en la cama y sin ni siquiera poder articular palabra por el colocón. Pero no, se equivocó de plano. Allí, sobre la cama, sentada y escribiendo frenéticamente en un cuaderno como si le fuera la vida en ello mientras escuchaba música a muy poco volumen, estaba Penny. Paul la observó sorprendido durante unos segundos: parecía colocada de verdad, pero a la vez inmensamente concentrada en lo que estaba haciendo.

-Hola.-la saludó al fin entrando definitivamente en la habitación y cerrando la puerta tras de sí.-¿Qué haces?

La chica no pudo reprimir dar un pequeño salto a causa de la interrupción repentina y se volvió hacia él, ruborizada.

-Nada…-contestó mientras cerraba el cuaderno con un golpe seco.-Sólo escuchaba música.

-Sí, ya lo veo…-masculló Paul sonriendo.- ¿Bob Dylan?

-Ya sabes que me encanta… Es un jodido genio.

-Quizás algún día te lo presente… -le dijo Paul a la vez que se sentaba junto a ella en la cama.- Pero aparte de estar escuchando a Dylan, estabas escribiendo… No sabía que llevaras un diario ni nada por estilo…

Penny le apartó la mirada avergonzada y negó con la cabeza.

-Es que no llevo ningún diario.-aclaró.

-¿Y entonces qué escribías?-preguntó él, curioso.

La chica dudó durante unos segundos, evidentemente pensando en si debía contestar o no a la pregunta de Paul.

-Una historia.-contestó al fin clavando la mirada en el cuaderno.

-¿Una historia?

-Sí, eso he dicho.-le replicó ella.-A veces me inspiro y escribo cosas… Historias largas, cortas… Incluso poemas… No sé, lo que me viene a la cabeza.

-Vaya… No sabía de esta faceta tuya…-contestó Paul pasándole una mano por el pelo.-¿Y puedo leer esa historia que estabas escribiendo?

Penny levantó la mirada y clavo sus ojos en los suyos.

-No.-le contestó secamente.

-¿Y por qué no?-preguntó él frunciendo el ceño.

La chica lanzó un profundo suspiro antes de contestar.

-Pues porque es tremendamente mala.-contestó al fin.

-Tonterías, no lo será.

-Sí lo es.

Paul soltó una risita divertido ante la determinación de Penny. Le hacía mucha gracia verla así.

-¿Y si lo es qué importa? Déjame, venga…-insistió.

-Te he dicho que no.

Pero Paul no estaba dispuesto a darse por vencido con la negativa de la chica, así que, con un gesto rápido, antes de que ella pudiese reaccionar, agarró el cuaderno que descansaba sobre la cama a escasos centímetros de él.

-¡Paul! ¡Dame eso!-exclamó ella haciendo un vano intento por recuperar lo que era suyo.

-No.-rió él mientras lo abría.-Voy a leer esta historia, te guste o no.

Penny se limitó a soltar un respingo y a cruzarse de brazos con cara de pocos amigos a su lado.

-Haz lo que te dé la gana.

-Eso es precisamente lo que iba a hacer…-le contestó Paul divertido mientras empezaba a leer la primera frase de aquella historia que, según Penny, era tan mala.

-Pues avisa cuando acabes.

Paul apenas pudo escuchar aquella frase que le había lanzado Penny antes de tumbarse en la cama, a su lado y con los ojos cerrados, de tan absorto como estaba en aquella imprevista lectura. Y es que, en esos momentos, tenía la mente ocupada intentando visualizar a la protagonista de la historia de Penny, una chica que, después de mucho sufrir a su familia, debía escaparse de casa. Sin apenas darse cuenta, se sorprendió pasando hojas, hojas y más hojas de aquel cuaderno. Aquello era fascinante: no podía parar de leer; estaba enganchado a aquella historia que en realidad no era una historia, sino una novela en toda regla. Y justo en uno de los momentos más interesantes, Paul pasó la página y comprobó, con fastidio, que allí precisamente era donde había parado Penny de escribir cuando él había entrado en la habitación y la había interrumpido.

