lunes, 28 de enero de 2013

Capítulo 74: Meditación y pérdidas

Pese a que no llevaba mucho tiempo ingresado, Brian sentía que ya no podía más. No aguantaba estar encerrado entre aquellas cuatro paredes. No era que lo trataran mal, nada más lejos de la realidad, pero era como estar encerrado en una inmensa jaula. Una jaula de oro, quizá, pero una jaula al fin y al cabo. Y él, después de haber llevado una vida tan ajetreada en los últimos años, no podía hacerse el ánimo de pasarse allí las horas, sin hacer nada más que pensar. No obstante, debía de reconocer que aquel ingreso, aunque no muy largo, le había hecho mucho bien: apenas se acordaba del alcohol y de sus pastillas y estaba completamente convencido de que sería capaz de reemprender su vida anterior sin caer de nuevo en ese infierno. Pero, por desgracia, el médico que lo trataba no parecía tan seguro de ello.

-¿Está seguro que quiere solicitar el alta voluntaria?-le preguntó por enésima vez el doctor sin esforzarse por ocultar su escepticismo.

-Ya se lo he dicho.-le respondió él. Estaba empezando a cansarse de aquella infructuosa insistencia.

-¿Es consciente de que no es recomendable que abandone la clínica hasta pasado cierto tiempo?Verá, las posibilidades de recaer en sus adicciones todavía con más fuerza son elevadas si el proceso de desintoxicación no ha sido completo...

-Da por hecho que mi proceso aún no ha terminado.-le replicó Brian educadamente.-Sin embargo, apenas me acuerdo ni del alcohol ni de las pastillas. Lo pasé muy mal los primeros días, pero ahora le aseguro que estoy bien.

-No es lo mismo estar en la clínica que ahí fuera., donde va a tener todas las sustancias que quiera al alcance de la mano.  Incluso podrían llegar a ofrecérselas directamente.-dijo el doctor.-Creemos que el paciente está completamente preparado para volver a su vida normal cuando no sólo no se acuerda de consumir sustancias sino que además es capaz de decir que no en el caso de que se lo pongan delante. Y, disculpe mi atrevimiento señor Epstein, pero desde mi punto de vista dudo mucho que usted pueda hacer eso todavía.

Pese a que aquellas últimas palabras poniendo en duda su fuerza de voluntad le habían molestado muchísimo, Brian esbozó una sonrisa diplomática, de esas que tantas y tantas veces había tenido que dedicar a los medios de comunicación y a infinidad de gente más.

-Pues permítame decirle, doctor, que yo no comparto su punto de vista.-contestó al fin intentando parecer lo más educado posible.-Sinceramente creo que sé que sería capaz de renunciar a todo lo que sé que me hace daño, aunque me lo pusieran delante. Confío en tener el suficiente sentido común para ello.

-No dudo de su sentido común, señor Epstein. Sólo pretendía decirle que en tan poco tiempo dudo mucho que esté curado del todo.-se apresuró a disculparse el médico.-Pero... En fin, si quiere firmar el alta voluntaria, es su decisión. Aquí no pretendemos retener a nadie contra su voluntad.

-Me alegro de que lo haya entendido.-sonrió él.-Y confíe en mí: no recaeré.

El doctor le dedicó una mirada llena de dudas pero no dijo nada. Simplemente se limitó a tenderle el papel del alta para que Brian firmara. Él firmó, satisfecho, sintiéndose como un preso que se estaba firmando a sí mismo la libertad. A continuación, le tendió de nuevo la hoja al médico, que seguía mirándolo escéptico.

-Aquí tiene.

-Gracias.-masculló el doctor cuando agarró el papel.-Cuando usted lo desee, puede recoger sus cosas e irse a casa. Ha sido un placer tenerlo con nosotros. Le deseo la mejor suerte del mundo.

Los dos se pusieron de pie y se estrecharon la mano con firmeza.

-El placer ha sido mío.-le contestó Brian.-Me han ayudado mucho, se lo aseguro.

-Sólo hacemos nuestro trabajo.-le sonrió el doctor.-Adiós, señor Epstein.

El joven médico se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta de la habitación. No obstante, antes de salir, volvió a girarse y miró a Brian.

-Señor Epstein...-dijo.-Espero que no sea el caso, pero no dude en ponerse en contacto con nosotros para cualquier problema que le surja. Ya sabe que estamos aquí para ayudarle en lo que necesite.

Brian esbozó una sonrisa sincera. En el fondo, aquel tipo le había caído muy bien.

-Descuide, lo tendré en cuenta.-contestó.-Pero le aseguro que nunca más me volverán a ver por aquí.

Y tenía razón. Mucha. Aquel joven doctor jamás volvería  a ver a Brian Epstein por allí.

