martes, 27 de septiembre de 2011

Capítulo 10: Vecinos y encuentros inesperados

El domingo había transcurrido tranquilo para Christine, por supuesto, mucho más tranquilo que la noche anterior. Se sentía mejor ahora que Paul no estaba enfadado con ella, aunque todavía continuaba hecha un mar de dudas y se encontraba terriblemente cansada. Pese haberse quedado dormida incluso antes de que Paul se fuera de su habitación la noche anterior, pocas horas después se había despertado y había pasado el resto de la noche en vela, pensando en lo que había ocurrido. Pensando, obviamente, en John.

-Pero finalmente todo fue bien...-le dijo Mary, que acababa de escuchar la historia de la noche anterior en silencio.

Christine miró hacia adelante y clavó su mirada en uno de los cisnes, pensativa. Estaban sentadas en el césped, frente al lago artificial. Habían aprovechado que los chicos habían empezado una ronda de póquer para escabullirse.

-Supongo que sí...-contestó ella finalmente, absorta.

-¿Supones?-se extrañó Mary- Al final hiciste las paces con Paul y por lo que me dijiste el viernes, la reacción de tu hermano era lo que más te preocupaba...

-No sé, Mary...-continuó ella con un hilo de voz.-Las cosas no son tan fáciles como parecen, ¿sabes? Continúa asustándome en cómo puede repercutir esto en la relación entre ellos dos... John es el mejor amigo de Paul, son casi hermanos... Y también está el grupo... No me gustaría que las cosas se estropearan por esto...

-No creo que llegue la sangre al río... No deberías preocuparte tanto por ese aspecto...-intentó tranquilizarla Mary y, al cabo de unos segundos, añadió suspicazmente:-¿O es que te preocupa algo más?

Christine bajó la mirada. Mary iba conociéndola demasiado bien... Por supuesto que había algo más. Suspiró.

-Puede que sí...-contestó sinceramente mientras arrancaba el césped a sus pies.-Mira, Mary, estoy muy liada. De hecho creo que me voy a volver loca...

-No puedes volverte más loca de lo que estás...-bromeó su amiga provocándole una sonrisa.-Si quieres puedes contármelo. No voy a decir nada a nadie, lo sabes. Y puede que decirlo en voz alta te ayude a poner en orden tus ideas.

Christine esperó unos segundos antes de empezar. Realmente no sabía muy bien ni lo qué quería decir...

-Verás...-empezó aún dudando.-John siempre ha sido como de la familia para mí. Desde que conoció a Paul siempre ha estado por casa... Disfrutaba fastidiándome y bromeando conmigo y yo también con él. Y esta vez... No sé, hacía tiempo que no le veía y yo pensé que iba a ser todo igual... Pero ya ves que no... Él ya no ve como antes...

Christine calló sin saber muy bien por dónde continuar.

-¿Y tú Chris? ¿Tú le ves a él como antes?-preguntó Mary suavemente.

La chica suspiró. Su amiga había dado en el clavo.

-No.-respondió al fin casi en un susurro.-No le veo como antes... El beso del viernes y lo de anoche me han hecho replantearme un montón de cosas... Y lo peor es que tengo la sensación de que desde hace mucho me... gusta. Pero créeme que jamás me había percatado de ello.

-¿Y qué piensas hacer?-preguntó Mary confusa ante aquella repentina confesión de su amiga.

-Nada.-contestó ella decidida aunque con un cierto tono de angustia en su voz.-Están Cynthia y Julian de por medio. No pienso destrozar a una familia.

Las chicas permanecieron en silencio después de esto durante unos minutos. Obviamente, no había tampoco nada más que añadir. Las cosas eran como eran y no podían hacer nada por evitarlo.

-¿Y tú?-preguntó Christine al fin mientras sonreía con malicia, intentando cambiar de rumbo la conversación.-¿Cómo has pasado la noche?

Mary se puso roja como un tomate cuando captó la doble intención de la pregunta. Christine soltó una risita.