-Joder…-dijo para sí mismo.-Qué gilipollas eres, McCartney… La has interrumpido en el momento clave…

Cerró el cuaderno con suavidad y lo depositó de nuevo sobre la cama. Después, casi instintivamente, miró su reloj de pulsera para comprobar, casi sobresaltado, que se había pasado más de hora y media allí leyendo aquello sin ni siquiera darse cuenta.

-Penny, Penny…-llamó a la chica, que se había quedado dormida a su lado.

Ella se revolvió levemente en la cama al escuchar su nombre.

-¿Qué pasa?-masculló sin abrir los ojos, más dormida que despierta.

-Esto… ¡Esto que escribes es alucinante!-le dijo Paul ilusionado.-¿Cómo lo haces?

Penny entreabrió los ojos y le dedicó una sonrisilla sarcástica.

-Con bolígrafo y papel.-respondió.

-Qué tonta estás…-dijo él sin poder reprimir una sonrisilla.-En serio, es muy buena…

-Deja de fingir.

-No finjo, lo sabes.-le contestó él.-¿Has pensado que esto podría incluso publicarse? Podría ponerte en contacto con algunos amigos míos que…

-¡Ja!-exclamó ella mientras se sentaba en la cama.-Ni lo sueñes, McCartney. Esto no se publicará en la vida. No es tan bueno como para eso y, aunque lo fuera, no querría publicar sólo porque tú tienes contactos.

-Oh... ¿Por qué eres así?-se quejó él.-Por intentarlo no pierdes nada y…

-Oye, ¿tú conoces el significado de la palabra “no”?-le cortó ella.-Pues eso.

Paul se quedó mirándola con cara de niño bueno, como si con aquello la pudiera convencer de que él tenía razón. No obstante, Penny se limitó a soltar una carcajada y a darle un golpecillo amistoso en el hombro.

-Anda, McCartney…-le dijo ella.-Cámbiate. Ya es casi hora de ese concierto y en nada pasarán a por ti…

Paul miró de nuevo su reloj. Sí, Penny tenía razón y, aunque en aquellos momentos era lo último que le apetecía, ya era hora, como decía ella, de ir preparándose para su concierto.

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Ninguno de los allí presentes podía negar que la fiesta que les estaban dando después del concierto estaba siendo una de las mejores que habían tenido durante la gira. Estaban en una de los locales más lujosos de todo Toronto y, aunque al principio habían pensado que aquello sería más que nada una cena con los altos cargos y demás peces gordos de la ciudad, se habían equivocado. Y es que allí, en esos momentos, había de todo menos gente “de traje”: artistas, disc jockeys y demás personas, sobre todo jóvenes influyentes, se apelotonaban entre aquellas cuatro paredes. Además, era un alivio que muy pocos se acercaran para atosigarles, así que estaban todos a su aire, hablando cuando les apetecía con el resto de los allí presentes y concentrados en, simplemente, disfrutar de la noche.

-¡Chicas!-exclamó Christine de repente acercándose junto con Penny hacia donde estaban ellas.

Mary no pudo evitar soltar una risita al verla: jamás la había visto tan borracha en toda su vida. Penny también parecía estar más o menos en las mismas condiciones y las dos ofrecían una estampa realmente cómica, aunque, a decir verdad, ni ella ni Gwen estaban mucho mejor que sus dos amigas.

-¡Cuidado! ¡Que os caéis de cabeza!-les gritó divertida.

-Shhhhh…-les mandó callar Chris cuando llegó a donde estaban.

-¿Caer de cabeza?-preguntó Penny entre risas.-¡Pues si vamos súper bien!

-Bien borrachuzas.-les corrigió Gwen entre risas.

-Pues eso, lo que ha dicho mi cuñada Penelope… Vamos súper bien.-le replicó Chris.-Ale, rancias, levantaos de ahí que nos vamos a tomarnos unos chupitos de tequila.

-Y son gratis. No hay que desaprovechar la ocasión.-añadió Penny agarrando a Gwen y a Mary de las manos y obligándolas a levantarse mientras las dos chicas se partían de risa.

Casi a rastras, Penny y Chris las llevaron hacia la barra que había a escasos metros de allí.

