martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 70: Promesas incumplidas

La redacción bullía de actividad a aquella hora de la mañana. Teléfonos sonando, el clac-clac de las máquinas de escribir, gente que corría de aquí para allá apresurada... Parecía un verdadero espectáculo de locos, pero ella, lejos de mirarlo asustada, se sentía extrañamente motivada con aquel trajín. Era su primer día de trabajo como redactora y Anthony, el director, ya le había asignado un escritorio donde trabajar y la había presentado ante sus compañeros, aunque a muchos de ellos ya los conocía de antes de sus múltiples idas y venidas a la redacción.

El primer trabajo de Christine no parecía demasiado simple a primera vista. Tenía ante sus narices la transcripción completa y traducida de la rueda de prensa que aquella misma mañana había dado el Primer Ministro francés y debía redactar la noticia pertinente. Después de leerse unas cuantas noticias similares a las que debía hacer para tener algunos ejemplos a seguir, la chica agarró aire, cargó de papel su máquina de escribir y empezó a teclear. A decir verdad, no era tan difícil como parecía: una vez leída la rueda de prensa y encontrado el titular, lo demás era coser y cantar.

Estaba así, absorta en su trabajo, cuando de repente una voz a su lado la sacó de aquel momento de concentración.

-Siento interrumpirte, pero deberías dejar un espacio al lado de la noticia para poder colocar la foto.

La chica levantó la cabeza algo desconcertada y miró al culpable de aquella interrupción. Un chico rubio con cara de no haber roto nunca un plato y que apenas tendría un par de años más que ella, la miraba atento luciendo una sonrisa que se le antojó tranquilizadora.

-¿Perdona?-preguntó Chris perpleja todavía.

-Sí, mira. Aquí en el margen derecho debes dejar un espacio para que los de maquetación puedan poner la foto correspondiente.-contestó el chico acercándose hacia ella y señalando hacia su folio.

-Ah, vale. Gracias, no tenía ni idea.-respondió ella.-Es mi primer día y ando algo perdida.

-Tranquila, es normal.-sonrió el chaval.-Tú debes de ser la famosa Christine McCartney, ¿verdad?

-Así es, encantada.

-Yo soy Jordan-se presentó tendiéndole la mano.-Encantado, "chica Beatle".

Pese a que en situaciones normales Chris le hubiera roto las piernas a aquel que le llamara "chica Beatle", el tono con el que el tal Jordan lo dijo le hizo bastante gracia, así que esbozo una pequeña sonrisa.

-¿También eres redactor?-quiso saber ella.

-No, qué va. Eso de escribir os lo dejo a los intelectuales. Yo soy fotógrafo.

-Ah, vaya...

-Sí. Solía trabajar con el viejo Blake antes de que se jubilara. Ya sabe. le acompañaba al lugar de la noticia, a las entrevistas... y sacaba las fotos.-continuó Jordan.-Y ahora, mucho me temo que tendrás que soportarme tú: siento decirte que soy "tu fotógrafo".

-Y yo siento decirte que a partir de ahora vas a trabajar con una novata a la que tendrás que enseñarle todo de esta rara profesión.-le siguió la broma ella.-Así que nos soportaremos mutuamente.

-Me parece un trato justo.-rió Jordan.-Y ahora, ya sabes. Si quieres que te ayude en cualquier cosa, sólo has de decírmelo.

-No dudes que lo haré.-le respondió ella.

-Así me gusta.-dijo el chico guiñándole un ojo.

Jordan se despidió de ella y se fue de allí, con un paso entre decidido y chulesco, una manera de caminar que, a ojos de Christine, era muy parecida a la de John. Aquello le hizo dibujar una sonrisa. El día en que dejara de comparar a John con todos a los que conocía, ese día, ni ella se reconocería a sí misma.

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Chris salió de la redacción agotada pero a la vez increíblemente satisfecha. Pese a ser su primer día, había trabajado muy duro y, a juzgar por lo que había dicho Anthony, no lo había hecho mal del todo. Además, se sentía extremadamente a gusto con sus compañeros de trabajo. De hecho, era alucinante el cambio de actitud hacia ella que había notado de la universidad al trabajo: en clase todo eran miradas y cuchicheos; allí, por el contrario, todos la trataban con una normalidad pasmosa pese a que sabían de sobra quién era. Quizá era porque estaban más acostumbrados a los famosos o quizá porque no tenían tiempo a pararse a chismorrear sobre la "chica Beatle", como la había llamado Jordan, quien, por cierto, había sido el único que había mencionado su relación con los chicos en todo el día.

El paseo que dio hasta llegar adonde había aparcado el coche aquella mañana le vino bien para despejarse. Después, subió al sufrido Mini de John que ella maltrataba más que cuidaba y se incorporó al tráfico londinense. Pese a que era hora punta e iba al centro, no tardó demasiado en llegar a casa. Sonrió aliviada mientras aparcaba en el garaje y, después, subió por fin a casa, deseando echarse en el sofá y contarle a John todas las novedades del nuevo trabajo como si fuera una niña entusiasmada después de su primer día de colegio.