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-Deje que le ayude...

Chris sonrió complaciente, pero apartó levemente la maleta parta evitar que el chófer se la agarrara.

-Tranquilo, Les.-le respondió.-No pesa, ya la pongo yo en el maletero.

-Como quiera...-masculló el hombre, aunque quedaba en evidencia que no estaba convencido para nada.

La chica soltó una risita por lo bajo a la vez que colocaba la maleta en el maletero del coche. Le hacía mucha gracia ver como Les se desquiciaba cada vez que insistía en hacer ella misma las cosas. Pero era cierto, se sentía muy incómoda comportándose como una especie de marquesita malcriada que ni siquiera podía abrirse por sí misma la puerta del coche.

-Joder, pequeña, ¿dónde te habías metido?-preguntó de repente John, que acababa de aparecer en el garaje con su maleta.-Me descuido un rato y cuando me doy la vuelta ya has desaparecido... Con tu maleta.

-Tenía que bajarla, ¿no?-sonrió ella.

-Ya... Si me hubieras esperado, te habría podido ayudar.

Chris soltó un bufido, entre molesta y cansada.

-Tengo manos. Míralas.-contestó levantando sus manos en dirección a John.-Puedo bajarme una mísera maleta yo misma sin ayuda.

-No te va eso de ser una princesita mimada, ¿verdad?-sonrió John acercándose.

Les agarró la maleta del chico, que al contrario que su novia, no se negó a ello. Después, John le dio un breve beso a la chica.

-Sé que no te van mucho estas cosas.-dijo en voz baja de repente.-Pero aun así, quieres que vayamos a Bangor...

Chris sintió como el corazón paraba de latirle durante unos segundos. Al parecer, la que ella creía que había sido su genial actuación para hacerle ver a John que estaba realmente interesada por el Maharishi no había sido tan buena.

-¿Cómo?

Él se limitó a soltar una risita y le acarició la mejilla suavemente.

-Que sé que todo esto no te ha gustado nunca ni te gusta...-dijo al fin.-Nadie cambia tan de repente de parecer, y mucho menos tú, que eres de ideas fijas.

Aquello era imposible de rebatir, así que Chris se limitó a sonreír, avergonzada.

-Así que gracias.-continuó John.-Sé que lo haces por mí, porque sabes que yo sí que estoy interesado en estas cosas.

-De nada.-masculló ella con un hilillo de voz.

John le dio otro beso, dulce, y se metieron en la parte trasera del coche sin mediar ni una palabra más. Una vez allí, Chris se recostó contra el pecho de John. Justo cuando Les arrancó el Rolls, suspiró pensando en lo último que él le había dicho. Tenía razón, pero sólo a medias. Sí, iba a Bangor por él, pero no porque supiera que estaba interesado por esas cosas. En realidad, Christine iba a Bangor porque guardaba la esperanza de que John dejara, de una maldita vez por todas, aquella adicción suya que estaba poniendo todo lo que habían construido en peligro. Y ojalá lo hiciera.

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Lo primero que hizo Brian cuando entró en casa fue descolgar el teléfono. Tenía unas ganas locas de hablar con él, de decirle que por fin había regresado, que sentía no haber avisado antes de irse, pero que aquel ingreso le había hecho mucho bien y que le había convertido en un hombre nuevo. O al menos, eso creía.

Con las manos temblorosas, marcó el número de teléfono que ya se sabía de memoria. No es que hubiera llamado infinidad de veces, mucho menos desde que ella vivía con él, pero aun así lo tenía grabado en su mente como si fuera el suyo propio.

Esperó pacientemente a que contestara. Un tono. Dos. Tres. Cuatro. Lanzó un bufido fastidiado; era raro que tardaran tanto a responder. Cinco. Seis. Miró su reloj de pulsera; a esas horas debería estar en casa. Siete. Ocho. Definitivamente parecía que no iban a contestar. Nueve. Diez. Otro bufido; ¿dónde se había metido?. Once. Doce. El teléfono dejó de sonar automáticamente a la vez que Brian colgaba con un golpe seco el auricular del teléfono.

Se quedó allí plantado, mirando hacia la pared durante unos segundos. Seguramente John habría salido a hacer cualquier cosa con Chris. De todas maneras, no obstante, le extrañaba que estuvieran haciendo algo cuando apenas era poco más de media mañana. Sabía que tanto al uno como al otro les encantaba dormir y tenía constancia de que ese día no tenían nada qué hacer, ningún compromiso que atender.

Entonces, casi sin pensárselo, descolgó de nuevo el teléfono de manera automática y marcó el siguiente número que le vino a la cabeza, el de Paul. A lo mejor, estaban allí, en su casa. Al fin y al cabo, Paul era el hermano de Christine aparte del amigo de John y no sería nada raro que estuvieran en su casa, incluso que se hubieran quedado a pasar la noche allí. Pero de nuevo, nadie contestó.