-¿Por qué brindamos?-preguntó Gwen levantando su vaso al aire a la vez que lo hacían las demás.

-¡Por “sifo”!-se apresuró a gritar Chris riendo.

-¿Por “sifo”?-preguntó Mary mirándola extrañada.

-¡Claro!-rió su amiga.-¡Por “si follamos esta noche”!

Ni Gwen, ni Penny ni ella pudieron reprimir una inmensa carcajada al escuchar aquello.

-¡Pues por “sifo”!-exclamó Mary levantando también su vaso.

-¡Por “sifo”!-exclamaron también Gwen y Penny antes de que las cuatro se bebieran el chupito de un solo trago.

-¿Y para mí no hay?-preguntó George por detrás mientras agarraba a Gwen fuertemente por la cintura.

Gwen soltó una risita y se dejó abrazar por George.

-¿Tú también quieres brindar por “sifo”?-le preguntó.

-¿Por “sifo”? ¿Qué es eso?

-Mmm… Ya te lo explicaré más tarde…-le contestó ella sonriendo pícaramente antes de darle un beso en los labios.

-¡Joder con Gwen!-rió Chris.-¡Se nos está desviando del camino recto! ¡Te irás al infierno!

-Qué te den, Chris…-rió Gwen.

-Eso, eso…-intervino George.-¡Deja en paz a mi chica! Por cierto, yo de ti iría al baño de caballeros a ver cómo está John…

-¿Al baño? ¿Qué quieres? ¿Que se la aguante mientras mea?-preguntó ella sarcástica haciendo que todos soltaran una risa.

-Bueno, si después de vomitar hasta las papillas de cuando era bebé le apetece…

-¿Qué? ¿Está vomitando?-se sobresaltó Christine.

-Tampoco te asustes tanto…-le dijo Penny.-Sólo es un pobre idiota que no sabe beber… No creo que tu John se te muera por eso…

-No es eso, cuñada Penelope…-le cortó Chris haciendo hincapié en las dos últimas palabras.-¡Es que lo que acaba de decir Hari supone que el muy desgraciado está desperdiciando alcohol! ¡Lo que se bebe no se tira después!

Todos rieron mientras Chris empezaba a caminar decidida hacia el baño de los chicos.

-Y encima va a entrar allí con todos los tíos…-rió George mirando hacia allí.

-¿Acaso lo dudabas?-le preguntó Gwen divertida.

-No.-contestó él con determinación.-Oye, Gweny… Acompáñame a por unos canapés de esos que estaban sirviendo en el hall…

-¡Joder, George! ¡Siempre estás comiendo!-rió la chica.

-Es que tengo un montón de hambre y….

-Está bien, pesado… Vamos a por esos canapés. Nos vemos ahora, chicas.

Y dicho esto, los dos empezaron a caminar en dirección al hall del local, cruzándose en el camino con un sonriente y evidentemente colocado Paul que se dirigía hacia Penny y ella.

-Buenas noches, señoritas.-las saludó usando el mejor de sus tonos seductores mientras se apoyaba en la barra, justo al lado de Penny.-¿Puedo invitarlas a algo?

-No te hagas el listo, McCartney, es todo gratis.-le dijo Penny en tono cortante pero divertido a la vez.

El chico no pudo evitar soltar una carcajada antes de lanzarse a besar intensamente a su novia ante la mirada atónita de Mary.

-Chicos… Paul…-carraspeó ella evidentemente incómoda ante aquella situación.-¿Sabes dónde está Rich?

-Allí.-dijo Paul separándose levemente de los labios de Penny y señalando con la mano hacia la derecha antes de volver a retomar su intensiva sesión de besos.

Mary miró hacia donde le había señalado Paul: no le costó divisar a Ringo allí, sentado en una de las mesas mientras conversaba animadamente con dos chicas. Nada más vio aquello, a Mary se le revolvió todo lo que se había tomado en el estómago y, olvidándose repentinamente de todo lo demás, se dirigió hacia donde estaba su novio con aquellas dos.

-¿Rich?-dijo cuando estuvo a pocos pasos de ellos.