-Bien, gracias.-contestó.

-¿Pero bien, bien...?-insistió Christine con una sonrisa burlona.

-¡Oye!-rió Mary al fin.-¡Eres una degenerada!

Christine rió.

-No pasó nada de lo que tu sucia mente está imaginando, Christine McCartney.-sentenció Mary. Y después, con una sonrisa tierna, añadió.-La verdad es que Ritchie se portó genial.

-Ay, el amor... –suspiró Christine burlonamente.-¡Qué ojitos pones cuando hablas de tu Ritchie! Ni pensar que estabas ahí dudando como una boba hasta hace unos días...

-Hasta hace unos días no.-le cortó Mary volviéndose ligeramente más seria que antes.-Hasta ayer mismo.

-¿Qué? ¿Y eso? Si él es una maravilla...-dijo ella y, después, ensimismada y sin darse cuenta de que lo pronunciaba en voz alta, añadió:-Ojalá yo tuviera las cosas tan fáciles...

Mary se quedó mirándola fijamente durante unos instantes y entonces Christine fue consciente de lo que había dicho.

-Lo siento...-se disculpó atropelladamente.-No me hagas caso...

-Tranquila.-le dijo Mary con una sonrisa-Tienes razón. Las cosas con él son muy fáciles.... Aunque a veces... No sé, creo que me dejo influenciar demasiado por las opiniones de otra gente.

-¿Qué opiniones?-preguntó Christine extrañada.

-Bueno...-empezó a decir Mary en un susurro.-Anoche Mel me dijo unas cosas... Sé que es una imbécil, pero me hizo calentarme la cabeza demasiado...

-¿Mel te dijo a ti unas cosas? Voy a matar a ese putón...-sentenció Christine.-Y ahora dime... ¿qué coño te dijo la impresentable esa?

********

John miró impaciente su reloj. Ya eran más de las seis de la tarde y seguramente ya habrían llegado todos a sus casas después de la fiesta del día anterior. Si pretendía hacerlo, ese era el momento adecuado: Cyn y su madre habían salido a dar un paseo con Julian y él se había quedado solo en casa. Se angustió nada más pensarlo, pero sabía que debía hablar con él, así que, armándose de valor descolgó el teléfono y marcó el número.

-¿Sí?

-Hola, Mike.-había llamado demasiadas veces a esa casa como para ser capaz de distinguirles a todos la voz por teléfono.-Soy John. ¿Ya ha llegado Paul a casa?

-Ey, John, ¿qué hay?-saludó el chico.-Sí, hace un rato que acaban de llegar Chris y él. Espera, ahora te lo paso.

-De acuerdo.

John escuchó como Mike dejaba el teléfono sobre la mesa y esperó durante unos instantes que se le hicieron interminables y en los que le pasó por la cabeza varias veces colgar el teléfono.

-John.

La voz de Paul así de repente le pilló por sorpresa. A juzgar por su tono, todavía parecía enfadado con él. Y era normal.

-Hola Paul. ¿Qué tal?-saludó él suavemente.

-¿De verdad quieres que te responda a esa pregunta?- le contestó su amigo.-¿Qué quieres?

John suspiró antes de contestar.

-Simplemente creo que deberíamos hablar.

-Y tanto que debemos hablar, John.-le cortó Paul.

-Bien.-respondió él.-Si puedes... Ahora mismo estoy solo en casa. Tardarán un buen rato. Así que si quieres puedes venir y hablamos tranquilamente.

Un silencio se hizo al otro lado de la línea.

-Vale. Estoy ahí en veinte minutos.-dijo al fin Paul secamente y, antes de que a John le diera tiempo a añadir nada más, su amigo le colgó el teléfono bruscamente.

********

-¿Sabes dónde se ha ido Paul con esas prisas?-le preguntó Christine a Mike cuando entró en el salón.