Frunció el ceño. John no estaba; Paul, tampoco. ¿Dónde se habían metido? Volvió a colgar intrigado y más por curiosidad que por otra cosa llamó, primero a casa de Ringo y después a casa de George. Ninguno contestó. Parecía que los cuatro se hubieran evaporado. No sabía qué podían andar haciendo y, al parecer, la única que podía darle alguna información era la secretaria de su oficina. Debería llamar. De todas maneras, allí más que en ningún otro sitio necesitaban saber que ya había salido de la clínica.

-NEMS Enterprises, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?

Brian no pudo evitar dibujar una sonrisa ante la pregunta automática de Amy, la secretaria. Por un momento se olvidó de la ausencia de los chicos y se regocijó en la idea de que por fin había vuelto a la vida normal que había dejado atrás.

-Buenos días, Amy. Soy Brian.

-¡Brian!-exclamó la chica sorprendida.-¿Cómo te va?

-Estupendamente.-contestó él.-Tanto que pensaba pasar a haceros una visita.

-¿Una visita? Pensaba que en la clínica esa no os dejaban salir...

-El caso está en que ya no estoy en esa clínica, Amy.-le respondió Brian ufano.-Ya estoy en casa.

-¡Vaya! ¡Menuda alegría! ¿Te han dado ya el alta?

-En realidad he solicitado yo el alta voluntaria, pero es lo mismo.-contestó.-Creo que ya estoy bien. A punto para volver a la batalla.

-Me alegro de que digas eso.-dijo la chica. Su voz sonaba sincera y eso reconfortó a Brian.

-Sí, yo también.-respondió.-Por cierto, Amy... Quería preguntarte una cosa... He llamado a los chicos y no contesta nadie. ¿Tienes idea de dónde están?

-Oh, sí. Por supuesto que tengo idea de dónde están, yo y media Inglaterra, por cierto.-contestó ella con desgana.

Aquello le chocó muchísimo a Brian, pero no dijo nada, a la espera de que Amy continuara hablando y le aclarara su duda.

-No me extraña que no lo sepas.-continuó la chica.-Ya sé que en esa clínica estabais por así decirlo aislados del mundo, por así decirlo, me lo dijiste antes de irte. Por eso precisamente yo no te había querido comentar nada de todo esto mientras estabas allí...

-¿Pero qué es lo que ocurre?-preguntó Brian, que iba intrigándose más y más por momentos.

-Bien... ¿Sabes lo que ha pasado con ellos? Creo que...-inmediatamente Amy bajó el tono de voz, como si fuera a contar un gran secreto.-Creo que se han unido a una secta o algo por el estilo.

-¿QUÉ?-se asustó él.-¿Cómo que...?

-Lo siento, lo siento, no quería decir eso...-se apresuro a disculparse Amy cuando vio la reacción de Brian.-Lo que quería decir es que se han unido a ese... Mashariji o como se llame.

-¿El Maharashi?-preguntó Brian sorprendido ante esa noticia.

-Sí, eso, como se llame... ¿Sabes quién es?

-Por supuesto que sé quién es.-le cortó Brian.-Pero no tenía ni idea de que los chicos hubieran entablado contacto con ese tipo...

-Al parecer fueron a una reunión con él y se convencieron. No sé qué diría, pero la verdad es que pareció impresionarlos, a los cuatro.-continuó Amy.-Y ahora han ido con él a Bangor, en Gales.

-¿A Gales? ¿Y qué han ido a hacer allí?-preguntó Brian, que estaba más y más descolocado por momentos. Jamás habría imaginado aquello.

-Según dicen una especie de cursillo o jornadas espirituales o algo por el estilo.-respondió Amy.-Van a estar unos días allí con él. Las chicas han ido también con ellos.

-Entiendo...-masculló Brian.

-Brian, oye...-le dijo Amy.-Estoy segura de que esto no es más que otro de sus caprichos. Ya los conoces, tú mejor que nadie.

-Lo sé, Amy.-sonrió él al ver la preocupación de la chica. Estaba claro que había notado que aquella noticia le había caído encima como un cubo de agua fría.-No te preocupes... Escucha... Quizá no me pase hoy por la oficina. Ya sabes, mientras me instalo y descanso un poco...

Aquella extraña noticia le había hecho cambiar de parecer en cuestión de segundos. Ya no tenía unas ganas locas de incorporarse a su trabajo. Ahora, sólo tenía ganas de estar solo y meditar.

-Tranquilo, Brian. Nosotros nos encargamos de todo.

-Sabía que podía confiar en vosotros.-respondió él.-Nos vemos el lunes, pues.