Ringo levantó la cabeza y le dedicó una inmensa sonrisa. A la vista saltaba que, como todos los demás, iba tremendamente borracho y puesto de hierba.

-¡Hola, princesa!-la saludó de manera efusiva.-Mira, te presento a Sarah y a Emilia.

Mary le dedicó una mirada asesina y después miró a las dos chicas. Cuando las reconoció, se quedó perpleja: allí, nada más ni nada menos, estaban las dos hermanas que les habían venido persiguiendo desde Chicago.

-Creo que ya nos conocemos.-le contestó en tono cortante a la vez que las miraba, sobre todo a la mayor, a la tal Sarah, que estaba demasiado cerca de Ringo con una mano en su pecho.

-Sí…-dijo la pequeña, Emilia.-Nos hemos visto esta mañana.

-¿Ah, sí?-preguntó Ringo.-No me lo habíais dicho…

-No hemos tenido tiempo de decirlo…-dijo Sarah sonriendo.

Mary sintió como la sangre le ardía en las venas.

-¿Cómo habéis entrado aquí?-preguntó de malas maneras, dirigiéndose a la mayor que, de repente, oliendo el peligro, retiró la mano de encima de Ringo.

-Nuestro padre es amigo del dueño del local.-contestó.

-Ya.-masculló ella de mala gana para después volverse de nuevo hacia Ringo.-Rich, ¿me acompañas? George te estaba buscando.

-¿George? Si lo acabo de ver y…

-Que te estaba buscando.

Ringo pareció captar el mensaje y se levantó inmediatamente del sofá donde estaba sentado.

-Adiós, Ringo, un placer…-se despidió la tal Sarah sin poder evitar la cara de decepción.

Ringo se limitó a despedirse con un gesto con la mano y empezó a caminar detrás de Mary.

-¿Adónde vamos?-preguntó cuando vio que Mary se dirigía hacia la puerta del local.

-Al hotel.-le contestó ella secamente.

-Yo no pienso volver al hotel tan pronto.

Mary se volvió hacia él, enfadada, y le clavó la mirada.

-Supongo que igual prefieres quedarte con esas furcias, ¿no?

-¿Qué?-exclamó Ringo.-¿Pero qué dices?

-Lo que has oído, no creo que estés sordo para que te lo tenga que volver a repetir, ¿no?

-Mary… Estás sacando las cosas de quicio.

-¡Yo no saco nada de quicio! ¿Pero tú has visto cómo estaba la Sarah esa? ¡Sólo faltaba que se tirara encima de ti!

-¡Sólo son fans, joder!-gritó él exasperado.-¿Qué crees? ¿Que me las iba a tirar?

-¡Vete a la mierda!

-¿Pero qué está pasando aquí?-preguntó de repente la voz de Chris por detrás de ellos dos.

Casi al instante, Mary y Ringo se giraron hacia Chris, que estaba agarrada de la mano de un John con cara de estar más muerto que vivo. Lo peor era que allí, en el lugar en donde se habían detenido, no sólo estaban sus dos amigos sino que también había por lo menos una decena de personas más que los estaban mirando atónitos. Ni siquiera se había dado cuenta de que no estaban solos y Mary se quiso morir en aquellos momentos de la vergüenza y de rabia por todo lo que había pasado.

-Nada.-respondió Ringo a la vez que ella agachaba la cabeza y fijaba su vista en el suelo.

Los cuatro permanecieron en un incómodo silencio durante unos instantes.

-John no se encuentra bien y nos íbamos ya al hotel.-dijo Chris finalmente.-El encargado del local nos ha pedido un taxi.

-Sí, joder… Estoy fatal.-masculló John con un hilillo de voz.-Si os queréis venir…

Ringo y Mary se quedaron mirándose durante unos segundos.

-Yo sí que me voy con vosotros.-dijo ella finalmente.-¿Richard?

Ringo permaneció callado, dudando.

-¿Vienes o no?-le instó Mary, enfadada.

-Voy.-suspiró él al fin.-Sí, iré al hotel con vosotros…

*********************************************

Nada más despegó el avión rumbo a Memphis, Paul, resacoso y cansado, sintió como un escalofrío le recorría la espalda: era como si algo le dijera que a partir de ese momento las cosas iban a ir a peor.