-No sé... –dijo él encogiéndose de hombros.-Supongo que habrá ido con John a hacer algo... Acaba de llamar a casa y me ha preguntado por él, así que... ¿oye, qué te pasa?

Era en momentos como ese por lo que Christine odiaba ser tan expresiva. Jamás había podido evitarlo. Su cara era un fiel reflejo de lo que le pasaba en todo momento.

-Nada, Mike... –mintió ella mientras se sentaba al lado de su hermano en el sofá.-Sólo que tengo un dolor de cabeza terrible...

-A eso se le llama resaca, hermanita.-rió Mike.-Supongo que lo de anoche fue de locos... Y yo que me lo perdí...

-Sí, fue de locos.-contestó Chris sinceramente. Su hermano no sabía la razón que tenía.-Pero tampoco te perdiste nada del otro mundo...

-Y aunque hubiera sido del otro mundo...-sonrió Mike pícaramente.-Me quedo con lo que hice ayer.

Christine levantó una ceja y miró a Mike.

-Escucha...-le dijo.-¿Y eso tan interesante que pasó ayer?

-Digamos que...-Mike hizo una pausa deliberada haciéndose el interesante.

-¿Qué?-le preguntó Christine empezando a impacientarse. Sabía que Mike había parado adrede para pincharla.

-Pues que... ¡tienes una nueva cuñada!

-¡Ey! ¿Ya es oficial?-preguntó Chris con una sonrisa de oreja a oreja.

Mike asintió Se alegraba sinceramente de que Mike y Angie por fin hubiesen decidido dejar de juguetear y dar un paso más allá.

-Sí, completamente.-afirmó Mike.

Chris sonrió. Mike en esos momentos parecía el chico más feliz sobre la faz de la tierra y la verdad es que verle así le hizo olvidar en parte todos los problemas que venían rondándole en los últimos días. Sin pensárselo dos veces, la chica le plantó un beso en la mejilla.

-¿Y esa repentina muestra de afecto?-se extrañó Mike.

Christine rió. Ni Mike ni ella habían sido nunca de esas muestras de cariño y obviamente eso había pillado al chico por sorpresa.

-Nada, idiota.-contestó finalmente ella sonriendo.-Que aunque siempre nos estemos fastidiando, me alegro un montón de verte así de feliz.

********

Paul dejó la moto justo delante de la casa de John, bajó y, con paso firme, se dirigió hacia la puerta. Pese a esa sensación tan parecida a la rabia que sentía en su estómago, tenía ganas de hablar con él y de dejarle claras las cosas, de decirle que no iba a permitir que le destrozara la vida a Christie.

Llamó al timbre con un par de toques insistentes y, casi al instante, un ojeroso y serio John le abrió la puerta. Paul se quedó mirándole. Lucía un aspecto completamente desaliñado con sus gafas, el pelo revuelto y una raída camiseta que parecía tener bastantes años.

-Pasa.-le invitó.

Los dos entraron sin mediar ni una palabra más al salón y Paul se sentó en el mismo sillón que había ocupado un par de días antes, cuando habían tenido aquella accidentada reunión con Brian.

-Mira, Paul...-empezó a decir John clavando la vista en el suelo.-Creo que tenemos que hablar sobre lo que oíste ayer.

Paul se cruzó de brazos y respiró hondo antes de contestar nada. No quería que la situación se le fuera de las manos nada más empezar.

-Sí, yo también creo que debes aclararme un par de cosas.-respondió al fin secamente.

-Verás...-dudó John.-Tampoco creo que haya mucho más que añadir. Supongo que a estas alturas ya sabrás lo que pasó y también escuchaste lo que le dije yo ayer a Christie...

-John.-le cortó Paul con voz grave.-Christie es MI hermana.

-Lo sé.-contestó él mirándole.-Y créeme que justamente por eso no hubiera hecho nada si no estuviera seguro de que...