Apenas había abierto la puerta de casa, Chris se percató de que John no estaba solo. Se quedó quieta durante unos segundos, intentando reconocer la voz que conversaba con John y, casi al instante, esbozó una enorme sonrisa antes de entrar rápidamente en el comedor.

-¡Hola, chicos!-exclamó risueña cuando entró.

John y Paul se volvieron hacia ella y le sonrieron.

-¡Pequeña!-dijo John poniéndose en pie en el acto y dirigiéndose hacia ella para darle un beso en los labios.-¿Qué tal tu primer día?

-Agotador pero genial.-contestó ella con total seguridad.

-Me alegro.

-¿Y tú qué haces aquí, gusano?-preguntó la chica divertida mirando hacia su hermano mayor.

-¿Es que no puedo venir a ver a mi hermana y preocuparme por su nuevo trabajo de chica responsable?-preguntó fingiendo picarse.

-Eso de chica responsable mejor vamos a dejarlo estar...-rió ella.-Y tranquilo, tú puedes venir aquí siempre que quieras...

-...y siempre que no abuse de mi whisky.-bromeó John.-Había invitado a Paul a cenar, Christie. He pensado que te haría ilusión.

-¡Eso es fabuloso!-exclamó ella alegre.-Pues bueno, chicos, si es así será mejor que nos pongamos manos a la obra y preparemos algo para cenar.

Para sorpresa de Chris, que estaba acostumbrada a que aquellos dos no le ayudaran de manera eficaz en la cocina, tuvieron la cena a punto en poco tiempo. Quizá hubiera sido porque ella no había parado de parlotear sobre su trabajo, pero lo cierto era que los minutos allí dentro se le habían pasado volando. Así pues, pronto se encontraron sentados ante la mesa del comedor dispuestos a empezar a cenar.

-¿Y los compañeros qué tal?-preguntó John mientras se servía una ración que parecía no tener fin de puré de patata.-No nos has dicho nada de la gente.

-Ah, genial también-respondió ella resuelta.-A la mayoría ya los conocía de antes, pero aún así he conocido a gente nueva... Ah, ¿y sabéis qué? Tengo un fotógrafo.

-¿Un fotógrafo?-se extrañó Paul.-Pensé que ibas a trabajar de redactora, no como modelo...

-Cállate, idiota.-rió Chris.-No es eso, me refiero a un fotógrafo que trabajará conmigo. Ya sabéis, un tipo que me acompañará cuando vaya a hacer reportajes y cosas de esas... Se llama Jordan.

-Pobre hombre, la que le ha caído encima...-bormeó Paul.-Trabajar con la enana ésta... De locos, ¿no crees, John?

-Seguro que se jubila a los dos meses por puro agotamiento.-le siguió la broma a la vez que le sacaba la lengua a su novia en un gesto burlón.

-Siento informaros, humoristas aficionados de poca monta, que a Jordan le quedan muchos años por jubilarse.-contestó ella sin perder la sonrisa.-Así que si se harta de mí, se tendrá que aguantar o esperar a que me despidan.

-¿Qué cuantos años tiene?-quiso saber John, que había borrado casi de inmediato la sonrisa de su cara.

-Ni idea, ¿crees que voy preguntando la edad de la gente por ahí, Johnny?-dijo ella empezando a intuir que aquella conversación podía no acabar demasiado bien si no la cortaba. Otra vez John, John y sus celos casi enfermizos.

-¿Es como nosotros?-preguntó Paul curioso.-De mayor, digo.

-Un par de años más que yo a lo sumo...-contestó Chris mirando a John de reojo.

-¿Tan joven?

-Sí.

-Creo que ese puto Jordan ya empieza a caerme mal sin tan siquiera conocerlo...-masculló John de repente haciendo que Chris se volviera hacia él para dedicarle una mirada suplicante.

Él, simplemente dibujó una sonrisilla en su cara, pero Chris supo enseguida que por dentro, pese a aquel gesto, estaba empezando a cabrearse de verdad.

-John...-le dijo ella.-Es sólo un fotógrafo y ya.

-Lo sé, pero me cae mal.-continuó él sin borrar aquella sonrisa tan indescriptible de su cara.-De hecho creo que ya debería estar partiéndole las piernas en lugar de estar aquí...

Chris le lanzó una mirada severa y ya iba  a contestarle cuando, de repente, Paul intervino en aquella incómoda conversación.

-Te recomiendo no hacer eso, Lennon, o la bestia de mi hermana decidirá tomar justa venganza rompiéndoles las piernas a todas las fans que se agolpan en el estudio a esperarnos... Y adiós a nuestra reputación de niños buenos por culpa de la enana asesina ésta.

John soltó una sonora risotada.

-Creo que tienes razón...-dijo al fin acercándose a ella y dándole un beso en la mejilla.-Mi niña es un poco bruta y es capaz de todo, ¿verdad?

-No lo dudes.-sonrió ella dejándose hacer.-Y más con esa horda de tías que desean follarse a alguien que es de mi propiedad.

-¿Ves?-rió el chico.-Una salvaje. Por eso la quiero tanto... Pero ya sabes que no tienes por qué preocuparte.

-Yo no sé si tengo que preocuparme o no, pero tú, seguro que no.