-Hasta el lunes.

Brian colgó el teléfono nuevamente y se quedó mirando a la pared, reflexivo. Ahora, al parecer, los chicos se habían colgado por aquel Maharishi... Lo que le faltaba.

***************************************

Mary miró a Gwen una vez más intentando no aguarle la fiesta con su cara larga. Lo cierto era que el entusiasmo de su amiga contrastaba con su fastidio y con el escepticismo latente de Chris, que pese a que había decidido adoptar una misteriosa actitud diplomática nada común en ella, no podía ocultar que preferiría haber estado en cualquier otro sitio antes que allí.

-Yo creo que esto de la meditación es algo muy importante.-dijo Gwen antes de seguir mordisqueando la manzana que tenía entre manos.-Sobre todo para nosotros, que llevamos esa vida tan ajetreada lidiando con los medios de comunicación y todo eso...

-Sí, tienes razón.-contestó Chris esbozando una sonrisilla malévola mientras le dirigía una mirada suspicaz a Mary.-Sobre todo le vendrá bien a nuestra señora Starkey. A ver si así es capaz de contenerse cuando los periodistas la acosan sobre el tema del embarazo y no acaba matando a alguno...

-Ja, ja, ja.-fingió reírse ella, aunque debía de reconocer que en el fondo la broma de su amiga le había hecho gracia.-Eres lo más gracioso del mundo, Christine.

-Por supuesto que lo soy.-le sacó la lengua la chica.

-Oh, chicas, venga...-les dijo Gwen intentando parecer seria, aunque era evidente que también se lo estaba pasando en grande.-Tomaros esto un poco más en serio, ¿queréis?

-John ya se lo toma en serio por los dos.-masculló Christine poniéndose repentinamente seria.-Al menos espero que todo esto le haga algún bien...

-Ya verás como sí.-se apresuró a contestarle Gwen.-La meditación puede ayudarle mucho, ¿sabes?

-Eso espero... -murmuró ella.

Fue al decir esto cuando Mary se dio cuenta de por qué Chris había decidido ir a Bangor con John. En aquellos momentos quedaba claro que Chris sería capaz de aferrarse a un clavo ardiendo con tal de que John dejara de lado todas sus mierdas. Pero, sinceramente, ella dudaba de los resultados. Aunque John consiguiera olvidarse del ácido y del resto de drogas, meterlo de cabeza en todo aquello a lo mejor no era lo más conveniente. Y es que, podía dejar la droga para obsesionarse con todas esas cosas. Era como si del fuego, saltara a las brasas. Pero, obviamente, ella no iba a decírselo a Christine así, tal cual.

-Bueno, chicas.-dijo de repente Gwen mirando su reloj de pulsera.-Última reunión del día. Vayámonos o llegaremos tarde.

-No creo que lleguemos tarde...-masculló Mary de mala gana mientras se ponía en pie.-Al fin y al cabo creo que el Maharishi está muy ocupado haciéndose fotos con ellos...

Tanto Gwen como Chris le lanzaron a Mary sendas miradas, una de desaprobación, la otra de comprensión. No obstante, a Mary aquello no le importaba. Estaba cansada, empezaba a sentirse pesada, estaba irascible y lo único que quería era irse a la cama o estar un rato con Ringo. Y el hecho de que en aquellos momentos tuviera que renunciar a aquel deseo para ir a ver a ese maldito Maharishi que no le hacía ni pizca de gracia sólo hacía que se pusiera de peor humor.

**********************************

No tenía ni idea de por qué había salido esa noche, pero lo había hecho. Lo había hecho y había cometido el peor de los errores posibles. Y es que, pese a que no había probado ni una gota de alcohol, Brian podía afirmar que había pasado una de las peores noches de su vida. Es más, hubiera preferido estar completamente borracho para poder soportar la vergüenza, el bochorno y el dolor que sentía en aquellos momentos, mientras intentaba salir de su coche cojeando.

A duras penas consiguió ponerse en pie y entró en su casa. Nada más encendió la luz de la entrada, el espejo que tenía encima del mueble del hall le devolvió una imagen patética. Brian se miró detenidamente durante unos segundos. Tenía el labio partido, la nariz hinchada y el cuello de la camisa lleno de sangre. Suspiró y soltó una risotada amarga al recordar que él mismo, esa misma mañana, había pensado que era un hombre nuevo. ¿Nuevo? ¡Y una mierda! Era el mismo de siempre, sólo que menos borracho. Era el mismo fracasado al que uno de sus ligues de una noche, un tipo que no parecía ser el mala cabra que había resultado ser, le había dado otra monumental paliza después de pasar un rato con él. El mismo fracasado que a nadie le importaba. El mismo fracasado que jamás lograría ser feliz. El fracasado que no tenía ni idea de por qué había nacido.