-¿De qué, eh?-Paul estaba perdiendo el control y sintió que aquel era el momento justo de soltarlo todo.-Es mi hermana. Sé que a ti te da igual todo, pero a mí no. Sabes que Chris es muy importante para mí y me parece muy asqueroso por tu parte que te dediques a... En fin, que no, John. No. Esta vez te vas a encontrar conmigo antes de seguir con tu jueguecito. No es una chica más. No es un polvo más. Es Christie. Y no voy a permitir que juegues con ella ni que la utilices.

-¡Joder, Paul!-exclamó John indignado.-¡No es un juego ni voy a utilizarla! ¿Crees que no me he parado a pensar que Christine es tu hermana? ¿Crees que me hubiera lanzado si no tuviera clarísimo que no es una más?

-¿Cómo?-preguntó Paul contrariado.-¿Pero qué coño me estás contando?

-Lo que oyes. Que tu hermana me gusta. Me gusta muchísimo.

-¿Que mi hermana te gusta?-preguntó Paul casi a gritos levantándose del sillón.-¿Qué mi hermana te gusta, maldito hijo de puta? ¿Y sólo porque “te gusta” estás dispuesto a jugar con ella? ¡Te recuerdo que estás casado y que no puedes hacer lo que te dé la gana! ¿Qué quieres? ¿Que Christine sea tu amante? ¿Quieres que desperdicie todo por ti? ¿Que destroce su vida sólo porque a ti “te gusta”? ¡Serás cabrón! ¡Sólo es una niña!

-No creo que con dieciocho años se le pueda considerar una niña-respondió John intentando parecer sereno, aunque en realidad Paul sabía que de un momento a otro acabaría por estallar él también.-Y sí, joder, estoy casado, pero tú mejor que nadie sabes que mi matrimonio con Cyn es un puto fracaso y que tiene los días contados.

Paul se quedó mirándole fijamente. Notaba como la rabia iba creciendo en su interior, pero no contestó. Simplemente, se limitó a mirar fijamente a John con la mandíbula y los puños apretados, intentando con todas sus fuerzas no perderse por completo. John, pese a que pareció darse cuenta de aquello, se levantó también de su sillón y se colocó a unos escasos centímetros de él.

-No quiero jugar con ella, Paul. No quiero.-le dijo en tono conciliador.

-Déjala en paz-le cortó Paul.-Ella no quiere nada contigo.

 -Eso debería decirlo Christine, ¿no crees?.-le contestó John casi en el acto.-Si quieres que te diga la verdad, no creo que debas inmiscuirte en esto, sino que deberías dejarla decidir a ella. Al fin y al cabo, es su vida.

 Paul tardó unos instantes en asimilar aquellas palabras.

-Escúchame bien, John, porque no te lo voy a repetir ni una vez más...-dijo finalmente bajando la voz pero en tono amenazante.-Si le haces daño... Si la veo derramar una sola lágrima por tu culpa... Te mato. Y no bromeo.

*******

Era lunes por la tarde y Christine estaba en el salón, pasando a limpio los apuntes de ese día. En realidad nunca solía hacer eso. Siempre, quedaran como quedaran, los dejaba así. Al fin y al cabo eran para su uso personal y si ella entendía su letra igual daba que estuvieran más ordenados o menos. Pero ese día había sido distinto. Tenía tantas cosas en la cabeza que apenas había prestado atención a las clases y los apuntes que había tomado eran una auténtica porquería. Era por eso por lo que, cuando Mary vio lo que había hecho en clase, le prestó amablemente los suyos para que los copiara esa tarde.  Y la verdad es que tenía que reconocer que el trabajo le estaba sentando bastante bien. Al menos, mientras estaba haciendo eso no pensaba en todo el jaleo que tenía montado alrededor suyo.

Estaba así, concentrada como nunca, cuando su padre entró en el salón.

-¿Lo has visto, hija?-preguntó el hombre que, cuando la vio escribir con tanto ahínco, se apresuró a disculparse.-Lo siento, no sabía que estabas trabajando.