-Lo sé.-sonrió John dándole otro beso, esta vez muy cerca de la comisura de los labios.-Te quiero mucho.

-Yo a ti también, aunque a veces te asfixiaría con la almohada.-bromeó ella revolviéndole el pelo mientras él reía sin parar.

-Y respecto a las fans, no te preocupes, Christie.-dijo él cuando acabó de reír.-Ya se encarga tu hermano de no dejar a ni una libre.

-¿Qué?-rió ella volviéndose hacia su hermano.-¿Es que ahora te tiras a las fans?

-A más de una me he...-empezó a contestar Paul entre risas pero, al ver la cara de asco que ponía su hermana, se apresuró a añadir:-Pero John es un exagerado... Las apple scruffs están todas intactas... No las he tocado.

-Todavía.-rió John.

-De todas maneras...-continuó Paul intentando aguantarse la risa por lo que acababa de decir John.-Digamos que  el comentario de John se refería a que ahora estoy disfrutando de mi soltería...

-Me imagino...-respondió la chica.-No me quiero ni imaginar la de tías que habrán pasado por tu casa desde que yo no estoy allí.

-Pues no llevo la cuenta, pero...

-¡Joder, gusano!-le cortó Chris divertida.-Era una manera de hablar, no quiero que me des cifras ni mucho menos detalles.

-Tú te lo pierdes... La verdad es que es bastante interesante...

-Y extenso.-volvió a reír John.

-Bueno, bueno, bueno.-les cortó ella.-Ya está bien, joder. Eres mi hermano mayor, Paul, y por si no lo sabías esos detalles sobre tu vida sexual como que me dan un poco de asco... ¿Acaso te cuento yo los míos?

-¡No!-exclamó Paul poniendo ahora él cara de asco.-¡Ni se te ocurra! No quiero ni imaginarme lo que el energúmeno éste hace contigo y...

-Cosas maravillosas, Macca...

-¡Vale, vale, vale! ¡Ya está! Cambiemos de tema porque no me apetece vomitar esta magnífica cena.

-Así me gusta, hermanito.-sonrió ella.- Y ahora, come y calla. O por lo menos, no hables de eso.

Y así siguieron, comiendo, charlando y riendo hasta bien entrada la noche. Sin duda, fue una cena magnífica.

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No hacía ni media hora que Ringo había salido hacia el estudio cuando el teléfono de casa empezó a sonar con insistencia. Con un bufido de fastidio pues se acababa de sentar en el sofá con la intención de leer un poco, Mary se levantó de su cómodo asiento y se dirigió hacia el teléfono, arrastrando los pies y con cara de pocos amigos.

-¿Sí?-preguntó cuando descolgó, de mala gana.

-¿Casa de los Starkey?-preguntó una voz femenina al otro lado de la línea.

Mary levantó una ceja, extrañada ante aquella pregunta. ¿Quién puñetas llamaba y preguntaba si hablaba con "casa de los Starkey"? Nadie que conociera, de eso estaba segura.

-Sí.-masculló finalmente.-Aquí es. ¿Puedo ayudarle?

-¿Podría hablar con la señora Mary Starkey o con su marido?

-Está hablando con ella.

-Ah, perfecto.-contestó la mujer.-Verá, Mary, llamo de la clínica del Doctor Thompson. Acabamos de recibir los resultados de unos análisis que se hizo la semana pasada.

Mary calló. Había esperado aquel momento con ansias, pero ahora que la habían llamado, un temor irracional se había apoderado de ella. Y es que, pese a que se encontraba bastante mejor, aún no estaba del todo bien y aquello la preocupaba. En realidad, la preocupaba mucho, muchísimo. Y lo peor de todo, sin lugar a dudas, era aquel extraño presentimiento de que algo no iba bien.

-¿Sigue ahí, señora Starkey?

-Sí, sí.-se apresuró a contestar ella saliendo de repente de sus propios pensamientos.-Por supuesto que sigo aquí. ¿Cuándo...?

-El Doctor Thompson dice que esta misma tarde siempre y cuando le venga bien.

Mary suspiró.

-¿A qué hora entonces?

-¿A las cinco?

-Perfecto.-contestó ella.-Allí estaré pues. A las cinco.

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Mary bajó del taxi que la había traído desde Sunny Heights hasta la clínica y bufó mientras miraba el edificio. Estaba mortalmente nerviosa y más, estando ella sola. Y es que, después de haberse debatido entre si debía llamar a Richard al estudio y pedirle que le acompañara, al final había decidido que prefería estar sola y afrontar el buen o mal resultado de aquel análisis ella misma. Si todo salía bien, no había necesidad de hacerle pasar a él por aquel trago de ir a la consulta; y si no... Bueno, si no ya se las apañaría ella para contárselo en el momento que creyera más oportuno.

Casi sin darse cuenta, se encontró a sí misma dentro de la consulta, plantada delante del mostrador de la enfermera, seguramente la misma que la había llamado unas horas antes. La mujer, que la reconoció casi en el acto, le dijo con una sonrisa que esperara en las sillas de la sala de espera hasta que el doctor acabara con el paciente al que estaba atendiendo. Ella, con una sonrisilla forzada, se lo agradeció y la obedeció.