Entró en el comedor arrastrando los pies y se dejó caer sobre el sofá. Cerró los ojos intentando no pensar en los pinchazos que le daba la sien, pero acabó por abrirlos al cabo de un rato atormentado por sus propios pensamientos. Se levantó casi de un salto y movió la cabeza enérgicamente a un lado y a otro, intentando apartar de sí aquellas lúgubres imágenes que su mente se empeñaba en ofrecerle. Imágenes de sus fracasos. Imágenes que le recordaban lo mierda que era...

Caminó nervioso, de un lado a otro y cojeando, durante unos instantes y, de repente, sus ojos se posaron en el mueble bar del comedor. Sabía que no debía hacerlo. Sabía que no debía abrirlo y volver a caer pero... ¿qué sentido tenía todo en aquellos instantes? ¿Qué sentido tenía el hecho de que él se mantuviera sobrio? ¿Acaso aquello había cambiado en algo su suerte? No, la respuesta era no. De hecho, el mantenerse sobrio sólo le había hecho darse cuenta de la mierda de realidad que le rodeaba de una manera más cruel. Necesitaba aquello. Necesitaba un trago para aliviar aquel dolor...

Se dirigió casi desesperado hacia el mueble bar y lo abrió, agarrando la primera botella que parecía lo suficientemente llena como para poder pillar una buena borrachera. La destapó y dio un gran sorbo de ella, directamente. Era whisky. Whisky del bueno. Agarró la botella y siguió bebiendo mientras caminaba nervioso, casi histérico, de un lado a otro, esperando a que pronto los efectos del alcohol mitigaran sus sentimientos. No obstante, a cada trago que daba, la realidad adoptaba ante él una forma mucho más amarga. Su vida era una mierda y no podía hacer nada por evitarlo.

Dio una patada furioso a una de las sillas, que cayó al suelo con un ruido seco. Y entonces, casi en un impulso, Brian, sin pensar nada más, se dirigió hacia su habitación en busca de sus pastillas. Necesitaba dormir. Necesitaba dormir mucho y olvidar por unos instantes todo aquello. Con las manos temblorosas, abrió los cajones de su mesita de noche. No le costó encontrar el tarro que contenía los somníferos que tantas veces le habían evadido de la realidad. Lo abrió casi con brusquedad y se echó unas cuantas pastillas en la palma de la mano. Ni siquiera contó cuántas eran antes de llevarse la mano a la boca y tragárselas. Él sólo quería dormir. Dormir y no pensar nada más.

Después, arrastrando los pies, volvió al comedor, agarró la botella de whisky que se había dejado sobre la mesa y se dejó caer sobre el sofá. Volvió a beber y cerró los ojos, sin dejar de darle pequeños sorbos a aquel whisky que en aquellos momentos le sabía a gloria. Poco a poco la realidad fue perdiendo su forma amarga mientras él iba sumiéndose más y más en un profundo sueño. Su mente parecía haberse relajado y ahora, en lugar de ofrecerle una película llena de horrores sobre su propia vida, había empezado a vagar sobre un montón de buenos recuerdos. Su madre, los chicos, la fama, los triunfos con ellos...

A Brian aún le dio tiempo a sonreír antes de quedarse profundamente dormido. Antes de despedirse, por siempre, de todos los fracasos y de todos los triunfos que había tenido en este mundo.

*******************************

Acababan de salir de otra sesión con el Maharishi y en aquellos momentos todos estaban sentados en la habitación de Paul junto con las chicas, relajándose y charlando tranquilamente en voz baja, como en aquel pasado de giras y conciertos no tan lejano pero del que parecía que había pasado una eternidad. Aquello reconfortaba a John. Le hacía sentir de nuevo en su elemento. Y es que, pese a que no estuvieran en medio de una gira, ni tuvieran una apretada agenda que cumplir, el hecho de estar allí todos juntos, en la habitación de un hotel, le traía tantos buenos recuerdos que no podía dejar de sentirse tremendamente bien.

Y justo cuando estaban en el momento de mayor relax, justo cuando John pensaba que había recuperado algo que había estado añorando en secreto, el teléfono sonó.

-Joder...-masculló Paul mientras alargaba la mano para descolgar el auricular.-A ver quién es a estas horas...

Todos los que estaban allí sonrieron al ver la desgana con que Paul se ponía el teléfono en la oreja.

-¿Sí?-contestó.-Ah, hola Peter... Un segundo, ahora te atiendo...-tapó con la manó el micrófono del teléfono y susurró a los demás.-Es Peter Brown.

-¿Peter? -preguntó Ringo extrañado.-¿El socio de Brian, dices?

-El mismo.-susurró Paul.