-No pasa nada, papá. Sólo estaba pasando unos apuntes.-contestó ella mirándole con una sonrisa.-¿Qué es lo que tenía que ver?

-Tenemos vecinos nuevos.-contestó Jim.-Por lo visto los Burrow han vendido la casa y ahora mismo acaban de llegar los nuevos inquilinos.

-¿Ah, sí?-preguntó Christine levantándose de la silla. Sentía curiosidad por saber quiénes eran los que iban a ocupar la casa de al lado de la suya.- Voy fuera a ver...

-Te acompaño.-le dijo su padre.-Además, creo que será una buena idea ir y presentarse.

Christine lo miró un poco contrariada. Ella sólo había sugerido ir a cotillear, no a presentarse. Aquellas situaciones la incomodaban un poco, pero bueno, al fin y al cabo su padre tenía razón y era sólo una cuestión de mera educación.

-Vale, vamos.-aceptó al fin empezando a salir del comedor.

Padre e hija salieron de la casa y, desde su jardín, observaron como un camión de mudanzas y un gran Ford de color rojo estaban aparcados frente a la casa de al lado. Dos fornidos empleados de la empresa de mudanzas entraban los muebles al interior de la casa. Por su parte, una mujer y una chica joven, aproximadamente de la edad Chris, estaban sacando cajas de dentro del maletero del coche.

-Bueno, vamos allá.-dijo Jim empezando a andar, seguido por Christine, hacia la casa de al lado.

-Hola, buenas tardes.-saludó el hombre una vez se hubo colocado casi detrás del Ford rojo. La mujer y la chica continuaban allí, ahora sacando entre las dos, no sin serias dificultades, una caja que parecía bastante pesada.

Las dos se giraron al escuchar el saludo de Jim.

-Buenas tardes.-dijo la mujer sonriente después de que dejaran la caja en el suelo.

-Bienvenidas al vecindario.-sonrió el padre de Chris.-Soy el vecino de al lado, Jim McCartney. Y esta es mi hija, Christine.

Christine simplemente se dedicó a poner una de sus mejores sonrisas y miró a la chica. No se le había escapado su ligero cambio de expresión cuando escuchó a su padre pronunciar su apellido. Supuso que sabría ya que estaba ante el padre y la hermana de Paul ya que los Burrows, los antiguos propietarios, seguro que les habían informado sobre quiénes iban a ser sus vecinos.

-Encantada.-dijo la mujer.-Yo soy Tracy Taylor y mi hija, Alice. Venimos de York. Mi marido, Phil, ha ido a arreglar unas cosas en el ayuntamiento... Ya sabe, cosas del empadronamiento.

-Encantado igualmente.-le contestó el hombre.-Puedo ayudarlas a entrar alguna de esas cajas si quiere...

-Oh, de verdad, se lo agradezco mucho, pero pesan demasiado...-dijo Tracy sonriendo.-Había pensado en dejarlas aquí y entrarlas cuando mi marido vuelva...

Todavía no había acabado la frase cuando el coche de Mike aparcó justo detrás del camión de la mudanza. Christine lo miró. Paul y él habían salido unas horas antes, a un ensayo del grupo de Mike, y habían llegado justo a tiempo. La chica sonrió para sus adentros al pensar en la reacción de la nueva vecina cuando viera bajar a su hermano de allí.

-Mire... Ahí llegan mis hijos, los dos mayores.-dijo Jim mirando también hacia el coche a la vez que Paul y Mike bajaban.

-Hola.-saludaron casi a la vez los dos hermanos mientras se acercaban hacia donde estaban ellos.

Christine miró de reojo a la chica, que permanecía muda mirando como  se acercaban los dos chicos hacia allí. Parecía bastante sorprendida por la aparición de Paul, pero no parecía ninguna fan histérica, cosa que hizo que la mirara con simpatía.

-¿Nuevos vecinos?-dijo Mike acercándose.-Me llamo Mike, encantado.

-Sí, son los Taylor. Tracy y su hija, Alice.-le respondió Jim.-Phil, el marido, todavía no ha venido.