Estaba por ponerse a ojear unas revistas de medicina que parecían tremendamente aburridas para matar el tiempo cuando, de repente, escuchó el ruido de la puerta de la consulta. Instintivamente se puso rígida en su silla y dirigió su mirada hacia allí. Un hombre de unos cuarenta y pocos y bien vestido se despidió del doctor Thompson, quien no tardó en localizarla a ella, allí sentada.

-¡Mary!-la saludó cuando el anterior paciente se alejó.-Me alegro de verte. Pasa.

Con gesto sombrío, la chica se puso en pie y siguió al doctor hacia el interior de la consulta.

-¿Has venido sola?-preguntó extrañado el médico cuando se hubieron sentado ante el escritorio.

-Sí.-respondió Mary.-Richard está en el estudio y no creí oportuno molestarle por unos simples resultados...

-En realidad no son unos simples resultados.-le cortó el doctor con educación.-¿Cómo te encuentras?

-Mejor.-respondió ella.

-¿Han desaparecido las molestias por completo?

-Bueno... En realidad no. Aún sufro de vómitos, pero... El malestar no es tan fuerte.

-Lo suponía. ¿Sangras todavía?

-No, el período se me fue hace unos días.

Nada más decir aquello, el doctor esbozó una sonrisa que a Mary le resultó chocante y agarró el sobre que tenía sobre la mesa. La chica lo miró. Aquello seguramente contenía los temidos resultados.

-Tengo aquí los resultados del análisis del otro día.-dijo el doctor sacando unos cuantos folios del sobre.

-¿Y qué tal ha ido?-preguntó ella sin poder evitar lanzarle una mirada angustiada.

-Bien, bien... No hay anemia ni ninguna cosa que nos deba preocupar, así que tranquila.-contestó el hombre.-Pero... Sí que hay algo más.

-¿Algo... más?

-Sí, algo más.-sonrió él.-Mary, me alegra decirte que estás de enhorabuena.

La chica se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos, intentando asimilar aquellas palabras que acababa de escuchar, unas palabras que se le antojaban prácticamente imposibles.

-¿Q... Q... Qué?-balbuceó ella confundida como muy pocas veces lo había estado en toda su vida.-¿Cómo que estoy de enhorabuena?

-Estás embarazada, Mary.-le contestó el doctor Thompson sonriendo.-Los análisis no dejan lugar a dudas. Eso sí, estás todavía de muy poco, apenas pasas de un mes.

-Pero...-le interrumpió ella que aún no salía de su asombro.-Pero si he tenido el período hace poco y...

-No, no. Ahí nos equivocamos. Creías que tenías el período, pero en realidad el sangrado no se debía a eso aunque te coincidiera con la fecha en la que te tocaba.

-¿Y a qué se debía entonces?-preguntó entre asustada y sorprendida.-¿Acaso tengo riesgo de aborto o...?

-No, tranquila.-respondió el médico.-No tienes riesgo de nada. De hecho, ese sangrado es más común de lo que creemos en las embarazadas en su primer mes. Nosotros lo conocemos como "sangrado de implantación". A veces, cuando el embrión se instala en el útero y entra en contacto con algún vaso sanguíneo del endometrio, se produce este sangrado. Es un sangrado muy similar al de la menstruación y es normal que muchas mujeres crean que están menstruando si encima coincide con los días en los que les tocaba el período.

-O sea, que estoy embarazada.-casi susurró ella.

-Sí.-le confirmó el doctor.-Estás felizmente embarazada. Enhorabuena, Mary.

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Nada más escuchó la puerta de la casa abrirse, Gwen dejó sus pinturas y salió a recibir a George, que acababa de llegar del estudio.

-¡Menuda sorpresa!-exclamó él cuando la vio aparecer por allí.-Pensaba que estarías durmiendo, son más de las dos de la madrugada y...

-Me apetecía esperarte levantada.-respondió ella dándole un beso en los labios.-Y he aprovechado para pintar algo...

-¿En serio?-respondió el chico.-¿Puedo verlo?

-Por supuesto que sí.-sonrió Gwen agarrándolo de la mano y conduciéndolo hacia la habitación que desde hacía poco se había convertido en su improvisado estudio.

-A ver qué ha hecho la artista de la casa...-dijo George cuando entraron en el estudio y miraba el lienzo, sobre el cual Gwen había pintado una extraña pero a la vez hermosa composición a base de azules.-Vaya... ¡es una pasada!

-¿De verdad te gusta?-preguntó la chica entusiasmada.

-Por supuesto que sí.-contestó George sin perderle de vista el lienzo.-¿Es para clase?

-Sí, en realidad sí.

-Pues te van a poner la nota más alta.

-No seas exagerado...

-No lo soy.-sonrió él volviéndose hacia ella y agarrándola repentinamente por la cintura.-Como tampoco exagero cuando afirmo que eres la chica más hermosa que hay en este mundo, como tampoco exagero cuando te digo que te quiero más que a nada en este mundo.

Gwen se quedó mirándolo, entre sorprendida ante aquella repentina confesión y agradecida por escuchar aquello, perdiéndose en aquel par de ojos misteriosos que tanto la cautivaban. Sí, ella también le quería con locura y así sentía que sería siempre.