-¿Y qué quiere? ¿Mandarnos trabajo incluso a distancia?-bromeó John

Paul se encogió de hombros.

-Ni idea. Ahora veré lo que dice...-dijo mientras volvía a destapar el teléfono y contestaba nuevamente:-¿Peter? ¿Sigues ahí? Siento haberte hecho esperar. Dime.

Paul calló durante unos instantes mientras Peter le hablaba. Durante unos segundos sólo se oía el murmurllo ininteligible de Peter al otro lado del teléfono. No obstante, John se dio cuenta enseguida de que aquella llamada no era una llamada normal y corriente. Y es que el rostro de Paul había pasado en cuestión de segundos de la normalidad más absoluta a estar completamente desencajado.

-Peter...-susurró su amigo al cabo de unos segundos. Apenas tenía voz.-¿Me estás jodiendo? No... No... No puede ser cierto...

Todos se miraron entre sí, desconcertados. No tenían ni idea de lo que ocurría, pero estaban seguros de que no era nada bueno.

-Entiendo...-susurró Paul.-Pero.... ¿cómo ha sido?... Ya... ¿Quieres decir que...?... No... Yo tampoco creo que... Joder... Sí, claro... Yo me encargo... Nos vemos, sí.

Paul colgó el teléfono ante la mirada atónita de todos. Estaba mortalmente pálido. Se quedó unos segundos en silencio, mirándolos a todos, uno por uno. A continuación, se pasó la mano por la cara sin decir una palabra.

-¿Qué pasa, Paul?-Chris fue la primera que osó preguntarle algo, rompiendo aquel mortal silencio.

El chico miró a su hermana, negó con la cabeza un par de veces y suspiró antes de hablar.

-Era Peter...-empezó a decir al fin casi en un susurro inaudible.-Me ha dicho que... Brian... Brian...

Paró de nuevo y agarró aire. Nadie, ni siquiera John, se atrevió a interrumpirle. A aquellas alturas todos se olían lo que podía haber pasado.

-Brian ha muerto.-soltó de repente Paul con un hilillo de voz.

John sintió como la sangre se le helaba en las venas. No podía ser cierto. Aquello era una cosa demasiado fuerte como para poder ser verdad. Lanzó un suspiro y, a continuación, lanzó una risita por lo bajo, incrédulo. No era una risa divertida, no era una risa al uso. Era una risa de incredulidad. Era como exclamar el "¿me estás jodiendo?" de Paul sin palabras. Era una risa de "esto no me puede estar sucediendo a mí". 

-¿Pero qué...?-consiguió balbucear al fin.

Paul lo miró a los ojos y asintió con la cabeza, como confirmándole que todo aquello no era una maldita broma macabra. John se puso serio de repente. Apenas sabía cómo reaccionar.

-Dice que lo han encontrado esta mañana en su casa.-continuó.-Al parecer se pasó con las pastillas y con el whisky y...

Paul se interrumpió a sí mismo antes de acabar de decir la última frase.

-Deberíamos volver a Londres cuanto antes.-dijo de repente Ringo.

John se volvió hacia él. Parecía igual de conmocionado que los demás, pero tenía toda la razón del mundo. Aquel golpe había sido demasiado fuerte como para quedarse por más tiempo en Bangor como si nada hubiera pasado.

-Tienes razón.-convino poniéndose en pie.-Voy a recoger las cosas. Volvamos cuanto antes.

Sin esperarse a que nadie dijera nada más, salió de la habitación de Paul seguido por Chris. Sólo cuando ella le puso la mano en el brazo, ya de camino a su habitación, John fue consciente de lo que había ocurrido. Y entonces, irremediablemente, no pudo contenerse por más tiempo y unas lágrimas silenciosas, dolorosas, rodaron por sus mejillas.

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Apenas había sido consciente de nada de lo que había pasado. Había ocurrido todo de una manera tan vertiginosa que sólo recordaba algunos trozos sueltos de todo el mogollón que se les había venido encima después de enterarse de la muerte de Brian. La prensa y sus declaraciones; la conversación al respecto que había tenido con el Maharishi; la visita a la madre de Brian, Queenie... Todo había pasado por delante de él como una película de la que él no era consciente que era partícipe.

No habían ido al funeral por culpa de la prensa. Sabían que aquello después se convertiría en un infierno repleto de preguntas y tanto la familia como Peter Brown habían convenido en que lo mejor sería que no acudieran. Al fin y al cabo, ya habían ido a presentar sus condolencias a la madre, que era lo que realmente importaba en aquellos momentos.

Y allí estaba él. Tumbado sobre la cama con los ojos abiertos y mirando hacia el techo, aunque la habitación estaba completamente a oscuras. Perdido de nuevo después de otra pérdida... Todos los que parecían haberle ayudado en algún momento de su vida parecían esfumarse de ella como si nada. Era su particular maldición y se sentía tan mal y tan impotente ante ello que apenas era capaz de pensar con claridad.