-Encantado.-dijo Paul poniendo una de sus sonrisas típicas de embaucador mientras le tendía la mano primero a Tracy y después a Alice, que no pudo evitar ponerse roja como un tomate.- Yo soy Paul.

-Encantada.-balbuceó la chica.

-Les estaba diciendo que si querían ayuda para entrar las cajas esas...-dijo Jim jovialmente.

-Por supuesto que sí.-respondió Mike con una sonrisa.-Esto lo metemos en la casa Paul y yo en un minuto, ¿verdad?

-Claro que sí.-contestó Paul.-¿Son estas cajas de aquí?

-Oh, no, de verdad...-dijo Tracy.-No es necesario que hagáis eso... Pesan mucho y...

-Insisto.-respondió Paul.-Sólo son un par de cajas y a mi hermano y a mí no nos cuesta nada.

Christine miró a Paul y sonrió. James Paul McCartney, el encantador de madres, hijas y demás féminas.

-De acuerdo...-aceptó finalmente la mujer.-Pero luego aceptaréis que os invite a algo.

*********

Mary se despidió de su madre y salió de casa. Los folios estaban a punto de acabársele y necesitaba más. Además, aprovecharía la salida para ir a ver la camada de perritos que la perrita de su tía, una caniche blanca muy graciosa, acababa de tener.

Todavía no había salido de su calle cuando un coche negro se paró justo a su lado.

-¿Eres Mary?-preguntó un hombre desde el interior del vehículo asomándose por la ventanilla.

Mary dudó unos instantes antes de contestar. No le gustaba mucho aquella situación aunque, sin embargo, el hombre que le estaba hablando le resultaba muy familiar. Estaba segura de que lo había visto anteriormente.

-¿Quién lo pregunta?-dijo al fin ella intentando parecer decidida.

-Soy Brian. Brian Epstein.-contestó él.-¿Tienes un momento? Me gustaría hablar contigo.

Mary ahora lo reconoció en el acto. Le resultaba hasta un poco tonto no haberlo conocido a la primera.

-Sí, por supuesto.-contestó ella cortésmente, aunque sintió como se le hacía un nudo en el estómago.

-Está bien.-dijo él.-Sube al coche. Si quieres te acerco a donde vayas y de paso aprovechamos para hablar.

Mary asintió y subió al coche. ¿Qué más podía hacer? Se sentó en el asiento del copiloto y después de decirle a Brian adónde iba, el hombre puso de nuevo en marcha el coche.

-Verás, Mary...-empezó Brian.-No sé lo que te habrán contado los chicos de mí, pero no soy un ogro.

Mary calló. Le costaba creerle después de saber algunas de las cosas que le había contado Ringo.

-Yo sólo velo por ellos, ¿sabes?-continuó.-Y aunque pueda parecer pedante por mi parte reconocerlo, créeme, si no fuera porque yo estoy detrás de ellos controlándoles no serían lo que son hoy en día... Lo hubieran tirado todo por la borda, ¿entiendes a lo que me refiero?

Por toda respuesta, Mary asintió.

-Sé lo que hay entre Ringo y tú.-Brian estaba concentrado en su monólogo, con la vista fija en la carretera, no miraba a Mary para nada.-He intentado hablar con él, supongo que te lo habrá contado, pero es imposible, así que por eso estoy aquí. Mira... Me gustaría preguntarte algo... ¿tú estás segura de lo que haces? Me refiero a que si eres consciente de lo que supone tener una relación con él y si estás dispuesta a aguantar ciertas cosas y llegar hasta el final.

Mary se quedó mirándole durante unos instantes. En un primer momento pensaba que había ido allí para decirle que se alejara de Ringo y no para preguntarle aquello.

-Por supuesto que estoy segura.-contestó finalmente.-Le quiero. Y sí que estoy dispuesta a todo lo que dices.

Brian pareció meditar la respuesta durante unos instantes y, después, sonrió.