Inquieto, dirigió una mirada a los demás. Penny estaba absorta mirando por la ventanilla, a su lado; John y Chris ya habían cerrado los ojos para intentar dormir un rato; George y Gwen parloteaban y reían en voz baja en los asientos de delante; y, por su parte, Mary y Ringo continuaban sin hablarse después de su discusión de la noche anterior.

Y entonces, sin poderlo evitar, Paul lanzó un enorme suspiro. Tenía la sensación de que aquel mal rollo entre Mary y Ringo era solamente el preludio de algo que no se le antojaba nada agradable.


Buenassss! Cómo estáis, gente? Pues aquí estoy yo de nuevo, con este capi e intentando sobrellevar la calor lo mejor posible... Aviso que intentaré subir pronto el siguiente, antes del miércoles aunque no prometo nada, porque sino la cosa se me atrasará mucho... Si no publico antes de miércoles por la tarde (para muchos de los que me leéis, por la mañana, jaja), olvidaos hasta la siguiente semana porque no voy a estar por mi casita y, por tanto, no podré escribir aunque no será por falta de ganas. Y es que, gente, me las piro unos poquitos días a London, a aprovechar y ver un poquito de los Olympic Games esos y a rematar lo que nos falta por ver de la ciudad, aunque admito que dará asco de tanta gente... ¬¬ En fin, disfrutad mucho, guapas, y espero que todo os vaya genial! Muaaaaak!

2 comentarios:

  1. quee suertuda que te vas a Londres, pero bueno creo que te queda cerca ¿No? XD a mi me queda super lejos :c pero bueno! OMFG! al fin termino de leer tu cap. como siempre xD es lo que amo de tu fic :3 que escribas tan largos capítulos XD no puedo olvidar lo de "sifo" XD te juro que quedará en mi mente para toda la eternidad, hasta que Mary y Ringo discutieron/: no me imaginaba aquello, pero creo que le da un poco de "sabor" a su relación y así...me dio risa lo de Penny y su pelea con Paul para que no leyera su historia y todas sus ocurrencias, tiene su lado poético la nena ¿eh? que lindo :3 y después los comentarios de John hhahahaha sin duda es un jodido genio haciendo aquellas declaraciones, para evitar que ya no se hable de lo él y Chris pero la pregunta es ¿Lo logrará? D: y aquellas dos tipas >< espero y desaparezcan sino solamente van a causar problemas, no solo con Ringo y Mary, algo me dice que con muchas parejas mas D: bueno como siempre, magistral, perfecto, magnífico! :B nos vemos c:

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  2. Así me gusta, que me tengan miedo! No, si yo cuando me enojo, me enojo, a mi no me vas a contradecir vos, canejo! Decile a ese fulano, que dice tocar la batería, que digo yo, que por un buen rato no le quiero hablar JUM. Aunque haya brindado por sifo, y todo eso, que no me toque un pelo porque me va a conocer!
    Bueno, después de esto, hay que seguir jajajajja. Ah, me faltó agregar: a las dos mocosas esas, les voy a dar la paliza que nunca sus padres les dieron, pa' que se eduquen bien, nomás. He dicho.
    Ahora si, sigo XD Es un verdadero alivio que Cynthia no haya dicho nada, ya veo que salia hablando ella también y se re pudría todo. Y John...mi amor, mas tiernis no puede ser, no? Lo digo porque estoy enojada con aquel otro ¬¬
    La risa que me pegué con Penny! Joder, como le da a la maria juana! jajajjajaja Estuvo muy bueno eso, y también me encantó como Mary hacía rabiar a Gwen, pobre chica! Ojalá que Penny pueda publicar algo, aunque ella no esté de acuerdo XD
    Bueno muñeca, esposa mia (?) que te vaya bien por los London, no te robes la antorcha olímpica, y me saludas a la reina de mi parte, ok? jajaa.
    Ah...y con respecto a este tipo....está bien, es mas fuerte que yo, le perdono todo a mi petiso! <3
    jajaja Chau loquilla!

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