-Te amo, Gwen.

Y entonces, antes de que a ella le diera tiempo a contestar, George posó sus labios sobre los suyos y le dio un beso extremadamente dulce pero a la vez apasionado. Al parecer, aquella noche iba a alargarse mucho más de la cuenta...


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Tres días. Tres puñeteros días hacía que Mary sabía lo de su embarazo. Tres días en los que no le había dicho absolutamente a nadie nada acerca de todo aquello. Y cuando decía a nadie, era a nadie. Ni siquiera Ringo, que sí que había empezado a notarla algo rara, sabía nada del embarazo. ¿Por qué hacía aquello? Ni siquiera ella misma era capaz de responder a esa pregunta. Posiblemente todo era por miedo. Sí, miedo. Miedo a lo que podían pensar los demás, miedo a que Richard no se tomara a bien el ser padre tan pronto... Y vale, su parte racional sabía que todo aquello eran tonterías, pero no podía evitar caer en aquellas paranoias.  A lo mejor era porque ella misma no sabía aún como tomarse aquella noticia. Y es que pronto su vida iba a cambiar de arriba a abajo, un cambio que ella no había previsto para nada y que la asustaba muchísimo.

Iba a ser madre. Madre. Jamás aquella palabra había tenido aquella magnitud para ella. Pero así era. Iba a serlo y, por mucho que no se sintiera preparada, el destino así lo había dispuesto. Y tarde o temprano tendría que contárselo a Richard.

Mary soltó un suspiro exasperada mientras pensaba en todo aquello y negó con la cabeza para sí misma a la vez acariciaba a Tiger. No. Aún no había llegado el momento de decírselo a él. Primero, ella misma debía de empezar a asimilar aquella noticia...


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Chris salió de la redacción junto con Jordan. Aquella tarde había hecho su primera entrevista. Se había estrenado con un personajillo de poca monta que acababa de fundar un partido político raro, pero la verdad era que estaba satisfecha con lo que había hecho. El único problema de todo aquello era que se les había hecho tremendamente tarde. El hombrecillo en cuestión se había presentado una hora después de lo acordado y habían tenido que trabajar a contrarreloj. Hacer la entrevista, volver a la redacción, redactarla y presentarla justo a tiempo para que pudiera publicarse para el día siguiente había supuesto un verdadero trabajo de locos, pero al final, lo habían conseguido.

-Creo que cuando llegue a casa ni ceno...-dijo la chica cuando llegaron a la altura de su coche.-Directamente me voy a la cama. Necesito dormir...

-Tendrás que ir acostumbrándote, chica Beatle. Ése es el trabajo de un periodista.

-No me llames "chica Beatle" si no quieres que te mate, ¿vale?-le respondió ella dedicándole una mirada suspicaz. Pese a que Jordan le caía muy bien, odiaba la manía que había pillado por llamarla así.-Y ya sé que es el trabajo de un periodista, listo.

-Vale, vale...-rió su compañero.-Tampoco hace falta que te pongas así... ¿Podrás disculparme, chic... Christine?

Chris no pudo evitar que se le escapara una risita con aquello.

-Me lo pensaré.-bromeó a la vez que entraba en su coche.-Nos vemos mañana, Jordan.

-Si no nos quedamos durmiendo en casa.

-Es una idea muy tentadora... Adiós.

Y dicho esto, la chica metió la llave en el contacto y arrancó. No obstante, el ruido del motor se apagó manera inmediata. Volvió a intentarlo, pero volvió a pasar lo mismo. Aquel maldito trasto no iba.

-Mierda...

De repente, unos golpecitos en la ventana, la hicieron volverse. Jordan la miraba curioso.

-El trasto éste no arranca.-le dijo ella abriendo de nuevo la puerta.-No sé qué coño le pasa.

-No llames trasto a esta joya.-le contestó él fingiendo escandalizarse.-Si quieres ver un trasto, échale un vistazo a mi coche. A ver... ¿me dejas?

Chris asintió y bajó del coche para que Jordan pudiera sentarse delante del volante. El chico intentó arrancar varias veces como ella antes había hecho pero, de nuevo, todos los intentos fueron en vano.

-No va, ¿no?-preguntó ella intentando reprimirse las ganas de pegarle una patada al coche.

-Tiene toda la pinta de ser la batería...-dijo Jordan saliendo del coche.

-Pues vaya gracia...-masculló ella enfadada.

-Oye...-empezó a decir el chico.-Si quieres te puedo acercar a casa, es tarde y...

Chris se lo quedó mirando durante unos segundos, sopesando la respuesta.

-Mejor pillaré un taxi, seguro que no te viene de paso. Pero gracias de todas maneras.

-En serio, no me cuesta nada.-insistió el chico.-Vives en el centro, ¿verdad?

-Sí.

-He quedado a cenar con unos amigos en Carnaby Street, o sea que me da igual pasar y dejarte en casa...

La chica soltó un suspiro. Al parecer Jordan no aceptaba un no por respuesta y la verdad era que a ella no le vendría nada mal que la acercaran a casa. Estaba cansadísima y lo último que le apetecía en el mundo era ponerse a buscar un taxi a aquellas horas o, peor aún, pillar el metro donde se arriesgaba a que la reconocieran en el acto.