-Está bien.-respondió al cabo de unos segundos.-No debería hacerlo, pero te creo. Así que adelante... Pero quiero que tengas clara una cosa: no voy a permitir que para nada vuestra relación entorpezca lo más mínimo la carrera de los chicos, ¿de acuerdo?

-Hemos llegado.-dijo Mary secamente. Aquella última frase no le había hecho nada de gracia.

Brian detuvo el coche justo delante de la casa de su tía y Mary bajó del coche sin decir una palabra más.

-Escucha, Mary...-dijo Brian desde la ventanilla arrancando el motor nuevamente.-Disculpa las formas con las que te lo he dicho, pero te ruego que me entiendas. Nos vemos.

*********

Paul estaba tumbado sobre su cama leyendo, con las ventanas de la habitación abiertas de par en par para quitar el olor del porro que se acababa de fumar, cuando empezó a sonar Help!. El chico sonrió, dejó el libro sobre la mesita de noche y se acercó a la ventana. En efecto, la música la había puesto la vecina de al lado, la chica nueva, Alice, que al parecer tenía la ventana de su habitación justo enfrente de la suya.

Paul se apoyó en la ventana y se quedó mirando como la chica bailoteaba en su habitación sin que ella se diera cuenta. En una situación normal, jamás se hubiera puesto a husmear por la ventana de una manera tan exagerada, pero con el colocón que llevaba le parecía lo más normal del mundo. Estaba allí, absorto y concentrado en la música y en el baile de la chica, repitiendo mentalmente las notas que él tocaba con el bajo en esa canción, cuando Alice se giró y le vio. Paró de bailar inmediatamente y, roja como un tomate, apagó enseguida el tocadiscos.

Paul soltó una risita.

-No hace falta que lo quites.-dijo suavemente. La chica también tenía las ventanas abiertas, así que estaba seguro de que lo había escuchado perfectamente.-En realidad grabamos los discos para eso, para que la gente se entretenga...

Alice se asomó también por su ventana.

-Siento haberte molestado, de verdad.-fue lo único que dijo. Todavía le duraba el rubor de la cara.

-¿Y quién te ha dicho que me hayas molestado?-preguntó él divertido.-De hecho hasta me ha gustado saber que nos escuchas... ¿Te gusta el disco?

-La verdad es que sí, mucho.-respondió ella sonriente.-Y con la película me reí muchísimo.

-¿La has visto?-se sorprendió Paul.-Nosotros también lo pasamos genial haciéndola... Fue una locura...

-Me lo imagino.-respondió la chica divertida. Al parecer ya estaba perdiendo la vergüenza inicial.

-¿Y qué canción te gusta más?-preguntó Paul. Hasta él mismo se estaba dando cuenta de lo cotilla que parecía en aquellos instantes, pero le daba igual, le apetecía conocer los gustos de la nueva vecina.

-¿De Help!?-preguntó ella.

-Sí.

-Pues...-Paul observó como los colores volvían a subir a su cara.-Yesterday...

-Eso lo dices para hacerme la pelota...-bromeó él.

-No, en serio, es verdad.-se apresuró a responder ella.-Creo que es una canción muy bonita... Y la letra que tiene es preciosa...

-Recuérdame que un día te la cante con la letra original que le puse... No creo que te parezca tan preciosa...-rió Paul.- Bueno, Alice...Creo que me voy a dormir... Estoy un bastante co...mareado.-se corrigió en el último momento el chico. Había estado a punto de reconocer ante ella que estaba colocado.

-Buenas noches.-dijo ella con una sonrisa.

-Buenas noches.-respondió él.-Nos vemos.

Y dicho esto, Paul cerró las ventanas, se dejó caer pesadamente en la cama y en menos de cinco minutos ya estaba durmiendo como un tronco.