A su lado, Christine se movió inquieta y se acomodó contra él. John la rodeó suavemente con los brazos, procurando no despertarla de aquel sueño tan apacible, de aquel sueño que ojalá él pudiera tener. La chica respondió con un breve suspiro y él no pudo reprimir una sonrisa dulce. Y entonces, de repente, aquel pensamiento le cruzó de repente por la mente y borró inmediatamente la sonrisa de la cara. Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero al pensar detenidamente en aquello... Ella, Chris, le había ayudado en muchas cosas y... ¿y si ella también acababa abandonándole con el tiempo? ¿Y si ella lo dejaba solo?

Asustado por aquel terrible pensamiento, John la apartó con cuidado y se levantó de la cama, ansioso. Se quedó sentado sobre la cama durante unos instantes, mientras se tapaba la cara con las manos, entre desesperado y asustado. Después, se puso en pie de un salto.

De nuevo, la maraña de sus pensamientos mezclada con la realidad estaban haciendo que se sintiera tan abrumado que de nuevo sintiera que no tenía escapatoria... ¿O quizá sí?

**********************************

Chris se despertó con la sensación de haber estado durmiendo un montón de horas más de las que realmente necesitaba. Todavía con los ojos cerrados, se movió en la cama, buscando el contacto de John. No obstante, se sorprendió cuando no lo encontró a su lado. Abrió los ojos lentamente y comprobó que John no estaba, confundida. Muy pocas veces él se levantaba antes que ella y aquello le resultaba extraño.

Se levantó de la cama y se puso las zapatillas de andar por casa en cuestión de segundos y se encaminó hacia el comedor. Desde antes de entrar ya supo que John estaba allí. Desde el pasillo le llegaba un intenso olor a tabaco y podía escuchar la tele, a un volumen muy muy bajo, como él solía ponérsela.

-Buenos días, Johnny.-saludó a la vez que entraba por fin en el salón.

El chico, que efectivamente estaba allí, en el sofá, sólo con unos calzoncillos puestos pese a que hacía bastante frío, simplemente se limitó a levantarle una mano a modo de saludo. Christine frunció el ceño y se acercó más a él. Fue entonces cuando vio su mirada perdida, su expresión, y comprendió lo que estaba pasando.

-Mierda, joder.-susurró cuando lo vio, nerviosa.

John se volvió hacia ella y la miró durante largos segundos antes de decir nada.

-¿Qué?-preguntó al fin.

Aquella pregunta enfureció a Chris, que apenas pudo controlarse cuando notó como la sangre empezaba a hervirle.

-¿Que qué?-casi gritó.-¡Estás colocado, joder!

-Eso ya lo sé.-contestó él como si aquello fuera lo más normal del mundo.

-¿Pero qué mierdas te pasa, John?-preguntó ella desesperada.-¿Qué te pasa? ¿Acaso quieres acabar como...?

Justo en el momento justo, Christine se detuvo. John le dedicó una dura mirada.

-¿Cómo quién?-preguntó él secamente.-Anda, dilo.

-Déjalo. Olvida lo que he dicho.

-No.-le cortó John.-Dilo.

-John. He dicho que lo dejes estar, ¿de acuerdo?

Pero él no parecía tan dispuesto a hacerle caso.

-¿Querías decir "como Brian", me equivoco?-preguntó casi escupiendo las palabras.-¿Cómo? ¿Ingresado en una clínica o muerto?

-John...

-¿O tal vez las dos cosas?

-¡John!-gritó ella exasperada sintiendo como cada una de las palabras que estaba diciendo John la traspasaban como un cuchillo afilado.-¡Cállate!

-No voy a callarme, Christie. No lo voy a hacer. Tú misma estás pensando todas esas cosas, ¿por qué iba a callarme yo?-le respondió él con amargura.-¿Sabes? Quizá acabe como él, quién sabe... Pero por ahora, haz el favor de no ponerte histérica y no joderme el viaje...

Chris le dedicó una mirada furibunda. A duras penas se contuvo las ganas de darle una bofetada con todas sus fuerzas. Después, salió del comedor dando un fuerte portazo y notando como una vez más las lágrimas afloraban en sus ojos. No podía ser tan estúpido. Pero, sobre todo, no podía estar jugando con ella de aquella manera. La estaba volviendo loca, y estaba segura de que él lo sabía e incluso parecía disfrutar con ello.

Y es que, por mucho que lo quisiera, John no tenía ningún derecho a hacerle el daño que le estaba haciendo.