-Está bien, a casa pues.-claudicó al fin.-Te debo una, Jordan.

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John miró el reloj nuevamente y soltó un bufido de resignación, nervioso. Era muy, muy tarde, y Chris todavía no había llegado a casa. Además, para colmo, ni siquiera había llamado por teléfono para avisar que tardaría. Intentó calmarse a sí mismo pensando en que aquel retraso se debería a cualquier banalidad y no a algo malo y, además, se recordó a sí mismo que la chica no habría llamado para avisar porque en teoría él a esas horas debería de estar en el estudio y no en casa.

Apartando casi con brusquedad a Mimi de encima de él se puso en pie y se dirigió hacia la ventana nuevamente. La gata soltó un maullido a modo de queja a la vez que él entreabría la cortina y miraba hacia la calle, preocupado. Se encendió un cigarrillo y se apoyó contra la pared, sin perder detalle de los coches que iban y venían, esperando a que de un momento a otro apareciera su Mini. Abajo, en la calle, un par de fans  cansinas a las que ya conocía de sobras porque lo seguían a todas partes, lo reconocieron en el instante y le saludaron con la mano. Él ni siquiera se molestó en devolverles el gesto. No estaba para tonterías en esos momentos...

Estaba a punto de apartarse de la ventana y de volver al sofá cuando, de repente, un Renault blanco se detuvo justo delante de la puerta de acceso a la finca. No hubiera hecho caso de aquello de no ser porque las dos fans de antes saludaron esta vez hacia el interior del vehículo. John, extrañado, dirigió su vista hacia el coche. Un chico de pelo rizado, bastante bien parecido, salió de la parte del conductor y corrió a abrir la puerta del copiloto. De allí dentro, ni más ni menos, salió Christine, que reía sin parar a la vez que el chico del pelo rizado parloteaba también entre risas.

Y entonces, John perdió la razón por completo.

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-Juro no volver a catalogar el Mini de John de trasto en toda mi vida.-rió Chris mirando el Renault de Jordan.-Al menos allí la puerta del copiloto se puede abrir desde dentro.

-¿Te había dicho que esto sí que era una chatarra o no?-preguntó Jordan divertido a la vez que le daba una patada a la puerta.

-Eso le falta, que encima le des golpes...-bromeó ella.-En fin, Jordan, muchas gracias por traerme.

-De nada.-respondió el chico.-Aunque visto el estado de la tartana esta que yo tengo es muy probable que algún día me tengas que acercar tú a mi casa también.

-Pues lo haré.-sonrió ella.-De todos modos, te debo una.

-Mañana me invitas a desayunar y ya estamos en paz.

-Tienes la cara muy dura, ¿eh?-rió Chris.

-No lo sabes tú bien... ¡Hasta mañana!

-¡Hasta mañana!

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John se sentó en el sofá intentando reprimir la rabia que sentía dentro de sí. Rabia, indignación, traición y... celos. Celos y más celos. Sabía que aquel momento llegaría, lo había sabido desde un primer momento. Al parecer, Christine se había cansado de tenerlo sólo a él. Posiblemente quisiera experimentar con otros hombres, posiblemente había dejado de quererlo. Aquella posibilidad lo carcomía por dentro. Él la quería, la sentía como suya y no estaba dispuesto a que nadie más la tocara. Aquello lo enfurecía, lo volvía loco, le hacía perder los estribos.

De repente escuchó la puerta abrirse. Miró hacia la puerta del salón, furioso, pero no se movió. Esperaría a que ella fuera allí, mejor.

-¡John!-exclamó ella sorprendida cuando entró allí y lo vio, sentado.-¡Estás aquí, qué sorpresa!

-Supongo que así ha sido.-respondió él, sombrío.-Una verdadera sorpresa para ti, ¿verdad?

-Pues sí.-le contestó Chris, mirándolo con el ceño fruncido.-Te hacía en el estudio.

-Hemos acabado pronto.

-Entiendo.-dijo la chica a la vez que se acercaba hacia él.-Me alegro de verte.

Christine se inclinó hacia él con la evidente intención de darle un beso, pero él se apartó con brusquedad. Ella se quedó mirándolo, contrariada.

-Ni se te ocurra hacer eso.-dijo él empezando a notar como la sangre le empezaba a arder en las venas.-Ni se te ocurra darme un puto beso o hacer como si no hubiera pasado nada.

-¿Pero qué...?-susurró ella.

-¡¿Qué?!-casi gritó él poniéndose en pie casi de un salto.-¿Aún tienes la cara tan dura como para preguntarme eso?

-¡John!-exclamó ella exasperada.-¿Qué te pasa?

-¡Te he visto!-gritó él acercándose a ella mientras respiraba agitadamente.-¡Te he visto saliendo del puto coche de ese subnormal!

-John...-susurró ella empalideciendo de repente.-Era Jordan, no pasa nada. El coche no me arrancaba, se ha quedado sin batería y él me ha...

-¡Mierda! ¡No me sueltes excusas joder! ¡No cuando os he visto!