*******

Eran casi las once de la noche y Christine estaba paseando a Monster por las calles cercanas a la suya. Le gustaba aquel momento. Siempre aprovechaba para fumarse un cigarrillo antes de acostarse, cosa que no podía hacer en casa sin que su padre se enterara, y pensar en sus cosas. Y aquel día, como todos desde el viernes pasado, tenía mucho en lo que pensar.

Iba absorta en sus pensamientos, dejándose llevar hacia donde Monster le tiraba, cuando notó unos pasos por detrás.

-Buenas noches, Chris.

Christine se giró y se encontró de cara con John. Sintió como le daba un vuelco el estómago, pero intentó disimular a toda costa.

-¿Qué haces aquí?-preguntó finalmente en tono cortante.

-Sé que siempre te encargas tú de pasear a Monster.-contestó él.- Si te soy sincero estaba aparcado cerca de tu casa desde hace más de una hora, esperándote. Quería verte.

-Pues yo no quiero verte a ti, Lennon.-le contestó ella bruscamente.-Así que ya puedes largarte por dónde has venido.

-No tan rápido.-dijo él acercándose.-Creo que tú y yo tenemos que aclarar unas cuantas cosas. Así que por lo menos escúchame y luego sé sincera conmigo, ¿de acuerdo?

Christine le miró a los ojos y no pudo decirle que no. Es más, sintió como si se hubiera quedado clavada en el sitio donde estaba, sin poder moverse. Sabía que se iba a arrepentir de eso toda su vida, pero, finalmente, decidió claudicar.

-Está bien.-respondió serenamente.-Te escucho.



Hola! Ya llegué por fin con el capi number ten! jejeje. Me dio bastantes quebraderos de cabeza pero ya está, aquí lo tenéis.
Señora Alice-Kira, espero que tu aparición por la puerta grande te haya gustado, jajaja. En fin, que yo me despido y me voy a dormir porque en... cinco horas?! (jodeeeerrrrrr...) me levanto, jajaja. 
Gracias a todas por leer y por estar ahí. Que sois muy muy muy grandes, leñe!
Saludos y hasta el número 11! 

2 comentarios:

  1. vos no me podes dejar asi, colgada de ese "te escucho" jajajj pero bueno, a dormir a dormirr!
    Me hiciste recordar que odiaba a Brian ¬¬ o sea, la proxima vez que "amablemente" me invite a subir a su coche para "charlar pacificamente" voy a extrnguarlo "amigablemente" XD Qué te pasa Brian? querés algo con Ringo o qué? XD
    che que entrada triunfal la de Kira/Alice, bien triunfal con su baile Helpsiano (?) jajaja, Paul casi tira todo el fanatismo de la chica por la borda con su co...mareo XD y la verdad que es un gran conquistador de madres, con decirte q a la mia le parece lindo, eso es todo un logro del Sir.
    Bueno, ya sabes que estuve esperando mucho tu capi, y como siempre me has dejado plenamente satisfecha (eso sonó muuy mal jaja) asi que me quedó acá sentada esperando el otro ;)
    seguí siendo tan grosa como siempre

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  2. Dios, *U* Me encantó.
    Dios cuando Alice-Kira xD, dijo que si cancion favorita era yesterday (y la mia xD) es preciosa.
    Dios que corte cuando Paul la vió. Hasta yo me puse nerviosa (yo y mis lociras de enferma), si es que hoy falte a clase por que me entro un cólico, pero nada grave ;)
    Bueno, hablemos del resto del capitulo.
    - Odio a Brian.
    - Que ganas de saber lo que John le dirá.
    - Odio a Brian. Será estúpido.
    - Paul y su cabreo con John. Menos mal que todo quedo casi bien... bueeeeno... xD
    - ¿He mencionado que odio a Brian?, será chulito!. Cierto es que el hizo mucho por ellos, pero fua! No me cae naaada bien xD

    Bueno Cris me encantó, me encantó, y... ¿e encanto?, si me encanto :D
    Espero el siguiente como looooca. Besitoos! Me algra que sibas a si me olvido de mi desastre fotografico...

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