Hola! Pues bien, hasta aquí llegó este capi! Siento que haya sido así de deprimente, pero bueno, la muerte de Brian la tenía que tratar y aquí esta mi humilde visión fiquera de los hechos... En realidad siempre ha sido un tipo que me ha dado muchísima lástima, el pobre Eppie. :(

Por cierto, en los siguientes capis todo esto va a dar un giro, así que avisadas quedáis, eh? Jejeje.

Y bueno, por mí nada más, simplemente que muchas gracias por leer y por comentar. Sabéis que me alegro mucho de ver que os molestáis en comentar esto que yo escribo, así que os mando un súper beso a todas (esta vez, el beso especial le toca a Carla y a Yaneth... Bienvenidas al fic! Espero no decepcionaros! :D )

Por mí, nada más. Un súper besazo y abrazos enormes!

Muaaaak!







3 comentarios:

  1. Ay.
    Eso es lo que digo. Así como vos me clavaste un JO-DER, yo te digo Ay, (Básicamente porque yo no uso tantas palabras como vos XDDD)
    En serio, con este capitulo "se me piantó un lagrimón", como dice el tango. Yo que no sabía de qué iba y estaba mas que intrigada, empecé a leerlo normal y a los cinco minutos caí en la cuenta de lo que iba a pasar. Pensé que capaz que no, que lo dejabas para el próximo, pero después me acordé de lo que me dijiste, que era depre, y me avivé de que no, de que iba a pasar en este. Te digo algo? Me hiciste poner la piel de gallina (lo cual no es raro, soy un gallo XD) y me hiciste correr un frío por la espalda pese a que hace 35 grados de calor. En otras palabras, me diste un palazo en la nuca.
    Bueno, paso a otra cosa, aunque mucho no puedo. Me dejaste seca.
    A ver, a ver....Todo bien con la meditación y eso, pero no debe haber cosa mas fea que hacerlo obligada. O sea, si lo hacés, hay que hacerlo con gusto, qué es eso de poner horarios y lo peor....no dormir? NO DORMIR SIESTA?????? En qué mundo estamos?!
    Y bueno, parece que no me van a alcanzar las escobas del escobero....Voy a necesitar plumeros también, para pegarle a este idiota! Y perdoname que le diga asi, pero es que me saca, me sacaa! Basta loco basta, me cansás! (se me ocurrió darle con una sartén también, puedo?)
    Bueno Cloquell de mi amor, voy a dejarte porque ya te dije que me dejaste media media....media tarada con este capitulo, enserio no me lo esperaba. Encima con eso de un teléfono sonando tarde....Me hiciste acordar a todas las veces que sonó el teléfono tarde en mi casa, nada mas que para malas noticias (de hecho, cuando suena a la noche, siempre decimos "y ahora quién se murió?" porque es clavadísimo que hay velorio).
    Te dejo un besote grandote grandote y bien sonoro XD









    P/D: ey...pensaste que no había post-data? muejeje
    P/D2: Creo que es el comentario mas serio que he hecho. O no? Bueno, no me acuerdo. Intento ser seria pero no puedo, se me escapa una tontería siempre!
    P/D3: prometo ponerme las pilas para que algún día Blogger me salte con sus 4096 caracteres. A ver si escribo comentarios bien largos como los tuyos (y sobre todo, tan buenos como los tuyos)
    P/D4: Vuelvo a decir que me dejaste media boluda, en serio. El capitulo fue de los mas vrutales de estos últimos tiempos.

    Chauuu

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  2. por alguna razon reinicie la lectura de tu hermosa fic :p enserio ahora con mucha mas calma y apesar de ya haberla leido me sigue facinando y llevando mis emociones a un limite extraordinario... Eres fantastica cris sobre el capi pues si estuvo algo si no es que mucho muy triste..... Pobre Brian tan rodeado de gente y ala misma vez sentirse tan solo.......ahi cuenta que la ni el exito ni nada trae la verdadera felicidad pobre hombre y Cris ya se harto de John al reiniciar los cap y ahora ver este si han cambiado mucho ambos pesonajes y ahora dices que cambiara mas ufff no me quiero ni imaginar como sera este giro
    sin mas que decir saludos cris siguela y pues nahhh!! Te amo *.*

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  3. uuuuuf me ausento un rato y ya pasó todo esto!!! lo que me faltaba leer lo leí en un tiempo record! qué tristeee! es lo único que se me ocurre decir. La muerte de Brian siempre me pareció muy triste y sobre todo muy evitable... siempre me pongo a pasar en lo 'hubieras' de esta situación, y en como las cosas cambiaron con esto... ayy ya me puse filosófica, pero te lo juro que siempre me pongo a pensar en eso... Pobre Brian siempre me preguntaré cómo serían las cosas de no haberse muerto. Para mi él es el quinto Beatle. Bueno pues, espero el siguiente capi!!

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