-Pero yo no...

-¡¿Tú no qué?! ¡¿Qué?! ¡Os he visto con vuestras risitas! ¡He visto como te abría la jodida puerta! ¿Qué pasa? ¿Ahora te gustan las mariconadas esas? ¿Te ponen cachonda?

-¿Pero qué mierdas me estás contando?-exclamó ella.-¡No te montes películas! ¡Sólo es un compañero de trabajo que me ha acompañado a casa!

-¡Sí, por supuesto! ¡Un compañero que te deja en casa después de que te lo hayas follado! ¿Me equivoco?

Christine iba a contestarle algo pero, cuando escuchó esas últimas palabras, cerró la boca de nuevo de repente.

-¿Cómo has dicho?-siseó ella mirándolo con furia.

-Lo que has oído.-le respondió él, que aún estaba más furioso que ella.-Te acuestas con ese Jordan, ¿verdad?

-¡NO!-exclamó ella exasperada a la vez que los ojos se le inundaban en lágrimas.-¡No, no y NO!

Después, la chica arrancó en un llanto desesperado. John la miró, seguía muy enfadado y las lágrimas sin consuelo de la chica no le conmovían para nada. Él aún se sentía mucho más herido que ella, muchísimo más, y lo único que quería era escapar de allí, estar solo durante unas horas y pensar, pensar muchísimo. Así que, sin más, se dio la vuelta y se largó de casa. Todavía escuchó los sollozos de Christine cuando cerró la puerta pero no, aquello no le importaba.

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Agarrar el coche en sus condiciones no era lo más recomendable, pero estaba demasiado enfadado con todo como para ponerse a pensar. Salió de Londres en dirección al norte y condujo por carreteras solitarias a una velocidad pasmosa, pisando el acelerador de su Ferrari a fondo, sin preocuparse por nada más que correr y alejarse de todo y de todos lo máximo posible.

Paró en medio de la nada, en un páramo solitario, y apagó el motor. Después, se desmoronó por completo, apoyó la cabeza contra el volante y empezó a llorar.

Se sentía mal, fatal. Y dudaba... Dudaba de ella, dudaba de la persona que más quería en el mundo aunque sabía en lo más profundo de su ser que no le mentía, que no le engañaba. Pero el miedo... El miedo a que algún día se cansara de él y lo dejara, ese miedo seguía ahí, presente, como un fantasma amenazante que se ocultaba entre las sombras. ¿Por qué se había comportado así con ella? ¿Por qué no podía evitar tener aquellos sentimientos que lo devoraban por dentro, poco a poco y sin descanso? ¿Por qué parecía que estuviera predestinado a hacer daño a aquellos a los que quería? Ojalá tuviera una respuesta, pero John no lo sabía. No sabía qué era lo que le pasaba, cuál era su maldito problema y quizá por eso no podía evitarlo.

-¡Mierda, mierda, mierda! ¡Joder!-gritó antes de dar un fuerte golpe en la guantera del coche.

De repente, la guantera se abrió. John la miró: había roto el cierre con el maldito golpe. Pero, no obstante, lejos de fijarse en aquello, su mirada se posó sobre una pequeña bolsa de tela, una bolsa de la que casi se había olvidado por completo. Alargó su mano, la agarró y la abrió. Miró hacia su interior y dudó unos segundos en si debía hacerlo o no. No obstante, sus dudas pronto se disiparon: en aquellos instantes la jodida realidad era demasiado dura como para poderla soportar así, sin más.

Y entonces, sacó de ella una tableta de LSD y se la metió en la boca. Lo necesitaba. Lo necesitaba más que al aire que respiraba. Sin lugar a dudas, el ácido era la única compañía que necesitaba en aquellos momentos.

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Ni siquiera fue consciente de que ya había amanecido. Se había pasado toda la puñetera noche llorando, tumbada sobre la cama, sin saber si desear que John regresara a casa de una vez o que no apareciera en muchas horas. ¿Cómo había podido acusarla de eso? Aquello era absurdo, ni tan siquiera se le había pasado por la mente el ser infiel a John con nadie, y ahora él la estaba culpando de hacer la última cosa que habría hecho en el mundo. John sabía que lo quería, debía de saberlo. Se lo intentaba demostrar a todas horas, se desvivía por él... Y aun así aquellos malditos celos continuaban dominándolo.

De pronto, escuchó la puerta abrirse. Se puso tensa. John había regresado a casa. Lo escuchó caminar por el pasillo y, de repente, la puerta de la habitación se abrió. Chris, que vio inútil el hacerse la dormida, se volvió hacia él y lo miró a los ojos. Y entonces, enseguida lo comprendió: John estaba colocado de LSD por completo. Ni siquiera se dijeron nada mientras ella contenía de nuevo las ganas de echarse a llorar como una niña a la vez que él se desnudaba y se metía en la cama a su lado.

-Siento lo de antes.-susurró él cuando apagó la luz.

Pero Chris no pudo contestar. Su voz, mecánica y monótona, que dejaba en evidencia su estado, la hizo desmoronarse y empezó a llorar nuevamente en silencio. Él ni siquiera se dio cuenta, estaría demasiado concentrado en los efectos del LSD como para prestarle atención.

John había incumplido nuevamente sus promesas. Y es que, una vez más, los malditos celos y el maldito ácido se habian vuelto a adueñar de él. Chris tenía la sensación de que John había dejado de ser John una vez más.




Chicas! Qué hay??? Aquí llego con el primer capi del año y, como no, os quiero desear a todas un Feliz 2013 lleno de música y de buenos momentos. Que este año se lleve todos y cada uno de los problemas que borran vuestra sonrisa y a pasarlo bien! :)

Y por cierto, muchas gracias por vuestros comentarios. Os adoro a todas, y para mí es muy importante ver que seguís leyendo esto! :D Por cierto, Paul ha aparecido de nuevo, por lo que decíais algunas. La otra cuestión que algunas me habéis planteado, ya la responderé más adelante en un momento un poco más "serio", por así decirlo, jeje.

Espero que más o menos os haya gustado este capi. Si no, quejas, amenazas y demás, en el apartado de "Publicar comentario", jajaja.

Un abrazo!

4 comentarios:

  1. qué tristeeeeee!! aunque la verdad me reí un poquito con la parte del reclamo de John jajajaa ayyy pero pobre Chris :( Paul ya se te extrañaba!!Y yo sabía que Mary estaba embarazada!! ya me había asustado, qué bueno que no es nada grave, aunque ya que le diga a Ringo, yo sé que se lo va a tomar súper bien!

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  2. Acá vengo yooo! Después de un montón de tiempo! Pero vos sabés que estaba convaleciente, y acá vengo, arrastrándome desde mi lecho de muerte a comentarte...Ya sabés Cloquell, para mi funeral, quiero flores amarillas...ahh re exagerada jajajaj Pero te digo algo, si tu tocaya presidenta me hubiera regalado una netbook como les regaló a todos, te hubiera comentado desde mi cama, pero como no me la regaló, tuviste que esperar a que me levantara para ver aqui mi ilustre comentario XD
    Ya me dejo de pavadas, lo que pasa es que quedé traumada por la foto de Ringo y el Samsung Galaxy XDDDDDD
    A ver, que la Mary ésta hable de una vez, tampoco va a ser madre soltera, o sea....que malo puede pasar? Que hable antes de que a Ringo le pase como a mi tío.....uy esa historia tengo que contartela, fue EL desastre familiar. Solo digo que a Ringo no le digan dentro de 9 (perdón, 8) meses, que su mujer está en el hospital y que cuando vaya no se encuentre con que....tiene un bepi. Y él no se habia dado cuenta. Bueno, eso le pasó a mi tío jajjajajajajaj
    Sigo. Sigo y sigo. Me parece que el proximo bepi va a ser de George, no? Andan muy acaramelados estos dos jajajja
    Y bueno....teníamos que caer en John. Estos son los momentos en los que me dan ganas de entrar en el monitor y pegarle. No pude ser tan celoso! Por que es asi??? Como va a dudar de Chris sólo porque tiene un compañero que la llevó hasta la casa, un compañero que ella ni siquiera registra! Y encima, después, cuando cagó todo, se aparece con un "perdón" que es absolutamente al pedo porque capaz que ni cuenta se da de que lo está diciendo, porque está re drogado.
    Sí, por si no te diste cuenta, me enojé.
    Ahora me voy, chau.


    Mentiraaaa.....jajajjaa
    Me hacés sufrir Cloquell! Eso no se vale!
    Bueno, ahora si te dejo, subi pronto cheee, que tengo que saber que pasa con esto....y no me hagas llorar!

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  3. yo de vuelta jaja. Acabo de escuchar un tango (qué digo tango, un tangazo) muy aplicable al capitulo. Está muy en lunfardo pero la idea está XD
    http://www.youtube.com/watch?v=czcR2Br7HmQ&feature=youtube_gdata_player

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  4. hola! D: hace bastante que no te comento y apenas y lei esto! me siento terrible u.u bueno, veamos, el cap en si, joder, cris trabaja finalmente! su nuevo compañero me agrada, parece amigable y eso pero... john no piensa lo mismo D: me dio mucha pena cuando lei eso, osea que le pasa!? primero se pone a joderle sobre su compañero de trabajo que tiene super poquito de conocer y despues va y se mete lsd! no entiendo a john, por eso me gusta mas george :3 pero igual y me parece que has captado de una manera muy precisa los celos de john, porque creo que tu lo sabes mejor que nadie, que aunque no se viera, era bastante inseguro y aqui se ve muy bien eso. pobre cris, la verdad, feliz con su empleo y su nuevo amigo y llega este con sus celos y se lo arruina todo. y y y MARY! EMABARAZADA! JODER!!! ya que le diga a alguien! se va morir guardando un secreto asi! jjajajajaja
    realmente tengo ganas de entrar a tu fic y golpear a john, no puedes hacer que gwen accidentalmente le pase el auto en cima? x DDD ok no. bueno cris, te dejo, excelente, fabuloso, INCREIBLE cap como siempre, luego dices que la genia soy yo, no nono si aqui la genia eres TU! abrazos y besos! sube pronto, pasa a leer lo mio! adios! :3

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